Partida Rol por web

No puedo soportar sus ojos vidriosos. Parece más una muñeca de porcelana que una niña de carne y hueso. Ése es el precio de la vida eterna: que tu cuerpo no aparente ser más que una figura de cera que el fuego puede llegar a derretir.

Fruncí el ceño al escuchar cómo Darla le preguntaba a Mathias sobre sus... posibles perversiones. Yo conocía las mías, pero me asustaba pensar cuáles serían los vicios de aquel rostro infantil.

_Hackett, ¿estás seguro de querer... cogerla en brazos? No te confundas, bonachón. Las setas más pequeñas son las más tóxicas y, en mi opinión, te ves arrastrado por los sentimientos, no por la naturaleza. Vamos grandullón, cesa en ese intento pues no parece que aprecie el calor de los... hombres.

No ocultaba su desagrado ante la niña. Quizá tras conocerla, vería más allá de aquello que erizaba su instinto más primitivo: el miedo.

Jonás cierra los ojos y suspira, soltando todo el aire, para luego mirar a la pequeña con severidad.

- Esto es lo que dijo ella. Si quieres que te haga caso, tienes que obedecer e ir con ellos. - El chico os mira a todos, fijamente, analizandoos uno a uno. - Cuidadla bien, y no seáis tan soberbios. - Mira específicamente a la mujer. - Quizás Darla no sean tan ágil o tan fuerte, pero sabe más que ninguno de vosotros.

Justo en ese momento el taxi se para frente a la acera, bajando la ventanilla. Un hombre de barba poblada se asoma.

- Disculpen, señores, pero si van a subir, deben darse prisa.

- Me parece que no tenemos alternativa, me gusta tan poco como a tí, pero es lo que hay-

le comentó por lo bajo a Nédara el abogado cuando ésta le inquirió sobre la presencia de la niña. Sí, Wilhem lo tenía claro, si los mandamases decían que la cría estaba en el grupo, no había discusión. No quería ni pensar lo que les pasaría si fallaban, así que mejor aceptar las cosas como vinieran.

La niña demostró con sus comentarios que distaba mucho de ser una cría normal, lo cual intranquilizó bastante a Krauser.

El taxista les pidió que entraran, Krauser abrió la puerta trasera para que sus compañeros se introdujeran en el interior:

- No hagamos esperar al caballero-

comentó Wilhem. Cuanto antes fueran al centro comercial, mejor, la noche era corta.

Apuñalé con la mirada al hombre que acompañaba a la "niña", pues sus comentarios no hacían más que incrementar mi disgusto. Pero el taxista parecía impaciente y no quería correr riesgos.

_Con permiso_ dije al pasar junto a Krauser para entrar en el coche y ocupar el asiento más alejado posible de la cría. Lancé un par de miradas furtivas, pues no me fiaba de ella. ¿Cómo podía concebir tal cosa?

Esperé paciente a que todos estuvieran dentro del vehículo antes de añadir: _Antinatura. Los ancianos prohíben este tipo de cosas por una buena razón..._ torcí el gesto y sellé mis labios, pues no quería llamar la atención del conductor sobre nuestra... naturaleza.

Ni siquiera la lengua mordaz de aquella niña hizo palidecer mi preocupación por ella, pues su tierna figura y pequeñas proporciones evocaban años felices de mi vida. Su imagen conseguía evitar que pensara en que me había convertido, en que no volvería a disfrutar de mi familia.

- Puede ser. - respondo a la mujer. - ¿Pero acaso no esta en la misma situación que nosotros? - pregunte, sintiendo una punzada de dolor al ser consciente de repente de mi nueva naturaleza. Pero sentía que necesitaría un apoyo en aquel grupo. Si yo aun insistía en negar que todo aquello era real suponía, posiblemente de manera ingenua, que a la pequeña le costaría más asimilarlo.

Las palabras del acompañante de la niña me chocaron ¿sabía más que nosotros? ¿quería eso decir que llevaba más tiempo...muerta? Aun así el mundo puede ser peligroso y no habíamos hecho más que descubrir que aun se escondían más peligros de los que sospechábamos. Y sabía, por desgracia, que el conocimiento no era suficiente para mantenerte a salvo.

 ¿Vamos pequeña?- vuelvo a preguntar a Darla con un brazo hacia delante para que me agarrara la mano. - El señor tiene prisa. - me referí al taxista y me mantuve delante de ella hasta que accediera a mi petición o se dirigiera hacia el interior del vehículo por su propio pie. Fuera como fuera yo también montaría tras ella. 

La miro y sonrio.-No pequeña no soy ningún pervertído, tranquila, sólo..Se como te sientes.- La miro con compasión sé lo que es estár perdído y sólo.- Todos serémos amigos, tranquila ¿vale? ¿Me dejas ver a tu muñeca? Mitzy es un nombre precioso.-Siempre se me han dado bien los niños, sentía mucha lástima cuándo me tocaba maquillárlos..Pero siempre les hablaba y les calmaba en la mesa.

Finalmente, derrotada la niña sube de mala gana al taxi mirando a Jonas.

- ¡Me voy al parque de atracczionez! - le dice convencida mientras pasa pisoteando a los ocupantes adultos del taxi, se sube por las rodillas y llega hasta la mujer, sentándose a su lado con una sonrisa, mientras le mira desde abajo y abraza la muñeca - Hola - le suelta a Nédara. Seguido de una amplia y forzada sonrisa  - Zoy muy buenita - añade como si quisiera venderse de alguna extraña manera.

Entonces, el pervertido va a tocar su muñeca y se vuelve berreandole y enseñando sus colmillos.

- ¡NO! Mizty no quiere ir contigo - lo que provoca que se achuche un poco mas a la mujer con cara de "defiéndeme"

Para mayor desagrado, la cría se ha sentado junto a mí, a pesar de mi expreso deseo de mantener las distancias. Ni su inocente rostro, ni su acento infantil, logran acallar mi instinto. Emito un leve gruñido de disgusto ante su intento de simpatizar conmigo y desvío la mirada hacia la ventanilla. 

Mientras observo la tenue luz de las farolas, escucho cómo Mathias intenta ser simpático con la niña ayudándose de la escalofriante muñeca. Alzo una ceja ante la reacción de Darla, dispuesta a acusar a todos los hombres de poseer deseos perversos. Veo una salida para que la muchachita no insista en entablar lazos conmigo.

_Cuidado, pequeña_ le susurro, mirándola con sadismo _. No todos los hombres son peligrosos, al igual que no todas las mujeres son madres amorosas...

Dudando si mi treta ha funcionado o no, suelto una carcajada y me giro de nuevo hacia la ventanilla. 

<<Tú en tu lado y yo en el mío, princesita...>> pienso mientras le echo una última mirada de reojo, cargada de recelo.

Krauser se sienta en la parte delantera, de copiloto, pero cuando los de atrás van entrando se dan cuenta de un pequeño problema. Son cuatro, la niña deberá ir sentada en las rodillas de alguien.

Cerráis la puerta cuando aún no os habéis terminado de colocar, pues la niña pende entre la escandinava y el extraño individuo con gafas.

El taxista se pone en marcha, mirando al abogado.

- Dijo al centro comercial Olympia, ¿no es así? - Luego dirige una mirada al retrovisor, observando el asiento de atrás. - Y si me hacen el favor de sentar a la niña...

Tardaríais unos 10 minutos en llegar. 10 minutos que se iban a hacer realmente largos.

- Eso es-

dijo Krauser contestando al taxista. Iban 6 en un vehículo para 5, se estaban saltando las normas de tráfico y, además, iban con una cría menor de edad. Una combinación perfecta para que les parara la policía.

Wilhem miró atrás, donde se apiñaban sus nuevos compañeros, la que más le preocupaba era la cría: no sabía con qué podía salirles en el momento más insospechado. Habría que andarse con cautela.

- Por favor, acomodad a la niña y ponedle un cinturón.-

les pidió el abogado a los adultos de la trasera.

Dios mío, solo espero que esta noche los polis de tráfico estén tomando café en algún bar de la ciudad. Como nos paren se puede armar una buena.

Subo el último en el taxi esperando no llamar la atención del conductor, por si me conoce. Aunque gracias al espectáculo de la niña no tendré que esforzarme mucho. Miro a mis compañeros esperando que cualquiera de ellos la sostenga y hablo con voz sosegada, aunque con cierto reproche. 

- Darla, estate tranquila. - 

Me había quedado petrificado un instante eterno cuando la niña muestra sus colmillos, pero al comprobar que el taxista no se había percatado de la longitud de aquellos dientes me relajo. Hubiera soltado un largo suspiro retenido por la tensión si siguiera respirando. Mi mirada hacia la niña transporta enojo y reprimenda, aquello podía costarnos caro a todos. Una segunda muerte o algo peor en lo que prefería no pensar... 

<<¿Por qué no meterla en el maletero?>> pienso divertida ante tal posibilidad, mas el tiempo corre y ninguno queremos esperar a que salga el sol. 

Nunca me han agradado demasiado los niños. Menos aún los caprichosos. No soy una mujer "maternal" precisamente, y no me apetece tener a "esa cría" sobre mi regazo. Sin embargo, la clandestinidad premia y, dado que soy la única mujer... bueno, puede resultar extraño para los mortales que recele de la mocosa. 

La miro fijamente, pues siento que me voy a arrepentir de lo que voy a hacer. La sujeto con firmeza y la siento sobre mi regazo. Me pongo el cinturón rodeándonos a ambas y le aparto el cabello de la oreja, no como gesto afectuoso, pues lo que quiero es hablarle sin que el taxista nos escuche. Acerco mis labios a su oído y susurro: _Sólo lo hago para que terminemos de una vez. Podrás sentarte conmigo, muñequita, pero ni se te ocurra llamarme mamá ni darme muestras de afecto. En cuanto bajemos del taxi, se acabó.

Dicho ésto, me recuesto en el asiento malhumorada y añado en voz alta: _Cuando queráis, señor taxista.

Me siento y observo la situación

Ahora resulta que según esta "niñita" soy un pervertido....Lo que debo escuchar....

Miro a mis compañeros de taxi analizándo la situación, sé que nunca conocería a personas así bueno...No mientras estuvíeran vivas o..Bueno como quiera que estémos ahora.Justo después miro por la ventana, siempre me han gustado las luces de Munich de noche aunque no siempre las puedo contemplar debído a mi trabajo, me quedo absorto en mis pensamientos.

Mamá tenía toda la razón, si no hubiera caído en el juego de esa mujer no estaría aqui ahora, ni estaría así, todos son algo diferentes pero ese arrogánte abogado es...Bueno es el típico abogado sabelotodo, esos que siempre vienen a los peritajes dicíendo nada más que una sarta de sandeces, esos que cuándo se abre un testamento en un entierro no saben que están en un camposanto no saben que deben respetar esa ceremonia y mucho menos que la persona a la que se le hace merece un respeto, sólo hablan de leyes y dinero...

Darla mira a la mujer y sonrie encantada mientras se sienta no al lado de ella sino sobre ella. Se acerca al oido y le susurra

- Por que no quierez zer zimpatica conmigo? Zoy muy buenita... - y aprieta contra si el juguete.

Al resto de hombres los mira y tampoco les presta mucha atencion. Ella ya tiene a Jonas, no necesita ningun papi....mas.

- Eztoy quieta, tu erez el que te muevez. Cuando noz vamoz? - musita aburrida.

Pero el taxi ya había arrancado. El grupo permaneció mayormente en silencio, salvo los comentarios de la pequeña Darla, que variaban del "Me aburro" a "Mira que chulo ese letrero". El resto aguantaba con más o menos tensión ante la mirada del taxista, que extrañado miraba de vez en cuando a sus pasajeros.

Por suerte, la gente de Alemania no era de meterse en asuntos ajenos, y tan solo abrió la boca para declarar que, por suerte, ya habíais llegado a vuestro destino. El taxista os comunica la tarifa y la pagáis al momento. Tras eso bajáis, quedando en la acerca contraria a uno de los mayores centros comerciales de Munich, y quizás de Baviera al completo, el Olympia. Sus alrededores bullen por la actividad de la noche. Éste es uno de los pocos sitios que se puede encontrar abierto hasta la medianoche y la gente lo aprovecha. Adultos cenando, jóvenes bailando o en el cine... Todo lleno de vida, de una vida que vosotros ya perdisteis... pero quizás ahora no es el momento de pensar en ello, tenéis una misión por delante.

Nada más detenerse el taxi y abrir la puerta, me deshago de la chiquilla, sosteniéndola por debajo de las axilas y depositándola con cuidado en la acera. Hecho ésto, me bajo también de vehículo.

Cojo aire y me doy asco a mí misma. Mis harapos huelen a perfume de inocencia disfrazada, algo que me repugna y que, sospecho, se debe al trayecto que Darla ha pasado sobre mi regazo.

_No soy simpática contigo porque... porque esto es un trabajo, no un parque infantil. Haremos lo que debamos y ya está, Darla...¡No me pongas ojitos!_ gruño aunque sin la agresividad de antes.

Le doy la espalda a la niña y me giro hacia Krauser, quien ha pagado el taxi. Mis ojos casi parecen suplicarle que me libere de la carga "maternal" a la que me veo empujada por esa... esa vástaga contra natura.

Bajo del taxi y enseguida echo mano de la cartera para rebuscar el importe de la carrera, con toda la intención de pagar, si no toda, mi parte.

- ¿Y ahora que toca? ¿entramos hasta dar con el... sujeto?- pregunto mientras saco el dinero para tendérselo al abogado. 

Bajo del coche y busco la cartera

-¿cuánto debo darte?- Digo en tono monosónico y aburrído, realmente me repatea este hombre.

Miro a Nédara y le sonrio con timidez

-Di disculpa no es por ser descortés..Quizás podría conseguírte algo para que puedas llevar bien cuándo tenemos que ir a esta serie de sitios..A mi no me importa el exterior pero así podrás "camuflarte" como buena cazadora que se nota que eres...

Espero que no lo tome a mal no lo digo para ofendérla, a mi me encanta su estilo alguna vez he maquillado a gente así sólo que no quiero que la traten como no deben los demás.

Cuando darla se baja, inmediatamente se vuelve a Nedara con la muñeca en los brazos y una super sonrisa en la cara.

Al soltarla ella como si fuera un imán, se vuelve y la coge del brazo con mucha fuerza, casi colgandose de la mujer, mientras da silbiditos, saltitos y toda clase de monerias propias de alguien de su edad.

- A donde vamoz ¿eh? ¿Y qué hazemoz ahora? - de repente mira algo - ¡Heladoz! ¿Me compraz un helado? - le dice a la mujer - Anda porfiiiiii

Krauser extendió un billete al taxista para pagarle por sus servicios y se bajó -aliviado- del vehículo. Esperaba que aquél hombre los olvidara al instante, no les convenía llamar la atención. Los demás hicieron ademán de pagarle, el abogado sonrió.

- Tranquilos, solo ha sido un viaje en taxi, yo me encargo.-

les dijo. Luego se encendió un pitillo mientras observaba el centro comercial. Una mole dedicada al nuevo Dios de Europa: el consumo. Ahí tenía que estar el objetivo, así que no debían de perder tiempo.

- Bueno, nuestro "hombre" tiene que estar por ahí. Sugiero que vayamos en grupo, aunque a cierta distancia, sin perdernos de vista. En cuanto le vea os lo señalaré.-

les comentó.