Partida Rol por web

Todo el mundo está de acuerdo en que el encuentro ha terminado y después de despediros del jefe apache salís de la tienda detrás de Clem. A fuera el Sol ya brilla con fuerza.

Los exploradores han estado vigilando a vuestro hombre desde que salió de Tombstone –dice con la mano puesta en forma de visera sobre los ojos-. Durante la pasada noche se adentró en las Colinas Blancas, que son cuatro colinas más secas que la tumba de mi abuelo. Los Apache no se acercan a ellas porqué debajo de ellas hay unas cavernas que consideran sagradas.

Hay un buen trecho de camino así que lo mejor será que partamos y si alguien quiere comer ya lo hará sobre el caballo.

Recuperáis todos vuestros caballos (el de Rumson está suficientemente bien para ser montado) y emprendéis la marcha. Mientras pasáis por entre las tiendas el joven ayudante de Dah-Keyah se despide con una sonrisa de oreja a oreja y finalmente abandonáis el escondite apache. A Clem le acompañan dos indios que parecen concentrados en sus asuntos.

Cabalgáis 3 horas en dirección este, hacia unas colinas rocosas que no tienen nada de especial, salvo que quizás sean un poco más altas y peladas.

Llegada la hora del mediodía Clem decide que ya habéis llegado a sitio. Los indios se quedan unos metros atrás, con evidentes ganas de marcharse de este páramo solitario.

Caballeros hasta aquí puedo guiaros, a partir de aquí desconozco lo que hay y como se entra en las cavernas. Esos mineros se metieron en buen lío al venir a excavar aquí, pero creo que esto ya lo han descubierto. La verdad es que mi cabeza hueca no entiende muy bien lo que está sucediendo, pero tampoco quiero entenderlo. Mis huesos me duelen demasiado como para preocuparme por los demás, y solo quiero vivir y beber en paz hasta el último día.

No sé si nos volveremos a ver, así que señores y Coronel –saluda con gesto militar-, que tengan mucha suerte.

Desorientado salgo de la tienda, con la imagen de la visión aún en mi cabeza. Nos traen nuestras monturas y partimos.

A medida que nos alejamos cada vez comienzo a estar mejor, yo soy Coulon, yo soy Coulon

Tres horas después llegamos a nuestro destino, Clem se despide de nosotros. Le saludo al estilo militar antes de extenderle la mano para estrecharle la suya.

-Ha sido un placer soldado, espero volver a verle y que podamos hablar de la guerra y brindar por nuestros camaradas caídos

          Despué de despedirse del jefe indio y el muchacho a su lado trata de agradecerles su ayuda, prepara la marcha y come en el camino una parte de lo que les ofrecieron sin caer en excesos para racionar agua y comida, también trata de ubicar su ubicación y la del destino que les espera y cuando Clem se detiene para despedirles, el predicador lo hace sin desmontar:

          " Rezaré por su alma señor Clem, le agradezco muchísimo su ayuda y le recomendaría nos visitara al termino de esta aventura a Tombstone para escuchar un poco de la palabra del señor, para que no termine convertido por estos indios; dios cuide de su alma y las nuestras! "    

         El predicador Dewey hizo la señal de la cruz y rezó un momento antes de estirar su mano para despedirse de Clem y el par de indios que le acompañaban

No sé si agradecer vuestra ayuda o no. Lo que tengo claro es que nos habéis marcado una senda a seguir. Nos veremos más allá del largo valle.

Willis aun continúa pálido por las visiones vividas tras aspirar el humo de la pipa. Han pasado horas, pero parece que han abierto una herida que jamás logrará cerrar.

Por alguna razón, Ben se siente como un cordero al que han conducido amablemente a las puertas del matadero, y ahora le ofrecen entrar por su propio pie. Es una sensación que no puede quitarse del espinazo, pero que no comprende, al fin y al cabo han venido para hacer justicia... Aun así... No puede quitarse de la cabeza la visión en la tienda del Piel Roja, y una tenaza se cierra alrededor de su estómago, firme y helada como el terror mismo.

Da unas palmaditas a Lewis en el cuello para recompensarlo. Se alegra mucho de que su mejor amigo esté recuperado y pueda cabalgar las llanuras de nuevo.

—Gracias por todo —Dice, de forma escueta aunque sincera, dirigiéndose tanto a Clem como a los Pieles Rojas.

Clem y los demás emprenden el trayecto de vuelta, hasta que sus siluetas desaparecen en el horizonte.

Estáis solos en un lugar deshabitado, difícil de situar en el mapa de Arizona. El viento cálido empuja un par de matojos rodando unos metros.

“El conejo está en la madriguera, solo hay que entrar a cazarlo” ha dicho el viejo soldado hace un rato.

-Bueno, ¿y ahora qué?, ¿estamos cerca de nuestro destino?. Tal vez Duvall se encuentre por aquí y por eso nos han dejado en este lugar.....todo esto es muy raro, ¿qué pensáis?

Mientras espero la respuesta de mis compañeros oteo el horizonte y busco cualquier señal que nos permita situarnos o que me parezca llamativa, así cualquier lugar lugar que nos permita poder refugiarse.

        Montando el predicado Allan Dewey cerca de ex-militar Bruce Coulon y los demás le escucha cuando preguanta acerca de lo que piensan, entonces le responde antes de comenzar a rezar y buscar algún rastro reciente, ya sea Duvall o los Pinkerton:

       " Mire señor Coulon, el origen de la monstruosidad hecha sobre la pequeña de Tombstone tiene la apariencia de algún ser demoniaco mas que de uno de nustros vecinos, así que aunque no me gusta la idea de enfrentarlo, creo que debemos hacerlo para que sus estragos no se sigan repitiendo con los otros pequeños del pueblo, no se si el señor Duvall este cerca de  donde estamos, pero creo que debemos tratar de identificar rastros de vida humana y muy probablemente demos con él "   

Ha llegado el momento de la verdad. Este momento es similar a sus tiempos de Sheriff, cuando organizaba redadas contra los cuatreros que se ocultaban en gargantas y valles, compartiendo el botín sin ni siquiera saber lo que se les venía encima. Ahora, sin embargo, es diferente. Ya ni siquiera tiene claro lo que es la justicia. No tiene claro a qué se van a enfrentar. Tampoco tiene claro que las balas sean capaz de matar todo lo que se encuentren.

 —Primero habrá que reconocer todas las salidas y entradas. NO queremos ser sorprendidos ni que se nos escapen. Deberíamos tomar precauciones, pero no dividirnos, somos pocos hombres para ello. ¿Tenemos luz para interiores?

-Yo tengo un candil con aceite, aunque si podemos improvisar algo más mejor.

Me incorporo encima de mi montura mientras oteo el horizonte hacia todos lados

-Creo que, si no me equivoco, si vamos hacia el sur, en un par de horas llegaremos a la Piedra del Indio. Desde allí, a un día de camino, llegaríamos al puesto de Rick.

Escupo al suelo

-Si os parece, comencemos a buscar a Duvall y acabemos esto cuanto antes, tenga o no un demonio en su interior. Me da igual, pero tengo ganas de volver a casa. Por si acaso tener ese cuchillo a mano, ya con lo que he visto en esta aventura no descarto nada.

Escupo de nuevo al suelo mientras compruebo y dejo listas mis armas.

—Creo... que yo no tengo nada para improvisar una luz —Dice Ben, revisando las alforjas de Lewis —A no ser que alguno de vosotros sepáis construir antorchas de la nada, nos tendremos que apañar con el candil y esta tea de Fox.

Después de rezar unos pocos segundos consigues una gran paz contigo mismo. Vuestro encuentro con el Hombre de las Medicinas apache le han dado a esta misión de “búsqueda y captura” un halo espiritual y religioso. Si en verdad quieres redimir todos los pecados que hiciste en el pasado, ahora tienes una gran ocasión para hacerte perdonar ante Dios.

Pronto encuentras un rastro. Dirías que de un caballo extremadamente débil. Lo vas siguiendo colina arriba y de pronto te lo encuentras echado en el suelo, o al menos lo que queda de él.

Ha sido brutalmente desmembrado. Hay partes del caballo por aquí y por allá y cuando te fijas mejor te das cuenta de que le faltan trozos grandes de carne, como si hubiera sido devorado por un guepardo o algo parecido.

Willis mira a su alrededor. Tiene los ojos abiertos y la tez blanquecina como la cal.

En la tienda de campaña, con la pipa del indio tuve una visión de mi padre muriendo en medio de la noche a manos de un ser extraño. Largos tentáculos se extendían por la noche destruyendo todo a su paso.

El rostro desencajado de Willis indicaba que su cerebro no estaba del todo sano.

Si alguno de vosotros ve esa monstruosidad. No permitáis que la vea. Prefiero que me peguéis un tiro antes de imaginar que aquello pudiera ser real.

-Tranquilo hijo, tuve una visión similar, y aún me replanteo muchas cosas..-dice levantando su mano y observándola- De todas formas me temo que no fue un sueño. Coincide con las huellas que encontramos y eso es lo que me da más miedo. Pero lo averiguaremos en cuanto encontremos a Duvall. Sugiero que lo busquemos ya.

Después de un rato de alejarse del resto el predicador regresó montando un tanto asustado para decirles:

" Encuentré un rastro de un caballo extremadamente débil, lo seguí colina arriba y de pronto le encuentré echado en el suelo, o al menos lo que quedaba de él. Había sido brutalmente desmembrado. Hay partes del caballo por aquí y por allá y cuando me fijé mejor me dí cuenta que le faltan trozos grandes de carne, como si hubiera sido devorado por un guepardo o algo parecido "

El incidente del caballo ya destroza las pocas esperanzas que tiene Ben de que la incursión se parezca remotamente a una de sus antiguas redadas. Aquí no valen las tácticas de emboscada ni de fuego de supresión. Aún no sabe qué diablos van a encontrar allí, pero está seguro de que no serán simples pumas.

—Yo me abstendré de ver al animal, gracias, al menos si queréis que siga en el grupo.

Dicho esto, con parsimonia, prepara un poco del tabaco que le dieron los Indios, envolviéndolo lentamente, y dándole una honda calada con los ojos cerrados, para exhalar el aire por la nariz unos segundos después. No hay prisa ninguna, pues es probable que ese cigarrillo sea el último.

—Si tan decididos estáis a continuar, yo entraría ya. En cuanto me acabe el cigarro, de hecho.

Después de escuchar al ex hombre de la ley el predicador respiró hondo, le sonrió y le contestó:

" La vida nos llevó por caminos muy distintos Ben, pero hoy posiblemente termine para nosotros con una causa en común, así que compartamos ese tabaco que será mi última fumada, ya sea que muera o no "

Entonces el predicador preparo y reviso tener tosdas las balas de su pistola, la mantuvo en su mano izquierda, mientras que la derecha espero a que Ben Rumson le ofreciera un poco de tabaco antes de entregarle el que a él le restaba para que hiciera con eso lo que quisiera antes de entrar con el resto en las cuevas, si era posible montado, y si no a pie

Bruce escupió al suelo

-Mal asunto, pero bueno, predicador, ¿encontró alguna huella para seguir su rastro?. ¿Nos dirigimos hacia la zona dónde está el desafortunado caballo o seguimos buscando? No me importa ver lo que queda del desdichado animal, pero tal vez sea necesario para encontrar a Duvall.

Volvió a revisar sus armas. Tenía a mano su rifle y su revólver. En la alforja y lista para usar estaba su escopeta.

-Por Dios, no pierda ese cuchillo, creo que lo tendremos que usar. Aunque la verdad, no sé como. Si al final los indios tienen razón y estamos ante un diablo, propongo concentrar todo el fuego que podamos en él, desde varios puntos, mientras uno de nosotros va detrás e intenta clavarle ese condenado cuchillo.