Partida Rol por web

- No tenía ni idea.- 

Arrojo la PDA sobre la cama de manera descuidada. O la organización me atribuye una profesionalidad de la que carezco o conoce mi ignorancia ante las noticias que me son enviadas y no considera necesario tomar ninguna medida. Seguro que cuando las ordenes tengan que llegar a mis oídos sabrán como hacerlas llegar. Me temo que con la PDA solo podré anticiparme para no tener que abandonar mi identidad de cobertura con lo puesto. 

- Esperaba que tuviera acceso a alguna base de datos o algo así... ¿Tu para que la usas? - 

Me iba a venir bien ese compañero friki con conocimientos tecnológicos, porque yo en ese mundo estaba bastante perdido. Mi mente vuela un instante para imaginarme los utensilios de trabajo de los agentes especiales de las películas y la posibilidad de que el miembro de mi equipo pudiera suministrarme artilugios de ese calibre. Sonrío como un niño inmerso en mis fantasías.

- ¿Cómo? ¿Tanto te cautivó mi gusto para la ropa que quieres volver a llevarme de compras? - Ambos sabíamos que la última vez mi opinión había servido de poco en cada decisión, y esta nueva oportunidad no cambiaría las cosas. Aun así también sabíamos que me vería forzado a ir si ella así lo quería, y no veía de más pasar tiempo con ella. Más ahora que acabábamos de volver a vernos después de tanto tiempo y tantas ganas acumuladas. 

Breo, ¿no sabes manejar una PDA? vamos, anda,... le sonrio y me siento en la cama, al lado de donde cayó la PDA. Cruzo las piernas y le miro con curiosidad. Ha pasado quizás demasiado tiempo desde que coincidimos en aquella vivienda parisina antes de acudir a la gélida y nevada Escocia.

Sigue bromeando, sigue haciéndose el duro. Pero parece mas maduro, mas curtido, y tan seguro de si mismo como siempre.
Espero que te divirtieras ahi fuera. Te eche de menos. ¿puedo? mis manos ya tenian la pda en las manos

Fingi mirar la pantalla pero le observaba de reojo.
Llevarte de compras... si lo necesitas bromeé Y un nuevo asesor de imagen... por cierto, me encantó el detalle de la púa, no podía creerlo cuando lo recogi en la oficina de correos de Tel Aviv

Alzo los hombros con indiferencia. No me preocupaba demasiado no saber controlar aquella consola, aunque podría empezar a importarme si descubriera alguna utilidad interesante. De momento no me había hecho falta ningún dispositivo parecido en ninguna misión y ahora, de ser necesario, podría ocuparse mi nuevo compañero de esos pormenores. Quizás supiera hackear informes del FBI, ponernos todos los semáforos en verde o puede que usara sus dones para robar fotos guarras en móviles ajenos. De todas formas yo prefería el tipo de compañero que inventaba bolígrafos láser y botones explosivos. 

Asiento distraído ante su pregunta, sin percatarme de que ya se había hecho con el poder de la PDA, y sigo fumando con tranquilidad, mirándola con descaro. Ella quería trazar planes para mañana, quizás para dentro de una semana o para fechas más distantes. Yo me contentaba con aquel momento.

- A veces soy todo un romántico. - Tiro de las sabanas, ocultando mi desnudez de manera parcial y pretendiendo recrear una túnica con capucha sobre mi cuerpo. - Entonces... ¿esto ya no se lleva? - bromeo y me río.

Retiro las ropas de cama a un lado con un par de aspavientos, quedando de nuevo al descubierto, y estiro el brazo para poner mi mano sobre la rodilla de Sharon.

- Necesitaba saber de ti, confirmar que estabas bien. - dije mas serio. - Yo también te he echado de menos. - 

¡Qué fuerte!, ¡Breo Muller desnudo a pocos centímetros de mi y metiéndome mano! El toque de los dedos de Breo sobre mi rodilla fue electrizante. Pensé que había cambiado desde que coincidimos en Escocia y que no se habría fijado en mi ni de coña nuevamente, y que me llamaba por cortesía o algo así. Yo misma pensé que me había enfriado desde aquel primer encuentro y aunque pensé mucho en él, sabia que si me ilusionaba con él me iba a pegar el hostión padre. Pero cuando sus dedos llegaron a mi rodilla vi que la atracción no había cambiado ni un ápice.

Casi desee haberme puesto unos pantalones o unas medias mas gruesas porque el tacto de las yemas de sus dedos sobre mi piel era insoportablemente excitante. Me sentía casi desnuda pero el estaba aun con menos ropa que yo. Alcé ligeramente la vista de la PDA y solo ver su atletico torso desnudo me cortó la respiración

Respiro profundamente, y quizás sonó como un suspiro algo entrecortado y temí que me viera demasiado inocente y pardilla. Aunque había muerto hace tiempo aún estaría cansado de tanta groupie histérica y demente acosándole tras cada concierto y yo no debía dar esa imagen aunque algo en mi deseaba comenzar a chillar como una loca de emoción.

Quieto, porfa, que igual tienes algún mensaje urgente aqui dentro y en 10 minutos te tienes que ir a alguna peligrosa misión a ... no se... Bolivia o Indonesia... O a Israel... vente conmigo a Beer Sheva... a la playa
que esto es lo primero; y si... busca algo de ropa que no esté de moda en la Roma de hace 2000 años pero no la encuentres

Y me concentré en la pantalla, intentando que no bloqueara mi mente. Maldito Breo... ¿por qué me haces esto? ¡estamos trabajando!

El porro no tira y enseguida me giro en busca del mechero, que para mi sorpresa no se encuentra sobre la mesita. Mi mente cada vez mas aletargada, mis sentidos embotados y mi nueva distracción me impiden captar el suspiro, quizás para su suerte. Escaneo el suelo con la mirada hasta dar con el encendedor y, tras regalar un breve apretón en la rodilla de Sharon, me levanto con escasa soltura, mis movimientos no tardarían en delatar lo mismo que mis pupilas.

- No hay nada. - comento antes de agacharme a por el mechero y me giro hacia ella una vez erguido, para seguir hablando mientras me daba fuego. - Tengo todo el día para ti. - Le guiño un ojo con la cara pícara y desvergonzada que sin ser consciente había entrenado durante años y me vuelvo, encaminándome hacia fuera de la habitación sin siquiera un amago por buscar algo con que taparme. - Aunque ahora soy yo quien necesita algo reconstituyente. - 

Me dirijo hacia el salón donde habíamos dejado el desayuno con intención de atacarlo desde todos los flancos. La necesidad de llevarme algo a la boca se me antojaba cada vez más urgente. 

No puedo evitar seguir a Breo con la mirada y emito un amago de sonrisa. Sus vacaciones las celebra con marihuana matutina para abrir el apetito.... imagino que es el lado oscuro de todas las estrellas del rock acostumbradas a hacer lo que las viene en gana sin que nadie se atreva a contradecirles por miedo a que cancelen su gira multitudinaria....

¿me traes café, porfa? digo mientras busco acomodo en algún hueco que me deje ese batiburrillo de sabana, edredón, almohada, cojines y colcha que hasta hace poco servía de lecho para Breo.

Y miro con calma la PDA. Igual nos enviaban juntos de misión a algún sitio interesante. Sería muy divertido volver a coincidir con Breo, aunque un poco de remusguillo se apropió de mi corazón cuando rememoré la semana que pasamos en Escocia y recordé a Le Carp, a Apolo, y a Fat Boy. ¿Y si se muere? no me gustaría verle morir. Me gustaba ese sinverguenza.

Con una tortita a medio devorar, y abasteciendome de otra, me dirigí a la cocina para preparar el café de Sharon. Aun quedaba suficiente en la cafetera. Lo calenté, serví dos tazas e inicie mi vuelta a la habitación. No sin antes hacer una nueva parada técnica en la mesa del salón para agenciarme dos nuevas tortitas, que coloque encerrando el oscuro liquido humeante, y un canuto intacto, que descubrí con alegría al pie del sofá y fue a parar a mi oreja. 

- Desayuno de campeones. - comente, sin sospechar que ya debía ser la hora de comer, y le acerque una de las tazas con tortita incluida. Deje la mía sobre la cómoda y me sentí extraño, no recordaba la última vez que había llevado el desayuno a una mujer a la cama. Quizás no lo hubiera hecho nunca. Mire a Lilith a los ojos, ella lo merecía. Sonreí con sincera felicidad y me estire para apoderarme de una de mis guitarras. Afine el instrumento, pausando para morder o tragar parte del almuerzo, y deje que mis manos resbalaran por las cuerdas arrancando una animada melodía sacada de una de mis canciones. 

- ¿No quieres tocar algo? - la tente a probar otra de mis guitarras sin saber si accedería, la última vez se había sentido algo intimidada. - Me encantaría escucharte. - añadí, reduciendo la fuerza en mis dedos para mantener un volumen suave que no obligara a subir la voz. 

La mañana había dado paso a al medio día, pero vuestros cuerpos que ya habían disfrutado de un sexo increíble estaban tan pletóricos, que los restos del desayuno que preparará la agente hacia unas horas seguían satisfaciendo vuestras necesidades.

La cama era el centro de un micro cosmos que solo podíais sentir y vivir vosotros. Sharon vestida con una camisa de Breo, y Breo buscando en cada gesto volver a empezar a devorar el cuerpo de la mujer, como había pasado antes en el salón y había acabado en el dormitorio.

La complicidad entre vosotros era tal, que muchas veces las miradas y los gestos os servían para comunicaros.

Hoy era el primer día de vuestra vida juntos, al menos mientras la tapadera de Sharon necesitara de que ella estuviera casada con un productor y rock manager de grupos de música alternativa, mientras investigaba a gente un turbia en el conservatorio de música y una radio local.

Vincent y Emily Castell, casado hace ya algunos años, y viviendo sus sueños en un pequeño apartamento del zona metropolitana de Paris. 

¿Bromeas? si apenas se tocar comenté mientras daba unos sencillos acordes antes de devolver la guitarra a Breo.
Tu eres mucho mejor... le devolví la guitarra mientras le miraba con curiosidad.
Nuestra tapadera nos obligaba a fingir que estábamos casados...

¿casada con un hombre como Breo? ¿se cansaría de mí? ¿maduró para querer algo en la vida que no fuera fumar marihuana, dejar a Rusia sin reservas de vodka y hacer lo que le viniera en gana? me moría por saber algo mas de Breo Muller. No el de la portada de la Rolling Stone. El de verdad, el de antes de que fuera una estrella consentida. Sonreí para mis adentros. Estaba viviendo una obra teatral. Me encantaba meterme en el personaje. Emily Castell. Vincent Castell. Ni idea de cuanto duraría este acto pero era divertido, y no solo para él, sino también para mi y había que aprovecharlo.

Busqué mi ropa con la mirada. La falda caida en algún rincón, la camisa con los botones destrozados, las medias hechas un ovillo a los pies de la cama, mi ropa interior en algún lugar entre las sábanas y solo un zapato a la vista y el otro presumiblemente debajo de la cama... mas o menos podría recomponer todo e ir mas o mebnos decentemente vestida

Breo... ¿has ido aguna vez a cenar a algún Bateau de esos que surcan el Sena? Ni contestes... Porque llevamos aquí todo el dia y estoy muerta de hambre... ¿no te apetece cenar algo en un sitio original?

Miré por la ventana. En París conocí a Breo, aquí se me encomendó mi primera y su nosecuantosava misión así que era algo especial, al menos para mí; pero no sabía nada de esta ciudad. Estas cuatro paredes me bastaban, pero había un mundo ahí fuera.

Vístete dije sin haber esperado a que respondiera. Pero luego volvemos...
Creo que también hoy tenemos la noche libre

Alzo los hombros cuando se muestra reticente a tocar.

- Sigo queriendo escucharte... - replico sonriente mientras niego suavemente con la cabeza. Volvería a insistir y era muy posible que lo sospechara. 

Rasgo todas las cuerdas para caer bajo el influjo de mi propia música. Luchaba por encontrar la melodía que expresara como me sentía en aquel instante. Exigía el ritmo acelerado de mis latidos al sentirme próximo a Sharon, la intensidad acorde a aquella mañana agotadora, tonos animados que transmitiesen la alegría que apenas podía expresar en mi rostro y cambios inesperados en busca de la sorpresa, mi deseo por innovar cada día a su lado. 

Mis dedos recorren el mástil con destreza, pero la imagen que aspiro a plasmar no es fácil de capturar y no consigo nada que me satisfaga. Por suerte la voz de Lilith calma mi frustración. Dejo la guitarra a un lado de la cama y miro sus ojos mientras me comunica sus planes. 

- Vale. - muestro mi conformidad a la vez que me levanto, pero antes de alejarme estiro una mano para sostener su barbilla. - Mejor me doy otra ducha. - y no me dirijo hacia el baño hasta robarle un beso rápido, apartando después mis dedos con una suave caricia. - No tardo. - 

A medio camino, rodeando la cama, amplio mi sonrisa.

- O mejor ven conmigo. - le ofrezco mi mano para tirar de ella si se deja. - Por ahorrar agua. - bromeo y recorro su cuerpo con la mirada. No podría cansarme de ella. 

Doy cuatro acordes a la Gretsch sin conseguir presionar con la fuerza suficiente para conseguir un buen sonido. aunque me doy cuenta rápidamente que es un excelente instrumento. Suspiro resignada y le muestro mis manos
uñas largas, cielo. Ni piano ni mano izquierda de guitarraidiota, me hice la manicura por ti....¡¡¡y ni te has fijado!!!!

Dejo la guitarra en su soporte y me acomodo a escuchar la interpretación de Breo. Mi formación musical era mas clásica pero me gustaba su capacidad de improvisación.

Cuando me quiero dar cuenta su voz me saca de mis ensoñaciones y me lleva hacia la ducha...
dudo mucho que ahorremos agua... creo que no será una ducha rápida...

¡Duchandome con Breo Muller y no poder contar nada a las compis de la uni!
además... aun quedan sales de baño... ¿y si mejor vas llenando la bañera?

La arrastro hasta el baño riendo. No, no espero una ducha rápida. 

Ante su petición enciendo el grifo y me agacho para colocar el tapón en el desagüe. Me parece un buen plan, aunque no se a que sales se refiere y dudo que yo tenga nada similar. Pienso, sin darle mucha importancia, que las habrá traído con su mudanza y me doy la vuelta, aproximándome poco a poco a ella.

- ¿Y mientras se llena? - pregunto con mirada traviesa. 

Incorregible e insaciable este Breo.
mientras se llena esparce esto o coloca velas en los bordes de la bañera...
¿tengo que explicarte todo? le respondo tendiendole el paquetito con sales aromáticas.

carpe diem... quien sabe si mañana estaremos muertos...

La agarro de la cintura.

- ¿También tenemos velas? - exagero un gesto de sorpresa y luego sonrío ampliamente. 

Cojo el paquete de sales de su mano y me acerco a la bañera, arrastrándola conmigo, para dejar caer su contenido. Sigo su movimiento descendente con la mirada hasta que chocan con el agua. Rodeo a Sharon para quedar a su espalda, en contacto con ella, y apoyo mi barbilla en su hombro mientras mis brazos la abrazan.

- Voy a por las velas. Espero que todo quede al gusto de mi señora esposa. - comento con cierto retintín. - Aunque si quiere algo más, no dude en pedirlo. - añado con un forzado tono servicial.

Planto un beso en su cuello y la suelto para salir del baño. Aparecería poco después con un puñado de velas en mi diestra, un mechero en mi zurda y el peta de mi oreja incandescente en mi boca.

¿Algo mas? que paciencia tiene este hombre.... a ver sonrio al verle llegar con todas las velas. No para de fumar marihuana... espero que no se me quede dormido antes de salir de casa; o igual le da por cenar tres o cuatro veces. ¿serán caros los menus de los bateaus?
mmmmm... ¡Si! sonrío y le quito el cigarro de la boca. Me siento tentada a darle una calada pero temo comenzar a toser estúpidamente y quedar en ridiculo.
Una botella fresca de Moet Chandon; no hacen falta copas... y a ti si no es mucho pedir

Enarco la ceja, tanto por quedarme sin mi droga como por su nueva petición. ¿Estaba jugando conmigo? ¿Cuánto debía consentir? Siempre me había visto en la otra situación, donde ya estaría sumergido en la bañera mientras alguna grupie hacía lo impensable por mantenerme contento. ¿Hasta donde aguantaba yo? No quería ni pensaba que aquella relación fuera comparable a las de entonces, pero no era ajeno a la ironía. 

- Se te va a salir el agua. - la alerto, mintiendo. Un pequeño desquite por las vueltas que me estaba haciendo dar. - Espero que valga la pena. - comento, alzando las cejas, antes de pasarle un par de velas y dejar el resto sobre la repisa del lavabo junto con el mechero. - Cuida eso - refiriéndome al cigarro.- y prepara la iluminación. Voy a por esa botella y a por ese último encargo, que por esta vez no va a ser mucho pedir. - Sonrío de lado antes de perderme de nuevo tras el marco de la puerta en busca del champagne. 

Cuando vuelvo a hacer aparición muerdo el corcho, que había dejado medio abierto, tiro de él y lo escupo hacia un lado.

- Que empiece la fiesta. -

La frase salio de mi de forma automática, reviviendo un pasado que sentía muy lejano, como si perteneciera ya a otra persona. Aquel Breo Muller se tiraría media botella por encima para que sus alocadas fans pudieran saborearlo de manera lasciva de su cuerpo. Ahora no me parecía apropiado (al menos de momento). Me sentía mas sensato, más maduro, pero... ¿lo era? ¿conseguiría que ella aguantara conmigo? ¿me comportaba de manera adecuada, como ella esperaba? ¿que era lo que esperaba? Podía resolver gran parte de mis dudas gracias a mi poder, pero me lo había prohibido. Sería como traicionarla, como mangonearla... Y de alguna forma idealizaba nuestro futuro como un romance de película, tal como mi mente dibujaba el camino que recorrería como superhéroe, aunque fuera en las sombras. 

¿Que esperaria Breo de mi? ¿se cansaría pronto?
Yo no dejaba de ser una niña de 19 años a sus ojos; ¿cuántos tenia él? ¿38? ¿me vería inmadura? nah, estaría acostumbrado a encontrarse con un montón de groupies...
¿y qué pensarían en la organización de los lejos que estábamos llevando nuestra mascarada? ¿es esto prudente para los intereses de la organización? ¿es bueno crear vínculos afectivos entre compañeros de misión?
Que diablos.... al cuerno la organización. Breo era un tipo sensible. Un hombre de carne y hueso. Nada que ver con la imagen endiosada y caprichosa que aparecía en las revistas de rock. Muchos envidiarían su vida llena de hoteles de lujo, limusinas, conciertos multitudinarios, banquetes y borracheras con Dom Perignon y vodka de importación.Todo se acabó para él. Era solo un hombre. Todavía algo rebelde, con un deje de su vida pasada. Pero solo un hombre. Que amaba, reia, dormia, como cualquier otro. Con sus debilidades y con sus sentimientos. Y yo no quería un semidios. Yo quería solo un hombre. Y este me gustaba.

Fue el baño mas largo y placentero de mi vida. De hecho nunca me habia bañado nunca con ningún hombre, y menos con champagne, sexo, velas y ... sentimientos. Le gustaba. Me gustaba. Por la entrega que demostraba no creía que estuviera jugando conmigo.

Breo... en esta vida que nos ha tocado podemos morir mañana en manos de un chiflado con superpoderes. dije entre trago y trago de champagne. Sentir mi espalda desnuda contra su pecho desnudo mientras su brazo me rodeaba el torso rodeados y empapados por el mismo agua que ya estaba quedándose tibia me estaba matando de felicidad.

¿Es prudente encariñarnos? mañana uno de los dos podría dejar de respirar...

Con Sharon entre mis brazos concluí que tanto preparativo había merecido la pena y cerré los ojos complacido mientras mi mente se esparcía sin pensar en nada concreto. No lo necesitaba. Todo me parecía estar en el lugar apropiado y, como pocas veces en mi vida, no deseaba ningún cambio. 

Su voz atravesó el vacío que ocupaba mi cabeza, reactivandola. Ella si tenía preocupaciones. Y eran razonables. Yo las había relegado a la irrelevancia. La muerte de Apollo, el efecto devastador que el frío había tenido sobre mi, la puñalada en mi última misión... No quería ser consciente del riesgo y me había obligado a olvidar las posibles consecuencias. Aquella necesidad apremiante me había forzado a acudir a las drogas tras volver de los Alpes, donde había sentido mi supervivencia muy comprometida, y estas habían respondido a mis expectativas contribuyendo a mis esfuerzos. Ahora me negaba, desde la profundidad de mi ser, a otorgarle la importancia debida. 

- Todos pueden morir a manos de un chiflado con superpoderes. Nosotros solo conocemos el peligro y estamos algo más expuestos... -hablaba con voz tranquila aunque no sabía bien como enfocar el asunto para conseguir que el temor se esfumara de sus pensamientos. - Y creo que ya es un poco tarde para preguntarnos si es prudente ¿no? - intentaba suavizar la gravedad de la muerte con un poco de humor.- No debemos permitir que el miedo nos impida disfrutar. Las desgracias pueden estar en cualquier esquina. - sonaba convencido. ¿Cuántas veces me habría repetido unas palabras similares para conseguir autoengañarme con tanta contundencia? ¿había otra forma de sobrellevarlo?...

No, Breo. Jugamos mas números que nadie en esta macabra lotería.

Solo podemos huir a donde nadie nos conozca, donde nadie pueda encontrarnos, a una isla perdida en el Sudeste Asiático y vivir de las rentas y de nuestros dones. Son un regalo divino.

El champagne me hacía mella en mi cerebro. Ni podía creerme que estuviera diciendo estas palabras en voz alta. Nos habiamos acostado un puñado de veces y ya le estaba pidiendo que huyera a mi lado a un lugar inhóspito. Me arrepentí inmediatamente.

No huyas, ¿eh? solo es una locura que se me pasó por la cabeza. no tienes por que hacer nada que no quieras. Tampoco te estoy pidiendo nada...

Sharon idiota, callate... cada estúpida palabra que dices le alejas de ti... aun ni se como no ha salido corriendo.

No me malinterpretes... es solo que...no quiero que....

Que te calles....

Dejame probar eso que fumas

argh!!!