Partida Rol por web

Orbis 1: Adalas

05 Más allá del Bosque

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13/08/2020, 19:01
Narrador

De vuelta en Adalas, os adentráis por el Camino Arabar, cruzando el Puente hacia la Plaza. Los que os ven dejan de inmediato lo que están haciendo para indiscretamente miraros boquiabiertos. ¡Forasteros! -oís a Pifier gritar a lo lejos. Vuestra llegada es realmente un gran acontecimiento, pues hasta el Gobernador observa vuestra llegada desde el balcón de la Torre.

Muelatuerta y "el Clavao", como todos conocéis al carpintero, iban cruzando la Plaza cargando con un pesado tronco sobre sus hombros, cuando os ven. Inmediatamente se detienen, al igual que todos los demás adalasinos. Sus sorprendidos ojos se abren como platos y dejan caer el tronco hasta apoyarlo en el suelo.

Sois el centro de atención de todo Adalas, aunque nadie sale a vuestro encuentro ni nadie os habla. Es tal el silencio, que podéis oír el gorgotear del arroyo Alegrín a lo lejos.

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13/08/2020, 20:26
Director

Notas de juego

Berod, he escrito un post para ti en la escena anterior. Escribo esto aquí para asegurarme de que lo lees.

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14/08/2020, 15:20
Rupert

Llegamos al pueblo. El camino del bosque era cada vez más sencillo, y me sentía muy cómodo atravesandolo. Además, sentir que venían mis dos amigos me parecía una alegría ante la pena de que nadie nos reconociera. Y de pronto, ocurrió. Se quedaron mirandonos como tontos, como quien no se puede creer lo que ve. Éramos forasteros, de los que se hablaba, pero de los que no se sabía nada. Apreté en mi bolsillo el idolillo de Drake, y hablé:

-​​​​​​-Hola, habitantes de este hermoso pueblo. Somos tres compañeros, que viajamos por el exterior, y de pronto, hace unos días, nos sorprendió un tornado, y perdimos alguna de nuestras cosas. Nos dirigimos al bosque, y vimos una cabaña derruida. Buscamos alguien que pudiera estar enterrado, pero no vimos a nadie, aunque yo encontré esto. -Digo mostrando lo que había encontrado en los bolsillos de Drake.- Nos gustaría charlar y contar alguna historia, comer y luego seguir nuestro camino, sin molestar a este hermoso pueblo. 

Busqué, con algo de ilusión, la cara de la hija de los Hebez, su inconfundible sonrisa. Quizás ella tuviera algún tipo de simpatía todavía por mi. Ojalá. De todos modos, había puesto todo mi empeño en hablar con la gente para ver si nos pudiera ser sencillo coger la arqueta de Berod, o su recuerdo del templo...

- Tiradas (1)
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14/08/2020, 19:10
Berod

- Dioses... - Musito entre dientes cuando llegamos a la aldea y somos recibidos en absoluto silencio por nuestros vecinos... Nunca había sido el centro de ninguna atención... es más, cuando un grupo de adalasinos había prestado una atención particular hacia mí, había sido generalmente porque había tropezado con ellos, o porque había tirado sin querer algo al suelo. Ser el centro de sus miradas junto con Rupert y Trea me produce una inquietud que me cuesta describir... Busco con la mirada entre los vecinos, por si veo a los tíos Lanos y Molga o a mis primos, intentando no mirar a nadie a los ojos directamente...

Afortunadamente, Rupert rompe el silencio cuando empezaba a hacerse realmente incómodo... Su desparpajo y su espontaneidad parecen hacer que la expresión de los adalasinos cambie un poco, de la incredulidad y la sorpresa a la curiosidad.

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14/08/2020, 19:22
Berod
Sólo para el director

Notas de juego

Berod, he escrito un post para ti en la escena anterior. Escribo esto aquí para asegurarme de que lo lees.

Muchas gracias, Máster :) Estaba escribiendo ese post y al enviarlo vi que habías cerrado el capítulo, y como estaba desde el móvil era súper ortopédico cortar y pegar, jaja...

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15/08/2020, 00:28
Trea

Estoy expectante ante las palabras de Rupert y la reacción de todo el pueblo. Qué sensación tan extraña la de conocer la vida de todos los que nos están rodeando pero en cambio, nadie "nos conoce". 

Decido quedarme callada a la espera de cómo será la acogida de los adalasinos.

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15/08/2020, 11:35
Narrador

​​​​​​-Hola, habitantes de este hermoso pueblo...

Cuando los sorprendidos adalasinos oyen hablar del tornado miran a Drake con tristeza. El leñador abre aún más sus ojos, y cuando Rupert muestra la piedra da unos pasos hacia vosotros:

- ¡Astillas! Esa era... mi cabaña... y esa es... -se echa mano al bolsillo vacío y se queda quieto.

Otros vecinos se acercan a vosotros, entre ellos están vuestros familiares y amigos, que os miran como a completos desconocidos. Aparte del sorprendido Muelatuerta nadie os habla directamente, pero entre los que están más atrás oís susurros y comentarios en voz baja: "son forasteros", "¿de dónde vendrán?", "yo no me fío", "¡son viajeros!", "¿y no tienen miedo?", "son demasiado jóvenes...", "¿a dónde irán?", "no quieren molestar, pero...", "les daremos de comer para que se vayan", "no perecen malas personas", "necesitan nuestra ayuda"...

A pesar de la amistosa presentación de Rupert, nadie da un primer paso. En la aldea todos parecen curiosos, pero al mismo tiempo muestran un fuerte recelo hacia lo desconocido, lo exterior, lo 'forastero'. Siempre fue así, según recordáis, al menos siempre que alguien hablaba de algo que no fuese Adalas y sus habitantes, pero es cierto que en realidad nunca antes vino nadie de fuera... El corro que se forma a vuestro alrededor es cada vez más numeroso, y las caras de quienes lo conforman se definen entre curiosidad y miedo. De todos ellos, una joven, Dísi, la hija de los Hébez, se acerca tímidamente y os tiende un gran bollo de pan:

- Tomad, debéis tener hambre.

Mira a Rupert a los ojos, pero sin mostrar ningún atisbo de recuerdo o sentimiento distinto al de todos los demás, sólo un poco más de bondad en su pequeño gesto y cierto brillo de curiosidad. También están los tíos y primos de Berod y los padres de Trea, pero no dicen ni hacen nada. Son sólo otros más entre el gentío. Sin embargo Drake quiere algo de vosotros, quiere su piedra y no deja de mirarla; quizá ante el temor de que os vayáis se atreve algo más:

- Venid conmigo... tengo más comida... y puedo... escuchar vuestras historias... -no le veis realmente convencido, y por cómo le miran parece estar exponiéndose a ser juzgado o criticado entre los suyos, pero el deseo por recuperar su piedra es más fuerte que todo eso. Os guía hacia las afueras de la aldea, al comienzo del Camino del Ocharol, bajo la atenta y silenciosa mirada del resto de adalasinos. Allí tiene un improvisado tenderete, que parece servirle provisionalmente de hogar. Una lona proporciona sombra bajo la cual ha reunido algunas de sus cosas (está la arqueta de Berod) y sus herramientas; ha empezado a talar masivamente el bosque y a apilar los troncos, puede que con intención de construirse otra cabaña con ayuda del carpintero. Os invita a sentaros sobre un tronco, y os ofrece agua de un cántaro de barro mostrando una falsa sonrisa, sin dejar de mirar la piedra. A unas docenas de metros el grupo de vecinos sigue mirando y haciendo comentarios, pero se han quedado algo atrás y difícilmente, muy a su pesar, oirán vuestra conversación.

Notas de juego

FIN

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16/08/2020, 10:26
Narrador

EPÍLOGO

Durante el encuentro con Drake Muelatuerta intercambiáis los objetos. Berod recupera su arqueta de madera, con los recuerdos de su infancia en el interior, y a Drake le es devuelta la mágica Piedra de Rao. Una vez la vuelve a tener en su poder, el cambio de actitud del leñador es notable, mucho más alegre, relejado y abierto a compartir con vosotros un rato distendido. Entre otras cosas os cuenta que está construyendo una nueva cabaña dentro de la aldea, no a las afueras como la anterior, con intención de convertirla en su hogar; y que Adalas contará próximamente con una empalizada, para hacer de la aldea un lugar más seguro, protegiéndola de los crecientes peligros del Bosque Oscuro, como ahora llaman al bosque que os rodea. Otra noticia o cambio significante que deducís de su conversa, es que Drake ha olvidado por completo a su propio hijo, Noco, que ahora asegura ser el hijo menor de los Hébez, y que duerme en la buhardilla de la panadería (que perteneció a Rupert).

Cuando termináis la comida, os despedís de la aldea y volvéis al islote del druida. Cerca de allí Opilaf os muestra una antigua choza, construida bajo las raíces de un gran árbol. Es un regalo para vosotros, un refugio, un hogar. El lugar donde pasaréis los próximos meses, aprendiendo del bosque, aprendiendo a ser autosuficientes, aprendiendo todo lo que el viejo os enseñe y transmita, preparándoos para vuestra próxima aventura...