Partida Rol por web

Por mas que corrieron no fueron capaces de alcanzarlos. Al llegar a los límites del pueblo, vio como estos se perdían en la selva, hacia el norte. Sin parar la marcha, se giro un momento para decirles en voz baja a sus compañeros.

-Creo que deberíamos alcanzarlos y hablar con ellos. Aunque podría ser peligroso.- 

Y partió hacia donde había visto a los hombres que huían tras haber hecho tan extrañas pintadas, que al menos eran 4. 

Salio corriendo tras Diego confiando en que sabia donde iba y con la intencion de sacar lo que estaba ocurriendo al precio que fuera pero pronto le gano el caos y Diego parecia igualmente perplejo en un punto de la persecucion.

-Parece que los hemos perdido amigo Diego.

Y se quedo mirando esperanzado a ratona, al fin y al cabo era su mujer activo en esta tema.

-Ratona, estamos en tus manos. si no tendremos que preguntar a la gente a ver si ha visto algo.

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   Por un momento estuve a punto de parar para hablar con las gentes, pero como viera que había prisa aunque no me quedaba claro que seguíamos, pues me abstuve. Eso sí, pare sólo justo para tensar la ballesta y cargar virote.

   Por si las moscas.

   Por si las moscas de dos patas y agijones en forma de lanzas, que nunca se sabe...

   Eso sí, por ahora corro con la ballesta apuntando al suelo, no sea que se piense alguno que le voy a soltar un virotazo en toda la jeta y la liemos.

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La poca luz que había no me dejaba ver bien y además, una antorcha me había dejado cegada momentáneamente al mirarla fijamente. Miré a los demás, restregándome los ojos.

-"Me temo que estoy algo cegada y no seré de mucha ayuda. Yo diría de quedarnos en Tecuila y mañana con la fresca seguir las huellas. No creo que podamos seguirles en esta oscuridad, y mucho menos comunicarnos con ellos sin la ayuda del franciscano." Comenté triste.

Parecía no contar Beatriz consigo misma, pese a que su compañero Lucca apeló a ella tras ver a aquellas siluetas huir hacia la selva. Sin embargo, la exploradora logró advertir las huellas y otros rastros dejados por aquellos asaltantes de las calles. Diego logró advertir tales marcas, y entre los dos guiaron a Lucca y a Apotecario (este último corría con la ballesta preparada, pues uno nunca sabía). Atrás quedaron entonces los murmullos de los vecinos de Tecuila, quienes, como ya sabíais, también se habían alertado ya asustado por aquellas marcas en diversas puertas de palacios y hogares.

Los nativos portaban antorchas, y ello hacía que, en mitad de la selva de la zona, pudiérais seguir su estela. Harto peligroso era correr en la noche por tales parajes, pero aún así no estábais dispuestos a dejar que aquellos se saliesen con la suya. Sospechábais que todo aquello podía ser un ritual, pero estando tan a flor de piel las posibles rebeliones locales y los abusos de los ricohombres castellano de la comarca, tales acciones merecían ser estudiadas y castigadas, sin duda.

Pensando así, avanzásteis todo lo deprisa que podíais, tratando de pisar sin caeros aquí y allá. Las luces de las antorchas dieron paso entonces a un brillo mayor. A medida que corríais una luminiscencia a media legua en adelante llamaba vuestra atención. Por un momento dudásteis de si sería una población. Ratona se detuvo entonces un momento, tratando de descubrir el rastro que dejaban los que huían. Enseguida retomó la marcha, orientada por estas pistas. Las huellas y pisadas iban directamente hacia aquella luz. Y en pocos minutos notásteis un olor a fuego. ¿Una hoguera cercana?

No tardásteis mucho, entonces, en alcanzar un claro entre los árboles. En el centro del mismo había una gran hoguera, tal grande que os recordaba a la parafernalia producida en cualquier ejecución de la Santa Inquisición. Alrededor dela hoguera había un conjunto de cinco mujeres, mujeres nativas embadurnadas de grasa y vísceras en su cuerpo. Estaban dando vueltas a la hoguera, haciendo aspavientos con sus manos y voceando alrededor del fuego algunas extrañas retahílas. Algunas llevaban sus pechos al descubierto, otras tenían extrañas mochilas emplumadas a la espada (como un disfraz de ritual o algo similar) y otras contaban con tocados también de plumas sobre sus cabelleras.

Lo peor era que, junto al fuego, había tres cuerpos de niños, niños también nativos (probablemente de su propia comunidad), que yacían y que estaban totalmente abiertos en canal. Ya no contaban con vísceras, y sus cadáveres estában impregnado y embadurnados de su propia sangre. Sin duda que lo que allí estuviera ocurriendo no tenía nada que ver con los sano y natural. Algo entonces os trastocó el estómago... y el alma*.

Por otro lado, eran más mujeres las que parecía que habíais perseguida, pues éstas acababan de llegar a aquel claro hacía pocos segundos. Era mujeres de su misma etnia y comunidad. Nada más llegar al claro, éstas advirtieron vuestra presencia. Mientras unas seguían como adorando a aquella hoguera cuya altura superaba las siete u ocho varas, otras se lanzaron hacia vosotros, sacando cuchillos rudimentarios.

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   - Ahhhhh. - Alzo la ballesta sudando y si da tiempo antes de que lleguen las otras brujas disparo a las que han perpretado semejante masacre.

   Luego me preparo para el combate que llega al cuerpo con esas desgraciadas, pues queda claro que esto es la más vil de las brujerías y en esa hoguera deben arder las que han masacrado a los niños.

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Aquello fue terrible, algo que no esperaba encontrar. Había pensado que la sangre y las vísceras serían de algún animal, ni se le había pasado por la cabeza que pudiera tratarse de niños que habían sido sacrificados. Solo ver aquello junto a la enorme hoguera le altero la sangre, como podían ser tan crueles, tan salvajes. Había visto muchas cosas, sabía muy bien de que eran capaces los seres humanos, su vida de pirata no había sido nada fácil, mejor que la de esclavo, pero llena de sangre, violencia y crueldad. Pero aquello era una barbaridad, algo que no se podía consentir. Ese tipo de rituales era algo con lo que tendrían que acabar.

Más no tuvo mucho tiempo para pensar, ya que las mujeres, que eso eran las huidas del pueblo, les vieron y se lanzaron contra ellos. En un instante tuvo su espada en la mano, y atacó a la que se le venía encima. Para luego parar también su ataque.

-Terminemos con esta barbaridad. ¡A las armas compañeros!- Trato de animar al resto, que bien podían estar sumidos en el terror de lo que allí habían encontrado.

El espectáculo dantesco que pudo ver Lucca le sorprendió mucho aunque se repuso con una facilidad que a el mismo asombro.

Desde luego las ideas preconcebidas que tenia de la sangre y las vísceras se habían ido al infierno, muy apropiado el símil por cierto, no eran sangre y vísceras de animales para amedrentar a los españoles de la localidad. Era algo salido de sus pesadillas y cuentos más oscuros.

La desnudez de las mujeres no le produjo más que asco, lo que era extraño para alguien tan libidinoso como Lucca y lo que veía le causo una ira incontenible y un ansia de acabar cuanto antes con la ceremonia que estaban viendo.

Se unió a la lucha con una furia que no reconocía en él, persona más bien fría que no le gustaba dejarse llevar por las situaciones.

Pero esta era, obviamente, distinta.

Me sentía despistada, patosa, sin saber si podría ser de ayuda, pero... cerré los ojos y respiré profundamente. Al cabo de pocos segundos los abrí y estaba más calmada y apta para ayudar. Volví a mirar y vi claramente, ahora sí, las huellas de las indígenas.

-"Por aquí, seguidme." Les conminé al resto.

A través de la selva, fuimos alejándonos cada vez más de Tecuila. La floresta nos envolvió, al igual que la oscuridad de la noche, junto con sus ruidos peculiares. Veía luces de antorcha, así que sería difícil perder de vista a la gente que había huido en pos de la seguridad de la selva. Después de avanzar bastantes metros, una enorme fogata iba apareciendo ante nosotros, a lo lejos. Cuando llegamos allí, lo que vi fue indescriptiblemente horripilante. Sangre, vísceras, muerte... se mezclaba todo con los ruidos que hacían unos locos desalmados mataniños. Los indígenas a los que perseguíamos avisaron de nuestra presencia y algunas de ellas, porque eran mujeres, salieron a enfrentarse a nosotros con rudimentarios cuchillos.

-"¡Malditas!" Grité de rabia por lo que habían hecho a sus propios niños.

Desenfundé la espada y esperé a que la indígena estuviera a mi lado para intentar atravesarla. Las imágenes de aquel cementerio satánico nunca se me irían de la cabeza, de eso estaba segura.

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   Pues no van esas hijas de mala madre, rameras de Belcebú a atacarme. Y mientras las muy brujas invocando al Maligno.

   Alzo la ballesta y disparo a las del aquelarre intentando abatir una e interrumpir la invocación del Diablo, pues seguro que es esto lo que hacen.

   Nada más me da tiempo, pues tengo a otra bruja al lado e intento evitarla para echar mano del cuchillo después del disparar la ballesta, cuando pueda.

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Turno 1:

Diego cargó su espada contra aquellas chamanas que ahora os confrontaban. Tal vez fuera por que el pirata advirtió aquel horror y se llenó de ira, puesto que su espada, después de ser cargada por sus brazos, descargó violentísimamente en su rival. La espada atravesó de pecho a espalda a la chamana Chichimeca, matándola al instante:

Daño (a Ch1): (10+2)+ (3 por crítico) + (9 por crítico explotado*): 25 puntos de daño.

La mujer cayó al suelo ipso facto, con los ojos en blanco.

Sin embargo, "Ratona" Beatriz sintió el fuego de la ira en su interior, mascullando algo ante tal visión, al igual que Diego. Desenfundó su espada y trató de atravesar, al igual que el pirata un instante antes, a su rival. Pensó en Aldonza de Mendoza en un instante (su madrina) y levantó el brazo hacia delante (con la empuñadura muy prieta entre sus dedos), cortando carte y huesos del rival:

Daño1 (a Ch2): (3+1)+ (4 por crítico) + (9 por crítico explotado): 17 puntos de daño.
Daño2 (a Ch2): (7+1): 8 puntos de daño. Total: 25 puntos de daño.

La otra chamana también fue atravesada de parte a parte, y de su boca escupió tres bocanadas de sangre sobre el rostro y cabellos de Ratona. Pero no le importó.

Tal vez fuera por la impresión de la nueva situación (inferioridad numérica), las dos mujeres nativas restantes (encaradas contra Apotecario y Lucca) fallaron en sus intentos erráticos de acuchillar a ambos dos...

El disparo, entonces, de Apotecario, salió volando a las alturas, y Lucca (quien había tratado de adelantarse a sus rivales), no puso sino respirar un instante al saber que quien trataba de acuchillarle había fallado. Entonces él, espada en mano, atacó en respuesta**:

Daño (a Ch4): (9+1): 10 puntos de daño.

Lucca logró hacer un tremendo tajo en el pecho a la mujer, cercenando uno de su pechos casi al completo. Pero parece que ésta seguía en pie...

Mientras tanto, detrás de la batalla, el resto de mujeres más allá seguía alabando el fuego de la gran hoguera, quien seguía refulgiendo y moviéndose como con... vida propia.

No sentí remordimiento alguno cuando la mujer cayó a mis pies muerta. No sabía por qué, pero las odiaba a muerte. Quizá fuera por lo que habían hecho, quizá por el estado de excitación en el que me encontraba, quizá simplemente porque fuera racista... el caso es que la escupí y me volví rauda hacia la otra mujer que estaba junto a Lucca y que veía herida. Entre los dos podríamos reducirla sin problemas, rápidamente y puede que sin que fuéramos heridos.

-"¡Malditas!" Chillé mientras me encaraba con la bruja.

De forma mecánica, sin pensar, destrozó con la espada a la mujer que se le echaba encima. No se sintió mal, aquellas mujeres habían hecho algo horrible, y a niños, no merecían su piedad.

Se volvió para ver que aun quedaban otras dos en pie, una entretenida con Luca y Ratona, mientras que la otra parecía encontrarse sin herida alguna. Fue hacia esa y le lanzó dos ataques.

Pese a que su desempeño en el combate no había sido malo palidecia ante la carnicería que habían hecho Diego y ratona, además, de algún modo, había atraído la atención de dos de esas brujas.

-Supongo que yo haría lo mismo, Diego y Ratona parecen demasiado temibles.

Además parecía que habían decidido eliminarle sin importar las consecuencias y no parecía que ni fueran a protegerse demasiado.

Afortunadamente Ratona fue al rescate, se centró en la herida y dejo a Lucca especulando como si fuera una transacción comercial.

-Con estas brujas atacándome a mí, y ratona siendo más ágil creo que puedo olvidarme de uno de los contrincantes, que matara Ratona.

Así que decidió forzar un poco su suerte.

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   Por los clavos de cristo, pues no van las arpías esas y se apartan del virote, - dita sea, - mascullo recargando al ballesta y vuelvo a disparar al aquelarre infernal de las fogatas.

   Luego agarro el cuchillo y miro de acuchillar todo lo que parezca una bruja con plumas, sangre pintarrajeada y cara de loca que esté al lado.

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Turno 2:

Ahora Diego no tenía rivales directos, por lo que buscó a la chaman más cercana y no dudó en endosarle dos espadazos. Uno de ellos cortó su carne:

Daño (a Ch3): (9 +2): 11 puntos de daño.

La mujer gritó, pero antes de que pudiera moverse se lanzó ratona a por su compañera (la que estaba ya herida). Beatriz no hizo sin mover magistralmente su espada y clavar el filo en la piel de la mujer, en el vientre y en una pierna...:

Daño1 (a Ch4): (9+1): 10 puntos de daño.
Daño2 (a Ch4): (9+1): 10 puntos de daño.

Un grito ahogado, sin sonido, hizo que la rival se desangrara al instante ante las embestidas de la exploradora, y luego cayera desplomada hacia delante. Beatriz había matado a otra de las mujeres.

Acto seguido pareció adelantarse Apotecario a las intenciones de la rival aún en pie*, pero no le disparó a ella. Teniéndola casi a bocajarro, optó por dar reprimenda a la que estaban más allá, aviviando el fuego con sus manos en aquella gran hoguera de casi un palacio de Tecuila de altura.

El virote, si embargo, se introdujo en el fuego, perdiéndose más allá de la selva. Optó entonces el lincenciado en agarrar su cuchillo y apuñalar a la que tenía delante, quien parecía que iba a hostigar a Lucca. Sin embargo, sólo pudo éste cortar el aire.

Fue entonces que, quedando sólo una delante de vosotros, aprovechó la Chichimeca para tratar de llevarse a alguien por delante, y ese alguien era el comerciante Lucca. La mujer trató de apuñalarle, y el cuchillo voló muy cerca de su cuerpo; de hecho, logró con la punta rasgarle las vestiduras, pero no lo alcanzó**, pues en ese momento interpuso su espada de por medio.

Acto seguido, el comerciante genovés de la familia Alciato contraatacó con su espada; sin embargo, la agresora cortó el aire.

Quedando ahora tan sólo una luchadora, tres de las mujeres que había más allá corrieron hacia vosotros. Parece que eran los refuerzos, mientras que tan sólo una invocadora permanecía al lado de la gran pira***.

Parecía que después de todo no se me daba mal el noble arte de la esgrima. En sendos ataques había despachado hábilmente a dos de las brujas indígenas. O bien pudiera ser que  el hecho de haber visto lo que allí ocurría me hubiera dotado de una fuerza y agilidad que no tenía per se. El caso es que allí estaba, plantada ante lo que parecía un Aquelarre pagano, en un sitio alejado de la mano de Dios, el Todopoderoso. Nunca había sido muy devota ni religiosa, pero en estos instantes sentía que luchaba bajo la protección del Santísimo. Viendo que venían nuevos adversarios, me encaré con una de ellas y ataqué con decisión.

A pesar de que iban acabando con aquellas mujeres, otras tres se les echaron encima. El tan solo acertó con uno de los ataques, fallando el otro, por lo que aunque herida aquella mujer seguía en pie. Tras hacerse una idea de la situación general, con otras tres mujeres llegando con sus cuchillos, volvió a tratar de acabar con al que tenía en frente. 

-¡Rendiros!- Grito a aquellas locas, que parecían querer morir luchando contra ellos. Le preocupo que aun quedo una con aquel extraño rito, que clase de brujerías serían aquellas. Nada buenas, eso lo sabía. Tenían que acabar pronto, tenían que parar aquella locura, aunque para ello hubiese que matar a todas aquellas mujeres. 

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   Nunca fui buen luchador, pero esto rallaba el ridículo, y encima venía una a por mi.

   - ¡Socoorroooo! - Mientras brinco de un lado a otro.

   Si sobrevivo disparo a la brujo de las llamas.

   A ver si por suerte suena la flauta.

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