Partida Rol por web

Los Rabiosos que salían de la central parecían aturdidos y más lentos de lo habitual, como si a ellos también les hubiera afectado la radiación. En cualquier caso fue una oportunidad de oro para abandonar la central. Según las estimaciones de Cristina, el atasco en el sistema de refrigeración causado por los Rabiosos que cayeron en él terminará por provocar la fusión de los reactores en un plazo máximo de 48 horas, lo que deja el tiempo limitado para escapar de la ciudad.

El olfato de K9 sigue el rastro de David y Mariluz hacia una autopista elevada a unos tres cuartos de hora de la central, es decir, no lo bastante lejos. Sí lo suficiente como para disminuir los niveles de alerta de los cibersistemas de Alex y K9, pero no tanto como para escapar a la descomunal explosión nuclear que se avecina.

Durante las Guerras Rabiosas hubo batallas campales en la mayoría de grandes carreteras, pero el nivel de violencia de la que ocurrió aquí sobrepasa con mucho el habitual: hay grandes agujeros de bordes calcinados en el suelo y las vallas de seguridad, coches con agujeros de armas de artillería e infinidad de cadáveres desmenuzados (1). En algún momento el equipo pasa junto a un tanque volcado cuyo blindaje y gran parte de la estructura ha sido arrancado a mordiscos, obra de los Rabiosos denominados Langostas.

Aunque el hedor reinante desorientaría a un perro normal, K9 consigue llevar al equipo hasta David y Mariluz, que están parapetados en el interior de una enorme caravana. Es la niña la primera en avistar al perro y le hace señas para que se acerque blandiendo en su mano una golosina para perros. Sin embargo la niña no emite ningún ruido ni le grita al animal. David asoma por la ventanilla junto a Mariluz e imita sus gestos para que el resto del equipo se reúnan con ellos en el interior de la caravana.

¡Perrito! - dice Mariluz abrazándose a K9 - ¡Estás vivo! ¡Teo! ¿Qué te hizo el padre Isidro?

Mejor no quieras saberlo - responde el chico - ¿Qué te pasó en el zoo?

Mariluz empieza el relato de lo que ocurrió cuando la rescató el equipo de Pasar Página. Mientras tanto David se dirige hacia la luna posterior de la caravana y señala hacia la carretera.

Un enorme tanque yace rodeado de una horda de Langostas empeñada en devorar el vehículo. Como es habitual con los Rabiosos, la actividad de unos pocos termina atrayendo a más, por lo que hay varios Rabiosos normales deambulando estúpidamente por la zona sin encontrar nada que llevarse a la boca pero incapaces de alejarse.

Esa preciosidad de ahí es un Thunderstrike, equipado con un cañón láser pesado. Suficiente para devolverle la broma al cabronazo de Lagos. El único inconveniente son esos Rabiosos que se lo están merendando. En serio, cuando oí hablar de los Langostas en el canal del Bandido Sonriente pensé que no eran más que una leyenda urbana. Pues toma leyenda, joder - mira a Cristina - Pensé que tú sabrías ponerlo en marcha y después... bueno, esos tanques se crearon a la medida para ciborgs como Alex. Estarás en tu salsa, grandullón.

El tanque se sacude ligeramente cuando varios Rabiosos intentan volcarlo para llegar a la parte inferior, pero vehículo es demasiado pesado para ellos.

Que no podéis, tontos del culo - se burla David - Y ahora las malas noticias. No consigo contactar con el hojalata, así o bien le dio un tabardillo cuando nos acercábamos a la central o los de G-Nomer le han dado matarile. Si es lo primero imagino que tarde o temprano se pasará a saludar y si es lo segundo... - se encoge de hombros - Tendremos que encontrar nuestra propia manera de llegar a Mallorca...

No fue difícil encontrar las herramientas, así que tardé poco tiempo en salir del vehículo y reunirme con los demás. En esos momentos, los rabiosos estaban comenzando a salir de la central, aunque no parecían demasiado activos.

-Bueno, mirad quienes parecen que han estado de fiesta -comenté, burlándome un momento de ellos, porque lo cierto era que nos habían puesto las cosas difíciles. Aquella central estaba a punto de explotar y todos los que estuviesen en las proximidades tendrían como regalo una buena onda expansiva, así que había que largarse de allí a toda velocidad -. Está bien, vámonos.

Con ayuda de K9 logramos seguir el camino que habían seguido David y la muchacha. A medida que nos alejábamos de la central iba sintiéndome mejor, pero sabía que no era suficiente. Debíamos alejarnos completamente y para eso necesitábamos nuestro transporte.

David y Mariluz estaban ocultos detrás de una vieja caravana que parecía haber sido maltratada por algo más que el tiempo. Cuando llegué hasta David, le abracé con fuerza. Durante unos momentos no hubo nada más para mí.

-Me tenías preocupada. Por un momento pensé que... te había ocurrido algo -le dije, retirándome unas cuantas lágrimas que se habían escapado a mi control. Habitualmente no me dejaba llevar por mis emociones pero lo había pasado bastante mal y era todo un alivio saber que estaba bien, que los dos lo estábamos.

Y entonces, David nos explicó para qué me había pedido las herramientas. 

-Está bien. Si no está hecho una mierda, conseguiré que ruede, pero necesito algo de tiempo para comprobarlo -dije, mirando el enorme vehículo.

Pero si todo hubiera sido eso, no habría mucho problema. Lo realmente importante era no tener una manera de salir de allí por el aire.

Eso hacía que reparar aquel Thunderstrike fuese más importante que nunca.

-Entonces no tenemos tiempo que perder. Por si acaso no estuviese ya por aquí, tengo que intentar ponerlo en marcha. Esa central es una bomba de relojería y tenemos que alejarnos lo más posible de ella o no lo contaremos, ninguno de nosotros. Protegedme mientras le echo un vistazo al motor.

Al final gracias a la aparición del super zombie habían conseguido escapar de la central si más incidentes, y K9 los había guiado hasta David y la chica, Una vez allí el hermano de Cristina nos explicó la situación.

—Pues hagámonos con ese cacharro, si el robot ha caído tendremos que recorrer la costa en busca de un barco y dentro de un tanque se viaja bastante más seguro.

Comprobó su arma y se ajustó nuevamente las correas que se habían aflojado algo durante la caminata.

—Cuando digáis me lio a tiros.

Accediendo a bancos de memoria. Correlacionar con ubicación actual.

Buscando 0... 100%

1 Entrada encontrada

Ubicación: Autovía AP-7. Kilómetro 69

ADVERTENCIA: DATOS DE FECHA Y HORA CORROMPIDOS

Reproducción en segundo plano ¿Expandir? (S/N)_

Los rayos de sol entraban apacibles por unas ventanas que, para variar, no estaban rociadas de sangre ni se sacudían bajo el arrítmico golpeteo de los Rabiosos. El aire era fresco y agradable. O al menos eso era lo que la máquina que había reemplazado al cuerpo de Alex le decía a su cerebro, una de las pocas partes orgánicas que le quedaban.

Un ruido a su derecha. Sollozos. Sujeto: Estefanía Valpuente.

Alex aún no había descubierto cómo manejar los filtros de su expositor de datos retinal. De hecho, no sabía ni manejar su cuerpo. Todavía le quedaban muchas e infernales sesiones de fisio- y psicoterapia para asimilar aquello en lo que se había convertido. Por ahora, se contentaba con poder girar el cuello sin tener que usar un comando de voz.

El demencial viaje de huida de Madrid fue sólo un poco menos despiadado con Estefanía de lo que fue con Alex. La antaño hermosa cara de la chica lucía ahora varias cicatrices. Una quemadura en el cuello. Debajo, ropas recias, cómodas y funcionales. Nada de enseñar canalillo o llevar pantalones sólo un poco más largos que las bragas. El pelo, bien corto para que no sirviera de asidero. La mirada perdida, triste y desesperada.

Estefanía pasaba largas horas en la habitación de Alex haciéndole compañía. Si la chica había conseguido llegar viva a Isla Renacimiento había sido gracias a él. Sin su ayuda ahora sería una Rabiosa más, deambulando sin rumbo por un un mundo devastado en busca de su próxima presa. Alex habría querido llorar con ella a veces, pero sus ciberojos no incluían esa función.

Hola, Alex - saludó Estefanía.

Los ojos de él se dirigieron automáticamente hacia la tableta que ella sostenía en las manos. La parte robótica de su cerebro estaba siempre sedienta de información. Estefanía se lo tomó como una invitación a hablar del tema.

Estaba revisando los informes de la evacuación de Barcelona. El ejército organizó un convoy, con camiones, tanques y demás.

Anexo: Los tanques mencionados posiblemente correspondan al modelo Thunderstrike.

Pero las cosas se torcieron. Qué raro ¿Verdad? - sonrisa amarga - Se encontraron con la Plaga de Levante.

Anexo: Definición de Plaga: se denomina así a un grupo de Rabiosos cuyo número supera los 500000 individuos y que incluye especímenes no humanos entre sus componentes, siendo los más comunes los animales domésticos y, en mucha menor proporción, animales urbanos.

Iban por la AP-7 en dirección a Castellón - siguió diciendo Estefanía - Se encontraron con la Plaga de frente y... - no necesitaba decir nada más. Ambos sabían que no había palabras suficientes para describir semejante horror - Bueno, por fin he encontrado la lista de fallecidos durante el ataque. Adela y su familia... - grandes lágrimas empezaron a surgir de sus ojos. Alex habría querido acariciarla para darle algo de consuelo, pero corría el riesgo de aplastarle sin querer todos los huesos de la cara - No lo consiguieron. Joder, Alex, se suponía que tenían que llegar aquí.

Adela era la mejor amiga de Estefanía. Se encontraba en Barcelona cuando el gobierno decidió cerrar las ya colapsadas carreteras en un fútil intento para contener la infección.

Animales Rabiosos, Alex - siguió diciendo Estefanía - A los humanos se los podía ver venir, pero el arañazo de un gato Rabioso es igual de contagioso que la mordedura de un humano. Y también había ratas, perros, palomas... ¿Cómo se lucha contra algo así?

Fin de la sección de la entrada relacionada con los datos solicitados.

¿Desea reproducir la entrada completa? (S/N)_

Eliana acompañó a Teo mientras el niño le explicaba. Se aseguró de apagar todos sus dispositivos de comunicación por si acaso. 

—No puede ser, ¿tuvisteis tratos con los G-nomer? Niño, ellos tienen la investigación de la cura hecha desde hace años. Os han estado tomando el pelo tanto a ti como a tu madre. 

Eliana miró a todos y suspiró. 

—Trabajaba para ellos, era joven, inocente, bla bla bla, lo de siempre. Pero descubrí que estaban saboteando la investigación y un día decidió quedarme a revisar los archivos. Los muy hijos de puta no quieren que haya cura, los rabiosos es un negocio cojonudo. Les enfrenté, me acusaron de ser una pro-rabiosa, huí, me escondí y aquí estamos, observando cómo las langostas se meriendan un tanque. 

Eliana parecía estar contando toda la historia a toda velocidad, posiblemente para no tener que dar más detalles de los necesarios. 

—Si Teo, Mariluz y la investigación no llegan a Mallorca, los G-nomer habrán ganado. Estoy segura que la doctora Elgin podrá acabarlo con mis notas y correcciones. 

Apartando brevemente a Teo para cubrirlo por si acaso.

—Por cierto, mi verdadero nombre es Elisabeth. Llamadme como os dé la gana, es solo un nombre. 

Eliana viendo un documental histórico un día cualquiera:

El entrevistado tiene mirada de ratón asustado y la piel del cráneo pegada al hueso, como si sólo tuviera la carne mínima para no parecer un Rabioso. Sólo su uniforme y sus galones lo identifican como militar.

Hablamos con Ernesto Zamora, coronel del ejército de Tierra - dice la periodista, de la que sólo puede verse la mano sosteniendo un voluminoso micrófono. El hombre dirige una mirada nerviosa al aparato antes de mirarla a ella.

Díganos, coronel ¿Por qué falló la operación "Paso al Norte"? En teoría, tenían que llevar a gran parte de la población civil de Barcelona hacia una zona segura de Francia abriéndose paso por la autopista AP-7 ¿Puede contarnos qué ocurrió?

La sangre abandona el rostro de Zamora, dejándolo aún más pálido que antes.

La Plaga de Levante - responde - Nos encontramos con la Plaga de Levante.

¿Qué es una Plaga?

Llamamos así a los rebaños de Rabiosos de más de medio millón de infectados. Cuando se junta un grupo tan grande ya no atraen sólo a humanos. Muchos animales infectados también se unen al rebaño: perros, gatos, palomas, ratas... casi cualquier animal que pudiera encontrarse en una ciudad, y cuyas mordeduras son tan contagiosas como las de cualquier Rabioso humano.

Comprendo - dice la periodista - ¿Podría darnos más detalles?

Empezó con Vengador-6. Era uno de los Thunderstrike que iba en la línea de avanzada. Informaron de que varias ratas Rabiosas habían entrado a través de los ventiladeros del tanque.

Pero aquellos tanques estaban protegidos contra ese tipo de intrusiones ¿No es cierto? - pregunta ella.

En teoría - corrobora el militar - Pero aquel día la protección falló. La tripulación se volvió loca. El piloto desvió el tanque y embistió a uno de los primeros camiones. En algún momento, el artillero disparó el cañón principal...

¿Y qué pasó entonces?

Se rompió la línea defensiva. Los Rabiosos entraron - el hombre traga saliva - Cundió el pánico. Muchísima gente disparando armas pesadas y automáticas en un espacio muy reducido. Aquello fue... el infierno. La gente salió de los vehículos e intentó huir a pie. Muchos soldados se les unieron disparando hacia atrás sin mirar si le daban a humanos o a Rabiosos. Los Thunderstrike agotaron sus baterías disparando contra los Rabiosos, se vaciaron cajas enteras de munición. Algunos llegaron a disparar contra los que íbamos en los helicópteros para coordinar la operación.

¿Y usted qué hizo?

Dar la orden de retirada a los que aún estábamos en el aire y tener pesadillas cada noche desde entonces...

Eliana investigando un poco más sobre el suceso en la Red de Isla Renacimiento.

El coronel Ernesto Zamora murió por una intoxicación etílica poco después de su última entrevista. Dado que la autopsia reveló altos niveles de ansiolíticos en sangre y en el estómago no se puede descartar que se tratase de un suicidio.

Posteriormente al fracaso de la Operación "Paso al Norte" la Plaga de Levante se fusionó con otra Plaga procedente del sur de Francia formando la denominada Plaga Europa 3 debido a su tamaño respecto a las demás Plagas continentales. Actualmente la Europa 3 tiene su territorio de caza en el nordeste de España y sur de los Pirineos.

En cuánto Cristina cogió las herramientas, aprovechamos el desconcierto que ocasionaron los rabiosos y salimos de la central sin ser vistos por nadie. Seguimos las indicaciones de K9, hasta llegar a David y la pequeña Mariluz. Escuché atentamente la historia que Eliana estaba contando y pude entender quien era esa gente de G-Nomer. No había tenido tiempo de preguntar que interés tenían en perseguirnos.

David y Mariluz estaban perfectamente. -Veo que has sabido cuidarte perfectamente chaval. Me alegro de que estéis bien. David nos indicó un vehículo que estaba disponible para poder usar. "Solamente" teníamos que liquidar a unos cuantos zombies langosta antes de que se lo merendaran. Una vez hecho, podríamos usarlo para alejarnos todo lo posible de la central nuclear y seguir con vida para llevar a Teo con su madre.

-Liquidemos a esos malditos "tragametales" y alejémonos de aqui. Nos queda todavía un largo camino.

Alex se agarró con firmeza su ametralladora y se dispuso a salir del escondite para acribillar a los rabiosos, pero en el último momento se quedó parado con la mirada en el horizonte y la tristeza reflejada en el rostro, mientras que su implante retinal le hacía ver unas imágenes de su pasado. A pesar de los años, a veces le seguía sorprendiendo la forma en que su programación funcionaba o como en este caso, le transmitía la información almacenada.

—Un momento—. dijo alzando la mano para que el resto se detuviese. —Aquí hubo una gran batalla contra una horda de rabiosos, en ella había una gran numero de animales infectados. Supongo que desde entonces se habrán dispersado, pero no podemos descartar que aun haya bastantes por los alrededores. Así que tendremos que intentar solucionar esto rápido y llegar al tanque, porque un gato o un pájaro infectados pueden ser un auténtico dolor de huevos.

Yo no... no lo sé - responde Teo, intimidado por Eliana - En realidad era mi padre el que trabajaba con el virus. Mi madre mantenía la central nuclear y el laboratorio en marcha (1). No sé mucho de lo que habló con G-Nomer y con los otros, sólo que le ayudaban compartiendo investigaciones de otros científicos. Descubrió algo en mi sangre que le ayudó a desarrollar un tratamiento para evitar que yo me convirtiera en Rabioso, pero le faltaba el paso de hacer que ese tratamiento funcionara en todo el mundo. Mariluz fue la primera porque a ella la mordieron y fue algo a la desesperada. Ni... ni siquiera esperaban que funcionase y todavía tenía que estudiar a Mariluz para saber por qué lo hizo. Pero entonces el hijoputa de Isidro devoró a mi padre y fue cuando mi madre y yo intentamos huir a Mallorca...

Con las palabras de Alex, Eliana levantó la cabeza. Como si algo hiciera click en su cabeza, observó de nuevo el tanque y asintió con la cabeza. 

—Tienes razón, yo he leído al respecto. Fue un evento muy sonado. De hecho, esa cosa tiene nombre propio. Les bautizaban, como a los barcos. Vengadores. Lástima que no les saliera tan bien como a Marvel. 

Viendo que Mariluz quería cebar un poquito a K9, le tendió un par de las chuches que llevaba con ella. 

—Toma, dale de estas. Seguro que le gustan.

Mientras Mariluz jugaba con K9, en ese pequeño minuto de respiro, escuchó a Teo. 

—Perdona, no quería asustarte. Me... me pongo un poco seria con esas cosas. No te preocupes, ¿vale? Llegaremos a Mallorca, de una forma u otra. Os vamos a llevar tanto a ti como a Mariluz. Y una vez allí, terminaremos la maldita cura. 

Se irguió y observó el tanque de nuevo. Hora de poner esa mierda en funcionamiento. Ya no tenían un laboratorio donde poner cosas a arder, así que era hora de escuchar alternativas. 

—Bueno, ¿ideas? ¿Cómo nos colamos dentro?

Quién sino iba a liderar al equipo, ¡pues K9! Con la nariz bien pegada al suelo, fue olfateando el rastro que había conseguido captar de Mariluz y David. Cada tanto, se detenía, giraba la cabeza y miraba a sus compañeros que le seguían como diciendo sí, sí, es por aquí. Y luego volvía al lío.

No fue sorpresa para él cuando se encontró con Mariluz, sin embargo se recompensó a sí mismo con unas sacudidas de rabo como si realmente lo estuviera. Derecha e izquierda, así unas cuantas veces, primero barriendo el suelo con la cola y luego alzándola más alegre al ver las chucherías que le ofrecía Mariluz. Eso es que estaba siendo un buen chico, vaya que sí. Comió el premio de la mano de la niña con todo el cuidado que no tenía al decapitar rabiosos, terminando con un buen par de lametones en la palma de la mano.

Se dejó achuchar, le encantaban los achuchones y las caricias en esa parte del lomo que no estaba hecha de trozos de metal, sino de carne y hueso. Y como la tenía tan cerca, aprovechó para dar otro par de lametones a la niña en la mejilla. Luego, mientras los mayores hablaban, él aprovechó para tumbarse en el suelo cruzando una pata por encima de la otra y respirando con gracia, con la lengua colgandera.

Eso sí, cuando vio a Eliana traficando con más de sus chucherías con Mariluz abrió los ojos muy grandes, tratando de no perder detalle.

El vehículo blindado era nuestra salvación, no solo por lo que nos quedaba por recorrer, sino porque supondría una protección adicional que empezábamos a necesitar como agua de mayo. Pero la horda de rabiosos que lo rodeaban en un fútil intento por devorarlo, no facilitaba la tarea.

Mientras los demás hablaban, yo miraba el vehículo y a mi alrededor, en busca de una posibilidad, hasta que mis ojos se fijaron en la caravana... y sonreí.

-Esperadme un momento -les dije a todos, yendo directamente hacia el vehículo familiar. Abrí el capó y examiné rápidamente el motor. Estaba en buen estado, pero nada que no pudiera arreglar. Limpié un poco algunos de los tubos soplando y con el dedo, volví a colocarlos, cerré el capó y entré en ella. Solté las herramientas en el asiento de al lado y busqué las llaves. Estaban puestas, así que inspiré profundamente, le di al contacto... y la arranqué.

En cuanto el motor se puso a temblar, puse la primera y pisé a fondo, esquivando al grupo y dirigiéndome directamente hacia el Thunderstrike.

Cuando llegué a él, giré el volante para hacer un derrape y chocar lateralmente con el vehículo, aplastando a todos los rabiosos que estaban en el lateral, y dejándolos como si fuesen pasas aplastadas. Toda la caravana tembló a causa del choque y restos de sangre saltaron a través de la ventanilla, que estaba rota, obligándome a volver la cabeza. 

Nada muy grave.

Después, volví a mover la caravana, alejándola del Thunderstrike, llevándome partes diversas de los rabiosos aplastados, y dejando otras tantas en el suelo y el vehículo, en un charco indefinido de órganos y sangre.

Apagué el motor, lancé las llaves al asiento del conductor, cogí las herramientas y me metí en el blindado.

No necesitaba tampoco de una enorme cantidad de reparaciones, solo de una limpieza básica, al igual que la caravana, y sobre todo en las conexiones de las baterías, y eso fue lo que hice.

Magia.

El Thunderstrike arrancó con un enorme rugido, que sin duda resonaría por todo el lugar, atrayendo a cuantos rabiosos hubiese cerca, que no debían ser pocos precisamente, sobre todo ahora que todos huían de la central, así que me asomé sin perder tiempo.

-¿Venga, qué estáis esperando, una tarjeta de invitación? -les grité, satisfecha conmigo misma.

Aunque los resultados fueron innegables, Alex no podía evitar pensar que Cristina podría haberles avisado antes de hacer aquello. Hasta aquel momento se había mostrado como una mujer que pensaba antes de actuar y aquello le había pillado por sorpresa, y al ver lo que tardaron sus compañeros en reaccionar no fue al único.

—Vamos rápido, al tanque, cuando estemos a cubierto ya veremos cómo nos deshacemos con esos cabrones.

Empezó a hacer gestos para que todos subieran al tanque mientras el cerraba la marcha, tenían la oportunidad de llegar al Thunderstrike, que había demostrado ser muy resistente incluso contra las jodidas langostas y eso les daría tiempo para pensar.

Eliana apoyó una mano sobre la espalda de Marilú y otra sobre la espalda de Teo.

—Chicos, nos toca el tanque. Venga, venga, venga, adentro —les instó. 

No le importaba meterse en la caravana, pero los niños tenían que ir donde fueran a estar más seguros. Todavía no le había quedado claro dónde iban a ir todos. 

Metió primero a Mariluz, después a Teo y, mientras se ponían de acuerdo, se dedicó a buscar durante unos segundos a ver si había cargadores de pistola por ahí perdidos, como había hecho K9 antes. Se sentía como Legolas con las malditas flechas. Claro que eso no lo adaptaron en las películas. 

Los primeros Rabiosos apenas reaccionan cuando la caravana amenaza con pasarles por encima. Se limitan a apartarse lanzando gruñidos de protesta para después buscar otro sitio desde el que atacar el blindaje del Thunderstrike. Sabiendo que los Rabiosos normales se les echarán encima en cuanto abran la puerta (1), Cristina deja el espacio justo entre la caravana y el tanque para poder abrir la puerta y saltar.

Tal y como era de esperar, los Rabiosos se vuelven locos en cuanto Cristina abre la puerta y salta hacia el tanque, seguida por Eliana con los niños, Johan, K9 y por último Alex. Eliana y Johan tienen que trabajar juntos para sacar los cadáveres momificados de los tres tripulantes del tanque y lanzarlos a la carretera mientras los Rabiosos empiezan a golpear y sacudir la caravana. El parabrisas y las ventanillas se cubren de grietas sanguinolentas bajo el implacable golpeteo de varias extremidades medio putrefactas. Se escucha un chirrido metálico cuando varios Langostas arrancan el parachoques delantero y empiezan a devorarlo.

Para cuando Alex entra cerrando la escotilla tras de sí Cristina ya ha desmontado medio panel de mandos y trabaja a toda velocidad bajo el incesante golpeteo de los Rabiosos. Los daños internos no parecen demasiado importantes: un par de agujeros de bala, unas pocas palancas torcidas, algún botón aplastado... Se produce un chispazo, una sacudida y el motor del tanque vuelve a la vida con un rugido, enalteciendo aún más la locura de los Langostas.

Una vez encendidos el motor y las luces Cristina hace un diagnóstico rápido del sistema, encontrando los siguientes avisos:

Batería del láser principal al 20% (2)

Combustible de lanzallamas 45% (3)

Batería de láser defensivo trasero 25% (2)

Blindaje dañado en un 65% (4)

Esto pasa por comprar en los chinos - masculla David al ver la lista de problemas por encima del hombro de su hermana - O eso se decía antes ¿No? Aunque no está tan mal. Tenemos el láser principal, un láser de pulsos trasero que no sabía que tenía y los lanzallamas laterales ¡Vamos a hacer una barbacoa del cagarse!

¡Vámonos de aquí por favor! - chilla Mariluz, histérica por el ruido de los infectados. Los dos niños se han acurrucado juntos en uno de los estrechos asientos para pasajeros junto al perro ciborg.

Tranquila, Mariluz - intenta tranquilizarla David - Tú agárrate bien fuerte a K9 y verás como todo sale bien (5)

En una de las pantallas se puede ver a un Langosta llevándose consigo un trozo de blindaje entre las fauces y masticándolo con mucho esfuerzo... (6)

Eliana entró al fin al tanque. Revisó los chalecos de los tripulantes y silbando se llevó 5 balas al bolsillo. Mientras entraban los demás se dedicó a guardarlas en uno de sus cargadores. Toda bala era una oportunidad de librarse de un rabioso. 

Miró entonces a las armas. Le daba igual cuál llevar. Miró a los demás e hizo un gesto con la cabeza, por si tenían preferencias. 

Nada más entrar en el vehículo, me puse con las reparaciones, mientras los demás aprovechaban la situación para entrar y encerrarnos en el tanque. Al menos en el interior estaríamos seguros, porque a la vista de lo que estaban haciéndole a la caravana, el tanque nos ofrecía una mejor protección.

Oí la escotilla cerrándose pero ni siquiera me volví para ver quién lo había hecho, porque estaba concentrada en abrir las conexiones y reparar el sistema eléctrico. Cuando por fin lo conseguí, el motor del vehículo rugió como si fuese una manda de leones hambrientos.

-¡Todo listo! -exclamé, visiblemente satisfecha.

El panel empezó a informar rápidamente del estado de los sistemas, que no era demasiado bueno, pero suficiente por el momento. David empezó a protestar, pero yo levanté una mano para hacerle callar.

-Da lo mismo. Es lo mejor que tenemos y hay que darse prisa. Cuando esa central explote tenemos que estar bien lejos de aquí. Alex, conduce tú. La otra vez lo hiciste de maravilla. Me voy al láser de atrás.

Me moví sin pérdida de tiempo para ocupar la torreta trasera y dejé mi sitio para que Alex se pusiera a los mandos.

-No podemos perder tiempo. O nos largamos o nos largamos. Ya nos preocuparemos después de nuestro amigo de hojalata -comenté, mientras me sentaba y miraba por el visor.

A pesar de la precipitación del plan, el resultado fue innegable. Todos consiguieron entrar y el ciborg se dirigió a los mandos del vehículo nada más hacerlo, nunca había conducido un cacharro como aquel y tardó unos momentos en situar cada control en su sitio, pero cuando finalmente tuvo claro como funcionaba pisó a fondo.

—No podemos malgastar munición y supongo que nos desharemos de esos rabiosos, pero si alguno consigue agarrarse habrá que usar los lanzallamas para que no se coman el blindaje.

Habíamos conseguido encontrar un vehículo y encima gracias a la habilidad de Cristina podíamos usarlo para alejarnos todo lo posible de la central. El tanque estaba bien equipado, aunque tenía sus limitaciones.

Álex se puso al volante. Había manejado los anteriores vehículos a las mil maravillas y no dudaba de él. Siguiendo sus instrucciones me puse en uno de los lanzallamas laterales para evitar que los rabiosos comechapa se quedaran sujetos al tanque.

-Yo me pongo en el lanzallamas de la derecha. Todo lo que aparezca por este lado, no será más que carne a la brasa.

Eliana se encogió de hombros mientras se quedaba el de la izquierda. No era quisquillosa en la elección de asiento. Iba a achicharrar rabiosos igual. Desde ahí, todo se parecía más a un videojuego retro de antes de la plaga. 

Tragó saliva dándose cuenta de lo que echaba de menos poder estar haciendo eso mismo, jugar a videojuegos, desde su casa con un cigarro y un buen café. Pero, tal y como estaba todo, lo mismo no volvía a casa en su puta vida. Suspiró mientras se agarraba a los controles. 

—Megathor izquierdo listo —comentó con sorna.