Partida Rol por web

Invierno de 2071

Sala de reuniones oeste. Rascacielos de Pasar Página S.A. Piso 87

Omar Ballesteros, comercial estrella de Pasar Página S.A., observa con desprecio la muchedumbre que se manifiesta ante las puertas del edificio a través del enorme ventanal polarizado. Desde esta altura las personas reunidas parecen un batiburrillo de pequeños puntos en movimiento. A un lado de la habitación, la gigantesca pantalla de alta resolución muestra las imágenes que los canales de noticias emiten en directo sobre la manifestación. El sonido, por supuesto, está apagado.

Parásitos - escupe el comercial - Compañías como ésta son las que levantaron los refugios donde la humanidad ha podido sobrevivir y prosperar. Si tan preocupados están por los derechos de los Rabiosos que se vayan a tierra a darles de comer, hostia ya.

Se gira para encarar al variopinto grupo que los algoritmos de selección de la compañía han elegido para el contrato actual: dos humanos mejorados, dos humanos "base" y dos ciborg, uno humano y otro canino. Las mandíbulas de este último están bloqueadas por orden de Omar. No está muy claro si el comercial siente realmente miedo de K9 o simple crueldad.

Repugnantes ¿No creéis? Sí, ya sé que lo son. Bueno, al trabajo que el tiempo es dinero - Saca de su brillante americana un pequeño aparato que apunta a la pantalla, que empieza a mostrar varias imágenes de la estrella mediática del momento.

Zora Elgin - Omar lo dice como si la mujer cuyo rostro ha estado en todas las portadas desde hace días necesitase presentación - Una recién llegada rescatada de las costas de Castellón, si bien vivía en una comunidad amurallada de las afueras de Barcelona. Mucha gente se pregunta por qué es tan especial. Os lo diré: aparte de estar bue-ní-si-ma es una ingeniera eléctrica especializada en superconductividad a alta temperatura. Para que nos entendamos: Isla Renacimiento la necesita. No andamos sobrados de espacio y ya sólo podemos permitirnos rescatar a personas que sean útiles. Joder, la tía puso en marcha la central nuclear de Vandellós-2 prácticamente sola. Entre eso y toda la información que ha traído de la península ya estaba forradísima a la semana de estar aquí. Y ahí es donde entramos nosotros. Bueno, más bien vosotros: resulta que nuestra querida ingeniera tenía un hijo llamdo Teo al que mordieron poco antes de embarcar. El protocolo dicta que ningún infectado sube a los vehículos de rescate de no infectados, así que lo normal es que le hubieran pegado un tiro y la hubieran tirado al mar. Pero Zora se interpuso y Teo simplemente acabó en el agua. Vuestra misión es rescatarlo y traerlo aquí para que Zora pueda meterle una bala entre las cejas y centrarse en su trabajo.

Pulsa un botón y aparece una imagen del chico tomada por el equipo de rescate.

Es guapo ¿A que sí? - dice Omar - Lástima que ahora sea un puto caníbal chiflado. Y tenéis que encontrarlo exactamente a él. No importa lo estropeado que esté o si sigue moviéndose o no. La cliente ha pagado la tarifa completa y eso significa el zombi exacto (1) Por cierto: el precio incluye una entrevista personal con el equipo de rescate - motivo por el cual la reunión se celebra aquí y no por videoconferencia - Sed buenos con ella y prometedle que removeréis Roma con Santiago para traer a Manolito Gafotas entero y dando mordiscos. Y tú, el ruso: sujeta bien al chucho, que no se ponga a montar la pierna de la cliente en plena charla ¿Estamos? ¿Preguntas previas?...

Al entrar en la habitación me había encontrado, no solo con aquel despreciable muñeco de Ballesteros, el cual parecía haber sido sacado de una revista de venta de maniquís por correspondencia, o de un estudio de maquillaje y estiramiento extremo, haciendo que la simple visión de aquel rostro estirado fuese una ofensa ante todo lo que respiraba y pensaba, sino que además, no estaba solo.

David no solía darle tantas vueltas a las cosas como yo, aunque en cambio, expresaba mucho más, pero era un grupo extraño el que esperaba en el interior y eso hizo que me detuviera un instante, dudando en si terminar de entrar... o volverme y marcharme de allí.

Noté la mirada en la nuca de David y rápidamente, di el paso hacia delante, colocándome junto a los demás. Miré al perro ciborg con curiosidad, no demasiada, pero si la suficiente como para observarle de arriba a abajo y valorar que lo último que me apetecía era marchar junto a un ser como aquel, que imitaba lo que alguna vez había estado vivo y había sentido. Pero era evidente que no tenía en donde escoger.

Tampoco él había podido elegir, seguramente, puesto que alguien, quizás aquel enorme armario empotrado que estaba a su lado, lo había hecho por él.

Y es que por mucho que se hablase de nuestras elecciones, lo cierto es que pocas veces disponíamos de alternativas entre las que escoger.

Omar estaba mirando la pantalla con imágenes sobre aquella muchedumbre. Hubo una vez, hacía mucho tiempo, que yo había formado parte de esa clase de cosas, pero ya no. Mi momento había pasado, y ahora me encontraba... bueno, no sabía bien en dónde. Más bien estaba intentando descubrirlo, aunque tampoco esperaba conseguirlo trabajando para Pasar Página, pero era un trabajo y donde fuera David, iría yo.

El "muñeco" empezó a hablar. La manifestación, en favor de los derechos de los zombies, parecía enervarle. A mí lo que hicieran o pidieran otros ya no me afectaba en lo más mínimo. Me dejaban indiferente, puesto que no me sentía parte de nada. Pero a él... parecía que de verdad se sentía ofendido, aunque no podía comprender el por qué. 

Tras dar un brevísimo discurso sobre lo que era bueno y  malo, pareció dispuesto a hablarnos acerca del trabajo. El rostro de Zora Elgin apareció en la pantalla, en una sucesión rápida de imágenes. Otra de aquellas mujeres que habían conseguido elevarse por encima del resto de la humanidad a base de nada, como si fuesen algo. Observé sus facciones más por simple curiosidad que otra cosa, mientras el "muñeco" hablaba casi babeando de ella, primero por su belleza y después, por lo que era capaz de hacer. Lo cierto es que parecía mucho más que una "cara bonita" y eso estaba bien.

Más allá de aquello, yo veía otra cosa. Veía a una mujer que había visto rota su vida y había sido arrastrada, incluso contra su voluntad, abandonando a lo que más le importaba. Omar veía a los zombies como carne picada; para mí eran... o habían sido, gente como nosotros. No veía la posibilidad de "reintegrarlos" o cuidarlos como si fuesen simples enfermos, pero al menos, mi humanidad, o lo que aún quedaba de ella, dependía de poder mirarles como personas y no como una infección.

A pesar de todo, no dije nada. El plan estaba claro y la tarifa dictaba nuestras órdenes y también nuestras acciones, o al menos, las de Omar. Las mías no las decidía nadie más que yo.

-Yo tengo una. ¿Disponemos de una localización aproximada o tendremos que ir llamándole a gritos hasta que salga rugiendo hacia nosotros? Seguro que entre todos podemos hallarle, pero me gustaría hacerlo antes de que llegue el siglo siguiente -comenté, mirando de reojo a David, con cierta frialdad pero al mismo tiempo, la ira contenida del trato que el "muñeco" le daba tanto a los "rabiosos" como él los llamaba, como a su propio cliente, y también por dejarme arrastrar por una empresa como aquella y haber perdido lo que había sido.

Buena pregunta  - Sonríe Omar - Resulta que a los VIP que se rescatan de tierra se les entrega un chaleco con un emisor de señales de geolocalización. Por eso sabemos que durante este tiempo nuestro amigo Teo ha vuelto a Barcelona. La señal ya está codificada en los ordenadores de vuestras armaduras y en la del vehículo de transporte, así que sólo deberíais tener que barrer la zona a tiros para quitar de en medio a los comemierdas del rebaño en el que se haya metido. Eso sí: intentad no estropearle mucho, que luego los de preparación se quejan sin tienen que reparar cosas como piernas amputadas o agujeros en la cara. Que trajerais las gafas intactas sería un detalle. En la entrevista previa dijo algo como que se las hizo su difunto marido y bla ble bli blo blu. Ya sabéis, mierda sentimental. Pero en este caso es una mierda sentimental que produce dinero...

Debía ser algún trabajo importante si les habían citado personalmente en el despacho de aquel tipo, desde que pronuncio la primera palabra Alexander no podía pensar en otra cosa que fuese lo satisfactorio que sería saltarle los dientes de la boca, se acariciaba distraído los nudillos metálicos mientras asentía a todo lo que decía.

Había visto la cara de la mujer en la noticias, pero tampoco le había prestado demasiado interés, al parecer no era solo una cara bonita, también tenía el coco bien amueblado. Sinceramente prefería rescatar vivos que infectados, pero el trabajo era el que era y aunque no tuviera hijos podía comprender a la mujer. Al que no podía comprender era a ese tipejo, su forma de tratar a los demás, su forma de expresarse, simplemente le sacaba de sus casillas. Mientras seguía asintiendo sonriente, por su cabeza lo único que pasaba era «¿Y si le lanzase por la ventana, estos se chivarían?»

Y encima quería querían que hicieran una entrevista con la clienta, no sabía que pretendían con eso, el trabajo era fácil, ir a tierra buscar al chaval, ponerle un bozal y traerlo de vuelta.

¿Y porque tenía que encargarse él del perro, ni que fuera suyo? Lo miró de reojo, lo cierto es que le gustaban los perros y seguro que no era tan soplapollas como el Omar ese. —Me encargare de que no moleste a la clienta—. «Aunque si le da por arrancarte a ti la puta cara…»

Dudo por un momento si decir algo o no, pero justo cuando iba a hablar la pelirroja se le adelanto y pregunto más o menos lo que el iba a preguntar, otra chica guapa y lista, ¿porque estaría al mando un imbécil como ese?

—¿Tenemos plazo para cumplir la misión?

- Auu au uh... - Aulló muy flojito al darse cuenta de que sus mandíbulas habían sido selladas una vez más.

Él era un buen chico, ¿por qué no podía sacar la lengua y saludar con un sonoro ladrido a sus compañeros? Tenía que comportarse, así que mientras Omar hablaba él se sentó sobre sus patitas traseras y escuchó muy atento, no fuera a ser que durante la charla dijera pelota, calle o comida y a él se le pasara por alto. Miraba la pantalla y a cada cambio de diapositiva él levantaba las orejas o giraba la cabeza desconcertado, ¿cuando iban a salir a pasear?

Cuando Omar dejó de hablar K9 se levantó y sacudió inquieto las patas, como si quisiera empezar a trotar y supiera que ahora no era el momento. Ahora otros hacían preguntas, primero una mujer y luego un hombre muy grande. ¡Olían muy bien! Desde luego mucho mejor que el comercial que apestaba a perfume.

Sintió la mirada del ruso y dio un par de vueltecitas sobre sí mismo, nervioso. Por el tono de su voz no parecía que le estuviera ofreciendo jugar a la pelota, así que se contuvo y le miró con mucha ternura. Se estaba portando muy bien, ¿verdad?

Esperaba de pie, atento, al informe, si se podía llamar así, de la nueva misión que me habían encomendado. Tenía que ser algo distinto a lo habitual ya que no estaba con mi equipo de rescate de siempre.

Con cada palabra que decía el esperpento que teníamos delante, se me iba poniendo mal cuerpo. Por lo que podía ver en la cara del resto del grupo, el sentimiento era el mismo para todos.

Cuando apareció la imagen de Zora, la reconocí al momento. Había oido hablar de ella. Y sabía exactamente como se sentía. Había perdido a su hijo y quería encontrarlo a toda costa, a pesar de saber que ya no era una persona.

En principio no tenía ninguna pregunta. Una vez estuvieran en camino, ya habría tiempo de ponerse de acuerdo con sus nuevos compañeros y organizarse.

Otra misión. Otro viaje. Otra oportunidad de seguir buscando...

David se había sentado de forma muy cómoda con los pies encima de la mesa mientras escuchaba hablar con cara de aburrirse. Miró a su hermana un par de veces. Cuando ella decidió unirse a Pasar Página le había asegurado que fracasaría...pero no fue así. Si era hermana suya, aunque fuera un "humano obsoleto", seguía teniendo buenos genes y además se había adaptado bien. O eso creía David.

Cuando Ballesteros explicó la misión cambió de postura sin bajar los pies de la mesa y esperó las preguntas. Su hermana había sido de las primeras en preguntar y era una buena pregunta. Luego Boris preguntó; conocía al tipo de oídas. Aprovechó y miró a los demás... Su hermanita, el perrete..si tuviera más tiempo tendría un perro cyborg, pero no se puede hacer cargo de algo así... la sanitaria esa que..bueno, ya hablarían... Y Lund, que si bien era otro "humano obsoleto" al menos no era un disminuido.

-Ballesteros..si me dices que fue al agua en Castellón durante la evacuación y que ha vuelto a Barcelona...dudo que tenga las gafas encima, intenta conseguir todos los detalles que puedas de ellas y haced una réplica pasada por el lanzallamas antes de partir* - afirmó buscando el máximo beneficio- del crío ya nos encargamos nosotros... ¿dices que su baliza localizadora lo situa en Barcelona? Se ha hecho kilómetros y kilómetros ... imagino que habrá vuelto a "casa" por algún motivo de rabioso fuera de control, ¿Tenemos imágenes por satélite para confirmar que está a las afueras de Barcelona?

Eliana entró a la reunión con un café en vaso deshechable y saludó a los compañeros que conocía por su nombre. A Alezander, le llamó Alexander. No era una persona dada a usar motes. A K9 le soltó un puñado de delicias perrunas delante y le guiñó un ojo. Tenía un buen contacto en los bajos fondos y conseguir golosinas caninas era de las cosas más sencillas del mundo. No quedaban demasiados perros en la ciudad, era un mercado con mucha oferta. 

Cuando Omar dijo su discurso, Eliana sonrió mientras sorbía café. 

—Bueno, bueno, Omar, que te va a subir la tensión. O peor, te saldrán arrugas. Y la crema antiedad no está precisamente barata, ¿eh? No vayamos a tener más disgustos. 

Pero cuando la información importante empezó a fluir, los detalles del niño, el gesto de Eliana pareció volverse más serio. Hacía unas cuantas misiones que no se metían en medio de la ciudad. Esta mujer parecía tener mucho dinero, además de poseer un extraordinario curriculum. 

Se guardó sus pensamientos para ella, pero la misión claramente estaba suscitando su atención y curiosidad. 

—Me gustaría solicitar varios drones de reconocimiento para la misión. Estoy seguro de que Alexander podrá manejarlos a la perfección, ¿no es así? —se volvió brevemente buscando la aprovación de su compañero—. Eso considero que nos dará una ventaja estratégica. El número ideal sería no inferior a tres, para la triangulación del GPS del crío. 

En un contrato de estas características el tiempo máximo son dos semanas - contesta Omar a la pregunta de Alexander - O que se agoten las municiones. Lo que ocurra primero, grandullón. Y si volvéis y dais positivo en el test rápido... habrá sido un placer trabajar con vosotros, ya me entendéis.

La pregunta de David hace que Omar se encoja de hombros - Las tuvimos hasta que el chico llegó a Barcelona, pasando de un rebaño de Rabiosos a otro. Después de eso la contaminación atmosférica impidió el seguimiento visual. Todavía hay muchos edificios y mucha mierda que sigue ardiendo y los bomberos están de vacaciones permanentes.

Finalmente llega el turno de responder a la doctora Reinosa - Hoy es vuestro día de suerte: se os han asignado tres drones de reconocimiento de larga distancia, pero como ninguno sabéis pilotarlos se ocupará de ello el androide piloto que os llevará en vitol (1) a la península.

Un pequeño timbre avisa a los reunidos de la llegada de la cliente...

La señora Elgin entra en la sala, siendo recibida por un Ballesteros que parece la viva imagen de la compasión y la empatía. Incluso su pelo verde encopetado ha cambiado a un modesto color castaño oscuro y se ha reorientado en un peinado mucho más formal.

Doctora Elgin, bienvenida a Pasar Página. Permítame presentarle al equipo que traerá a su hijo. Verá que valen cada euro que ha decidido depositar en nosotros.

A continuación hace un rápido repaso de las habilidades de cada uno, exagerando lo justo para impresionar a la mujer pero sin dejar ser creíble, un equilibrio muy difícil que a Ballesteros parece salirle de forma natural. Durante todo el proceso los ojos azules de la mujer se van moviendo de una persona a otra. El aspecto de Zora es muy distinto al de los canales de streaming y los noticiarios en los que ha aparecido. Lleva un sobrio y recatado vestido negro, el maquillaje justo y el pelo recogido en una cola de caballo.

Encantada de conocerles - dice la mujer al terminar la presentación - Señor Ballesteros ¿Por qué el K9 tiene las mandíbulas bloqueadas?

Por motivos de seguridad, señora - responde Ballesteros con una cálida sonrisa. Por supuesto, no se permite caer en la trampa de preguntar cómo es que la mujer se ha dado cuenta de ese detalle - Los animales ciborg pueden tener a veces comportamientos imprevisibles.

Si es tan imprevisible no tiene sentido enviarlo a ayudar en la búsqueda de mi hijo. Mucho menos si le van a colocar un arma de repetición en el anclaje del lomo ¿no le parece? Libérelo.

Faltaría más, doctora - Aunque todo el equipo sabe que esa orden ha debido sentarle a Ballesteros como una patada en la entrepierna, la sonrisa del comercial ni siquiera titubea cuando pulsa el botón de su omnimando y las mandíbulas de K9 quedan libres de control externo.

Espero que encuentren a mi hijo. Es todo lo que me queda y lo que me permitió salir adelante en Ciudad Humana - saca de su bolsito un pequeño y reluciente chip óptico - Aquí está la clave del emisor de señales de Teo.

Le agradecemos el gesto, doctora Elgin. Pero esa clave ya está introducida en los ordenadores de a bordo del vehículo de transporte y de las armaduras de nuestros hombres.

Lo sé, señor Ballesteros. Pero para mí sería muy importante que lo tuvieran - tiende una mano con el chip hacia el equipo - Por favor. Como consideración hacia una madre desesperada...

El equipo seguía reuniéndose en la sala y K9 les recibía con una mirada atenta mientras sacudía el rabo despacio y alegre. Todos eran olores conocidos por él y por supuesto que también lo eran aquellas chuches que Eliana dejó enfrente suya. ¿Eran para él? ¿Se las podía comer? ¿Era acaso Eliana la reencarnación de una diosa a quien debía toda su fe y devoción? Acercó a toda prisa el hocico a los premios y los olisqueó como único consuelo, ya que con el hocico sellado era incapaz de darles bocado alguno.

Con la llegada de la Doctora levantó las orejas y alzó la cabeza del suelo, a ella sí que era incapaz de reconocerla con el olfato, era la primera vez que tenían contacto. No sabía muy bien lo que estaba diciendo, pero lo que sí notó era como le examinó con la mirada, pronunció su nombre e instantes después volvió a ser capaz de abrir el hocico.

- Woof...! - Ladró con aprobación, agradecido. Igual Zora también era algún tipo de deidad como Eliana...

Y sin esperar ni un segundo más bajó la cabeza y devoró los premios que tenía enfrente. Mientras comía se podía ver como sus relucientes colmillos reforzados crujían con un sonido metálico, quizá ese era el motivo por el que Omar había sellado en primer lugar la mandíbula del can...

Johan está bastante seguro de que Zora no se traga la pantomima de Ballesteros.

El corazón de la humana (a la que el sistema informático clasifica como "Clienta - No atacar") late deprisa cuando el pelo-verde-ahora-marrón le habla. Además su lenguaje corporal indica distanciamiento y desconfianza hacia él a pesar de sus palabras melosas y actitud amistosa.

Alexander está seguro de que Zora no sólo no se cree la pantomima de Ballesteros sino que además está jugando con él haciéndose la desesperada, si bien esto último no es del todo fingido. Hay una urgencia por parte de Zora de que el equipo sepa algo pero no quiere decirlo delante del comercial.

Miré a David con atención. Parecía estar como pez en el agua. Sabía que se sentía muy cómodo dentro de aquel grupo, incluso aún no habiendo coincidido todos juntos, y con aquel trabajo. Era como si hubiese nacido para ello. En cierta forma, sentía envidia por cómo era capaz de adaptarse a la nueva situación y desenvolverse con semejante naturalidad.

Después me giré para mirar a la última en entrar. Parecía ser una mujer muy segura de sí misma y que llevaba en esto mucho más que el resto, o al menos, que yo. Me generaba una sensación incómoda, quizás porque representaba todo lo que yo no era.

Pero no dispuse de mucho tiempo para seguir analizando al grupo. Ya terminaría de hacerlo durante la misión, cuando todos pudiésemos comprobar nuestras reacciones, puntos fuertes y débiles. En aquellos instantes lo único que debíamos hacer era asentir con la cabeza y asegurar que podíamos hacer lo que se nos pedía. Desde luego, disponer de tecnología nos vendría de perlas, aunque ya suponía que dispondríamos de un buen equipo. No tenía dudas de que nuestro mayor problema no sería tanto encontrar al muchacho en cuestión, sino regresar "intactos". El tiempo era dinero y dos semanas se me hacían más que suficientes para localizarlo. Traerlo... era otra cuestión.

Cuando la señora Elgin entró en la sala, el rostro del "muñeco" cambió por completo, haciendo que involuntariamente, mi rostro adoptase gesto de asco. No dije nada mientras hablaba sobre nuestras "bondades", pero me entraron ganas de decirle que intentaríamos, de verdad, y al menos por mi parte, encontrar a su hijo, aunque lo mejor sería que no volviese con vida y me sorprendía que ella misma no se diese cuenta de ello.

Pero no tardé en darme cuenta de que nadie se atrevía a contradecir a aquella mujer, y no era solo cuestión de dinero, sino de carácter. Sonreí ligeramente cuando puso en su lugar al "muñeco", obligándole a "liberar" al chucho. 

Lo que no me esperaba era que con los cuidados modales que estaba teniendo con ella, no le aceptase la clave del emisor de señales del hijo. Miré a mi alrededor, esperando ver una reacción por parte de los demás y no sé por qué me sorprendió comprobar que los miembros del equipo eran tan fríos como se esperaba de ellos, incluyendo a David. Irritada, di un paso hacia ella y le tendí una mano para coger el chip.

-Yo lo llevaré, señora -le aseguré, mirándola fijamente.

Sabía que no podía dejarme llevar por las emociones, pero aún no estábamos en el campo de batalla ni tampoco en una situación de vida o muerte. Era solo la entrevista previa, en donde debíamos demostrar que aún había humanidad en nosotros... y una prueba para aquellos que todavía no queríamos perderla.

Quizás el resto ya lo había hecho, humanos... y no tan humanos.

Cristina está bastante segura de que Zora no se cree la pantomima de Ballesteros. Le parece intuir cierto rechazo de la mujer hacia el comercial aunque ella lo disimula bastante bien.