Partida Rol por web

Sonrió ante las primeras palabras del maestre.

- Aun tiene vigor de sobra para aleccionar a muchos jóvenes. Y a mi ha conseguido arrebatarme la silla. -Bromeó con familiaridad, haciendo gestos de derrotado para después dar un largo trago a su copa. 

Agarró la nueva silla que le traían y se sentó justo para observar el olfato y gusto del maestre en acción. Su aprobación le alegró y dio un último trago, acabando la que sería su penúltima copa en esta agradable e improvisada reunión. No se olvidó de fingir cierta sorpresa al enterarse de que también se requería su presencia ante Lord Crogall.

- Me parece una grandisima idea, señora. - dijo, agradeciendo con un gesto que le sirviera de nuevo. Luego giro su atención hacia el maestre. -  ¿Y no nos brindas un adelanto? ¿son malas noticias? - era lo que siempre se esperaba ante la llegada de un cuervo, lo que se temía. 

La mujer de Galdrín empezó a regañarle nada más verle entrar por la puerta con el brazo dolorido. No paraba de repetirle que debía tener cuidado con los entrenamientos y que desde luego no entendía esas cosas de hombres como Galdrín quería llamarlas para disculparlas.

Eso sí, no escatimó en besos para la cura ni en el calor de un buen fuego en el hogar, algo de comer y un ungüento para recuperar las fuerzas y mitigar el dolor. Después algo de ternura de postre, su mujer coquetamente empezaba a dejar caer la manga de la camisa por el hombro cuando la puerta sonó bruscamente interrumpiéndoles. Era un sirviente de Lord Evan.

-El Señor quiere veros, maestro de armas Galdrín. Me ha pedido que os reunáis con él y sus allegados en el jardín.

Scarlett observó con atención a la mujer. Debía de estar muy desesperada para recurrir a ella de aquella manera tan poco digna. Le estaba faltando poco para besarle los pies. De alguna manera, aquello la repugnaba por un lado pero la henchia de orgullo por otro ya que la hacia sentir poderosa.

-Vamos, vamos, Lady Tamy.- dijo secandole las lagrimas con su delicado pañuelo. Nuestro señor ha estado muy ocupado últimamente. Estoy segura de que no os ha ignorado deliberadamente. Dejadme que hable con mi esposo a ver qué se puede hacer pero, para hacerlo, debeis contarme exactamente cuales son vuestras aspiraciones sobre el futuro de Sir Adrik. ¿En que se os ha tratado mal? ¿De que manera se os ha despreciado a vos a él?

Repetidme, si os place, la conversación que habeis tenido con mi señora suegra para que yo pueda interceder por vos y apaciguar los animos.

En realidad a Scarlett le traia sin cuidado el trato que recibiera Sir Adrik pero aquella podia ser una buena manera de averiguar como se las gasta Varya tras bambalinas y conseguir informacion valiosa sobre Adrik, Tamy y su queridisima suegra.

Al escuchar las palabras de su padre, sintió como la sangre caliente se le agolpaba en el rostro. Aunque no pudiera verlo, estaba seguro que se había puesto rojo como la grana.

Pero... Pero... No me puedo creer que por semejante pantomima me haya hecho venir...

Por primera vez sentía algo que no era vergüenza o servilismo hacia su padre... Sin duda su esposa estaba generando cambios en el joven señor. Y por fortuna su reacción podría pasar por la típica reacción de vergüenza a la que tenía tan acostumbrado a su padre.

Se levantó, rígido y con las manos aún engarfiadas en los reposabrazos de su silla. Finalmente se soltó y sin decir nada se volvió para salir al patio.

Jodido viejo chocho... ¿De qué coño va con sus acertijos? Antes no era así... Esto debe ser cosa de esa puta que le calienta la cama...

Si algo sabia aquella mujer, era que Galdrín saldría corriendo sin siquiera despedirse si se mencionaba a la familia Crogall. Y dado que parecía urgente, ni se molesto en subirse la manga, empezó a recoger la mesa y le dijo un adiós a su marido que estaba ya fuera de la casa. 

El joven maestro de armas adelanto al hombre que habían mandado a buscarlo, el cual tuvo que apretar mucho el paso, pues el maestro de armas casi iba corriendo en dirección al jardín de la propiedad del Lord. 

No tardo mucho en llegar, aunque su posición económica le podría haber puesto seguramente una casa mas lejos de la residencia de los Crogall, lo cierto es que el maestro de armas vivía muy cerca. Así no perdía excesivo tiempo en retomar el mando de sus funciones, o de ir a dormir por la noche. 

Era algo excepcional, pero cómodo. 

Entro al jardín, donde se giro para indicarle al hombre. 

Si tenéis algún otro cometido, hacedlo, luego ir a refrescar la garganta. Gracias por vuestra diligencia. 

Se volvió a girar antes incluso de que aquel joven guardia rezongara una respuesta. 

Ahora con un paso mas mesurado, camino por el jardín en busca del resto de los "congregados", pues la palabra allegados no había terminado de explicarle que tipo de reunión iba a presenciar. Pero si llamaban al maestro de armas, quizás fuera peligrosa.

El maestre apuró la copa y sonrió de modo enigmático a la pregunta de Ser Roshar. Era una sonrisa entre complicidad y secretismo que muy bien no se podía desentrañar. Algo le decía al viejo que el caballero sabía más de lo que quería hacer parecer, y sin embargo el maestre mostraba abiertamente que no quería decir más del tema, a pesar de conocer el contenido de la carta.

Se levantó con mayor agilidad de la que se había sentado para sorpresa de todos, que esperaban casi tener que ayudarle a levantarse y con cierto vigor en las palabras apresuró a los jóvenes a seguir su ejemplo.

-Vayamos a la reunión y os enteraréis de todo. -Justo en ese momento un joven sirviente entró por la puerta para hacerles saber que Lord Evan los esperaba a todos en el jardín. Era como si el viejo maestre, que miraba a Lady Varya y Ser Roshar con su enigmática sonrisa de nuevo, lo hubiera calculado todo a la perfección para poder sentarse a disfrutar de la compañía y el vino antes de que les fueran a llamar.

Lady Tamy se recompuso y volvió a incorporarse, y como si un velo se hubiera caído de su rostro y ahora volviera a colocarse en su lugar, dejó de llorar y de mostrarse tan indecorosa para recomponer su aire orgulloso y digno de señora. Fue como una rápida mascarada en la que Lady Tamy pudiera elegir mostrar sus emociones de forma deliberada. O quizá, simplemente lograra evitar mostrar sus sentimientos en publico. Ciertamente se había cuidado de que nadie la viera arrodillarse ante Lady Scarlett en ese pasillo.

-Me gustaría que mi hijo pudiera aspirar a más que ser un simple capitán de un grupo de guerrilleros de dudosa reputación. Capitán de la caballería sería más digno de su posición. Eso sería el peldaño más bajo que me gustaría para él. Pero miradlo bien mi señora, es un joven prometedor. Podría ser perfectamente la mano derecha de vuestro señor.

Una mueca de disgusto se dibujó en su rostro. -Pero esa bruja extranjera no es tan comprensiva como vos. Ella tan apenas ha escuchado mis peticiones, estaba más interesada en entablar amistad, y saben los dioses que más, con ese taciturno y extraño caballero de Ser Roshar. El cual por cierto, no entiendo como mantiene el honor de servir a esta casa después de lo que todo el mundo sabe que ha hecho en el pasado. Mi Adrik es mucho mejor caballero que ese...

La dama tuvo que interrumpirse cuando un sirviente apareció por el pasillo y se dirigió a las dos damas para hacerles saber que Lord Evan los esperaba a todos en el jardín de la fortaleza para transmitirles las nuevas noticias que habían llegado volando a golpe de ala de cuervo.

El caballero hizo la pregunta que la dama se vió obligada a omitir por educación, pero lo único que obtuvo fué una sonrisa extraña en ese rostro arrugado, de repente el Nicholas se levantó con rapidez sin acordarse de sus rodillas y propuso ir a la reunión, al acabar de hablar el maestre, el joven Samuel entró y les comunicó que Lord Evan los esperaba. Allí estaba otra vez esa sonrisa en su cara, Varya sonrió de medio lado y ladeó un poco la cabeza otorgándole el mérito que le correspondía, no era fácil saber cuánto tiempo iba a hablar el señor cuando se reunía con alguien.

- Dile al señor que ahora vamos - anunció Lady Varya al criado, se arreló el peinado con la mano libre, tomó el último sorbo del vino y dejó la copa en la mesa suavemente - ¿vamos? - dijo dirigiéndose a sus acompañantes mientras se levantaba y comenzaba a andar hacia el lugar indicado.

Cuando el sirviente aparecio Scarlett lo fulmino con la mirada. De haber tenido un latigo a mano, lo hubiera azotado por interrumpirlas asi. Que habria de verdad en las insinuaciones de Lady Tamy sobre Varya? Sir Roshar? Scarlett habia visto suficientes guerreros en su epoca junto a los Blackwood para reconocer a uno valido cuando lo veia. No le cabia duda de que era una mejor eleccion que Adrik para ese papel. 

Por supuesto, mientras ambas avanzaban hacia la sala de encuentro, Scarlett le aseguro a Tamy que intentaria ayudarla.

-No os preocupeis, Tamy. Hablare con Whalen sobre la situacion de Adrik pero ahora debo dejaros. Debo pasar un momento por mis habitaciones para cambiarme, pues acabo de llegar de montar con mi esposo y no puedo presentarme asi ante lord Crogall.

En realidad lo que Scarlett no queria era que las vieran entrar juntas pero era mejor que Tamy no lo supiera.

Aquella extraña sonrisa daba más fuerza a las sospechas del caballero. Pero decidió dejarlas de lado y no dejarse empujar por las suposiciones puestas en un mero gesto casual, podía ser cualquier cosa. Lo que estaba claro es que no sabrían el contenido de la carta por él y eso era bueno, Lord Crogall les pondría al corriente de la parte que sea necesaria para su función. 

- Vayamos.-

Repitió manteniendo la sonrisa en respuesta a la del maestre. No era la primera vez que veía aquella sincronización, pero aun no sabía si creerle capaz de calcular el tiempo justo de que dispone o si era mera casualidad. Quizás en algún momento debería indagar mas, incluso podría serle útil conseguir dominar ese don. 

Agarró la copa para dar un último y gran trago antes de levantarse con parsimonia, dejar la copa sobre la mesa y comenzar a caminar tras la estela del maestre. Aunque no sin antes ceder el paso a Lady Varya, en un intento por evitar la torpeza habitual que demuestra en la etiqueta. 

El jardin de la familia Crogall era un pequeño oasis de vegetación en el interior de la fortaleza y que contrastaba claramente con la flora regional de los Tearswamp, los dominios de la familia. A pesar de que el río Lágrima bañase con su abundante caudal las tierras de los alrededores, éstas eran poco consistentes y el paisaje se convertía casi en su totalidad en pantanos y ciénagas. A excepción de algún bosque de coníferas donde la tierra era más solida, o algún cambio en la morfología del terreno donde se levantaba el pueblo de Heavy Bridge.

El jardín de los Crogall era todo lo contrario, grandes enredaderas sureñas de hojas anchas y verdes, césped en el suelo y flores en los laterales, pegadas a los muros. Una gran mesa donde se podía cenar en las calurosas noches de verano ocupaba el centro del pequeño jardín y un toldo de seda blanco la protegía del sol. Era un remanso de paz y tranquilidad, como transportarse a los palacios de Dorne o a las mansiones de los magíster más allá del Mar Angosto.

Lord Crogall los había reunido allí, y poco a poco fueron llegando al jardín. El primero en llegar fue Galdrín Tormenta, aunque pronto lo hicieron también Lady Varya y Ser Roshar junto con el Maestre Nicholas. Algo después llegó Ser Adrik Crogall y junto a él entró su madre, Lady Tamy. Por último llegaron Whalen y Lady Scarlett, junto al escudero de éste, Wilfred.

Ser Roshar apuró su copa también y tras levantarse le cedió el paso a lady Varya, el maestre viendo que estaban todos dispuestos se dirigió, con bastante rapidez dada su edad, hacia el gran jardín del castillo. El jardín donde hace ocho años la vida de Varya pasó de ser nadie a ser la esposa del señor de Tearswamp, dónde encontró una familia, con sus más y sus menos, pero su familia.

Una sonrisa involuntaria apareció en su rostro cuando le vinieron a la mente tales recuerdos, su vista se desvió hacia la pared norte, con sus enredaderas y los macizos de flores enmarcando un bello cuadro que a día de hoy todavía perduraba en su mente, con un parpadeo rápido alejó esas imágenes y se centró en el asunto que la ocupaba ahora. Un cuervo importante ha traído noticias, ahora escuchemos cuáles son.

Lady Varya entró al jardín detrás del Maestre Nicholas y sólo un paso por delante de ser Roshar, paseó la vista por la zona y una pequeña sonrisa iluminó su cara, su mirada se detuvo en el único ocupante del recinto, el maestro de armas había sido el primero en llegar a la reunión, y se dirigió hacia él.

- Maestro Galdrín, - saludó inclinando un poco la cabeza, ligeramente de lado - veo que no somos los últimos. Será mejor que nos sentemos - añadió dirigiéndose a todos.

Se acercó a la silla que quedaba enfrente de la entrada, para no perderse detalle de quién entraba, y cuando Samuel le apartó la silla se sentó con delicadeza.

Varya estaba sentada a la gran mesa en la silla frente a la entrada, recostada en el resplado su brazo derecho reposaba sobre el regazo oculto a la vista, y el izquierdo se apoyaba en el codo mientras con su mano acariciaba la mejilla. Su mirada se iba deslizando despacio desde la entrada, pasando por las caras de sus tres acompañantes, hasta la entrada de nuevo. Esperaba la llegada de todos pero especialmente la de Lord Evan, tenía ganas de saber cuáles eran las noticias tan importantes que había traído el cuervo.

Como gustéis. 

Fue la escueta respuesta del maestro de armas, que tras sentarse un momento.

Parecía que iba a quedar así, pero tras unos breves instantes se podía oír como el hombre se movía a un lado del asiento, buscando una postura cómoda, luego a otro, instantes después a otro, y así durante un minuto o dos, tras lo que decidió ponerse de nuevo en pie. 

Mi señora, si me disculpáis, me temo que soy trasero de mal asiento, y no aguanto sentado. 

Si me lo permitiese, preferiría esperar de pie. 

Inclino la cabeza, y bajo la vista al suelo. Puede que ella no fuera el Lord del castillo, pero era la señora, y le debía mostrar sumisión. Aunque cuando sus palabras hubieran sido tan mundanas como toscas. 

Nuevamente se coloco cerca de las sillas, y permaneció como al principio, de pie. Con el semblante inmutable, esperando la reunión que debía de tornarse. 

Justo en ese momento y antes de que pudiera decir nada, si hubiera querido a su amigo Roshar, entro por la puerta Lady Tamy Crogall, acompañada de su hijo. 

No torció el gesto o frunció el ceño, pero Galdrín tomo mas aire al verla aparecer. Bajo la cabeza en señal de respeto y dejo espacio para que la noble señora tomara asiento sin incomodandola lo menos posible. A ser Adrik a su vez no le dijo nada, y nada debía decirse. Eran compañeros de armas, pero él muchacho era un noble y el maestro de armas, un vasallo. 

Empezó a preguntarse que clase de reunión era aquella, y para que había sido llamado. Esperaba algo mas, marcial, por denominarlo de algún modo. 

Cuando entro Whalen Crogal seguido de su espesa. Saludo igualmente con la cabeza, y en silencio. Y dejo que se posicionan dentro del jardín a su conveniencia. 

El maestro de armas, siempre firme, y con los brazos cruzados sobre el pecho, estaba en una posición incomoda, sin duda, y difícil de aguantar durante mucho tiempo, incluso para gente bien musculada. Pero o bien estaba sobradamente preparado para estar así, o bien no pensaba dejar que se le notase. 

Donde si se detuvo algo mas de tiempo su mirada fue en el joven del señor Whalen, Willard Camfrid era un muchacho menudo y algo torpe, pero esperaba que el trabajo duro y el esfuerzo hicieran del joven al menos un buen escudero. Hoy había recibido una cansada y dolorosa lección. 

Con suerte, en un par de días recibiría la siguiente. 

Scarlett entró junto a Whalen en último lugar y observó a todos los presentes mientras exhibía su sonrisa habitual. Allí estaban todos los Crogall. Sin duda, lo que tuviera que anunciar Lord Evan era importante. El marco elegido para ello asi lo revelaba. Aquel jardin le recordaba a sus visitas a Aguasdulces y a las partidas de cartas en verano, bajo la sombra de los castaños. En seguida noto su humor mejorar. 

Cuando llegó la hora de sentarse, en lugar de hacerlo ala derecha de Whalen, se coloco a su izquierda, de modo que se encontro entre su marido y Varya, a quien dedico una sonrisa y una caricia en la mano que descansaba en su regazo.

-Hola! - le susurro.

Scarlett se sentó muy recta apoyando la espalda en el respaldo de su silla, de modo que su hermoso vestido de corte sureño y de colo azul marino, enmarcara su palido pero voluptuoso pecho y quedara a la altura perfecta para que Whalen se fijara en él.

Lady Tamy entró todo digna, con la cabeza levantada con orgullo. Vestía de verde esmeralda, como solía hacerlo siempre. La mayoría de los vestidos de la señora eran todos del mismo color. Fue algo tosca con los allí presentes y sólo tuvo una sonrisa de afecto para Lady Scarlett, a quien incluso le dedicó una ligera reverencia con la cabeza.

Algunas arrugas surcaban su rostro delatando así que la edad no había pasado de largo a la anteriormente bella señora, sin embargo conservaba casi intacto el color de su melena castaña y la delgadez de su juventud. Al cuello llevaba su cadena con el verde medallón que siempre lucía. Lo acarició ligeramente y se sentó al otro lado de las damas importantes de la casa. Hizo un gesto a su hijo para que se sentara a su lado.

Ser Adrik entró acompañando a su madre, la llevaba cogida por el brazo hasta la puerta, donde ella se separó para buscar asiento. Él saludó a Galdrín con afecto y después fue a sentarse junto a Lady Tamy. Vestía con sus ropas de noble, y había dejado las armas y la armadura en su habitación.

Ser Adrik era un joven de buena presencia, de ojos marrones y rizado pelo negro como el azabache, delgado pero de hombros fuertes y espalda ancha, vestido de azul resultaba muy galante. Sin embargo era demasiado serio y callado, muy reservado y con una especie de aura de tristeza que le acompañaba continuamente.

Se sentó en silencio junto con su madre y aguardó a que Lord Evan apareciera. Sin pronunciar palabra, escuchando sin mostrar interés las conversaciones banales del resto de invitados.

Whalen entró en el jardín, tomando delicadamente la mano de su mujer, esforzándose por mostrarse galante y educado, como deseando desmarcarse de las toscas tierras que lo habían visto nacer y crecer.

Un Crogall también puede ser civilizado...

Se repetía una y otra vez. Su esposa Tully era un recordatorio constante de lo que se esperaba de él, y no quería defraudar a nadie. Ni a su pueblo, ni a su padre... ni a su esposa. 

Su mente divagaba sobre las enigmáticas palabras de su padre y se sentía, una vez más, un imbécil, pero no dejaba de autoconvencerse de que aquello debía terminar.

Dejó tantos pensamientos para más tarde y respondió, algo tarde, al saludo silencioso de Galdrín con una cortés inclinación de cabeza hacia el joven maestro de armas. Se le veía algo desubicado y eso le reconfortaba íntimamente. No era el único.

Saludó igualmente a todos los presentes,a medida que pasaba por su lado, con una leve inclinación y cuando se iba a colocar entre su madrastra y su mujer, ella se escurrió entre ambos, sentándose en el otro lado. Suspiró aliviado por no tener que intercambiar más palabras que las justas con lady Varya.

Al sentarse se percató, como no podía ser de otro modo, del generoso busto pálido de su esposa, que subía y bajaba, provocador, con cada respiración de ella, por lo que se esforzó por mirarse la punta de los dedos de sus manos, para no ser grosero y dejarse llevar por las bajas pasiones en tan augusto lugar. El jardín de su familia era el único lugar donde uno parecía transportarse a un mundo de distancia de las húmedas y lóbregas tierras Crogall.

Miró a su padre, a la espera de su anuncio, con algo de tristeza en su mirada.

El sirviente entró para informarle de que ya estaba formado el conclave. Se levantó y dió instrucciones de que ser sirviera vino tras el anuncio.

Mientras caminaba hacia el jardín recordó lo mal que empezó el día. A simple vista podria parecer un señor que paseaba tranquilamente por su fortaleza, pero la realidad era algo más cruda. Sabia que así era la mejor manera de disimular su cojera.

Le costaba quitarse de la cabeza la idea de que algo no iba bien. Nada salió com el queria. Desde hace unos días se repitió a si mismo como sería una conversación sincera con su hijo, una conversación de igual a igual, algo que nunca, ni por asomo, pudo tener con su padre. En todo caso recibió la misma dureza de las piedras de Heavybridge.

Puedo ver al fondo el acceso al magnífico jardín que sus antepasados habían construído para deleite de todo aquel que residiera en al fortaleza. Un lugar de reflexión y ambiente intimo. Cayó en la cuenta de que no habia tenido noticias de su actual esposa. Por muy servicial que fuera siempre intentaba disimular su curiosidad. A medida que se acercaba aceleró un poco el paso dejando ver claramente su limitación.