Partida Rol por web

-Mucho me temo, mi querida dama, que los cónclaves de maestres carecen del espectáculo y la elegancia de otros actos del torneo. Además de que suelen tratarse de aburridas y largas exposiciones de temas que en su mayoría carecen de interés para los que no son duchos en la materia. He de confesar que algunas veces hasta yo me aburro. -Dijo esto último bajando la voz en tono de confidencia. -Yo estaría encantado de llevaros, pero además de todo lo dicho, hace falta ser maestre de la orden para poder asistir.

-No obstante si os place conocer lo que allí se dice puedo teneros informada. 

Lady Varya asintió lentamente mientras el caballero explicaba sus condiciones.

-No os preocupéis por la compensación, me gusta contentar a mis amigos. Podríamos comenzar por que vos seáis mis ojos y oídos con los caballeros del torneo, hay sitios donde una dama no debe entrar... me gustaría saber puntos fuertes y debilidades de ciertos caballeros, y todo lo que se diga de mi casa por supuesto. -la dama se llevó a los labios la nueva copa que le habían traído con el vino de Dorne y lo miró apreciativamente tras probarlo -Muy buena combinación, me encanta que sobresalga el sabor a canela.

El caballero miró a la dama por unos segundos manteniendo la vista clavada en los ojos grises de la mujer del otro lado del Mar Angosto. Después agachó la mirada hacía la espada que todavía descansaba sobre la mesa y deslizó sus dedos suavemente por la hoja de acero valiryo hasta llegar al pomo de la espada. La tomó con firmeza y seguridad y la volvió a envainar.

-Ciertamente sería un trabajo fácil para mi. Puedo escuchar y mantenerme atento sin que nadie sospeche de que la información que recabe irá para vos. Y me será todavía más sencillo indicaros sobre los caballeros del torneo. Pero espero un pago acorde a mi trabajo.

- Y bien, ¿a qué nombre es al que debo prestar atención?

Mi señora...

Dice tomando la mano de su esposa y posando un suave beso en ella antes de salir del pabellón, dejando a su mujer con el viejo maestre.

Whalen sale fuera del pabellón. Le apetece tomar el aire después de lo hablado dentro. Un ambiente demasiado cargado para su gusto.

Una vez fuera aspira el aire del campo con fuerza. Huele a mierda de caballo pero le gusta más que le hedor de las callejuelas de Desembarco. La mierda de caballo es el olor que acompaña a los señores. El olor fetido y dulzón de Desembarco es el olor de la corrupción y la decadencia. Miles de desposeídos se acumulan en Lecho de Pulgas, generando ese hedor insoportable.

Deja salir el aire de sus pulmones con hastío. Busca a Galdrín con la mirada, que debe estar por las cercanías para saludarle con un gesto... 

Ser Roshar debe estar dentro con mi padre. Conspiraciones y más conspiraciones... Qué asco. Como me apetecería que emepara ya el torneo, acabar y volver a mi feudo. Y no pisar Desembarco nunca más... Aunque a mi mujer le sienta bien venir... Y quizás hay zonas que no huelen tan mal... Aunque no no creo que mi bolsa se lo pueda permitir.

Galdrín levantó la vista del trapo con el que limpiaba su espada y se encontró con Ser Roshar.

-Tampoco del todo bien. -Metódicamente guardo todo el equipamiento e inspeccionó los alrededores, se había abstraido un poco en sus tareas pensando en lo hablado en la reunión.

Volvió su vista otra vez al caballero.

-Si, por hoy creo que ya he acabado. Lady Scarlett parece haber ido con alguno de los hombres hasta la posada sin mi. -Una sonrisa delataba que aquel hecho no acababa de desagradarle al maestro de armas. -Vamos a por esas jarras, tu diriges conoces esta ciudad bastante mejor que yo.

Se levantó y habló con uno de los hombres que se habían quedado en el campamento.

-Voy a escoltar a Ser Roshar en sus quehaceres asegurate durante mi ausencia de que todo miembro de la familia va con escolta en todo momento.

Se ató el cinto de la espada y se unió a Ser Roshar que ya se movía.

Ser Roshar alzó los hombros, sin saber si su amigo sabía cual era el motivo oficial de la reunión que acababa de concluir. Pero como el tema no fue a más no le preocupó con urgencia, ya se lo concretaría. Por si acaso, pues al caballero no le gustaba dejar cosas al azar. 

- ¿Así que tú serás el encargado de vigilarme? - sonrió divertido.

Enseguida se puso a hablar de lo mal que olía Desembarco, del mal vino que había tenido que tragar en numerosas posadas y de la más que interesante afluencia de gente de todos los rincones, con mujeres exóticas para todos los gustos. Aliñó su conversación con chistes sacados del repertorio de los aficionados a la bebida que se había encontrado a lo largo de la noche, limitándose a temas de poca importancia hasta que estuvo seguro de que podía hablar sin ser escuchado. Para ello guió el trayecto por puntos donde pudiera comprobar si estaban siendo seguidos, y después escogió cruzar una zona aislada para llevarle al "mejor antro de la ciudad". 

- Hay que asegurarse de que el testigo no es uno de los nuestros.- se detuvo un instante, como si estuviera muy emocionado por el tema que estaban tratando aunque debiera parecer tan intrascendental como el resto de la conversación. - ¿Puedes encargarte? - Había que asegurarse, eso pensaba el caballero. 

La dama siguió los movimientos de ser Gennady, tenía que pensar en ofrecerle un puesto dentro de la casa pero ella de esos temas sabía poco -Quizás capitán de infantería... o de la guardia personal, podríamos escoger a unos pocos para ese cometido, aunque quizás se tomen a mal que un extranjero los comande- Varya bufó mentalmente, lo tendría que hablar con Evan.

-Lugus, Dannet, Archay, Woods... Lannister -lady Varya esperó por la reacción a sus palabras, si el caballero daba muestras de reconocer a algún apellido y si esa reacción era favorable o contraria.

Hasta lueguito mi querido Whalen.  Cuídate por favor.  Sobre todo de las pelirrojas, le dijo con un guiño.

Bien Maestre, pues es una costumbre que hay que cambiar.  Soy de la idea -oh, oh, cuando una Tully comienza con esa frase...- soy de la idea de que debe haber una parte de su cónclave donde se invite a la nobleza a escuchar un resumen de sus debates y discusiones, traducido claro, a los de pobre entendimiento y a las mujeres. 

Vayamos pues a conocer el lugar.  Le pediré que me solicite una audiencia con el Contra-maestre o cómo se llame su más elevado co-ordenador.

 Buscó con sus bellos ojos verdes a aquel Maestro de Armas. 

Galdrín, oh, ahí está usted.  Pensé que se había ido ya. ¿Nos acompaña?  

No vamos a la posada, ¿como cree?; después de los viajes sólo los borricos quieren descansar. 

El tema de la muerte de aquellos dos mensajeros, que su suegro había ordenado por orgullo herido, le rondaba la cabeza todo el tiempo.  Le angustiaba como un dolor en la parte alta del vientre.  ¿Que sería lo justo que debiera pasar?  Claro, si es que la Justicia fuera algo más que una mendiga ciega guiando sus pasos entre los callejones de Desembargo usando como su bastón una espada oxidada. 

El maestro de armas siguió al caballero y le respondió con una sonrisa.

-Así es amigo mio. Necesitas ser vigilado y por los mejores de los mejores.

Escuchó las quejas de Ser Roshar añadiendo pequeños comentarios intrascendentes hasta que llegó al tema que quería tratar. A Galdrín no le sorprendió que, en realidad, el caballero buscase algo pero si lo hizo su afirmación. La posibilidad de que el testigo fuese un miembro de la comitiva ni se le habia pasado por la cabeza.

-¿Tienes a alguien concreto en la cabeza?

Pensó en las personas presentes durante el enfrentamiento. Quitando las que se acababan de reunir en el pabellón, solo quedaban los hombres de armas y Covern. Confiaba en sus hombres, pero a pesar de todo no le costaría nada comprobar cuando habían tenido sus ratos libres cada uno e intentar averiguar en que los habian empleado.

Sin embargo el cazador... hacia tiempo que el maestro de armas no lo veía. No estaba a sus ordenes por lo que no se había molestado en mantenerlo controlado.

-Puedo encargarme pero tendremos que ser discretos, lo último que necesitamos ahora es a los miembros de la casa sospechando unos de otros. ¿Esta al tanto Lord Evan?

Galdrín intentó mantener una postura tranquila como si conversase de temas cotidianos. No sabia si lo estaba consiguiendo.

El maestro de armas entraba en el campamento meditabundo y cuando vió al heredero de la casa que parecia estar pensativo.

-Buenas tardes Whalen. ¿Seguis dandole vueltas a lo comentado en la reunión? -Le interesaba saber que opinaba sobre los temas tratados sin la presión de su padre encima.

Mientras el heredero le respondía observó a los hombres presentes en las cercanias e hizo recuento con todos los que debían estar escoltando a los miembros de la casa.

Whalen miró al maestro de armas con el ceño fruncido, recordando las palabras del maestre.

Mmmm... Sí. Es un asunto espinoso. Deberemos esperar a ver que descubre ser Roshar sobre ese providencial testigo antes de decidir qué hacer al respecto...

Entonces aparece su esposa, saliendo del pabellón, buscando a Galdrín, sin duda.

Vigilad a mi esposa, Galdrín. Se le ha metido en la cabeza que hemos de confesar el asunto Claviger para así demostrar nuestra inocencia en el asunto de los campesinos... Ya le he intentado hacer cambiar de opinión pero ya sabéis como es... Por favor, si podéis evitar que hable con quien no debe será muy importante para nuestra casa.

Whalen dejó de hablar con Galdrín en cuanto vio acercarse a su esposa hacia ellos, cediéndole la palabra, cortés.

Mi señora... Jamás me cansaría de despedirme de vuestra hermosura... Me encantaría estar despidiéndome de ella todo el día, para así jamás acabar de separarme de ella... ¿habéis pensado en hablar sobre ese asunto de la grasa en el cónclave? Seguro que gente tan versada puede darnos una opinión más... erudita del tema.

Y de esta manera le volvió a besar la mano con delicadeza.

Os veré después de cenar, mi señora o... Si gustáis, he quedado para cenar con cierto caballero dorniense. En la propia posada. Es un caballero virtuoso y educado...

En el mismo momento de decirlo ya se estaba arrepintiendo. No podía compararse en gracia con aquel gallardo caballero errante. El mal ya estaba hecho, y era muy posible que se sintiera a gusto con la conversación de aquel dorniense. Siempre tenía oído que las novedades agradan a las damas.

Tras lo cual se despidió de su esposa y del maestro de armas, llevándose a uno de sus hombres con él.

Ser Roshar asintió. La última pregunta formulada por el maestro de armas no le pareció muy apropiada, hasta podía haberse ofendido si no estuviera más que acostumbrado a la desconfianza. Pensó que si hasta Galdrín albergaba dudas estaba haciendo bien su función. 

- Espero que no sea ninguno de ellos. Quizás Covern, ya que no tiene la misma vinculación con la familia. Aún así, no debes precipitarte asumiendo a ninguno como culpable. - 

El caballero intentaba no sentenciar a nadie sin pruebas, pues podía arrastrarle en pos de suposiciones falsas que respaldaran su teoría. De la misma forma esperaba que pudiera trabajar su amigo, aunque Covern tuviera muchas papeletas, no sabían si había sido alguien de la comitiva. 

- Informame si descubres algo. - aquella petición no impedía que también informara a Evan, Ser Roshar solo quería contar con la información cuanto antes por si debía hacer modificaciones en sus planes. O plantearse alguno nuevo. Se echó a reír, fingiendo que trataban otro asunto. - ¿Qué tal si aguardo en la posada más cercana a los guardias que deben sustituirte en mi vigilancia? - Tanto el maestro de armas como el caballero tenían respuestas que conseguir. El tiempo de espera tendría que ser suficiente para que Ser Roshar pudiera reunirse con sus agentes y recibir a sus nuevos vigilantes con una jarra en la mano. 

Galdrín asintió ante la petición del joven heredero y luego observó como se acercaba su esposa. Mantuvo su semblante lo más impasible que pudo ante el "elaborado" cumplido de Whalen y respondió a las palabras de Lady Scarlett.

-Por supuesto mi señora, le acompañare a donde necesite con mucho gusto. -Se despidió del heredero y le hizo un gesto de agradecimiento con la cabeza al hombre que le escoltaría. Si seguian así mucho tiempo, cada uno descubriendo la ciudad por separado, tendría que encontrar la forma de conseguir más hombres de confianza puesto que los que habían venido desde Tearswamp se agotarían rápidamente a este ritmo.

Con otro gesto de la cabeza se despidió del Maestre Nicholas y aguardó a que la joven esposa del heredero estuviese lista.

-Cuando usted desee milady. -Sin mucho entusiasmo le ofreció el brazo, aunque no estaba seguro de que aquel fuese el gesto correcto en ese momento.

El maestro de armas asintió ante las palabras de ser Roshar.

-No te preocupes, indagaré con cuidado. -No le sorprendió que ninguna de sus dos preguntas fuese respondida de forma clara, a menudo parecía que el caballero custodiaba la información como un tesoro del que no quisiese desprenderse. -Te informaré de todo lo que descubra. -No era una tarea que le agradase, primero por su tipología y segundo por los objetivos; sin embargo, el maestro de armas comprendía la importancia de descubrir quien era el testigo, sobretodo si era alguien de la propia casa.

Finalmente Galdrín sonrió ante la petición del cabalero. -¿Tan rápido quieres deshacerte de tu carabina?. -Con un gesto mas serio  miró el lugar donde se encontraban y añadió en un tono más bajo.- Ten cuidado, nuestros enemigos ya nos han atacado antes y no solo con acusaciones o falsos rumores. -Acto seguido tendió la mano al caballero y regresó de vuelta al campamento

Pues vamos al cónclave de maestres.  Buscaré la manera de entrar.  Si a Nicholas le hago pasar penas, mejor que se vaya por su lado y diga que no me conoce.  

Y tu también Galdrin, si quieres puedes ir a descansar a la posada.  En la ciudad y en abierto no corro ningún peligro. 

Ser Roshar no hizo perder más tiempo a su amigo. Sonrió ante su pregunta, le indicó el nombre de la posada, le dio unas breves indicaciones de su situación, estrechó su mano y se despidió. Ambos tenían una agenda apretada.

- Ten cuidado tu también. - Fueron sus últimas palabras antes de separarse de Galdrín en dirección a la posada mencionada. Era consciente del peligro que corrían, aunque pensaba que cualquier otro miembro de la familia afrontaba mayores riesgos que él. Al menos hasta ese momento. Fuera como fuera, no solía bajar nunca la guardia. 

La posada no había sido escogida al azar. Ser Roshar, que se imaginó una visita atareada a la capital, aunque ni por asomo la situación actual, había tenido en cuenta que su necesidad por acceder a la información que manejaba su red de espías podía surgir en cualquier momento. Por ello, como en otras ocasiones, había concretado un punto de encuentro, aquella posada. En él debería estar uno de los dos miembros con los que él tenía contacto, al menos desde su llegada a la ciudad. Le gustaría limitar el trato para verse sólo con Rata, pero era un gran activo como para mantenerlo sentado en una posada esperando a entregar su informe y en circunstancias donde se aceleran los golpes entre casas era necesario disponer de un canal rápido de comunicación. Cualquier dato nuevo podía ser crucial. 

Tomó asiento en una de las mesas esquinadas, apartado, y pidió una jarra de cerveza. Ya había pasado por allí la noche previa, por lo que no debía parecerle raro a nadie verlo por allí. Tampoco interesante, puesto que no había hecho nada que lo diferenciara del resto de clientes. Las tardes solían ser tranquilas, con poca afluencia de gente, pero las noches conseguían atraer a un buen numero de personas con montones de historias que contar. Eso permitía al caballero aprovechar las horas bajas para recibir información de su contacto de manera sutil y con escasos testigos y que éste pudiera hacer su trabajo cuando el hueco libre en el salón empezaba a escasear. 

El caballero echó un vistazo alrededor mientras bebía de la jarra menos de lo que parecía. Alzó la voz para contar una historia sin relevancia sobre un músico que había engañado y robado a una familia noble y de cómo contaban que se las había ingeniado para ello. Era una historia divertida que había ido usando, junto con otras, para simpatizar en diferentes entornos. Le parecía mucho menos sospechoso el hombre que entra en la posada y comparte un relato con el resto de parroquianos que la silueta misteriosa que busca un asiento entre las sombras. El mostrarse agradable también ayudaba a que alguno de los presentes, como su agente, pudiera sentarse junto a él para compartir cuentos y reír juntos. 

Ser Roshar tenía en mente la pregunta más prioritaria: ¿Quién era el testigo de los Claviger? Era necesario saber quién y qué sabía para poder decidir el plan de actuación. Hasta entonces estaban bloqueados, a menos que asumieran un riesgo desconocido. Ignoraba cuanto habían podido avanzar sus agentes en las distintas direcciones que les había marcado, y en otras que podrían haberse encontrado en el ejercicio de sus labores, y prefirió no crearse ninguna expectativa. Tendría que trabajar sobre los datos que tuvieran hasta el momento. Escucharía lo que su contacto creyese importante, preguntando además qué sabía sobre los Lugus y Lord Archay, siempre que le diera tiempo antes de que los guardias de la familia llegasen y tomaran puestos muy próximos a él. Con suerte se sentarían en una mesa distinta, respetando su conversación. 

El caballero también deseaba aprovechar la situación para preparar su inscripción al torneo. Aún no estaba decidido, pero plantearía los preparativos. Ordenaría a su red que le inscribieran al día siguiente a menos que hubiera una contraorden por su parte y que consiguieran el equipo necesario, con el emblema de un zorro. No tenía que ser el mismo que el del Caballero Zorro, pero sí lo suficiente parecido como para sembrar las dudas entre el gentío. El oro necesario lo haría llegar a través de Rata en cuanto pudiera encontrarse con él con discreción. Pues le parecía demasiado arriesgado hacerlo en la misma posada. 

Tras parlamentar con el espía y con varios clientes más, lo que le servía tanto para disimular como para enterarse de nuevas noticias, el caballero tenía pensado juntarse con sus vigilantes y abandonar la posada. Pasaría por otra, donde no llegaría casi a beber y hablaría con cualquiera que estuviera apoyado en la barra, contando de nuevo alguna de sus curiosas historias. Perdería un poco el tiempo paseando por Desembarco del Rey y tomaría rumbo a la posada en la que se alojaba la familia para comer, ya fuera solo o junto a ellos. En ese momento podría enterarse de lo que hubieran descubierto el resto de miembros de la familia, como de las pesquisas llevadas a cabo por el maestre. 

La tarde la aprovecharía para acercarse hasta el lugar donde se registraban las inscripciones al torneo, donde podría descubrir quienes eran los participantes alegando que estaba pensando en apostar, y para enterarse de si la prostituta que había llamado su atención, sofocándolo, se encontraba por el burdel. Solicitaría sus servicios para tantearla, pero hablando directamente con ella. Por último, y si tenía tiempo antes de la reunión con el joven Lugus, a la que pretendía estar más que puntual, se pasearía por entre las carpas de las distintas casas. Le interesaba conocer a los distintos contendientes, y confiaba en poder captar alguna noticia jugosa. 

Willard! Willard! Acompáñanos... Vamos a ir por la esplanada de los torneos... E intentaremos sacar algo de un caballero traidor al rey conocido como Caballero Zorro... A ver si a alguien le suena el nombre de ese tunante...

Comenta el heredero, cerca de su esposa y de Galdrín, antes de alejarse junto a su escolta por la zona de las tiendas y entrenamientos del torneo.