Partida Rol por web

Ser Roshar colaboró para que la conversación se prolongara, interpretando el papel que había elegido hacía tanto tiempo para desorientar a cualquier enemigo de la familia. Continuó los temas que Evan proponía, manteniendo una conducta sumisa ante sus reproches a la par que deslizaba entre sus palabras agravios velados que no compartía. 

El caballero mostró un gesto de hastío cuando se le encargó preparar los caballos. Aquella no era tarea para alguien de su posición. Al menos ese pensamiento fue el que pretendió transmitir. Se levantó, sin emitir más protesta, y se dirigió hacia los establos. Al percibir como Lord Evan seguía sus pasos, con la aparente intención de comprobar que obedecía sus ordenes con diligencia, su mueca se agravó fuera de la vista de su viejo amigo.

Aceleró el paso para llegar a los establos farfullando para sí mismo, ignoró al mozo de cuadras y se dirigió hacia los caballos de la casa, sabiendo que Evan llegaría tras él. Comprobó que no hubiera nadie más en las cuadras* y se aseguró de controlar los movimientos del criado, para que no pudiera captar ninguna palabra importante. Entonces, cuando Lord Crogall alcanzó su posición, transformó parte de sus balbuceos en información útil, intentando variar lo menos posible su cadencia para que no se notara la diferencia. 

- ...a limpiar los caballos como si fuera un mero sirviente. Se dice que Lord Claviger tiene un testigo sobre el asunto de su hijo, intento descubrir quien. Yo, que procedo de una estirpe plagada de honorables caballeros. - Hablaba mientras preparaba los caballos, como si aún no hubiera sentido la presencia de su señor. - Aún no hay acusación ante el rey pero ambos rumores se fortalecen entre sí. Ganaré el torneo y les callaré la boca. Mis hombres están extendiendo la verdadera historia y buscando a testigos fiables. - Evan podía imaginarse a que tipo de testigos se estaba refiriendo, puesto que era imposible, al menos en el caso Claviger, encontrar uno real. - Lamentará no haber apostado por mí. También están indagando sobre el paradero y fortuna de Iris Dannet. - 

Ser Roshar posó los ojos en Lord Crogall. Enmudeció y se quedo paralizado. Fingió cierto temblor y, en una voz más clara, se disculpó con inquietud. 

- Ruego su clemencia, mi señor. Yo... yo... no hablaba en serio... no estoy en condiciones esta mañana... Yo... - se inclinó repetidas veces. - Lo lamento profundamente, mi señor. No debería dejarme llevar... -

Consideró que había transmitido los puntos relevantes a su señor y cerraba el encuentro como pensaba que el mozo de cuadras, o cualquier otro espectador de la escena, podía esperar. En aquel momento Ser Roshar aguardó alguna posible indicación que Evan quisiera que tuviera en cuenta en su cometido antes de retirarse con un "Los caballos están listos, mi señor". Desembarco del Rey no dormía y el caballero tenía que continuar con sus labores.  

Se mantuvo inclinado ante su señor hasta que este permitió que se retirara. Tendrían que concertar otra reunión con mayores garantías de intimidad para que el caballero pudiera explicar las distintas vías de actuación que contemplaba más plausibles y Evan decidiera cual seguir, estuviese entre las expuestas o no. Hasta que se celebrase el encuentro Ser Roshar continuaría en su intento por acumular información. Cuanta más obtuviese más posibilidades de éxito tendrían sus acciones de respuesta.

Regresó a la posada farfullando de nuevo. En esta ocasión sus palabras eran ininteligibles, pronunciadas con un hilo de voz, casi entre dientes. La expresión de molestia impresa en su semblante empujaba a pensar en el tipo de improperios que abandonaban su boca.

Tomó asiento en una mesa libre y pidió una jarra de cerveza. Pretendía ir mejorando su humor tras unos tragos. Se resistió a realizar una panorámica para detectar posibles fuentes de información. En esa ocasión, al haber escenificado la farsa junto a su señor allí mismo, se inclinó por tomar el papel de cebo. Su intención era atraer a cualquier interesado en los asuntos de la familia Crogall a su mesa para que intentara sonsacarle información, aprovechando la situación y su aparente actitud vulnerable en su favor. Era una maniobra muy útil que evitaba tener que localizar a quienes poseían información, ya que ellos mismos solían retratarse, y se valía de la sensación de ventaja con la que solían abordar para conducirlos en la dirección deseada. Por contra era más complicada que ofrecer las monedas de manera directa.

Alzaba la vista de vez en cuando sin mirar ningún punto concreto. Situaba a los presentes y sus movimientos con la vista periférica mientras, dando buena cuenta de su cerveza, fingía estar absorto en sus propios pensamientos. Si nadie picaba el anzuelo tendría que ser él quien buscara un acercamiento sutil. Pero antes de pasar a la ofensiva demostraría la paciencia de los Crogall. 

El caballero notó a su espalda una sombra que se inclinaba sobre él y una presencia que se colocaba justo a su par. Pensó que el plan de colocarse como un cebo en medio de una charca de peces había resultado a la perfección. Una mano suave recorrió su brazo y se colocó en su hombro. Una voz suave y dulce se dirigió a él.

-Qué triste estáis, mi amor. Tal vez necesitéis que os quite esas penas. - A su lado, acariciándole el brazo, había una joven muchacha de ondulada melena cobriza y sonrisa pícara, con un pronunciado escote y un atractivo físico muy notable. Sugirió que por unas pocas monedas podrían pasar un buen rato.

Ser Roshar descubrió en ese momento que su plan tenía un ligero fallo que no había tenido en cuenta por desconocimiento del lugar. Aquella taberna era una extensión de un prostíbulo cercano, el Manantial de Jade, donde las chicas paseaban y proponían sus servicios a los viajeros fatigados y a los parroquianos habituales de la posada. No es que despreciara los conocimientos de una prostituta, pues en anteriores ocasiones le habían demostrado ser conocedoras de una gran cantidad de información muy útil, pero no era lo que él tenía en mente cuando decidió colocarse a la espera de que alguien le abordara.

Mientras hacía un par de preguntas sutiles a la chica para comprobar si sabía algo interesante recorrió con la vista la escena. El grupo de hombres dirigidos por el fornido caballero, que tanto ruido y estrépito montaban, seguían a lo suyo que era beber y mofarse del otro miembro de su Casa, quién aguantaba estoico las mofas tratando de leer un libro. Al parecer se burlaban de que estuviera leyendo rodeado de prostitutas en lugar de utilizar su tiempo para otra afición más adecuada al lugar. Incluso la alta mujer que iba con ellos, bebía y se burlaba del mismo modo que los demás. Era ésta una joven muchacha de unos veintisiete años, si la naturaleza hubiera tenido a bien darle una altura menor sería considerada bella, pero era más alta que muchos hombres. En un momento determinado, el joven se cansó de las burlas de su grupo y se dirigió a otra mesa en el otro extremo de la sala a intentar leer tranquilo.

Cuando el muchacho tomó asiento, Ser Roshar se fijó en una de las prostitutas del lugar. Llamaba especialmente la atención porque era la que más belleza poseía y quien más digno porte presentaba. Se mantenía erguida con un porte elegante, bien vestida con un pronunciado escote que sin duda hacía las delicias de los clientes de la posada. Estaba acompañada por un caballero que no paraba de adularla constantemente aunque a ella no parecía interesarle lo que le decía. Una mujer así podría elegir con quien deseaba estar, incluso aunque fuera prostituta.

El maestro de armas sonrió antes las chanzas de Whalen con su aspecto, ciertamente nunca había mostrado un gran interés en este ni siquiera cuando se encontraba ante los nobles de la casa. Más de una reprimenda habia recibido por parte de sumujer a causa de aquello.

Aún así no pudo más que soltar una pequeña risilla, que disimuló con una fingida tos, cuando Lady Scarlett comentó el aspecto de Ser Adrik. Posó su vista en el paisaje que ofrecia la ciudad y fingió estar distraido mientras llegaban a su destino.

Cuando la conversación volvió al tema de la producción de grasa Galdrín volvió a intervenir:

-Me temo mi señora que nuestras tierras no son muy propensas a ningún tipo de ganadería. Al menos a gran escala, poca extensión de pastos. -Miró al maestre para confirmar sus palabras pues tampoco era un experto en el tema. -Sobre la exploración no habrá problema, continuamente realizamos batidas de caza y patrullas por los territorios de la familia, será un placer buscar lo que usted pide en ellas.

El maestro de armas lo decía con sinceridad aunque dudaba encontrar algo con las características que pedía que no conociese ya el maestre Nicholas.

Los cerdos de hecho se crían mejor en lugares cerrados Galdrín.  Y les podemos dar plantas criadas en las zonas inundables.  Me dicen que así se cultiva un grano blanco y pequeño de buen comer en otros reinos.  Inundan la tierra y lo siembran aun con agua hasta las rodillas.  

Si no, un poco de lirio los alimentaría bien, incluye el agua junto con la comida, je je. 

Siguieron a trote, disfrutando los ratos en que la brisa los libraba de la miasma. Entre más hacia el puerto daban, más aire limpio llegaba del mar. 

Whalen querido, te hago un reto.  Un punto por cada estandarte y Casa que reconozcas.  El que tenga menos puntos al caer la noche le prepara té con especias al otro y lo consiente con la lectura de esas épicas románticas que me vendieron.  Son traducciones del Bravoosi.  ¿A menos que las quieras leer en el original? -dijo, coqueta.

¡Mirá! Ahí va uno. ¿Cual es, cual es...?

Inmerso en su papel, y en su necesidad de información, el caballero no había reparado lo suficiente en la presencia de las chicas del burdel como para tener en cuenta su intromisión en sus planes. Se reprochó su falta de previsión e intentó aprovechar aquel acercamiento en su favor.

- No estoy de humor, encanto. Lo único que puede animarme en este momento sería conocer la historia de alguien que sea más desgraciado que yo... - habló mirando el fondo de su jarra, sin prestarle atención. - ¿Tienes algo parecido? - se giró hacia ella, llevando su mirada hacia sus ojos un instante antes de regresar a sus fingidas ensoñaciones.  

Sin añadir ni una sola palabra llevó una de sus manos hacia la bolsa del dinero, la colocó en un lugar seguro donde no pudieran robársela sin que se diera cuenta y extrajo medio venado de plata* que situó sobre la mesa. La moneda quedo frente a él, entre la jarra y su pecho. 

No esperaba invertir demasiado tiempo en aquella prostituta. Con suerte contaría una historia interesante, posiblemente inventada. Le parecía remota la idea de verse arrastrado a indagar más sobre lo que estaba a punto de escuchar. Su atención se centraba, de forma sutil, en aquel muchacho acosado por su casa y tan interesado en los libros, y en la hermosa mujer incordiada por un caballero. Al primero podía engañarle, haciéndole creer que empatizaba con él por encontrarse en una situación... similar. La segunda debía tener destacados clientes poseedores de numerosos secretos. A Ser Roshar se le antojaba un gran fichaje. En el caso de que nadie la tuviese ya en nomina. 

-Mi amor, ¿y no preferís que os alivie de vuestros pesares con lo que puedo ofreceros?. - Preguntó insinuando y aprovechando las curvas de su cuerpo para captar la atención del caballero. Se había inclinado ligeramente pero sus brazos continuaban pegados al cuerpo, con lo que su escote se abultó de manera significativa. Aunque intentara evitarlo, los atributos de la prostituta eran suficiente reclamo para atraer su atención.

La atención de la prostituta también fue desviada por el dinero que colocaba Ser Roshar sobre la mesa. Lo cogió con disimulo pero con extraordinaria rapidez y lo guardó entre su generoso busto. Se recolocó el vestido, aplanó la falda y miró hacía sus hombros para alzar los tirantes que sujetaban su sostén.

-Sólo he visto a ese joven más apenado que vos. -Señaló hacía el muchacho que leía el libro. -Sus hermanos no paran de burlarse de él y al igual que vos rechaza la compañía femenina. 

Esconde una sonrisa cuando su mujer comenta el atuendo de ser Adrik y se une a las risas de ella cuando comenta lo de la apestosa capital. Además, le sirve de excusa para reirse lo que no se ha atrevido de su primo.

Escuchar a su mujer tan interesada por ese negocio de la grasa le hizo extrañamente feliz. Se estaba implicando con sus futuros súbditos. Le gustaba ver que ella, toda una Tully, se conformaba con las humildes tierras Crogall. No estaba muy seguro que pudiera ser una buena administradora, pero por como hablaba muy bien podía serlo... Y los Tully seguro que no descuidaban la educación de los suyos. Las mujeres eran excelentes para administrar unas tierras.

No añade nada a lo que ella va diciendo sobre la cría de cerdos.

Creo que dejaré este asunto por completo en sus manos... Le hará sentirse útil y creará vínculos con su nuevo feudo... jeje... Creo que no le gustará mucho todo esto a Varya.

Entonces es cuando Scarlett le propone el reto de adivinar los blasones, que lo quita de su ensimismamiento, y le sonríe con dulzura.

En lances de amor, mi señora, siempre gana lo original.

Le replica, galante.

Entonces le muestra un estandarte y Whalen entrecierra los ojos para intentar verlo mejor, como si ese gesto pudiera agudizar no ya su vista, sino su mente.

Chín, ese como que no lo reconozco del todo.  Se sonrojaba sin saberlo, no quería fallar en el reto.  El color de su pelo sólo lo resaltaría.  Iba a perder a menos que inventara algo, o se acordara.  

Pues mmm, yo diría que son los... los... mm...  En eso le vino un nombre a la mente, recordando a su tía comentar algún chisme sobre la familia con ese estandarte, algo de sobre cómo ella había regresado embarazada de un viaje al Sunspear y que suspiraba cada vez que había carreras de caballos y daban menos tributo del que debían o algo así...  ¡Si, son los...   

Ser Roshar disfrutó de las vistas, aunque se forzó en no distraerse demasiado. La situación era muy delicada para la familia y no podía permitirse más errores. 

- Pues cuéntame su historia. - 

Dijo el caballero, aun sorprendido por la velocidad de la mujer al apropiarse de la moneda. Pretendía ser un reclamo, no un pago. Sonrió un instante y esperó un relato qué no sabía si llegaría. 

Le siguió el juego a Ser Roshar. Realmente Lord Evan lamentaba tener que hacerle aquello, pero era el papel que habían pactado seguir por el bien de todos. Se hizo antes de llegar puso su pose más inquisitiva y esperó que acabará de darle la información camuflada entre farfullos. Otra vez ese tema. La mierda cuanto más se remueve más huele. Si les ha venido la idea de usarlo en nuestra contra debe ser que alguien ha hablado de más. Un tema que debería estar enterrado, demasiado rápido. O es que me hago viejo? Veremos. Ahora a lo importante. Pensó para sí Lord Evan. Con prepotencia habló a Ser Roshar en tono distraído, como aquel que habla con una pared. En ningún momento su semblante reflejaba animosidad ante la presencia de su abanderado.

- Iremos a algún lugar cercano a estirar la pierna, comentalo cuando vuelvas. - hizo una pausa más larga de lo habitual - Nos quedaremos a pasar el resto de días en esta posada, hemos estado "muy tranquilos" - lo entonó de una manera especial, como dando a entender que más había sido extrañamente así -. "El desconocido ha estado con nostros" - el tono marcado de estas palabras Ser Roshar las tenía bien aprendidas, se referia a que sopechaba que estaban allí por alguna razón no divina - y a querido que hombres tan sagaces como los de anoche supieran de este establecimiento, toda una suerte.

Lo que le seguía extrañado a el Lord en aunqe nadie aún se hubiera puesto en contacto con ellos. Mientas Blackfish acaba el trabajo espero a ver si había alguna réplica más antes de volver con su esposa.

No había más información que compartir. No por ahora. Aunque las sospechas de Evan fueron registradas por el caballero.

- Los caballos están listos, mi señor.-

Se mantuvo inclinado ante su señor hasta que este permitió que se retirara. Tendrían que concertar otra reunión con mayores garantías de intimidad para que el caballero pudiera explicar las distintas vías de actuación que contemplaba más plausibles y Evan decidiera cual seguir, estuviese entre las expuestas o no. Hasta que se celebrase el encuentro Ser Roshar continuaría en su intento por acumular información. Cuanta más obtuviese más posibilidades de éxito tendrían sus acciones de respuesta.

Hizo como si no escuchara a Ser Roshar. Hizo un breve pausa, como si estuviera absorto en sus propios pensamientos.

- Puedes retirarte - Tambaleante empezó a salir del establo y como si hubiera recordado algo se detuvo. Sin girarse habló de nuevo a su abanderado - Ah! Si ves al maestre dile que espere a que yo llegue.

Se mesó la barba y volvió a ponerse la máscara de algo distraído y dirigió sus pasos lentamente hacia el interior de la posada. Volvió a poner su porte altivo, pero no en exceso para que no le tomarán por un gallo de pelea y buscó con la mirada a Lyle el cervecero.

Lo encontró haciendo sus quehaceres propios de su profesión y se dirigió a él con tranquilidad.  

- Buenos días señor Lyle. - Se dirigió a él con agradable tranquilidad - Sabéis de algún lugar cercano y tranquilo para estirar la piernas?  - Se dió un par de golpecitos en la pierna herida - He de reconocer que no estoy acostumbrado a tanto bullicio y vendría bien un poco de tranquilidad antes del ajetreo del torneo.

Lyle cargaba una bandeja repleta de jarras de cerveza para entregar en la mesa de los escandalosos soldados. Sin embargo, se detuvo para responder a lord Evan con mucho servilismo. 

-Por supuesto, mi señor. Le recomiendo visitar los jardines de Jaehaerys, cerca de aquí. Un lugar muy bello. Aunque también podéis visitar el Septo si lo deseáis. Es el más esplendoroso de los Siete Reinos. 

Tras las recomendaciones del posadero, Lord Evan y su esposa se dirigieron al exterior y montaron los caballos que Ser Roshar les había preparado para fabricar la pantomima a la hora de informar a su señor com discrección de las ultimas noticias. Los dos hombres de la casa qie habian ido con ellos a la posada se marcharon a escoltar a los Señores en su paseo y, dado que Ser Adrik se habia ido a buscar al resto hacia rato, Ser Roshar se quedo solo para indagar en la posada

-No se mucho de él. Vino hará un par de noches con su familia. Son los Lugus. Su hermano, ese grandullón de allí, -dijo señalando al que llevaba la voz cantante del grupo de escandalosos -va a presentarse al torneo. Su hermana es una bebedora formidable y siempre se burla de él pero cuando cae borracha él es el único que la cuida. Su estancia en la posada es tal cual la veis. Se sienta a esperar a que su hermana caiga borracha para cuidarla y mientras tanto aguanta las burlas de los demás.

Ser Roshar intentó centrarse en su jarra de cerveza con cierto aburrimiento en el rostro. Debía evitar la distracción de aquellos pechos turgentes que demandaban atención y, ya que la historia de la dama no aportaba la información que esperaba encontrar, se levantó para adoptar una actitud más activa en su búsqueda. 

- Quizás a la noche puedas aliviarme las penas... - 

Sin esperar respuesta, el caballero agarró su bebida y se encaminó hacia la mesa donde leía el joven de la casa Lugus. 

- ¿Puedo sentarme? - esperó a que levantara la vista del libro. - No hay manera de que le dejen a uno tranquilo si esta solo... - comentó, refiriéndose con claridad a las prostitutas que pululaban por la taberna con tono cansino. 

-Por supuesto. -Accedió

El joven había apartado los ojos del libro antes de contestar y miró a Ser Roshar con una tímida sonrisa. Se movió un poco a un lado para dejar mayor hueco donde sentarse al caballero. A pesar de todo el joven muchacho era una persona atractiva. Sin embargo, parecía más un estudioso que un guerrero, todo lo contrario que su hermano, el grandullón. Rondaba los 26 años y parecía un chico despierto y atento. Llevaba el pelo negro peinado hacía atrás, iba bien afeitado y sus ojos de un tono marrón oscuro recordaba a la madera de nogal. Era delgado y esbelto, sus brazos parecían más acostumbrados a levantar libros que espadas, y su altura no destacaba entre la media. Iba vestido con ropas de noble con los colores de su casa. El negro dominaba en su atuendo, y su jubón tenía algún detalle plateado por las mangas y un broche con forma de pequeño cáliz con cuatro esmeraldas incrustadas sujetaba su capa plateada.

-Ya lo creo. -Asintió con la cabeza mostrando su aprobación al comentario de Ser Roshar. -Aunque peor que ellas son mis hermanos y su séquito.

El caballero se sentó, asintiendo.

- No lo pongo en duda. 

Apoyó la jarra, sin evitar un golpe seco sobre la mesa, y se acomodó en la silla. Pensó por un momento si aquel joven no estaba usando su misma técnica, atrayendolo como un incauto a su tela de araña para sonsacarle su valiosa información. Sin duda su puesta en escena había sido mucho más llamativa y no había tenido las interferencias de las prostitutas, a quien pudo haberles dejado clara la falta de necesidad de sus servicios durante los dos días que llevaba en la posada. Ser Roshar no solía considerar a nadie una victima fácil, y menos a quien más lo podía parecer. 

El caballero se mantuvo a lo suyo, con la mirada perdida en el interior de su jarra. En principio sólo se había acercado para conseguir tranquilidad. Pero tras unos minutos observó durante un rato el libro entre las manos del joven Lugus, dio un trago a su cerveza y preguntó.

- ¿De qué trata? - 

Como si, a pesar de la búsqueda de soledad, el contenido de aquel tomo le generara curiosidad. El joven estaba lo suficiente inmerso en su lectura como para hacer suponer que era interesante. Más que la cantidad de cuerpos bonitos que danzaban ante sus ojos. 

 Ser Roshar intentó situar en su cabeza el nombre de la Casa a la que pertenecía el joven muchacho, pero el nombre de Lugus no le decía gran cosa. Y ni tan siquiera le sonaban los colores que vestían todos los miembros de los Lugus que estaban en la posada. Trató de hacer memoria, intentando recordar los eventos más recientes de la historia de los Siete Reinos, pero no recordaba que ese nombre se mencionara en ellos. Ni siquiera supo situar en cual de los reinos podría localizarse la casa. Miró al joven de nuevo, esta vez estudiando su complexión física, no tenía pinta de ser del Norte. Los norteños solían vestir de forma más sobria, con pelajes y telas más gruesas. Evidentemente, tampoco era un dorniense, su tez era lo suficientemente pálida como para descartar esa posibilidad, además de que sus rasgos no se parecían a los de las gentes del sur. Por tanto, su origen debía situarse en cualquiera de los reinos entre estas dos tierras. De hecho, la confección de sus ropajes de noble, sus maneras y su modo de hablar así lo indicaban. Pero era difícil determinar en cuál sin recabar más información, ya que todos esos lugares tenían puntos culturales muy idénticos. 

Durante unos minutos se mantuvieron ambos en calma, a pesar del trasiego que había en el salón común de la posada. Incluso el grupo de soldadesca de los Lugus había dado un respiro al ambiente cuando Lyle Cervecero llevó a su mesa una nueva ronda de cervezas que acaparó la atención del grupo e hizo que bajaran el volumen, al menos hasta que dieran cuenta del jugoso líquido. El muchacho mantuvo su mirada en el libro con interés y Ser Roshar vigiló el fondo de su jarra hasta que finalmente levantó la cabeza y se dirigió al joven para preguntarle sobre el tomo que leía.

-Es un compendio de la historia de los torneos realizados en los Siete Reinos. –Respondió con un encogimiento de hombros, restándole importancia. -Sus vencedores, los participantes, reglas, estrategias… Intento que mi hermano entienda que la fuerza bruta no es lo único que sirve para vencer en estos eventos. Aunque dudo que me preste algo de atención. – Se lamentó.

- Y no me extraña. - Respondió Ser Roshar, acompañando sus palabras con una leve risa. Fingió estar más cerca del pensamiento del hermano del joven que del de este, como si no fuera capaz de comprender que las palabras escritas pudieran contar algo de verdadero valor para el combate. El pensamiento del guerrero medio, dame la espada y yo te enseñaré como se usa. - Sorpréndeme. - le retó, como si diera por hecho de que no sería capaz de decirle algo que no supiera. Algo útil, no quien había ganado hacía diez años. 

El caballero buscaba mostrar cierta vulnerabilidad al mostrar una linea de razonamiento simple, tentando al joven a que intentase alguna forma de aprovecharse de su debilidad. Le interesaba saber como reaccionaría, al menos para hacerse una idea de su posible personalidad. De vez en cuando desviaba la atención hacia la prostituta que le había llamado la atención antes, aprovechando su habitual mirada perdida. En algún momento tendría que acercarse y entablar conversación con ella, aunque aún no había decidido como abordarla.*