Partida Rol por web

-No sé mucho de venenos, -replicó su primo, que había permanecido a su lado como un fiel defensor todo el tiempo, e incluso estuvo a punto de batirse en duelo cuando Edan remató la conversación ordenando a sus hijos atacarles si no se iban, -pero si se trata de ese que el maestre había dicho no podemos esperar cura alguna que no estén ya usando. Además, -miró sombríamente a Whalen, -no quiero creerme las falsas acusaciones que han hecho sobre ser Roshar, pero si fueran ciertas... deberíamos estar con vuestro padre. La familia debe estar unida.

La siguiente idea de Whalen, la de buscar a su esposa para hablar con ella, provocó en su primo una reacción que no esperaba. Adrik se detuvo en seco, y tiró del hombro de Whalen para detenerlo en seco y girarlo hacía él. Agarrándolo por los hombros lo zarandeó como si pretendiera quitarle una mala borrachera con la sacudida.

-¡Despertad de una vez! -Exclamó visiblemente alterado. -Esa zorra ha sido una arpía todo este tiempo. ¡Si vais con ella conseguiréis que os maten! Ya no es vuestra esposa, es una enemiga. Y Roshar, si todavía está de nuestro lado, estará encargándose de ella en estos mismos momentos. No conviene que os relacionen con eso.

Orten no supo muy bien como reaccionar ante las lágrimas de la dama. Tardó unos segundos en reaccionar pero cuando al fin lo hizo, se movió con un sobresalto y llevó una mano a uno de sus bolsillos para sacar un suave pañuelo de seda y ofrecérselo a la dama. Sostuvo la mano que la dama le entregaba entre las suyas, golpeando su dorso con palmaditas suaves.

-No es necesario que me deis, las gracias, mi señora. No os preocupéis, veréis como todo termina arreglándose. Estoy convencido de ello.

Orten no sabía que más consuelo podía ofrecerle, así que empujó de ella suavemente para que siguieran andando en dirección a la explanada del torneo.

-Debéis estar con vuestra familia, os acompaño. No son horas para que una dama deambule sola por esta ciudad, y más en vuestro estado.

Sobre una media hora después de que Whalen, ser Adrik y Lady Varya abandonaran la tienda de los Crogall, ser Roshar regresó entrando acompañado de los dos guardias que custodiaban la entrada. Ambos se mantenían en una extraña e inusual tensión para el caballero del Puño Negro, que no terminaba de comprender a qué se debía la hostilidad en su propio pabellón; los guardias miraban a Lord Evan, esperando sus órdenes.

Dentro, junto a Lord Crogall, el maestre Nicholas se encontraba ya recuperado y tampoco mostraba mucha hospitalidad en su mirada. Roshar jamás había visto desconfianza en los ojos del viejo hacía él hasta ese momento, a pesar de los muchos rumores, algunos iniciados por el propio caballero, que se habían vertido sobre él a lo largo de todos esos años. Todo lo ocurrido, las noches en vela, el sueño y el cansancio, comenzaban a pasar factura en la familia.

Ser Roshar había vivido situaciones semejantes y podía imaginarse el recelo pugnando en las mentes de los presentes. No mostró su inquietud, por costumbre, y paseó su mirada por el interior de la carpa hasta posarla en su señor. Sus movimientos eran pausados. No quería alterar a nadie. 

- Mi lord. - realizó una breve inclinación. - ¿Qué sucede? 

El motivo de su vuelta se hacía más urgente ante las miradas y tensión reinantes. Se preguntó qué había conseguido cargarle de sospechas. Demasiadas incógnitas en su cabeza...

Con gran esfuerzo, Lord Crogall le sostuvo la mirada a Ser Roshar. No dijo nada en un principio. Simplemente le miraba fijamente, y en sus ojos se mezclaban la duda y la consternación con otros sentimientos más viscerales. Respiró hondo. Estaba abatido y apesadumbrado. Hizo un gesto con la mano hacia el Maestre Nicholas, pues a él le correspondía decir de nuevo aquello de lo que había sido testigo. Eso sería en breve, pero primero habló el Lord.

-Ser Roshar ... de Blackfist, comenzó el señor de la Casa Crogall. Hubo una pausa marcada de la que sin duda se iba a percatar Ser Roshar. Ya dependía de él si lo veía como un clavo en su ataúd, o como una rendija por la que se filtraba la luz en un oscuro y húmedo pozo del que iba a tener muy complicado salir.

-Graves sin duda son las acusaciones que he escuchado aquí, y son vertidas sobre vuestras persona. Y desde luego no puedo poner en duda ni la palabra ni los conocimientos del Maestre Nicholas, cuyos servicios a la Casa Crogall y su conducta en general han sido durante largos años siempre ejemplares.

No como las conductas de otros, parecía decir con su tono de voz.

-Hay evidencias que apuntan hacia vuestra persona en el asunto del envenenamiento de Adham Dannett, comentó. Tal vez fuera mejor no entrar aún en detalles, y darle una oportunidad a explicarse. -Por vuestros servicios a la Casa Crogall, y por los lazos que existen entre nuestras familias, si entregáis ahora la espada y aceptáis ser juzgado, os escucharé en privado para daros una oportunidad de contarme en confianza todo lo sucedido antes del juicio. Pero no me corresponde a mí dictar la sentencia, sino al rey. Esa  charla privada es solamente un favor personal que os hago si dáis ahora la espada a los guardias, para que después seáis entregados a la Guardia Real.

Tragó saliva, y cerró los ojos. Antes de volver a abrirlo deseó una vez más que al abrirlos todo hubiera sido una terrible pesadilla.

El caballero mantuvo la mirada de su señor a lo largo de su silencio. La duda en su rostro lo descolocó, y no fue capaz de determinar si era parte de la farsa que envolvía su relación con la familia... Su mente divagó en diversas direcciones, tomando una sola en cuanto Evan tomó la palabra. 

Acusaciones. Ser Roshar no era ajeno a ellas. Pero la pausa de su señor al nombrar su apellido... ¿quería dejar claro que no pertenecía a la familia? ¿o recalcar a cual pertenecía y sus vinculaciones con los Crogall? El asunto fue borrado de un golpe. ¿Era el maestre quien le acusaba? El Blackfist no lo entendía. Aunque pensó que remarcar que no se había comportado como un servidor leal solo podía atender a mantener su tapadera. ¿Un guiño? ¿es lo que debían aparentar?

El delito fue nombrado. El caballero no se inmutó. Rememoró con rapidez lo que había ocurrido y se lamentó por su falta de información. Solo podía suponer... Y preguntarse por la localización de Rata. Necesitaba hablar con él. Y descubrir si había pasado algo. 

Ser Roshar miró a ambos lados, como si evaluara a los dos guardias. Al volver la vista al frente comenzó a desenvainar con extrema lentitud. Quiso confiar en la conversación en privado. Aunque no le gustaba pensar que iba a ser entregado fuera cual fuera el resultado. Sentía que ya le trataban como a un traidor. 

- No tengo nada que ver. - entregó su arma a uno de los soldados y puso mala cara. - pero supongo que hace falta un culpable... -

Le hubiera gustado preguntar al maestre Nicholas que era lo que le habían dicho, que pruebas tenían contra él, pero eso postergaría la entrevista privada con su señor. Además no podía explicarse sin reservas, habían oídos que no debían conocer su doble juego. 

- A sus ordenes, mi señor... - añadió con resignación. A fin de cuentas, ¿que otras opciones tenía? 

Uno de los guardias recogió la espada de ser Roshar sin dejar de sostener el pomo de la suya propia por si al caballero se le ocurría alguna última faena. Cumpliendo las órdenes de su señor, ambos guardias retocedieron para regresar a su labor de custodia de la entrada a la tienda Crogall. Pero antes de ello, Nym, el más joven y preocupado de los dos guardias, se dirigió a su señor.

-¿Estáis seguro, mi señor? - dijo mirando con desconfianza al caballero. Temía por Lord Evan, aunque este fuera capaz de defenderse por sí mismo llegado el caso. -Estaremos atentos por si nos necesitáis.- añadió antes de irse, más como advertencia que como información.

El maestre también hizo caso a las órdenes de su señor y se levantó del sillón donde había estado recuperando fuelle desde su abrupta llegada. Cuando pasó al lado de ser Roshar su mirada fue una mezcla de decepción y desconfianza que el caballero jamas había visto en los ojos del maestre hasta entonces.

La dama aceptó el pañuelo y se dejó llevar por el noble con una tenue sonrisa de agradecimiento en los labios. Su escapada parecía que no había dado frutos y volvía al punto de partida, pero entonces recordó que le habían dicho que la mujer del burdel estaba por la explanada y pensó en cómo proponer al joven lo que quería, cuando creyó tenerlo miró alrededor para asegurarse que no había oídos indiscretos cerca.

-Os tengo que pedir un favor mi señor. -calló un instante esperando la aprobación del Lugus y luego continuó -La otra noche en la posada había una mujer con la que me gustaría tener unas palabras, seguro que os acordáis de ella -le hizo una breve descripción de la meretriz y siguió -. Me han dicho que posiblemente esté en algún lugar de la explanada, pero ir yo a buscarla no sería adecuado. Si pudieseis encontrarla y proporcionarnos un lugar tranquilo para conversar os estaría agradecida.

Esperaba que Orten aceptase su pedido, si lograba dar con ella Varya podría por fin hablar con la mujer, y si no, esperaba que el hombre le ofreciese un lugar seguro dónde esperar.

-Seguro, asintió Lord Crogall a los guardias y esperó sin decir nada más hasta que abandonaron el pabellón. Entonces, una vez a solas con Ser Roshar, dio un paso hacia su Maestro de Espías. La tensión era evidente en su rostro, y por momentos parecía que dudaba de la emoción que debía sentir o expresar. -No me puedo fiar de nadie, dijo con la voz más débil de lo habitual, casi rota por el dolor. Aún así, el peso de las palabras era lo suficientemente grave como para provocar un nuevo silencio. -Sospecho que alguien más desde dentro de los Crogall está ayudando al enemigo.

Miró a Ser Roshar, y añadió: -No tenemos mucho tiempo. Han capturado a uno de tus chicos, y el maestre Nicholas ha revelado el veneno que se usó con Dannett. Para salvarle la vida, pues era en efecto Lágrimas de Lys. Por si venían ya a detenernos a todos, he alejado a Whalen, a Lady Varya y a Ser Adrik de aquí. Para arañar algo de tiempo, pero se nos escapa aún así de una manera irremediable.

Le agarró del hombro a su confidente, y casi suplicando dijo: -Dime, ¿qué has averiguado? ¿Tienes alguna cosa que dé sentido a todo esto? Porque ahora me siento atrapado en un cedazo...

Se imaginaba como las angulas que solían atrapar en casa. Una vez dentro de la trampa, solo sabían adentrarse más y más. No había escapatoria.

Ser Roshar se irguió hacia los guardias de la casa cuando se iban. Esas miradas era la que acostumbraba a sembrar a su paso. Sonrió. No sabía que le iba a esperar al dar la vuelta de nuevo hacia su señor. Se giró y lo enfrentó. 

Su actitud se volvió más cordial ante el arranque de Evan. Son muchos años juntos.

- ¿Y les dijo mi nombre? - casi se le escapó. Lo hubiera retenido de estar en otra situación. Pero ante su viejo amigo podía mostrar su sorpresa. Concluyó que habían torturado a Rata. 

- Los capas doradas no parecen estar organizando ningún arresto. Al menos por el momento. Por lo demás, poco he descubierto. Tengo ciertas sospechas... aún sin fundar. - siento vergüenza por no haber conseguido estar más preparado. - He localizado a la hija Dannett. Aún no he podido hablar con ella. Es posible que sepa algo. Quizás su prometido, el mercader, haya organizado todo esto para quedarse con la casa y de paso allanarse el terreno contra sus futuros rivales. - no solía exponer teorías a la ligera, pero no tenía nada más. - Solo es una idea. No tengo ni una sola prueba. Necesito encontrar a la novia fugada. - 

Había mantenido vigilados a los Dannett y no habían movimientos extraños. Solo que Addham Dannett estaba demasiado atendido, demasiado cubierto... Tanto que consiguieron cazar a Rata, ¿pero tienen a la verdadera rata dentro? ¿Podría haber llegado a usar algún sello de la familia? y hay uno que tiene dinero suficiente para sufragar la operación. 

- ¿Addham sigue vivo? - sería importante para negociar con los Dannett. Aquella situación podía acabar con extraños compañeros de cama. - ¿Y que os hace pensar en un infiltrado? - no se le había olvidado el dato. En otra ocasión mantendría la calma y dejaría que su señor fuera dirigiendo la conversación al ritmo que estimara, pero en aquel momento ambos sabían de la importancia del tiempo. Ser Roshar ya intentaba formarse un plan de respuesta. 

-Seguro que les costó lo suyo sacar tu nombre de la boca del muchacho, dijo Evan. Vio la sorpresa inicial de Ser Roshar, y lo comprendió perfectamente. Era difícil comprender lo que la tortura era capaz de hacer. Podía doblegar la voluntad del más fiel. Llegaba un momento en que balbuceaban cualquier cosa, verdad o mentira. Con tal de que parara el dolor. Lo realmente difiícil no era hacer daño. O conseguir que hablaran. El arte consistía en separar la verdad de la paja.

-Aldham Dannett sigue con vida, confirmó. -Gracias al maestre Nicholas. Eso nos beneficia, creo. Y que las capas doradas no hayan venido aún es también buena señal. Coincido en que hay que buscar a la hija de los Dannett.

Es lo único que tenemos, pensó y apretó el puño.

-¿Y cómo salimos de esta situación? ¿Huyes? ¿Nos forcejeamos y sales? ¿O te dejo marchar porque creo en tu inocencia?

En realidad, solamente los guardias y el maestre habían sido testigos de la intención de Lord Crogall de entregar a Ser Roshar. Pero no era de proceder para un señor cambiar de parecer tan a la ligera.

-¿Vamos los dos? Y ya se nos ocurrirá algo para cuando nos encuentren...

-Sé de qué mujer me habláis, mi señora. -Dijo Orten sin que hubiera necesidad de que la dama le describiera a la meretriz. -Y curiosamente también me habló de ella vuestro sirviente, ser Roshar Blackfist. Creo que durante el torneo intentó dar con ella, desconozco si lo consiguió o no, pero le vi correr tras ella entre la multitud y después regresó con su pañuelo. Durante el resto de la tarde no se la ha visto por la posada; es una mujer muy llamativa. -Recordó, pues era común que llamase la atención con su mera presencia por lo atractiva que resultaba. -Pero la buscaré, y os avisaré discretamente si logro encontrarla. Supongo que estaréis en vuestra tienda, ¿no es así?

Haber salvado la vida de Addham Dannett era una buena noticia. Siempre que no insistiesen en acusarles de haber sido los culpables del envenenamiento, pensó Ser Roshar. 

- Si no salimos juntos te veras obligado a informar a la guardia, lo que podría complicar mis movimientos. - se llevó la mano a la barba, pensativo. - Digamos que he insistido en mi inocencia y en que tengo una coartada. Podrías mandar algún guardia para que me vigile mientras busco las pruebas que necesito para demostrarlo. No creo que se sorprendan cuando vaya a buscar a un burdel... Puedes darme un tiempo.- 

Le parecía la opción que menos podía costar a su palabra, puesto que le entregaría de no convencerse con las pruebas, y le mantendría vigilado hasta entonces. Y a priori nadie le tenía como un gran escapista... 

Se quedó mirando a Lord Evan a esperas de su orden. Podía interesarle mantener a la guardia ocupada con un sospechoso antes que recurrir a su idea. El caballero aceptaría la decisión y se amoldaría al plan. 

-Creo que es la mejor opción, dijo Lord Evan. Le ofreció su mano. -Suerte con la búsqueda de la hija Dannett. Mucho depende ahora de ti.

A continuación se acercó a la parte trasera de la tienda, y la levantó para permitirle salir. -Tienes unos minutos, luego hablaré con los guardias y enviaré uno a espiarte. No creo que interfiera mucho en tus investigaciones. Pero no lo despistes ni te deshagas de él, ¿de acuerdo?
 

Ser Roshar estrechó la mano de su viejo amigo. La situación era complicada y tenían poco de donde tirar para descubrir la verdad oculta. Solo podían rezar a los siete para que la joven Dannett tuviera las respuestas. Y para que el caballero pudiera localizarla. Le hubiera gustado hablar con Lady Varya, quien quería llevar la conversación con Iris Dannett, pero no parecía tenerlo muy fácil. 

- Saldremos de esta. - quiso dar ánimos a Evan cuando por su mente pasaba la última de sus soluciones, cargar con toda la culpa. 

Siguió a su señor hasta el borde de la tienda y asintió ante sus ordenes. No tenía problema en ser seguido por uno de los guardias de la casa, aunque esperaba que se mantuviera a suficiente distancia. Como no se iba a proceder como Ser Roshar había pensado en un principio se le quedaron varios asuntos en el aire. El primero era la mención de la daga que los guardias no le habían requisado. Una falta que podía desviar la atención de su libertad temporal. La segunda era que si le habían quitado su espada y prefería llevarla consigo. Desembarco era una ciudad muy peligrosa. 

- Agradecería que mi vigilante llevase mi espada, por si me llega a ser necesaria... - comentó antes de cruzar el umbral. Además apartó sus ropas a un lado para que Evan pudiera ver la daga que portaba. Una daga de lo más normal, poca cosa comparada con la ostentosa portadora de veneno, pero que podía llegar a ser igual de mortal. - Los guardias deberían haberme registrado. - añadió con una media sonrisa. No quería imaginar que debía enfrentarse a ese tipo de riesgos... podía suceder como con el Caballero Zorro. - Comentarlo puede distraerles de nuestra maniobra. - 

Hizo una breve reverencia. 

- Espero traerle buenas noticias, mi señor. - 

Y Ser Roshar partió hacia el prostíbulo donde confiaba poder encontrar a Iris Dannett. Aunque los últimos acontecimientos podían haber revuelto la mente de la joven y cambiado sus prioridades. 

Lord Evan esperó se quedó esperando unos instantes para darle ventaja a Ser Roshar. Confiaba en su Maestro de Espías, hasta el punto en que se podía confiar en alguien en el peligroso juego de intrigas y de influencias. La traición podía venir de cualquiera, pero sus sospechas se centraban en su círculo más próximo. Lady Scarlett había sido un primer aviso, pero tal vez no el último. 

Se dio la vuelta y con paso decidido salió de la tienda a buscar a los guardias... 

-¡Guardia!, llamó al que llevaba la espada de Ser Roshar. Esperó a que él estuviera cerca, para luego continuar en privado. -En primer lugar, os faltó registrar a Ser Roshar, pues seguía armado. Una daga. No obstante, me proporcionó información relevante que cambia la situación. Así que no he llegado a estar en peligro del todo. 

Esperó a ver su reacción, y luego continuó: -Tiene coartada para los hechos de los que pensaba que podía ser responsable. Y le creo, al menos en parte. Para resarcirte, quiero que le sigas. Lleva su espada. Creo que se dirige a los prostíbulos. Pero no dejes que te vea. Controla desde la distancia sus movimientos. 

Asentía a las palabras de su primo cuando le pilló desprevenido su arranque de ira. Parpadeó confuso, con la boca entreabierta.

Es verdad que su mujer era caprichosa y siempre había sido una manipuladora, pero durante le viaje a Desembarco se había mostrado cada vez más abierta y, por extraño que pidera parecer, hasta bondadosa. No dejaba de pensar que en el fondo todo lo que había ocurrido había sido debido a mostrarle sus temores sobre su padre y su idea de apartarlo, culpándole en exclusiva del asunto Claviger, para minimizar los daños a su casa. Seguía pensando que había obrado para ayudarle a él, y las palabras de su primo le dolían.

¡Callad! Mi mujer no es ninguna zorra. Dijo, mortalmente serio. Padre ha tomado decisiones difíciles y Scarlett lo único que ha hecho ha sido intentar descargar toda la culpa sobre él para salvar al resto de la Casa. Si algún día pasara algo similar siendo yo el lord, me gustaría pensar que cargando con todas las culpas podría salvar el futuro de mi família y nuestro feudo. Eso está por encima de nosotros. Nosotros venimos y nos vamos. La tierra permanece.

Pero no puede evitar bajar la vista. Está cansado y triste por todo lo ocurrido.

Quizás se ha equivocado en la forma de hacer las cosas. En público no era la forma. No era el momento ni el lugar, pero sigo pensando que su intención era buena... O eso creo. Por eso quiero hablar con ella. Quiero aclarar ciertas cosas con ella. Ver si he de luchar por ella... Y en este punto sus palabras se estrangulaban. O repudiarla por traidora.

Tras lo cual le deseó buenas noches a su primo y se fue de allí, con la intención de acercarse a las dependencias del maestre Pycelle e intentar ser atendido por él o alguno de sus aprendices.

Lady Varya escuchó al noble con atención, intentando no dejar ver que sus palabras no le agradaban. No quería regresar al pabellón Crogall por lo que pudiese estar pasando, pero bien mirado si estuviese pasando algo seguro que se entrarían, el aborto que se formaría llegaría hasta ellos, no estaban tan lejos. 

-Por supuesto -contestó a su última pregunta -Gracias por... todo.

Varya volvió a posar la mano en el antebrazo del joven Lugus, en su rostro se podía ver una tenue sonrisa, indicando que todo estaba bien y era correcto.

Si Orten no se ofrecía a acompañarla, o aceptaba su negativa por estar "al lado", se acercaría discretamente a la zona donde estaba el pabellón de su familia, para sopesar qué hacer en vista de lo que viese. Si no, no tendría más remedio que colgarse de su brazo y regresar de un agradable paseo haciéndose la tonta.

El plan ideado con Lord Crogall sirvió para permitirle salir de la tienda con libertar de movimientos a pesar de que muchos dentro de la propia casa ya sospechaban contra él. Además, a pocos pasos le seguía el joven Nyn portando la espada del Blackfist, intentando esconderse y vigilar al caballero desde la distancia. En realidad el joven no lo hacía mal del todo, pero Ser Roshar ya estaba sobre aviso y contaba con varios largos años de experiencia en el tema como para no percatarse de que le seguían.

Las sospechas del caballero llevaban tiempo apuntando en la misma dirección, todavía no había podido corroborar las teorías que había estado elucubrando pero sabía que sólo necesitaba el testimonio de una persona para dar por zanjado el asunto. Y sabía donde encontrarla. Iris Dannett, quien se había fugado de las tierras de su padre, se encontraba con una identidad falsa en el prostíbulo conocido como el Manantial de Jade. El lugar en cuestión era, como ya sabía, una casa cercana de mala reputación regentada también por Lyle Cervecero, el dueño de la Posada Árbolverde. Una vez que el visitante cruzaba el umbral prohibido de su puerta era transportado a un mundo de fantasía donde no faltaba la música del otro lado del Mar Angosto, las más intensas fragancias y los bellos cuerpos femeninos de las acompañantes que allí se encontraban. A Ser Roshar le bastaron un par de preguntas para averiguar que Lidda, el nombre falso por el que Iris Dannett se hacía conocer en el lugar, llevaba desaparecida todo aquel día y la noche. No había llegado al trabajo, lo cual no tenía muy contento a Lyle, pues buena parte de sus ingresos dependían de ella. Por lo que pudo indagar más tarde, la meretriz llevaba desaparecida desde que Ser Whalen Crogall había tomado duelo contra Ser Adham Dannett en el torneo, tal vez un par de combates después entre otro par de caballeros diferentes o puede que antes, durante la ceremonia. Poco más pudo averiguar del caballero sobre su paradero, y buscar a Iris en aquella ciudad de medio millón de almas era peor que buscar una aguja en un pajar. Las noches en vela y las breves horas de sueño durante el día comenzaban a pesar. Era tiempo de descansar.