Partida Rol por web

En cuanto se vio obligado a reducir la velocidad de su viaje de nuevo decidió que sería el momento propicio para proporcionar descanso tanto a su montura como a su fatigado cuerpo. Aun así no se precipitó en realizar la parada, con el sol en su cenit era recomendable asegurarse una buena sombra para abandonar su cálido abrazo. Un arroyo u otra fuente de agua convertiría el lugar en idóneo, pero no alargaría la búsqueda sin saber si encontraría esas características en las cercanías. 

Una vez a resguardo de los intensos rayos ató a Modesto a una rama baja, dejando suficiente holgura a su libertad para permitirle pastar en los alrededores. El caballero echó mano a las provisiones que se había agenciado antes de separarse de la comitiva Crogall y al odre relleno de agua. Se sentó en el suelo donde comió con avidez, complacido por un frescor y reposo que no podría disfrutar con plenitud. Pues no pretendía prolongar la pausa en su marcha más de lo necesario.

Antes de auparse sobre su jamelgo para retomar el viaje deseaba abrevarlo. Y a falta de una mejor forma ladearía la cabeza del caballo para verter en su garganta parte del contenido del mismo pellejo del que se había servido él. 

El tono neutro de su padre puso nervioso a Whalen.

¿Qué coño le pasa a padre? ¿Tiene agua en las venas? Se hace viejo...

Acerca su caballo hasta colocarse al lado del de su padre. Está algo tenso y no está seguro si esto va a acabar en un baño de sangre o no, aunque parece que las palabras de su padre han calmado un poco los ánimos de Donwald. Al menos ha tenido la deferencia de presentarse.

Mi nombre es Whalen Crogall, heredero de Tearswamp y todas las tierras que se abarcan con la vista desde su torre... Si traeis nuevas del rey para nosotros estaremos muy honrados de recibirlas, y si vuestro cometido real es otro, no deseamos retrasaros más de vuestra misión. No queremos hacer esperar la voluntad del Rey Robert.

Dice Whalen, mascando las palabras, con la esperanza que al hacerles entender que están perdiendo el tiempo mientras están en misión Real, y eso no es de buen vasallo.

Cuando encontró una zona tranquila y algo apartada del camino que le pareció lo suficientemente buena para descansar, Ser Roshar se apeó del caballo y se dirigió hacía ella. Era una pequeña arboleda de castaños que arrojaban suficiente sombra para descansar cómodamente y refugiarse del sol de la tarde. No había ninguna fuente ni arrollo pero previamente había encontrado un pequeño riachuelo donde renovar el agua de su pellejo.

Modesto resollaba fuertemente y tenía el pelaje empapado de sudor, necesitaba aquel descanso y podría descansar y pisar el suelo de hierba y tierra fresca, mucho más blando que el del camino. Roshar lo había llevado a galope durante el último tramo, pese a que había ido alternando galope con un trote ligero, el animal no estaba acostumbrado a esas carreras. Era un caballo con una condición física más baja que la de Pomposo y no podía mantener el galope durante mucho rato seguido.

Escuchó las palabras, y vio que se contuvo tal como requería las ordenes que les dio la noche anterior. Se mesó la barba con suavidad y contesto a las palabras del gallardo jinete.

-Nunca pensé que un hijo de Lord Claviger se crea las mentiras con tanta facilidad.- Hizo una breve pausa pero en su ojos se veía reflejada la fuerza de alguien que no debía ser interrumpido - ¿Acaso vuestro destino es Desembarco? Si es así os invito a acompañarnos y que juzguéis por vos mismo.

Esperó la respuesta del heraldo aunque pensó que sus palabras no traerían mucha sensatez. Veamos de que pasta estas hecho.

-No llevamos nada para asesinos de campesinos. -Respondió con osadía a la pregunta de Whalen. El heredero de los Crogall lo decía como si estuvieran perdiendo el tiempo hablando con ellos pero lo cierto era que se habían detenido a hacerlo porque Galdrín les había interceptado exigiendo saber quienes eran. Si no fuera por eso ellos no se habrían detenido a pesar de haberles insultado y su intención era pasar de largo. A sus flancos, sus dos primos sonreían divertidos y asentían a las palabras de Donwald.

Una mueca se dibujo en su rostro al referirse Lord Evan al padre del muchacho. Pero eso no cambió su visión ni menguó su descaro.

-Vamos a Harrenhal, a llevar una segunda invitación del torneo a los Whent, pero aunque nuestro destino fuera Desembarco no compartiríamos viaje con gentuza como vosotros. Podréis caminar impunemente por un tiempo, Lord Crogall, pero tarde o temprano la justicia caerá sobre vos y sobre los de vuestra calaña. -Añadió recorriendo con la vista a los allí presentes.

Whalen se remueve inquieto en su silla ante el insulto dirigido a él, que le sienta como un mazazo.

Siente como le sube la sangre a la cabeza y nota sus orejas arder.

Roshar le roba un caballo, su padre lo ignora, su mujer le menosprecia... Y ahora unos bravucones se toman la licencia de llamarlos asesinos a la cara. Respira hondo para que no le salgan las palabras atropelladas, aunque la voz le sale algo forzada.

Osadas palabras para un emisario que va protegido por una insignia real. Si fuéramos lo que decís, no nos costaría nada mataros por vuestra impertinencia. Las banderas y los muertos no hablan, Donwald Claviger... Pero por suerte para vos y vuestros primos somos gente honorable. No sé de quien habéis oído semejantes calumnias, pero por los Siete que os estáis sobrepasando en vuestras palabras. Os ordeno que nos digáis de quien os ha llegado semejante infamia, y vos haríais bien en no dar tanto crédito a estas falsas acusaciones.

Galdrín avanzo unos pasos más en su montura, estaba a una distancia casi equidistante entre sus propias fuerzas y las de los tres jóvenes. Sin embargo no parecía amenazante, ni siquiera parecía que hubiera azuzado a su montura a moverse, sino que esta se había desplazado sola, tal vez incomoda.

El maestro de armas dejo descansar el cuerpo hacia adelante, sobre el cuello de su montura, casi despreocupado.

 Ya se habían presentado, y su señor les había invitado a acompañarlos. Estaba claro que pensaba como si, que se merecían una lección vital, pero no merecía la pena mancharse las manos con esta.

Sonrió cuando los volvieron a llamar asesinos. No le preocupaba, porque cuanto más lo dijeran en voz alta, más posibilidades tenían de darse cuenta de que podían morir en aquella calzada, ya fuera por sus manos, o por la del resto de los soldados.

Adrik y el mismo se bastaban para acabar con aquellos tres hombrecillos, incluso aunque fuera a pie, tendría ventaja contra aquellos jóvenes, que sin duda no habían sangrado en el campo de batalla, y solo conocían de gestas gloriosas por las bocas de hombres que les habían protegido durante mucho tiempo.

Ahora su verdadero escudo era el blasón real. Y a Galdrín no le paso desapercibido el que invitaran a alguien con tampoco tiempo mandando a un mensajero Real, cuando los cuervos hacia días que habían llegado a Tearswamp, y de seguro a también a las tierras de Harrenhal.

Guardo su apreciación para sí mismo. Y en vez de centrar su mirada en el aflautado muchacho que les hablaba lo hizo en sus compañeros de viaje. Sin duda, estos eran aun mas pusilánimes que el anterior. Y quería que empezaran a sentirse incómodos.  

Scarlett se las apañó para colocarse junto a su marido cuando este por fin demostro tener algo entre las piernas. La joven puso su mano en la palma de Whalen y se limitó a asentir.

-Bien dicho.

Cuando su esposo le devolvió la mirada y asintió, la dama se volvió para mirar a la cara a aquellos que osaban mancillar el nombre de su familia, por su mente pasaron varios modos de atenuar los aires de grandeza que se daban los jovenes; ninguno agradable y ninguno propio de una dama de Poniente, pero es que ella tenía un pasado mas 'liberal' e 'imaginativo' que esas damas.

La tensión, por no tomar acción disciplinaria alguna, en los componentes de la Casa Crogall se notaba para el ojo conocedor de lady Varya, tanto Galdrín como Adrik estaban listos y mas que dispuestos para hacerles tragar las palabras a aquellos mocosos de lindos vestidos. Parece que el segundo hijo de una casa menor se piensa que puede injuriar impunemente al Lord de otra casa, deberíamos apresarlos y llevarlos a presencia del rey por difundir calumnias, pero eso nos retrasaría... quizás a Willy le guste la compañía bisoña. Pensamientos oscuros pasaban por la mente de la señora de la casa mientras escuchaba la conversación que mantenían los hombres, se estaba aguantando a duras penas pues no soportaba oir tales mentiras hacia su esposo. Cuando la vista del insolente joven recorrió al grupo se aseguró que se diese cuenta de su mirada fija en él, de su desdén hacia él y sus bravuconadas, y de la poca vida que le quedaría si de ella dependiera.

Cuando oyó las primeras palabras de su hijastro no pudo reprimir una media sonrisa de placer, aunque ésta fué menguando hasta convertirse en tristeza conforme él avanzaba y esclarecía que no era eso lo que les iba a pasar. Al final va a resultar que el heredero de la Casa Crogall es el que tiene mas sentido común de todos los de la zona, pensó recordando a Adham Dannett, quizás alguna de sus ideas no sea tan descabellada como parece...

Las palabras de Whalen provocaron que los tres jóvenes nobles respondieran airados, habían entendido en las palabras de Whalen una amenaza velada hacía ellos como si les estuviera diciendo que olvidaran el rumor o acabarían muertos. Aquello les había ofendido a ellos, en especial a Donwald que encaró al heredero de los Crogall y señaló el estendarte que portaban con el blasón real.

-¿¡Osáis amenazar a unos emisarios reales!?. ¡Por el amor de los Siete!. ¡Exijo que rectifiquéis de inmediato vuestras palabras y os disculpéis por tamaña desfachatez!. -Aquello era totalmente irónico, que después de insultarles a ellos ahora él mismo exigiera que se disculparan por las palabras de Whalen. Pero Donwald se justificó. -¡Si amenazáis a unos emisarios del Rey es como si amenazarais al mismo Rey Robert!.

Eh! Viejo, lo has intentado. Pensó mientras su rostro era tan impasible como de costumbre. Entonces escuchó como Whalen intervino en la conversación, en defensa del buen nombre de su familia. Con arrojo y valentía. Se sintió tentando de ensanchar más su porte sintiéndose orgulloso de los actos del heredero de la casa, pero no lo hizo. Te cuesta sacar el genio, pero lo tienes, algo es algo. Tampoco hizo gesto alguno que denotara sus pensamientos. Ya siguió escuchando hasta que su el baso de su paciencia se llenó.

Con un suave movimiento de muñeca hizo virar su montura y entre palabras de fondo se dirigió hacia el carromato donde se encontraban sus pertrechos. Cruzó su mirada con alguno de sus hombres. No deberíamos haber parado, solo quería un viaje tranquilo. Recogió su arco de caza y volvió a recordar la nube en la que había estado sumido durante tanto tiempo. Recogió el carcaj y lo colgó de la silla. 

Espoleó con suavidad y energía al joven corcel del que recordaba haber pagado un precio más que justo por el. Con lentitud empezaba a retomar su posición en la vanguardia de la comitiva. Escuchaba gente hablar, susurros y la respiración tensa de los que estaban a su alrededor pero no pareció importarle. Poco antes de llegar empezó a cargar la flecha en el viejo arco y la palabras brotaron sin dificultad de sus labios para sorpresa de Lord Evan. Empezaron en un tono normal pero fueron subiendo hasta captar la atención de los presentes. 

 - Donwald, Donwald, Donwald. - ladeó la cabeza en signo negativo - Parece que sois tan iluso que tenéis la boca llena de vuestra propia mierda y os gusta el sabor. A la gente de mi calaña se le llama Lord. A la gente de la vuestra se les llama retrasados. - Dedico una sonrisa de reptil a los tres heraldos. Y prosiguió - Pero sois mensajeros reales. - Empezó a tensar el arco - Creo que debemos ayudaros en vuestro cometido. Galdrim,  creo que las monturas de estos bocazas están exhaustas por el viaje, no esta bien ver sufrir a eso pobres animales, no quedará más remedio que sacrificarlos. 

Scarlett apreto con fuerza la mano de Whalen y le sonrio para que supiera que tenia su apoyo. Que, pese a sus diferencias, estaban en el mismo barco.

No tardó en abandonar un suelo que se le antojaba cómodo y relajante, no podía permitirse la modorra. Se acercó a Modesto para proveerle de agua y lo acarició, agradeciendo su esfuerzo. Tenía que controlar el ritmo al que lo sometía y la duración del mismo, no quería perder aquel animal. Menos aun si le iba a dejar a medio camino de la capital en un momento como aquel. 

- No queda mucho...- le susurró.

Se alejó, creyendo conveniente un mayor descanso para el caballo, y esperó apoyando la espalda contra un árbol. Observó a su montura con impaciencia hasta que su respiración y movimientos se normalizasen por completo para reiniciar la marcha. No sabía donde estarían ya los Dannet, pero cuanto más tardara menos opciones tendría de conseguir el éxito en su misión.

Determinó que haría una fugaz parada en aquella posada. Lo necesario para enterarse de cuanta distancia le separaba aun de los Dannet. Aprovecharía además para plantar una versión contradictoria, deseando una menor hostilidad contra los Crogall cuando llegarán, y para conceder otro descanso a su cuerpo y al de Modesto. Sospechó que les haría falta, sería una noche larga...

Galdrín se movió hacia adelante, y hablo menos alto que las demás personas, pero con palabras igual de importantes.

Os aconsejo que ahora no corráis a esconderos, o una de esas flechas puede clavarse en vuestras cabezas. Es más, os aconsejo que desmontéis. Sera mejor para vuestra salud.

El maestro de armas que seguía un poco adelantado a la grupa del caballo desenvaino su arma con tal presteza que bien podía haberla tenido en la mano desde el principio, y nadie lo hubiera dicho.

Sus ojos seguían moviéndose entre los dos compañeros de Donwald. Sibilino.

Pero tuvo tiempo para añadir un comentario, que sin duda llegaría a su destinatario, aunque no lo estuviera mirando directamente.

Un emisario que habla por boca de su rey, insulta como si lo hiciera un rey, y créeme que el rey no se mantiene en su trono insultado a los hombres que han sangrado por él en el ascenso al trono.

Mirando a los muchachos añadió parsimonioso mientras cada vez estaba más cerca de ellos, aunque lo hiciera lentamente.

Habéis sangrado ya por vuestro rey. Porque hoy es un buen momento para hacerlo. Si, hoy es el mejor día para hacerlo.

Galdrín parecía un fiel reflejo de lo que eran aquellas bestias enormes de los pantanos, parecía no tener prisa por atacar, pero al mismo tiempo no dejaba de avanzar y se podía entender claramente que si algo era aquel hombre con barba, es que era letal. 

Whalen se sintió sorprendido, gratamente, al ver a su mujer a su lado, y sentir el roce de su suave piel.

Apenas le dirigió una mirada cargada de afecto cuando el noble vuelve a la carga con gritos de ofendido. Vuelve su atención hacia él y le dedica una sonrisa penas esbozada.

Al contrar...

Pero sus palabras mueren al escuchar la voz de su padre. Su voz más autoritaria. La que le había escuchado aquella vez con los gatitos, siendo él un niño... o aquella otra ocasión cuando lo pilló jugueteando con aquella moza de cocinas, o...

Un momento... ¿Qué coño va a hacer? Disparar a los caballos? Esto sí que va a ser una buena propaganda. Vamos a causar más efecto que llevando el lagarto-león...

Y luego Galdrín se une a las amenazas... Aunque sus palabras son sabias... Y más sabias deben parecerles con una espada en la mano de quien las dice.

Whalen va mirando a uno y a otro, algo alarmado por el cáriz que va tomando la situación, para luego mirar a los Claviger. Mantiene la espada en su funda, a la espectativa. No desea enemistarse con nadie en la vigilia de un torneo, y menos ocn un emisario real, pero antes que nada es un Crogall, por lo que hará lo que sea necesario por su gente.

Cuando el portavoz de los petimetres empezó a 'exigir', lady Varya elevó una ceja y miró a su esposo de reojo; lo vió alejarse hacia el carro y ella volvió la vista hacia los tres insensatos con media sonrisa. Ahora vais a probar la 'justicia de los pantanos', pensó refiriéndose a la que impartía cada día lord Evan Crogall entre sus súbditos, no siempre bien acogida pero justa. Por un instante, la dama sintió pena por los hermosos animales que ninguna culpa tenían por los asnos que los montaban, pero solo duró un instante; eran ellos o los que los montaban y de ser los segundos, aunque lo hubiese preferido, sería tener que dar demasiadas explicaciones.

Escuchó atenta las palabras de Galdrín, si afiladas habían parecido las del señor de la Casa Crogall las del maestro de armas, siguiendo el ejemplo, no se quedaban atrás. Cruzó las manos sobre el pomo de la silla y ladeó ligeramente la cabeza paseando su mirada por los ojos de los tres Claviger; esperando la respuesta de ellos, esperando...

El caballero pudo descansar apoyado en uno de los árboles, sentado sobre la hierba alta y cómoda que crecía salvaje en el campo bajo la sombra de los frondosos castaños. No se acomodó demasiado, pues no quería pasar allí mucho rato pese a la placentera calma que se respiraba en el tranquilo lugar. Estaba seguro de que en condiciones normales hubiera podido dormir allí una grata y restauradora siesta. Pero ahora no tenía tiempo para eso.

Esperó a que su caballo recuperara el aliento y le dejó pastar un poco por la hierba para que retomara sus fuerzas. Después decidió continuar el viaje y volvió a montar a Modesto y dirigirlo hacía el Camino Real. Empezó con un trote suave y tranquilo para que el caballo siguiera recuperándose de la intensidad que le había exigido aquella mañana. Lo lanzó al galope un par de veces pero sin exigirle demasiado, y fue alternando de nuevo un trote ligero con uno algo más calmado y unos cuantos minutos de galopada.

Sobre las siete de la tarde, cuando el sol ya no incidía tan directo y el calor empezaba a disminuir su intensidad, Ser Roshar llegó por fin a la posada. Su nombre era: El Gran Venado, y consistía en un edificio mucho más grande y esplendido que la Posada de Dag. Era un alto edificio de piedra que se levantaba tres pisos del suelo y culminaba en una cubierta de tejas rojizas, además contaba con una superficie el doble de grande que la de la posada anterior. De la entrada principal colgaba un cartel que sobresalía unos metros hacía el camino y en el que se podía ver dibujado un venado blanco cuyas astas sobresalían de la insignia. En el lateral opuesto, pero contiguo al edificio, se encontraban los establos de la posada, un cobertizo de techo de paja y paredes de madera. Por el número de caballos que había, se podía adivinar que la posada estaría llena, gracias sin duda a la gran cantidad de grupos que viajarían por el Camino Real para responder al anuncio del torneo.

Un mozo de cuadras atendió a Modesto y le dio la bienvenida a su dueño. Después dirigió el caballo hacía el interior del establo y le dio algo para que comiera y repusiera energías mientras con un cubo llenaba el bebedero para que el animal pudiera saciar su sed, la cual parecía que era mucha a juzgar por como engullía el agua.

Desde su llegada a las cercanías de la posada fingió la alerta y el pánico que debiera sentir el portador de la información que pretendía desvelar. La sospecha de la posible presencia de partidarios de los Dannet era motivo para la cautela y concedía una mayor credibilidad a su máscara, aunque de haberlos confiaba en que se tratara de meros observadores que no tardarían en documentar a su patrón.

Se bajó del caballo de manera apresurada, antes de dejarlo a cargo del mozo de cuadras, y miró en todas direcciones, reparando en las posibles señales que las otras monturas pudieran otorgarle sobre sus dueños. 

- Zagal, ¿ha pasado una comitiva numerosa por esta posada? - 

Metió la mano en la bolsa, que solo contenía una muy reducida cantidad de su dinero, y dejó que el brillo de una moneda destacara sobre sus ropas para incitar a la lengua de aquel muchacho a no contenerse. 

Las miradas de tensión que formaban parte del duelo dialéctico entre Whalen y Donwald, se perdieron cuando Lord Evan interrumpió el debate de forma brusca al colocar una flecha en su arco y apuntar al caballo del noble amenazando con sacrificarlo. Galdrín se unió a estas intimidaciones y desenvainó la espada y les aconsejó que desmontaran los caballos.

-¿Acaso vais a atacarnos?. -Dijo el joven soltando una carcajada de incredulidad fruto de los nervios que florecían con la tensión creciente entre ellos.

Los primos de Donwald no salían de su asombro, no se podían creer que Lord Evan estuviera hablando en serio. El que portaba el estandarte real comentó que eran mensajeros reales pero sus palabras apenas se escucharon y se perdieron entre la tensión que se mascaba en el ambiente, el otro comentó que lo que se decía de los Crogall era cierto. Eso sí que lo escuchó Donwald y asintió a su primo.

-Con esto no hacéis más que corroborar lo que hemos oído sobre vos, Lord Evan. -Dijo apoyándose en las palabras de su primo Spendren. -Aún podéis disculparos de esta afrenta. Somos mensajeros reales. -Repitió obcecado en conseguir unas disculpas por parte de la casa Crogall haciendo valer su posición como mensajero del Rey Robert.

-No nos asustas vuestras bravatas. - Aseguró tras mantener durante unos largos segundos la mirada de Lord Evan que seguía apuntando a los caballos con el arco.

Aquel mozo de cuadras era un chico rubio de cara pecosa y, al contrario que el mozo de cuadras de la posada anterior, mirada viva y despierta. Tomó de las riendas el caballo de Ser Roshar y lo llevó hasta el interior para proceder a acomodarlo. Mientras estaba agachando desabrochando las cinchas escuchó la pregunta del viajero y contestó en un tono algo irónico.

-Es el torneo real. Han pasado cientos de comitivas por aquí... -Se giró hacía Roshar y entonces descubrió en sus manos el brillo de una moneda y sus ojos se iluminaron al igual que su sonrisa. -Aunque si queréis puedo empezar a recitaros cada una de ellas.

Roshar estudiaba los alrededores pero todo parecía tranquilo, y trató de vislumbrar en la penumbra del establo los demás caballos que había allí pero desde su posición no pudo ver insignias ni nada parecido que delatara la propiedad de esos animales.