Partida Rol por web

La mansión Salieri se encuentra en una de las urbanizaciones adineradas de las afueras de la ciudad.
Dicha urbanización ya cuenta con ciertas medidas de seguridad tan sólo para entrar en ella, aunque es posible que pudiera "colarse" alguien por el simple hecho de aparentar suficiente dinero.

La mansión goza de un amplio jardín adornado con una fuente, flores y algún que otro banco, así que pasear pro su exterior en las noches de verano resulta de lo más gratificante.

La estructura en sí se compone de dos pisos de amplia longitud, aunque cabe esperar que probablemente alguna de las habitaciones ni siquiera se use, puesto que hay decenas y en realidad en el interior no convive tanta gente.
Flora nunca ha ocultado su refugio a los demás vástagos, así que todos son conscientes de que vive ahí, por eso la mansión goza de sistemas de vigilancia de última generación, que no sólo incluyen cámaras de vigilancia si no también detectores de movimientos e infrarrojos.

El interior se haya siempre en perfectas condiciones de limpieza y orden, puesto que ya hay criados encargados de mantener la mansión en perfectas condiciones, sobretodo las salas más utilizadas.
Nada más entrar, uno puede quedar sobrecogido por el enorme hall de suelo y escaleras de mármol en el cuál puede uno verse incluso reflejado.
Unas columnas sostienen el "balcón" del piso superior y a través de ellas, cómo si de un bosque se tratara, puede verse el jardín exterior.

Las salas dónde suelen llevarse a cabo reuniones, peticiones y demás visitas, suelen ser muy parecidas, aunque varía su amplitud dependiendo de la cantidad o "calidad" de los invitados en cuestión.
Seguramente ésas son las pocas dependencias que alguien podría visitar de la mansión en la mayoría de ocasiones.

El Tanatorio Municipal de Praga se haya algo a las afueras de la ciudad, cercano a uno de sus cementerios más amplios.
A pesar de ser municipal, su diseño modernista lo hace destacar de entre otros edificios gubernamentales, dando así una apariencia menos lúgubre a pesar de su función.

El interior está decorado con diversos tipos de plantas e incluso pequeños árboles además de obras de arte que reflejen tranquilidad y calma cómo todo el sitio en sí, pues al fin y al cabo cuando alguien debe visitarlo no suele ser por gusto y la intención es que los "clientes" se sientan lo más cómodos y confortables posible.

Además de los servicios básicos cómo preparación de ataúdes, transporte, incineraciones y etc, también goza de varias capillas pequeñas dónde pueden oficiarse pequeñas ceremonias y "últimas despedidas".

Flora sube de nuevo al imponente lamborgini después de la intensa charla con Al-Jaquid.
Su rostro muestra una sonrisa de complacencia y triunfo mientras Vincent arranca dirigiéndose a la mansión.

-Ha resultado algo más tenso de lo que creía en un momento, pero al fin y al cabo era de esperar... Ése hombre me odia, y se esfuerza por intentar disimularlo a pesar de todo. Se nota que su linaje está basado en esos códigos de conducta del honor y en fin... Muy divertido- ríe por lo bajo mientras observa ahora al ghoul.

-Lo cierto es, que al final accedió a hacer el trabajo después de todo. Bueno, a quién sea que se lo encargue, eso no me importa... Pero habrá que agradecérselo de modo que no se arrepienta de ello- arquea la ceja y se acomoda mejor en su asiento, pensativa ante lo último que acaba de decir.
Podría apostar a que no aceptaría ningún regalo de una Tremere, lógico, ella tampoco lo haría en condiciones normales.

-¿Mi señora...? ¿Realmente vais a establecer contactos cordiales con un Assamita? No conozco gran cosa acerca de ellos, pero debido a la situación que nos vemos en la obligación de aparentar...- no acaba la frase, la perturbadora mirada de Flora es suficiente para saber que no quiere oír el resto, al fin y al cabo es plenamente consciente de ello y él lo sabe.

El orgullo de su señora no dejará que nadie se interponga en sus verdaderos quéhaceres y planes personales, por muy importante que sea ese "alguien".
Éso es lo que más le gusta de ella.
Y con estos pensamientos aflora una sonrisa ladeada al rostro de Vincent.

La verja del muro del jardín exterior de la mansión se abre con lentitud, el deportivo aparca justo enfrente de la puerta principal y Flora baja del mismo, entrando a la mansión y sintiéndose inmediatamente incluso más segura de sí misma y sobretodo más relajada.

Se quita los zapatos con un resoplido de astío y después el abrigo, que una de sus criadas se encarga de coger con cuidado.
Ella anda con paso decidido por los diferentes pasillos hasta llegar a una de las salas menos frecuentadas.
De todos modos todas las vitrinas y los objetos allí expuestos se hayan en perfectas condiciones de conservación y limpieza.

Flora sonríe complacida y abre uno de los armarios de armas, cogiendo una de las antiguas cimitarras procedente de Arabia.
En realidad la única que posee puesto que no son ni mucho menos la que más le gustan pero será perfecta para la ocasión.
Entrega el arma a Vincent y le encarga que la pulan y afilen para poder ser utilizada en combate si fuera necesario, recubriendo el pilo de plata pura, los gastos económicos no le preocupan y mucho menos con el negocio que se avecina próximo.

Después de esto va se retira a uno de sus rincones favoritos: los sótanos y catacumbas a las que nadie más tiene acceso.
Allí abajo, en completo silencio y solitud, se dedica al estudio de sus libros llenos de conocimientos.
Saberes importantes e interesantes de verdad para sus disciplinas y negocios, que no debe dejar de intentar mejorar para que el Objetivo Común sea alcanzado.

El Tremere vislumbraba desde el exterior la enorme mansión, todavía un poco sorprendido ante las descomunales medidas de seguridad de la urbanizacion que no se lo habian puesto nada facil para entrar.

Era su primera noche en Praga y, después de la visita al Príncipe, deseaba entrevistarse con la Primogénita de su clan: Flora Salieri. Los rumores que habia escuchado en las escasa horas que llevaba en la ciudad hablaban de una mujer profundamente bella y de una gran elegancia.

Con este pensamiento en la cabeza, llamo al timbre situado al lado de la verja de entrada esperando una pronta respuesta pues, sin duda alguna, estaba convencido de que las medidas de seguridad que debia de poseer la mansión ya habían captado su presencia

Debido seguramente a las medidas de seguridad obvias, la imagen de Jared ya había sido captada por varias cámaras mientras éste se aproximaba a la lujosa mansión Salieri.
La verja se abre sin necesidad de intercambiar palabras y el joven tremere cruza el amplio y bien cuidado jardín, alumbrado con alguna que otra farola que ofrece una luz ténue, sugerente y relajante.

Cuando te acercas al porche, la gruesa puerta de roble se abre, y una mujer con aspecto claramente de criada, te hace una reverencia y se aparta para dejarte pasar.
El amplio recibidor resulta imponente, con suelos y columnas de mármol lustrados muy brillantes.
Alrededor de las paredes hay dispuestas diferentes obras de arte así cómo estátuas, todas con un estilo clásico y renacentista que parecen extraídas de la lejana Italia.

La mujer se aleja con la cabeza gacha, sin embargo por el pasillo lateral se acerca otro hombre.

Se trata de un hombre bastante alto, al menos más que tú, aunque no es excesivamente corpulento en apariencia.
Va enfundado en un traje gris de corte clásico con una simple camisa blanca debajo.
Te sonríe de forma afable.
-Buenas noches, sea bienvenido...- hace una pequeña reverencia, hablando con un Muy marcado acento italiano que aún así deja comprender lo que dice.

-Mi nombre es Vincent, permítame acompañarle, la señorita Salieri le recibirá enseguida...- te acompaña hasta una pequeña sala.
Alfombrada y bien dispuesta, con varios sillones mullidos dispuestos para una charla o negociación en un rincón, un par de armarios de madera lacada y un escritorio con una gran silla sobre el cuál reposa una lámpara y un par de plumas. Probablemente de plata auténtica.

-¿Querrá tomar algo mientras espera?-pregunta educamante el tal Vincent, mirándote demasiado inquisitivamente para tratarse de un simple criado.

Jared devuelve el saludo a Vincent mientras observa con detalle cada rincón de la mansión Salieri

-Jared Courtland, un placer. Veo que la decoración de la mansión es excelente, deduzco que la señorita Salieri es una mujer de gustos exquisitos y una gran amante del arte italiano

Comenta mientras lo sigue hasta una pequeña sala que supone preparada para las reuniones. Tras tomar asiento en uno de los cómodos sillones acepta el ofrecimiento de Vincent

-No hay problema esperare aquí por la señorita Salieri pero acepto su invitacion. Traigame una copa si no es molestia

Cuando Vincent sale de la habitación, Jared suspira aliviado pues, a pesar de dirigirse a el con educación en todo momento, no se sentia comodo con la forma inquisitiva con que este lo miraba

-Se siente muy orgullosa de sus raíces...- te hace una reverencia a modo de asentimiento y te acomodas todo lo tranquilo que puedes, ya que al fin y al cabo se trata de una visita a un primogénito...
Al cabo de poco Vincent vuelve con una fina copa de cristal tallada, cuyo contenido es sin duda vitae edulcorado, riquísimo sin duda si te gusta el sabor dulce.

Empiezas a distinguir el sonido de unos tacones acercándose, señal inequívoco de que esta vez se trata de Flora.
Entra en la sala clavando su impactante mirada en ti cómo si pudiera atravesarte y enseguida te dedica una sonrisa amable.
-Siento haberle hecho esperar, no le esperaba tan pronto...- dice mientras toma asiento en la butaca frente a la tuya y cada gesto y palabra resulta tan delicado cómo el vuelo de una mariposa

El cadáver del adinerado sr.Adam Vólkov ha llegado hasta el tanatorio.
La autopsia es realmente fácil, muerto a causa de asfixia de forma violenta, pues pueden apreciarse músculos agarrotados a causa del intento de forcejeo.
No importa, eso es fácil de ocultar simplemente sus forenses se encargaran de mentir en los informes, sin embargo... El lugar dónde fue hallado el cuerpo es más difícil, ¿acaso no dijo que quería que pareciera natural?
En fin, no será difícil convencer alguna prostituta con una buena suma de dinero y un bonito abrigo de visón, declarará que estaba a punto de ser contratada por Vólkov y que el viejo empezó a ahogarse, quizá debido al nerviosismo del momento, bien... Todo dispuesto.

Los preparativos del funeral van según lo previsto, todo calculado y preparado al mínimo detalle, la familia del difunto así lo ha querido.
Flora se pone en contacto fácilmente tanto con la viuda cómo con su hijo y heredero Daniel.
No le cuesta demasiado sonsacarles el pequeño dato de que en realidad con él muerto, todo se complica pues no estaban preparados para ellos.
Nada nuevo, Flora ya lo suponía, estúpidos humanos confiados...

Se acerca el día del funeral, la ceremonia resulta ostentosa, con muchos invitados a los cuáles no les importa en absoluto la muerte del susodicho, pero cómo hombres de negocios que son, deben asistir (de hecho, hay muchos cuchicheos debido al rumor de que estaba contratando lso sevicios de una furcia antes de morir por un fallo respiratorio).
El ataúd es preparado para ser transportado al cementerio y Vincent es uno de los que se encarga de cargarlo a hombros.
Rápido y eficaz, pues no es la primera vez que lo hace, corta con precisión y facilidad una de las falanges del viejo Vólkov. La tapa se cierra y ahí termina el viaje "visible" para el difunto.
En realidad, no ha hecho nada más que empezar...

Al cabo de tan sólo un par de días, un comprador anónimo se ha hecho con el 70% de las acciones del hotel, dado que la familia Vólkov se ha visto obligada a ello para obtener beneficios, lo que no podían imaginar es que dicha suma de dinero desorbitada pudiera ser pagada pro una sola persona, convirtiéndose así en el verdadero propietario del hotel.
Aún no han recibido noticias claras de dicho inversor, pero en la casa de hasta la entonces adinerada familia, se cierne la preocupación y el miedo a lo que pueda pasar ahora.

Flora se encuentra de nuevo en los "sótanos" de su mansión.
La falange ha sido debidamente limpiada de carne y demás desecho con una exposición prolongada a ácido clorhídrico.
Extrae el hueso perfectamente limpio con unas tenazas metálicas y lo anuda a un cordel negro.
-Il mio nigromance amato, possiamo essere potenti... e lei farà il pe di hel- sonríe con satisfacción, abre uno de los armarios y recoge una de las muchas piedras grisáceas que se encuentran en él, en realidad son diferentes esquirlas de lápidas del cementerio.

Se acomoda sentada sobre una alfombra en el suelo con todo dispuesto, conoce el nombre, incluso más de lo necesario... Comienza el ritual.

Abraham avanzaba por las calles residenciales de aquel barrio con una mezcla de indiferencia y desprecio. Aquello era para él un cúmulo de arrogancia y poder vano que incluso le hacía gracia...

Llegó ante una imponente mansión que, supuestamente, era el refugio de Flora y apretó el botón del intercomunicador. Tenía curiosidad en saber qué sorpresas le deparaba aquella loca arrogante esa noche...

La puerta exterior del amplio jardín se abre apenas Abraham pulsa el timbre, probablemente captado por alguna de las varias cámaras de seguridad que por allí se encuentran.

Al acercarte a la robusta puerta de roble, una sirvienta te abre con una reverencia y te da la bienvenida, esperando que le tiendas el abrigo o cualquier otro accesorio que desees antes de acompañarte por un pasillo lateral.
Todo está decorado con obras de arte, ya sea cuadros, figuras o muebles, de origen italiano sin duda por su estilo neoclásico y estilizado. De todos modos no llega a haber demasiadas de manera que no resulta "sobrecargado".

Por el pasillo aprecias una suave melodía de un piano, que se intensifica cuando la sirvienta abre unas puertas dobles después de haber llamado, tras lo cuál se retira.
Flora se encuentra sentada en la banqueta del piano y sigue tocando tan sólo unos segundos más, cómo si no quisiera parar hasta terminar la melodía.
Ésta vez su vestido es largo y blanco, en contraste con su habitual negro que a veces le hace perecer estar de luto.

-Buenas noches, no le esperaba tan pronto...- sonríe de forma afable mientras se levanta del asiento y baja la tapa del piano con tremendo cuidado -Fue muy rápido con el cumplimiento del trabajo, le felicito por ello... Aunque imagino que no lo hizo usted- te hace un gesto invitándote a sentarte en una de las varias mullidas y amplias butacas que se encuentran en un rincón de la amplia sala de música.

Abraham vestía uno de sus habituales mantos, aunque esta vez tenía un talle moderno, hecho de tela negra de cierto toque sintético y con alguna cremallera, aunque no por ello menos elegante. Se lo desabrochó con parsimonia, se lo alcanzó a la sirviente y entró en la sala.

Esperó tranquilamente a que Flora acabara de tocar, disfrutando de la pieza tanto como ella.

Buenas noches - se limitó a contestar y aceptó la invitación de sentarse en la butaca.

Flora contiene su deseo de entornar los ojos y prosigue hablando.
-Lo cierto es que esperaba una muerte que pareciera más "natural", el lugar no fue muy propicio para ello pero no importa, un trato es un trato y siempre cumplo lo que digo- asiente para sí misma y se sienta en una butaca bastante cercana a la tuya.

-Iremos al grano cómo ya sé que le gusta a usted, aunque no es tan simple. ¿Cuántas veces se ha visto sometido al poder de la dominación?- le pregunta mientras recoloca su vestido en el asiento para acabar de acomodarse y seguidamente le observa a la expectativa, apoyando las manos en los amplios reposabrazos.

La verdad es que especifiqué simplemente que no se dejara marcas, tal y como quería. Si hubiese sabido que importaba el lugar... - dijo mientras Flora se sentaba.

Pocas... - contestó Abraham, e hizo una pequeña pausa mientras se miraba una cicatriz que le sobresalía por la manga de la camisa - Aunque nadie que lo hizo sobrevivió para contarlo...

Y por un momento, una sonrisa se dibujó en su cara.

-La señorita Salieri supongo.... Un placer conocerla. Veo que los rumores sobre usted son ciertos

Deja la copa con la vitae sobre el escritorio mientras observa timidamente pero con detenimiento el vestido de Flora y se sienta de nuevo en uno de los sillones

-Supongo que ya tiene usted conocimiento del motivo por el cual estoy en Praga. Vengo de Nueva York enviado por mi Sire el Señor Andersen. Alli, dirige una popular tienda de antiguedades en pleno centro de Manhattan. Como puede imaginarse, la tienda no es mas que una tapadera para encubrir sus verdaderos propositos..... Encontrar ciertas reliquias que le permitan llevar a cabo rituales para aumentar sus poderes. Para eso estoy en Praga, para administrar las importaciones desde Europa y seguir la pista a algunos de estos objetos

Vuelve a recoger el vaso con vitae

-Esta exquisita

-Sr. Al-Jaquid, no pretendo ofenderle pero si quiere aprender el dominio de una disciplina lo primero y básico es saber sus efectos de forma directa. Es una buena manera de empezar a asimilar en qué consiste y cómo altera su sistema, así que no es necesario que se ponga tan a la defensiva... ¿Acaso no ha venido a aprender?- compone una sonrisa ladeada antes de proseguir, pues tiene razón en lo que dice pero a la vez puede resultar "divertido".

Es evidente que Flora le observa, y es igual de obvio que Abraham no rehuirá tal contacto a pesar de saber sus intenciones, pues es un guerrero de honor.
-Béseme- la orden es clara, concisa y directa, no hay ambigüedad alguna que permita evitarla.

Abraham estaba a punto de responder a aquello, cuando sintió, de repente, la necesidad de besar a aquella mujer. Sintió aquella maldita sensación, como si un titiritero estuviera jugando con su cuerp, y su mente. Acercó sus labios a los suyos y le dió un corto y frío beso, aunque más largo de lo que a él le habría gustado...

Justo al separar sus labios retomó el control sobre sí mismo y multitud de pensamientos pasaron por su cabeza. Ninguno demasiado agradable para Flora, precisamente. Pero pudo contenerse...

Aprovechando su posición acercó lentamente sus labios al oído de Flora. Ella, pese a tratarse de un vampiro, pudo sentir durante unos segundos un cálido y suave aliento en la oreja.

Un susurro, casi inaudible, rozó entonces sus sentidos - Hay maneras y maneras de hacer las cosas, señorita Salieri. No estropee la situación.

Después de unos segundos Abraham se separó de ella, despacio, como para no romper el silencio del momento, y se recostó en la butaca con la mirada seria y penetrante. No hacía falta decir nada, ella sabía perfectamente lo que pensaba...