Partida Rol por web

 Hécate observó la situación en silencio. No sabía que podría llegar a decir si abría la boca, aunque sentía la ira bullendo en su interior. Se acercó al vampiro, por si este intentaba huir. Mientras tanto, no podía evitar olfatear a su alrededor, buscando simultaneamente con la mirada, por si había algo que pudiese ayudarla a volver a encontrar a David en caso de que fuera necesario.

No era una ilusa. Sabía que las probabilidades de que les diese esquinazo eran relativamente altas. Pero también sabía que, en caso de que así ocurriera, iba a volver a encontrarle. Todas las veces que fueran necesarias hasta que fuese cenizas.

-... Está en las afueras. No sé cómo se llama el sitio. Es un almacén viejo, de chatarra. Pero... si os conduzco hasta allí tenéis que dejarme tranquilo. A mí y a mi hermano -respondió David, hablando con dificultad por los colmillos.

No cabían todos en el coche. Y menos si alguno tenía que ir en Glabro para controlarle. El tío era fuerte. Además, no se fiaba de dejarle conducir, y no tenía ni idea de quién más sabía.

-Ashley, Viv y yo vamos con él en el coche. Seguidnos.

Hubiera querido a Hécate a su lado por si había que poner al tío en su sitio, pero se fiaba más de ella y de Edgar para rastrearles. Y no creía que Kate pudiera contener al vampiro sin cambiar a Crinos ni con ayuda de todos los espíritus del más allá. Aunque Edgar le estaba cogiendo mucho gusto al rollo del agente secreto, y le daba hasta pena quitarle su juguete.

-¿Puedes conducir tú? -le preguntó a Vivianne.

Paseo en coche con Ashley. Los recordaba divertidos.

Viviane le devolvió la mirada a Edgar con un atisbo de media sonrisa. Se le daba bien aquel papel de agente secreto de la policía, parecía estar en su salsa. En otra situación incluso le habría seguido el juego sólo por divertirse un rato, pero no tenía tanto control de la situación como para tomárselo tan a la ligera.

-Claro, y si no algo haremos -respondió la Ragabash cuando Donny comenzó a dar órdenes. Se volvió hacia el vampiro alargando las manos-. Las llaves, vamos.

Lo cierto es que si no hubiesen ido Ash y Donny con ella se hubiese negado en rotundo a llevar el coche. No es que no se fiase de los recursos del resto de la manada, pero se sentía más segura sabiendo que le podían chafar el cráneo con las garras en un abrir y cerrar de ojos. No estaba la cosa para bromas.

Esperó a que le diese las llaves y se giró hacia Ed, Kate y Hécate.

-Procurad no perdernos.

Ashley negó con la cabeza.

-No, no podemos separarnos. No tenemos otro coche, ¿recuerdas?

¿Quién se creía el Ahroun para desafiar su autoridad? Bien, bueno, era el Ahroun. Y el Ahroun decidía en tiempos de guerra, lo cual podía ser... aquel mismo instante. Ashley se sentía confusa. Se paseó por allí algo nerviosa. ¿Qué encontraría en la fábrica? ¿Qué había querido decir David? ¿Por qué los más guapos eran tan tontos?

Paseó su mirada por Edgar, Hécate y Kate. Había sitio para uno más. Hécate iba a pie, desde luego. No por nada era la omega de la manada. Entre Edgar y Kate... ¿a quién escogía? Edgar parecía muy metido en su interpretación y había acojonado a David. Aunque fuese un pesado, de vez en cuando resultaba útil. Kate era otra historia. Había probado ser útil y su carácter no era tan insoportable como el de Edgar. Pero... siguiendo in character...

-Agente, tú te vienes también con nosotros. Kate, Hécate... bueno, ya sabéis lo que toca. Viviane, ve despacio para que puedan rastrearnos.

Si fuese sólo una, habría podido montar en el maletero, en forma de lupus. Dichosos números pares.

-Y tú -dijo a David-. Más te vale jugar limpio o te arrancamos la cabeza. Y va en serio.

David le tendió las llaves a Viviane y se sentó en el asiento trasero, custodiado a cada lado por Donny y Edgar. Ashley se sentó en la parte delantera e hizo un comentario acerca de lo insegura que le hacía sentir que Viv fuese la conductora.

-Recordad el trato -dijo el vampiro-. A mí no me tocáis un pelo.

El coche arrancó y dejó atrás el centro, en dirección a las afueras.

El almacén estaba a unos quince minutos del centro, treinta corriendo en Lupus. Ashley obligó a Viviane a parar cada poco tiempo para dejar caer un pelo o un escupitajo para que pudiesen seguir el rastro. Asqueroso, pero necesario. David se mantuvo en silencio y no puso en peligro su vida. Percibía la Rabia escondida bajo la apariencia humana de los Garou. Si bien aún no había averiguado lo que eran, seguía teniendo miedo.

Una vez encontraron el almacén, Ashley hizo que David aparcase en las inmediaciones. No tardaron en aparecer Hécate y Kate, de nuevo en forma Homínida. El reloj del coche dio las dos.

No se molestó en ocultar que le molestó que Ashley le pisara. Aunque dado que siempre parecía molesto, era improbable que se le notara otra capa de cabreo en la cara. Con otro más en el coche no iba a tener sitio para cambiar a Glabro si hacía falta. Pero no discutió.

Nadie le había dicho a David que no le iban a hacer daño. El tío debía ser muy estúpido. Se bajó del coche y sugirió que sacaran la llave del contacto. Cuando llegaron Kate y Hécate, se volvió hacia David.

-Jason, tú, ¿alguien más? Has dicho algo de tu hermano. Y yo que tú no me andaba con gilipolleces, o te dejo con el agente Rourke.

David le enseñó los dientes de nuevo y siseó, pero volvió a ocultarlos rápidamente.

-Jason y mi hermano. Eso es todo. A mi hermano no le hagáis nada. Jason es todo vuestro. Pero nosotros nos vamos, ¿eh?

-¿Es que Roland también...? -preguntó Ashley. David asintió.

La Philodox apartó la mirada y pegó la frente contra la ventanilla. Era un lugar demasiado pequeño para huir, pero no quería que nadie la viese. ¿Por qué Roland había accedido a eso? ¿Por qué? ¿Para qué necesitaba ser inmortal y convertirse en una aberración de la naturaleza cuando ya era perfecto tal y como era? ¿Por qué la tenían que poner contra la espada y la pared de esa manera?

 Hécate gruñó de nuevo. Lo mejor sería acabar ahora con ese vampiro y luego proceder pero aún así... debían sonsacarle todo lo que pudiesen antes de entrar a ciegas. Respiró profundamente, para llenarse con los olores de la zona y ver si el olor se hacía más intenso en la fábrica, como debería ser en caso de que soliesen parar por allí, o no. Al tiempo habló, con la voz ronca por la rabia.

- ¿Cómo os protegéis? ¿Trampas? ¿Algún tipo de guardia?

No quería encontrarse con sorpresas inesperadas.

-¿Te crees que somos ricos, calvita? -ironizó David-. Jason se queda vigilando gran parte de la noche. Espera, ¿cómo habéis llegado hasta aquí tan rápido y sin coche?

Miró con los ojos entrecerrados a la Metis y sonrió.

-Ya. Sois de esa Camarilla que dice Jason, ¿no? Pues para llamarme imbécil no te has cortado a la hora de beber, Ashley.

 Hécate gruñó ante los insultos que la sanguijuela le dirigió primero a ella y, después, a otro miembro de su manada. En ese momento sintió la ira fluyendo por todo su ser. Una cosa era que los miembros de su manada, de su clan, la tratasen como lo que era: la omega de la manada. Pero otra muy distinta era que una aberración como ese chupasangres la insultase y luego se atreviese a insultar también a la philodox.

Empezó a gruñir desde lo más profundo de su garganta, abriendo y cerrando los puños, mientras se acercaba a la sanguijuela para darle la paliza de su vida, las encias contraidas de manera que mostraba todos los dientes en un rictus muy poco humano.

Sin poder aguantar más, Ashley se giró. Los rasgos bestiales de Glabro se notaban en su rostro, henchido de furia. Agarró a David por el cuello y tiró de él hasta sacarlo del coche y dejarlo en el suelo.

Tras su pequeña explosión en el aparcamiento, que a Kate le había parecido incluso infantiloide, la Theurge se había cuidado muy mucho de mantener la boca bien cerrada. Observó en silencio la pequeña batalla por el liderazgo que el Ahorun y la Philodox matuvieron, un roce que la manada parecía no haber acabado de superar, y se había limitado a asentir secamente con la cabeza ante la orden de Ash de que Hécate y ella les siguieran el rastro.

Lo cierto es que la carrera le sentó bien. Durante todo el trayecto había dejado que su cuerpo pasara a modo automático, abstrayendo su mente todo lo que pudo, dejándose guiar por el fino olfato de su compañera y la certeza de que llegarían bien dónde quiera que fueran, y casi sin darse cuenta se puso a repetir uno de los miles de ejercicios de concentración que su maestra le había enseñado. Había sido instintivo, automático. Y lentamente, zancada a zancada, y aunque seguía sintiendo la rabía bullendo en su interior, esta parecía haberse amoldado a sus designios: todavía caliente, todavía palpitante, pero controlada.

Así las cosas, llegaron al puerto poco después que los demás. De hecho, los encontraron todavía bajando del coche. Y antes de que pudiera decir "esta boca es mía" Kate se vió arrastrada a las sucesos presentes cuando el dichoso chupasangres insultó a Hécate y a Ash... y ambas reaccionaron de la misma forma.

"Impresionante" - Pensó, mientras sin que apenas se diera cuenta se acercaba a ambas, instintivamente de nuevo, en un gesto ocasional pero no raro en ella. - "Quién hubiera dicho que por una vez se pondrían de acuerdo".

Y no había acabado de pensar esto cuando su rabia concentrada y de algún modo controlada palpitó, pero se mantuvo en su sitio, mientras mentalmente ella recitaba una pequeña plegaria a los espíritus, casi un mantra, dándose ánimos para lo que estaba a punto de hacer. Y con una seguridad tan etérea como la calma que la dominaba en ese instante, Kate puso una mano en el hombro de Ash y la otra en el de Hécate. No había una orden en ellas, tampoco pretendía apartarlas del chupasangre por la fuerza, ni mucho menos. Era el toque de una conocida que las devolviera a la realidad, el toque de alguien que sabe lo que sienten y las comprende, pero se ve obligada a ser la voz de la razón por un instante. Pensó las palabras durante una fracción de segundo, antes de dejarlas salir, haciéndose eco de Edgar.

- Agentes, por favor. - Murmuró, apenas, como quien podría haber dicho "Ahora no, aún no." Después le dedicó una mirada gélida e impretérrita al chupasangre, tendido sobre el suelo bajo Ash. - Yo que tu me plantearía seriamente cooperar de forma eficaz y eficiente...

David, al que la camiseta se le había roto en el forcejeo, se giró y puso una mueca aterradora. Su rostro se deformó por un instante y lució una apariencia terrorífica. Ashley no pudo evitarlo y le soltó, haciéndose a un lado con pose defensiva y miedo en la mirada.

 Hécate relajó levemente el gesto, aunque seguía gruñendo desde el fondo de la garganta. No acababa de entender a que estaban jugando los hominidos con eso de los agentes, aunque sabía que la mentira había hecho que el cabeza de chorlito del chupasangres les guiase a su guarida. Sin embargo, eso no significaba que no desease arrancarle la garganta con los dientes.

- Será mejor que acabemos con esto pronto.- su frase fue dicha en tono ronco, agresivo, mientras visualizaba como mataría a esos asesinos de cachorros. A esas abominaciones de la naturaleza. Puede que ella fuese un engendro a los ojos de su gente, pero al menos seguía siendo hija de Gaia. Esos... seres había renunciado a todo para entregarse al wyrm sólo por... poder. Eran el peor ejemplo de corrupción que podía pensar.

-No podemos dejarlo aquí ni llevarlo con nosotros -dijo Ashley, aún temerosa pero recuperándose-. En el Clan de mi padre me dijeron algo...

Miró a su alrededor. Era una zona industrial. No había árboles ni nada de madera algo puntiaguda.

-Madera. Necesitamos estacarlo. Eso lo dejará quieto. Perfecto para el beso de Helios.

-Un momento... No sois chupadores, ¡sois hombres lobo! -exclamó David al ver la apariencia bestial de Ashley. Trató de ponerse en pie. Se apoyó en el coche-. ¡Hemos hecho un trato! No voy a dejar que me estaquéis así como así... ¡JASON! ¡JASOOOON!

Se lanzó sobre David para que no pudiera seguir llamando al tal Jason y aprovechó que estaba apoyado en el coche para intentar estamparle la cabeza contra el capó, pero se le escurrió. Sabía que el vampiro podía sacudírselo de encima sin problemas si seguía en esa forma, y ya estaba harto.