Partida Rol por web

¿Del período del Tahuantinsuyu? -repitió la empleada-. El Tahuantinsuyu, señor, es el gran reino de las Cuatro Regiones. No es una época incaica. Como pueden observar, la gran mayoría de piezas, artilugios y decoración está basado en esta cultura. Por algo estamos en Cuzco -dijo sonriendo amigablemente-. Algunas piezas, bueno, bastantes, son originales -empezó a mostraros algunas esculturas grandes y pequeñas, objetos de tribus indígenas aún existentes y otras maravillas reales-; por otro lado, el resto son antigüedades que alguna vez decoraron un palacio, una casa o simplemente quedaron perdida. Pero todo aquí recuerda a los Incas, por supuesto.

Mi expresión de desconfianza se suaviza ante sus palabras.

Estoy tan acostumbrado a que la mayoría de tiendas de este tipo se dedican a dejar satisfechos a sus clientes encontrando exactamente lo que estaban buscando que no puedo dejar de decírselo.

Realizando una leve inclinación en señal de respeto y reconocimiento. – Permitime felicitarla señora Emily, en la gran mayoría de las otras tiendas de antigüedades me habrían felicitado porque justamente les acababa de llegar una pieza como las que comentaba y autentica. – Sonriendo, – soy efectivamente un apasionado de la arqueología y esta pasión me ha llevado a estudiarla y dar clases en la Universidad.

Que hermosura, que linea... comencé a decir de pronto completamente maravillado. Simplemente es..... impresionante... tanta belleza junta. Al mirar a Castle os dais cuenta de que me he girado hacia vosotros. Parece que miro concretamente a Emlily. Que elegancia... cuanta fragilidad desprende su hermosura. Sus curvas hacen que su linea sea perfecta, tan equilibrada, tan..... majestuosa... Española, ¿verdad? pregunté a Emily con curiosidad.

Vi la cara con la que me miraban todos. Bueno, vale... quizás me haya excedido un poco... pero.. ¿No me digais que no es una espada formidable? comenté elevando el arma a la altura justa para que todos pudiesen verla bien.

Luego me giré a la mujer. Hola, soy Richard Castle. sonreí mientras la tendía la mano. Perdón por entrar así, me quedé realmente maravillado con... todo lo que tiene en la tienda, aunque se ve que el mejor tesoro lo descubrí en el último momento... y no me refiero a la espada. la sonreía amablemente mientras la regalaba un sutil piropo. Nada ofensivo ni comprometedor.

No, soy de Inglaterra, de un pueblecito del sur de las Islas -respondió-. Al igual que mi padre, me gustan las antigüedades -la muchacha estaba cómoda hablando con sus congéneres de lengua-. Es un placer señor Arthur: la mayoría de los clientes que tengo son turistas extranjeros sin más. Gracias señor Castle, y encantado. Es una pequeña joya en sí lo que tengo en esta tienda. Aunque las venda y me desprenda de ellas poco a poco, cada pieza me da pena cuando dejo de verla. ¿Y usted es? -le dijo a Luke, ya puestos-.

Luke Sullivan, para servirla, seño... señorita. ¿Señorita, verdad? -aquel vago saludo estaba cargado de una atención por parte de vuestro amigo-. Bueno, yo soy eh, un amigo de estos señores. Si necesita alguna vez un piloto, ya sabe -sonrió amablemente-.

Vaya... encantado -respondió Emily-. No me diga que usted ha traído a sus amigos, los cuáles les interesa la historia y la arqueología, a una tienda de antigüedades desde los Estados Unidos, ni más ni menos -que procedíais de allí era evidente por el acento americano del idioma inglés-. ¡Pues eso está muy bien! Cuzco en una gran ciudad y Perú un país de historia y ensueño. Aunque... apuesto a que buscán algo más -se atrevió a decir con inocente curiosidad (pues le parecía que tres forasteros tan arquetípicos estuvieran allí, en Cuzco, en su tienda, y a la vez-. ¿Acaso quieren alguna pieza en concreto? Eh... ¿no buscarán saqueadores, no? No soy intermediaria de ningún bandido -su tono cambió a algo más sombrío: la joven parecía realmente honrada. Ciertamente, en esa época abundaban los cazadores de tesoros "freelance"-.

Ciertamente, tuvimos suerte dando con un gran piloto como Sullivan, a la par que tuve suerte de conocer a mi colega Arthur. Verá ambos somos apasionados de la arqueología, él da clases y yo.... investigo y escribo libros... No buscamos material de esa índole... los saqueadores no van con nosotros. la sonreí amablemente.

Verá, lo que quizás más valoremos es la información. Por supuesto que algunas piezas de su tienda acabarán tanto en la universidad como en mi despacho, como recuerdo de este viaje y material de estudio arqueológico. Continué narrando con mi habitual simpatía. El señor Namur, busca información más generalizada para sus clases.... En mi caso, alguien me dijo que si quería una buena historia y un buen misterio preguntase por.... me acerqué a la mujer, mirando a Arthur y guiñándole un ojo la susurré Mallku.

Me aparté de ella, esperando ver su reacción. Quizás los nativos me tomasen el pelo por ser extranjero y preguntar demasiado... pero quizás no.. ¿podría ayudarnos con eso?

Estaba a punto de preguntarle a Emily si conoce a mi compañero el profesor de Universidad que estamos buscando cuando él hace sus preguntas.

Permanezco en silencio esperando su respuesta para preguntarle después a menos que lo nombre en su respuesta.

¿Mallku? -repitió Émily, algo extrañada. Su cara torcida y sus labios ahora a un lado denotaban desconocimiento-. Creo que un dios inca. Me suena ese nombre, me suena de esta ciudad, por supuesto... No sé exactamente a qué se refiere si no me concreta más, señor Castle. En cuanto a recuerdos... el que quiera.

Detallar más... ¿qué decían los papeles? Selva al norte de Cuzco... Militares alemanes, final de la Primera Guerra Mundial.... esta tienda... un condor... eso!

Pues... pregunté a los nativos y la verdad es que poco les entendía, a parte de Mallku y las risas... pero me hablaron de un ave... o eso les entendí por los gestos, deduje que era un condor de color verde.... Por eso sólo pregunté por Mallku... un cóndor verde suena a broma.. sonreí a Emily. O a un animal muy enfermo... reí mi propia gracia.

No sé señor... -dijo ella-. Quizá se trate de algo que le contaron, una leyenda, un simple chisme, quién sabe. Si llevara un mínimo tiempo en Perú como yo, sabría que aquí la gente es muy elocuente, graciosa, habladora.

Me rasqué la cabeza. Claro que.... también podría ser un cóndor de malaquita verde... o de jade... o pura charlatanería. Me temo que en el tiempo que llevo por aquí, poco he podido entender, el idioma es muy diferente.

Si refiriéndome al cóndor así, no sabe nada... No se como preguntarla más... algo deben saber aquí.. sino no estaría en los escritos del profesor.

Mientras charlaban, otros clientes entraron en la tienda. Una pareja de turistas con una enorme cámara en sus manos y otras dos mujeres acompañadas por un hombre de bigote. Todos se interesaron por las bellezas allí dentro. Por supuesto, Emily tuvo que atenderlas y comentarle los precios y descripciones, mientras intentaba hacer negocio.
 

Me separé para hablar con Luke y Arthur a solas mientras ella atendía la tienda. Creo que va a tocar ser más directos con ella... o preguntar por su padre, quizás él sepa algo... O tu Arthur, podrías preguntar por tu colega... por si le conoce. Yo... lo siento.. he intentado la técnica de Arthur de preguntar indirectamente y se ve que no funciona...

Comenté mientras sostenía y miraba lo que parecía un antigüo plato de arcilla que me recordaba a un pato.

Si se os ocurre algo mejor....  finalicé mientras pensaba como continuar con esta aventura.

Luke se quedó mirando a Richard, y luego a Arthur. Lo que estaba seguro es que el piloto no iba a encandilarla con sus conocimientos acerca de esculturas y figuras, y mucho menos peruanas. Si de algo sabía era pilotar y disparar, pero poco más.

¿Arthur...? -dijo pensativo Luke-.

No puedo dejar de darles la razón pero no se bien como preguntárselo.

– Sí, le preguntaría por mi compañero de Universidad. ¿Qué os parece? La última vez que me hicisteis caso acabasteis detenidos y yo con un disparo en las tripas.

No creo que esta vez acabemos igual... no porque me fie de nadie o no... o me sienta más seguro aquí en Cuzco. Pero... ¿que probabilidades tenemos de que nos ocurra lo mismo dos veces en menos de un mes? reí quitándole hierro al asunto. Además, no me imagino a esa belleza, empuñando un arma y disparándonos.... Aunque reconozco que estaría muy sexy.... dije mientras la miraba ladeando levemente mi cabeza siguiendo con los ojos sus hermosas curvas.

Bajando la voz para que no nos oiga conspirar aunque tampoco puedo evitar mirarla.

– Ahora cuando vuelva. Tampoco es cuestión de molestarla mientras atiende a los otros clientes.

Una vez que vuelve a estar por nosotros Emily le pregunto por el verdadero motivo de nuestro viaje al Peru, o eso pienso en estos momentos.

– ¿Conoce al profesor John McCurly? Da clases también en la Universidad de Boston aunque el de Geografía.

Haciendo una pausa mientras la miro como casualmente al estar conversando. – Fue a través de sus escritos que conocimos la existencia de su tienda.

Ahora que lo pienso, como es que no nombra a la Emily, no eran papeles para su mujer. Y es una en la que no puedes dejar de fijarte.