Partida Rol por web

El hombre de cabeza rasurada y barba candado no tarda en alertar a su orondo compañero, que seguía distraído viendo la repetición del knock-out y charlando muy distendido con los clientes que estaban en la barra. Los dos tienen un rápido intercambio de palabras, tras el cual este último sale caminando en dirección a la puerta que intentaste abrir, con prisa pero tratando de simular normalidad ante la jovial clientela. 

En tanto, el otro se queda en su sitio y saca un teléfono móvil, para ponerse a escribir algo con evidente ansiedad. Lo interrumpe un tercer sujeto con el uniforme negro del local, de aspecto severo, alto y delgado, que aparenta unos cincuenta años, y que hasta entonces había estado sentado en una de las mesas más cercanas al ventanal, bebiendo y conversando con un par de clientes, también ya entrados en canas.

Los dos discuten durante unos segundos, y al final el más veterano termina asintiendo de mala cara, y luego se encamina afuera, quizás con la orden de actuar como una especie de mediador.

A todo esto, el Bocha ya no está sólo sino que se le han sumado sus tres muchachos. El Larva sigue sin estar a la vista, de lo contrario lo reconocerías fácil por su cabello tan llamativo.

Pronto, el camarero más corpulento pasa por delante tuyo y llega hasta la puerta, la cual abre usando una llave. Para su sorpresa y la tuya, cuando está ya al otro lado del umbral y se dispone a cerrar de un portazo, una pequeña figura negra se cuela a gran velocidad por la delgada abertura. La puerta se cierra sonoramente unas milésimas de segundo después, y escuchás gritos y protestas ahogadas del otro lado, que se van alejando.

Lo que no escuchás, es que haya cerrado con llave...

Como siempre que hay acción los hechos se precipitan con rapidez y los planes se ponen en marcha sin que haya oportunidad de vuelta atrás. La presencia de sus aliados ha creado gran nerviosismo entre los responsables del bar que se han olvidado de la pelea, de los clientes y parece que solo quieren averiguar como proceder. Sería razonable suponer qué es lo que quieren pero les habrá sorprendido el intento descarado, quizás piensen que es fruto de la desesperación, pero no cuentan con la pequeña dosis de fortuna que le cayó del cielo al Larva aquella noche. Por más que se fijó no vio al cabecilla del grupo, claro que tampoco parece un hombre de acción, puede que esté tramando algo mientras sus hombres atraen la atención, al menos han conseguido que un tipo salga a hablar con ellos y otro no les quite la vista de encima, probablemente esperando a que si hay problemas deba ir a ayudar a su compañero o pedir ayuda de inmediato.

El tercer camarero pasó por delante sin hacerle caso, lo normal cuando sus problemas son otros y Pascual no ha dado motivos de sospecha, de hecho si ahora desapareciera del bar probablemente ni recordaran que estuvo allí con todo lo que pasó y eso juega a su favor. No pudo evitar sonreír al ver como Inco se colaba en cuanto el camarero abrió la puerta, probablemente no le haría mucho caso a un gato, pero todo lo que pudiera turbar su mente por poco que fuera también jugaba a su favor. ¿Donde iba ese hombre? ¿A por refuerzos? ¿A por armas? ¿A asegurarse que la chica no daba problemas o simplemente deshacerse de una prueba incómoda? No podía saberlo, pero estaba seguro que seguirlo sería una buena opción ahora que nadie se fijaba.

¿Ha dejado la puerta abierta?

Solo había una forma de saberlo, desde luego si así era no podía desaprovechar esa oportunidad, solo esperar que nadie se diera cuenta y que el Bocha siguiera haciendo lo suyo.

El empleado más veterano sale a la calle y pronto comienza a intercambiar algunas palabras no muy amigables con el Bocha, ambos justo frente al ventanal izquierdo del local. Aprovechás todo el revuelo para acercarte a la puerta de nuevo y probar si sigue cerrada. Esta vez, el reluciente picaporte cede fácil como antes pero sin trabas de por medio, y así conseguís escabullirte dentro y sin hacer mucho ruido. Tampoco es que haga falta el sigilo...

No terminás de cerrar la puerta de nuevo, cuando llegás a presenciar como el ventanal derecho del bar estalla con gran estruendo en mil pedazos. Algún objeto contundente debe haber impactado de lleno sobre el vidrio, aunque ni el Bocha ni sus muchachos parecían llevar nada encima que pudiera causar tanto daño.

Tanta destrucción genera automáticamente pánico en varios de los clientes, pero no tenés mucho tiempo para ver cómo se desarrollan los eventos en el salón, porque de repente oís gritos a tus espaldas:

—¡CONCHA DE SU MADRE! ¿Quién dejó entrar a este gato del or...

La última parte de la frase se pierde en la distancia. Al girarte te encontrás en un cuarto pequeño y atiborrado con cajones de plástico duro, que contienen botellas de bebidas alcohólicas en su mayoría. Un rápido vistazo por el cuarto te revela unas rústicas escaleras de concreto que descienden en línea recta al subsuelo, del que te llegan rumores de más gritos furiosos del camarero rotundo y  también ruidos como de trastos golpeando paredes.

Es tiempo de caos total, y de actuar rápido.

Justo antes de perderse por el interior del pequeño almacén pudo comprobar que el Larva y los suyos ya habían iniciado la distracción con toda la artillería que tenían, romper un cristal del establecimiento era justo lo que necesitaba para que los de afuera se pusieran nerviosos y tuvieran que centrar toda su atención en el exterior. Mientras tanto avanzó con cautela por el terreno desconocido, sabía que por lo menos había un enemigo allí pero podían ser varios los que estaban en aquel refugio. Los gritos del camarero le hicieron lucir una sonrisa.

Buen trabajo Inco.

Fuera lo que fuera que estaba haciendo la distracción del gato le vendría también de perlas. Se fijó en las escaleras sabiendo que era por allí por donde tenía bajar, esperó unos segundos para asegurarse que el camarero no estaba demasiado cerca y después decidió bajar, no podía perder tiempo. Ahora debía encontrar a la chica y ver qué hacía con el camarero, pero todo a su debido tiempo, ahora tocaba avanzar como un depredador en busca de su presa.

Si no fuera por lo siniestro de la situación que te lleva al subsuelo de ese viejo bar, la escena que te encontrás al descender por los escalones podría resultar hasta cómica:

En una especie de pequeño depósito mal iluminado, con suelo de madera y que alberga todo tipo de cacharros metálicos en desuso, sillas rotas y mesas despintadas, el corpulento hombre que pasó por delante tuyo hace instantes está ahora trenzado en una verdadera batalla campal con una pequeña y evasiva sombra.

—¡La puta que te parió, gato de mierda! —grita visiblemente agitado, mientras manotea unas bandejas oxidadas que tenía apiladas cerca y las arroja violentamente contra la sombra.

La puntería del sujeto no es muy buena, pero de todas formas Inco va cambiando de posición a los saltos, por lo que el tirador nunca llega a calibrar bien sus intentos y sigue fallando.

A pesar de la escasa luz, algo en tu interior dirige tu mirada hacia el brazo derecho del hombre: Un hilo de sangre le baja desde por encima del codo hasta el dedo meñique, que va dejando caer algunas gotas carmesíes y regando de a poco la madera del piso. Cada impacto lo llegás a oir con pasmosa claridad, como si alguien le hubiera bajado de repente el volumen al sonido de todos los gritos y fragores de alrededor.

Se agita tu Bestia por dentro, mientras afuera siguen volando los trastos.

Pascual entrecerró los ojos mientras bajaba las escaleras con cuidado, aunque la situación y el ruido que está provocando el hombre airado en contra de Inco se lo pone bastante fácil para pasar desapercibido.

Bien hecho Inco.

Desde luego esta noche se ha ganado una recompensa, como alguna lata de su comida favorita. No es algo que haga a menudo porque le interesa que el gato sea cazador y esté ágil, pero en ocasiones especiales es justo recompensarlo por su trabajo.
El tipo ha debido de cortarse mientras recoge cosas para tirarlas por la estancia y sangra por un brazo, Pascual era capaz de olerlo y eso acrecentaba un poco la necesidad de alimentarse y allí abajo era una buena oportunidad de hacerlo, claro que para eso debía asegurarse de que no lo detectaba. Esperó unos segundos en posición hasta que pensó que el tipo no podría verlo bien esperando que no se girase o no hacer demasiado ruido y avanzó sobre él. El tipo parecía demasiado distraído para verlo u oírlo así que cuando llegó a él y lo agarró apenas tuvo tiempo para defenderse y reaccionar. Pascual le clavó los colmillos para alimentarse pero solo lo suficiente para recuperar un poco de su hambre, no quería matar al hombre.

Bajás los duros peldaños en un silencio casi espectral.

En vida, nunca destacaste por tu gracilidad, pero ahora quizás estés incorporando inconscientemente algunas de las técnicas de tu compañero felino. Ambos son depredadores letales, cada uno con sus armas y virtudes. En conjunto, hacen un dúo de bajo perfil y alta efectividad, y la noche de hoy no parece ser la excepción.

El camarero, que había dejado de arrojar cacharros como poseído para recobrar un poco el aliento, sólo siente tu presencia cuando ya es desgraciadamente muy tarde para su bien. En un momento jadea sudoroso como quien se despierta a mitad de noche de una terrible pesadilla, y de repente se nota inmóvil ante tu presa constrictora. No llega a entender lo que le pasa, que ya tus inhumanos colmillos le perforan el cuello y comenzás a drenar su sangre.

Por un par de segundos, forcejea y protesta inútilmente, hasta que pronto su dolor y miedo son superados por la sensación de éxtasis incapacitante que provoca el Beso. Al ceder a ese efecto, afloja las manos y un llavero métalico cae pesado sobre las tablas del piso. Por tu parte, tardás menos de un minuto en beber la sangre que considerás necesaria, aunque tus instintos siempre te pidan un poco más y sea imposible complacerlos sin matar a tu víctima.

Cuando terminás y soltás tu agarre (no sin antes lamer la herida para cerrarla  y no dejar rastros), el hombre cae primero de rodillas y luego vuelca hacia  adelante y se da de lleno la cara contra el suelo, aunque ignora por completo el golpe y se limita a permanecer como en trance, los ojos entreabiertos y extraviados. No parece que vaya a salir de ese estado en un buen rato, salvo que alguien lo reanime de forma muy brusca.

Mirando alrededor, ves a Inco sentado tranquilamente, lamiéndose la pata derecha y pasándosela luego detrás de la oreja del mismo lado para limpiarla.  En contraste a semejante calma, el cuarto es un completo desastre: Hay bandejas de chapa tiradas por doquier, como si hubiera ocurrido un terremoto.

A tus pies, notás el llavero que se le escapó de la mano al hombre durmiente. Es un aro simple de acero inoxidable, que contiene unas cinco llaves de variadas formas y edades.

A simple vista, este subsuelo es el "final del camino". No hay más puertas en ninguna parte, sólo trastos, sillas y mesas rotas desparramadas por donde quiera que mires.

Se sigue escuchando el fragor apagado que llega de la superficie, recordatorio constante de que el tiempo es oro en esta misión. El Larva y los suyos ahora tienen ventaja numérica, ¿pero hasta cuándo?

Aquel tipo le devolvió la energía perdida y volvió a sentirse satisfecho, además en la maniobra el camarero no lo molestaría en un buen rato y no pensaba estar por allí tanto tiempo como para que se despertara. Cuando cayó se agachó a su lado y recogió las llaves que habían quedado en el suelo.

-Gracias por todo. -Miró a su gato y sonrió.- Buen trabajo amigo. Ahora vamos a rescatar a esa chica.

Se sentía un poco como el caballero de los cuentos, solo que no llevaba ninguna armadura blanca ni seguramente la chica era una princesa, pero se sentía bien haciendo aquello. Se levantó y miró el desastre a su alrededor, no es que le importara mucho pero se dio cuenta que por allí no había ninguna otra salida, solo que ella debía estar en algún lado y aún tenía la esperanza de que hubiera otra forma de salir. Comenzó a apartar sillas y objetos que molestaban en busca de alguna trampilla bien en el suelo o en las paredes, por allí tenía que haber algo que se le escapaba.

A segundos de empezar a despejar el suelo de la habitación, terminás dando con una trampilla de madera, cerrada también con llave. Comenzás entonces a probar una por una las que encontraste en el llavero, y al tercer intento lográs destrabar la cerradura. Antes de abrir,  hacés por algún motivo una breve pausa, mientras escuchás como arriba el caos sigue reinando y  hasta se intensifica, tanto es el alboroto que sigue llegando desde lejos.

Algo en tu interior te dice que no deberías asomarte a ver lo que hay del otro lado de la portezuela. El aire húmedo se siente de repente mucho más pesado alrededor, como presagiando algo nefasto que está por ocurrir. Tal vez lo mejor para vos sería olvidarte de todo y escapar por alguna callejuela, hasta perderte en la noche. Pero tu futuro depende de esta hora clave, y la existencia de varias personas más también, principalmente la de Luna.

Por eso, al final te terminás armando de aplomo y abrís la trampilla.

Abajo, la oscuridad casi absoluta no te impide ver una escena macabra...

Alineados sobre el frío cemento, hay media docena de cuerpos cubiertos por bolsas mortuorias negras. De inmediato, te viene a la mente aquél comentario de Ezequiel una horas antes en la confitería. Según sus averiguaciones, este bar es un "centro de detención temporal" que emplea el clan Giovanni para almacenar vampiros sangre débil  cautivos por unas noches, hasta preparar toda la logística necesaria para transportarlos por tierra hacia el municipio de Tigre, unos 40 kilómetros al norte de la capital. Lo que sucede una vez allá, pocos lo saben en todo Buenos Aires.

Una de esas personas inertes debe ser Luna. Del resto no tenés idea, quizá para tu bien. Sabés que involucrarse emocionalmente en una misión puede ser fatal. En la guerra contra el Sabbat, muchos camaradas se dejaron llevar por la rabia, el miedo u otros arrebatos, y ahora son menos que cenizas en el viento.

Como se imaginaba todavía había una trampilla más escondida y no le resultó difícil encontrarla después de mover algunas cosas. Abrirla fue un juego de niños gracias a las llaves que le había proporcionado amablemente su amigo camarero. Abrió la trampilla y se dispuso a bajar a la siguiente habitación, esta vez agudizó más sus sentidos, aunque estando cerrada por fuera no creía que hubiera peligros en el interior, claro que no estaba de más ser prudente. No se fiaba ni un poco y sus sentidos vampíricos le indicaban que allí no estaba sucediendo nada bueno, aunque en cualquier caso llegado a ese punto no tenía otra que bajar e intentar terminar con lo que había empezado. Activó su sentido de la vista sobrenatural que le permitía ver en la oscuridad, en otras circunstancias lo hubiera pensado pero no esperaba encontrar ningún humano por allí y la mascarada parecía garantizada. Pronto consiguió distinguir lo que había abajo y fue algo que le sorprendió, a pesar de estar medio advertido y de haber visto muchas cosas durante su tiempo de vampiro.

¡La concha de su madre!

Ver los cuerpos así inertes y metidos en bolsas era bastante perturbador. Hizo una pequeña pausa hasta que decidió que debía dejar a un lado sus sentimientos y continuar. ¿Estaban muertos o tan solo inconscientes de alguna forma? Pronto lo averiguaría. Se acercó a los cuerpos intentando distinguir si había alguno que claramente tuviera formas femeninas para comenzar a abrir la bolsa que lo contuviera por la cabeza y poder comprobar si era Luna o no.

Entre las seis bolsas, sólo dos te parece que corresponden a una complexión femenina, así que empezás revisando esas. La primera que abrís  contiene a una mujer rubia de mediana edad. No presenta ninguna herida o magulladura en el rostro, aunque notás  cierta protuberancia sólida a la altura de su pecho. Al tocarla, la consistencia te hace suponer que es una estaca de madera. La simple herramienta, que suele emplearse para empalar el corazón de un vampiro normal e inmovilizarlo por completo, en una Sangre débil tiene un efecto un  tanto distinto: En lugar de parálisis, simplemente ocasiona un trauma severo que suele ser suficiente para hundirla en un profundo Letargo.

Continúas con la siguiente bolsa, y la persona que encontrás dentro coincide más con la breve descripción física que hizo el Larva horas antes: Una chica de cabello castaño bastante largo, de piel muy pálida y talla algo inferior a la media. Tiene los ojos entrecerrados y una mueca perturbada en el rostro.  También comprobás que ha sido estaqueada, lo cual sólo añade un nivel más de complicación a tu tarea de rescate: Podés sacarla de ahí cargándola al hombro como peso muerto, o intentar reanimarla con un poco de tu sangre, aunque seguramente luego necesite beber de inmediato un trago más grande para recomponerse de la traumática pérdida que habrá sufrido al ver su corazón perforado.

No hay mucho tiempo para pensar, pero cada decisión seguro tendrá consecuencias.

Descartó a la primera mujer pues no coincidía en nada con la descripción que le había dado el Larva de Luna, aunque aprovechó para observar qué era lo que los mantenía tan quietos. Cuando vio la estaca clavada en el pecho comprendió lo que sucedía y el efecto que tenía en los sangre débil.

Una manera muy eficaz de que no molesten.

Así no tendrían ningún problema con ellos durante el transporte, el sistema era ingenioso. Se fue a la siguiente bolsa esperando que fuera Luna y esta vez le pareció que sí coincidía con la descripción, claro que tampoco era que le hubieran dado muchos detalles, aquello podía referirse a la mitad de las mujeres jóvenes de Buenos Aires.

Espero que sea ella.

Lo primero que hizo fue quitarle la estaca. Sabía que no iba a reaccionar pero se negaba a hacer nada hasta que no la liberase de aquella madera y acto seguido pensó cual sería el siguiente paso de su plan. Le pareció raro que no hubiera otra salida, sobre todo teniendo en cuenta que debían sacar los cadáveres y por la puerta principal darían mucho el cante, pero no había visto ninguna y el tiempo jugaba en su contra, tendría que arriesgarse a subir y esperar que los chicos del Larva siguieran armando jaleo suficiente para poder escapar por la cafetería. Y eso lo llevaba a su siguiente y más inmediata decisión.

¿Qué hago con Luna?

Podía simplemente cargarla, no le costaría mucho, pero eso entorpecería sus movimientos, sobre todo si tenía que luchar para abrirse paso hacia fuera, por no decir que ella podría acabar muerta o herida. Acababa de beber del camarero así que podía permitirse compartir un poco de su sangre, sería suficiente para espabilarla un poco, ya una vez fuera seguro que su hermano se encargaba de que tuviera alimento suficiente para reponerse. Así que se hizo una herida en la muñeca y la acercó a los labios de Luna para que su sangre cayera dentro de su boca y despertara.

Tu Vitae cae primero como un goteo pesado en la boca de Luna, y luego fluye como un hilo carmesí. La reacción es casi inmediata, como si se tratara de alquimia: La muchacha se convulsiona, abriendo de par en par los ojos enrojecidos y dirigiéndote una mirada de terror irracional. De repente, te aparta el brazo de una bofetada, se incorpora sobre sus rodillas y huye de vos reptando entre quejidos débiles, como una bestia malherida. Ya escaleras arriba, se la ve desorientada por unos segundos, hasta que mira al camarero.

Es entonces cuando su expresión de miedo se torna en una mueca del más inhumano odio. El rotundo hombre, todavía sumido en un profundo trance, es incapaz de reaccionar cuando Luna se arrastra encima suyo y le clava con saña los colmillos directos a la yugular, para comenzar a desangrarlo y satisfacer así más que su Ansia, que de por sí debe ser tremenda. En esa mordida se nota algo mucho más personal. Hay sed de venganza.

El festín de sangre dura un par de minutos. Al final, el cuerpo del camarero queda con una descoloración casi cadavérica. Aún respira, pero muy ténuemente. Su vida pende ahora de un hilo más fino que el de tu sangre al revivir a la hermana del Larva. No sobrevivirá sin atención médica urgente, eso está claro.

A Luna poco parece importarle aquello y, tras ponerse de pie y limpiarse la sangre que había salpicado su rostro por la violencia de su mordedura, te mira inquisitiva  y dice:

—No sos uno de ellos. ¿Cómo te llamás y para quién trabajás?

Hay una total parsimonia en sus palabras, un tremendo contraste con el comportamiento bestial de hace sólo instantes. Se tratarà de una Sangre Débil, pero la Bestia siempre está ahí.

La sangre hizo su efecto rápidamente y la muchacha comenzó a reaccionar, primero con algunas convulsiones y después con miedo al verse en un lugar extraño y frente a alguien que también le resultaba extraño, algo normal y que Pascual esperaba de alguna forma. Tampoco le extrañó que lo apartara y que intentara huir. Simplemente la siguió sabiendo que en su estado las fuerzas no le permitirían ir más rápido que él y quería evitar que saliera a la cafetería así, pero por otro lado darle unos momentos de gestionar y comprender lo que sucedía. No tuvo que ir muy lejos pues el camarero inconsciente fue un reclamo demasiado grande para ella, hambrienta como estaba y al verla alimentarse vio que además había cierta venganza en aquel gesto, el tipo no debió ser amable y lo había reconocido. El tipo probablemente muera pero no era problema de ninguno de ellos, nadie se metía en la vida nocturna sin correr riesgos y quizás si sus compañeros lo encontraban a tiempo pudieran salvarlo.

-Podés llamarme la Topadora. ¿Sos Luna? -Seguía sin saber a ciencia cierta si era ella, pero no tenía muchas más posibilidades tampoco.- Me mandá Ezequiel. -Usó su nombre normal y no el apodo, si era Luna lo reconocería y si no era tampoco identificaría al jefe de los sangre débil, aunque tampoco importaba mucho, los giovanni sabrían quien había estado detrás de todo aquello, el Larva y los suyos tendrían que pasar un tiempo escondidos por si acaso.- Siento ser brusco pero no hay mucho tiempo, tenemos que salir de aquí ya. ¿Sabés si hay otra forma de salir que no sea por la entrada principal? Ezequiel y los suyos están armando jaleo allí arriba, así que si tenemos que salir por ahí tendrás que correr y ponerte a salvo en la calle, te estarán esperando, yo te cubriré si hace falta.

Pascual desactivó su poder de ver mejor pues allí ya había luz y sus ojos dejaron de estar rojos, si salían a la calle debían llamar poco la atención. Esperó a ver como reaccionaba la chica, esperando que le confirmara que había acertado al despertarla a ella y no tener que volver a buscar entre las bolsas.

La muchacha arquea ligeramente una ceja al escuchar tu apodo, pero la expresión le dura poco. Ni bien mencionás el nombre del Larva y el plan en general para sacarla de ahí, no puede resistir el impulso de lanzar un comentario soez entre dientes. Al parecer la relación entre hermanos no es muy afectuosa:

—Ese pelotudo, es un FORRO...

Niega con cierta resignación cuando le preguntás sobre alguna posible vía de escape alternativa, pero de inmediato alza la mirada y sonríe, como si su mente aletargada empezara a recordar:

—No tienen salida de emergencia, es un edificio viejo. Yo quise escapar cuando me trajeron: Me encerré en el baño, el de mujeres tiene una ventilación arriba en la pared. No llegué a arrancar la rejilla, que esos hijos de puta tiraron la puerta abajo y se me echaron encima. Y así terminé acá...

Mientras la escuchás, cierto cambio en el ambiente llama tu atención: El alboroto que venía de arriba parece haberse disipado de repente. Sólo llegan ahora algunos gritos sordos e intermitentes, apagados en gran medida por la puerta que cerraste en el piso de arriba. La batalla parece haber terminado en cuestión de minutos.

En tanto Luna te habla, tu Nokia empieza a vibrar por un mensaje entrante:

Es difícil imaginar que un sólo SMS pueda contener tantas malas noticias.

Para peor, no hay tiempo de asimilar el golpe. Con el Bocha muerto, Ezequiel en fuga, y la gente de los Giovanni en control de la situación en el bar (y además persiguiendo a los fugitivos), el subsuelo no debería tardar en ser revisado, sobre todo ante la desaparición del corpulento empleado, cena tuya y de Luna.

Al que le tocó arquear la ceja en esta ocasión fue a Pascual al ver la reacción de Luna, en todo caso no estaba allí para resolver los problemas entre los hermanos si no para sacarla, ese era su compromiso. Escuchó a la chica y le quedó claro que tendrían que salir por la cafetería, la rejilla de ventilación del baño de mujeres podía ser una posibilidad pero si los ventanales estaban rotos y la gente ocupada era mejor por allí. Entonces Pascual se dio cuenta de dos cosas: que arriba ya no había tanto alboroto y que su teléfono estaba vibrando, lo abrió sabiendo que debía ser algo importante.

-¡La reconcha de su madre! -Básicamente estaban atrapados o lo estarían si no se movían rápido. Miró a Luna serio ante la nueva situación.- Estamos solos en esto. -No iba a perder tiempo explicando los detalles que además no sabía como iban a afectar al ánimo de la muchacha.- Hacé lo que te diga. Subimos, yo voy delante, echo un vistazo, si se puede salir por las ventanas rotas lo hacemos a toda prisa, si no entrá en el baño de mujeres e intentalo de nuevo con esa rejilla de ventilación, yo los entretendré. Tu hermano te espera en el elefante blanco me ha dicho. ¿Entendido?

Esperaba que si, la situación era difícil y no podría estar pendiente de salvar su pellejo y el de Luna, así que si había que luchar mejor que ella se intentar poner a salvo. Aún cabía la esperanza de que pudieran salir sin que los vieran pero era ya miníma. En cuanto Luna le diera una señal de que había comprendido todo y estaba lista subiría para ver como estaban las cosas arriba.

Los ojos de la joven se clavan en los tuyos con gran curiosidad, y asiente seria cuando le indicás los pasos a seguir para tener chances de no terminar como el desgraciado Bocha. Un par de noches como prisionera de los Giovanni habrán sido suficientes para hacerle entender que, si la volvían a capturar, le esperaba al peor que la muerte definitiva. Por eso no objeta a ninguna de tus órdenes, aunque tampoco parece tenerte mucha fe.

—Dale, vamos, que el Elefante queda en la loma del orto. Otra genialidad de mi hermano...

Resignada, te sigue un par de pasos por detrás mientras subís las escaleras y abrís apenas la puerta que da al salón, para ojear la escena tras el combate. Justo detrás tuyo se posiciona atento Inco, con las orejas paradas y olfateando el ambiente. Luna y él intercambian miradas, mientras esperan en silencio. Del otro lado de la puerta llegan rumores de voces acaloradas, y el sonido del viento helado soplando a través de ventanales rotos.

La imágen entrecortada que te encontrás al mirar por la fina abertura no es para nada alentadora:

En la entrada, divisás al empleado de barba discutiendo con otros dos hombres que no estaban cuando llegaste al bar. Tienen un aspecto muy cuidado, vistiendo trajes de tonos azul oscuro y cortes de cabello casi militares en su rectitud. Al menos uno de ellos está armado con una pistola de bajo calibre.

El salón en sí está vacío y hecho un desastre, con sillas y mesas tiradas por doquier, probablemente durante la estampida de clientes en fuga que debió ocurrido cuando empezaron las hostilidades afuera.

Justamente afuera, sobre la acera, hay otros cuatro individuos parados junto a una SUV negra de alta gama. Tienen una pinta similar a la del par que está dentro, aunque uno de ellos lleva el saco al hombro y su camisa blanca está manchada de sangre. A lo lejos, te cuesta distinguir muchos más detalles que esos.

Algo que no requiere gran ojo, por lo evidente, es la ausencia de la Citroën blanca del Bocha. Cuán lejos podrá llegar el Larva en ella, frente a las máquinas que trajeron los Giovanni, es otra incógnita.

De momento, tenés problemas más inmediatos que resolver.

Asintió satisfecho con la respuesta de Luna, le daba igual que estuviera enfadada con su hermano y lo que le dijera o hiciera cuando viera a Ezequiel, pero en aquel momento no estaba para aguantar peloduteces o tener que discutir con ella sobre lo que era mejor, ambos entendían donde estaban metidos y como podían acabar si algo salía mal. Sacó la cabeza unos instantes, lo suficiente para hacerse una idea general de la situación y volvió a meterla rápido.

Estamos jodidos.

Como fuera tenían que hacer algo y quedarse allí quietos no era una opción así que se volvió hacia Luna y le habló bajo y calmado.

-Bien, voy a abrir la puerta y vas a pasar al baño de mujeres, intenta que no te vean pero pase lo que pase no te detengas e intenta salir por el conducto de ventilación. Yo iré detrás, si las cosas se ponen feas tu seguí y yo los entretengo, ya sabes donde encontrar a tu hermano. -Esperó a ver si estaba de acuerdo y puso la mano en la puerta para abrirla lo suficiente y que ella pasara- ¿Lista?

En cuanto le confirmara abriría la puerta lo suficiente para que la muchacha pasara y si no la veían esperaría allí un tiempo dándole unos segundos a Luna para preparar su huida. Si la veían saldría de inmediato para detenerlos.

-¡Esperá! -Se agachó un momento hacia Inco y le acarició en el lomo.- ¿Podés intetá distraerlos? Luego ponete a salvo ¿Ok?

Abrió un poco la puerta para que su gato saliera antes y después de unos segundos hizo un gesto afirmativo a Luna indicándole que podía salir.