Partida Rol por web

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

-¿No fue siempre rosa?-preguntó, sin perderle de vista. Puede que incluso hubiera una leve nota de humor en el tono del ciborg... Puede. 

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

El despertar había sido súbito, desagradable y tremendamente confuso. Contener las arcadas que su organismo recién activado demandaba había sido posible durante unos segundos, los necesarios para obrar su magia, los instintos de supervivencia y su entrenamiento parecían suficientes para resolver la situación; Duda y muere, actúa y vivirás. Pero a veces necesitas algo de suerte y Shidi, de momento, tenía su contador vacío. 

No culparía al Cyborg por querer reducirle de inmediato, pero agradeció la advertencia. Sin embargo, una vez que pudo dejar de toser, vomitar y en definitivas cuentas, retener líquidos en su cuerpo, realizó un profundo ejercicio diplomático tras escuchar el sermón de Xavier. — Preacher, vete a la mierda. — A veces, pocas palabras bastan para expresar un sentimiento.

¿Dónde estaba y por qué demonios su mente estaba tan fragmentada? Sus recuerdos, falsos tal vez, hicieron que se calmase y tratara de levantarse una vez que todo parecía volver a estar en su sitio. Evaluó la situación, sin quitar ojo a los dos tipos que aparentemente debía conocer. — ¿Dónde estamos? — Preguntó, al tiempo que se examinaba el cuerpo con detenimiento justo tras la mención del tono de su piel, se sentía raro.

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

Briaeros se encogió de hombros ante la pregunta. No tenía la menor idea de dónde estaban, así que cualquier respuesta sería inútil. 

-Probad a soltar a alguien más. Creo que yo no puedo. 

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

Divisó algo de ropa interior sintética de color blanco justo enfrente de su cápsula, ¿Casualidad? No lo creía, así que tras inspeccionarla, se la puso con cara de pocos amigos. Durante el proceso, miró hacia la pared donde se encontraban los numerosos tanques, creyendo divisar alguna que otra cara conocida. Inspiró profundamente al terminar, se sentía muy vivo y poco a poco se empezaba a dar algo parecido a una situación de orden en su cabeza.

Estiró un poco los músculos, apretó y relajó los puños de las manos viendo como la sangre se ausentaba de los nudillos en el proceso, y entonces pasó la vista por tercera vez sobre la cápsula número tres... ¿Era posible? Daeron Drognan estaba dentro, resultaba que iba a tener algo de suerte después de todo. Caminó hacia allí, mirando a sus dos supuestos aliados presentes en la sala, les debía ser evidente que sabía quien era el que estaba dentro. Se fijó un momento en el rostro del Alto Mago embajador al llegar, colocó el índice diestro apoyado sobre el botón luego, sin presionarlo de momento.

— Que no se diga que no devuelvo favores. — Pero antes de ejercer presión, Shidi meditó sobre algo; ¿Qué parte de estos recuerdos falsos son verdaderos? Acto seguido, procedió.

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

DAERON DROGNAN:

Dormías un sueño plácido y cálido, tan placentero en su quietud como una eterna muerte sin dolor ni sufrimiento.

Entonces la consciencia te golpea y te arrastra con un aluvión de sensaciones al triste mundo de los vivos. Estás en el interior de una cápsula cilíndrica de cristal u otro material transparente. Afuera hay tres extraños que apenas vislumbras.

Ves el rostro de tu amada y difunta esposa Indira, despidiéndose de ti una vez más. El velo de la muerte os vuelve a separar.

Ves a las fuerzas de la Coalición arrasando con todo y con todos, matando a tantos de tus amigos...

Perdisteis, tuviste que huir...

El tanque se vacía de fluidos y las máquinas te desintuban y te liberan de tu cautiverio. El tanque se abre.

Sales tambaleante, sin fuerzas, sin poder respirar. El ambiente es frío, el aire tiene un regusto extraño, como si hubiera sido reciclado incontables veces.

Estás a punto de caer, pero alguien, una figura acorazada, te sostiene. Te doblas en dos mientras expulsas fluidos de tus pulmones para poder respirar.

De algún modo, has vuelto a la vida.

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

Ellos ya no estaban. La mayor parte sucumbieron abatidos, volatilizados o en la deflagración final que lo arrasó todo. Ella ya no volvería. Su querida y amada esposa. Compasiva y fiel hasta la muerte. Sin lo más importante en su vida, ¿Qué sentido tenía vivir, continuar, luchar?

¿Por y para qué vives, Daeron? ¿Por qué luchas?, se preguntó y las respuestas no llegaron a su atormentada mente por un motivo sencillo: no existían. Quizás en algún momento existieron, pero ya no.

Mientras despertaba de su ensoñación pero no olvidaba sus pensamientos, mientras se veía inmerso en un líquido verdoso que rápidamente bajaba de nivel, mientras sentía cómo su esófago se liberaba del tubo que lo invadía, permitiendo que sus pulmones se abrieran y se vaciaran de ese líquido que los inundaba, vomitándolos por la boca para dar paso al oxígeno, mientras se doblaba y era sujetado por un desconocido... se preguntó una cosa. No se preguntó quienes eran aquella figuras borrosas que sus ojos recién abiertos aun no se habían acostumbrado a observar, no se preguntó cómo había terminado nadando en un tubo con tubos, cables y líquido. No se preguntó donde estaba o cómo había llegado allá. No. Se preguntó por qué diantres seguía vivo. Aquello no era el orden natural de las cosas. Él debía estar muerto, descansando de una vez por todas con su esposa. Dejando atrás todas las penurias y aflicciones que le perseguían. Sí, era mejor morir y escapar de aquel mal sueño que le privaba de su merecido descanso.

- Gracias - dijo entre jadeos y toses al tipo que le sujetaba y desconocía quien era -. Ahora hazme el favor de matarme, ¿Quieres?

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

Respiró pesadamente, a la espera de que alguien le partiera el cuello o le metiera una bala en la sien. O lo que fuera... pero las tres figuras, como pasmarotes, como estafermos, como maniquíes decorativos, no hicieron nada. Salvo uno de ellos mantenerlo en pie.

¿Por qué te esfuerzas en respirar? Mejor no hacerlo y acabas tú solo con todo esto, pensó. Pero siguió respirando con fuerza ya que los pulmones funcionaban de manera involuntaria y no tenía fuerzas suficientes para contener la respiración.

- ¿Nadie? - preguntó a los tres individuos, al parecer tipos imponentes y a todas luces guerreros por su aspecto y sus vestimentas. De esos que debían estar habituados a pelear y matar. No debería costarles mucho. Pero no movieron un dedo. Decepcionante. Suspiró -. Deberíais dedicaros a otra cosa - dijo apartándose del que le sujetaba y dando pasos torpes, alejándose del tubo donde se hallaba. Las piernas, junto al ánimo, le fallaban así que trastabilló y para no caer se apoyó contra otro de aquellos tubos. Oyó un pitido a su espalda y una lucecita verde brillar.

Creo que he presionado algo y me da que no va a suponer que palme. No estoy de suerte, pensó girándose al oír más ruidos a su espalda. El tubo comenzó a perder líquido con rapidez y diversos tubos de la mujer que había dentro comenzaron a separarse del cuerpo, comenzando a cobrar vida, saliendo del letargo e iniciando movimientos espasmódicos.

Esta mujer me suena... Creo haberla visto antes. ¿O no?, se preguntó mientras contemplaba lo que accidentalmente había desencadenado.

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

MUXU MEIDALL:

Dolor.

Momentos de paz, casi de felicidad, en Santa Fe. Tras la renuncia de Don Alberto García a la Alcaldía no resultó fácil tomar su puesto, pero los ciudadanos te apoyaron. Aprendiste, te adaptaste.

Dolor. Un tanque burbujeante.

Entonces los Rifts Warriors provocaron a la Coalición, provocaron la devastación de Angstville y la matanza de toda su guarnición de tropas coalicionistas.

Dolor. Máquinas que te desintuban y te desconectan.

La nueva reunión. La huida. La lucha. Una nueva huida final, en un momento desesperado.

Dolor. El tanque se vacía de líquito y se abre.

Caes de manos y pies a un suelo frío de metal gris oscuro rugoso. La atmósfera huele rancio y el aire es frío. Tu cuerpo desnudo gotea y cuatro hombres te contemplan. Uno parece enorme y porta una armadura cyborg súper pesada; otro porta una armadura verde que parece hecha de millares de micro-lentes o micro-pantallas; otro es muy musculoso, tiene la piel de un extraño brillo fucsia fosforito; el cuarto está desnudo y crees que es un Mago, como tú. ¿Cómo tú?

¿Quién eres tú?

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

Briaeros no iba a responder a aquella petición, pues no creía ser un asesino. Casi seguro que no, al menos. Puede que alguna clase de aventurero, quizás, pero no un ejecutor. Sin embargo, cada vez que alguien se despertaba, quedaba claro que lo que sea que hicieran allí debía ser hecho por todos y en orden. 

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

- ¿Morir? - Qué estupidez. Shidi le miró detenidamente hasta que comenzó a caminar por sí solo, no sin antes, dedicarle un chascarrillo. — No acostumbro a matar sin haberme dado un baño antes. — Y lo cierto, era que no le estaba tomando el pelo, aunque tendría que hacerlo cuando supiese lo que estaba pasando.

Mientras el mago daba tumbos en dirección a otra de las cápsulas, él comenzó a buscar algo útil con lo que equiparse. No esperaba encontrar ningún arma de fuego, aunque viendo que tanto Briaeros como Xavier contaban con buena protección, buscó lo mismo. Allí estaba, su coraza pesada completa esperándole en una alacena semicilíndrica que se ha abierto para él, ¿Casualidad? No sabía que pensar, pero tras inspeccionarla y asegurarse de que no había nada raro en ella, se terminó colocando. Era curiosa la sensación de poder que un hombre experimentaba cuando se sentía protegido, una mueca se dibujó en su boca tras lo que acababa de pensar, pero era inviable que un arma se le apareciera de golpe, saliendo de algún compartimento oculto, - ¿Te imaginas? - Soñar, era gratuito.

El sonido de apertura de la cápsula había sonado ya para entonces y James, se giró para ver quien emergía de ella.

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: DESCONOCIDO.

Los recuerdos acudieron a su mente como un torrente. Arremetieron con violencia contra lo poco que allí quedaba y tornaron la ordenada escasez en caos y nada. Y mientras la tormenta amainaba, esperando recuperar los retazos de su memoria desvencijada, se aovilló sobre el charco de agua que bajo ella se había formado buscando el calor que tendida en el frío suelo se le escapaba.

Abrió sus ojos a la luz y vio que estaba rodeada y, como un relámpago, fue consciente de su propia desnudez. Nerviosa, se escurrió hasta el metálico útero que le había dado vida con la esperanza de cubrir lo que sus manos no podían y entonces, solo entonces, se levantó. Lo hizo lentamente, como quien hace algo por primera vez. Su mente concentrada en cada minúsculo detalle de tan sencillo acto para luchar contra la debilidad y la torpeza que la aprisionaba.

Mientras en su timidez se ocultaba, su mirada vidriosa recorrió la sala buscando algo con lo que cubrir su cuerpo.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: ÁREA DE RECUPERACIÓN.

MUXU MEIDALL:

Examinas el lugar, localizando rápidamente una mesita limpia y pulcra con ropa interior que parece de tu talla. Es blanca y de tejido sintético, pero parece completamente nueva.

Los cuatro individuos que hay de pie en la sala te resultan vagamente familiares, como también los que todavía no han sido reanimados y siguen en sus cápsulas: dos mujeres, un semielfo albino, un Crazy, un mago con la cara quemada, un operador enano al que reconoces como tu mayor aliado, y un enano grotescamente grande con implantes Juicer. Hay además cinco cápsulas vacías, incluyendo la tuya. Al final, hacia lo que intuyes es el Oeste, hay dos tanques ocupados por cadáveres que murieron hace mucho, quizá experimentos fallidos.

El suelo, paredes y techo parecen hechos de un metal rugoso de color gris oscuro. En el techo hay luminarias que emiten una fría luz blanca. El ambiente es frío y el aire tiene el olor rancio del aire demasiadas veces reciclado.

Detrás de la mesita con lo que parece tu ropa interior, o al menos la que te está destinada, hay una alacena vertical semicircular que tal vez contenga algo de interés para ti.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: ÁREA DE RECUPERACIÓN.

A pesar de localizar una ropa que parecía preparada para ella, la mujer no se movió inmediatamente. Permaneció quieta, inmóvil y en silencio, como si en ella se hubiera formado la absurda idea de que no realizar sonido alguno la haría desaparecer por completo. Obviamente no era así. Ella sabía que estaba allí, fuera donde fuera ese allí, y que ellos la habían visto y la veían en aquel momento, pero no podía evitar desconfiar de ellos, tan seguros como se veían de sí mismos, liberados de la confusión que se había adueñado de sus recuerdos.

Tímidamente, con recelo animal, la mujer se acercó a la mesa que la proporcionaría parte de la seguridad que había perdido, y una vez junto a ella y a las cilíndricas alacenas, se cubrió refugiándose tras ellas.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: ÁREA DE RECUPERACIÓN.

No había hueco tras las alacenas, así que como único refugio para ocultar su desnudez le quedaba la delgada superficie de la mesa, pero no estaba dispuesta a hacerlo mientras aquellos hombres que la rodeaban guardaban un silencio que parecía propio de una obra de teatro en la que ella era la protagonista. Tenía que decirles algo, tenía que hablar, pero la palabra, su voz, le eran tan extrañas como los recuerdos que poco a poco se empezaban a asentar.

No quería tartamudear, sonar débil o torpe, así que la mujer abrió la boca y movió labios y lengua practicando en silencio los sonidos a los que tendría que dar forma. Luego carraspeó para asegurarse de que dispondría del aire que necesitaba para hacer escuchar su voz. Cuando estuvo lista alzó la cabeza y de perfil, con sus manos cubriendo lo que no quería que se viera, les dedicó una mirada fuerte, retadora.

- ¡No estaría de más que cerrarais los ojos! Tan solo por educación y respeto.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: ÁREA DE RECUPERACIÓN.

Xavier suspiró de forma exagerada y puso los ojos en blanco.

-Vaya cuadrilla de puretas que se ha juntado aquí. ¿Qué pasa? ¿Tocaba reunión de gilipollas anónimos? -una risita sarcástica llenó de ecos la cámara-. Que si vete a la mierda, que si que me peguen un tiro, que si tápate los ojos. Shidi, ya estoy en la mierda. Basta con echar un vistazo para saber que esto no es ni medio normal. Y tener que compartir espacio con zurullos como tú, por más que sean rosas, no ayuda a subir la moral -se encogió de hombros y le echó un guiño, acompañado de una sonrisa-. Y tú, deja de dar la caca. Si te quieres morir, búscate la vida -una carcajada acompañó al gesto de su índice y anular haciendo alusión al doble sentido-. Puedes embestir la pared y reventarte la cabeza o rompe el tanque y córtate las venas. Pero no nos des trabajo a nosotros que acabamos de despertarnos. Y a la puritana. Tu desnudez no me supone un problema así que no sé por qué voy a tener que volverme o cerrar los ojos. El problema pareces tenerlo tú, cosa que no entiendo. Estás para echarte un buen p...iropo.  

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: ÁREA DE RECUPERACIÓN.

Briaeros entendía y a la vez no el comentario de la mujer. Comprendía las nociones del decoro, pues había sido humano una vez... Pero ahora solo quedaba de él un cerebro, así que poco podía hacer relacionado con nada de esto. Solo que, se obligó a recordar, ya no era así. Había recuperado su cuerpo, o quizás le habían otorgado un cuerpo, no acababa de tenerlo claro, pero desde luego, si realmente era quien pensaba que podría ser, había ganado mucho en humanidad, aunque a costa de un gran dolor por su parte. 

-Si te incomoda, no tengo problema en ello-replicó, girando 180 grados su alta figura para dar la espalda a la mujer. 

-Y creo que deberías apretar otro botón verde. Parece que solo podemos apretar uno cada uno. 

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: ÁREA DE RECUPERACIÓN.

La antigua alcaldesa cogió el libro y acarició sus tapas antes de abrirlo. Entre sus páginas encontró una parte de sí misma, una sensación que se repitió tan pronto cogió tan peculiar cuchillo. Pero no tuvo tiempo para ahondar en ello, para aguardar a que las nieblas terminaran disipándose, pues no tardó en escuchar a su espalda las irrespetuosas palabras de un hombre.

- ¡Eres un cerdo… - un flash, un recuerdo, una actitud y un nombre - Callahan! - Frunciendo el ceño, Muxu se giró hacia él enarbolando el recién descubierto vibro-cuchillo. - De entre los dos la única armada soy yo, así que vigila tu lenguaje porque tengo fácil acceso a tus minúsculos encantos – dijo bajando la vista -, y estoy dispuesta a hacer que no puedas volver a echarle un p…iropo a nadie.

Más calmada dirigió su atención hacia la enorme armadura que había tenido el decoro y la educación para girarse proporcionándole la poca intimidad que necesitaba.

- En cuanto a ti, gracias. De veras. Y sí, ahora apreto uno de los botones... Supongo...

No estaba segura de que fuera lo correcto, no estaba segura de que fuera lo adecuado, pero era lo mismo que habían hecho con ella e, imaginaba, que con el resto. Así pues ella cumpliría su parte eligiendo el botón que creía asociado a aquel que, tras mirarlo, había sentido que era el mayor de su aliados.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: ÁREA DE RECUPERACIÓN.

Soltó una sincera carcajada. 
-¿Minúsculos? ¿Y en qué te basas para semejante apreciación? -le guiñó un ojo con picardía-. Chicos, hay que darse prisa. Esto no va a aguantar mucho. Muxu, como te dice, aprieta rápido un botón. Debemos sacar a todos de los tanques. El sistema está a punto de irse a tomar por culo y tenemos que salir rápido. El aire está viciado y diría que incluso puede ser ligeramente tóxico. Y hay dos salidas. Deberíamos decidir por dónde vamos a salir, salvo que nos dividamos y repartamos la suerte a partes iguales. 

MINUTOS DESPUÉS:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: ÁREA DE RECUPERACIÓN.

MUXU MEIDALL:

Pulsas el botón verde de la cápsula del enano que fuera tu mayor aliado en tu etapa como Alcaldesa y observas con fascinación como las máquinas llevan a cabo todo el proceso automático de reanimación.

HALBERD HAMMERSTAFF:

Sientes horror y confusión al abrir los ojos y notar que estás sumergido en un medio líquido. Unas máquinas arcanas se están desacoplando de tu cuerpo y poco después eres desintubado y te es retirada una máscara respiratoria mientras el tanque cilíndrico en el que te encuentras se vacía de fluidos.

La cápsula se abre y sales del tanque, pero apenas eres capaz de mantenerte en pie. Estás temblando, te sientes mareado y débil, y notas la garganta y los pulmones llenos de una líquida mucosidad transparente que necesitas expulsar para poder respirar.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

LUGAR: ÁREA DE RECUPERACIÓN.

El enano había tratado de mantener el equilibrio como buenamente había podido al salir de la cápsula, con unas piernas que daban la sensación de haber sido estrenadas en ese momento, pero finalmente había caído sobre sus rodillas y sus manos.

— ¡Bluaargh! — una considerable cantidad de mucosidad transparente cayó al suelo con un chapoteo cuando Halberd vomitó.

Apenas se había dado cuenta de las figuras borrosas que creía haber visto al abrir los ojos dentro del líquido, y sólo reparó en ellas cuando, aún tembloroso, asustado y mareado, se sintió capaz de levantar la mirada, aterrado.

Fugaces recuerdos pasaban por su cabeza, imágenes terroríficas de situaciones que estaba seguro de que no había vivido, cosas que no comprendía y caras que no reconocía, entre las que estaban los individuos que tenía enfrente. ¿O sí las reconocía?

Aún a gatas, a duras penas sobreponiéndose a la confusión que sentía, se fijó en el rostro de la mujer. A ella sí la conocía... O eso quería creer.

— ¿Mu... Muxu? — dijo con una voz llena de miedo.