Partida Rol por web

 Rodrigo tensó su arco, contuvo la respiración y disparó su flecha. Como era de esperar, hizo impacto en su victima, en su brazo izquierdo.

Vaya, tendría que haberme tomado más tiempo - piensa Rodrigo, mientras deja caer su arco y echa mano del garrote, preparándose para el inevitable cuerpo a cuerpo

 Rodrigo tensó su arco, contuvo la respiración y disparó su flecha. Como era de esperar, hizo impacto en su victima, en su brazo izquierdo.

Vaya, tendría que haberme tomado más tiempo - piensa Rodrigo, mientras deja caer su arco y echa mano del garrote, preparándose para el inevitable cuerpo a cuerpo

La flecha impacta en el pecho del monje, que detiene su carga por la fuerza del flechazo, aunque no podéis ver su pecho con claridad, seguro que sangra a borbotones.

 Diego ve como la turba se va acercando poco a poco, son muchos...de repente, se da cuenta de una cosa... los hábitos, los hábitos prender fuego rápidamente. Tras esta idea, Diego saca una de las antorchas de su zurrón y la enciende, colgando a la espalda el escudo. Se dispone a luchar con la espada en una mano y la antorcha en la otra.

-Alto ahí monjes, qué queréis de nosotros!, dejadnos ir, o el fuego os purificara. Por San Jordi que lo hará- grita al mismo tiempo que bracea con la antorcha.

Iria intentaba decir algo, pero el miedo se lo impedía. Veía como los monjes subían y Iria era incapaz de hacer nada, se quedo paralizada. Después de un par de segundos se mueve un poco. 

- ¿Que debemos hacer en estos momentos Fonseca? ¿Que...?- Dice Iria desesperada mirando fijamente a Fonseca.

Los monjes suben a la carrera hasta vuestra posición, ya casi los tenéis encima.

¿Y estos son "hijos de Dios"? ¡Bastardos de su perra madre! -Manuel soltaba toda clase de improperios, lógico en un alquimista cuando no suele encontrar un compuesto entre sus "potingues", cuando la aleación de dos metales les resulta funesta en su confección o cuando le persigue una comitiva de clérigos campo arriba...

En esos momentos me acerqué a un pasito de Garcés, justo detrás de él. Saqué de un bolsillo otra placa de metal.

Intenté ponérselo a su espada, ¡pero la situación se resistía!

¡Atrás, hijos de Satanás, que venís disfrazados, mancillando la imagen santa de los hermanos en Dios! - grita el Conde Don Alonso, mientras se pone al frente de su (menguada) tropa- Si creéis que esto va a ser fácil, estáis muy equivocados, pues un Caballero os enfrenta, junto a los más valientes entre los valientes...

Y pasando del dicho al hecho, lanza un buen par de mandobles con su espada, sin preocuparse de la defensa. Esta queda de mano de su cota con refuerzos, y su casco. Tendrá que ser así, pues la situación es desesperada, y cuanto antes puedan incapacitar de alguna manera a la mayoría, tanto mejor.

¡No los rematéis! En cuanto caigan, a por otro -brama el Conde- ¡Segadlos como trigo maduro! 

¡La batalla ha comenzado!

Don Alonso corre hacia el primero de los monjes, el que ya ha sido herido por una flecha de Rodrigo , y clava su espada en el bajo vientre del hombre que muestra una mueca de sorpresa mientras pone los ojos en blanco aunque consigue dominarse y no caer mientras ase la porra con fuerza y la levanta en actitud amenazante.

 Rodrigo carga el arco, toma puntería sobre otro de los monjes y suelta la flecha. Sale disparada y acierta en la cabeza a otro de los monjes,

Vaya, parece que se me va calentando el brazo...

La flecha se clava en la cabeza del monje, atravesándole el ojo izquierdo y sobresaliendo la flecha por detrás del cráneo, un tiro perfecto. Una mezcla de sangre y de materia gris sale despedida por la parte posterior del cráneo.

Sí, vamos a ver, llevas una espada normal, que depende de habilidad con lo cual sí tienes modificador de daño concretamente +1d6, tú verás pero vamos hacer 6 puntos más de daño de cada golpe no es tontería...

Lo que tú dices sería si llevases un espadón, que sí depende de fuerza.

 Diego empieza a agitar su cimitarra y su antorcha como si un ritual preparatorio se tratase, aunque simplemente esta calibrando bien el peso de sus dos armas. Luego se lanza al ataque, esgrimiendo por delante la cimitarra. Su objetivo: rajar estómagos, por experiencia sabe que en cuanto los jugos de estomago salen de su contenedor y se mezclan con otros fluidos, el dolor que esto provoca impide seguir luchando, y su prioridad ahora mismo no es matar, si no incapacitar. Con los ojos inyectados en furia ciega, sale corriendo:

- Por sant Jordi!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Y parece que el santo le responde, pues consigue impactar donde había focalizado su atención.

-¿Crees que podrán sostener sus armas y derrotar a esos hijos de satanás?- Digo a Fonseca queriendo recibir una respuesta positiva. Me puse detrás de Fonseca, a si me sentía protegida. ¡No vamos a poder, no vamos a poder! Me sentía angustiada, sin saber que hacer desorientada. Podría curar, si alguien sale lastimado y a si no habría ningún fallecimiento.