Partida Rol por web

Estupido ricachuelo, en mi ciudad le hubiera arrancado la lengua, cuando se hacerca el hombre de palabra mi tipica neutral cara esta ligeramente cambiada, estoy enfadado y no me importa reconocerlo:

-Creo que la proxima vez que nos encontremos con ellos -digo señalando el camino- no tendremos el placer de una palabras, lo siento por ti hombre de palabra- parece que el grupo se ha reducido drasticamente. -si miremos- digo mientras vuelvo a mi estado normal, mirada al frente y siempre intentando ver mas haya de lo que veo, mientras camino voy toqueteando el extremo de las flechas, esto me relaja considerablemente.

- Así lo dictan – respondió Annie con un gesto de resignación.

- Pero nada les obliga a ustedes a venir conmigo. Pueden quedarse aquí o seguirme, pero hagan lo que hagan, que sea porque así lo han decidido. De esa manera, no habrá arrepentimientos si todos resultamos muertos por culpa de “cabeza-de.-martillo” – exclamo seguidamente la paladín con una sonrisa, antes de desenvainar la espada y sujetar el escudo, dirigiéndose entonces deprisa hacia el sitio donde había escuchado a los goblins.  

Avanzaron un buen trecho por el sendero, siguiendo los rápidos pasos del paladín que iba al frente para ser la primera que se enfrentara con los enemigos. Sin embargo, todo lo que encontraron de los goblins fueron diversas armas arrojadas al suelo aquí y allá, además de algunos viales rotos y unas manchas de sangre.

Siguiendo las gotas de sangre, finalmente se toparon mas adelante con Lorthas, que caminaba con el mismo andar imperturbable de antes hacia la fortaleza. Estaba herido, pero no parecía darle ninguna importancia a eso.

Están ya muy cerca de la base de la cuesta que lleva hacia el cementerio.

Estás ya muy cerca de la base de la cuesta que lleva hacia el cementerio, cuando escuchas una voz femenina a tu espalda que dice:

-  ¡Hey, grandote! ¿Estás bien? Escuchamos chillidos goblins y pensamos en venir a ver si necesitabas ayuda. Por cierto, estas sangrando desde hace rato. Has dejado un rastro de sangre ahí atrás. ¿Ya lo habías notado?

Lo que pueden ver cuando llegan al punto donde el barón y sus hombre sse detuvieron es una hendidura entre los montones de rocas, estrecha, pero suficiente para que un hombre pase de costado, aunque no sin llevarse numerosos rasguños y con el peligro de quedarse atorado en cualquier momento, sobre todo cuando se lleva una armadura o se posee una gran corpulencia.

Mirando los alrededores, en busca de miradas indiscretas, miro al paladin:

-Entrare echare un vistazo y saldre, si no vuelvo en 2 minutos, piensa lo peor- con estas palabras y con una daga en la mano y el arco en la otra, me introduzco en la roca, gracias a que no llevo armadura no me costara excesivamente y mis ojos acostubrados a la penumbra me permitiran ver algo mas-deacuerdo hombre de palabra- digo mientras me preparo apunto de entrar.

Se gira al escuchar una voz femenina que procedía de sus espaldas...

-¿Humm?- se pregunta antes de girarse.Frunce el ceño para ver mejor sus presuntos "perseguidores", y finalmente logra identificarlos, aunque sólo logra ver por ahora a la paladín.Escucha sus palabras y se pala el cuerpo tras llegar a la herida, la cual toca inconscientemente, sin embargo en su rostro no se dibuja ningún signo de dolor alguno.Baja su cabeza para mirarse ahora su mano enguantada, que ahora estaba ensangrentada.

-Si, me acabo de dar cuenta.A lo largo de mi entrenamiento me han olbigado a olvidar lo que es el dolor.Por eso a no ser de que se trate de una herida de alta gravedad, no le daría importancia....- le explica a la joven paladín.

-Contando esta vez, ya me habeis hecho parar dos veces en mi travesía....- dice algo frustrado.

Un nuevo encuentro con el paladín exactamente de las mismas características que había tenido el anterior, salvo porque esta vez estaba herido. Decía que no se había percatado de la herida, pero obviamente estaba sangrando considerablemente, tanto como para dejar un rastro de sangre que pudiera dar una pista de por donde se había marchado. El joven hechicero no se movió demasiado de su posición y se encontraba algo rezagado del resto del grupo, al lado de sus compañeras y prácticamente sin dar la cara al caballero.

-Hola me llamo "Lorzas", y yo no siento dolor, porque soy el mas poderoso del mundo.- le decía por lo bajo a Myrna en tono burlón, para que el gigantón no le oyera, a modo de contestación tras la réplica del caballero, ya que se encontraba un par de pasos por detrás de Annie y todavía no había abierto la boca desde que se habían encontrado de nuevo con él.

Casi me atraganto de la risa al oir la vocecilla burlesca de Ithilon.

-Lo que digo, me da que culo-grande no es consciente de a qué suena su nombre. Lorzas. Lorzas!!- me burlo, agitando unas falsas e inexistentes grasas de msi costados...

-Aiisshhh...- me seco las lágrimas de la risa.

-Oye grandullón deberías dejar que Ricitos de Oro te sanara o la próxima vez que te interrumpan no seremos nosotros, si no algún bicho enorme y horrible que te devorará porque no habrás notado que te falta sangre en el cuerpo- le digo a Lorthas con cierto tono sarcástico -y te prometemos no interrumpirte, al fin y al cabo nos volvemos al pueblo a buscar plata. Te podrás quedar aquí tú solito contra el mundo- sonrío burlonamente.

-¿A eso venís?, ¿a reiros de mí y a decir lo que debo hacer? Vaya insolencia por vuestra parte.Desapareced de mi vista, insensatos...- dice girándose para seguir su camino.

Con el ceño fruncido observa su herida.

-Vaya molestia...- abre el libro de nuevo y alza su martillo.Una intenso y cegador halo de luz envuelve al paladín, recobrando su estado a la normalidad.Tras esto, cierra el libro y el brillo que rodeaba a este va apagándose poco a poco.Avanza su camin ahora con más fuerzas que nunca.

- ¡Por la diosa halcón! – replica Annie, tratando de mantener la compostura y no dejarse llevar por la risa, aunque el rostro se le pone rojo por el esfuerzo.

- Está bien grandote, no queríamos molestarte, solo veníamos en un acto de buena fe para ayudarte. Pero si crees que tu solo puedes contra TODO lo que hay dentro de esa fortaleza… bueno, creo que me tocara escribirle una carta de pésame a tus padres. O lo que sea… - dijo Annie haciendo un gesto de despedida con la mano y dándose la vuelta, para volver por donde habían llegado.

- Lo siento amigos. No creí que fuera tan cabezota – les dijo a modo de disculpa al hechicero y a la ladrona, por haberlos llevado corriendo hasta ahí.

Ithilon se tapó la boca con la mano derecha, e hizo fuerza con sus dedos índice y pulgar contra sus pómulos ara evitar la risa, escapándosele pequeñas carcajadillas ahogadas ante los gestos de Myrna y la cara que puso Annie ante la broma. Parecía que habían ofendido al paladín, no era del todo la intención del hechicero, pero había sido divertido al fin y al cabo, y a Annie tampoco parecía agradarle demasiado por la contestación que le había dado.

-No os preocupéis, no es vuestra culpa.-dijo el joven sonriendo. La cosa se ponía interesante, y parecía que los acontecimientos tornaban a escenas algo más divertidas, lo cual prometía bastante y haría más ameno el viaje. El lugar era bastante tétrico, y estaba lleno de peligros, así pues quitar hierro al asunto sería no solo útil, si no casi necesario.-Bueno..., ¿en marcha?-concluyó Ithilon haciendo un gesto con la cabeza en dirección contraria y mirando a las dos chicas.

- Si, en marcha. Antes de que Lorthas decida darnos de… - exclamo Annie, reservándose la ultima parte de la frase ahogándola con una sonrisa.

- Si nos damos prisa, y me refiero a mucha prisa, llegaremos al pueblo por la madrugada. Pero me imagino que tendremos que descansar en el bosque de cualquier manera. Tengan cuidado. En ese lugar hay monstruos que vagan a su antojo – agrego la paladín, adoptando por un momento su actitud un poco más seria.  

De ese modo, los 3 aventureros se marcharon de vuelta al pueblo, mientras que Lorthas seguia adelante con una determinacion (u obstinacion) absoluta.

Coronas la empinada cuesta y la fortaleza aparece por fin en todo su horrible esplendor ante ti. Pero para llegar a ella debes cruzar antes un gran cementerio construido alrededor.

Más que sobresalir del suelo, las tumbas han sido colocadas dentro de depresiones en la tierra y en el otro extremo del amasijo de tumbas se alza amenazadora la puerta principal del bastión, forjada de un metal oscuro.

Un inquietante silencio cubre todo el lugar. Sabes en tu corazón que ya casi has alcanzado las puertas de la fortaleza de Handukar y que por ello el peligro será mucho mayor que antes. Aunque no te atreves a decirlo en voz alta, te asalta por un segundo la duda de si vivirás para volver victorioso, o si caerás como tantos otros héroes antes.

A medida que avanzas entre las tumbas, puedes ver los nombres escritos en las lapidas. Aquí están enterrados guerreros, paladines, hechiceros, nigromantes, ladrones, barbaros, asesinos y arqueros de todas las razas. Pero no resulta tranquilizante el hecho de que varias tumbas estén abiertas y vacías, como si sus ocupantes hubieran excavado con sus manos para salir de ellas.

En el centro del camino hecho de losas negras bien pulidas, hay una estatua de un ominoso esqueleto, vestido con una túnica con capucha y que porta una larga guadaña en la huesuda mano derecha, mientras que en la otra tiene un libro abierto. Y al final de la lista de los nombres escritos en el, puedes leer el tuyo.