Partida Rol por web

Estáis encadenados a una fila de hombres que desconocéis, todos estáis con el torso desnudo con un pantalón corto de piel y descalzos, todas vuestras pertenencias se las repartieron los guardias Romanos cuando os capturaron, a base de empujones, patadas y golpes os sacan de un carromato, convertido en una especie de prisión de madera, donde estáis todos a oscuras y apretujados, la luz es cegadora, el sol quema como el fuego del mismísimo inframundo, fatigados de no comer ni dormir y con las manos encadenadas, hacéis un esfuerzo para taparos los ojos de la brillante luz, poco a poco empezáis a ver con claridad.

Ahora estáis encima de una tarima de madera, donde un montón de gente os mira como si fuerais mercancía, veis que hay mas guardias romanos armados de los que podrías matar, por lo que no es una opción luchar, entre la multitud lográis ver a cuatro romanos bien vestidos y rodeados de esclavos de su propiedad.

Los 4 romanos se suben a la tarima junto con el que al parecer es vuestro vendedor. Intentáis escuchar lo que dicen, y lo poco que entendéis, es que están negociando sobre vuestro precio, y quien se queda con quien.

A pesar de todos los golpes recibidos, el orgullo de Teseo seguía intacto. 

Tenía un pequeño hinchazón en el labio inferior, pero no mostraba signos de dolor, ni ningún tipo de golpe más.

Buscó con la mirada a los soldados que los habían traído hasta allí. Vio alguno y, aunque no sabía si eran ellos, lanzó varias miradas asesinas.

El rencor no desaparecía a base de golpes.

Ahora era el turno de mirar al vendedor. Si pudiera, lo cogería con sus manos y aplastaría sus ojos hasta que su sangre saltase a su cara.

Pero ya sería tiempo de venganzas en otro momento...

El sol era arduo, mas potente de cualquier dia que hubiese recordado en su vida y el mal olor del anciano de adelante se le agolpaba por las narices para hacer vomitar a su espiritu (y de haber podido) a su cuerpo.

Los golpes eran pasajeros y las heridas sanarian, pero el orgullo y el honor estaban mellados de por vida...¿Que importaba ya morir ahora o despues?¿Importo alguna vez el viento en su cara, el amor de su tierra y el deseo de paz?¿Acaso haria alguna diferencia sus sueños para sus vendedores? Lo mas probable era que no, ya no quedaba nada mas...ya no habian aves en los cielos para ayudarle y sus dioses vivirian en sus tatuajes hasta que su cuerpo cayera muerto y frio...para eso era solo cosa de tiempo.

Cuando sus ojos se terminaron de acostumbrar a la luz y su nariz se hizo progresivamente menos sensible al olor extraño y nauseabundo del viejo sintio un ligero tiron de sus cuerdas

"no son esos estupidos guardias" -penso-

Al observar al hombre a su lado reconocio el odio en sus ojos, esa sed de sangre que habia visto en los invasores de su pueblo, el movimiento era delatador y apenas perceptible para cualquiera que no lo alla sentido antes

Guardar efa energia...para etos perros 

le susurro en latin, ese extraño idioma que aprendio camino a lo que de seguro seria el mercado de esclavos de las bocas de los perros de Roma, esperando que el hombre se apaciguara lo suficiente para volver a pensar en como salir de esta con el favor de los dioses

 Me dolia todo el cuerpo, sentia mis huesos como si estuvieran rotos pero no lo estaban, camine apasiblemente a la tarima, veia mucha gente, no era un chico tonto, sabia que ibamos a ser subastados para ser carne de diversion para los demas, mire con desprecio a uno de los guardias del lugar y aproxime mi cabeza al tercer sujeto de nuestra linea de esclavos, le susurre en latin:

- Hey, estamos en una subasta de esclavos, te sugiero te muestres debil para que no te agarren en un lugar fuerte-

Mikael observaba todo lo que pasaba, estaba molesto, no podía entender que acabara como un ser débil, pero había sido atrapado y ahora estaba esperando ser vendido. Estaba muy mosqueado, y la gente que se los subastaba se merecía morir en sus manos. No pienso mostrarme débil, sino que van a ver lo que es mi habilidad. Mientras esperaba que le cogieran uno de los hombres que estaban a su lado hablo. – Lo siento, pero a mí no se me da bien aparentar lo que no soy, no pienso mostrarme débil, mi orgullo no me lo permite. – Mikael estaba muy recto, demostrando que el mal trato recibido no le molestaba, no sentía ningún dolor, y no se podía mostrar débil, sabia cual iba a ser su destino, y no tenia ningún miedo a lo que pudiera pasar.

- orgullo?, el orgullo es una tonteria, lo que verdad importa es el honor, y crees que tendras honor muriendo por un romano que te usa como diversion?, te digo que, haz lo que quieras, pero lo que busco es que todo el desdichado sea acogido un tiempo mas de lo que se creia en este mundo, aunque, tambien deberias tratar de caer conmigo, no trato de ser presumido pero no creo quieras vivir encerrado para siempre-

Haced todos una tirada de un 1D4, en un post solo al director.

Un guardia romano que está en la tarima vigilándoos os escucha murmurar a Marco Tulio y a Mikael Manzon, mira para vosotros y os dice:

-"Cerrad la boca pedazos de escoria, si no queréis que os destripe aquí mismo"-, al terminar de hablar os escupe, -"¡grrrgj sssttuup!"-

Observo como el guardia los escupe, y repentinamente me agarran ganas de saltar sobre dicho guardia. Pero lo reconsidero, hacer algo asi en este momento seria algo estupido, por no decir contraproducente. Observo erguido a los compradores, demostrando que los golpes recibidos no lo molestaban en lo mas minimo. Me siento estupido por haberme dejado capturar, y me vengaria de Plinio, pero todo a su tiempo. Observo la situacion, y observo a los que estan al lado mio. Comienzo a sentir odio al darme cuenta en donde estamos, y comienzo a preguntarme que habre hecho para que le toque este destino, aunque en el fondo ya lo sabia....

Sin hacer caso al resto de los tipos que me rodean cierro mis ojos y miro hacia abajo.  Toda esta situación no es algo nuevo para mí. Respiro hondo. Exhalo. Levanto nuevamente mi cabeza. Abro lo ojos. La luz casi no me ciega ya, los soles han quemado mis ojos, están más curtidos que los de cualquiera en esa tarima.

Miro por fin a mi alrededor. Veo mis pies atados y recuerdo infinidad de cosas: Hambre, dolor y sufrimiento. Recorro uno por uno los rostros de los demás encadenados. ¿Recuerdo a alguno, acaso? Veo entonces que uno de ellos habla, justamente el que estaba a mi lado. Pero dice algo en un idioma que no comprendo, así que opto por no decir ni hacer nada. Escucho que alguien responde. Esta cerca mío también, pero no a mi lado. Lo miro y lo escucho, sin hacer algún gesto. Veo que ahora el que le responde, a su vez, es el otro compañero que esta a mi lado. Solo comprendí que hablaba del orgullo. Tenía mucho para decirle. Pero no lo iba a decir. Iba a ser dueño de mi silencio, y no esclavo de mis palabras.

Pensaba esto, mientras el guardia aparece y los hace callar. Nada nuevo. Los escupe, a lo que yo solo intento correrme un poco para no ser salpicado por su saliva.

Le digo en germanico al guardia:

- "Und ich verdammt darm Ihre Mutter Hündin" (Y yo destripare a tu puta madre)-

 Miro al cielo y trato de relajarme pensando en mi pobre pueblo que ya a sufrido bastante

Teseo consigue entender unas palabras de su compañero. Sabía que hablaba en latín, pero no precisamente bien. No sabía si era a causa de los golpes o debido a que no lo sabía muy bien.

Sin girar la cabeza, le contestó en el mismo idioma

No me hará falta mucha energía para acabar con estos desgraciados

Un segundo guardia sale de una pequeña tienda de tela que está detrás de la tarima y se sube a ella mirándoos con mala cara a todos, ustedes estáis encadenados con las manos a la espalda, y los pies sujetos el uno con el otro, sumándole a esto que los grilletes de los pies también están unidos con el resto de esclavos, uno a la derecha y otro a la izquierda;  el guardia porta una lanza que apunta para ustedes y os dice en Latín:

-"Listen bene canum commune sepulcrum, prothoplastus res vos probate tip insipiens in corde ipsius hastam" (Escuchadme bien perros inmundos, al primero que intente una tontería le entierro la punta de esta lanza en el corazón)-, detrás del veis que sale un ciudadano romano calvo y gordo, que también sube a la tarima pero a una distancia más que prudente de ustedes, justo detrás del guardia.

El gordo os mira con cara de cabrón y sonrie, se gira hacia el público y en latín dice en voz alta:

-"Veni Lanistes amicis non manere, euismod at, ea optima omnis terra longinqua!"(¡Acercaos amigos Lanistas, no os quedeís ahí, mirad la mercancia, tengo lo mejor de cada tierra lejana!)-, mientras hace un barrido con el brazo señalando para ustedes.