Partida Rol por web

Ante la arremetida de la amazona a duras penas consiguió mantenerse sobre la montura Sir Heine. Estaba tan concentrado en no caerse contra que no le dio tiempo a mirar hacia atrás para ver si había derribado a Lady Alyse. Sabía que le había dado un buen empellón, pero la moza era una guerrera formidable.

En el choque, Lady Alyse descuidó la colocación de su escudo para atacar fuertemente a Sir Heine, así que el certero golpe del experimentado del caballero le hizo desequilibrarse lo suficiente como para caer de su montura. La polvareda levantada por la carrera de los equinos flotaba ahora en una fina capa que se depositava lentamente sobre la armadura de Alyse. Dolida y sabiéndose la perdedora, sólo le quedaba reconocer su ajustada derrota. - Vos sois el vencedor, Sir Heine... sin duda me habéis dado una lección. Me confié subestimando su montura.- dijo sonriendo con total sinceridad inmobil, desde el suelo. Alyse había mordido el polvo.

Rantos se levanta con dificultad por el golpe sufrido..tiene una ligera brecha que sangra levemente encima de la oreja por el golpe. La cabeza le daba vueltas y se apoyó en el mandoble de entrenamiento. Recibió con una sonrisa la ayuda de su hermano:

-Sí, estoy bien... creo... más o menos..¡qué fuerte te has vuelto en este tiempo! - aunque en apariencia ambos eran igual de (poco) corpulentos.

La sonrisa de su hermano se borró por las palabras de Tristan. Arrojó la espada al suelo y le dijo:

-Como te atreves a hablar de la muerte de Padre, la última vez Tristan - bufó y lo llamó por su nombre cuando nunca lo hacía, solía llamarlo hermano o hermanito- Cuando llegue ese momento... significa que padre no estará en este mundo, y ahora mismo está fuerte como el vinagre. Ni una vez más.- se comezó a marchar visiblemente molesto mascullando. Esperaba contar con muchos años para aprender de su padre. Se ve que su hermano no.

La pelirroja no tardó mucho en dejar de tocar su instrumento, en el momento en el que Ser Heine y Alyse iniciaron su enfrentamiento. Morgause deseaba que la aguerrida mujer venciera, como era de esperar, si bien, como ésta había dicho, parecía que no tenía mucha experiencia en las justas, por lo que aquello podría ser un poco más complicado para Alyse, que el mero hecho de combatir en el suelo. Aún así, la bastarda esperaba que ganara, no sólo porque aquello sería algo bueno de ver, el hecho de que una mujer venciera en combate a un hombre, sino también porque la guerrera era una buena amiga para ella, por lo que era normal que tuviera ciertos favoritismos. Por eso mismo, en cuanto dieron marcha a sus monturas, la joven observó con claro entusiasmo el combate, esperando que fuera Alyse la que permaneciera sobre su yegua, si bien, una vez que las lanzas de entrenamiento dieron con su objetivo, no pudo evitar mostrarse decepcionada ante la caída de su heroína. Había sido algo lamentable de ver, teniendo en cuenta que había esperado que ella ganara, si bien estaba claro que Eberhard tenía algo más de experiencia combatiendo sobre una montura que Alyse, por lo que, al final, si bien había sido un enfrentamiento bastante justo, era el caballero quien había ganado. - ¡No te preocupes, Alyse! ¡La próxima le ganarás! Perder no es un problema si puedes volver a intentarlo de nuevo en otro momento. - Le aseguró a la guerrera, esperando que aquello no la desilusionara demasiado. Después de todo, uno podía aprender mucho del fracaso, por lo que aquello representaba algo bueno para la mujer, en cierta manera. Además, quería hacer que se sintiera un poco mejor con su apoyo.

No obstante, parecía que la bastarda se había perdido de algo bastante importante con el enfrentamiento de sus medio hermanos, ya que, al mirar a estos, pudo descubrir que Tristan le había ganado en combate a Rantos, algo que ella no había esperado demasiado. Si bien, lo que más sorprendió a la pelirroja, fue el hecho de que Tristan se atreviera a pronunciar aquellas palabras que hicieron que la mirada de la joven se mostrara ciertamente afilada, notándose su mal humor al oír aquella expresión incorrecta de las palabras del muchacho. - ¿Cuando llegue el momento...? - Preguntó con cierta molestia en su voz, mientras su compañera animal percibía el estado emocional de la bastarda, haciendo que la criatura gruñera, dejándose influenciar por la actitud de Morgause en ese momento. Incluso si Rantos había remarcado lo mismo que ella, probablemente para defender su posición como heredero, la pelirroja se mostró a favor de esas palabras, principalmente porque no iba a aceptar la idea de que su padre muriera, ni que mucho menos su medio hermano se atreviera a expresarse de esa forma, ni con esa facilidad, respecto a la muerte de su padre. - ¡Lord Vignar no morirá jamás! ¡Y tú no eres digno de seguir sus pasos! ¡¿Cómo te atreves a decir eso de nuestro Señor?! - Exclamó con claro desagrado, en el instante en el que su gatosombra gruñía con obvia sed de sangre. No le habría importado demasiado que su medio hermano declarara su deseo de ser el heredero, si no fuera porque éste se había atrevido a hablar de la muerte de su padre con aquella facilidad y falta de respeto, como si su padre no fuera nada más que algo que podía ser reemplazado en cualquier momento. Estaba realmente disgustada. No permitiría que nadie hablara de esa forma sobre su padre.

Al dar la vuelta con su caballo Sir Heine vio a la guerrera tendida en el suelo. Se acerco al paso con su caballo, al que le dio un par de caricias en el lomo. No era un pura raza, no tenía la fuerza de un destrero, pero sin duda lo hacía lo mejor que podía y le era fiel. ¿Qué más se podía pedir de un animal tan noble?

Cuando se acerco a la guerrera estuvo a punto de mofarse de ella igual que esta lo había hecho antes de su caballo, pero tras escuchar sus palabras decidió morderse la lengua y calmar su actitud bravucona. Al fin y al cabo, el caballero había sido en parte maestro de Alyse durante muchos años.

- Ha sido un buen enfrentamiento. He de admitir que casi me tirasteis de la montura. Este caballo puede que no sea de pura raza, pero es un ser noble y valiente. -dijo descabalgando y dando un par de caricias al cuello del animal- Debéis mejorar vuestra maestría sobre la montura Lady Alyse, los caballeros raramente peleamos a pie. -le dijo recuperando el tono de instructor que había usado tantas veces con ella- Ahora que lo pienso, mi fiel caballo aun no tiene un nombre como es debido ¿Quién mejor para elegírselo que un adversario derrivado? ¿No creéis, Lady Alyse? -le dijo en tono de burla.

Sorprendido por las palabras de mi hermano, le miro con extrañeza y con una mueca incredula que indica que pienso que se le ha ido la olla.

La euforia de la victoria ha desaparecido para convertirse en un pulso acelerado debido a la tensión generada.

Miro a Morgause, consciente de que me dirijo, sin embargo, a todos los presentes. Hablo muy serio y con firmeza, intentando sonar como suena padre en las audiencias.

-El único que ha hablado de muerte ha sido Rantos, que no se ha tomado bien la derrota. Yo he hablado de dignidad y el derecho de sucesión. Quien siga los pasos de padre debe ser tan fuerte y sabio como él. No basta con nacer primero y tener una lengua afilada.

Miró  a su hermano especialmente molesto:

-No solo no te disculpas sino que mientes... ¿he admitido mi derrota en este entrenamiento? Atrévete a decir que no delante de todo el mundo.. Si te he dicho que te has  vuelto muy fuerte...atrévete a negarlo.Me he tomado mal que hables de cuando falte Padre. -dijo muy molesto y se había puesto colorado del enfado.

No has luchado duro por tu vida ni un día porque has tenido la suerte que todo te ha sido dado y ahora veo que solo piensas en cuando llegue ese momento. Olvídate de eso y empieza a pensar en esta familia de una maldita vez, porque tu familia si que piensa en ti. Madre piensa en ti.  Padre piensa en ti. Yo pienso en ti. Así que compórtate de una vez. Te comportaste de manera caprichosa en el desayuno y se te concedieron tus ansias de protagonismo. Luego, tuviste la osadía de negarte delante de madre a aceptar inmediatamente el enlace que tan costosamente se está negociando en tu favor y que te convertiría en un señor con tierras. Y ahora, ahora Tristán vienes a hablar de "cuando llegue ese momento"... Discúlpate y empieza a comportarte de verdad como se le exige a todo noble.

Me encaro a Rantos, manteniendo la actitud calmada.

-En absoluto hablo de la ausencia de padre. He hablado de cuando llegue el momento de pensar en sucesiones. Tu has interpretado que me refería a su ausencia. Tienes una lengua afilada sin duda, pero no estas respaldando tus acusaciones con otra cosa que con palabras y tergiversaciones.

En clara referencia a la acusación de no pensar en la familia, vuelvo a empezar a hablar. Esta vez más rápido y acusador al inicio, para terminar la última frase con un tono conciliador.

-En el desayuno estaba pensando en tu seguridad y en la de Lady Alyse. ¡No voy a cerrar los ojos mientras partimos el pan con nuestros antiguos rivales! Y justo después de la conspiración contra nuestra prima. Tendrás una boda esplendorosa, hermano, pero estaré vigilando que no sea una trama para perjudicarnos.
Así que sí, si pienso en la familia. Todo lo que he hecho desde el día en que te fuiste ha sido por la familia, incluyéndote a tí.

El hecho de que su medio hermano le respondiera, afirmando tu decisión a expresarse de esa manera, no hizo más que alimentar el deseo de la bastarda por intervenir en la discusión, sabiendo que era hora de poner fin a ese maldito tema. Le daba igual cuál de los dos sería el heredero, en especial cuando ninguno de los dos había demostrado cierta madurez hasta el momento, no la madurez que poseía su padre, a pesar de dejarse influenciar por sus sentimientos con otra mujer que no había sido su esposa. Por lo que a ella le importaba, le daría igual si se mataban entre sí por una tontería tan grande como el orgullo de ser el heredero de la casa. Nunca le había importado algo así a ella, no cuando comprendía su posición, y estaba más que contenta con ser lo que era, con tal de que su padre le dedicara el afecto que ella deseaba. Sin embargo, ahora que Tristan se había expresado de esa manera, era obvio que no toleraría semejante falta de respeto hacia su padre. ¿A quién se le ocurría hablar de esa forma, como si estuviera esperando a que su padre muriera para ocupar su puesto? Incluso si esa no había sido su intención, era algo que ella no pensaba tolerar, en ningún momento, ni mucho menos que continuara insistiendo con respecto a su "valor" como heredero, y cómo Rantos no era tan apto como él. ¿De dónde había sacado tanta confianza ridícula? Aún más el hecho de pensar que podría violar las tradiciones como si no fuera gran cosa. Era una idea descabellada.

- Claro. ¿Y tú eres fuerte? Dudo que pudieras siquiera contra Ser Heine o Alyse. ¿Deberíamos declarar al caballero heredero o a Alyse? - Preguntó divertida, aunque ciertamente molesta con la actitud demostrada por su medio hermano. No estaba lo suficientemente enojada para odiarle pero si lo suficiente como para demostrarle cuánto se estaba equivocando con aquella actitud. - Además, ¿quién ha dicho que Rantos no sea sabio como Lord Vignar? Al menos sabe evitar pronunciar locuras como las que tú profieres. Lo que has hecho no es sabiduría, hermano. Digno de un niño. - Aseguró de manera fría, dejando en claro el error de su medio hermano, dejando en claro que nadie lo suficientemente sabio se explayaría de esa forma, si realmente deseaba ser el heredero. Lo mejor habría sido actuar de una manera indirecta, si bien Tristan había hecho uso de todo, menos de cautela y discreción. Aquella actitud era digna de un niño mimado. - Y sí, basta con nacer primero. Esa es la tradición. El primogénito es el que heredera. ¿Piensas ir en contra de todo lo que creemos? ¿Tal es tu ego? - Preguntó de manera desafiante, a medida que se levantaba de su lugar en las gradas, con la intención de acercarse a mantener una conversación más cercana, al mismo tiempo que su compañera animal la acompañaba, su mirada fija en el joven, una mirada que parecía decir que no dudaría en saltarle encima y despedazar su cuello. Aún así, Morgause no dejaría que eso sucediera, ya que no sentía esa clase de hostilidad hacia su medio hermano. Sólo estaba molesta por lo que había dicho y quería poner fin a ese tema de conversación, demostrándole a Tristan que sería mejor que pusiera fin a esa idea alocada.

Rantos lo tenía claro:

-Tristan, las sucesiones ocurren cuando alguien muere y su heredero le sucede. ¡Hablar de sucesión es hablar de muerte y siempre es un momento triste para cualquier familia! Te dije que no hablaras más del asunto pero ahí sigues.. a pesar que estamos intentando por todos los medios que recibas un buen futuro y tus hijos también sigues pensando en lo mismo y estás ignorando lo que te decimos tus hermanos. Deja el tema, pide disculpas por tus palabras y olvidemos el asunto.

Suspiró:

-Sigues con afán de protagonismo hermano pero te admito que al menos es con buenas intenciones-dijo de forma condescendiente- padre y yo hemos discutido este asunto de los Vance tras el desayuno... tal vez creas que eres el único que piensa pero no, los demás también lo hacemos, de hecho, él y yo iremos armados en todo momento..y Sir Eberhard, alguien muy competente, lleva las cuestiones de seguridad y salvaguarda. Todo irá bien durante la ceremonia, no harán nada delante de los Tully y otros nobles. -era verdad que Rantos estaba bajando el tono pero estaba claro que no iba a renunciar a una disculpa de su hermano, al que por supuesto seguía queriendo.

Las palabras de rantos me enfurecian. Olvidando las burlas de Morgause, me acerco a Rantos mientras respondo con un deje de ira.
-¡Por supuesto que no estoy pensando en su muerte! -Tiro al suelo con todas mis fuerzas la espada, que rebota un palmo y pasa peligrosamente cerca de hacerme tropezar. Camino hacia Rantos y veo al fondo a mi familia, que contempla el campo de prácticas con caras de incredulidad. Pierdo fuelle mientras camino hacia el, y me detengo a unos metros. Vuelvo a hablar, mas calmado y más despacio. -No lo has entendido, tu no...

Guardo silencio unos segundos. Con una expresión neutra en la cara, rectifico, mirando a Rantos. -Mis palabras no han reflejado lo que siento. Disculpadme si ha parecido que espero que ocurra una desgracia.

Sin dejar de hablar, miro a Morgause para añadir - Seguiremos disfrutando de la compañia de mi padre una larga temporada, Rios.

Doy la vuelta para recuperar la espada de prácticas, y devolverla al soporte de donde la cogí, donde está la espada de verdad. Al pasar cerca de Rantos, me detengo para lanzar el reto-. Volveremos a luchar cuando no te duela eso. -digo, señalando su oreja.

Dejo la espada y me siento, esperando ver un combate más.

Tristan no tardó mucho en reaccionar a las palabras de Rantos, así como a las de la pelirroja, la cual escuchó con atención lo que éste tenía para decir en ese momento. Después de todo, para Morgause, su padre era muy importante para ella. Al no haber conocido a su madre, su padre lo era el único que podía asegurarle el cariño que la joven podría desear en una buena familia. Sin embargo, también debía de soportar la actitud de la esposa de éste, así como el hecho de que, a ojos del resto, no era más que una bastarda, producto de una unión que jamás debería de haberse llevado a cabo. Por esa razón, la sola mención, por más indirecta que fuera, sobre la posibilidad de que su padre muriera en algún momento, era algo que no estaba dispuesta a aceptar. Sabía muy bien por qué su medio hermano había pronunciado aquellas palabras. No había duda de que estaba frustrado por el hecho de no ser él el heredero de la Casa, si bien aquello era de poca importancia para la verdevidente, no cuando su padre era más importante que cualquier pelea entre hermanos por algo tan estúpido como la ambición de uno por liderar la Casa. Ninguno sería tan apto como su padre, por lo que no había sentido en que pelearan por algo así. Sin embargo, en vez de aceptar su posición, de aceptar el rol que le había tocado en la vida, teniendo la suerte de no haber nacido de una amante como era el caso de la Morgause, éste parecía preferir crear cierta tensión en la unión de la Casa, sólo por un deseo ciertamente egoísta de su parte. - Y espero que por siempre. Muy bonito eso de "Ríos"... Muy maduro de tu parte. No paras de demostrarme que no estoy equivocada. Necesitas madurar. - Aseguró en un tono serio, dejando en claro lo que pensaba del hecho de que su medio hermano la llamara de esa manera, en vez de la forma usual.  No había duda de que se había enojado con ella, si bien la pelirroja podía ser bastante afilada cuando era necesario, y no dudaría en demostrarle su error a aquel que parecía no comprender el problema en aquella situación.

Tras un momento de considerarlo un poco, no tardó mucho en suspirar, antes de volver a mirar a su medio hermano con una expresión más suave. - Lo siento, Tristan... pero no tienes material de heredero, ni tampoco diría lo mismo de Rantos... aunque por lo menos él cumple con la tradición, y no es tan inmaduro como tú. - Se explicó con tranquilidad, pretendiendo que no pensara que se burlaba de él, sino que más bien estaba exponiendo sus fundamentos. - No sólo podrías crear tensión innecesaria en nuestra Casa con lo que pretendes, sino que también es posible que ni siquiera se te haya ocurrido. En vez de crear unión, sólo estás creando problemas con esa actitud. Y lo peor de todo es que cuando te muestran la verdad, te molestas y actúas como un niño. ¿Realmente piensas que eso es digno de alguien que debería de ser heredero? Piénsalo. - Continuó explicándose, intentando meter algo de razón en la cabeza de su medio hermano, en especial cuando no sabía de dónde había salido semejante mentalidad. ¿Por qué no podía conformarse con lo que tenía? - Tienes la suerte de tu parte en tu nacimiento, y aún así piensas que no te han dado suficiente. Te guías por un pensamiento egoísta que podría causar muchos problemas, en vez de considerar la idea de actuar como consejero para Rantos, cuando llegue su momento de liderar. ¿No son mejor dos cabezas que una? ¿Tanto necesitas ese título para sentirte mejor contigo mismo? Eso no te diferencia mucho de un niño. Lo que pretendes es una enfermedad, un mal para la Casa. Hablas del bien de nuestra Casa pero lo único que harás... será arruinarlo todo. - Afirmó con total seriedad, afilando su mirada por un instante sobre el chico, para luego volver a mostrar una expresión más gentil. - Recapacita. Usa tu cabeza, no tu ego. - Aconsejó en un tono suave, antes de dar la vuelta para buscar su instrumento. Se había cansado de aquella situación. A ella no le importaba quién reemplazaría a su padre. Sólo le importaba conocer el mundo, en algún momento, y ser feliz a su manera, tal vez incluso encontrar el amor, quién sabe. De cualquier manera, no dudó en marcharse, dejando en claro que no tenía intención de continuar con aquello. Ya había dicho lo que tenía para decir e incluso su padre había podido escucharla.