Partida Rol por web

Finalmente acudieron a desayunar, a pesar de que a ninguna de ellas le apetecía vivir aquella farsa navideña que sus padres habían montando, y además sabiendo que la familia no se iba a unir como pretendían Ryan y Chloe. Al contrario, estar juntos sólo servía para crear más rivalidad, más tensión, más puyas de unas a otras y más discusiones, y eso sólo si no se ignoraban como de costumbre. El desayuno parecía encarrilar esa situación hasta que el teléfono del trabajo del juez Wells sonó.

-¿Diga?- Ryan siempre cogía ese teléfono. Aunque sonara en pleno día de Navidad. Si sonaba es que era importante. -¿¡Cómo dice!?. -El juez se levantó de su asiento, parecía consternado. -Espere, espere... ¿Aquí en Birchmont?.... Oh Dios mío... Es horribe. Sí, iré de inmediato.... Sí. -Miró de pronto hacía sus hijas. -Los conozco.

Cuando colgó se quedó mirando a la mesa donde todos desayunaban. Por una vez todas se habían callado y habían dejado de meterse unas con otras, miraban hacía Ryan expectantes. Querían saber que había pasado. Qué tenía que ser tan importante como para llamar al Juez Wells en ese día, y sobre todo, qué había sido tan horrible para que él se quedara con esa expresión, como congelado, mirándoles con la mente tan lejos de allí y una profunda expresión de pena en los ojos.

-Tengo que irme.

Mercy bajó de mala gana a desayunar después de que la apremiaran varias veces desde el piso de abajo. Se había dado una ducha rápida y se vistió con lo primero que encontró, sin darle importancia al evento familiar al cual no quería asistir.

Con mala cara bajó y se unió con su falsa familia a la mesa, tratando de comportarse y contener su mal estar por no estropearle el día a su padre. Aún así era inevitable que en cualquier momento, comenzasen a llover las pullas en la mesa.

Y así fue, al igual que en la cena, volvieron a la carga hasta que el teléfono de Ryan sonó y respondió.

Vale que no sea una fiesta muy bien acogida en esta casa, pero.. ¿llamarle en Navidad? ¿Qué puede ser tan gordo como para eso? Pensó Mercy mientras miraba a su padre reaccionar ante la llamada. De pronto Ryan miró a sus hijas y a Mercy se le pusieron los pelos de punta. Dios! ¿A quien le ha pasado que, papa? Mercy comenzaba a mostrar más preocupación en ese momento que curiosidad. Miraba fijamente a su padre, esperando que terminase de hablar para preguntarle que pasaba, porqué esa mirada y esa expresión tan distantes ambas.

Ryan colgó el teléfono y Mercy esperó en silencio junto al resto de mujeres que permanecían en la mesa alguna palabra de su padre. Pero este fue escueto y parco en palabras. Osea.. ¿Qué pasó, papi? ¿Tan super importante es que debes irte así, no? .. Osea, me parece super fuerte que nos dejes así, ¿saes? En serio, papi... Osea, se te ve en la mirada que... conocemos a esas personas, ¿no? Dijo Mercy cuando vió a su padre levantarse de la mesa dispuesto a marcharse sin más.

La sinceridad con que Troy parecía hablar consiguió que Sidney acumulara el valor suficiente para no volver a dudar de que su presencia sería una molestia.

—Oh, ni que yo fuera la más alegre de la fiesta. —La sinceridad de Troy fue devuelta por Sidney, al contestarle a su comentario de pasar junto a él un rato agradable—. ¿Y dónde habías quedado con Jim? Parece que a todo el mundo le da hoy por llegar tarde... o no llegar... —Las últimas palabras las dijo más para ella que para ser escuchadas por Troy, ya que el retraso de Jim le había recordado, como un puñetazo en el estómago, el plantón que le había dado Derek.

Mientras comenzaban a caminar, Sidney intentó mostrar un tono de voz distendido para contestar la broma de Troy, aunque ser divertida no era precisamente su fuerte, o por lo menos nadie solía reírse con ella sino más bien de ella.

—Pero alguien tiene que meterte en vereda. —Le dedicó una sonrisa amigable antes de encogerse de hombros, dudando si decirle lo que había pasado. Decidió comentárselo, al fin y al cabo a Troy no le importaba con quien pudiera quedar Sidney y él se llevaba bien con Derek, no es que fueran amigos pero por lo menos se podían hablar sin discutir—. Bueno... Tampoco es que sea nada grave pero, había quedado con Derek para desayunar y, después de estar esperándole durante bastante tiempo, no apareció. Pensé que quizás todo había sido una broma de mal gusto, pero sé que Derek no es así... No me haría algo tan feo ¿verdad? Seguro que simplemente se ha dormido o lo ha olvidado... —De nuevo su voz se fue debilitando hasta acabar en un murmullo.

Sidney negó con la cabeza, apartando esos pensamientos de su mente, había decidido que, por el momento, iba a pasar de todo, así que volvió a sonreír, no sin cierto esfuerzo, mientras miraba de reojo a Troy.

—Ahora te toca a ti. ¿Dónde te vas de viaje?

- Hemos quedado en el centro comercial. -respondió a la pregunta de Sidney.- Quizás estemos ahí un rato, y luego ya veremos. Tampoco ha sido algo muy planeado...

Intentó no pensar mucho en todo lo que le había llevado a que aquella mañana fuese una improvisación frenética. Intentó también no pensar en que no había comido desde ayer al medio día. La broma de Sidney lo sacó de aquellos pensamientos. Se giró lentamente hacia ella, con los ojos entrecerrados e intentando no reir. Hizo un gesto con la mano como si hiciera sonar un látigo mientras hacía el sonido con la boca. La sonrisa se le disipó ligeramente cuando le habló de Derek. Volvió a mirar al frente.

- No me gusta defender a los amigos de Kurt. Si soportan sus tonterías, en cierto modo con cómplices de ellas. -tomó aire profundamente, intentando no dejarse llevar por lo que realmente quería decir.- Pero no, Derek no haría una broma así. -el teléfono de Troy volvió a sonar.- Y si dijo que iría, dudo que se olvidara de ello.

Troy leyó el mensaje que acababa de llegarle y paró de caminar. Miró a Sidney con mirada severa.

- La policía está en casa de Derek, ha pasado algo. Jim está allí. Vamos.

Le hizo un gesto para que la acompañara y varió su ruta para ir en dirección a la casa de Derek.

Comprobar que Troy opinaba igual que ella sobre Derek, confirmando que no era la típica persona que haría bromas de tan mal gusto, animó bastane a Sidney, aunque eso no quitaba que siguiera pensando en qué podía haber pasado para que el chico no acudiera a la cita.

Pero su ánimo volvió a ensombrecerse al escuchar a Troy cuando recibió el mensaje. Un enorme agujero se abrió en su pecho y los recuerdos de lo que le había sucedido a Malcolm la golpearon una vez más. ¿Acaso siempre iba a estar caminando por una cuerda floja? ¿Por qué no podía tener una vida normal, con sus momentos felices, como todo el mundo? Cada vez que el sol se animaba a brillar, nuevas nubes aparecían para ocultarlo.

Sidney se quedó paralizada, un ligero temblor comenzó a recorrer su cuerpo y el miedo asomó a sus ojos mientras miraba a Troy.

—¿La... la policía? Pero... —Sintió la boca seca, oscuros presagios pululaban por su cabeza y el cuerpo de Malcolm, flotando en el agua, acudió de nuevo a su recuerdo—. No... no... ¿Derek está bien?

Sí, sí... tiene que estar bien, seguro que todo es un malentendido...

Como una autómata siguió a Troy, intentando apartar todas las macabras imágenes que empezaban a formarse en su cabeza. Necesitaba saber qué había ocurrido, comprobar que Derek estaba bien, así que aceleró el paso nerviosa y temerosa por descubrir lo que estaba sucediendo.

Y allí estaba Lindsey completamente distraída con su móvil, algunas veces sonreía, en otras ocasiones colocaba una mano en su pecho suspirando enamorada. Estaba más que claro lo que acontecía con tan sólo mirarla, hablar con su novio le cambiaba radicalmente el humor al punto de ser preocupante para el resto de la familia. 

Tomó su desayuno dedicada a observar el móvil cada vez que sonaba una canción, poco le importó los comentarios de su hermana o los reproches de su padre al ver que la animadora estaba pendiente de las respuestas por parte de Jim, en vez de disfrutar un momento en familia, como debía ser. 

Hasta que la conversación telefónica de Ryan alertó a la chica, una tragedia en Birchmont o algo similar, para colmo conocía a los implicados. - ¿Qué sucede Papá? - preguntó casi al unísono de Mercy mientras escribía un mensaje en su móvil, notoriamente preocupada. Una vez que lo envió, caminaba de un lado al otro esperando la respuesta. 

Un mensaje llega al móvil:

Amor... has salido precioso en la foto. 

¿Estás bien? ¿Sabes si ha pasado algo serio? Han llamado a mi padre, no sé que pasó pero es grave. Por favor, responde este mensaje... 

:(

El juez Wells miró a sus hijas con la duda dibujada en el rostro y la mirada. No quería decirles nada para no preocuparlas, pero se dio cuenta de que su reacción a la llamada ya las había preocupado. Miró a su esposa y encontró la misma preocupación en su mirada. Agachó la cabeza y se llevó el dedo pulgar y el índice al puente de la nariz, presionó suavemente y cuando las volvió a mirar parecía derrotado.

-Son los Spencer. -Dijo brevemente. -Algo horrible ha pasado en su casa. Tengo que ir. Quedaos aquí.

Todas conocían a Derek, era el hijo de los Spencer y uno de los chicos más populares del instituto. Era el mejor amigo de Kurt, pero además se llevaba bien con todo el mundo, incluso con Troy. Caía bien por naturaleza, era buen deportista y buen alumno. Era capaz de hacer buenas migas con todos los alumnos del centro, puesto que se llevaba bien con los populares y con los raros sin llegar a ser juzgado por ninguno de los dos grupos. 
 

Su expresión dura se tornó en violenta, y un brillo en sus ojos indicaba que estaba a punto de hacer algo irracional. Quería ver a Dereck; necesitaba verle. Y aquél gordo que parecía haber conseguido la placa en un concurso de comer rosquillas no iba a impedirle ver a su amigo. Dio otro paso para atrás, y casi al mismo tiempo que apoyaba el pie y pretendía lanzarse contra el cordón policial recapacitó al escuchar sobre el juez Wells. 

Mierda. No quería que las chicas se enteraran de eso, ninguna era íntima con Dereck, pero el chico se llevaba bien con ellas. Se quedó inmóvil en el sitio durante unos instantes y luego se sentó en el frío suelo de la calle. Esperaría al padre de las Wells; él seguro que entendería que tenía que ver a Dereck...

La palabra “crimen” impactó a Jim como un golpe entre ceja y ceja. Aunque trató de racionalizar la situación recordando que hay decenas de “crímenes” tipificados en los que la violencia no se encuentra incluida, las expresiones del Sheriff hacían al chico temer lo peor. Inmóvil y tenso, Jim alternaba la vista entre el Sheriff y Kurt, leyendo en el semblante de este último una rabia impotente que temía que explotase en cualquier momento. Sin embargo el ánimo de ambos se vio domado cuando el juez Wells apareció en la conversación como un jarro de agua fría.

Mierda… Wells no, joder. Después de lo de ayer, no… - pensó Jim. Cerró los ojos un instante y resolvió marcharse del lugar cuanto antes, pero no podía dejar allí a Kurt en el estado en el que se encontraba, así que se giró para invitarle a alejarse con él. Para sorpresa del chico Kurt se había sentado en el suelo, aparentemente con la intención de esperar allí, probablemente  hasta la llegada de Wells.

Jim suspiró. No quería ver otra vez al padre de Lindsey tan pronto, y Kurt no era una persona especialmente cercana a él, pero la empatía le perdía a veces, y no era capaz de dejar allí al quarterback solo sabiendo que algo le podía haber ocurrido a su mejor amigo. El joven se sentó en el suelo junto a él, aunque manteniendo una distancia prudencial y metió la mano en el bolsillo de su chaqueta para sacar su cajetilla de tabaco y su mechero, gesto que detuvo a mitad del movimiento recordando que estaba rodeado de policías. En lugar de eso sacó el móvil y contestó su último mensaje, y mientras lo hacía, sin mantener contacto visual, habló a Kurt.

- Kurt, tío… ¿estás bien? ¿Crees que Dereck está bien? Ayer dijiste que había roto con Sarah… ¿Crees que ella…? – Jim dejó la frase a medias y miró al chico. – Si quieres desahogarte… bueno, se me da mejor escuchar que hablar, ¿sabes? 

Un mensaje llega al móvil de Lindsey un par de minutos después de enviar el suyo. 

Estoy bien, cielo, pero ha habido algún problema por el barrio. Te contaré en cuanto nos veamos, pero no te preocupes que estoy bien y no me va a pasar nada. Relájate y recuerda que te quiero. 

Jim intentaba consolar a Kurt, al que sólo la mención del Juez Wells había logrado calmar ligeramente, consiguiendo que se sentara en el suelo a esperar noticias y no se colara por la fuerza en el interior de la casa siguiendo su impulso. Los nervios se apoderaban de él, y también de Jim, quien se encontraba tan tenso que había estado a punto de encender uno de sus cigarros para calmar el cuerpo sin darse cuenta que se encontraba rodeado de agentes de la oficina del Sheriff.

Poco a poco, la calle se iba aglomerando de gente, curiosos y vecinos que querían saber lo que pasaba tanto como ellos. Los nervios iniciales se tornaron en preocupación y ésta se volvió miedo cuando llegó el juez Wells y se introdujo en la vivienda a toda prisa. Troy también llegó, alertado por el mensaje de Jim momentos antes, y con él llegó una preocupadísima Sidney. Fue entonces cuando el Juez Wells salió de la casa negando con la cabeza con un tremendo gesto de preocupación, y tras él salieron el sheriff Bostrom, y seis de sus hombres cargando con tres bolsas negras para cadáveres.

Troy llegó con Sidney a casa de Derek. Iba cargado con una bolsa de viaje y una funda de guitarra. Tenía un ojo morado y el labio partido, además de cara de no haber pasado buena noche. Se sorprendió al ver la cantidad de gente que comenzaba a aglutinarse a las puertas, temiendo que la situación pudiese ser más grave de lo que hubiese querido. Serpenteó entre la gente hasta que vió a Jim junto a Kurt, ambos claramente alterados. No esperaba ver a Kurt allí, pero ni Troy estaba para tonterías ni la situación era la más adecuada para buscarse más problemas.

- Hey, ¿qué ha pasado? -preguntó a Jim en voz baja.

Pero apenas terminó la frase, vió al padre de las Wells salir de la casa. ¿Qué hacía allí el juez? La escena que se presentó entonces ante él le dió todas las respuestas. Por un instante fue incapaz de hacer nada salvo observar cómo sacaban las bolsas negras de la casa.

No podía quedarse más rato en la cama, aunque fuese lo que más le apetecía del mundo en ese momento. Kat se desperezó, se agitó los ojos con los puños y se vistió rápidamente. Se miró al espejo, *Puf menudas ojeras... Parezco un muerto viviente* ese pensamiento le hizo sonreír, irónico, lo que le faltaba a su apariencia de gótica.

Bajó rápida las escaleras para juntarse con su "familia". El rato trascurrió normal, todo lo normal que podía ser su situación claro, hasta que sonó el teléfono. *¿En serio? ¿Ahora?... Será algo gordo...* La cara de su padrastro fue todo un poema, desde luego que era gordo. 

Kat no dijo nada, las gemelas diabólicas no tardaron en abrir la boca para enterarse y chismorrear, así que Kat esperó paciente.

*Dereck... espero que esté bien...* Era una gran compañía para Kat en la biblioteca, tenía ese don para caer bien a todo el mundo, no se merecía que le pasara nada malo, ni a él ni a su familia. *¿Qué habrá pasado?*

¿Los Spencer? ¡Papi! Derek! ¿Está bien, no? preguntó aprisa Mercy. Tan asustada estaba por la mención de aquella familia y por lo mal que pintaba la situación, que a penas se la notó esa forma tan peculiar de hablar que tenía, salvo en su última pregunta.

Se levantó de la mesa, dispuesta a seguir a su padre hasta el coche y más allá si era preciso, hasta que respondiese a su pregunta.

El móvil de Lindsey suena anunciando la llegada de un nuevo mensaje, por defecto centra su atención a ello sin perder el hilo de la conversación. Una vez leído, una sonrisa se dibujó en sus labios y procuró escribir una respuesta rápidamente para no fastidiar a su padre demasiado con esa actitud. 

-¿Los Spencer? Que mal esto... Espero que Dereck esté bien...- dijo en un tono preocupado, la animadora no solía comprometerse demasiado ofreciendo opiniones al respecto pero se mantuvo seria, por lo que ella sabía aquel chico era una buena persona y sería una pena que algo le pasara. 

Ahora posando sus ojos sobre su hermana gemela, intentó espabilarla un poco, más si quería una pareja de baile hoy por la noche. - Escribe a Kurt, Mercy... Al menos averigua si está bien tu futuro "novio". - expresó en un tono sarcástico pero al fin de cuentas, se preocupaba por su ex. El dilema es que ella no le escribiría para que no se tome aquel detalle como una vuelta a lo mismo. No quería saber nada con él en ese sentido. 

Aliviada por su respuesta Lindsey no tarda en escribir. 

Ohh menos mal... Es sobre los Spencer, ha sucedido algo grave pero no se sabe que. Mi padre en breve irá para allí. 

Pues eso, me da tranquilidad saber que estás bien. 

Yo tmb te quiero. 

Como si la presencia de Ryan Wells no fuera bastante para poner a flor de piel los nervios de Jim, la presteza con la que éste entró en la casa de Dereck, como si él también se encontrase alterado, ahogó los pensamientos del chico sumiéndole en una apatía fruto de los nervios. Para su fortuna la aparición de Troy y Sidney aclaró la bruma que cubría su mente y pudo despertar de su penoso estado. Cuando Troy se acercó a hablar con él a Jim le costó un par de segundos darse cuenta de quién le hablaba, pero tan pronto como pudo reaccionar saludó en silencio a los dos jóvenes con un gesto nervioso.

- Pues… no lo sabemos. Pero no nos dejan pasar. – Respondió a los recién llegados en el mismo tono de voz bajo en que habían preguntado. – Lo único que ha dicho el Sheriff es que “es la escena de un crimen”… pero… seguro que, bueno… que no es nada grave, espero.

La poca credibilidad de la que Jim estaba dotando a sus palabras quedó ratificada cuando el juez Wells salió con gesto contrariado y seguido por una procesión de hombres portando las clásicas bolsas negras que en el imaginario popular ya se habían asentado como bolsas para cadáveres. El muchacho trató de decir algo más, trató de encontrar unas palabras optimistas con las que restar tensión a la escena, pero lo único que salió de sus labios fue un sonoro “¡Mierda!”, que sin duda se oyó más de lo debido.

Impotente y casi aterrado, Jim miró a Kurt, temiendo la reacción de éste ante lo sucedido. Sin poder decir nada positivo, dejó caer una mano en el hombro del quarterback esperando que eso contribuyese a que mantuviera la compostura y miró a Troy y Sidney en busca de alguna palabra reconfortante.

Los nervios y la angustia por no saber qué estaba pasando, empujaban los pies de Sidney. Por una parte se sentía un tanto aliviada de saber que Derek no había pasado de ella y que, si no había acudido a la cita que tenían, había sido porque algo había sucedido. Pero era precisamente eso lo que la estaba mortificando, pensar que algo malo le había pasado.

Cuando vio la gente que se agolpaba ante la casa de Derek, entre ellos Jim y Kurt, y que la policía había marcado con cinta la zona, todos sus temores se vieron confirmados. Su cabeza se llenó con imágenes de todo el circo que se montó a raíz de la muerte de Malcolm y, con un nudo oprimiéndole con fuerza el pecho, sintió que su mundo se volvía a derrumbar una vez más.

Sidney no podía creer lo que sus ojos estaban viendo, ni siquiera era capaz a prestar atención a las palabras que se decían a su lado, pendiente como estaba de la puerta de la casa del que debería haber sido su cita para el baile. Sintió que las lágrimas empezaban a querer salir de sus ojos e, incapaz de reaccionar, se sintió como la espectadora de una película de terror. Soltó la bolsa de Troy que había estado cargando para sujetar con fuerza el brazo de su amigo, mientras su otra mano subía hasta su boca para ahogar el grito que a punto estuvo de escaparse de sus labios al ver salir al juez, seguido de policías cargando con tres bolsas.

Horrorizada, Sidney se dio cuenta que aquellas bolsas sólo podían contener los cuerpos de los ocupantes de la casa, pero su cabeza era incapaz de procesar que uno de aquellos cuerpos pudiera ser el de Derek. Se negaba a creer tal cosa, a pesar de que la razón y todo lo que estaba sucediendo a su alrededor le decían lo contrario.

Sentía que se derrumbaba por momentos, volver a pasar por lo mismo con otro ser querido era demasiado para ella e, incapaz de articular palabra, de reaccionar de alguna forma, solamente podía mirar con ojos desorbitados las bolsas negras. Siguió sujetando el brazo de Troy, temiendo que de un momento a otro las fuerzas le fallaran y, con gran esfuerzo por su parte, consiguió apartar la vista de las bolsas para centrarse en los ojos de Troy.

—Dime que no es Derek... por favor Troy... dime que no le ha pasado nada a Derek.

Las palabras de Jim habían caído en saco roto, y no porque no agradeciera el gesto, sino porque en esos momentos era ajeno a todo lo que pasaba. Desde que se había sentado había entrado en una especie de shock; no sentía el frío que congelaba su piel mientras permanecía inmóvil, no notaba el ir y venir de la policía ni escuchaba los comentarios de nadie a su alrededor. 

Cuando Troy apareció junto a Sidney levantó la cabeza y hacia ellos y un brillo pareció encender sus ojos durante un instante, pero hasta eso fue efímero y desapareció al momento. Al girar de nuevo la cabeza el sheriff y sus hombres salía tras el Juez Wells, portando tres bolsas negras que volvieron a devolverle toda la angustia, el nerviosismo y la frustración que acumulaba.

La ira recorrió su cuerpo como un escalofrío a través de la columna, y apenas un segundo después volvía a estar en pié, apartando con un gesto brusco aunque no intencionado la mano de Jim. Siguió con la mirada el paso de Wells hasta ver por donde iba, y sin pensarlo dos veces saió corriendo rodeando el bloqueo hasta él. 

Contando con su velocidad y su fuerza saltó el cordón policial, golpeando a cualquiera que se le interpusiera, hasta alcanzar al juez y detenerle. 

- ¡¿Quién ha sido?! Dígamelo y pagará por esto... - Su voz era dura, fría y su tono agresivo, hasta que miró a los ojos al padre de las chicas y agachó la cabeza -. Lo siento, por favor, ¿qué ha pasado...?