Partida Rol por web

Miro al hombre tendido en el suelo y a la mancha de sangre oscura que va empapando la tierra. Su ataque desesperado me ha obligado a utilizar toda mi fuerza, pero ahora solo me da pena. Con la espada manchada de sangre y los lamentos del viejo clavandose en mis oídos me siento tentado a terminar con su dolor pero no, no soy ningún verdugo.

-Vamonos de aquí, compañeros, y que Dios se apiade de su alma.

El hombre intentaba ponerse en pie para atacaros, pero las pocas fuerzas que aún le quedaban al enloquecido leproso se escapaban de su cuerpo junto con el incesante torrente de sangre. Se estaba quedando aún más pálido y demacrado, y a gran velocidad. Para colmo, cuando Agustí lanzó su espadazo, Gonzalo había lanzado su pedrada, que alcanzó al pobre hombre, dejándolo tirado en el suelo, inconsciente.

Casi era lo mejor que podía pasarle, morir mientras aún se encontraba en un estado de inconsciencia. De todos modos, debido a lo avanzado de su enfermedad, la lepra habría acabado con él de no haberlo hecho vosotros.

Los tres os pusisteis en camino de nuevo, sin hablar en esta ocasión, un poco incómodos con la situación que acababais de vivir.