Partida Rol por web

Despiertas poco después del amanecer, con el cuerpo dolorido por haber pasado la noche en el tejado y en aquella postura. Cuando alzas la cabeza ves el sol a tu derecha, iluminando las casas de toda la ciudad. Parece que hay bastante vida en las calles de Picardie ahora mismo, incluso en la plaza parece que han montado un par de puestos que hacen el apaño de un mercadillo.

Nadie te ha visto, si no, seguramente ya estarías entre rejas, pero incluso alzarse podría llamar la atención de cualquier viandante.

-"Maldita sea mi estampa."- Pensó al despertarse. Aquella carrera a caballo le había cansado mas de lo que quería reconocer y había cometido un error de principiante. Ahora estaba expuesto y en peligro y las opciones de rescatar a Piero se habían visto reducidas drasticamente, pero no iba a abandonar a uno de los suyos aunque aquello le costara la vida.

Se puso en movimiento, arrastró su cuerpo sobre el tejado, lentamente, para buscar una forma de bajar, las calles estaban llenas de vida, y eso dificultaba drásticamente sus posibilidades de éxito, pero aún así iba a intentarlo. Arrastrándose con cuidado decidió buscar una forma de bajar hasta la calle sin que nadie le viera, algo que sería extremadamente dificil y allí alejarse a una calle menos concurrida dónde replantear su estrategia.

Te arrastras sin problemas hasta la parte trasera del edificio, donde empiezas a deslizarte por una columna, llegando a las calles en menos de medio minuto. Retrocedes unos pasos, buscando un callejón seguro, algún lugar en el que despejar la cabeza y prepararte para continuar tu misión.

Sacas un pie por la calle principalmente retrocediendo de nuevo justo a tiempo de evitar a un grupo de rebeldes. Por muy poco. Detrás de ellos, y usándolos de parapeto, cruzas hasta un lugar que parece un buen escondite.

-"Ha ido de muy poco."- Pensó Nero mientras llegaba a una zona segura. Llegados a este punto era consciente de que debía cambiar su plan de actuación así que empezó a callejear en busca de una casa mas vacía, donde poder interrogar a algún rebelde que se quedara sólo y ya de paso conseguir ropas y un sombrero mas parecidos a los de los rebeldes y así poder pasar desaperbicido con mayor facilidad.

En unas cajas cerca de uno de los edificios de la calle principal encuentras una capa y un sombrero. Están usados, con algo de polvo, así que encajarán perfectamente en el ambiente. Los rebeldes no visten ningún tipo de atavío en concreto, con lo que llevas y lo que has conseguido pasarás seguramente desapercibido.

Un hombre entra en una casa cercana. Desde donde estás ves por la ventana como coge una jarra y una copa y se sienta en una mesa, sirviéndose lo que parece ser vino.

La ropa parecía ajustarse a lo que Nero necesitaba, el siguiente paso era recabar información y parecía que una opción se abría ante sus ojos. Camino con sigilo hacia el tipo, con la intención de situarse a su lado: -"Buenas compañero."- Lo apuntó con la pistola, ocultándola bajo la capa para que no se diera cuenta: -"Si se calma todo saldrá bien, se lo garantizo."- Hizo una pausa para que el tipo entendiera la situación: -"La cuestión está de la siguiente manera, yo no tengo nada en contra de su rebelión, es mas la apoyo con fervor y tengo la firme esperanza de que tengan éxito, es mas, yo mismo había sido contratado para eliminar a ese pedante general que asediaba la ciudad pero parece que alguien ha hecho mi trabajo, una pena, pero bien está lo que bien acaba. La cuestión es que un buen amigo mío estaba infiltrado en el ejército y sospecho que quizá, por error, le hayan capturado. Yo sólo quiero coger a mi amigo y marcharme de aquí, si usted me facilita eso le garantizo que puede marcharse de aquí vivo y con unos cuantos gremiales de mas en el bolsillo, que me dice?"- Terminó con una amplia sonrisa.

El joven detiene la copa que se estaba llevando a los labios, depositándola de nuevo en la mesa. Te escucha atentamente y responde, tranquilo.

- Si es cierto lo que decís, efectivamente no tiene por qué salir nada mal, ni tenéis que ocultaros. La ciudad es libre para todos aquellos que no estén en contra de la libertad. Podríais haber venido a mí de frente, aunque lamento, señor, que no podré ayudarle, pues desconozco toda información sobre lo que preguntáis.

Empuja un poco la copa y alcanza otra estirando el brazo.

- ¿Vino?

La reacción le pilló por sorpresa pero fue grata, en verdad aquellos tipos parecían buena gente, pese a todo. Nero se relajó y devolvió disimuladamente la pistola a su funda y sonrió al tipo: -"Aceptaré esa copa de vino, visto lo visto y dado que puede que haya pasado toda la noche haciendo el estúpido... eso o esta es la trampa mas elaborada que he visto en mi vida en cuyo caso serría justo que tuviera éxito."- Bebio el vino y dedicó un asonrisa a su interlocutor:- "Y si vos no sabéis nada al respecto, creeis que podré tener audiencia urgente con aquel que pueda saberlo. La persona desaparecida era un buen amigo y al fin y al cabo arriesgó la vida por vuestra causa"- Añadió esperando una respuesta positiva.

- Por supuesto. - Contesta el joven. Se termina su copa y, tras esperar que te acabes la tuya, te indica que le sigas. Te lleva tranquilamente por la plaza hasta la entrada del palacete que habías estado vigilando durante la noche. Allí hay un par de hombres sentados en las escaleras, con armas a mano.

El chico intercede por tí y los hombres asienten. Luego empieza a subir las escaleras.

- ¿Venís?

Si aquello era una trampa definitivamente estos rebeldes eran unos genios. El joven rebelde había conseguido carle bien, así que intercambió unas palabras amables con el de camino al palacete. Cuando abrió paso ante los guardias y le preguntó si le seguí asintió y se puso a su lado: -"Desde luego todo es mucho mas sencillo cuando se trata con gente civilizada."- Añadió y siguió al rebelde al interior de la construcción.

Entras en un caserón grande y cruzas varios umbrales. A los lados hay habitaciones donde más gente juega, habla o bebe, siempre en un tono amistoso y relajado.

Subes unas escaleras y avanzas por otro pasillo, hasta finalmente llegar a una puerta de buena manufactura. El joven toca en la puerta y se asoma. Varias voces se callan de repente al otro lado. Unos segundos después, un hombre calvo, grande y fuerte, de edad madura, sale al pasillo, cerrando tras de sí.

- Buenos días, Bolt. Éste hombre dice estar buscando a un amigo suyo que estaba infiltrado en el ejército montaignes para ayudarnos. Le he creído y le he traído hasta ti.

El hombre asiente y te mira durante largo rato. Luego sonríe al joven y lo despide con una palmada en el hombro.

- Gracias, Marc. Ya me encargo yo.

Cuando el otro se aleja, el tal Bolt te hace señas para sentarte en un banco cercano.

- Y bien, ¿en qué puedo ayudaros exactamente?

Nero se acercó hasta el tipo calvo, sorprendido por la situación. Tantos años trabajando en las sombras le habían vuelto suspicaz y aquella gente parecía que, fiel a sus ideales, sólo querían vivir libres y tranquilos, lo que el respetaba sobremanera. Clavo sus ojos en el tipo que le habían presentado, intentando escudriñar que tipo de persona era, si estaba tranquila o tensa, así cómo su reacción al encontrarse con Nero frente a frente tras la explicación de aquel amable rebelde que le había conducido hasta allí.

Nero respiró hondo antes de responder: -"Disculpad que no me presente, pues mi nombre es irrelevante ahora y el anonimato es esencial en mi trabajo."- Hizo una pausa y clavó sus ojos en el que le había hablado: -"Hace alguos días alguien me contrató para "libraros" de la pequeña molestia en la que se había que el general montaigne que os sitiaba, sin embargo parece que alguien se ha encargado de hacer el trabajo por mi, lo que, supongo, es una buena noticia para todos."- Nero esbozo una amplia sonrisa: -"Sin embargo, uno de mis aliados, un buen amigo, se había infiltrado entre el ejército para facilitarme información y aún no ha vuelto. Teniendo en cuenta que debería haberlo hecho hace horas estoy preocupado por el y dado que vosotros sois los victoriosos y únicos supervivientes sospecho que quizá pudieráis ayudarme. Estaba infiltrado entre los montaigne cómo "Jean Lafayette", es un hombre bajo, de espaldas estrechas y rasgos finos. Llevaba un bigote fino, pelo castaño a la moda montaigne y los ojos de color marrón claro, casi ambarinos."-

Nero se fijó en la reacción de aquel hombre al que habían llamado Bolt. Clavó sus ojos en los suyos y no perdió detalle de su rostro, intentando escudriñar con sus reacciones ante toda la información que había dejado caer si conocía a su amigo o al menos estaba al tanto de su contratación.

Lo miras fijamente, pero no consigues sacar nada en claro, salvo que él también te está analizando mientras hablas. Cuando terminas se queda unos segundos pensativo. Luego responde con una sonrisa triste.

- ¿Era montaignes originalmente? Si es así, a lo mejor huyó con su magia. Si se hacía pasar por oficial, es posible que esté en los calabozos. Podemos ir allí a mirar, si queréis. Si se hacía pasar por soldado y no tenéis noticias suyas, es posible que haya muerto. Lo siento mucho, señor.

El hombre parece realmente preocupado.

Aquel tipo parecía inescrutable, salvo porque era obvio que estaba haciendo lo mismo con él: -"Se hacía pasar por oficial. No es montaignes así que quizá haya suerte y esté en los calabozos."- Dijo poniendo una media sonrisa, visiblemente preocupado pero agradecido por lo colaborativos que estaban siendo... tanto que no podía evitar seguir teniendo esa sensación de ir directo hacia una trampa... aunque aquello no le importara, lo mantenía alerta: -"Os sigo, sinceramente estoy sorprendido por tanta amabilidad y que estén siendo tan colaborativos... es un tanto atípico, al fin y al cabo soy un desconocido."- Dijo mientras se disponía a seguir a Bolt.

Mientras Bolt te guía fuera de la mansión, responde a tu comentario. Por el camino va saludando a quien se encuentra.

- Estuvimos mucho tiempo asediados. Estamos cansados del estado de alerta y después de la victoria contra el ejército, estaremos un tiempo tranquilos. Quiero disfrutar de ese tiempo. Además, no has venido amenazando. Has sido cordial y pareces sincero.

Finalmente llegáis a una casa fortificada de piedra. Hay varios rebeldes armados alrededor. Bolt te mira y dice.

- Lo siento, pero aquí tendrás que dejar las armas para entrar. No es que desconfíe, pero mejor prevenir que curar.

Nero se detuvo en la puerta: -"Sabe? llevo algunos años dedicándome a esto, y algunas veces por habiliad y otras muchsa por fortuna he conseguido mantenerme vivo durante mucho tiempo, contra todo pronóstico. Sin embargo en todas esas ocasiones he hecho caso a mi instinto y en todas y cada una de ellas he tenido un arma para defenderme."- Hizo una pausa: -"Mi sentido de la supervivencia me dice que no debo soltar mis armas, que estoy cayendo directo en una trampa y que una vez que entre ahí, seré uno mas en los calabozos. Sin embargo mi amigo me importa lo suficiente cómo no hacer caso a mi instinto esta vez y usted ha sido bueno y amable conmigo."- Volvió a hacer una pausa, esta vez para fijar sus ojos en los de bolt: -"Supongo que mi palabra de que no se iniciarán hostilidades por mi parte no será suficiente para convenceros así que..." - Continuó mientras se quitaba el cinturón con las armas y los arneses con las dos pistolas: -"Os pido vuestra palabra de que podré salir de aquí cuando quiera por mi propio pie y recuperar intactas mis armas. Confío en usted, somos hombres de acción y mentir no es propio de nosotros."- Añadió con una sonrisa.