Partida Rol por web

Citronio miraba como las criaturas torturaban a Von Sombrero y sus sentimientos iban entre la satisfacción por el merecido castigo y el terror por si podría pasarle a él en el futuro. 

Pues iban a llenarse de ácido los ojos —pensó. 

Pero la Señora le había hablado y él no iba a dejarla sin responder. 

—Mi señora. Es verdad que Von Sombrero contrató ayuda profesional para que, después de la fiesta y liquidar a algunos esbirros menores de su Oscura Majestad, acabáramos pronto el trabajo. Pero esa ayuda sale muy cara y pronto le llegará la factura, porque Von Sombrero no tiene un real, a diferencia de mí, que vendo zumo de limón de mi limonero como limonada y he conseguido todo este parné... —Citronio entregó una hucha de cerdito a su ama— creo que hay cuarenta y siete pesetas o así, que servirán para pagar la seguridad socia de ese tunante. 

—¿La misión? Ah, sí, estábamos dispuestos a seguir con el asunto. Y ya éramos cuatro. Nos guiaba el Sicópata sin pantalones y planeamos una emboscada a los camiones de los puntos esos. 

—¡Pero cuando estábamos ya preparados, cuando derribamos un árbol en el camino para que se pararan (y le dimos una patada a una niña que pasaba por un río cercano en un catamarán gritándonos que "cómo nos atrevíamos") —citronio respiró, que a veces se le olvidaba— derribamos el árbol, paramos a los camiones y nos lanzamos al ataque... apareció... ¡El pulpo amoroso! 

La cara de Citronio era de terror —Los malvados cuervos enemigos de su Negra Majestad tenían protecciones para sus puntos y lo primero que encontramos era un malvado ser salido de la zona +18 umbriana, un pulpo curtido en mil partidas de esas con tentáculos... —el limón lloraba lágrimas ácidas. 

Luchamos, luchamos contra ese ser, que buscaba hacernos cosas innombrables, salvo que la partida fuera +18, claro, cosas innombrables, pero aún así, casi le vencimos, si no fuera porque... porque....

Von Sombrero no se esperaba aquello de su ama. Estaba convencido de que lo quería a pesar de todo. Pero después de lo que le hizo entendió que su Malignidad Oscura era el mal encarnado. Como no podía ser de otra manera, claro esta. Su admiración por ella aumentó más si cabe.

Estaba tan lleno de gozo, y de dolor, que apenas pudo escuchar al limón ofrecer su explicación. Aunque lo del pulpo innombrable le trajo recuerdos, recuerdos muy sudorosos, que le volvieron a traer al asunto importante que tenían entre manos.

Sí, sí. Casi le vencimos. Pero no pudo ser finalmente porque justo cuando estabamos a punto de rematarlo, Citronio dijo que le entró hambre y nos dejó para ir a buscar algo de comer. Además al parecer le apetecían churros. Debió pensar que le ofrecerían mejores conversaciones que las nuestras. No sé por qué.

- ¡Un pulpo amoroso! - Eso era peor que un kraken, la verdad, porque eran pegajosos a más no poder y tenían unos tentáculos que bueno, vuestra Señora iba a ahorrarse pensar en hentai. Estos umbrianos siempre estaban con sus mismas cosas a vueltas, tanto que incluso escondían pulpos dentro de árboles. 

A vuestra ama le pareció normal que lucharais contra aquella criatura del averno, pues sino la cosa hubiera acabado llena de corazóncitos y alguna que otra cosa más, pero claro, cuando Von Sombrero habló y dijo aquello de que Citronio no acabó el combate por irse a comer unos churros...

- ¡Espero que tengas una buena explicación para haber dejado aquel combate a medias! 

Ni qué decir tenía que sino el que se iba a quedar a medias era él, es decir, sin alguno de sus ácidos miembros. 

Citronio miro a Von Sombrero con odio alimonado. ¿Cómo se atrevía?

—¡Pero qué dices de puesto de churros! —ahora miró a su dueña y señora— No ocurrió nada de eso. Es decir, sí. Es decir no. Dejadme que lo aclare. Todo fue un sueño de Vonsombrerines.

Citronio carraspeó —El caso es que nos encontrábamos en plena lucha contra el pulpo amoroso, en defensa de nuestra dignidad, cuando de pronto de los camiones aparecieron más pulpos. Muchos más. Algunos casi tan grandes y unos más pequeños. Von Sombrero, que estaba borracho, pedo, cocido, ebrio y demás de la fiesta, y que además llevaba horas diciendo de ir a terminar el jolgorio con unos churros, los señaló y dijo. ¡Los churros, los churros! Pero no hizo nada más.

Respiró y se compuso. 

—Y yo, que luchando contra el pulpo ya había gastado la munición de mi ametralladora y arrojado todos mis cuchillos envenenados y las bombas ácidas, tuve que ir a por ellos. ¡No podía dejar que nos arruinaran el plan! Y mi único arma eran mis dientes, y así les mordí y les mordí, arrancando los tentáculos, mientras Von Sombrero por el suelo se rebozaba y decía "Yo también quiero churros del puesto, no te los comas todos". 

A vuestra Señora no le convenció demasiado eso de que lo que Von sombrero había dicho no había sido así porque estaba borracho. En realidad, sonaba a excusa pobre para lavarse las manos por haber desaparecido, ya fuera a por churros o a por cualquier otra cosa, así que la señora tomó cartas en el asunto. 

Alzó una mano y de repente volvieron a salir aquellos "cirujanos de antes" sólo que esta vez traían, uno, un pelador eléctrico, mientras que el otro traía una cuchara de postre. 

- ¡Jijiji! - Eso fue lo único que hicieron los critters antes de comenzar su trabajo. 

Tras pelar un poco alguna zona del limón sin anestesia ni nada, el otro esbirro de su Señora comenzó a sacar cucharas de limón de su cuerpo mientras leía una receta de repostería, o a saber, porque ninguno de vosotros hablaba su idioma. En cuanto tuvo la cantidad que indicaba su libro le dijo algo al otro y desaparecieron. 

- Espero que esto te enseñe a hablarme sin chorradas. - Ni se había despeinado dándole una lección al esbirro. 

Los ojos de vuestra ama se posaron esta vez en Delcojón, que había estado callado demasiado tiempo y no sabía si era porque estaba demasiado acojonado o porque intentaba pasar desapercibido en un lugar en el que había tan sólo cuatro personas, bueno, una persona y tres esbirros. 

- Delcojón, ¿vescistéis a los pulpos amorosos?

Delcojón escupió al suelo lleno de disgusto ante aquel relato infame que estaban teniendo que escuchar sus cerúleas orejas.-¡Oh, puaj!

Su cabeza revoloteaba de un lado a otro en una suerte de exagerada negación-¡Mi señora! ¿Que sarta de excusas son esas?

Su rostro dibujaba una expresión que alcanzaba a demostrar lo indignado que estaba por como aquellos dos infelices estaban excusándose continuamente ante su tan erótica como malvada ama ( Y eso era decir muchísimo, vaya)

-¡Por supuesto que vuestro fiel Delcojón venció a los pútridos pulpos, ya lo creo que sí!- de su bota extrajo una navaja de albacete de un palmo de largo y empezó a sajar y a apuñalar tentáculos imaginarios para tratar de demostrar a su señora cómo había transcurrido el enfrentamiento.

-Vuestro fiel conoce el punto débil de los pulpos, mi señora, ya lo creo que sí... puesto que para saciar sus más bajos instintos cada vez que ve una partida +18 me creo un usuario nuevo y accedo a ellas, para que mis repulsivas fantasías no puedan salpicar a su hermosa malignidad... ¡No señora!- por un momento se relamió recordando la última partida +18 a la que asistió en la que era abandonado en  una isla desierta llena de amazonas en las que el objetivo era fornicárselas a todas, pero siendo todo muy manga.

-¡Pero lo importante de aquí no es tanto el combate que nos vimos obligados a mantener sinó el motivo del mismo!-exclamó indignado.

-Aquestos dos hideputas dicen que los pulpos amorosos eran los escoltas del camión. ¡Mentira! No se enteran de la misa la mitad...Usted sabe que los cuervos no los utilizan... son siempre los jugadores...

-¡Jugadores como Manolo el Huevo!-gritó señalando acusatoriamente  a sus compañeros.

-¿Recuerda la patata de la que le hablé al principio, mi malignidad? ¿La que matamos sin ser realmente necesario movidos por las intrigas de mis dos inútiles compañeros...? ¡Pues como era de esperar, la patata tenía un amante! ¿Y qué amante va a tener una patata? ¡Pues un huevo, por supuesto! ¡Fué Manolo el Huevo el que, buscando venganza por su amada nos azuzó los pulpos pervertidos, mi señora!

Se agarró el pecho, llorando de frustración-Vuestro fiel Delcojón acabó con los Pulpos, sí... pero el camión aprovechó el momento para seguir su camino...- Se dejó caer de rodillas.

Menuda cara tenía el Delcojón, aparte de fea dura. Pues no estaba dandosela de valiente y de único que estaba por la misión. Cuando no hacía más que irse de farra y juegos. Von Sombrero no pudo evitar saltar ante tamaña infamia.

Protesto. Digooo. No es verdad. Su malignificencia, no os creáis nada de lo que diga ese tipo enano y feo. No está siendo fiel a la verdad. Eso no sucedió así.

Von Sombrero se agitó tanto que casi se le cae su exquisito sombrero de copa.

Mientras el limón se iba a por churros, y yo me debatía a capa y espada con los pulpos y demases, Delcojón se marchó a unas recreativas que había cerca. Al parecer aparte de fiestero es ludopata. Lo tiene todo.

Lo primero que le pasó a vuestra Señora por la cabeza con lo de la patata y el huevo fue algo como esto: 

Pero es que este plato era un verdadero manjar y bueno, a ella la verdad es que no le importaba que el huevo o la patata primero gritaran un poco. Todo fuera dicho. 

- A ver que yo me aclare. Un huevo mandó a los pulpos a pelear con vosotros. 

- Estos esbirros me están empezando a dar hambre. 

Tardó un poco, pero vuestra Señora volvió a centrarse en vosotros. 

- ¿Y qué es eso de que en vez de acabar con los pulpos te fuiste a las recreativas?

-¡Así es, mi maligna señora! ¡El amante de la Patata que estuvo desposada con el tal Citronio, por despecho...!

Le costó un par de intentos el armar aquella frase debido a la complejidad del asunto, pero utilizar sus dedos como cuentas el ayudó.

-Y ese sucio huevo, en cuanto vio que vuestro valeroso Delcojón hacía trizas a los pulpos, ¡surgió de las sombras para tratar de llevar a cabo su venganza por sus propias manos!-Simuló que estrangulaba a alguien, acompañándo el movimiento con una sádica expresión

-Y resultó ser un formidable oponente... El tipod el sombrero y el tal Citronio se liaron a puñetazos con él, pero nada lograban hacerle porque aquel era un ¡Huevo...Duro! Incluso juraría que escuché los huesos de sus manos romperse al chocar contra el duro caparazón...- se hizo "toc toc" en la cabeza.

-Pero vuestro fiel Delcon es más astuto de lo que aparenta, sí, mi tesoro... Como ha dichob el tipo del sombrero resultó que había unas recreativas cerca, a la entrada de las cuales había una máquina de esas de darle con un gran martillo a una base y.... "¡Ting!"-teatralizó el movimiento de golpear con el pesado martillo.

-Así que fue corriendo, agarré el martillo y ¡Zas! el huevo duro se convirtió en ¡Tortilla!-estalló en sádicas carcajadas.

-Gracias a mí volvíamos a tener posiblidades de conseguir los puntos de carisma, sólamente teníamos que dar alcance al camión y deshacernos de los conductores, pero no se muy bien por que el tipo del sombrero no estuvo deacuerdo...-Se encogió de hombros

Delcojón apenas había dicho una frase y vuestra Señora se había perdido con tanto parentesco familiar, que viene a ser como cuando tu abuela te dice que tienes que conocer a alguien del pueblo y te hace su árbol genealógico en un momento para que al final le tengas que decir que no sabes quién es toda esa gente. 

El esbirro en cuestión era bastante gráfico describiendo las cosas y pudo imaginarse aquella pelea sin problemas, lo que, definitivamente, no dejaba en demasiado buen lugar a sus esbirros, aunque bueno, mejor no pensaba en el lugar que debía corresponderles ahora o los mezclaría con una tortilla ella misma. 

- Del Sombrero - Algo había dicho mal en el nombre, pero a vuestra ama eso no es que le importara demasiado aquello - ¿Con qué no estabas de acuerdo exactamente? 

Von Sombrero estaba mirando con odio fulminante al limón, cuando le pareció que Delcojón también atentaba contra su fidelidad a la Oscuridísima Majestad. Por lo que empezó a mirar con un ojo a cada uno enviando muerte infinita a través de ellos. Pero claro, eso sólo le funcionaba a su Excelencia Oscura.
Así que cuando su ama le preguntó no pudo hacer otra cosa que tirarse al suelo y suplicar por su vida. Aunque claro, suplicar clemencia contra la señora oscura es como un conejo en medio de la carretera, por la noche, tratando de desviar los faros que se le acercan a toda velocidad con su mirada esponjosa.

Su vuecencia. No es que no estuviese de acuerdo, que no lo estaba, pero es que no paraban de desviarse de la misión. Yo tenía a aquellos tipos tan listos y peligrosos y no hacian más que despreciarlos. Le juro que no fue culpa mía. De verdad de la buena. No fui yo.

¿Estaba lloriqueando diciendo que no era él? 

Por unos instantes vuestra señora se quedó confusa, pues sin duda no hubiera esperado nunca aquella patética reacción de ninguno de sus esbirros. Sí, definitivamente como no se lo había esperado se había quedado así, un poco petrificada. 

Cuando al fin se movió, chascó dos de sus dedos y volvieron a aparecer aquellos pequeños seres que tanto os habían gustado momentos antes. En esta ocasión, primero cogieron un bote de pintura rojo y dibujaron una diana sobre el cuerpo de Von Sombrero. Luego dijeron algo, que por el gesto de sus dedidos, debía ser un "nos ha quedado cojonudo". 

Momentos después estaban lanzando púas a su cuerpo, que eran muy dolorosas y un pelín paralizantes. Para cuando terminaron con él, Von Sombrero podía llamarse Von Alfiletero. 

- Citronio. Quiero una explicación de una vez y sin ningún pataleo. 

Citronio había sido parcialmente exprimido por los pequeños esbirros de la Señora Oscura. 

Ya, ya os llegará el turno. Pensó. Exprimirían mal a alguien y serían destruidos. El plan de pensiones del convenio de empleados de la señora oscura no contemplaba que nadie llegar a cobrarlo. 

Resultaba que ahora tenían que explicar por qué no habían conseguido los frikipuntos. ¡Pero si le habían dicho que el camión había escapado! Delcojón se había ido a por unas recreativas pasando de todo, a tomar el martillo y dar en los huevos a alguien y Von Sombrero había estado con los pulpos...

—¿Una explicación mi señora? —dijo Citronio mientras en su cabeza buscaba que limones decir. —¡Ahora mismo os la doy, pero antes, un número musical!

El limón se puso un sombrerito y empezó a cantar mientras bailaba. 

Supercalifragilisticoespialidoso,
aunque suene extravagante, ¡raro y espantoso!
Si lo dice con soltura sonará harmonioso,
supercalifragilisticoespialidoso.
Dan dilidili dan diliday, dan dilidili dan diliday.
Dan dilidili dan diliday, dan dilidili dan diliday.

El mundo ha recorrido él y donde fue una vez
su extraña frase les soltó y supo convencer.
Un duque y un majarajá a quienes suelo ver,
ayer mi frase al escuchar, me honraron con un té.

Supercalifragilisticoespialidoso,
aunque suene extravagante, ¡raro y espantoso!
Si lo dice con soltura sonará harmonioso,
supercalifragilisticoespialidoso.
Dan dilidili dan diliday, dan dilidili dan diliday.
Dan dilidili dan diliday, dan dilidili dan diliday.

Terminó e hizo una reverencia, saludando con el sombrero. 

—Y por esto, nada de lo ocurrido es culpa mía, su limonada. 

Delcojón no pudo evitar poner la misma expresión que salía en su pasaporte umbriano y que fué resultado de la sorpresa ante el flash de la cámara, puesto que jamás había contemplado tecnología.

"Es brujería" había gritado al momento de ser flasheado...

Pues eso, que al poner su cara de mayor sorpresa ante el inesperado baile del fruto alimonado volvió a su indiganción habitual desde que había comenzado el juicio por sus vidas y tras patalear varias veces clamó al cielo

-¡Mi señora! ¡Ya está otra vez! Cuando se ve acorralado y sin salida el limón traicionero se sale por la tangente tratando de pasar inadvertido... ¡Tratando de ser invisible, vaya! ¡No caigáis en sus tretas mi amada señora!-

Y aprovechó la tesitura para lanzarse al suelo a besar los pies de la más hermosa de todo el averno.

Von Sombrero gritó de dolor mientras le clavaban las agujas para complacer así a su señora. Y porque le dolía horrores obviamente. Por lo que cuando terminó el sufrimiento y estaba recuperandose, más o menos, escuchó lo que decía (o peor aún cantaba) el limón.

Protesto. Digooo. Mentira podrida su Maligjestad. Como siempre el limón ese está escabullendose de la verdad. Nos dejó a nosotros tirado, sabe pasar inadvertido e invisible el muy cítrico, y se marchó de nuevo. Esta vez decía algo de hacerse unos tatuajes.

Aquella canción dejó a vuestra ama patidifusa. No entendía demasiado bien por qué el limón estaba cantando y la verdad es que no sabía si echarse a reír a carcajadas o convertir al limón en una piedra. 

- ¿Se ha puesto a cantar? - Definitivamente aquello no se lo esperaba. 

Claro que Delcojón interrumpió aquellos pensamientos de vuestra ama diciendo aquello de que quería hacerse el invisible y Von Sombrero lo de ir a hacerse unos tatuajes. 

- ¿En serio un limón quiere hacerse tatuajes? 

Después de que cancioncilla la cosa no estaba demasiado bien y se podía ver en la cara de la Señora Oscura. Miró al cítrico como si no fuera a aguantar muchas chorradas más. 

- ¿Qué es eso de que te largaste a hacerte un tatuaje? - El jodido limón estaba acabando con la paciencia de vuestra reina y eso no era bueno, nada bueno. 

A Citronio se le comió la lengua el gato, eso, o es que se había quedado tan asustado con lo que había visto que no dijo ni una triste palabra. 

Claramente, eso a vuestra Señora no le sentó nada bien y pronto aparecieron sus dos ayudantes dentudos para echarla una mano con un nuevo castigo. 

- ¡Venga, venga, que no tengo todo el día! - Vuestra ama animaba a sus malvadas criaturas a castigar al limón. 

Esta vez, en vez de sacarle trocitos para repostería, decidieron jugar a otra cosa y de la nada apareció una catapulta del tamaño exacto para lanzar a un limón parlanchín contra una pared y así, comenzaron a lanzarlo una y otra vez, hasta que toda la sala olía como si lo hubieran limpiado con un producto de esos que huelen a limón que matan. 

Ahora Citronio era un limón reventado y sin algunos cachos. 

- Esto para que otra vez no me respondas, esbirro. 

Vuestra ama se quedó un momento mirándoos, como queriendo averiguar quién podía darle información más útil, y se decidió por Delcojón, quien había seguido atentamente el castigo de su compañero. 

- Bueno, explícame lo del tatuaje de este... y qué es lo que hicisteis después, anda.