Partida Rol por web

Los dos salís de vuestras respectivas casas. Justo cuando Marquand, que vive mas cerca, está a punto de atravesar la puerta del taller (que está abierta igual que las de todas las casas que veis en vuestro camino) se detiene al ver a Laurille correr hacia el taller. Marquand lleva un rastrillo.

¡¡Marquand!! ¡¡Santo Dios!! ¿Sabes qué es lo que ocurre? ¿Dónde está todo el mundo? -le digo a grito pelado cuando le veo aparecer mientras aún llevo la pala para ir quitando la nieve cuando ésta me impide andar correctamente.
He oído ruido en el taller de Louis, vamos a ver si él sabe algo. -y me cuelo por la puerta entreabierta de la herrería.

¡¡¡Laurielle!!!¡Dios bendito! Pensé que tu tambien habrias desaparecido como el resto. No se que esta pasando pero...¡Laurielle espera!

Al verla entrar por la puerta Maquand sale corriendo detras de ella. Si el ruido provenia de la herreria, algo debia haber dentro...
 

Cuando prosigues tu marcha y llegas al centro del pueblo (el cruce de los 4 caminos que conectan las tierras, la abadía y hacia un único camino que acaba en Carcassone. Allí escuchas un escándalo y gritos, vienen de la casa-taller de Louis, la puerta esta abierta, al igual que lo estaba la de tu casa y la de todas las del pueblo.

Por los ruidos y gritos parece que han visto al mismisimo demonio.

Cuando entró en el pueblo Hugon respiró tranquilo. Se sentía más seguro que en las afueras, la idea de estar sólo ante los perros salvajes no le agradaba en demasía. Caminaba dirigíendose hacia la plaza principal, hacia el cruce de los caminos y la abadía. Es extraño... ¿por qué hay tanto silencio hoy? Todo el pueblo se encontraba sumido en un profundo silencio, parecía como si todo estuviese... muerto. Dios Santo... Hugon apretó el paso otra vez, definitivamente aquel no era su día. Lo único que quería era llegar de una maldita vez a la dichosa abadía y ponerse a resguardo en un lugar santo. Jesús bendito... ¿qué está pasando?

Pero al poco tiempo de aquello, el silenció sé vió roto por un vocerío proveniente de la casa de Louis, el herrero. Según Hugon se iba acercando, se dió cuenta de que esos gritos y ruidos no eran normales, como nada en toda aquella mañana. El sudor frío volvió a su frente mientra la azada volvía a ser agarrada con fuerza. ¿Se puede saber qué ocurre hoy...?El miedo hacía que le temblasen las piernas, pero entonces le pareció escuchar una llamada de auxilio entre tanto ruido anodino. Dios Todopoderoso... líbranos del Mal... Amén.

Con paso no muy decidido, Hugon se encaminó a la casa de Louis, santiguándose por triplicado a cada grito.

Al salir encontraís el mismo panorama en toda la aldea. Las puertas abiertas con marcas de botas en las puertas, desde fuera se ve que dentro las mesas y sillas estan tiradas por el suelo, los animales muertos... Tan rapido como podeís pero cautelosamente por el miedo, avanzaís hacia la abadía. No aparecen más hombres en el estado de Pierre.

Todo esta en silencio, no hay pájaros en el cielo y sopla un viento frío que amenaza con lluvía, que, dada la época, traera la nieve. Cuando llegaís al camino de la abadía os deteneís en seco. El cuerpo de un monje os espera en el suelo, boca abajo, cubierto totalmente por sus hábitos marrones. La nieve de su alrededor se ha teñido de rojo.

¡Oh dios mio!-Corro hacia él sin soltar la espada-Creo que esta muerto.

Me detengo junto al cadaver y me inclino sobre él intentando ver si sigue respirando o esta muerto. Si veo que no responde le intento dar la vuelta.

Cuando marquand se acerca comprueba rápidamente que no respira y desde luego, no sigue vivo. Al darle la vuelta todos sentís el miedo recorrer vuestras venas. La expresión del monje, mas bien novicio (no tendría mas de 15 años) es de completo horror, su cara está totalmente blanca por la falta de sangre y tiene varios arañazos en las mejillas y la barbilla que le han arrancado trozos de carne que cuelgan goteando la poca sangre que queda en el cuerpo. Los hábitos estan totalmente magullados, rotos y sangrados. El pecho del pobre novicio está abierto por la mitad y algunas costillas sobresalen atravesando la piel, podeís ver sus organos que se desparraman por el suelo al darle la vuelta al cuepro.

Sus brazos están fuertemente cruzados y agarrando un libro, el rigor mortis ha permitido que no callera al suelo.

Viendo una escena tan obscena Marquand no puede evitar sentir nauseas, cae hacia atras de culo, se gira y vomita el poco contenido de su estomago sobre la tierra.

Viendo venir la horrible escena y, habiendo tenido ya bastante con ver a mi querido Pierre en ese estado, en cuanto Marquand sale corriendo hacia el cuerpo del cura que nos encontramos en medio del camino me doy prisa en colocar ambos brazos sobre mi cara tapándome los ojos.
No quiero verlo, no quiero verlo, esto no está pasando, no está pasando... pienso repitiéndome la misma frase una y otra vez a causa del terror que invade cada milímetro de mi piel y mi cuerpo.

Agudizo los oídos por si Marquand avisa de que el cura sigue vivo pero lo único que oigo son gritos ahogados y a alguien vomitando, así que me mantengo como estoy y pido por favor al Cielo que le den la vuelta al cadáver o lo que sea eso.

- ¡No quiero verlo, por Dios! ¡Santo Cielo, por favor tapadle con algo! -grito a mis vecinos esperando confirmación de que lo han hecho para destaparme los ojos de nuevo.

El cadáver del joven novicio yacía boca arriba en el camino de tierra, con las tripas fuera del cuerpo y la sangre empapando la arena. Pobe niño... Hugon caminó esquivando a Marquand, que vomitaba en la cuneta. Santiguándose, se agachó al lado del adolescente, sobre el que repitió la marca de Dios. Descansa en paz.

Con cuidado, volvió a dar la vuelta al cadáver del novicio y lo arrastró hasta la vereda del camino, dejando un rastro de roja sangre en la tierra. Desplazó el cuerpo un poco más, hasta pegarlo a la tapia  de piedra que separaba la finca adyacente a la carretera de ésta. Por último, usando la azada, derribo la parte alta del murete sobre el cuerpo sin vida, dejándolo casi cubierto. Así no sufrirá tu cuerpo la rapiña de las alimañas.

Hugon se volvió al grupo de vecinos, que ponían caras extrañas. Se preguntaran porqué ni me he inmutado... Sonriendo con pena, les habló: Sois jóvenes. No llegasteis a vivir el yugo de la nobleza ni la guerra con los aragoneses. Que sólo haya un cuerpo mutilado en las calles del pueblo era raro entonces. Hugon carraspeó y volvió a ponerse en marcha. Un cadáver es un cadáver... lo que me asusta es que no haya ninguno más... eso es lo diabólico en todo esto.

Con el ímpetu de Hugon, el libro que el muerto había agarrado con tanta fuerza se desliza del cuerpo manchándose las portadas de cuero de sangre y calléndo a la nieve.

Tienes razon Hugon, es solo que...despues de todo lo que esta ocurriendo...-dijo limpiandose la boca con la manga de la camisa que llevaba-Cuando la guerra yo apenas era un crio, no recuerdo nada. Pero ahora no estamos en guerra y no se por que esta ocurriendo esto. Lo mejor será que nos demos prisa y encontremos al abad lo antes posible.

Hugon se fijó en el libro que se había quedado en el suelo del camino. Oye, ¿por qué lo agarraría tan fuerte? Hugon se acercó al libro, pero al tomarlo se encogío de hombros. No entiendo nada de lo que pone. Sólo distingo una cruz entre el laberinto de letras. Echó un vistazo a sus compañeros y se lo entregó a Louis. Ten herrero, seguro que tu sabes leer esto.

Pero mientras, sigamos nuestro camino a la abadía.

Eso, Louis intenta ver que dice, si no se lo podremos entregar al abad, el es un hombre que sabe mucho y nos lo podra decir, al fin y al cabo será un libro de la abadia, ¿no?-Dijo mientras empezaba a caminar hacia las puertas.

Aparté el brazo y la mano que me tapaban la visión y abrí los ojos tras oír los últimos comentarios de mis vecinos. Estaban más alejados que yo y ya no veía el cadáver en medio del camino pero sí un reguero de sangre que no quise seguir. Guerras y más guerras... yo no podría acostumbrarme a ver cuerpos por las calles... pienso triste ante las palabras del viejo Hugon. Ha vivido más que nosotros y se nota.

Me acerco cuidadosamente a donde ahora los 3 hombres hablan conintención de seguir caminando hacia la Abadía y observo de reojo el libro que Hugon sostenía en las manos sin entender lo que ponía en la tapa, pero sin duda alguna, parecía un libro de cuero de muy buena calidad y de eso al menos si sabía un rato.
- No perdamos tiempo, no me siento segura aquí a la intemperie y empiezo a notar el frío que me cala los huesos. -digo siguiendo al grupo que ha empezado a andar de nuevo tras el percance.