¿Pero cómo pudo suceder esto? – Pregunta el médico en jefe de la institución – Además el señor Renford continúa bajo mi cuidado y responsabilidad hasta que él firme el alta sanitaria; si es que usted desea eso ¿Verdad William? – inquiere el médico al finalizar su perorata con una pregunta al reportero.

Entonces William mira a los ojos a James y responde – Esta bien. Firmare ese papel y nos iremos al “hospital” – luego devuelve la atención a Norman y responde – Rápido, traiga el alta que necesito ir pronto a curar mi pierna. –

En respuesta a eso el médico desaparece dentro de la oficina contigua a la recepción. Desde luego su rostro refleja un disgusto imposible de ocultar.

En ese instante el Verdugo del Otro Mundo entra en escena al descender las escaleras y salir al pasillo. Aparte del terror que provoca su presencia, nadie más parece notarlo aparte de James y William.

Oh no, otra vez no…- se lamenta Renford, nuevamente asustado por el monstruo.

El avejentado y regordete oficial pueblerino casi se ahoga con saliva al despertar y golpear su codo con el volante de la patrulla.

¿Ehhh…queee? – pregunta el hombre al bajar el vidrio de la ventanilla -¿No sabe que perturbar el descanso de un agente es un delito menor? - responde el hombre que sin lugar a dudas no oye del todo bien a Harry.

Entonces Max sale de la patrulla con gran dificultad y espera alguna respuesta del hombre barbudo.

Los libros parecían de difícil lectura para James. No tenían nada que ver con algunos pastiches ocultistas que se había encontrado durante sus años de investigación. Y los legajos presentaban todo tipo de información, repletos de fechas, anotaciones, extraños dibujos...James se frotó los ojos como para prepararse para lo que le venía encima y comenzó a leer.

En un descanso de su lectura, si se le podía llamar así, revisó su agenda de contactos intentando encontrar algún contacto que le pudiese ayudar a llegar hasta la United Mine Workers of America, para ver si podría ampliar la información de qué disponía. Entre los múltiples negocios en los que estaba metido su familia, la industria siderúrgica era una de ellas, muy dependiente del carbón. Así que comenzó a tirar a partir de ahí. Un buen amigo de su padre que quizá le debiese algún que otro favor, podría tener algún contacto que quizá le pudiese proporcionar ese tipo de información. Era todo lo que tenía, así que descolgó el teléfono para probar suerte.

James no se lo pensó dos veces. Una vez que el médico desapareció, salió a la calle empujando la silla de ruedas e intentó despistar a sus posibles perseguidores metiéndose lo antes posible por un par de calles a izquierda y derecha. En su escapada, le quitó el cinturón de la bata a Rendford y lo tiró hacia un lado, como queriendo mostrar que se había ido en otra dirección y que en su escapada, se le había caido aquella prenda.

Eso no conseguiría despistar al cabeza de pirámide, pero quizá sí al personal del hospital que si bien, no le preocupaba tanto, podría complicar las cosas ayudando a su perseguidor real sin pretenderlo. De cuando en cuando, miraba para atrás por ver si alguien...o algo, les perseguía.
 

Un ex ministro de Desarrollo y Comercio fue quien resolvió la inquietud de James. Alguien que aun le debe dinero a la familia Bartlevy por sus vicios en el casino, pero que sus muchos años en el cargo finalmente sirvieron para el empresario.

La firma extranjera Gillespie Iron & Coal se establece en Devils Pit, un barranco de gran envergadura situado cerca del lago Toluca y el poblado Silent Hill. La empresa minera comenzó a operar allí en 1816, hasta su bancarrota y posterior cierre en 1911.

Devils Pit es una formación bastante antigua, con sedimentos de aproximadamente 200 millones de años de antigüedad y gran riqueza comercial. Varias cascadas, grutas y yacimientos arqueológicos se presentan en sus 32 kilómetros de territorio.

Hasta su cierre Gillespie Iron & Coal fue una empresa que únicamente funcionó en ese sitio, sin otros proyectos fuera del lago Toluca y con empleados mayoritariamente asiáticos. La mano de obra extranjera permitió enriquecer sus arcas durante los cien años de existencia, siendo los beneficiarios tan solo tres personas de apellido Gillespie, Martinson y Bartlestein.

La otra búsqueda no requiere de llamados telefónicos ni contactos influyentes. En esta ocasión James dio uso a su apolillada biblioteca familiar, compuesta de más de tres mil libros de todas las índoles, que durante décadas solo acumulaba polvo.

Tras consultar una veintena de títulos de historia nativa y mitología indígena, James logró obtener alguna que otra baza en su búsqueda del “enemigo que todo lo ve”.

La orden posee origen Europeo, aunque su nacimiento se encuentra –tal vez- aun más lejos, hacia el medio oriente; pero el culto que se ha topado con James y sus amigos en esta ocasión es uno que se halla impregnado de misticismo autóctono.

Es el caso de una tribu minoritaria de la confederación de tribus amerindias conocida como los Abenaki, o como en su lengua significa “los que viven a la salida del sol”.

Particularmente el grupo minoritario Cthunaki, desaparecido durante el primer siglo de ocupación del lago Toluca, es el único que adquiere referencias a una deidad conocida como Xuchilbara o “El sirviente de Dios”. Las pocas referencias que sobreviven al día de la fecha hablan de Xucilbara como el portador del “Silencio menguante”, que según los especialistas se traduce al alba y anochecer con sus respectivos cambios climáticos, como por ejemplo la niebla matinal y el silencio intermedio.

Por increíble que parezca, el Kabbalah detalla un ángel con gran similitud llamado Valtiel, conocido como “El más cercano a Dios” y encargado de vigilar a “la madre de Dios”. Otra coincidencia, desatada por la religión Judía, es el Tarot.

La carta del Mago, que tiene origen Judío, hace referencia al “Poderoso guardián que todo lo ve” y su número sugiere una fuerza primordial y pluricósmica en constante reencarnación de vidas y eventos por igual.

Casualmente el “infierno/cielo” Abenaki es representado por un mundo de eterna niebla, en el cual los condenados se encuentran sometidos al olvido y a la transformación, y los “elegidos” obtienen la vida eterna.

En su camino hacia James y William el Verdugo aplasta y da muerte a quien se interpone en su camino, siempre a espaldas de los demás ocupantes del asilo, tan ignorantes de todo hasta que la muerte invisible los abraza.

Es en este espectáculo dantesco que Bartlevy y su protegido huyen por la puerta principal antes que el médico en jefe regrese.

Por fortuna la persecución del Cabeza de Pirámide acaba cuando ellos abandonan el hospital mental, pero la fuga no pasa desapercibida para los guardias de la institución.

Pero ya es demasiado tarde. “El jardinero” al volante del coche familiar inicia la huida con James y el reportero.

Luego el dinero se encargaría de cerrar el asunto y callar la boca del medico en jefe.

-Perdone amigo no era mi intención asustarle.- Dijo el detective mientras esperó a que el policía saliese del coche patrulla.

-Mire trabaje durante muchos años como agente de homicidios en la comisaría de su primo Arnold. Ayer estuve con él comentando un caso en el que estoy actualmente, resulta que en los archivos salieron dos localizaciones que tenían que ver con lo que busco y una de ellas es este apacible Bristol. Su primo me dijo que usted trabajaba aquí y que quizá me podría ayudar a acceder a los archivos que necesito...

Dijo intentando utilizar el tono y lenguaje de su pasado como agente de homicidios, a ver si así se lo podía ganar.

El hombre, ya plenamente despierto, se encoge de hombros ante las palabras del citadino. Al principio algo sorprendido por una palabra tan fuerte como “homicidio”, pero luego la intriga se apodera de él.

Buenooo…Arnold y su lengua larga… A ver… la última muerte aquí fue de una vaca que cayó por un acantilado en una madrugada de lluvia y relámpagos. Venga, acompáñeme a la oficina. Allí hay cajas enmohecidas con archivos.-

Entonces el oficial sube a su vehículo y conduce a Harry a la estación de policía, un pequeño local en la esquina de un edificio que ahora es un hotel turístico.

La oficina parece un nido de ratas por tanto desorden y falta de atención. Es como si nadie se preocupase por el lugar y su orden, aunque las cajas mencionadas se apilan al final del pasillo junto a la única celda.

Pues ahí tiene el archivo del pueblo. Buena suerte. Regreso a cerrar a eso de las seis, que la cena se enfría. – Max advierte el horario pese a que todavía restan varias horas. Es costumbre en pueblos pequeños el cenar temprano.

-Gracias Larry-dijo James que iba tomando notas a medida que su confidente le iba comentando sus hallazgos-Te agradezco sinceramente la ayuda que me has prestado con esto. Ya miraré la forma de compensártelo. Dale recuerdos a Katherine y a los niños de mi parte.

El resultado de la llamada habían sido un montón de notas abigarradas en una hoja de papel medio arrugada. Ahora tocaba poner todo en orden y cotejar información, pero estaba claro que la pista era buena. La referencia a los Martinson no podía ser una coincidencia. Pero había dos nombres mas, Gillespie y Bartlestein. La evidente similitud entre Bartlestein y Bartlevy le hacía pensar que quizá se tratase de un seudónimo de uno de sus antepasados. Respecto a Gillespie, lo único que le evocaba era a cierto cantante de Jazz que poco podía tener que ver con todo aquello.

La tentación de ir a hacer una visita a aquel lugar; Silent Hill era considerable. Pero debía contener sus impulsos. Primero lo debía consultar con Harry y prepararse. Por lo que pudiese suceder allí. Si en algo se parecía a Bar Harbour, llendo solo tan solo conseguiría que lo matasen.

Estaba terriblemente nervioso. Después de tanto tiempo, por fin tenía algo claro. Algo bastante más sustancial que el puñado de conjeturas y elucubraciones sueltas que había atesorado durante sus años de invetigación. Se tomó una copa de brandy para serenarse. De un trago. El licor embriagador bajó por su graganta y le estremeció por dentro. La sensación repentina de calor le sentó bien. Contuvo la respiración durante unos segudos y espiró suavemente.

La tarde la pasó encerrado en la biblioteca. Tanto Jules como el personal de servicio, sabían que cuando aquella puerta estaba cerrada, no debía ser abierta. Fue una tarde muy productiva de consultas, cotejo de datos y hallazgos interesantes. Los Abenaki...quizá quedase alguna reserva indígena o algún pueblo de la zona donde quedasen algunos de ellos que recordasen y transmitiesen su cultura a las generaciones venideras. Alguien a quien pudiera consultar de primera mano sobre este tema. Solo tenía que buscarlo. A través de sus libros intentó localizar la zona geográfica por donde se extendieron y luego hizo algunas llamadas a pueblos de la zona. Periódicos y emisoras locales o el propio ayuntamiento serían lugares adecuados para empezar su búqueda.

Aproximadamente una semana de buscar en toda la información posible sobre la conglomeración de tribus conocida como Abenaki. En particular a la minoría llamada Cthunaki.

Esta minoría se extendió al norte del territorio Penobscot, por el borde de la actual Maine y hasta el interior del actual Canadá. En comparación a las demás tribus, los Chtunaki solo ocupaban menos de cien kilómetros cuadrados de territorio y fue por eso que desaparecieron primero que las demás tribus amerindias durante la conquista francesa.

Al ser una tribu auto recluida, su extinción era solo cuestión de tiempo ante la llegada de los europeos. Y su último emplazamiento era el Lago Toluca.

En la actualidad solo existen reservas de otras tribus de Abenaki, pero no de Chtunaki. Incluso las reservas, al norte de Maine, se encuentran en camino a desaparecer por cuestiones de natalidad y pérdida de identidad cultural de las nuevas generaciones.

James cerró el último de los libros que podría cotejar, se quitó las gafas de leer y se frotó los ojos desde los lacrimales para relajar la visión. Tampoco sería capaz de fijar la vista por más tiempo. Su presbicia había dicho "hasta aquí".

De todos modos, tenía suficiente. O al menos eso creía. No había mucho más que desde su posición pudiese averiguar, sin viajar a estos lugares para averiguar sobre el terreno, qué tenían de verdad aquellas conjeturas y qué quedaba de aquel funesto culto.

Era por fin, el momento de llamar a Harry para una nueva entrevista. Sin demora, se dispuso a marcar el número de teléfono del detective.

-¿Harry? Tenemos que hablar ¿cuándo podemos vernos?-dijo cuando su viejo amigo descolgó el teléfono-.

Subidos en el coche patrulla, no tardan en llegar al pequeño edificio que utiliza Max como comisaria. Al entrar y encontrarse con todas esas cajas mohosas apiladas de cualquier manera, Harry esta apunto de darse media vuelta y salir huyendo de allí. Finalmente suspira resignado y se quita la chaqueta preparado para una larga y aburrida tarde de rebuscar ficheros.

-Muchas gracias. Aquí estaré cuando vuelva a las seis. ¡Buena patrulla!

Sin más, mientras Max abandonaba la comisaria, Harry utilizó su habilidad más trabajada durante todos sus años de policía, su percepción. Observaba cada escrito, cada detalle, para ver si conseguía algo más de información sobre Vannacutt, Martinson y Aaron Bartlevy, además de cualquier mención o referencia a Las Tres Divinidades, La Orden o Los Soldados de la Verdadera Fe.

El hedor a humedad y orina de rata acompañó a Harry durante todo el día, mientras buceaba por información dentro de las decenas de cajas de archivo policiaco que se apilaban en la esquina poco iluminada de la estación de policía.

Al menos no hubo encuentros con roedores, los cuales habían escapado cuando Max y Harry entraron a la oficina. En ese momento Harry se lamentó por no disponer de un par de guantes descartables, porque los desechos de las ratas podrían contagiar alguna enfermedad.

Afortunadamente el ex detective encontró bastante información, la cual podría evitar el viaje hasta Bristol.

Los archivos sobre la isla eran pocos y de gran antigüedad, comenzando por 1865 y cesando en 1932. A partir de 1922 existe un hueco de información que llega hasta la década del cincuenta, luego de la reapertura de la isla tras la desaparición de sus habitantes.

En los informes del siglo pasado se habla mucho de disturbios en la isla, el odio de los isleños por los habitantes del continente y la negación de ellos por participar en la Guerra Civil y la Primera guerra mundial; como resultado las fuerzas de la ley y unidades del ejército fueron enviadas a la isla para forzar a los disidentes. Los disturbios resultantes causaron bajas en ambas partes.

Bar Harbor, Boston, Nueva York – 01 de diciembre de 1692.

Un grupo de colonos, guidados por Roger Martinson, llegan a la isla de Bar Harbor y forman una comunidad que continuo existiendo hasta diciembre de 1945.

Fuentes de Bristol aseguran la procedencia de Martinson y los demás, indicando un asentamiento ubicado dentro del territorio indígena, cercano a Devils Pit, un barranco de gran tamaño cercano al lago Toluca.

Ese mes, un barco pesquero de Bristol encalló en la isla. Los tripulantes jamás aparecieron.

Bangor, Boston, Nueva York - 1 de abril de 1865.

Disturbios tienen lugar en la isla de Bar Harbor, las fuerzas armadas en Maine intentan enrolar unas cuantas docenas de isleños para que sirvan en el continente. Los disturbios estallaron cuando éstos se negaron a abandonar la isla. Aparentemente, los simpatizantes de “Johnny Bartlestein” no querían verse involucrados en los “asuntos de los de fuera”. Hubo muchas bajas en ambos bandos.

Bangor, Boston, Nueva York - 31 de mayo de 1918.

Los U.S. Marshals y la Policía Estatal de Maine fueron enviados a Bar Harbor, Maine, para llevarse bajo custodia a una docena de disidentes. Estalló un disturbio con los isleños cuando se intentó tomar bajo custodia a dos de estos hombres. Hubo algunas bajas en ambos bandos.

Los dos informes citados arriba fomentaron la indiferencia y el odio hacia los isleños por parte de los habitantes del continente. De ese modo las novedades de la isla se volvieron escasas. Incluso las esporádicas desapariciones de mujeres de Bangor y Bristol fueron la llama que aumentó la desconfianza hacia los habitantes de Bar Harbor.

Y no es para menos; cuando los mayores incidentes en esos pueblos fueron peleas de taberna y conflictos entre pescadores. Aproximadamente cada nueve o diez años desaparecía una pueblerina, siempre no mayor a dieciocho años de edad. Dichas desapariciones nunca se resolvieron, dejando la sospecha de la isla pero decantando por “una simple huida hacia la vida de la ciudad”.

Bangor, Boston, Nueva York - 01 de enero de 1921.

La pesca cae drásticamente en los meses subsiguientes, ocasionando que los pescadores de Bar Harbor extiendan su territorio hasta las costas del continente. La acción ocasiona una revuelta en alta mar entre pescadores de tierra firme y de la isla. Incluso se afirma que los isleños realizaban “rituales” en alta mar, de fuego y sacrificios animales. Nada de esto se pudo comprobar.

Bristol, Boston, Nueva York - 08 de diciembre de 1932.

Los U.S. Marshals y la Policía Estatal de Maine fueron enviados a Bar Harbor, Maine, para llevar a cabo una investigación y el posterior arresto de la tripulación de una embarcación pesquera acusada de incendiar un buque factoría de medio calado, el cual se encontraba dentro del territorio isleño. Nuevamente otro disturbio con los isleños estalló, dando por consecuencia bajas en ambos bandos. Debido a la cadena de incidentes, el gobernador aprueba la cuarentena para la isla y para el territorio marítimo circundante.

Los informes posteriores a 1951 son convencionales y acordes a una población abierta y permisiva a todos los visitantes. Actualmente Bar Harbor es un punto turístico de gran crecimiento.

Después de todo un día de búsqueda, Harry consigue reunir toda la información posible referente a Bar Harbor. El detective estaba algo decepcionado, por no haber encontrado nada sobre la orden, pero al menos, había recabado suficiente información para no tener que ir a Bristol. Harry recoge los documentos, y se guarda la libreta donde ha ido apuntando los datos importantes. Luego se prepara para cerrar la comisaria justo sobre las seis, la hora a la que llega Max.

Al menos volveré pronto a casa...

Harry acababa de llegar de su viaje. Estaba repasando lo que tenía escrito, pensando en que quizá sería un buen momento de llamar a James, cuando de repente, suena el teléfono.

-¿Si? -Parecía que su amigo le había leído la mente- Justamente estaba pensando en ti. Tenemos que vernos sí, ¿que te parece mañana por la tarde?

Harry aguardo la respuesta mientras le echaba otra mirada a los datos recogidos.

-Perfectamente ¿En el mismo sitio y a la misma hora? Bien, perfecto. Hasta entonces, amigo.

James colgó el teléfono y realizó los preparativos. Al día siguiente, estuvo cinco minutos antes de la hora en el local. Pidió un café descafeinado y el periódico y se dedicó a hojearlo mientras revolvía distraídamente el pocillo, en espera de que llegase su viejo amigo.
 

Harry llegó a la cafetería donde se habían reunido por primera vez los dos amigos. Al entrar vio en la misma mesa del fondo donde estuvieron la ultima vez, a James leyendo el periódico. Pidió a la camarero un café largo y negro, y fue a sentarse con su amigo.

-James -dijo con una sonrisa- me alegro de volver a verte. Que tal el mundo, ¿alguna novedad?- dijo señalando al diario que su amigo sostenía en las manos.

El detective se sentó delante de él y sacó su libreta.

Descubriendo el futuro...

El primo Max agradeció el favor de ordenar los papeles y ofreció las comodidades de su casa a Harry por si volvía al pueblo. Quizás eso no sucedería pronto…
El Pub seguía igual que siempre. Incognito al transeúnte pero conocido para aquellos que gozan de la intimidad de un sitio de reunión alejado de la vista de todos. En definitiva los clientes tienden a ser los mismos a lo largo de los meses y los años.
James y Harry encajan perfectamente en ese nicho, al punto que el Barman ya conoce sus gustos y sabe lo que van a pedir.
En esta ocasión Anton, el Barman y dueño del lugar, tiene una oferta diferente. – Hola de nuevo. Aquí tienen, invita la casa. – saluda al dejar una bandeja de tostadas saboreadas con queso y fiambre – si desean pueden abrir una cuenta. – agrega al dejar las tostadas en una esquina de la mesa.

James se levantó para recibir a su viejo amigo con un abrazo.

-Sí, muchas, a decir verdad-.

James tenía su diario y una carpetilla atiborrada de papeles. Se sentó de nuevo en el sitio donde había estado sentado hasta el momento y miró los papeles como si se los acabase de encontrar. Buscó las palabras pero no sabía por donde empezar. Finalmente se quitó las gafas y se masajeó los lacrimales con el dedo pulgar e índice de su mano derecha.

-Harry...lo he encontrado. El zulo donde mi padre guardaba todas sus reliquias y aberraciones sobre la Orden. Lo he encontrado. Hay mucho material, muchísimo. Libros, legajos, mapas, objetos...y seis cadáveres ya reducidos a huesos. Estaban en un altillo de la mansión que estaba cerrado con una plancha de acero. He tenido que cortarla para pode acceder. Nunca me había fijado en esa trampilla. No sé si he hecho bien en abrirlo,...pero lo hecho, hecho está. No sé por dónde empezar. ¿El origen de la orden?¿Los asentamientos mineros de Silent Hill?...bueno. Veamos, este altillo habría sido traído por mi familia hace tiempo desde Europa. Piedra por piedra, tabla por tabla, se incorporó a la mansión en su ubicación actual. Algunos documentos hacen referencia a un pueblo perdido en el siglo XVI. En dicho pueblo habría una habitación semejante a esta y que de algún modo estaría interconectada.  En ese altillo se realizaron todo tipo de rituales aberrantes, incluyendo sacrificios humanos en el peor de los casos.

-Siguiendo la pista de ese pueblo, he llegado a concluír que se trata de Devils Pit. Un asentamiento minero cerca del lago Toluca y próximo a la población de Silent Hill. Este asentamiento estaba gestionado por Gillespie Iron & Coal, una empresa que tan solo operaba en ese pueblo y cuyos tres únicos beneficiarios eran de apellido Gillespie, Martinson y Bartlestein. No lo he podido comprobar todavía, pero creo que Bartlestein es la forma original de mi apellido, Bartlevy.

James hizo una pausa para probar una de las tostadas y un trago de café, mientras miraba a su amigo intentando evaluar cómo estaba encajando todo aquello.

Después de devolver el abrazo a su camarada, Harry se sentó. Abrió la libreta que llevaba consigo donde había apuntado las cosas que había conseguido. Entonces James empezó a explicar sus hallazgos, así que Harry aparcó su libreta a un lado,y probando una de las deliciosas tostadas, escuchó a su amigo con atención.

El detective se sorprendió cuando escucho el hallazgo del altillo y todo lo que se encontraba en él.

-Sacrificios humanos... -el detective cerró los puños- Devils Pit, Silent Hill... no conozco estos lugares...- sus investigaciones se habían centrado en Bar Harbour y alrededores, así que decidió esperar a que su interlocutor acabase de hablar antes de explicar lo que había encontrado en sus pesquisas.

-No lo entiendo...¿Por qué tu padre querría recrear una habitación igual en vuestra casa? Y esos pueblos que nombras ¿dices que están en Europa? ¿O tu padre se trajo la habitación desde Europa para copiar la de un pueblo de América?