Partida Rol por web

Harry sabia que a James le extrañaba tanto como a él lo que había dicho el cartero. El detective observaba con atención a este mientras empezaba a responderle, cuando el hombre señaló hacía la carretera. Harry vio como James frenaba a tiempo para no irse por el precipicio.

El detective se quedo unos segundos en silencio, para finalmente soltar un silbido.

-Ha ido de poco. -Slaughter bajó del coche y se acercó al precipicio para mirar. Era impresionante como había quedado la carretera.

Aprovechó para estirarse un poco, y volvió con sus dos compañeros al coche, esperando la respuesta del cartero.

Luego de la sorpresa inicial James y Harry descubrieron que su acompañante los había abandonado. Tal vez saltó del vehículo en marcha antes que James consiguiera detener el Ashton Martin a escasos palmos del precipicio.

Harry escudriñó el agua y los alrededores en busca de algo que llamase su atención y lo único que descubrió fue un objeto de brillo tenue, casi dorado, que se encuentra camino atrás. Quizás a veinte metros en la banquina de la carretera.

Poco mas allá la niebla impide ver que hay después. Aunque el camino de regreso ya fue recorrido por los dos hombres. Por lo tanto si regresan, a mitad de camino deben bajar del automóvil y continuar un sendero a pie hasta el puesto del teleférico situado cerca de la cafetería y la estación de gas.

Cuando el detective volvió al coche y se asomó por la ventanilla, se dio cuenta de que el cartero atemporal había desaparecido. Harry juraría que aún estaba cuando salió para mirar el precipicio, así que miro a James sorprendido.

-Pero... ¿dónde ha ido nuestro extraño cartero?

Entonces al mirar hacía atrás para ver si lo divisaba, se dio cuenta de un leve brillo un poco más atrás, en el arcén.

-James hemos de volver a coger el teleférico, por aquí no podemos pasar... -dijo mientras volvía a subir. -Si puedes, para allí un momento, hay algo brillante al lado de la carretera.

Aunque la desaparición del cartero sorprendió a James, era algo que entraba dentro de lo que se podía esperar de un lugar como aquel.

-No descartes la posibilidad de que fuera una alucinación. El socavón de ahí abajo parecía llevar tiempo así y sin embargo ese tipo, que supuestamente era el cartero del pueblo, no sabía de su existencia. En fin...supongo que no tenemos alternativa. Al teleférico.

Cuando los dos hombres regresan en el vehículo pronto descubren el brillante objeto. Se trata de un boleto especial del teleférico. El boleto es metalizado y su cubierta es dorada, y en su reverso indica que es un boleto especial con pase gratis para el ganador y un acompañante. El mismo debe presentarse en la estación del teleférico y se permite que el ganador lo lleve siempre encima.

Aparte de la coincidencia por demás forzada, otro punto de interés es descubierto durante un instante que la niebla es apartada por la brisa proveniente del lago Toluca. Un bote de una vela se encuentra en un pequeño muelle junto a la cafetería, dejando dos caminos a elección de James y Harry.

Lo que no es una alucinación para James es la extraña sensación de pérdida que comienza a sentir en conjunto al rio de memorias que llegan a su mente. Eventos de un tiempo futuro que no sucederán llegan a él en oleadas para desaparecer como la espuma contra las rocas y dejar imágenes fragmentadas imposibles de unir.

Recuerdos de un dia lluvioso y de Jules herida, con sus manos abrasadas por el fuego. Un fuego igual de impío que aquel en la iglesia de Bar Harbor.

Pero claro, todo es producto del largo viaje hasta Silent Hill…

James se quedó durante un instante con la mirada perdida en el horizonte, como si nada de lo que sudeciese a su alrededor pudiese afectarle. Su cuerpo estaba allí, pero su mente desde luego no. Al cabo de un rato respiró hondo y una lágrima recorrió su rostro, pues un hondo pesar se cernía sobre él. El pesar de saber que nunca saldría de aquel lugar. Pesar sobre todo por los que quedaban detrás. Sobre todo por Jules.

Una imagen al principìo muy vívivida pero que se fue desvaneciendo poco a poco, mostraba a James como si mirase a través de un espejo a Harry que intentaba aferrarlo sin éxito. Y cuando esta imagen se desvaneció, no quedó nada.

James parpadeó un instante y recuperó la consciencia.

-¿Sabes? No monté en un barco desde que volví de Bar Harbour. Y fue un barco lo que me llevó allí...y es obvio que ni tú ni yo nos hemos ganado ese ticket. Así que cogería el barco. Nos permitirá ver el sitio desde lo lejos y elegir dónde parar y nos proporcionará una vía de escape, mientras que el teleférico nos llevará a un lugar fijo. En cualquier caso, todo parece dispuesto para nosotros. Alguien o algo no estaba esperando.

-Pues que quieres que te diga...a mi el barco me trae malos recuerdos, justamente por lo de Bar Harbour. Y con esta niebla no se cuan peligroso va a ser meternos con el bote en el agua sin ver prácticamente nada. Y quizá con el teleférico tengamos una visión más amplia de adonde vamos. Auque con la niebla quizá no veamos nada, y tienes razón con lo de que el bote nos proporciona una supuesta vía de escape. Igualmente...

Dijo mientras se bajaba del coche a recoger el billete.

-Me lo quedaré igual. Por si nos quedamos sin bote, tener una alternativa por donde escapar. Además, es un viaje gratis!

Dijo con una sonrisa mientras volvía a subir en el coche.

James asintió. Los argumentos de su compañero parecían coherentes y acertados. 

-Teleférico entonces. Sabemos dónde está el barco, aunque lo cierto es que no podemos dar por sentado que siga estando ahí cuando lo necesitemos. Probablemente el teleférico tampoco. Igualmente, que sea lo que tenga que ser. 

James maniobró y dio vuelta con el coche en dirección a la estación del teleférico. 
 

Lo único que James logro obtener del Aston Martin fue un par de ronquidos del motor antes que dejara de funcionar. Al cuarto intento el burro de arranque emitió un par de quejidos, anunciando la muerte de la batería y por consiguiente el fin del vehículo. ¿Es obra del sitio maldito o simplemente la batería no recibió la correcta energía del cargador?

Como fuese ahora Harry y James deberían arriesgarse en la caminata hasta la cabina del teleférico ubicada a pocos metros de la estación de servicio y la cafetería de enfrente que habían dejado un par de centenas de metros atrás.

Y no era para menos el mal presentimiento, cuando la niebla apenas deja ver tres a cinco metros en cualquier dirección.

Quizás lo único realmente atemorizante es la carencia de sonidos, dejando solo el lejano oleaje de un agitado lago. Extraño también porque el sonido tiende a cambiar levemente de dirección, dificultando la precisión de las ubicaciones aledañas.

James sigue girando la llave del coche mientras golpeaba el salpicadero del coche cuando este no reacciona, como si sacudiéndole fuera a reaccionar. 

-¡Vamos, vamos...!

Un ruido agonizante da lugar al más absoluto silencio, anunciando que el coche ya no andaría más. 

-¡Vaya! esto complica las cosasdijo James-Lo último que querría es meterme una caminata hasta allí arriba en medio de esta niebla. A saber lo que nos encontramos. Y ya no somos los de antes, Harry. No sé si estoy para andarme peleando con bichos salidos del infierno...o peor. Podemos replantearnos lo del bote o intentar la caminata. Quizá parar en la gasolinera para conseguir una batería y volver sería perder mucho tiempo. No sé...¿Tú qué dices?

Con el billete en la mano James volvió a poner el motor en marcha...pero el coche no se movió. Harry estaba sorprendido de que el flamante coche de su compañero hubiese dejado de funcionar, así de repente.

Los dos echaron un vistazo al coche, pero ya no podían hacer nada, la batería había decidido dejar de funcionar en aquel preciso lugar. Que casualidad...¿no?

-Pues no se amigo...quizá tengas razón con lo de ponernos a caminar ahora. Total, tengo el billete por si hemos de volver con el teleférico. Así que me parece bien probar con el bote. Total, es el único sonido que se escucha por aquí. ¿Qué raro no la ausencia de sonidos?

Dijo mientras daba un vistazo a su alrededor.

James asintió.

-Es como...si no hubiese nada vido en varios kilómetros a la redonda. Prefiero no pensar mucho en ello. Vamos pues al bote.

Y James comenzó a andar en dirección al barco.

Sin demora los amigos tomaron la senda hacia el lago, caminando por la vereda de piedra rustica que los lleva al costado de la cafetería Starbucks, la playa de estacionamiento y al otro extremo la costa con el bote amarrado en el pequeño muelle.

El negocio comienza a dibujar sus formas a medida que Harry y James avanzan con pasos cautelosos entre la niebla, hallando de vez en cuando alguna hoja de periódico, vaso de café descartable, sombrero de hombre y todo tipo de objetos mundanos en el sendero asfaltado. Al parecer el servicio de limpieza poco logra hacer con tanta niebla proveniente del lago Toluca.

Pero el ojo experimentado de Harry descubre algo en movimiento más allá de la pared de niebla. Algo de apenas un metro de alto y bastante menudo, que a medida avanza descubre detalles. Entonces un sonido característico de ruedas revela que es.

Entonces el investigador privado llama la atención de James para detener la marcha y decidir al respecto.

Poco más adelante una persona en silla de ruedas avanza lentamente hacia la cafetería y su camino acaba por cruzar con el de ellos.

Los dos amigos se dirigieron hacía el pequeño muelle en busca del bote para poder pasar al otro lado.

-Tienes razón, mejor no pensar en ello...

Pero entonces el detective desvió la vista hacia la niebla, un movimiento le había alertado. Puso una mano delante de James.

-Mira. Allí hay alguien. Se mueve hacía la cafetería. Creo que podríamos hablar con él antes de continuar, ¿no? Quizá pueda decirnos algo...

James dudó por un momento. La verdad es que la única experiencia con un nativo de la zona no había sido muy esperanzadora. 

Pero era cierto que a poco que pudieran averiguar del lugar en el que se iban a adentrar, sería mejor que nada. 

Levantó la mano haciendo gestos al tipo de la silla. 

-Eh, amigo. ¿Podríamos robarle un poco de su tiempo? No será mucho, se lo prometo. 

El dúo de investigadores se aproxima a la persona en la silla de ruedas con intenciones de solventar algunas inquietudes.

De este modo Harry y James ven en detalle el aspecto del dueño de la silla de ruedas. Es un hombre con el rostro y las manos vendadas, que a su vez le faltan las piernas y su vestimenta principal es una gruesa bata color azul noche  y una chaqueta militar adornada con algunas condecoraciones es lo más llamativo en su único aspecto. En su regazo el hombre sostiene con una de sus manos una radio portátil a batería.

- P…pronto anciano, pronto. Ven y ayuda a este podre imbécil que dio su carne por el país. El maldito barro jodio las ruedas de mi puta silla. – advierte con la otra mano a James en respuesta a sus preguntas. Cabe destacar que su lenguaje es notorio.

El pobre hombre de la silla de ruedas estaba hecho polvo. Parecía un veterano. De repente a Harry le vino un flash de los dos veteranos que conoció en Bar Harbour. EL detective se adelantó a su amigo para ayudar al hombre.

-Ya le ayudo amigo. ¿Que está escuchando en esa radio?

El veterano asintió con la cabeza la ayuda de Harry, para luego observar su aparato receptor y responder al detective. - Nada. Pura mierda del malnacido de nuestro presidente. Aunque desde hoy temprano solo estática y nada mas… - de mala gana contestó a Harry sobre su radio pero luego de callar un instante agregó para sus acompañantes – Si le interesa la radio podemos llegar a un acuerdo… una botella de whisky para calmar mi sufrimiento a cambio de mi radio – agrego el embozado sin dejar de frotar sus muñones.

-¿A que presidente se refiere?

La pregunta podría sonar muy rara, pero recordando el encuentro anterior con el cartero, nada sorprendería a Harry ya.

Pero entonces el hombre les ofreció la radio, y el detective lo sopeso durante un momento. Quizá podría servirles por si consiguen sintonizar con algo.

-Pues amigo, acepto el cambio. ¡Una botella de whisky a cambio de su radio!

James asintió ante el trato que Harry acababa de realizar. Aquel modelo de radio parecía antiguo ¿De los años 50 quizá? Tenía sentido. La gasolinera, la radio, el uniforme del cartero y en general todo le evocaba a aquella época. Era como si Devils Pit hubiese quedado varado en el tiempo.  Esperó a ver si el tipo de la radio contestaba a la pregunta de James, por ver si confirmaba sus sospechas.