Partida Rol por web

James se había quedado un tanto traspuesto durante un instante.

-Si...estoy bien. El rememorar cosas olvidadas hace tanto tiempo me ha...afectado un poco-reconoció-pero estoy bien. Steve; eres la viva imagen de tu padre. Por eso te pregunté por él la primera vez que te vi. Tu negativa a reconocer tu ascendencia no me engañó, pero respeté que la ocultases porque entiendo que tenías tus motivos. Del mismo modo, agradezco que ahora te sinceres con nosotros. Y sí, coincido en pensar, como ya he manifestado antes, que nadie está aquí por casualidad, ni por gusto. Johan...sí, tuvo algo con Jules...Mischa. Y en efecto, ambas sois fruto de su unión. No entiendo como pudo suceder tan rápido. Son cosas de este...lugar...al que ambas pertenecéis, pues nacisteis en él.  Y siendo esto así, Steve es vuestro hermano también. Medio hermano, por parte de padre.

Suspiró y miró hacia el acantilado y luego hacia la puerta de la cárcel. 

-¿Así que tu padre sobrevivió? Siempre pensé que Harry yo éramos los dos únicos supervivientes. Si es así; si Johan ha permanecido todo este tiempo aquí encerrado, debemos encontrarlo.

Sus últimas palabras fueron para Jane. 

-Jane, las cosas son como son. Esa tal Mischa es tu madre natural. Sarah es la que te cuidó y por lo que he visto, es la única persona por la que eres capaz de mostrar un mínimo de respeto. Pero es por Mischa y Johan que estás aquí. Y eso no te puede dar igual. Porque si te da igual, nunca saldrás de aquí. Al menos, con vida. Iremos ahí abajo a buscar a vuestro padre, ¿de acuerdo?

Alterada como estaba, ni siquiera había caído en que llevaba la linterna en la mano tras haberla sacado inconscientemente para alumbrar la oscuridad por la que la extraña niña se había marchado, por lo que tardé unos segundos en ser consciente de ello, momento en el cual se la lancé al chico que me la había pedido.

¿Molestar con mis dudas?- repetí, ya incapaz de contenerme de responderle a Jules -Guárdate tus opiniones para cuando alguien te las pida si no quieres que te haga tragártelas- le repliqué, tras lo cual me giré hacia James -Pues me da igual. Ni los conozco ni sé quiénes son, así que… ¿por qué deberían importarme?- le respondí -E incluso sin saber lo que pasa en este maldito lugar, sé que bajar ahí es un suicidio, así que no cuentes conmigo para entrar ahí- dije, señalando las escaleras. Estaba claro que antes de arriesgarme con los peligros de la oscuridad, prefería mil veces probar suerte con los del acantilado… al fin y al cabo, al menos, estos eran naturales.

James negó con la cabeza mirando al horizonte.

-Nunca cometería el error de contar contigo para nada que me proponga. La pregunta que me haces, deberías respondértela tú misma-contestó James sin perder la compostura-porque si todo te da igual, no debiste venir. Si nada te importa, eres y serás una carga, como lo llevas siendo todo este tiempo...y la muerte de Sarah habrá sido en vano. Así que por mí vete donde te plazca pues con esa actitud lo único que conseguirás es acabar contigo misma y con los que estén a tu alrededor. Cuando estés sola, ya no le podrás echarle la culpa a nadie de tus males. Porque entonces no te quedará más remedio que aceptar la realidad; que el peor de tus males, lo llevas dentro de ti.

Luego miró al resto.

-¿Vamos?

No se, en verdad no se si son mis hermanas, yo nunca lo conocí, pero vine a conocerle- dijo mientras miraba a James, pero también a Jane y Jules, aun no entendia toda la doble vida de su padre, pero era un buen comienzo, aquel descenso a la oscuridad por aquellas escaleras eran el principio del camino a la verdad. Gracias, James- dijo antes de comenzar a bajar

Con pie de plomo el grupo comenzó a bajar por la escalera infernal, principalmente por el aspecto lúgubre que James y Harry atestiguaron durante su estadía en Bar Harbor y el mundo de pesadilla que una vez conocieron.

En cierta forma Jules y Jane, pese a la negación de la ultima, encuentran familiar el sendero que en alguna pesadilla han vivido con anterioridad. De cualquier forma el recuerdo previo existe.

Un abrazo gélido los recibe en cada peldaño, al igual que la oscuridad insondable que apenas retrocede gracias a la linterna que ahora lleva Steve.

Cuando al principio el descenso es en linea recta algo cambia para acabar siendo una escalera en espiral, con aspecto cada vez más deplorable que sin duda remarca el decaimiento propio al paso hacia otra realidad. Harry y James lo notan al instante pero omiten hablar por el momento al respecto.

Pero ese minuto de silencio es quebrantado por la sensación de que algo cobijado por la oscuridad se acerca sin prisas. El sonido de un aleteo constante de “algo” llega al grupo desde la profundidad, otorgando la bienvenida al Otro Mundo.

-No me las des tan pronto, muchacho-dijo el empresario-Si en algo tiene razón Jane es en que no nos vamos a encontrar nada bueno ahí abajo, pero a estas alturas, lo que más me aterra es quedarme sin hacer nada mientras La Orden gana la partida. Siempre había pensado que el tiempo jugaba a nuestro favor. Puede que en algún momento fuese así, pero ya no.

El empresario comenzó a bajar las escaleras con cuidado. A medida que bajaba cada peldaño, la estructura metálica chirriaba un poco y se movía ligeramente. La linterna que lleva Steve apenas consigue disipar la oscuridad para seguir avanzando. Una mirada hacia atrás permite ver como la única fuente de luz proviene de la puerta. La oscuridad a su alrededor adquiere un aspecto extraño, tétrico y antinatural. La oscuridad parece teñida de pinceladas rojizas y ocres. Una sensación que conoce. Y allí donde la luz consigue alumbrar las paredes y las escaleras, percibe los síntomas de decaimiento que evidencian algo que ya nadie podía negar; estaban al otro lado. Miró el reloj de su padre. Si esto funcionaba al igual que en Bar Harbour, quería decir que estaban en la hora 13, pero lo cierto es que ni siquiera sabía cómo podían afectar los usos horarios en el otro lado.

De pronto se detiene haciendo un gesto a sus compañeros. Un murmullo creciente, como de algo arrastrándose. Aleteos. Algo se acerca. Algo que había percibido su presencia. Apremiado por la necesidad de saber de qué se trata, James saca su propia linterna y apoyándola sobre su pistola, enfoca escaleras abajo, hacia el lugar del que proviene el sonido.

Finalmente James optó por bajar por las escaleras, lo cierto es que ninguna de las dos opciones eran del agrado de la pelirroja, pero si el señor Bartlevy decía que era la "mejor" opción, ella no lo iba a cuestionar... al fin y al cabo había estado antes y había salido y lo cierto es que si la niña siniestra había dicho que su padre estaba allí, tenía que averiguarlo.

Sophie bajó pues las escaleras, temblando de pies a cabeza, ¿Qué nueva abominación les esperaba? ¿Qué era aquel odioso ruido? de manera inconsciente... o consciente, ya lo mismo daba, se aferró al compañero que le pillo delante con la espantosa sensación de estar siendo observada por el mismo mal que habitaba en aquel lugar.

El bajar las escaleras mientras se reconoce aquel ambiente tan familiar, le genera a Jules cierto escalofrío sobre su espalda. No le agrada en absoluto transitar por senderos que peligrosos se remiten a sus pesadillas de la infancia. 

Así que bajo un semblante plagado de seriedad, continúa descendiendo hasta que alguien la abraza por la espalda, sorprendida por aquella acción, advierte que se trata de Sophie y tras esbozar una media sonrisa que quizás apenas se puede ver, le dedica unas palabras. 

- Este lugar se alimenta del miedo, cuanto peor te sientes, más ganan ellos. Intenta ser fuerte, nos mantendremos juntos. - expresa en un tono agradable.

Dado que a pesar de mis palabras, nadie más parecía ver lo estúpido que resultaba descender por aquellas tétricas escaleras que parecían adentrarse en el corazón de la oscuridad, no me quedó más remedio que ir tras ellos por aquel camino, pues con todo lo que había visto, si había una opción peor que aquellas escaleras, era sin duda, separarse del resto y vagar sola por aquel maldito lugar.

Con cada peldaño que bajaba, la certeza de que aquello era una mala idea se afianzaba en mi mente, pues la oscuridad no parecía sino aumentar, y un escalofrió me recorría con cada paso, algo que no se debía simplemente a la temperatura del lugar. Aquel sitio me resultaba en cierta manera, familiar, y no precisamente en el buen sentido, pues era como si me estuviese adentrando en una de esas pesadillas que me habían perseguido durante toda mi vida, tal vez no el aspecto, pero sí la sensación.

No deberíamos haber entrado…- murmuré sin dejar de observar a mi alrededor, como si esperase que en cualquier momento “algo” nos atacase. Estaba segura de que “algo” nos observaba, “algo” que cada vez se sentía más cerca. Casi hasta creía escuchar una especie de aleteo en aquel lugar, aunque el débil sonido fue ahogado por las palabras de Jules.

¿Será estúpida?- me pregunté al escucharla, pues estaba claro que lo único que iba a conseguir con sus palabras era asustar todavía más a Sophie… y lo cierto es que no me extrañaba que lo estuviese. Al fin y al cabo, solo un loco no tendría miedo en aquel lugar… lo cual decía bastante de Jules.

Sin decir nada, aferré con fuerza el remo que aún conservaba.

Sophie estaba acojonada hasta la médula, por eso se abrazó en un acto reflejo a la persona que iba delante, Jules, en aquel caso... Cuando está le habló, la pelirroja aflojó el abrazo pero al decirle que aquel sitio se alimentaba de su miedo, volvió a abrazarla con más fuerza.

- Es fácil decirlo, especialmente con los monstruos que hay por aquí...- ahora si que no pensaba soltarse de la rubia, ella sabía... Cosas, al igual que su padre- A mí esos bichos me parecen muy reales... No creo que desaparezcan porque me vuelva valiente... Que no lo soy- se sinceró

Primero llegó el hedor fétido de un cadáver despellejado, supurante de bilis y pus, cuyo frenético aletear fue suficiente para dar alcance al pintoresco grupo que osó bajar por las escaleras. El territorio del monstruo es invadido y por consiguiente el momento del festín llega sin necesidad de salir a buscar presas al exterior.

Entonces la linterna descubre una criatura alada, del tamaño de un cóndor y cuya apariencia recuerda a un pterodáctilo desollado y en avanzado estado de descomposición. Su graznido espeluznante comienza cuando las garras de las patas del monstruo apuntan hacia los invasores y el vuelo del monstruo cae en picado hacia ellos.

Un roce, un golpe o un empujón del monstruo volador supone una caída al abismo sin fondo que rodea la escalera enclenque.

Sophie no se meó encima de milagro... Quizás porque no tenía nada en el estómago que pudiera expulsar, el caso es que al escuchar el chillido y ver el horrendo pájaro avalanzarse sobre ellos se quedó paralizada unos segundos para después reaccionar tratando de poner pies en polvorosa y eso significaba bajar las escaleras a toda hostia antes de que el dulce ruiseñor hiciera pincho con ella, así pues se agazapó lo que pudo mientras trataba de bajar sin llegar a gritar para evitar que el bicho se fijará en ella.

Tal y como había temido desde el momento en que se decidió que bajarían por aquellas malditas escaleras por las que se había esfumado la maldita niña adentrándose en la maldita oscuridad, una de aquellas malditas bestias no tardó en hacer acto de presencia, esta vez bajo la forma de una especie de dinosaurio volador en pleno estado de putrefacción que, precedido por un nauseabundo hedor a descomposición, se abalanzó sobre nosotros con un terrorífico graznido.

Viendo como la criatura iluminada por la luz de la linterna acercarse a toda velocidad hacia donde estábamos, estaba claro que si intentábamos huir hacia la salida, nos alcanzaría antes de que llegásemos, y a saber cuánto quedaba para terminar de descender por aquella maldita escalera… eso sin contar con que si salía corriendo y el resto no me seguía, me quedaría sola y me convertiría en la presa casi con toda seguridad, por lo que, en lugar de hacer eso, aferré con aún más fuerza si cabía el remo con ambas manos y me preparé para golpear a aquella maldita criatura en cuanto estuviese lo suficientemente cerca.

A pesar de que se esperaba algo terrible, James no puede evitar sentir un vuelco en el corazón cuando aquella criatura surge de la oscuridad en actitud amenazante. Casi instintivamente, el dedo índice de su mano derecha aprieta el gatillo de la pistola y un disparo sale proyectado hacia ella provocando un estallido que retumba en as paredes.

-¡Atrás!¡Atrás!-gritó.
 

Por suerte o por desgracia aún Jules tiene su wakizashi escondido detrás de su espalda, debajo de la camiseta y el pantalón. Así que a través de un ligero, pero preciso movimiento, saca su espada con la intención de cercenar a esa bestia inmunda alada. Obviamente no tendrá reparo en cortarle la cabeza si es necesario, más aún cuando permanece quieta en el lugar sosteniéndose del barrante con la mano izquierda y con la diestra se prepara para ofrecer un certero ataque. 

- Padre, ten cuidado... Te cubro. -  afirma Jules, luego mira a Sophie. - Intenta no moverte, puedo lastimarte sin querer al querer cortar a ese pajarraco. 

 Padre, ten cuidado... Te cubro. -  afirma Jules, luego mira a Sophie. - Intenta no moverte, puedo lastimarte sin querer al querer cortar a ese pajarraco. 

Una completamente aterrada Sophie, había visto interrumpida su huída por las personas que tenía delante, al estar todos en las escaleras sólo podían hacer dos cosas, esperar que los primeros se movieran para ir detrás o echarlos por la barandilla para tener vía libre y bajarlas... y dado que la pelirroja, asesina no era... prefirió hacer caso de Jules y como tampoco quería que le hiciera un corte de pelo, decidió que lo mejor era agacharse y cubrirse la cabeza... y eso hizo.

Eventualmente el monstruo se arroja sobre el grupo con su filoso pico repleto de afilados dientes, cayendo sobre Sophie, quien dedica todo su empeño en bajar las escaleras. De cerca le sigue Steve y por detrás Harry.

Luego, por las advertencias de Jules, la pelirroja detiene su avance pero no así el joven que la acompaña, quedando este en el frente de la comitiva.

Sin salvación alguna el monstruo aterriza con sus alas desplegadas sobre Steve hiriéndolo seriamente con su pico. Instantes después Jane, Jules y finalmente James contraatacan a la bestia con espada, remo y pistola.

El daño de los tres ataques combinados es suficiente para matar al monstruo que de instantáneamente se desploma sobre Steve y ambos bloquean el paso en la escalera. Las heridas del joven son muy profundas y es muy posible que muera desangrado si no es atendido pronto.

Pero el peligro aun no termina, porque otros dos Chilladores se acercan volando, atraídos por el sonido del disparo y por el llamado del monstruo abatido.

Adicionalmente la radio de Harry, que había comenzado a sonar hace un instante, ahora eleva su ruido a causa de los monstruos que se acercan.

El precio siempre se paga, de alguna manera u otra, se llega a ese punto de no retorno y quién no está preparado, es quién recibe aquel ataque funesto. Así que Jules tras cortar una de las alas de esa criatura alada, sube las escaleras hasta donde se encuentra Steve que se ha adelantado y por ello, el ave aprovecha la ventaja para ofrecer un funesto ataque. 

- Padre, se acercan más... Debo detener la hemorragia, revisarlo antes de avanzar. No podemos dejarlo aquí. - afirma al arrodillarse sobre las escaleras para inspeccionar en detalles las heridas. - Denme tiempo, sólo un poco. 

Indica tras dedicarle una mirada a su hermana, a ver si podía desatar su ira contra esos seres alados y ofrecer una bonita distracción que le otorgue más tiempo para tratar de estabilizar a su compañero. Así que tras observar el entorno y ver que a medida que transcurren los minutos, empeora, rompe la ropa y revisa las heridas, haciendo un torniquete si es necesario. 

- Coge la katana Sophie, pero por favor no la pierdas, ni la sueltes, nada. - afirma entrecerrando los ojos, está claro que de perderla es capaz de empujarla de las escaleras. 

Sophie, en plena carrera hacia... no sabía donde, se vio superada por Steve que le tomó la delantera para salir por patas... bueno eso y que había escuchado la parte de "al suelo" que le habían sugerido. Gracias a eso el pajarraco asesino del infierno, se cebó con Steve y no con ella. La pelirroja se quedó paralizada viendo como el bicho se daba un festín, para después asistir al exterminio del monstruo a manos de sus compañeros.

- Coge la katana Sophie, pero por favor no la pierdas, ni la sueltes, nada. - afirma entrecerrando los ojos, está claro que de perderla es capaz de empujarla de las escaleras. 

La joven Stark sólo reaccionó ante las palabras de la rubia, de repente se vio con una katana en sus manos y la mirada asesina de Jules a modo de advertencia. La pobre Sophie tragó saliva.

- No... no la suelto... des...descuida- balcueó mientras pensaba que puñetas hacía con eso... ¿se rompería una uña? 

En esas estaba cuando le llegó el sonido de más bichos alados, entonces Sophie se dió la vuelta mientras miraba totalmente acojonada al cielo y sujetaba la katana con ambas manos, como si fuera un bate y las piernas temblando.

- Te... te... cubriré... pero ¡Date prisa!

Concentrada como estaba en destrozar a aquel engendro volador en cuanto se acercase lo suficiente, apenas si me preocupé cuando finalmente atacó, pues solo habían dos cosas importantes: que yo no había sido su objetivo y que finalmente lo tenía a mi alcance. Por ello, casi al mismo tiempo que Jules cortaba una de las alas de aquel ser con su espada, yo golpeaba con fuerza el cráneo de la criatura, buscando incrustarle en remo en sus sesos, y no fue hasta que aquel engendro dejó de moverse que presté atención a la situación de los demás.

¿Qué haces?- pregunté incrédula cuando vi que la estúpida de mi supuesta hermana pensaba ponerse a curar al pobre desgraciado que había tenido la mala suerte de ser el objetivo de la bestia y que, desde mi punto de vista, no tardaría mucho en morir -No podemos hacer nada por él- le dije -Tenemos que salir antes de que vengan más de esas… cosas- añadí, señalando, no a la parte interior de la escalera, que se encontraba bloqueada por Steve y el cadáver de la criatura, sino hacia la parte superior, hacia la salida por la que no deberíamos haber entrado.