Partida Rol por web

Rodeada por mis muros de hielo comencé a retroceder, pues a diferencia de los otros allí yo no tenía armas de fuego ni era particularmente buena cortando cosas. La respuesta que alcancé a escuchar de Jim me hizo torcer la boca. —Claro, joder, mi punto débil… —y es que la magia bendita escapaba de mi repertorio. Con esas palabras terminé por confirmar que únicamente podía retrasar a las bestias demoníacas, sin embargo Dexter que estaba cerca de mí se alejó cuando pensé que seguiría haciendo demostración de sus habilidades.

Obviamente él tampoco tenía herramientas para luchar contra demonios en ese momento.

—¡Voy! —le avisé, pero entonces escuché la voz del que faltaba allí, Nate, que dada la situación en la que nos encontrábamos llegó como caído del cielo… literalmente. Verlo enfrentar a los chuchos del infierno me hizo envidiar hasta cierto punto su poder, pero también dudar entre si era mejor quedarme a apoyarlo a él o seguir a mi primo sin saber exactamente qué pretendía. Además estaba el asunto de las huellas que nadie pareció escucharme gritar.  Por unos instantes todo fue demasiado confuso...

Las cuchillas del látigo de Nathanael resplandecen con poder celestial cuando el arma se enrosca en torno al cuello del sabueso infernal que acosaba a Scarlett. Al sentir los múltiples filos clavándose en su piel el demonio salta hacia atrás para liberarse, arrancando el mango de las manos del ángel. Sin embargo el gesto también consigue que las cuchillas se claven aún más en su carne y terminen por decapitarlo rociando los alrededores con sangre demoníaca y olor a azufre.

Por suerte para Scarlett ella ya se había apartado del sabueso para evitar ataques por la espalda y sólo recibe una rociada de la sangre del demonio. Nada a lo que no esté acostumbrada. El símbolo sagrado de la katana de Scarlett refulge con luz blanco-dorada cuando rebana una oreja del sabueso que estaba sobre Jim. El demonio lanza un aullido y salta desde encima de Jim hacia Scarlett cerrando la mandíbula sobre su brazo (1). Jim se levanta haciendo un giro hacia atrás y desengancha el hacha de su espalda. Con los ojos brillando de furia descarga un hachazo con las dos manos sobre el lomo del animal, haciendo que éste retroceda aún más y le largue un zarpazo en la pierna. (2)

La furgoneta de Dexter arranca con un rugido. El guardabarros delantero hace añicos el muro de hielo que había levantado Jessica junto a él y arrolla a dos sabuesos infernales. Aunque la puerta lateral está abierta Jessica sabe que el vehículo va demasiado deprisa como para subir de forma segura... (3)

El techo de la casa crujió y al poco tiempo, cayó sobre aquel maldito chucho, o chucho maldito, como quisiéramos llamarlo, aunque no completamente encima ni con tanta fuerza como para acabar con él. Sabía que no iba a detenerlo durante mucho tiempo pero al menos me hubiera gustado retenerlo algo más de tiempo.

Mientras retrocedía, pasé del júbilo a la decepción en cuestión de segundos, el tiempo que tardó el chucho en librarse de las vigas de madera y reunirse con los demás, que no tardaron en saltar sobre nosotros.

Jessica fue la primera en recibir un ataque, por lo que corrí hacia ella, mientras veía de reojo como Scarlett y Jim se colocaban espalda con espalda para protegerse mutuamente. Mientras corría hacia Jess, dos sabuesos iniciaron la carrera para alcanzarme.

-Sí, perfectamente, prima -le dije cuando llegué a su lado, volviéndome para ayudar a defendernos, aunque no a tiempo, por lo que uno de los chuchos se echó sobre mí, lanzándome al suelo.

La intervención de Jessica para protegernos coincidió aproximadamente con la llegada de Nate al lugar, lo que suponía otra arma más a favor. Pero allí no íbamos a conseguir nada aparte de caer bajo las fauces de aquellos chuchos, por lo que me levanté rápidamente y entré de un salto en la furgoneta, poniéndola en marcha para ir en busca de Jessica. Los chuchos que había cerca de ella quedaron aplastados, al menos momentáneamente, por las ruedas, pero al volver la cabeza para buscar a Jessica, me di cuenta de que no iba a darle tiempo de subir.

Eso me parecía taaaan típico de ella, que por un momento pensé si seguir acelerando. Pero algo me detuvo. Quizás fuese que me importaba más de lo que creía, o que se suponía que debía ayudar a mi equipo y no dejarles en la estacada porque todos actuábamos en grupo.

Sí, seguramente sería esto último.

Así que pisé el freno y detuve en seco la furgoneta, preparado para arrancar en cuanto estuviese dentro.

-¡VENGA, SUBE! -le grité, viendo como los sabuesos corrían detrás de ella.

Ni llegué a enterarme de lo que pasaba a mi espalda, solo estaba pendiente de Jim y de quien le había derribado. La sangre me hizo ver que el corte había sido mayor y es que las orejas sangran mucho... y duelen. El demonio se revolvió contra mí, dejando a Jim libre y me dio un buen mordisco que perforó de nuevo mi ropa y mi carne, haciendo que mi rostro mostrase un claro gesto de dolor, tras otro de sorpresa al notar la cálida sangre de mi oponente salpicarme la espalda y el aumento del olor a azufre en la zona. Eso solo podía significar que Nate lo había matado.

Quise mirar al ángel, pero estaba demasiado pendiente de mi protegido. - ¿Estás bien, Jim? - Le pregunté tras sentir la punzada de dolor y ver como se levantaba y como sacó su hacha para enfrentarse de nuevo a la criatura. - No. Cubrir la retaguardia, ¿recuerdas? - Le dije al soldado, pero llegué tarde. Su hacha golpeó con fuerza el lomo de la bestia y este se revolvió a atacarle y el gesto de preocupación se reflejó en mi rostro con claridad.

Mi katana brilló de nuevo al ir a atacar al demonio. Debía caer antes de que nos hiriese más, sobre todo a Jim... y de nuevo asesté un nuevo golpe a la bestia del averno.

Solo la voz de mi primo me sacó de la tontería, ya que al voltear llamada por sus palabras y verlo ahí estacionado, esperando, asentí sin dudar y empecé a correr tan rápido como podía entre ese trozo de infierno que había tomado lugar en la tierra.

—¡Sálvalos! —dije desesperada, todavía a cierta distancia, para luego quitarme mi bolsa y lanzarla hacia el interior que dejaba ver la puerta abierta. Mis bocadillos eran importantes. Tuve entonces que correr un poco más antes de por fin lograr entrar a la furgoneta impulsada por un pequeño salto. Saber que estaba en un vehículo capaz de moverse a mucha más velocidad que mis poco deportivas piernas fue una gran ayuda para mi moral, tanto que finalmente pude coger suficiente valor y hacer algo que no me gustaba del todo por lo inestable que podía ser, pero que a su vez se sentía necesario en nuestra situación actual. La presencia de Nate allí era la mejor prueba.

—Espero que no vayas a verme como una especie de fanática, primo… —murmuré. No sabía si Dexter mi habría puesto atención o no, de cualquier forma comencé a decir enseguida: —Oh señor que estás en los cielos, ruego que me brindes un poco de tu sagrado poder para vencer a la oscuridad que nos amenaza; sé que no he sido una buena hija, que peco más de lo que purgo y mucho más de lo que confieso… pero hoy me ofrezco para ser tu herramienta en el juicio hacia los demonios que ensucian este lugar, ¡protégenos con tu luz, te ruego! —al tiempo que iba moviendo mis manos ahora de arriba hacia abajo hasta ponerlas en contrición. La magia celestial era mi punto débil y se escapaba de mi repertorio no porque no supiera conjurarla… sino porque era una atea a pesar de saber que había “algo más”, ¿pero cómo ser creyente luego de atestiguar tanta violencia y maldad? He ahí mi dilema…

Tras mi “rezo” empuñé mi cuchillo ritual y lo apunté hacia donde había más sabuesos; —¡Sanctuarium! —la magia se completó y entonces por los agujeros que creó Dexter en el techo comenzó a filtrarse un brillo intenso y sobrenatural, blanquecina sustancia que pese a su falta de solidez formó una especie de “cortina” o “muro” cuyo objetivo era tratar de encerrar a los caninos para darle a mis compañeros tiempo de escapar o bien oportunidad de rematarlos. Como lo divino me costaba tuve que concentrarme de más y por más tiempo, pero al menos estar cerca de mi primo me hacía sentir segura, así como nostálgica por alguna razón…

Resultaba irónico que no fuera tanto mi habilidad con la cadena sino el ímpetu de la vil criatura lo que dio como resultado su decapitación, pero no iba a quejarme por el resultado. El problema estaba en que el número de criaturas seguía siendo alto y yo había quedado desarmado.

Vi con alivio que Jessica subía al coche de Dexter, al tiempo que Scarlett continuaba peleando sin tantos canes encima pero aún en peligro. ¿Y quién era ese que estaba con ella? Sin distracciones. Viendo que la batalla, aunque se había ya reducido a alguno de los sabuesos, seguía en contra, corrí hacia donde había caído mi arma para intentar volver a usarla y apoyar los intentos de la maga en controlar a los infernales seres.

Jim llama la atención del sabueso infernal con la intención de distraerlo para facilitarle las cosas a Scarlett. Sin embargo la treta le sale demasiado bien y el demonio le muerde con fuerza hasta que la katana de Scarlett le atraviesa el cráneo. El cuerpo de la bestia se deshace en un montón de cenizas.

¿Siguiente paso? - pregunta el leñador, sangrando abundantemente por sus heridas.

Cuando Nathanael se agacha a por su látigo uno de los demonios salta sobre su espalda arañándole rabiosamente. Antes de que el ángel tenga tiempo de reaccionar siente una corriente de poder celestial descendiendo sobre Jessica. Los demonios que estaban tras los muros de hielo retroceden como si éste los estuviera quemando...

Mi golpe por fin fue certero y preciso. El sello de la katana brilló con la cercanía ya del aura del animal y la hoja pasó sin problemas, esta vez, por su cráneo. Lo pude ver con claridad antes de que se convirtiese en polvo. A mi espalda, otro había regresado al infierno gracias a Nate.

Sentía el dolor en mi cuerpo y sabía que cuando se enfriase iría a peor. Necesitábamos antibióticos para las heridas, de hecho hasta un médico de verdad... no yo. Y fue en ese momento que sentí como una fuente de energía cruzaba mi cuerpo y expulsaba a los lobos demoníacos. Miré hacia Jessy y la sonreí. Lo había conseguido.

Pero cuando Jim habló mis ojos se posaron en él y en sus heridas. La sangre fluía con intensidad por su cuerpo. Llevaba un maldito chaleco antibalas, no anti mordiscos de lobos del demonio. Yo quería seguir luchando, matar a ese lobo había hecho que mi corazón palpitase con fuerza de nuevo, que me sintiese viva otra vez y necesitaba más. Pero Jim... debía proteger a Jim.

- Ahora nos vamos cagando leches a la furgoneta. Necesitas atención médica y solo te la podré dar allí. Hay que frenar ese sangrado. - Todo es culpa mía. No debí dejarle coger sus armas y menos aún salir de la seguridad de su pick. up. - Me recriminé enseguida mirándole con preocupación a los ojos.

- En cuanto estés estable, te quedarás en la furgoneta y usarás tu rifle de asalto. - Le dije mientras cogía precisamente su rifle del suelo y su hacha deprisa, después de envainar mi katana. - No voy a arriesgarme a perderte. Quiero decir, a que le ocurra algo malo a un inocente y tú aún lo eres. - Miré a Nate mientras me llevaba o intentaba al menos llevarme a Jim. - Nate, ¿vienes y esperas a que estemos listos para cargar contra ellos? Son demasiados aún para ti solo y no sé lo que tardaré con Jim... es el hombre con el que comía en el restaurante, nuestro guía hasta aquí. - Le expliqué mientras me iba alejando, confiando en que Jim fuese sentato y viniese a la furgoneta.

No quería ni pensar que le haría un mordisco más. No quería ni pensar en la opción de perderle cuando aún no había sido ni mío.

La sonrisa de Scar me hizo estremecer ya que el momento fue bastante agridulce: por un lado obtuvimos algo de ventaja sobre los canes, pero por el otro Jim, el “menos preparado” de los cinco, terminó herido pese a todas las advertencias y esfuerzos en un intento de proteger a mi amiga.

Yo no era ella, pero me hacía una buena idea de cómo podría afectarle ver eso. Sabía lo mucho que podría resonar con su pasado y lo que podría significar de cara a su futuro emocional. Que luego las palabras de la otra cazadora casi parecieran contradecirme me hizo suspirar. En verdad esperaba equivocarme y que esa diligencia en las acciones de mi amiga no fuera negación. Nadie debería sufrir tanto.

Por otro lado el actuar de Scar también me hizo ver que no podía quedarme allí sintiéndome mal; los sabuesos ya estaban atrapados pero era imposible saber cuánto más resistiría aquel muro improvisado, para colmo Nate también resultó atacado. No podíamos relajarnos.

—¡Intentaré comprarles más tiempo, pero si se logran escapar tendremos problemas, hay que estar juntos! —sugerí pues de ese modo sería más fácil movernos, pero claro, una cosa era decir y otra hacer. A fin de cumplir con mis palabras enseguida imité una puñalada hacia el aire con la mano donde tenía del cuchillo, al mismo tiempo cerré la otra en forma de puño —¡Lux Divina! —y grité de forma agresiva con la atención puesta sobre los perros infernales.

A consecuencia de mi pequeño ritual el “muro” que convoqué antes dejó caer algunos copos de luz que rápidamente se convirtieron en pequeñas agujas, estas luego volaron como pequeños y agudos proyectiles hacia las bestias cercanas como un método de contención más violento comparado con mis típicos muros...

Tras un giro cerrado con la furgoneta, Dexter atraviesa el muro de luz divina creado por Jessica y vuelve a atropellar a uno de los perros.

¡Copiado! - Jim se lanza con Scarlett al interior de la furgoneta de Dexter justo antes de que ésta enfile la carretera de salida de la cabaña. Los sabuesos infernales que quedan en pie se lanzan en persecución de la furgoneta ignorando a Nathanael. Su velocidad natural los mantiene justo detrás de la furgoneta, que en un giro cerrado en una curva pierde un retrovisor al estrellarlo contra un árbol, perdiendo de vista la parte trasera de la furgoneta.

No pierdas tiempo conmigo - le dice Jim a Scarlett - Esos putos perros todavía están tras nosotros. - El ex-militar agarra el botiquín de la furgoneta y se hace un rápido vendaje de las heridas, consiguiendo que dejen de sangrar (1)

Se oye un rugido de los perros y la trasera de la furgoneta culebrea amenazando con salirse de la carretera.

¿Todavía están ahí detrás? - pregunta Dexter - ¡No puedo verlos!...

Jessica logró subir finalmente a la camioneta, pero aquello no había terminado ni muchísimo menos. Los sabuesos no se cansarían de perseguirnos a no ser que de verdad nos alejásemos de aquel lugar y también de su influencia, algo que tampoco podíamos hacer hasta que Scarlett y Jim estuviesen seguros.

La voz de Jessica me hizo volverme de nuevo hacia ella, sin comprender bien a qué se refería. Fanática o no, su magia era lo que estaba manteniéndonos con vida, y volvió a hacerlo de nuevo creando una cortina mágica que retuvo a los sabuesos lejos de los demás.

-Prima, ¿no se te ha ocurrido nunca trabajar en una guardería? Creo que lo de mantener encerrados a los pequeños demonios se te da estupendamente -comenté, con seriedad, a pesar de estar haciendo una broma, aunque al ver como les lanzaba unos proyectiles luminosos, torcí el gesto -. Mejor olvídalo.

Y pisé el acelerador, atravesando el muro para caer sobre los sabuesos de nuevo, aplastando a uno de ellos y sonriendo con la idea de que fuese aplastado por las ruedas. Cuando llegué hasta donde estaban Jim y Scarlett, estos saltaron al interior y finalmente, me dirigí a toda velocidad en dirección hacia el camino, viendo por el retrovisor interior como nos seguían.

¿Todavía están ahí detrás? ¡No puedo verlos!... -pregunté, mirando hacia atrás un instante, solo para confirmar que efectivamente, nos perseguían como si no hubiese un mañana. Mientras, Jim estaba curándose las heridas con ayuda de Scarlett; no parecía grave, aunque lo importante era que estábamos todos de una pieza.

Al estar en la cabaña, puede que en el momento en que nos alejásemos de ella, perdiese su influencia y los sabuesos se disipasen, pero no las tenía todas conmigo. En cualquier caso, apreté el acelerador mientras maniobraba para no estrellarnos con nada o simplemente terminar volcando.

Al menos Jim me hizo caso. Por su forma de responderme me había colocado como su oficial al mando. Se me hacía raro, pues jamás instruí a alguien y ahora parecía que me tocaba hacerlo con él. Por lo menos sabía que en combate obedecería mis órdenes y eso era un punto a favor.

Dexter frenó a unos metros, los suficientes como para ayudar incluso a Jim a llegar de una pieza y al subir cerrar la puerta mientras Dex pisaba a fondo. Dejé el rifle y el hacha en el suelo del vehículo, de tal manera que no pudiésemos cortarnos y dejando  puesto el seguro al rifle. Mientras, vi como Jim comenzaba a curarse y me di cuenta que Nate se quedó fuera.

Al menos los lobos nos seguían a nosotros.

Mientras Jim se iba vendando, me quité los guantes y cuando abrió el botiquín cogí una venda para ayudarle y escuché sus palabras. - Jim, mírame. No eres una pérdida de tiempo para mí. De serlo hubiésemos seguido ahí fuera en lugar de entrar aquí y ayudarte con las heridas. - Le había remangado la camisa y le limpié la piel de la sangre con un poco de agua oxigenada y gasas sin tocar la herida. Usé gasas limpias para la herida y ver la profundidad del mordisco de un lado y el otro he hice presión sobre las heridas con las gasas, sintiendo como se humedecían.

- Tendremos que conseguir antibiótico. Creo que llevo en mi botiquín, no el que compré en la tienda de Hunt, sino el que llevo para cosas como esta, pero no sé si habrá para los dos. Te haré un vendaje compresivo para frenar el sangrado, si notas que se te duerme la mano o pierdes sensibilidad me lo dices y vemos si has dejado de sangrar y te pongo uno más suelto. Hay que controlar esas heridas, los mordiscos de estos lobos son como los de un animal común, se infectan enseguida y duelen durante días. Los dos nos vamos a acordar de este día. - Le sonreí y me señalé el brazo, donde se veía, a pesar de ser negro, una mancha de humedad en él. Era mi propia sangre, fruto de los mordiscos recibidos.

- Por cierto Jessy, cogí esto para ti también. - Y le lancé una bolsa de chuches. Sabía que le encantaban esa cosas.

- Al menos el arañazo que tengo en la pierna no es gran cosa, o eso espero. Lo veré en cuanto el cuerpo se enfríe. - Le dije a Jim mientras le vendaba el antebrazo, dejándole unas gasas con betadine sobre los mordiscos. Tenía que hacerle una cura mejor, pero no en un vehículo en marcha. - Pero sin duda lo tuyo es peor. - Al terminar abrí mi botiquín particular y saqué una jeringuilla y miré el frasco de antibiótico, luego miré a Jim. Por el peso, había suficiente para él, así que cargué la jeringuilla. - Necesitaré su trasero, soldado. Y lo siento, el analgésico también es inyectable, te vas a llevar dos pinchazos... - Dije mientras preparaba la segunda banderilla y una tercera para mí.

- La parte positiva es que podrás vengarte luego. No necesito toda la nalga, con que sea la parte superior lo que me dejes libre llega... eso y que los baches no lo estropeen todo. Por cierto, Jessy, gran trabajo con tu último conjuro. Veo que por fin empiezas a controlar tu punto débil. Nos vendrá bien con ellos... necesitamos deshacernos de ellos. Si un demonio custodiaba los restos de la cabaña es que o bien se quedó atrapado allí o alguien quiere ocultar algo. - Y cuando Jim estuvo listo, le puse ambas inyecciones tras limpiarle la zona con alcohol. - Listo. - Le dije. - Mi turno.

Y me di la vuelta y bajé el pantalón algo más que lo suficiente para la inyección. Luego le señalé el lugar con el dedo. - Con decisión, Jim. Pinchas,  inyectas y fuera. Acuérdate de usar el alcohol antes. - No sabía si había pinchado alguna vez a alguien, pero no iba a ponerme a elegir en ese momento.

- Dexter, los llevamos pegados al culo de la furgoneta. ¿Qué tal si nos agarramos bien y frenas en seco? Quedarán mínimo aturdidos por el golpe que se van a dar. - Miré a Jim. - ¿Te vez capaz de seguir cuerpo a cuerpo o prefieres disparar desde la furgoneta y voy rematando yo? Harás más daño con tu rifle que si te dejo la katana pequeña, con ella solo podrías rematar... vale, también herirles, pero hace menos daño que la grande y lo siento, me gustan las cosas grandes... - Y sonó a insinuación de nuevo. ¿No podía parar?

- Jessy puede cubrinos con su magia, incluso herirlos y Nate no tardará en llegar. - Dije segura de ello. - ¿Os parece buen plan? Decidiros rápido, en cuanto me enfríe me costará más combatir cuerpo a cuerpo, porque me van a doler las heridas y llevo más de un mordisco en el cuerpo.

Apreté mis dientes al sentir el arañazo, y girandome para ver de frente al enemigo, noté aquella magia clerical que pretendía proteger. Sorprendido, giré mi mirada hacia Jessica, y tengo que admitir que me quedé... Bueno, como un idiota mirándola. Para cuando fui consciente de que el tiempo seguía pasando y el peligro era inminente, ya la furgoneta se alejaba con los sabuesos siguiéndoles. Arriba, Nathanael. Céntrate. Me puse en pie, y nuevamente con la cadena a mi disposición, seguí el coche y a sus perseguidores; mi intención era la de irlos mermando mientras su atención estuviera en los demás. Por suerte, quien los hubiera invocado no había tenido en cuenta mi presencia o existencia. No todavía, al menos.

—Quizás te parezca extraño… pero ya me lo han dicho en otras ocasiones. Y también que a veces me comporto como cría, vaya ironía, ¿no? —le respondí a Dexter con un intento de humor —No olvidaré que uno de los primeros chistes que me has hecho fue al estar amenazados por perros endemoniados, primo, lo siento — y claro, no perdí la oportunidad de rematar impulsada gracias al hecho de que mi demostración religiosa no había ahuyentado a mi compañero y familiar.

La intensidad del pequeño viaje me obligo a sujetarme del asiento para no caer o terminar golpeada por el interior de la furgoneta. Afortunadamente Scar y Jim lograron abordar pronto para empezar con el tratamiento de este último, aunque dejar a Nate atrás me causó cierta preocupación. Sabía que él era fuerte y especialmente “dotado” justo contra esta clase de enemigos, pero no podía ignorar lo caótico de toda la situación y el velo que hasta cierto punto parecía ocultar otras cosas, además como usuaria novata de la magia celestial me habría encantado tener cerca al que era capaz de ponerme los pies en la tierra. Solo la voz de mi amiga me devolvió a la realidad…

—¿Huh?, ¿para mí?, ¡gracias!

…aunque por estar distraída casi me llevo un buen golpe en la cabeza con la bolsa de chuches. Menos mal que logré atraparla justo a tiempo.

—Oye, oye… veo que las cosas están por ponerse íntimas aquí, así que yo iré… hacia allá, ¿vale? —dije en cuanto escuché a la otra cazadora pedir que Jim mostrara el trasero, esto al mismo tiempo que por dentro me sentía más aliviada, es decir, obviamente los últimos en subir a la furgoneta estaban heridos y necesitaban tratamiento, pero podían hablarse mutuamente y las cosas hasta parecían ir progresando hacia unas circunstancias controladas. Ahí estaba la fuerza de Scar y al parecer la de Howlett también.

—Primo, no quisiera distraerte y no sé si escuchaste antes cuando lo dije, pero me temo que los sabuesos no están solos; unas huellas sospechosas llevan hacia las entrañas del bosque, por lo que en tu lugar yo no llevaría la furgo para allá, o puede que terminemos en su nido antes que dejarlos atrás —le recomendé a Dexter aunque confiaba en sus instintos… hasta que sentir cómo aceleraba me obligó a buscar de nuevo algo de donde sostenerme. —¡Recuerda que llevamos heridos! —advertí. Curiosamente en ese momento la más asustada bien podría ser yo.

Un poco después volví a escuchar a Scar que al parecer estaba ya en la última fase para recuperarse. —Podría intentar encerrarlos de nuevo para retrasarlos, lanzarles proyectiles desde aquí… o intentar encantar la furgo para convertirla en una asesina de demonios motorizada, aunque de esto último no estoy tan segura, nunca tuve un vehículo para intentarlo antes —le contesté —De cualquier forma, sí, haré todo lo que pueda para mantener las mordidas a raya, que esas heridas que tienen se ven como algo que no quisiera recibir… —quedaba del resto decidir hasta qué punto pretendían que apostáramos con mi magia, que como casi todo en mi vida tenía un componente caótico.

Mientras esperaba por sus respuestas miré por la ventana intentando encontrar a Nate, para ello busqué la luz, pero también al mismo tiempo me encontraba algo paranoica por las mentadas huellas, me preocupaba que su origen no encontrara a nosotros antes de que fuera al revés…

Los sabuesos nos seguían y eso era bueno para Nate, que se había quedado atrás pero con posibilidades de salir del lugar. De hecho, a la vista de cómo venían detrás de nosotros, me atrevía a decir que él había tenido más suerte que los demás.

Mientras miraba hacia atrás con cierta desesperación, vi como Jim intentaba restarle importancia a sus heridas. No me hacía falta escuchar a Scarlett para saber que eso no iba a funcionar, mucho menos después de haberse fijado en él. Scarlett podía trabajar en solitario, pero no abandonaba jamás a nadie. Además, entre ellos había demasiadas cosas por terminar como para darlo por perdido tan pronto. Scarlett también estaba herida, pero era fuerte y aguantaría, sobre todo mientras hubiese alguien más que necesitase de su ayuda.

Sin embargo, si no nos librábamos de los sabuesos, ninguno de nosotros iba a terminar demasiado bien, ya fuese antes o después.

Mientras atrás todo el mundo parecía curar a todo el mundo, en una escena que por momentos me parecía sacado de una mala película, yo seguía ocupado intentando no acabar volcando ni permitiendo que los sabuesos se acercase demasiado.

-No creo que sea muy buena idea, Scarlett. Si fuesen animales normales te diría que sí pero en este caso... creo que lo mejor que podemos hacer es o bien efectuar alguna clase de contrahechizo que anule la invocación o alejarnos de la zona de influencia, porque lo más probable es que estén atados a ese lugar y que antes o después desaparezcan... o eso creo.

Pero por más que yo hablase en serio, Scarlett no hacía más que lanzar mensajes con doble sentido en dirección a Jim. Estaba claro que necesitaba pasar una noche, un día o una semana entera con aquel hombre para poder pensar en otra cosa. Nunca había entendido aquella obsesión por algo tan efímero.

Jessica me dijo que no llevara la furgoneta hacia el bosque, lo que hizo que me volviese hacia ella un instante.

-No voy hacia el bosque, sino en dirección a la carretera -le corregí, negando de nuevo con la cabeza. 

El problema persistía y la opción seguía siendo alejarse o anularlos. Scarlett sugirió herirles mágicamente, pero yo estaba más por intentar confundirles.

-Quizás podrías lanzar algún hechizo que les hiciera perder la pista o que nos ocultara. Eso iría casi mejor, ¿no? En cuanto a Nate, creo que lo mejor que puede hacer es volver a la ciudad. Los sabuesos no tienen ningún interés en él y es mejor que continúe así.

La verdad era que debía curar mis heridas, al menos alguna antes de bajar, pero era primordial acabar con ellos cuanto antes y Dexter no se daba cuenta de una cosa. - Nosotros somos su zona de influencia, Dexter. Nos los han lanzado a nosotros, por eso no han ido a por Nate. No tienen interés en él. Podremos ir al otro lado del mundo que nos perseguirán siempre y dudo que tu furgoneta tenga tanta gasolina como para llegar hasta allí y mi paciencia te aseguro que será menor conforme te alejes y creas que se van a esfumar porque sí. - Le respondí al cazador, que parecía saber pero que dudaba a la vez.

Miré hacia atrás y traté de contarlos*, eran demasiados para mí sola, pero contaba con Nate y seguramente con Jessy. Me miré el brazo, la ropa negra no dejaba ver la sangre, y puse mi mano sobre él apretando con fuerza. Seguramente esa sería la herida más fea que tenía de todas.

- Si no vas a parar, frena. Me apeo aquí. No voy a permitir que saques a estas cosas del bosque y las expongas a inocentes y menos aún que acaben en los medios de comunicación porque alguien las grabe con el móvil. - Le dije seria a Dexter. - Un cazador no huye, al menos no un Van Helsing y menos aún pone en peligro la vida de inocentes. - Y eso me hizo mirar a Jim. Le recordé gritar asustado cuando se le hechó uno encima y como se jugó el cuello por ayudarme recibiendo aquella herida que podría haberle matado.

- Y tú eres un inocente, Jim. Agradezco tu ayuda y espero verte más tarde, porque tendrás que recuperar tu pick up. - Le sonreí en parte molesta por lo que iba a decir. - Dexter se encargará de que no te pase nada más, creo que has tenido suficiente por hoy y estarás más seguro huyendo en La furgoneta. El poder de Nate y mi katana tienen que servir para mermar esas fuerzas. Cuando esté todo limpio, os llamaré.

Y miré a Jessy, quizás mi idea fuese un suicidio, pero no tenía intención de poner a nadie más en peligro y Dexter iba de camino a hacerlo. Mantener todo esto oculto bajo un manto de sombras era básico y él estaba a punto de sacar a aquellas bestias a la luz. No podía permitirlo. - Te juro que me encanta tu idea de convertir esta chatarra en un arma destroza demonios, Jessy, pero como dijiste, mejor no arriesgar, no sea que falle y el vehículo se detenga de golpe y Dexter se haga caquita en los pantalones.

No pude evitarlo... huir, solo pensaba en huir y ver si se esfumaban.

Miré a Jim, hubiese sido divertido cuanto menos conocernos más a fondo, pero sabía que no podría ser. No iba a dejar culminar la insensatez de Dexter ni a ponerle más en peligro. No era un cazador. No estaba preparado aún. Al retirar la mano de mi brazo vi la sangre fresca en ella. - Si quieres ayudar, cuando Dexter baje la velocidad, abre la puerta trasera de a furgoneta y dispara con tu rifle a esas cosas. Los herirás y ralentizarás mientras salto del vehículo.  - Le indiqué a Jim y le miré a los ojos y a sus labios, por un instante decidida a besarle.

Pero solo fue un instante.

Enseguida localicé mis guantes y me los puse. - Estoy lista para salir. - Iba a pagar cara aquella acción... y es que mis hedidasno dejanan se sagrar.

—Pensé que te alejarías de la civilización—comenté un poco sorprendida a Dexter, sin embargo por el estrés que nos rodeaba en ese momento puede que él estuviera pensando algo que yo no había considerado. Su petición fue bastante racional. —Sí, creo que podría intentar hacer algo para separarnos, aunque quizás me tome algo de tiempo… —le advertí.

Con Scarlett las cosas dieron un giro pues su perspectiva estaba mucho más orientada a la lucha que al escape; sus argumentos fueron muy sólidos también, todo sea dicho, y debido a eso yo llegué a sentirme en medio de una encrucijada cuando el siguiente paso dependía de qué plan decidiera seguir.

—Bueno… —antes que nada sonreí a mi amiga por el hecho de apoyar mi loca idea —Mi especialidad son los muros; si logro encerrar una vez más a los sabuesos tendrían tiempo de atacarlos y a la vez dejarían de perseguir la furgoneta; por otro lado si de hecho son perseguidores creados específicamente para nosotros como resultado de una maldición bien podría probar a romper el hechizo que los convocó o incluso a repelerlos de este plano… pero para hacer cualquiera de esas cosas necesito mantenerme relativamente cerca… o sea que yo también tendría que bajar o Dex tendría que dar unas cuantas vueltas —recorrí con la mirada a los presentes —Sigue habiendo riesgos pero son menores, y si todo sale bien podríamos librarnos de esas bestias con una combinación de cortes, luz y velocidad —expuse.

Una vez dicho lo anterior suspiré y cerré los ojos para comenzar a buscar la concentración que necesitaría, pues independientemente de si bajaba o lo hacía desde la furgoneta, lanzar un conjuro así requería que estuviera centrada en mis objetivos y en la sensación peculiar de canalizar el poder divino que solo me era prestado. Traté de visualizar la cantidad de enemigos, la forma en que quería proyectar la magia y el sentimiento magnánimo que debía alcanzar para no ser considerada indigna a medio despliegue.

 Cuando me sentí preparada tomé un puñado de caramelos de mi bolso y sin pensarlo me los eché a la boca. Entonces abrí los ojos. —Yo también estoy lista ya…

No me refiero a eso - rebate Jim - Si el soldado herido es capaz de tratarse solo lo que tienes que hacer es procurarle un entorno lo más seguro posible - Sin embargo no se niega a ser atendido por Scarlett, que le limpia y le pone unas cuantas grapas quirúrgicas en otras heridas menores (1). Luego le toca el turno a él, y Scarlett tiene la sensación de que hace más pasadas de las estrictamente necesarias con la gasa empapada en alcohol. El pinchazo es doloroso, pero no tanto como sus otras heridas. Y la limpieza y desinfección de sus heridas la hace con la eficiencia de un soldado experimentado en combate: eficientes pero sin florituras. Las marcas quedarán ahí. Otras más para añadir a la colección (2)

En cambio Jim no tiene nada que añadir al plan de Scarlett - Tú mandas - Dice metiendo un nuevo cargador.

La furgoneta de Dexter sigue culebreando por el bosque, intentando mantenerse lejos de los demonios. En algún momento el joven cazador se da cuenta de que se ha salido de la carretera principal y tomado un camino secundario que hace retemblar la suspensión. Jessica y Scarlett se asoman por los laterales del vehículo, contando cuatro sabuesos infernales persiguiéndolos. Los dos más rezagados tienen marcas de neumáticos sobre sus cuerpos y son los que aúllan con mayor fuerza y rabia. Los que van en cabeza están lanzando zarpazos contra las ruedas traseras en un obvio intento de reventarlas o arrancarlas y conseguir que la furgoneta se estrelle...

El coche no tarda en perderse de vista con los cuatro sabuesos infernales detrás. Está claro que quien los envió iba tras los humanos y por lo tanto los demonios no tienen interés en Nathanael.

¿Hola? - Las alas sobrenaturales del ángel están a punto de desplegarse cuando escucha esa voz, femenina, como un susurro apenas audible que llega desde las ruinas de la cabaña - ¿Hay alguien ahí? ¡Por favor, ayuda! ¡Estoy atrapada aquí abajo!...

Huir era el primer pensamiento, sobre todo porque de esa manera seguía convencido de que los sabuesos terminarían por ignorarnos. No estaba de acuerdo con Scarlett en que iban a ser un peligro para los demás, porque tal y como había dicho, contradiciéndose, nosotros los habíamos activado e iban directamente en nuestra búsqueda.

Sin embargo, sí que tenía razón en una cosa. No íbamos a conseguir dejarlos atrás y en cuestión de segundos me di cuenta de ello. Los sabuesos corrían demasiado y estaban ya alcanzando la camioneta, intentando morder las ruedas y hacernos volcar.

Así que tuve que tomar una nueva estrategia, la que había sugerido Scarlett.

-¡AGARRAOS! -bramé, un segundo antes de frenar en seco para conseguir que los sabuesos se estamparan contra la camioneta, pero girando el vehículo para quedarme lateralmente. 

Con los dos sabuesos más adelantados fuera de combate, al menos momentáneamente, disponíamos de tiempo para encargarnos de todos ellos, pero solo si no fallábamos y actuábamos de manera conjunta.

-Está bien, acabemos con ellos -dije, bajando de la camioneta y colocándome delante de ella, con el revolver preparado para disparar. Lo único que necesitaba era no fallar, y que mi prima hiciese el resto.

Si se empeñaban en venir hacia nosotros, no dudaría en acabar con ellos y hacerlos pedacitos, y estaba seguro de eso a mi pasajero oscuro no le parecería una mala idea después de todo.

-Jess, haz lo que tengas pensado, pero hazlo ya. Intentaré comprarte el tiempo que necesites.

Venid a mí, pequeños engendros.

Entonces apunté... y empecé a disparar.