Partida Rol por web

Cita:

Te tomo la palabra. Bien, pues si todo está dicho voy a "recuperar" ese "extraviado" cofre.

El resto del viaje se resuelve sin incidentes, hablando y discutiendo temas incoherentes para cualquiera no ilustrado, pero apasionantes para vosotros.

Pronto llegáis a una casa, la de Eban. La puerta está cerrada

Eban rebusca en su túnica en busca de la llave, pero lo la lleva consigo, y termina por llamar a la puerta.

Como con casi todo lo que hace alguien a quien acaba de conocer, Anhknut está atento a ver qué ocurre y quién abre la casa que Eban dice que es la suya, aunque no tenía la llave para entrar, y eso es un poco raro....

Tras un buen rato, la tranca de madera del interior se descorre la tranca de la puerta desde dentro.

Pero la puerta no se abre.

Eban la hace mover y entra poco a poco en su casa con paso cuidadoso, seguido de Anhknut.

Entonces, de detrás de la puerta, sale una mujer, Es una mujer morena, con la piel pálida y apenas sin ropa, que deja ver bien un cuerpo esbelto y algo frágil, cubierto por tatuajes y pircings, y varias heridas muy graves, que ya han sido curadas pero que tienen que ser muy dolorosas y mortales si no se hubiesen tratado a tiempo.

La mujer sostiene un cuchillo en una mano, pero no parece amenazadora.

-Ah...eres tu...

Su voz es débil y cansada, le cuesta hablar, mantenerse en pie y hasta respirar.

Poco a poco se encamina a el montón de cojines que hay en esta misma habitación, que tiene el aspecto de una cama improvisada pero bastante cómoda. Con cuidado se deja caer y se tapa su cuerpo casi desnudo con una manta de piel de oso.

Os mira intrigada.

-Lo tienes? Y quien es él?

Tras observar no sólo la actitud sino también la apariencia de la mujer que parece sólo ha empezado a causarles problemas, Anhknut opta por presentarse él mismo tras la pregunta de la extremadamente bella mujer:

- Buenos días, señora. Mi nombre es Anhknut, y estoy aquí a petición del Sumo Sacerdote del templo de Derketo aquí en Shadizar. Supongo que Eban, aquí presente, es mucho mejor que yo en lo que se refiere a curar heridas y demás, pero si puedo ayudaros con esas lesiones, sólo tenéis que pedirlo.

Sea o no la mujer alguien pérfido, no va a dejar de prestarle ayuda si está herida, así de sencillo.

... Mira que soy estúpido ¡Va y se me olvida la llave! Esta cabeza mia...

Cuando Perla abre la puerta y me reconoce se me pasa un poco el bochorno por mi descuido, tengo muy buena memoria, al menos bastante buena, pero lo malo es que es bastante selectiva y a veces se me despistan cosas sin importancia, como dejarse las llaves dentro de casa.

Escucho paciente como Anhknut se presenta.

- En efecto, Urkenethets le pidió que me acompañara, a lo que él muy amablemente aceptó. Es un hombre sabio y amable, no te preocupes- Respiro un momento mientras decido mis siguientes palabras - El sumo sacerdote me entrego lo que me dijiste, pero no he logrado saber que contiene exactamente la bolsa, por lo menos a simple vista. Perla, ¿Sabes tú lo que es?

Aún no saco la bolsa del interior de mi túnica, quiero ver si me dice lo que contiene la bolsa, ya no es simplemente curiosidad, ahora me intriga profundamente que se trae entre manos esta muchacha.

Perla parece extrañada por la aparición de Anhknut, pero tampoco es que le moleste demasiado.

- Si Urky* confía en ti será por que eres un buen hombre. Como Eban ha dicho, yo soy Perla. Creo que no hace falta que te diga que nada de lo que veas y oigas aquí deberás decirlo a nadie. Verdad?

Espera a que Eban acabe de hablar y atropella sus últimas palabras, con tal de no dejar tiempo a especulaciones ni a mas preguntas.

-Claro que lo se, por que te crees que te mandaría a buscar algo que no se que es?

Ahora estáis dentro del circulo de confianza, y es mejor que no hagáis muchas preguntas, no os conviene saber mas, y nada de comentarle esto a los otros dos...

Dice refiriéndose a los dos aventureros que llegaron con ella a tu casa.

Y bien?...

Pregunta cansada. Se coloca algo mejor, mas cómoda y sin miraros. Está claro que las heridas van a tardar un tiempo en curarse, y que el cansancio le ha hecho mella.

Donde está el polvo?

Miro dubitativo a Perla, meto la mano dentro de mi túnica y desato el cordelito que mantenía la bolsa sujeta a mi cinturón mientras miro de reojo al estigio. A los pocos segundos saco la bolsita y se la entrego a la muchacha.

- Aquí tienes...-

Acto seguido me dispongo a irme a la cocina.

- Voy a comer, tengo habre. ¿Quieres algo? No tengo mucho, pero algo quedará...- Digo mirando a Anhknut.

Gracias..

Perla coge impaciente la bolsita y se incorpora sobre su lecho. Recoge el cuchillo del pan del suelo y abre cuidadosamente la bolsita con algo de esfuerzo mientras sostiene la manta con los codos para tapar sus pechos.

Entonces introduce la punta del cuchillo en la bolsa y la saca con un pequeñísimo montoncito de este polvo negruzco.

Sin ningún miramiento, se tapona una fosa nasal con un dedo y se introduce el montoncito en la otra para acto seguido inspirar potentemente. Bueno, todo lo potente que le permiten sus pulmones cansados y magullados por la batalla.

-AAAhhh....

Reinspira repetidamente  para despejarse las fosas nasales y se retoca un poco la nariz con el dorso de la mano.

-Cuando veas a tu superior, dile que sigue haciendo un trabajo excelente.

El sutil acento Zíngaro de Perla ha desaparecido por completo tras la esnifada, y parece que le cuesta menos trabajo hablar.

Cierra bien la bolsita y la coloca bajo la manta.

Eban. Lava bien este cuchillo, no creo que quieras ningún accidente.

Echo esto, Perla se recuesta otra vez y se queda lánguida y adormecida por un buen rato.

Antes de ir a la cocina cojo el cuchillo y me lo llevo allí. Una vez en la cocina cojo un pequeño paño y colco el polvo sobre él.

Lo examino detenidamente, estoy tentado de probarlo, pero seguramnte será algún tipo de droga, así que mejor no, no quiero quedarme atontado...

Vuelvo a la sala y rebusco en las estanterías, cojo un pequeño frasco de cristal, algo para hacer fuego y algunas cosas más, después me giro con las manos ocupadas hacia el estigio y pongo cara de cicumstancias.

- Acompañamé...-

Mientras Perla descansa en la otra habitación enciendo un pequeño fuego en la cocina y pongo a hervir agua en un frasco de cristal, después le añado parte del polvo y lo hago pasar a otro frasco más tibio, removiendo con movimientos de muñeca...

Observo el frasco mientras lo levanto por encima de mi cabeza, veo que Anhknut también está interesado.

-¿Que te parece...?-

En un momento dado, el Estigio se separa un poco y corre a lavarse las manos.

Vaya...

Parece algún tipo de Polvo de Loto... Loto Negro seguramente...

Pero es extraño, No se asemeja en nada al que ya había visto. Está tratado de un modo que jamas había visto.

Como puede ser que Urkenethets esté trabajando con algo así?

Imito al estigio cuando se lava las manos, frotándomelas con fuerza una contra la otra mientras me encojo de hombros.

- No sabría decirlo, no le conozco de nada, aparte de lo que he hablado con el esta mañana...-

Empiezo a recojer todo lo quehe usado y lo lavo, después lo dejo encima de las mesa de la cocina para que se seque.

- De todas formas esto no me gusta nada, esperemos a que lleguen los demás para ver que se disponen a hacer -

Abro mi pequeña alacena y cojo dos piezas de fruta seca, algo pasada ( los dátiles se los comió el melenudo) y le doy una a Anhknut.

- Toma, está bueno - Mi cara refleja más ironía que otra cosa, seguramente estará bueno, pero no tanto como cuando estaba fresca.

Es la hora de almorzar y tengo hambre.

El Estigio come encantado de lo que le ofreces.

-Y no crees que deberíamos preguntarle algo a Perla?!? no sabes gran cosa de ella. Y tratando con estos productos...

-Los otros? con quien mas ha venido perla? Tardarán mucho? Te fías de ellos?

... Ni confía en Perla ni se si puedo confiar en tí... Pienso tras las palabras del estigio... De todas formas la piedra ya está rodando, solo tenemos que ver donde va a parar...

- La acompañaban, parece que formaban parte de un grupo más grande, pero perdieron a los otros en una pelea o algo parecido, en la que salieron malparados, por eso vienieron aquí...- Hago una pausa para intentar definir bien como són los acompañantes de Perla y poder descibirlos adecuadamente-... Dos de ellos són barbaros, del norte, un hombre y una mujer, también les acompaña un Zamorío, un ladronzuelo parece, de aquí mismo de la ciudad. Me fio de ellos lo mismo que de cualquier persona que me puediera encontrar por la calle, nada, pero me han caido bién -

Le doy el último mordisco a la fruta y me limpio las manos con un trapo.

- ¿Que le preguntarías a Perla? Puedes hacerlo tu mismo...-

Dado que Anhknut no es una persona dada a demasiadas sutilezas ni circunloquios, sobre todo cuando lo que puede jugarse es su propia vida, decide abordar directamente a Perla sobre los dos problemas que han aparecido a lo largo del poco tiempo en que ha tenido relación, indirecta primero y directa ahora, con ella.

- Señora, no quiero ser brusco, pero si voy a ayudaros, necesito primero tener respuestas sinceras a varias preguntas. En primer lugar, os diré que un par de hombres han aparecido mientras veníamos de camino aquí para advertirnos de que era mejor que no os ayudáramos. Al principio, pensé que eran matones contratados para intimidarnos, aunque lo cierto es que, en esta ciudad, hubiera sido más habitual el contratarlos, directamente, para que desapareciéramos sin dejar rastro. Y creo que no les hubiera resultado difícil conseguirlo, puesto que ninguno de los dos somos hombres de armas. Pero, conforme nuestro encuentro avanzaba, me pareció que la intención de esos individuos era, más bien, ahorrarnos problemas que, según parece, vos acarreáis sobre quienes os ayudan. Y, por otra parte, me gustaría saber por qué motivo tenéis relación tan directa con una sustancia potencialmente tan letal, y sin duda peligrosa en cualquier caso, como es el Loto. Siento ser directo, pero pienso que andarnos con rodeos sólo serviría para haceros perder vuestro tiempo y, probablemente, también el mío.

Me quedo en la cocina cuando el estigio se dirige a la habitación donde está Perla, cuando empiezo a oir todo lo que dice me golpeo la frente con la palma de la mano.

... ¿Pero como se le ocurre decirselo todo? A saber que clase de amigos, o enemigos, tiene esa mujer...

No es que me importe lo que piense Perla, pero me gusta siempre guardarme las espaldas sabiendo algo que otro no sabe, por si acaso.

De todas formas ya está hecho, así que me asomo por la puerta con los brazos cruzados a la espera de alguna respuesta.