Partida Rol por web

Estáis frente a la amenazadora entrada de la Cueva de los Murciélagos, en lo alto del cerro. Todo es roca y viento aquí, a diferencia del bosque que habéis dejado atrás. No podéis ver mucho de lo que os depara el interior, pero podéis oír algunos leves chillidos de sus alados habitantes que se preparan para salir en unas pocas horas a la noche.

Comienzo a golpear la yesca para empezar prender la antorchas mientras miro a Ramiro divertido.

-Jejeje, te puedes desquitar de ser un saco si entras tu primero -le comento con risas.

Escuchaba le sonido de los murciélagos que debían estar nervioso por salir en cuanto llegase la oscuridad, y miré a mi hermano Pedro:

-¿has traído merienda?, comienzo a tener hambre, y no creo que esos bichos estén muy buenos...

—Claro que entraré primero. Vosotros estáis siempre distraídos, y aunque viéseis un oso frente a vosotros en la cueva no os daríais ni cuenta —respondo a Teo justificándome.

Después cojo la antorcha que éste ha encendido, para decir— Venga, vamos dentro. Y no perdáis la cuerda, que seguro que nos viene bien.

- ¿Crees que porque soy un poco más fuerte que tú estoy todo el día pensando en comida? Haber pensado antes en ello. -Le solté a mi hermano con cierto tono de enfado.

Gruñendo por lo bajo agarré la cuerda y me acerqué a la entrada de la cueva, los sonidos que se oían dentro no eran nada halagüeños. Malditos murciélagos.

- Nosotros te seguimos...

Gracias a la luz de la antorcha podéis ver un buen trecho del túnel de entrada sin apenas entrar más que unos pocos pasos, transportándoos casi a un mundo mágico: trozos de piedras alargadas cuelgan del techo de la cueva como si fueran gotas de agua petrificadas, las paredes laterales son muy irregulares y crean multitud de formas diferentes, las rocas surgen por doquier formando montículos, plataformas, superficies recortadas por un sinfín de capas asemejando las olas del mar, enormes castillos de infranqueables torres, arcos infinitos. Jamás habíais visto nada igual y desde aquí, la cueva parece no tener fin.

Doy un golpe en el hombro a Ramiro:

-¿ves algo?, ¿queda mucho?

Daba pequeños empujones por la emoción, mientras de vez en cuando lanzaba alguna mirada de reproche a Pedro...

—Shhhhh... Calla —digo a Teo llevándome un dedo a los labios y bajando la voz—. He visto huellas de un animal por la entrada. No sé que animal es, pero podría estar por aquí. Así que no hagas mucho ruido, no quiero que nos ataque en la oscuridad porque te oiga quejarte.

Dicho esto, avanzo con cautela por la cueva. Cuanto menos tiempo estemos por aquí, más seguro será para todos.

Caminaba el último mirando embobado las maravillas de aquella cueva, iba tan absorto que tropecé con una piedra que hizo que me agarrara a Teo, que iba delante de mí, para no caer.

- ¿Animal? ¿Qué animal? Si hay alguna bestia horrible ahí dentro igual sería mejor que nos fuéramos ¿no? -Sabía que aquello era una estupidez, no teníamos tiempo de esperar a que el animal, si es que existía, saliera de su guarida para dejarnos a nosotros investigar en paz,... la vida de padre estaba en juego.

No podía descolgarme del resto ya que yo era el que menos luz recibía, pero precisamente por eso iba más lento que ellos. Decidí agarrarme a la camisa de mi hermano para no acabar perdiéndome en la oscuridad.

- ¿Ves el final ya?

Llegáis hasta una gran cámara irregular con extrañas formas. El suelo, salpicado por un ejército de estalagmitas, desciende en una pronunciada pendiente conforme se adentra en la cueva. Más allá, al final de la pendiente, se abren dos estrechos pasillos, uno de los cuales continúa de frente y el otro en dirección nordeste. Ambos túneles poseen prácticamente idénticas características y no hay uno que parezca mejor opción que el otro a simple vista.

Atento por si hay más rastros o huellas, encuentras en el barro de nuevo las mismas marcas de garras. El problema es que esta vez ves como a cada paso van transformándose paulatinamente en huellas humanas, no excesivamente grandes ni anchas. El rastro se pierde en el suelo rocoso sin que haya manera de averiguar por donde continuó andando ese ser.  

—¿Os gusta más uno que otro? —pregunto a mis hermanos en vista de la encrucijada que tenemos delante. En caso de que no se decidan, arrimo la antorcha a uno u otro, por si hiciese corriente por alguno de los dos.

Si no nos decidimos, vamos por el que quede más cerca. Algo me dice que tendremos que acabar recorriendo los dos caminos.

Observo los dos túneles, e informo a mis hermanos queridos.

-También podemos separarnos, ya que somos cuatro. Ramiro y yo por el que va recto, y tu -señalando a Pedro- y Pedro por el otro, jejejeje (a veces me rio yo solo de mis chistes...)

-Decidamos rápido, no quiero que se nos haga de noche aquí, y menos si no tenemos comida....

La colleja a Teo era inevitable.

- Si eres más tonto no naces -susurré mientras miraba a cada uno de los dos pasillos sin decidirme por alguno de ellos.- Supongo que habrá que decidirse por uno cualquiera, ¿cogemos ése? -les dije señalando el que tenía dirección nordeste.

—Pues ése mismo —contesto a Pedro, mientras comienzo a avanzar por él.

Mientras masajeaba mi colorada colleja otra vez y seguía mascullando cosas entre dientes.

-grrrrfggg, y encima no me da de comer...

Comencé a caminar detrás de mi hermano preferido en ese momento...

El pasillo describe una amplia curva ascendente hacia la izquierda. Después de unos cuantos cientos de pasos llega un punto en el que tenéis que hacer uso de vuestras manos para continuar. Finalmente termináis en un enorme escalón de unas cinco varas de altura que no parece excesivamente difícil de escalar.