Partida Rol por web

-Bert, no te dejes llevar por el espíritu de Clint Eastwood, no es momento de hacernos los valientes. Si no permiten que nadie salga es porque algo malo va a suceder aquí dentro, mejor que estemos todos juntos. En lo que a mí respecta ya eres un héroe, gracias por ayudarme. Dicho esto, le besó suavemente la mejilla antes de apartarse.

Observó con curiosidad la situación. Al parecer, él, con sus orejas puntiagudas y su piel cetrina, era el elemento menos extraño en la habitación. También en la salida del establecimiento acababa de entrever un reptiles prehistórico terrestre. No había visto lagartos tan grandes desde su tal’oth, cuando tuvo que permanecer cuatro meses en uno de los inhóspitos desiertos de Vulcano. 

Percibió un apagado acceso de nostalgia que se apresuró a suprimir con éxito. Lo primero era tratar de comprender bien el lío en el que estaban metidos, cosa nada fácil. No recordaba verse en una situación tan peliaguda, ni siquiera durante sus años al servicio de la Flota Expedicionaria ¿A esto se enfrenta la Federación continuamente? Fascinante.

¿Pero qué hacen aquí un klingon? ¿Es un visitante casual? ¿Tratan de conquistar el planeta? Se quedó unos segundos de pie, a pocos metros de la mesa en la que Marlow y compañía estaban jugando, tratando de hacer memoria de la situación del sistema Toroth en aquel cuadrante de la galaxia y si estaba próximo al Imperio Klingon. Quizá tenía alguna relevancia militar o comercial por su situación y debían alertar a la Flota Estelar de la importancia de proteger aquel mundo.

Las palabras del secuaz estuvieron a punto de hacer que Erik saltara a darle un puñetazo, pero no iba a caer en una trampa tan evidente. El grupo del Klingon les estaban presionando para que acabaran respondiendo y así tener una "buena" excusa para iniciar una matanza, así que tendrían que aguantar todos los insultos y provocaciones para intentar salir de aquella situación sin bajas. Desde fuera podría parecer que Erik era un cobarde, pero en realidad se trataba de que no era tan estúpido.
Mientras fingía tener miedo, Erik aprovechó para echar una mirada rápida a todos los secuaces y al Klingon fijándose bien que armas llevaban a la vista y si tenían alguna otra escondida.

En otra mesa, un cliente pareció despertar y llamó a la camarera, y Erik se preguntó si se trataba de otro enemigo o de posible aliado Si va armado podría inclinar la balanza a nuestro favor.

¡Hey! ¡Tú! Sí, tu… ¡Mueve tu dulce trasero y trae una botella a mi novia! 

-Señorita

Becca tira unos trapos encima del arma a modo de esconderla, mientras contesta al secuaz de Khos

-Si Caballero, ya le alcanzo la botella para su novia.

Mira a Diana señalando algunas botellas hasta que logra señalar la correcta, toma un par de delantales , se los coloca para tapar su bermuda y las piernas (armando una pollera) y la acerca a la mesa.

-Señor, entrego esta botella a la Novia del caballero y me acerco a su mesa.

Becca se acerca por el lado de Bria intentando pasar lo mas lejos posible del Secuaz, y deja la Botella.

-Aquí tiene su botella, luego arregla el pago o no con la Señora dueña.

Se acerca a la mesa del caballero solitario y pregunta

-Señor le pido disculpas por la situación y la demora, indíqueme como puedo ayudarlo.

Becca sonríe amablemente.

A Norman no le gustaba que le llamaran gordo. Si no lo estaba, si acaso un poco fuerte, ancho de hueso, era corpulento pero no gordo. -Bueno, eso de gordo...- Dijo para si, casi sin que se le oyera, al fin y al cabo tenía miedo.

El secuaz era intimidante con aquel arma así que se sentó en la silla de nuevo pero con el gesto de un niño al que no dejan levantarse de la mesa hasta que no han terminado todos de comer. Estaba de mal humor y se sentía impotente y temeroso. Tampoco le gustaba el modo en que se hablaba a sus compañeras, pero no dijo nada.

Le asombró ver como el villano ganaba la partida, es como si las cartas actuaran a su antojo, podría ser hasta sospechoso. Pero Norman era un lince, no se le escapaba nada y habría detectado cualquier trampa:

-Joder, que suerte, menudas cartas.- Exclamó convencido de que el enemigo había ganado legalmente.

Entonces oyó al desconocido de la mesa de la esquina y lo miró, si aquello era una película del Far West a aquel le tocaba ser el bueno. Se fijó en él preguntándose si iría armado.

El mundo sentimental de Becca caía por un abismo, su mejor amiga y ... bueno, Bert no era nada de ella, solo su amigo.

Ya resignada completamente ante esta situación pensó en que si la pandilla y el Klingon se desaparecían podría quedarase allí, trabajo no iba a faltarle.

O pedir un traslado de nave, a alguna con muchas fallas que mantengan su cabeza ocupada.

sabia que sonaba exagerado, pero es lo que suele pasar con el primer amor, uno siempre siente que es el fin del mundo.

Ahora lo único que pudo pensar es en que nadie encuentre el arma antes de que tenga tiempo de cargarla y usarla, por lo que la cubrió con unos trapos que dejo caer...

Complacer al secuaz para que sospeche nada y Diana no corra peligro, y para no levantar sospechas atender al señor solitario.

Luego con mas calma vería si Diana podría cargar el arma, o maneras de convencer a Erik de ir tras la barra o staanfar... o Bria, alguien con un mínimo de manejo de armas.

Por ahora jugar el papel de nueva empleada era lo mas seguro.

Bert enrojece y se queda sin palabras. ¡Y eso sí que es un hito!

Bert y Ruby, ella le lleva del brazo, entran de nuevo en el saloon. Su búsqueda de un lugar mejor donde pasar la noche no parece haber durado mucho.

El ingeniero da un traspiés, todavía carga las maletas.

-Ruby, esto tiene el mismo aspecto que uno de esos viejos compresores de materia-antimateria de los warp 2. El jefe Brok decía que cuando operabas su mantenimiento te sentías como en una caldera a punto de explotar. No sé si las has visto en los viejos holos. Las calderas eran como enormes ollas para generar vapor y usar su fuerza motriz. Había que regular muy bien la presión porque estallaba, ¿sabes? Así, casi sin avisar. Unos manómetros analógicos... Por la tía Petunia, no entiendo cómo podían arriesgarse así hace tres siglos. Estaban locos...

Ruby suspira, el silencio de Bert no había durado mucho, pero entendía su nerviosismo. Pero no era el momento de callarle otra vez.

-No preparan nada bueno, ¿verdad? -pregunta Bert a su compañera- Tenemos que hacer algo.

En la mesa seguía jugando Bria, Erik y Norman, con Staafar de pie, muy cerca. Becca andaba trasteando en la barra, parecía haber hecho buenas migas con la camarera (*) Barra, camarera, cerveza, presión... Una idea loquísima estaba empezando a fraguarse en la mente ingenieril de Bert.

-Ruby, podríamos acercarnos donde Becca, a lo mejor allí encontramos algo y si las cosas se complican...dispersos lo tendrán más difícil ¿no? -susurra esperanzado. En voz más alta, disimulando no muy bien, concluye:

-Pues vamos a pedir esas habitaciones.

Con las cartas que tenía en la mano no tenía la más mínima duda de que iba a ser muy difícil que alguien me ganase. Así que, cuando aquel gordo bigotudo con manos callosas deslizó torpemente aquella otra carta de la manga hasta su mano no pude más que poner cara de póker ante la trampa que me estaba tendiendo - mmmmmm - el hecho de que tuviera aquellos malos modos, aquella actitud propia de un felón y encima me tratara de tonta con aquella maniobra me empezó a causar irritación. Vale que tenía un arma encima de la mesa como herramienta disuasoria pero no la tenía en la mano y eso me daba ventaja. 

- ¿Sabes? Me encanta jugar a las cartas, se un montón de trucos pero... - podría hacerlo bien y al separar cada uno de sus naipes introducir cambiarle una carta por otra, mas creí que lo mejor era cortar por lo sano - mira yo también se mover una carta de tu manga a tu mano, ésa en concreto ¿ves? - claro que se la descubrí, allí junto al resto - y evidentemente con esa carta que tenías... no ganas - me había levantado para separarle las cartas, simulando incredulidad por mi parte. Allí levantada podría estirar la mano, coger el arma, martillarla y dispararle a quemarropa una, dos, tres o cuatro balas porque realmente estaba furiosa de que me hiciera trampas, pero consideré que eso era comportarme como un vulgar klingon.

- Pero vamos a suponer que te la doy por válida, la trampa que has hecho, sí te la doy por válida y ahora me debes una porque en vez de enfadarme contigo y hacer cualquier cosa, elijo seguir el juego - igual no se está enterando pero estoy negociando una salida amistosa al incidente amaño que el sinvergüenza ha provocado. 

- Así que, has ganado... pero... por si acaso el alcohol te ha aborregado esas neuronas - suponiendo que las tengas, que es muy discutible - tú mismo dijiste que quien pierde gana, por tanto, has perdido. Te toca bailar - realmente yo no había aceptado sus normas, así que, siguen siendo válidas las de Manolito y Murlis, las del baile - adelante, baila.

Si por un casual intentara coger el arma, mi intención es, aprovechando que estoy de pie, lanzar una patada contra la mesa, levantándola y haciendo saltar la pistola. En caso contrario, me sentaría con total tranquilidad.

Cuando el secuaz montado en el velociraptor estuvo a punto de sacar su pistola y apuntar al bocazas de Bert este es arrastrado hacia el interior del establecimiento por Ruby. Quizás nunca lo sepan pero ese forajido pensaba meterle una bala entre los ojos.

Y como se quedo con las ganas el tipo bajo de su dinosaurio de montura, lo ató junto al abrevadero y tomo asiento junto a la entrada en una silla mecedora. Allí espero, escuchando atento todo lo que sucedía atento. Ese día moriría gente. Así lo había planeado Khos…

Siglos atrás Toroth era una civilización espacial muy activa, hasta que una guerra con invasores de la Nébula arácnida por poco acabase con ellos. Desde entonces la gente de Toroth optó por dejar de lado la exploración espacial cuando el Gran apagón sucedió y los regreso a la edad preindustrial. Algunos historiadores indican que el Gran apagón se debió a algún tipo de arma definitiva de los incursores de la nebulosa. Como sea después de la contienda esta cultura abandono la exploración para tener como único contacto exterior a los ocasionales comerciantes de sistemas linderos.

Desde luego Toroth no es de interés táctico ni comercial para las grandes potencias del cuadrante, siendo apenas una “gasolinera” de paso en la gran ruta espacial, próxima al famoso centro vacacional del sistema Risa.

Adicionalmente al encontrarse a casi setenta años luz de Kronos no representa ningún interés en el imperio Klingon.

Es posible que Khos sea uno de los tantos parias luego de que el virus aumentado modificado hubiera infectado a un cuarto de la población Klingon. El no tener cresta ni facciones propias del orgullo klingon es posible que sea un descastado, un exiliado o algo mucho peor que por alguna razón acabó en un planeta olvidado por los suyos.

De cualquier manera Khos es un peligro para quienes le rodean.

El ojo avizor de Erik rápidamente hizo un conteo de armas entre los forajidos, contabilizando un arma en cada uno de ellos y dos para el Klingon. Si además estos tenían cuchillos o alguna chuchería entre las ropas difícilmente podría saberlo sin examinar más de cerca.

Luego se aproxima Rebecca, a servir la botella de bourbon, tratando de no pasar junto al lascivo maleante. El secuaz por un instante intenta levantarse de su silla para ir donde la pelirroja pero desiste al segundo.

-¿El pago? Jajajaja… nosotros tomamos lo que deseamos. Todo lo que deseamos. – responde a la pequeña mujer luego de beber del pico de la botella y posteriormente llenar su copa.

-Luego ven aquí. Quiero mostrarte algo – añade, entre sonrisas y pensamientos maliciosos.

Posteriormente la sumisión y acatamiento por parte de Norman no hizo otra cosa que reafirmar su carácter y dominio de la situación. El secuaz se sintió poderoso e invencible. Aquel grupo de miedosos acabarían siendo sus esclavos personales y las mujeres su harén propio.

Solo que las palabras y acciones de Bria no tienen el efecto que ella desea en el maleante. En cambio su humor se ve rápidamente distorsionado al punto de convertirse en un volcán en erupción.

-¡A mí no me dices que hacer! ¡Perra! – Aulla, furioso el mugriento pistolero. Instintivamente coge su arma y se levanta de la silla rabioso con intensiones de echarse encima de Bria.

De un rápido manotazo el secuaz empuja su silla hacia atrás, a fin de tener espacio para moverse.

Se acerca a la mesa del caballero solitario y pregunta

-Señor le pido disculpas por la situación y la demora, indíqueme como puedo ayudarlo.

Becca sonríe amablemente.

La situación era idéntica a una olla a presión a punto de reventar, con la acción del Secuaz, y posiblemente sus compañeros también reaccionen en busca de problemas.

Por lo tanto el adormilado cliente levanta su índice para señalar una botella de la estantería de atrás de la barra.

-Humm…tráeme una botella de aquellas. – murmura el hombre – y algo para acompañar. Algún fiambre o ajíes en vinagre tal vez – agrega algo indeciso.

La situación era idéntica a una olla a presión a punto de reventar, con la acción del Secuaz, y posiblemente sus compañeros también reaccionen en busca de problemas.

Por lo tanto el adormilado cliente levanta su índice para señalar una botella de la estantería de atrás de la barra.

-Humm…tráeme una botella de aquellas. – murmura el hombre – y algo para acompañar. Algún fiambre o ajíes en vinagre tal vez – agrega algo indeciso.

Y aprovechando la cercanía de Becca y la distancia de todos los demás el pistolero corre ligeramente su otra mano libre para dejar a la vista brevemente algo que la pelirroja ve claramente y entiende.

Y aprovechando la cercanía de Becca y la distancia de todos los demás el pistolero corre ligeramente su otra mano libre para dejar a la vista brevemente algo que la pelirroja ve claramente y entiende.

-Pronto, antes que comiencen los disparos. Ve a trabar con una silla la puerta del baño. Luego de eso vuelva accidentalmente el frasco de pepinillos en conserva que hay sobre la barra…¡Rápido o mataran a tus amigos! – susurra el hombre de la placa a Becca.

En definitiva necesita de la ayuda y distracción de ella a fin de poder dar cuenta con los forajidos sin que Khos intervenga y cambie el curso de la inminente contienda.

Los cuatro forajidos sentados junto a la barra dejan de comer y beber al oir al Secuaz alzar la voz y empujar su silla. Eso es sinónimo de que alguien morirá pronto y posiblemente haya una violación en camino.

Sin la actual presencia de Khos es la oportunidad perfecta para tomar riendas en todo lo que sucederá pronto. Porque luego, cuando el jefe regrese, la fiesta terminará pronto.

-¿Hey, que sucede allí? ¿Los forasteros te han ganado? He he he he – dijo uno de ellos al burlarse claramente del Secuaz y su ira descontrolada.

Del otro lado Diana comienza a ocultar las botellas de bebidas añejas y todo lo demás de gran valor que podría destruirse por la balacera. Tan solo un par de frascos de conserva, platos con comida y jarras con cerveza permanecen en la barra.

- Enseguida señor. 

Contesta Becca al solitario caballero y apura el paso hacia la barra, deja entre escapar algunas palabras en voz baja, pero no tan baja. 

- Que miedo, no me pagan lo suficiente para pasar estos miedos, creo que voy a llorar... 

Camina muy apurada hacia atrás de la barra y se agacha. Por lo que sale de la vista de todos. 

Pega un grito y sale de abajo de la barra con un pañuelo envuelto en la mano. 

- Mi mano, coño! Aaaah! 

Becca sale hacia el baño corriendo. 

Becca va tras la Barra y hace señas a Diana, le sañala la escopeta, se envuelve la mano con un paño. 

Para fingir lastimadura y salir hacia el baño para trabar la puerta.

Becca agachada en la barra tira salsa roja en su mano y la cubre con un repasador, luego sale corriendo al baño.

En el camino agarra un trapeador y lo oculta con su propia persona para que no se vean desde atrás (si alguien pregunta es para luego limpiar la sangre de su mano) 

Cuando llega al baño se dispone a trabar la puerta. 

Agarra el palo y lo coloca trabando el medio de la puerta para tener más resistencia. Para calcular como poner el palo de manera eficiente usa sus conocimientos en ingenieria, por lo que coloca el trapeador de piso en el punto exacto de máxima resistencia.