Partida Rol por web

A pesar de que la luz de nuestros sables no parece ser necesaria en la sala no desactivo mi arma. Miro en todas direcciones. ¿Ésta es la única habitación del templo?, me pregunto frunciendo el ceño. Me parece extraño. Me fijo en las paredes en busca de otros accesos que puedan conducir a otras estancias. También busco cualquier anomalía que pueda suponer una trampa: orificios en las paredes, baldosas sueltas, cualquier irregularidad. Luego de mirar a mis compañeras continúo avanzando con cautela. Pienso que puede ser una mera tontería o una sensación infundada, pero da igual, y evito pisar las líneas que convergen en la columna central.

Si esa columna tiene la función del altar que parece, es posible que tenga inscripciones grabadas. Si es que no hay algo sobre el mismo.

Observo sorprendida la serena majestuosidad de la sala. No parece haber grietas ni nada que indique que Gongar o sus esbirros han podido estar trasteando aquí dentro, así que me permito apagar el sable de luz y servirme del foco de R4 para mirar a mi alrededor. Galen ya está mirando el altar, así que yo me ocupo de palpar las paredes. Quizá haya inscripciones, o fisuras que indiquen la presencia de una puerta, o... La verdad es que no sé ni por dónde empezar...

El avance por el pasillo me había puesto nerviosa, ya que en caso que alguna trampa saltara nos haría más complicado evitarla. Sin embargo pudimos llegar al otro lado sin ningún inconveniente, encontrando una habitación que daba una sensación de encontrarnos en un lugar importante. Galen avanzaba hacia el centro y Nawi se dedicó a examinar las paredes.

Por mi parte decidí hacer lo contrario a Galen y observar las líneas grabadas en el suelo desde el altar para ver en donde terminaban o si seguían ascendiendo por el techo en forma de chimenea.

Las paredes del lugar eran totalmente lisas, tanto que resultaba casi imposible de creer. Por mucho que Nawara tratara de fijarse en alguna imperfección no aparecía por ningún lado. Tampoco quedaba claro el tipo de material, a primera vista parece que fuera a ser frío, pero al tocarla transmitía una calidez extraña y perturbadora.

Galen y Hamma se dedicaron a observar el altar y las líneas que discurrían por el suelo hasta el mismo. Como si fuera una ilusión éstas parecieron moverse; o quizá era la habitación. Un momento después de las cuatro líneas que había al principio y que salían de cada una de las esquinas solamente quedaban tres. Nawi también lo había percibido. No como que la sala diera vueltas. Pronto os disteis cuenta que la sala se había transformado y de que las cuatro paredes iniciales ahora solo había tres.

Un análisis del altar desveló que a los pies del mismo y en cada uno de sus tres lados había unas marcas en el suelo, similares a las que se producen por un uso prolongado por el desgaste de apoyar allí las rodillas...

Aquí no hay nada - digo al separarme de la pared - Quizá después de todo nos han tomado por...

Me interrumpo al ver el extraño cambio de la habitación. Antes era cuadrada y ahora es como si hubiera sido triangular desde el principio. Me agacho para repasar con los dedos las pulidas cavidades alrededor del altar. Intento imaginar cuántos Jedi se habrán arrodillado en ellas a lo largo de los siglos para dejar esas marcas en la dura piedra. Y por un momento pienso si no será una trampa, algo con lo que eliminar a profanadores incautos, pero desecho rápidamente la idea. La muerte es el arma de los Sith, no de los Jedi.

Creo... que nosotros vamos aquí - me arrodillo sobre un par de marcas mientras busco el estado de paz mental que supongo necesario para que el templo nos muestre sus secretos. No resulta fácil. Mi fracaso al haber intentado engañar a Gongar podría haber salido muy caro para mí y mis compañeros, y aún está el miedo por lo que pueda pasar cuando salgamos. La presencia de R4 también es una molestia, pues no sé si la babosa y sus compinches están observando lo que hacemos o si el droide sólo está grabando. Y por supuesto está el miedo a fracasar, de salir del templo con las manos vacías... o no salir en absoluto. Las manos me sudan. Me siento ridícula y también asustada. Empiezo a recitar, primero en mi cabeza y después murmurándolo suavemente, los principios del Código Jedi:

No hay emoción, hay paz.

No hay ignorancia, hay conocimiento.

No hay pasión, hay serenidad.

No hay caos, hay armonía.

No hay muerte, existe la Fuerza

Y así, con estas sencillas palabras voy apaciguando el frenético palpitar de mi corazón y apartando de mi mente el miedo y la vergüenza. Casi sin pensarlo, llevo mis manos al altar y las pongo suavemente sobre él...

La Fuerza Viva. Es lo que le he oído decir varias veces a mi maestro. El templo se ha transformado y, seguro que no por casualidad, con el mismo número de posiciones a ocupar de los que somos nosotros tres. Asiento mostrando mi acuerdo con Nawara y desactivo mi sable antes de ocupar uno de los dos lugares restantes. Sin embargo, no guardo mi arma. Al fin y al cabo, es un arma Jedi y no considero fuera de lugar el mantenerla en mis manos.

Dejo que sea Nawara quien recite en voz alta el Código, pero la acompaño enumerando los principios en mi interior.

El cambio en la habitación me hizo entrecerrar los ojos, entre sorprendida y en guardia. Era posible que el lugar reaccionara en presencia de quienes manejaban la fuerza. Esto, de alguna forma, me hizo negar con la cabeza. -Estamos haciendo todo el trabajo.- Dije, sintiéndome molesta. Era claro que si el templo solo iba a reaccionar ante nosotros, el holocrón estaba muy bien protegido. Seguramente quien los estaba buscando se había dado cuenta de lo mismo, y nosotros hobiamos aparecido para facilitarle el camino.

Pero el maestro Yoda había pedido que lo recuperáramos... Sabiendo que no había manera de evitar la trampa que nos habían montado, me concentré en calmar mis pensamientos. Impedir que la ira y la impotencia nublaran mi juicio, y en vez de eso buscar las opciones para salir tan bien parados como podíamos de esta situación. Me acerqué entonces a los otros dos, y me arrodillé también ante el altar, siguiendo el mantra de los Jedi recitados por Nawi. Aún cuando la repetición de las palabras parecía calmarme, sabía que me iba a ser difícil no enojarme cuando la trampa fuera revelada...

Poco a poco pudisteis sentir como a vuestro alrededor el aire comenzaba a cargarse. La sensación de estar siendo observados creció, la de que alguien se acercaba por detrás. Pudisteis sentir incluso como si os abrazaran primero, o quizá fuera un intento de ahogaros... De repente de las líneas del suelo salieron a toda velocidad muros de color negro obsidiana que llegaron hasta el techo con un tremendo estruendo; separando a Galen de los demás...

El ambiente comenzó a cargarse, el silencio era tal que ni siquiera podíais escuchar tu respiración, o incluso el sonido que deberían de producir cualquiera de tus movimientos. El silencio parecía aprisionar el pecho. Un nuevo estruendo rompió ese silencio... las paredes comenzaron a cerrarse poco a poco, lentamente. Cerrando el espacio que ya de por sí era estrecho en el que estabas metido...

Poco a poco pudisteis sentir como a vuestro alrededor el aire comenzaba a cargarse. La sensación de estar siendo observados creció, la de que alguien se acercaba por detrás. Pudisteis sentir incluso como si os abrazaran primero, o quizá fuera un intento de ahogaros... De repente de las líneas del suelo salieron a toda velocidad muros de color negro obsidiana que llegaron hasta el techo con un tremendo estruendo; separando a Galen de los demás...

El ambiente comenzó a cargarse, el silencio era tal que ni siquiera podíais escuchar tu respiración, o incluso el sonido que deberían de producir cualquiera de tus movimientos. El silencio parecía aprisionar el pecho. Un nuevo estruendo rompió ese silencio... las paredes comenzaron a cerrarse poco a poco, lentamente. Cerrando el espacio que ya de por sí era estrecho en el que estabas metida...

Poco a poco pudisteis sentir como a vuestro alrededor el aire comenzaba a cargarse. La sensación de estar siendo observados creció, la de que alguien se acercaba por detrás. Pudisteis sentir incluso como si os abrazaran primero, o quizá fuera un intento de ahogaros... De repente de las líneas del suelo salieron a toda velocidad muros de color negro obsidiana que llegaron hasta el techo con un tremendo estruendo; separando a Galen de los demás...

El ambiente comenzó a cargarse, el silencio era tal que ni siquiera podíais escuchar tu respiración, o incluso el sonido que deberían de producir cualquiera de tus movimientos. El silencio parecía aprisionar el pecho. Un nuevo estruendo rompió ese silencio... las paredes comenzaron a cerrarse poco a poco, lentamente. Cerrando el espacio que ya de por sí era estrecho en el que estabas metida...

El estruendo de las paredes me hace abrir los ojos y preparar mi sable. Pero no lo enciendo; no hay enemigos a la vista. Al menos, en apariencia. Cuando las pareces comienzan a cerrarse busco con la mirada cualquier resquicio. Así que ésta es la trampa.

¿Pero es una trampa o una prueba?. Se supone que es un templo Jedi. ¿O Yoda no lo especificó?. Dudo que el Maestro Yoda escondiera un holocrón Sith en un templo Sith. No parece el mejor lugar para hacerlo. Parecería más adecuado un templo Jedi donde pudiera estar protegido contra cualquier Sith o donde ambos lados de la Fuerza se anularan mutamente.

Por otro lado el templo nos cedió el paso, algo que no había hecho con Gongar o sus hombres. Es probable que reconociera la Fuerza en nosotros y por eso nos permitiera entrar. Por tanto, ¿no será que ahora necesite reconocer de qué Lado nos encontramos?. Por supuesto el templo no proporcionaría acceso a un holocrón sith a un Sith, sino a alguien del Lado Luminoso.

Vale la pena probarlo. No se me ocurre otra posibilidad.

Adopto una posición de meditación y cierro los ojos e invoco a la Fuerza para curar las heridas que me restan.

El aire se hizo pesado, y sentí una opresión en mi cuerpo, en mis sentidos. ¿Era esta la trampa que esperaba? No podía estar segura, aunque de serlo realmente me había tomado por sorpresa. Sospeché que los demás estaría en la misma situación, y temí por Nawi. El maestro Yoda nos había advertido de los peligros que encontraríamos, sobretodo para ella, en este lugar.

No me moví de la posición, aún cuando comencé a sentir el movimiento de las paredes cada vez más cerca. Esto era una prueba, tenía que serlo. Miré hacia el frente, el altar, buscando si había algo allí, algún mensaje que aparecía solo al enfrentar este peligro. Miré también hacia arriba, queriendo ver si también el techo comenzaba a bajar hacia nosotros. Debía concentrarme, respirar, hallar la salida.

-No hay pasión; hay serenidad.- Repetí para mi misma. La ira, el miedo, la desesperación, la angustia... Todos ellos sentimientos pasionales que podían hacernos perder el camino. Sólo en la calma hallaría la solución.

¡GALEN! - Llamo desesperada mientras golpeo inútilmente las paredes de piedra - ¡HAMMA! ¿¡PODÉIS OÍRME!? - Por un instante siento el impulso de encender el sable de luz y abrirme paso, pero no creo que sirviera de nada. Me siento en el centro de la cada vez más reducida estancia e intento recordar cualquier cosa que haya podido escuchar de Skawn sobre los templos Jedi, deseando haber estado más atenta en vez de pensar en cómo iba a hacerle pagar a Mardoc todo lo que me hizo. Sin embargo el gusano y su mísera crueldad son apartados rápidamente de mi pensamiento.

A fin de cuentas aquí ni él ni nadie puede hacerme daño...

Las paredes seguían su incesante aproximación entre ellas el estruendo cada vez era más sordo y la negrura de las mismas más intensa conforme más cerca estaban de juntarse la una con la otra, y por ende de aplastarte entre ellas. Más tal evento no sucedió. Tras un último aullido de la roca rozando contra el suelo, y justo cuando en el último momento las paredes parecían estar dispuestas a darte sepultura, el silencio se hizo.

La negrura te rodeaba, el silencio de nuevo abrumaba los pensamientos. Parecías estar flotando en aquella inmensa y noche, donde no había cielo ni tierra. Tan solo oscuridad.

El sonido de unos pasos rompió aquel momento, y ante ti aparecieron como si ocultos tras una cortina hubieran estado dos figuras extrañas. Vestían con armaduras completas, antiguas; pero relucientes y brillantes. Entre sus manos portaban sendos mandobles que hicieron resonar al golpear con la punta un inexistente suelo.

- A que has venido - Habló uno de ellos. Su voz resonó por todo el infinito que te rodeaba con un eco atronador...

Las paredes seguían su incesante aproximación entre ellas el estruendo cada vez era más sordo y la negrura de las mismas más intensa conforme más cerca estaban de juntarse la una con la otra, y por ende de aplastarte entre ellas. Más tal evento no sucedió. Tras un último aullido de la roca rozando contra el suelo, y justo cuando en el último momento las paredes parecían estar dispuestas a darte sepultura, el silencio se hizo.

La negrura te rodeaba, el silencio de nuevo abrumaba los pensamientos. Parecías estar flotando en aquella inmensa y noche, donde no había cielo ni tierra. Tan solo oscuridad.

El sonido de unos pasos rompió aquel momento, y ante ti pareció, pequeño, apoyado en su bastón una familiar figura. Se trataba del maestro Yoda. En su rostro no había expresión de felicidad o alegría por verte. Más bien parecía otear aquel infinito lugar en busca de algo... o alguien. 

- ¿Donde está Nawara? ¿La has dejado sola? - Sus palabras tenían un claro tono de preocupación y reprimenda. Su mirada se clavó en la tuya, esperando una respuesta.

Las paredes seguían su incesante aproximación entre ellas el estruendo cada vez era más sordo y la negrura de las mismas más intensa conforme más cerca estaban de juntarse la una con la otra, y por ende de aplastarte entre ellas. Más tal evento no sucedió. Tras un último aullido de la roca rozando contra el suelo, y justo cuando en el último momento las paredes parecían estar dispuestas a darte sepultura, el silencio se hizo.

La negrura te rodeaba, el silencio de nuevo abrumaba los pensamientos. Parecías estar flotando en aquella inmensa y noche, donde no había cielo ni tierra. Tan solo oscuridad.

El sonido de unos pasos rompió aquel momento, y ante ti aparecieron como si ocultos tras una cortina hubiera estado una familiar figura. Skawn te miró, inquisitivo. Miró aquel lugar, analizándolo con calma. 

- ¿Que hago aquí, Nawara? ¿Porqué me has traído? -

No había nada que encontrar, y el tiempo se iba a acabando. Pero antes de aceptar mi destino, la opresión se detuvo. Tomé aire para calmar los nervios, mantener el control. Era como estar en un estado de meditación. Los pasos me hicieron buscar de donde provenía el sonido, y traté de no mostrar sorpresa al encontrar al Maestro Yoda frente a mi. Su tono provocó una sensación de decepción hacia mi misma, pero intenté mostrarme tranquila.

-Nawara se encuentra, al igual que Galen y yo, enfrentando esta prueba, de frente a este altar. No está sola, pues la Fuerza está con ella.- Dije con convicción. Tenía que apartar el miedo que sentía por perder de vista a Nawi y no poder ayudarla en esta prueba, pero la había visto mantener el control contra Gongar. Debía confiar en Nawara y en Galen.

No sé he estado acertado o era algo que ya estaba planeado, pero las paredes se detienen a tiempo.

Por un momento la aparición de las figuras me impulsa a conectar mi sable y prepararme para el combate. Sin embargo ambas figuras se detienen, plantan sus armas y hacen la pregunta. Una pregunta que, al fin y al cabo, podía haber esperado. Tengo clara mi respuesta y aunque respondo con seguridad, me preparo para cualquier eventualidad.

- Busco el holocrón que está aquí escondido - contesto con firmeza la verdad -. Pretendo protegerlo y evitar que caiga en manos equivocadas y con intenciones poco honorables.

El maestro Yoda negó con la cabeza dando un paso y acercándose a tí. 

- Ahora mismo está enfrentándose a su peor prueba. La tentación del lado oscuro. Y en este lugar, con lo que este lugar esconde esa tentación es terrible - El maestro dio un suspiro y te dio la espalda. 

- Ella se encuentra aquí, búscala. Antes de que sea demasiado tarde... - 

Yoda comenzó a desaparecer, convirtiéndose en polvo negro, que poco a poco se fusionó hasta desaparecer con aquella infinta oscuridad.

- Nawara te necesita... no tardes... - Como un susurro las últimas palabras del maestro Yoda te rodearon y al igual que el desaparecieron...

Los dos guerreros permanecieron impasibles, inmóviles ante ti y tu respuesta. Entonces uno de ellos volvió a hablar. No podías saber cual de los dos era, pues sus rostros estaban cubiertos por la misma armadura que hacía lo propio con su cuerpo. 

- En ese caso no has de preocuparte. Nosotros somos sus guardianes. Aquí ha permanecido tiempo ha, y así seguirá a buen recaudo. Puedes marchar -

Una pequeña luz blanca lejana y brillante apareció detrás de tí...