Partida Rol por web

-Bueno, no creo que el yate vaya a desaparecer, esto no es una película. Sin duda, el camarero habrá salido para avisar de nuestra llegada y del equipaje que llevamos con nosotros. Lo único malo es que al final vamos a mojarnos- dijo la muchacha mientras recogia su bolso del sillón donde había estado sentada y se dirigía a la salida

- Pues la verdad no creo que el barco desaparezca, pero un bolso tampoco pesa tanto. Que va! - El hombreton vuelve al lado del sillón donde se había intentado acomodar y toma su bolso de viaje.

Con la práctica que le dan sus innumerables giras y partidos se lo acomoda sobre su hombro en un gesto desenvuelto mientras vuelve hacia la salida del salón y sale a cubierta, buscando con la mirada una planchada que le permita llegar a tierra - Maldita niebla. Por donde bajamos? - se pregunta más para si que para el resto - Lo unico que falta es que tengamos que saltar -

-Es cierto, no puede ser que el yate desaparezca, pero igual mejor que llevemos nuestro equipaje. -Dijo Alicia como pidiendo disculpas mientras levantaba su bolso del piso donde lo había dejado.

En silencio se dirigió a la salida.

-Temo que yo no tengo tanta fuerza como para estar cargando las maletas- junto a uno de los silloes se podían ver dos voluminosas maletas de pesado aspecto -Así que esperaré a que alguien las recoja, no creo que nuestro anfitrión tenga la poca delicadeza de dejarme sin vestuario-

El rugbier está ajeno al problema de las maletas. Con su bolso al hombro sigue buscando una pasarela ó similar para descender al muelle.

El grupo subió a la cubierta del barco para mirar a su alrededor. Había dejado de llover pero la niebla y el viento provocaban un efecto desapacible en el ambiente. El barco estaba perfectamente atracado en el muelle de piedra e incluso alguien había tenido tiempo de disponer una pasarela de hierro para que pudieran alcanzar tierra si lo deseasen. Parecían estar solos, aunque en el muelle los aguardaba otra sorpresa: una vieja ambulancia de los años 30 perfectamente restaurada. En letras blancas, sobrias, podía leerse bajo la cruz médica: Instituto Vanacut. No se veía nadie en el interior.

Del muelle salía una suerte de carretera empedrada que se dirigía hacia el interior de una zona boscosa. Era de esperar que, siendo el único camino visible, condujera a la misteriosa institución.

Jim prefería no dejar nada en el yate, por lo que recogió tanto la guitarra como la pequeña mochila que contenía su escaso equipaje. Miró sorprendido las dos maletas de Kathleen.
-¿Chica, a ti te ha invitado a vivir? Porque a mi me dijeron que solo estaríamos una noche…

Jim salió al exterior, para comprobar que había dejado de llover. Desde la cubierta del yate se podía observar el único camino que se internaba en una zona boscosa. Jim señaló hacia allí con un gesto de cabeza.
-Me imagino que tendremos que coger ese camino… -dijo en tono apático.
Recorrió la pasarela de metal que unía el yate con el muelle, pasando junto a la ambulancia que descansaba en el muelle.
-Vaya, parece que han querido ambientar el sitio…

- Pues quizás funcione - contesta Enrique - y sería una buena manera de que esas maletas no queden en el barco, no creen? -

Por un momento es posible distinguir a un chiquillo gracioso, entusiasmado por una aventura bajo la aspera cubierta del super-profesional jugador de rugby. - Sería mucho más cómodo, no creen ? -

Casi sin dudarlo el hombreton intenta subir a la ambulancia y verificar si la llave está en su lugar... o por lo menos dentro del vehículo - O realmente prefieren caminar. Sería triste si se vuelve a largar a llover, no creen? -

Walker anduvo hacia la ambulancia con los demás.

-Yo preferiría ir motorizado, la verdad. Más que nada porque tal y como está el tiempo lo último que me apetece es un paseo nocturno. Ni siquiera sabemos a que distancia esta, o como de grande es esta maldita isla.

Dicho esto procedió a examinar desde fuera el interior de la ambulancia, intentando ver a través de los cristales pero sin apoyarse en ellos.

-Es una ambulancia de un manicomio... Yo pensé que no estarían tan entusiasmados de ir en ella.

Alicia se acercó hacia la parte de atrás de la ambulancia y probó abrir la portezuela de la misma.

Se aproximaron curiosos a la ambulancia. Estaba todo en su sitio, incluso unas llaves del motor de encendido. Por su parte la doctora Izaguirre abrió las portezuelas de atrás para descubrir un par de bancadas con tiras de cuero en la pared del vehículo. Probablemente dichas tiras se utilizarían para inmovilizar a los enfermos más problemáticos. Ninguno podía olvidar que a principios del siglo 20 los manicomios eran poco más que almacenes de dementes de todo tipo y variedad. Y el Vanacut tenía fama de albergar a los más peligrosos: asesinos, violadores, psicópatas...

Cuando Enrique giró la llave el motor se encendió con un leve ronroneo. Afortunadamente parecía igual de bien restaurado que el resto del vehículo.

- Vaya parece que funciona - el tono de voz de Enrique sonó totalmente sorprendido - Parece que solucionamos el problema del equipaje - Bajándose del asiento del conductor se dirigió a la actriz - Necesitais que os ayude a traerlo? -

Flexionando los biceps frente a la dama comentó alegremente - Creo que podré hacerlo sin problemas, no creeis? jaja Poned este bolso en la parte de atrás y yo busco vuestros bártulos - le dijo señalando su propio bolso, de un tamaño mucho más acorde al tamaño, y la fuerza, de Kathleen - Despues de todo, no es de caballeros dejar que una dama haga fuerza -

Con una sonrisa contagiosa en su cara Enrique esperó el OK de la dama para cumplir su ofrecimiento

-Desde luego es más apetecible ir en esta antigualla que andando.
Jim dejó su mochila en una esquina de la parte trasera de la ambulancia, pero permaneció con la guitarra al hombro. Se acercó hasta la parte delantera, y se sentó en el asiento de copiloto, apoyando la funda de la guitarra en el hueco entre sus piernas. Se encendió un pitillo mientras Enrique volvía al yate en busca de las maletas de Kathleen. A pesar del ambiente lluvioso y oscuro, Jim permanecía con sus gafas de sol.

-Pues venga, vamos allá. Supongo que no necesita ayuda, Enrique.

Walker subió a la parte trasera y empezó a colocar las maletas que los demás le iban pasando para aprovechar el espacio y mantener un mínimo de orden. Luego comprobó el estado de los bancos y, sacando el pañuelo, limpió con cuidado uno de ellos antes de sentarse a esperar a los demás.

Resistiéndose a viajar en la parte de atrás de la ambulancia de un manicomio, Alicia dejó su bolso en la parte trasera ayudada por el doctor Walker y fue hacia la parte delantera y se sentó junto a Jim.

-Espero que no te moleste compartir asiento. -Le dijo al rockero mientras se acomodaba en el habitáculo.

-Realmente le agradezco el ofrecimiento. Descubrirá, no obstante que no pesan tanto como parece. Lo cierto es que me gusta poder llevar todas las comodidades a mi alcnce cuando viajo y, por lo visto, esta vez me van a hacer falta- una coqueta caíada de ojos es el último gesto que le dirigió a Enrique antes de dirigirse de nuevo hacia el barco en busca de sus maletas

El enorme hombretón esbozó una sonrisa de circunstancias mientras acompañaba a la actriz hacia el barco - No importa el peso - le aseguró - en cualquier entrenamiento levanto mucho más de lo que pueda pesar una valija -

Sacando pecho y sintiéndose en el mejor de lo mundos, olvidó por un momento donde se encontraba y lo extraño de la situación - Me parece bien que querais mantener la comodidad - concedió - aunque reconozco que yo no necesito mucho. Solo algo de ropa. Despues de todo no necesito maquillarme, jaja - la sonrisa de Enrique es contagiosa y no se interrumpe cuando con soltura toma ambas maletas, una en cada mano, y vuelve hacia el exterior

- Dejadme el peso a mi - le informa a Kathleen - y yo os dejo la belleza a vos - intenta flirtear con la bella diva, mientras carga ambas valijas sin ningun esfuerzo.