Partida Rol por web

Vicente observó los canapés que habían traído sin prácticamente poder identificar bien de que estaban compuestos cada uno de ellos. Las comidas refinadas no eran lo suyo. Era más de un buen puchero. 

- Perdone joven ¿No tiene algo más tipo tortilla de patata o unos caracoles picantes? - Dijo dirigiéndose al correspondiente camarero que le atendía. 

Al poco tiempo Vicente tuvo en su mano un pequeño cuenco de caracoles picantes que sorbió con ímpetu realizando un ruido considerable entre los asistentes. No fue fácil sorber esos caracoles tan diferentes a los que estaba acostumbrado a tomarse en sus fiestas de pueblo. La falta de dientes pasó factura.  

Sir Roebrt Campbell procedió a degustar los canapés que acababan de sacar los camareros. Estaban exquisitos, sin duda. Examinó su reloj de nuevo, las manecillas se acercaban cada vez más a la hora que los Rocks habían señalado, pero ellos aún no habían hecho acto de presencia. Parece que no saben lo que es la puntualidad británica, pensó mientras se llevaba un canapé a la boca.

Quizá nos estén observando en estos momentos, se dijo. Tal vez desde alguna cámara de vigilancia o una ventana. Puede que hayan invitado a alguien más, aparte de nosotros cinco, y estén esperando a que lleguen todos para recibirnos.

Un poco más tarde de lo esperado, pero al fin llega algo de comida para acompañar los tragos.

Bueno, esto ya es otra cosa. -
exclama Pipe al ver pasar las bandejas de canapés.

Los aperitivos eran exquisiteces de alto coste, así que Pipe supo apreciar la calidad.

Se acercó a Tovar y le dio un codazo de complicidad.

Ahora ya me cae usted muy bien. Siento haber sido un poco duro con usted antes, pero a veces o nos ponemos un poco firmes con los subcontratados o se nos suben a las barbas. - dijo pensando aún que él era el responsable de la empresa de catering.

Cuando un camarero pasó cerca de los dos Felipes, Pipe le dijo a Tovar, siendo audible para el camarero (y para cualquiera a 50 metros a la redonda, dada la tasa previa de alcohol).

Y dígame, entre todas estas pijadas,
¿no sacarán un buen 5 jotas, verdad?

Luego dirigiéndose al camarero.

¡Ep! ¡Jefe! Sácame un vinito tinto Ribera de Duero cosecha para acompañar estos entrantes, que el champán es más de dulces.

Luego como una confidencia a Tovar.

La gente prefiere más un Rioja, pero para mi gusto están demasiado cerca de Cataluña y eso les agría la uva demasiado.

Escuchando al Ser Inglés, y viendo su pompa, llegó a sonreir. - Ingleses y su botato. Y se puso a hablar en esa lengua, ya que él era estadounidense. - Pues digamos que varias profesiones son las que promuevo. Y llegó a arrugar la nariz con los "tentespiés" que les estaban sirviendo. Por supuesto se abstuvo de catar cualquiera de esas esquisiteces, que para él resultaban repugnantes. - Tanto las armas, el deporte, como estar ante las cámaras son parte de lo que sustenta mi modo de vida. Su acento denotaba el origen.

Esta mañana Txori se despertó en mitad del bosque, ya cerca de la mansión. Lleva unos días caminando y espera no haberse desviado demasiado. Está cansado, aunque estar en la naturaleza parece que le está sentando bien.

Piensa en cada momento en aquella niña que metió la bola arrugada de papel en su cuenco de pedir. Recuerda sólo su sonrisa al hacerlo y alejarse, iba de la mano de alguien. Él pensó que era una broma, un juego de niños, no se lo tomó a mal, que alguien tirase una bola de papel ahí. La cogió e hizo un gesto para agradecerle el "obsequio". Luego abrió el papel, sólo por leer algo, y se quedó pasmado al ver lo que era. La niña ya no estaba. Durante días no sabía qué pensar, si se trataba de una broma, o si era real. Era algo excepcional aquello. Finalmente se decidió a acercarse a la mansión, al menos unos días por las afueras le sentarían bien.

Pensaba en la niña cuando llegó a la puerta de la mansión. No la imaginaba así, esperaba un antiguo palacio rodeado de un enorme jardín limitado por una reja, o algo del estilo. Que fuese una casa moderna le decepcionó, en el fondo. No habría estanque con pájaros.

Entra en el jardín de la mansión, lleva horas caminando y está muy cansado. Ve que no es el primero. Ya hay cinco señores bien vestidos ahí. Mira al suelo y duda si entrar. Se detiene, y sus dos perros lo hacen con él. Luego recupera un poco de confianza y avanza.

- Hola. Soy Txori.

Se ha equivocado, buen hombre, la iglesia de San Nicolás, donde está el despacho de Cáritas está tres calles más abajo.

Dice Pipe a Txori desde una posición protegida detrás de Tovar con la mirada fija en los perros.

Al ver al hombre con aspecto de vagabundo, Sir Robert Campbell frunce el ceño con desagrado y se mesa los bigotes, con cierto nerviosismo. Sin embargo, su expresión se relaja al ver a los dos pequeños canes que acompañan al indigente. No debe de ser mala persona si está cuidando a unos perrillos, pensó el caballero británico, enternecido.

-Caballero -le dije al recién llegado, en tono educado-. ¿Ha sido usted invitado por los Rocks?

Tovar era consciente de que los Rocks habian invitado a mucha gente diferente, pero

¿a un vagabundo? Este tío seguro que robaba algo! Por lo menos no era otro ricachón con el que competir. 

Felipe, no seas así -dice, acercándose al nuevo- seguro que los Rock han tenido una buena razón para invitarle, como a todos nosotros. 

Al decir esto, no puede evitar pensar en las patatas de ketchup donde le tocó la invitación. 

Finalmente habían dado las tres de la tarde. Los camareros llevaban un buen rato sin pasar más bebida, y la comida ya se estaba terminando. Los invitados fueron dejando sus copas vacías y tirando sus servilletas de papel al mismo tiempo que otros empleados se encargaban de recogerlo todo. 

De pronto, la puerta de la mansión se abrió y un hombre, o más bien un anciano, hizo su aparición. A juzgar por su aspecto no debía de tratarse de ningún miembro de la familia Rock, sino más bien de otro de sus empleados.

El mayordomo estaba con una sonrisa de oreja a oreja y junto a él había dejado varias cajas de madera de colores oscuros. 

Los señores Rocks me han pedido que les de la bienvenida a todos ustedes y que les agradezca su visita. Es un placer para ellos que estén aquí y como aún andan liados con asuntos de la subasta me han pedido que les vaya indicando dónde tienen que dirigirse.

Por favor, acerquénse, dejen sus objetos personales en esas cajas. Dijo señalándolas. Como podéis ver hay una para cada uno, debéis dejar tanto teléfonos móviles, como cámaras de fotos y cualquier tipo de dispositivo electrónico. Cualquier uso indebido de cualquier objeto no permitido implicará la expulsión inmediata de la subasta. Dejó una pausa para que aquella información calase en los invitados.

Después procederéis a cruzar el detector de metales que hay en la entrada, así que os recomiendo que dejéis relojes y cualquier objeto que pueda alterar al detector, por ejemplo vuestros cinturones. Cuanto antes acabemos con este mero trámite, antes podremos empezar con la subasta. Dijo haciendo un hueco para dejarles paso a los presentes invitándoles así a entrar en el interior de la mansión de los Rocks.

Junto al mayordomo había seis cajas negras de madera, cada una tenía una llave y un número asignado. 

Eso sí, no olvidéis vuestro dinero. No sé si os avisaron, pero sólo se permite pagos en metálico, así que por favor, dejad vuestras carteras también en las cajas y sacad los fajos de billetes. Os entregaré una llave a cada uno de vosotros según vayais guardando vuestros objetos personales en la caja. Después debéis firmar aquí, indicando vuestro nombre, apellidos, profesión, así como la edad, el teléfono de contacto, dirección de email y sobre todo el objeto deseado por el que estáis dispuestos a pujar más. Dijo sacando una carpetilla con un papel con varios cuadros. Parecía más una azafata que un mayordomo, pues no hacía más que indicar los pasos a seguir y el camino a tomar, le faltaba indicar la salida de emergencia. Recordad que podréis pujar por cualquier objeto que deseeis, independientemente de que sea el que habéis escrito. Esto es un mero trámite para que quizá en el futuro, los Rocks puedan encargarse de buscar esos objetos que deseais y subastarlos el año que viene.

Finalmente cruzad la puerta, donde está el detector de metales y en el hall esperad al resto, yo os acompañaré a todos hacia la sala donde se realizará la subasta. ¿Entendido?

Habla de mí condescendientemente, estoy acostumbrado a los pijazos de Madrid. Paso de él.

- Sí, señor.- respondo al tipo del bigote, sin saber por qué le he llamado "señor".

No termino de sentirme cómodo entre ellos y me dedico a comer y beber tranquilamente. Para mí esto ya es bastante premio.

Cuando sale el mayordomo pienso en mis perros. ¿Podré meterlos conmigo? Luego dice algo de dinero... con lo que tengo, cualquiera de estos se me adelantará. No es justo.

Subo los peldaños que separan el jardín del hall de la mansión. Dejo todas mis pertenencias en mi baúl, mis pertenencias son simplemente una bandolera algo abultada. Recojo la llave y relleno el formulario:

Nombre: Txori

Apellidos: Urrutia

Profesión: -

Edad: 25

Teléfono y email: -

Objeto deseado: soporte para libertad económica

Sigo caminando y pongo la llave y el dinero en la bandeja, ya que se trata de monedas, y paso por el arco con mis perros.

Pipe recibió con agrado y cierta impaciencia la apertura de puertas.

Ya iba siendo hora de que los Rocks se dejaran ver... ¡Un momento! Ese no tiene pinta de millonario excéntrico

Efectivamente, el hombre resultó ser el mayordomo, que les recibió con una serie de instrucciones.

Pipe se sintió ofendido por tener que dejar sus pertenencias, pero era eso o no acceder a la subasta, así que cedió. Aunque, por supuesto, quejándose de camino.

Ni siquiera en la coronación del tito tuve que dejar el móvil... esto es un ultraje - dijo. Pero a pesar de sus palabras, dejó el movil en la caja. Y junto al móvil, sus pertenencias. Tan solo se quedó el dinero en efectivo que sacó de la cartera y el pin en la solapa, porque nunca pitaba en los controles. Incluso se quitó el cinturón.

No llevo reloj - Aclaró.

Después tomo el papel y rellenó la información solicitada.

Oiga, aquí no hay espacio para el nombre... ¿Por qué siempre hacen los formularios tan pequeños? - Se quejó, pero escribió su nombre completo igualmente en un tamaño de letra considerablemente pequeño para que cupiera todo. A pesar de eso, la B, la Ó y la N finales las tuvo que escribir en vertical por el margen de la hojita.

Cita:

Listo. Creo que está todo.

Cogió la llave de la caja, la cerró y se la guardó en el bolsillo del blazer.

Luego cruzó el arco detector y entró en la mansión.

Nombre completo: Dwayne Douglas "La Roca" Johnson (Usyos).

Profesión: Varias

Edad: 45

Teléfono / Email: Privado / DUSYOS@US.NAVYseal.USA

Objeto deseado: Elixir eterna juventud/Fruta de la eterna juventud.

Como buen soldado, se presentó ante la caja en silencio. Colocó todo aquello que quería dejar, que no era otra cosa que el móvil, y sin abandonarlas, se las lió en la mano, mostrándolas, pero sin llegar a desacerse de ello. Tras esto entró en la mansión.

ENTRO

Tenía ya ganas de terminar con la pantomima. Era para lucir idioteces. Era para presumir o hacer amigos. Por suerte, nadie le le ha partido los dientes al pedante del noble autóctono. ¿Qué quiere?¿Ser el heredero de la corona?

Sir Robert Campbell depositó sus pertenencias en silencio en el interior de la caja. Última de todas depositó su preciado reloj de oro, del que se despidió dándole un beso.

-Conservaré esto -le explicó al mayordomo, sacándose del bolsillo su monóculo y colocándoselo en el ojo izquierdo-. Así podré examinar los ojos de la subasta con mayor precisión.

Tras esto, se dispuso a escribir la información solicitada en el papel que le entregaron. Mientras escribía, pensó que era una pena que no se le hubiera ocurrido traer su pluma de oro, con la que estaba mucho más acostumbrado a escribir.

Nombre completo: Sir Robert Campbell

Profesión: catedrático de Historia Medieval

Edad: 55 años

Teléfono: 651902150

Email: bigmoustache66@hotmail.es

Objeto deseado: Espada Excálibur

Sin más, Sir Robert Campbell cerró su caja con llave y procedió a pasar en silencio frente al detector de metales para entrar en la mansión detrás de sus compañeros.

Vamos, vamos, señores. Dense prisa que no tenemos todo el día. - Dice Pipe desde dentro apurando a aquellos que aún estaban por decidirse.

También añade, específicamenge para Vicente.

¡Abuelo! ¿Se ha enterado bien de todo? - Y después para sí mismo pero en voz alta - Igual se le ha quedado sin pilas el sonotone

Luego se acercó a Dwayne y añadió.

Si por algo no entramos al G8... este es un país de vagos empedernidos.

Tovar apuró su última copa, i.e. la birra, y se acercó medio trotando al control de seguridad.

Ya voy, ya voy!!

Una vez allí, como no llevaba cinturón no se quitó nada, ni siquiera la corbata, y mucho menos la cartera. Sí dejó el móvil, y la tarjeta de crédito...

Mierda.

Caballero, salgo un momento a por dinero al cajero. Sólo he traido la tarjeta de crédito. 

Así que Felipe Tovar se ausentó un buen rato, por lo que a la vuelta, se quedó el último para "pasar por el aro". El tío venía con 10000 eurazos, sacados de poco en poco. Había dejado 2000 en la tarjeta "por si las moscas", el tío rata. 

Cuando ya habían entrado todos, le dijo al mayordomo con todo el morro:

Esta es mi navaja multiusos, como no es electrónica, supongo que la recuperaré en cuanto pase por el detector.

La depositó junto a la cartera, ahora vacía, y pasó no sin antes firmar la hoja.

¡Un momento! Gritó el mayordomo exasperado al ver entrar a Txori junto a sus perros. Será mejor que deje a sus animales en el jardín. Dijo mirando el aspecto que lucía él y sus mascotas. Realmente dudaba que aquel hombre hubiera sido invitado a la subasta, y dudaba aún más que tuviera dinero para pujar, pero él no era quién para echar a los invitados o para juzgar la apariencia de los recién llegados. Se quedó mirando a Pipe, pues él fue al único al que reconoció y el cuál sabía que era el más apto para estar allí.

Después vio la navaja multiusos que había dejado Felipe y el mayordomo negó con la cabeza. Por favor, armas o cualquier objeto punzante no está permitido, señor Tovar. Haga el favor de dejarlo en la consigna del exterior. Dijo sin dejarles aún pasar al interior de la mansión y esperando a que Txori se librase de sus perros y Felipe guardase la navaja.

Y así fue cómo Felipe dejó la navaja junto al móvil, para poder pasar a la mansión. No de buena gana, claro está, pero lo hizo igualmente antes de pasar por el detector. 

Txori miró al Mayormodo con impotencia, como implorando clemencia, pero al mismo tiempo sabía que no era posible entrar con ellos. Se agachó y les dio un beso a cada uno. Susurró algo al oído del mayor de los dos, y tendió su mano con las correas al Mayordomo.

- Cuídelos bien, por favor.