Lo de quedarse sin ropa no se lo esperaba, pero veía más sencillos pasar como agua bajo la puerta que intentar volverse vapor y no poder entrar. Tomó entonces la jarra de manos de la señora Faustina, y con una sonrisa que pretendía ser de confianza para no preocupar a los demás, tomó de la jarra, esperando a ver cual sería el efecto... "Volverme agua, volverme agua", pensó, quizás de esa manera funcionaría.
-¿Darme la vuelta?- si en parte había ido allí para eso- ¿Por quien me toma? Le prometo que no miraré- dijo casi cerrando los ojos, pero dejando un resquicio para ver.- Estamos aquí para salvar gente, no para para pasar el rato- balbuceó- como si yo fuera un degenerado.
Vale, lo era, pero no iba a admitirlo.
Subieron por las escaleras del hall de entrada y llegaron a un pequeño descansillo con un par de puertas. La primera llevaba de frente, mientras que la segunda llevaba a la derecha. Tomaron la segunda opción y pudieron ver un hermoso corredor con un pequeño mueble lleno de figuritas talladas de madera, una hermosa lámpara, y un par de puertas. Una al fondo del pasillo, y otra a mitad de camino a la derecha.
Cuando llegaron a la que estaba a mitad, pudieron comprobar que la puerta estaba abierta*. La que estaba justo enfrente seguía cerrada.
*Esto es lo que digo de que no os adelantéis a los acontecimientos, y por eso había preguntado quién sube. Porque las cosas no están cómo estaban antes.
Así que, de momento no tomo en cuenta ninguna de las acciones ya que a lo mejor queréis investigar la puerta abierta.
La idea de intentar entrar bajo la rendija de la puerta quedó descartada cuando descubrieron que la puerta ya no estaba cerrada. Aquello le dio un mal presentimiento a Anna, quien miró al resto primero, y luego con mucho cuidado se acercó a la puerta, se asomó para ver que veía, y se dispuso a entrar, tan silenciosamente como podía.
Vale, vale, entendido Jefe.
Faustina estaba frente a la puerta, jarra con agua en mano y aún mirando a la chica con esos ojos de cochinillo asustado.
¡Ni siquiera se había dado cuenta de que la puerta estaba abierta!
Sin soltar la jarra, como si fuera una extensión de su cuerpo, y sin pensar en un solo segundo que ahí dentro pudiera existir algún peligro, entró en la habitación.
No habría que usar los poderes. En parte, sintió alivio, los objetos empezaban a darle mal rollo.
-Hay que tener cuidado- pero Faustina entró- bien yo también entraré.
Se acercó a la habitación con cuidado, dispuesto a entrar.
Sigo sin poder hablar en el offtopic o en escenas que no sean ésta.
La escocesa había acompañado a los demás hasta la puerta que supuestamente retenía a los rehenes pero al llegar vio la cara de sorpresa de los demás y descubrió que la puerta estaba abierta. -¿Esta era?- Preguntó aunque sabía la respuesta de antemano. Se acercó a la puerta de al lado, que sí esta cerrada, y exclamó -¿Hola? ¿Hay alguien? - Miró a los demás como exigiendo alguna respuesta por su parte.- Al final no va a hacer falta que se convierta usted en agua querida- Sonrió levemente.
Antes de entrar en la habitación, Aryn se acercó a la puerta que tenía enfrente y que sí que seguía aún cerrada. Y segundos después oyó una respuesta. ¡No os lo diré más veces! ¡Dejad todos los objetos donde estaban y marchaos de aquí ya! ¡De lo contrario tendremos que tomar medidas!
Los demás echaron un vistazo a aquella habitación abierta y descubrieron que aquello era una biblioteca. Pero estaba claro que habían estado buscando algo allí, pues todo estaba revuelto. Los libros estaban en el suelo, las mesas volcadas y los sillones que había también. Había claros signos de pelea e incluso en un rincón había un poco de sangre.
Cuando se fijaron bien, vieron que algunas gotas de sangre seguían un claro rastro de esa habitación a la que estaba cerrada. ¡Definitivamente alguien había salido herido!
Ya deberías poder.
Faustina miraba con sus ojos cochiniles la estancia, nunca había visto tantos libros.
Ella tenía serios problemas con la lectura pero no dejaba de apreciar que ese era un sitio bonito.
- Creo que buscan el libro que tenemos nosotros. El de nombre con números.
Lo dijo susurrando, no quería que lo escucharan los que estaban en la sala de al lado. No pudo evitar agacharse a la vez que susurraba, como si eso fuera a ayudar.
Aquello no pintaba nada bien, y saber que ahora se habían mudado de locación no ayudaba. -Señorra Faustina, ¿porr cuanto tiempo perrmanecerría trransforrmada?- Preguntó, con preocupación. -Podrríamos hacerrles crreerr que nos hemos ido, y yo entrrarría a la habitación...- Propuso. -O podrríamos decirrles que no sabemos como salirr, que todas las puerrtas están atrrancadas... Que no es mentirra, porr cierrto.-
Faustina que seguía agachada para hablar en bajo salió de su ensimismamiento para contestar a la muchacha.
- La verdad es que son solo unos segundos. Lo justo para poder pasar por debajo de la puerta. Sinceramente, dado que hay gente herida y que podrían usar la fuerza, creo que quien tiene que ir al otro lado es el Señor Avascal. Ya que parece que tiene buen talante, mejor que una señorita delgaducha.
Paró de hablar para mirarla de arriba abajo, con la jarra aún en sus manos.
- La verdad creo que las dos, cuando logremos salir de aquí deberíais venir unos días al pueblo. Buenos quesos, buenas cosechas y buenos cocidos. Con su buena grasa y su buen "chorizu". Porque estáis muy "delgauchas" ¿eh? ¿Tu madre te ha visto bien muchacha? Bueno, ya hablaremos de eso. Señor Avascal, ¿beberá "usté"?
Usar los poderes... había salido un poco escarmentado de eso. Pero qué narices, desnudo contra el mundo. Alguien quería que muriese, algún rojo.
-Está bien, pero os estáis malacostumbrando. Normalmente no soy tan buenazo. En cuanto al libro, si Aryn tiene razón, podríamos traerlo aquí a ver si sirve de algo. O, si queréis, puedo intentar antes echar la puerta abajo a hostias, sin poderes.
-No podemos seguirr parrados aquí sin actuarr.- Dijo la rusa, viendo que había dudas sobre lo que había que hacer. Suspiró, tomando la jarra de manos de la señora Faustina, y avanzó hasta quedar frente a la puerta cerrada. Esperaba que eso funcionara... Comenzó entonces a beber de la jarra, pensando en la palabra agua.
Anna bebió de la taza de Faustina y ésta cayó al suelo pero no se rompió. Después la mujer se desvaneció y se convirtió en vapor como Faustina había dicho que ocurriría.
¡Justo como le pasó a ella! Faustina sabía que solo había una oportunidad, luego la chica no se volvería a convertir en vapor.
No se le ocurrió otra forma de ayudarle a pasar la puerta que soplando.
Se tiró a cuatro patas frente a donde había estado la chica y comenzó a soplar, jadeando como una vaca que hubiera corrido mas de tres zancadas seguidas y acompañando cada soplido con alguna que otra baba por el esfuerzo.
- ¡Vamos! Ayudad, solo tiene una oportunidad. - dijo al resto para seguir con sus soplidos
Soplar le parecía una estupidez. Aún así lo hizo, e intentó con sus manos dirigir el humo para que Anna consiguiera su objetivo. Si hacía falta y estaba en peligro, él mismo bebería también. Aunque de momento, no le apetecía demasiado el probar ese líquido mágico.
Anna solo se convirtió en vapor durante unos instantes y por mucho que Iago y Faustina soplaron, no fue suficiente para que la muchacha pudiera introducirse por debajo de la puerta. Así que, segundos después Anna volvía a estar allí junto a los demás en su estado normal.
Anna no había llegado a pasar a través de la puerta, pero sí que había podido ver brevemente lo que había tras ella. Parecía haber un par de hombre vestidos de traje, uno incluso le había recordado al actor Bruce Willis. Uno de ellos miraba por la ventana, mientras otro se movía por la habitación. Parecían peligrosos.
En la sala había cinco cuerpos, pero no llegó a poder ver quiénes eran, ni tampoco el estado en el que se encontraban.
La sensación había sido muy extraña. Como uno de esos sueños donde sólo eres un espectador de lo que ocurre a su alrededor. Intentó pensar en moverse, pero lo que vio la distrajo. Y de pronto volvía a ser sólida, frente a una puerta igual de sólida.
Retrocedió, haciendo una seña de silencio al resto, y se metió de nuevo en la biblioteca. -Pude verr a trravés de la puerrta. Hay dos hombrres, uno se parrece a Brruce Willis. Uno mirra porr la ventana, parrecen nerrviosos y peligrrosos. Hay cinco perrsonas más en el suelo, no sé si vivas o muerrtas.- Terminó por decir, nerviosa.