Partida Rol por web

- Es tu especialidad. - dice señalando el ordenador y la silla que hay frente a él. Se ajusta las gafas - Vamos a encontrar esos 5 millones - afirma y se cruza de brazos.

Una media sonrisa se dibuja en mis labios al ver el lugar, pareca perfecto. Mientras Heinz toquetea los cables, yo saco el detector de cámaras y me aseguro de que no haya ninguna. 

Después de eso me siento, saco mi libreta y un rotulador y asiento con la cabeza. - Vamos allá. - Digo, mientras enciendo el ordenador para intentar rastrear los cinco millones en la web del banco suizo.

Mark y tu llegáis a la oficina. Mark comenta que tiene asuntos que hacer y no tardas mucho en verle desaparecer. Tu haces lo mismo, esta vez en tu coche.

Paras a comprar chicles y te aseguras de dejar varios paquetes en tu coche para intentar que no volviera a pasar lo de antes. Que te quedaras sin chicles. 

Pones rumbo a casa de tu última persona por investigar, la jefa del departamento de I+D de EasyWater. Como es la última de la lista decides dedicarle un tiempo. Los vecinos no tienen queja alguna de ella y alguno de ellos comenta que últimamente se le ha visto con un hombre. Cotillas en definitiva.

Por lo demás, su vida se corresponde con la del expediente que tienes. Nada fuera de lo normal.

No la ves llegar hasta la noche. Llega con el coche, lo deja en su garaje y la ves como entra dentro de casa. Hay algo que te llama la atención. Por sus gestos parece ligeramente nerviosa. Conoces esos gestos, parece pensar que le siguen y mira de vez en cuando en direcciones aleatorias. Casi te ve. Dos veces. 

Heinz se ajusta las gafas y coloca su mano en el respaldo de la silla para inclinarse un poco y ver la pantalla y con eso aquello que estás haciendo. Puede resultar ligeramente invasivo pero no deja de ser halagador captar la atención de Heinz. 

A medida que te adentras en el banco y comienzas a recibir información te abstraes y nada consigue distraerte. Todo parece una maraña de datos que te cuesta mucho ir hilando y descodificando. A eso hay que sumarle la complejidad del entramado. Porque una vez los 5 millones entran en el banco suizo viajan a lo largo y ancho del mundo de empresa a empresa. 

Escuchas carraspear a Heinz, parece ligeramente perdido.

Una mente cualquiera probablemente habría desistido, habría considerado que el dinero se perdió en alguna de esas empresas y punto y final. Pero tu ya conoces ese sistema, ya lo has visto. Empresas y empresas, sociedades... todo huele a una cosa. Corrupción. Y de la de clase alta. 

Al final llegas al punto de origen. El dinero volvió a los Estados Unidos. La última de las empresas compró una serie de objetos a un particular en Nueva York. John Hyder es el hombre titular. 

Como un relámpago te lanzas a comprobar su identidad. Tiene 37 años y trabaja en el ayuntamiento de Chicago. Además, es el cuñado de Theodore Jackson.

Cuando Mark me deja en la oficina, casi sin tiempo de despedirme, le veo marchar en su coche y yo, encogiéndome de hombros, me dirijo al mío. Arranco el motor y dejo que el potente sonido de su motor me impregne. Me encanta mi coche. Miro los documentos en la guantera. Me queda una persona por investigar y no tengo mucho que hacer. Me dirijo hacia allí. Por desgracia, la mujer vive en dirección opuesta a mi casa, así que compro chicles en una tienda de barrio regentada por un iraki. Lo siento Kim. Pienso para mis adentros, como si le estuviese siendo infiel a mi koreano favorito.

Llego al barrio de la mujer y observo.

Maldigo en casa ocasión en la que mi última investigada casi me pilla. De alguna manera, queda claro que es consciente de que alguien la sigue. Me pregunto si habré sido torpe o si realmente alguien más la está siguiendo. Me quedo en el coche, ligeramente más recostado para hacerme algo más invisible con la propia oscuridad de la noche. Y espero. Espero a ver si alguien más se presenta. Preparo mi arma por si acaso. No tengo a mis compañeros de refuerzo y prefiero no jugármela. Si tengo que usar el arma, lo haré.

Espero en silencio. Un silencio sólo roto por el sonido del chicle siendo masticado. El tiempo pasa...

La sonrisa divertida de medio lado que me provoca la presencia de Heinz asomándose por encima de mi hombro va disolviéndose poco a poco según voy concentrándome y abstrayéndome en los datos de la pantalla. Mi ceño se frunce por la concentración que me requiere el esfuerzo de seguir los números por el laberinto de cifras, empresas y sociedades, sin frustrarme cada vez que terminamos chocando contra una pared. 

En la mesa tengo papel y rotulador. Voy dibujando cifras y flechas que sólo tienen sentido para mí y que se esparcen en mi libreta sin un sentido aparente en su orden o colocación, pero que para mí son como una guía, un mapa simbólico de las rutas que vamos recorriendo. Pues donde otros ven sólo números y letras, yo soy capaz de ver un camino. No sé en qué momento pierdo la noción del tiempo que pasa, concentrada por completo en las figuras de la pantalla. 

Cuando por fin sigo el rastro del dinero hasta Estados Unidos de vuelta me doy cuenta de que estaba mordiéndome el labio inferior con fuerza. Tal vez por la expectación de sentir que estamos a punto de conseguirlo o por la incertidumbre del siguiente paso. - ¡Joder, sí! - Exclamo, tomando nota de los últimos datos sobre John Hyder. 

Me giro entonces para mirar a Heinz con una expresión de absoluto triunfo en el rostro. - ¡Tenemos a ese cabrón! - Saco el móvil del bolsillo y mando un mensaje a Mark y Luke:

John Hyder. Recibió la pasta. Trabaja en el ayuntamiento, 37 años. Cuñado de Jackson.

- ¿Crees que este sitio seguirá siendo seguro? ¿O los del banco lo localizarán si se dan cuenta de que hemos estado hurgando en sus tripas?

¿Las 19? Estaba seguro de que habíamos quedado a las 20. Pero si este tipo llevaba el reloj con una hora de retraso y aún así llegaba pronto a las citas...

¿Relevante? 

Mi editor, nunca lo afirmará en alto, cree en la inocencia de su cliente, y si no en su inocencia sí en la posibilidad de que quizás tuvo alguna razón extraordinaria para hacer lo que hizo.

Si pudiésemos encontrar cualquier causa atenuante o incluso pruebas de que no fue él o fue accidental... eso como poco cambiaría la condena de su cliente.

Espero

La cena no ha ido mal. Ella ha resultado una chica muy interesante. Un restaurante japones siempre es una apuesta arriesgada, pero no ha ido mal del todo,el sake siempre es divertido de tomar, al ser un trago caliente, que pena que mi economía no permita que la cena se alargue mucho más.

La chica es bastante divertida y me siento muy a gusto a su lado, no quisiera quemar este contacto, se me da bien las mujeres, puedo tener casi la que me proponga. ¿Porque me viene a la mente Marion? Pero disfruto de su compañía, no me gusta usarlas y tirarlas, vamos a ver como acaba la noche. La pienso acompañar a su casa y hacer el amor con ella. Si hay suerte haremos algunas cosas prohibidas en otros estados. Cuando se duerma echaré un vistazo por su casa, su ordenador, y cosas así. De no conseguir nada, pues me volveré a acostar, no soy de hacer desayunos, lo reconozco, pero doy unos buenos despertares...

Heinz trata con gran esfuerzo seguir todas tus notas y tus aspavientos. Pero sus resoplidos te hacen pensar que tal vez no lo esté consiguiendo. Cuando exclamas con fuerza notas un pequeño sobresalto en tu compañero. Cuando te giras para hablarle ves que mueve sus manos para luego ajustarse las gafas. Está ligeramente nervioso, excitado por el nuevo paso a seguir  y seguramente contento por haber formado parte de alguna manera en este avance. 

- SI - dice dando una palmada en el aire. Ves que se inclina para revisar los datos que has apuntado. - Bueno, todo queda en familia al parecer. - Ves que atiende a tus datos y asiente de vez en cuando como si hubiera comprendido lo que pone en ellos - Hidronet paga a este - dice señalando el nombre del cuñado - Por lo que veo se han tomado muchas molestias en tapar el rastro - chasquea con los dedos - Política, corrupción... me encanta - dice frotándose las manos.

Cuando haces las dos preguntas te mira sobresaltado. Ves que arquea las cejas.

- El sitio está bien protegido, los rusos dejaron un buen sistema de aislamiento que he conseguido reparar - comenta - Dependerá de si el banco nota el hackeo... y si lo nota del interés que pongan en rastrearlo - dice y se encoge de hombros preocupado. - Supongo que podríamos establecer alguna alarma por si alguien rastrea este sitio, para saberlo - te mira y se vuelve a encoger de hombros - Tal vez entre los dos podamos programar algo - explica y se acaricia la barbilla - En cualquier caso tardarían horas en rastrearlo y eso contando con que hayas dejado algún rastro que puedan seguir - dice negando con la cabeza y luego sonríe - Cosa que dudo bastante. jejejeje. Podríamos también pagar a alguno de los amigos de Roderick para que esté atento por si viene alguien por aquí. - dice casi sin parar entre las palabras. Sin duda su cerebro está funcionando bastante deprisa.

Ves que respira dos veces. Ya es bastante entrada la noche. El tiempo ha pasado volando entre datos y más datos y el cansancio os llega de golpe una vez la adrenalina de los descubrimientos ha desaparecido de vuestro cuerpo.

- Después de esta creo que Roderick ya no me debe nada - dice rascándose la cabeza - No me gusta esta sensación de inestabilidad - dice observando a su alrededor y comienza a recoger. 

La noche transcurre según lo que has planeado y tras un rato relativamente largo cae dormida en la cama. 

Das una vuelta por su casa revisando todo aquello que podría darte pistas y avances en la investigación. En su ordenador no te es posible entrar debido a la seguridad que tiene instalada. No parece que vayas a encontrar nada hasta que algo llama tu atención mientras miras su ordenador. La casa es modesta y casi todo lo que hay allí también, excepto por el ordenador, es de los mas caros y completamente nuevo. Observas con atención buscando algo más pues tu intuición parece haberse activado. Buscas con más interés que tu intento anterior y entre los papeles de la mesa encuentras algo que te llama la atención. Es la carta de dimisión de la secretaria de Cesar Vittio con fecha del lunes siguiente.

Desde el coche ves la casa de Amanda desde su parte frontal. Cuando entra no tardas en ver luces que se encienden y luces que se apagan, sin duda ha comenzado a moverse por la casa. Aguardas un rato largo, hasta que la madrugada entra, observando todo a tu alrededor. Cuando estás a punto de marcharte pues ya es de noche y comienzas a tener sueño, te das cuenta que las luces de su casa, las del piso de arriba, siguen encendidas. De hecho, hace un rato largo que están encendidas. 

El abogado tuerce el gesto al escuchar tus palabras. Medita durante unos segundos y le escuchas respirar profundamente. Parece que piensa y que por alguna razón no llega a ninguna conclusión.

- Mire. Agradezco su interés. Pero no hay nada que hacer. Mi cliente ha confesado - te mira - Confesar será su atenuante. Por lo demás,  poco puedo hacer, tienen a su culpable y han dejado de investigar.

El hombre parece ligeramente nervioso. 

- Puedo intentar hablar de nuevo con él. - dice.- Estoy... - dice y baja la voz - Prácticamente convencido de que alguien le contrató - te dice en un tono casi imperceptible - Aunque ha negado todo.

Valoro las palabras de Heinz todavía con la media sonrisa triunfal instalada en mis labios. - Pongamos entonces una alarma. Así no tendremos que pedirle nada a Rodrick. Ahora nos tocará a nosotros hacerle un favor para que sea él quien nos deba una. - Comento enarcando una ceja. A mí tampoco me gusta ese desequilibrio. 

Con un suspiro cansado me levanto y muevo la cabeza, haciendo crujir mi cuello a un lado y al otro. Después, empiezo a recoger yo también. - Venga, vámonos a casa. Estoy agotada. Mañana podemos encargarnos de la alarma.

Escucho al abogado y asiento a sus palabras. Parece derrotado y nervioso.

Siento el movil vibrar en mi brazo y le hecho un rápido vistazo con un escueto -disculpe.

Parece que Marion ha hecho bien su trabajo. Sonrío.

El asesino de la señora Vittio ya no parecía estar tan metido en nuestro caso. Me encojo de hombros como colofón final a las palabras del joven abogado.

Creo que podría haber mucho más detrás de su caso, caballero. Intente hablar con su cliente, convenzale para decir la verdad... sin ella, no hay noticia. Muchas gracias por su tiempo. Seguiré su caso con atención.

Sonrío al abogado y apoyo mi mano en su hombro antes de marchar.

Hago fotos con el móvil al ordenador y a la carta de dimisión. Intento no hacer ruido y salir de allí lo más discretamente posible. No quiero que se despierte y empiecen las conversaciones forzadas. Ha sido una gran noche, mejor no estropearlo con una mediocre mañana. Salgo de puntillas mientras pienso en lo que he encontrado y en lo que no he podido encontrar.

Le doy un último beso en la frente, y con los zapatos en la mano abandono la vivienda, cerrando con cuidado. Me pongo en camino de nuestro piso compartido. Una ducha no me iría mal.

Que Elara se quede hasta tarde es un dato interesante, pero por sí sólo irrelevante. Puede haberse quedado hasta tarde trabajando y no por ello le hace ser una delicuente.

En ese momento, absorto por mis pensamientos, me sorprendo cuando el móvil vibra a mi lado. Lo cojo y miro. Un mensaje. Lo abro con curiosidad, el remitente es Marion. Probablemente algo relacionado con la investigación. Y así es. Al parecer tenemos un sospechoso con nosotros.

Miro por última vez la ventana encendida de Elara Simonds y arranco el coche que pronto comienza a bramar con su potente motor. Antes de pisar el acelerador, mando un mensaje de vuelta a Marion:

Voy a la oficina. Reune al equipo.

Mi mensaje es directo y escueto. Piso el acelerador, salgo del barrio residencial en el que me encuentro y me pongo en dirección a la oficina. Me adentro en Chicago de nuevo. Pongo la radio y busco una emisora de radio que ponga rock o metal y me meto un chicle en la boca. Me pregunto si la noche será larga.

Cuando mencionas que al día siguiente os haríais cargo de la alarma te percatas de que Heinz ha empezado ya a trabajar en la alarma. Al escuchar tus palabras se incorpora como un niño que ha sido pillado haciendo algo indebido. 

- Sí.. sí mañana mejor - dice y con un dedo se ajusta las gafas para luego ponerse a preparar y a recoger todo. Una vez todo terminado salís de la lonja bajando la verja y os ponéis rumbo al punto de encuentro con Roderick. Tras un intercambio de palabras entre Heinz y Roderick el asunto queda zanjado. Vosotros pondréis la alarma y de nuevo estará en deuda con vosotros. Todo vuelve a la normalidad. 

El viaje en moto es bastante tranquilo. Notas como durante el viaje recibes un mensaje en el móvil pero no le prestas atención. La carretera casi vacía a esas horas de la noche tiene toda tu atención. Ignoras los eventuales recordatorios de Heinz de que tu velocidad sobrepasa los límites establecidos por la ley y continúas rumbo a la oficina. 

Cuando llegáis bajáis de la moto y vas a aparcarla. En la cara de Heinz se puede ver por completo su desaprobación al viaje transcurrido aunque no dice nada, sólo hace muecas. 

Miras el móvil y ves que es un mensaje de Luke

Voy a la oficina. Reune al equipo.

Te dispones a responderle pero cuando alzas la mirada para localizar a Heinz ves que tanto Mark como Ian se aceran por la calle rumbo a la oficina.

La noche en casa de la señora Halloway ha sido bastante placentera y una vez termináis de poneros al corriente de todos vuestros asuntos captas las indirectas de que prefiere dormir sola. Eso no es algo con lo que hubieras contado pero no tienes mayor problema y te marchas de su casa en plena noche. A esas horas es complicado encontrar un autobús que te lleve a casa y tienes que dar bastantes vueltas. 

El asunto del abogado resuena todavía ligeramente en tu cabeza aunque prácticamente sólo piensas en la señora Halloway y en la próxima vez que vayáis a hacer yoga como ha propuesto. 

La ciudad de noche es completamente diferente y el camino a casa parece  otro. Lo que cambia la ciudad parece mucho. 

Meditabundo vas por la calle y no sales de tus pensamientos hasta que cuando estás llegando a la oficina te encuentras casi de bruces con Ian. Parece que también llega a casa a esas horas. 

Con todo el material conseguido pones rumbo al piso. 

No habías caído en que Chicago de noche es una ciudad diferente, completamente diferente. Por suerte eres un gran observador y no tardas en saber de nuevo el camino de vuelta. 

No llegas a sentir peligro en ningún momento en el camino de vuelta pero te mantienes en una alerta constante y permanente. El viaje se hace algo largo pero es llevadero pues tienes cosas en las que meditar.

Cuando vas llegando a casa ves a Mark. Está cruzando la calle y parece que se dirige hacia ti pero no tardas en comprender que va metido en su mundo y aunque esté mirando a la dirección en la que estás no te ha visto. 

Un ruido hace que tus sentidos se dispersen por unos instantes. Lo reconoces inmediatamente pues lo has oído antes. Es sin lugar a dudas la moto de Marion que se acerca. Pasan pocos segundos hasta que ves aparecer la moto y detenerse enfrente de la oficina. Heinz y Marion se bajan de la moto. Parece que tus compañeros de piso también han tenido asuntos que les han ocupado hasta altas horas de la noche.