Partida Rol por web

Orquídea iba a decir algo cuando se detuvo.

-¿Y Juan Manuel? Yo por mí entrábamos, pero él ha gastado mucha sangre y está por los suelos. Y sin nos han pillado... dejarlo aquí solo no me parece buena idea.

Se gira y le pregunta a de Rosas:

-¿Cómo se encuentra? ¿Se ve con fuerzas para entrar?

Juan Manuel de Rosas suspira y luego dijo:

-Los acompañare a ustedes adentro y dare lo mejor de mi,pero solo una cosa,prometanme que si caigo en letargo por la falta de sangre,inmediatamente buscaran la manera de darme un poco o me alejaran del campo de batalla para que luego se me pueda alímentar dado que yo no sere capaz de hacerlo,y si llegase a caer en frenesi,no me maten,solo nockeenme hasta que mas tarde cuando la misión se cumpla pueda alimentarme bien,¿me pueden prometer eso?

espero las respuestas de sus compañeros.

Eso por descontado Juan Manuel, pero quizás deberías salir a comer... O si te quedas y el de arriba es un humano y no es de importancia, por mí puedes alimentarte hasta dejarlo seco. Respondo terminando con una sonrisa maliciosa y juguetona. Ahora por favor, entremos de una puta vez... antes de que se escapen o nos tiendan una trampa

-Como ha dicho Rrael, eso no hace falta ni decirrlo.-respondió el Brujah.

Se giró y empezó a caminar hacia el portal que Rael había señalado.

-Es verrdad, es mejorr que nos demos prrisa.

Yakov encabeza la comitiva hacia lo desconocido, seguido por Orquídea y Rael. Al final van la joven Kashya y de Rosas, haciendo en gesto de valentía al entrar en ese edificio, donde podría morar un simple mortal o ser una trampa.

Subís a oscuras las escaleras de baldosas desgastadas hacía tiempo ya, hasta llegar al primer piso. Yakov os mira con sus ojos claros y hace un gesto con la cabeza señalando la puerta de la izquierda. Es una puerta de roble que hace años perdió su brillo. Un único cerrojo adorna un lateral.

Orquídea y Rael entienden el gesto: va a tirar la puerta abajo. El resto de la cuadrilla se aparta, quedando en las escaleras. Orquídea saca su espada. Yakov se lanza contra la puerta, y ésta cede como un papel de fumar, haciendo un ruido sordo que debió despertar a toda la calle.

Ante vosotros se abre un pasillo oscuro, sólo iluminado por un rectángulo de luz que sale de la primera puerta a la izquierda, y adornando con una vieja y oscura consola de madera.

Os miráis con gesto cómplice y entráis rápidamente en la habitación por cuyo quicio sale la luz.

Ante vosotros aparece el hombre al que Rael había perseguido, sentado en una vieja silla de mimbre frente a un televisor encendido. La habitación está vacía a excepción de una mesa carcomida que sirve de apoyo al aparato de televisión. Ni siquiera hay lámpara, y lo que ilumina la estancia es una bombilla colgando de un triste cable. La pintura de las paredes se ha caído dejando ver amplios parches de yeso, y el moho ha hecho de las esquinas del cuarto su morada. Todo huele a humedad y decrepitud.

El anciano os mira con cara de pavor mientras en el televisor sólo aparece la niebla.

Juan Manuel de Rosas,suspira y luego le dice al hombre:

-¿Que demonios a pasado aqui?,y ¿quien eres tu?,¿que haces aqui en estas horas de la noche?

Luego de formular las preguntas miro seriamente al sujeto para acercarse a el y ordenarle:

-Contesta!!

Yo busco por todas las habitaciones, pienso que a lo mejor puede haber alguien escondido o que haya algún objeto de interés.

Los ojos del hombre se abren a medida que el efecto de la Dominación actúa sobre él:

-Yo... soy Antonio Magarinos y vivo aquí solo desde que murió mi mujer... Jimena... Sólo espero a que ella... me vuelva a hablar... por la tele...

Esto último lo dice girando su rostro y mirando de soslayo la pantalla del aparato.

La Assamita ve como Rael se va y se dirige a la habitación de enfrente.

-No es vampiro... ni ghoul....-dice con convicción después de usar Auspex.

Se acerca al anciano.

-Por favor, -dice dulcificanod el tono de voz- ¿cómo que espera a que le hable su mujer por la tele?

El señor os mira con terror mientas se encoje en su silla como un contorsionista.

-Después de... su muerte... en este canal, empezó... -el señor comienza a llorar.- Empezó... empezó...

De Rosas se acerca más y le ordena que conteste a Orquídea.

-Una voz empezó a decirme cosas... -decía el señor Magarinos entre sollozos.- Cosas... cosas que sólo nosotros dos sabíamos... Debe ser mi mujer... ¡Mi pobre mujer que me habla desde el Más Allá...! Me dijo que pasaría algo grande... hoy... es... esta noche... en Cha... Chamartín.

De repente su cara cambió. No sabrías decir qué cambió, quizá la luz del fondo de sus ojos o una pequeña línea de la comisura de sus labios, pero su rostro no era el mismo.

-Algo malo va a ocurrir...-dijo en tono lúgubre.

Vas con cuidado, esperando una emboscada en cada esquina, al abrir cualquier armario.

La casa es un pequeño piso de dos habitaciones, con escasos muebles y olor a orín. El señor no debía limpiar mucho porque las pelusas y el polvo campaban a sus anchas por todos lados. Los baños y la cocina estaban llenos de suciedad y olían a cloaca. Los escasos y viejos armarios estaban vacíos salvo por unos cuantos objetos y un poco de ropa.

Cuando vas a reunirte con los demás, ves que asoma la esquina de lo que parece un papel por debajo de un mueble. Te agachas y tiras de él. Se trata de una vieja y polvorienta estampita de un ángel, que con espada llameante lucha contra el demonio.

Juan Manuel de Rosas escucha con atención todo lo que decía aquel hombre y luego miro a Orquidea diciendo:

-Espera,eh escucho mitos,acerca de esto,Orquidea ven conmigo.

Una vez que estuvieron alejados de los demás dijo:

-Esto me lo enseño mi sire,de oidas,me comento acerca de los espíritus que no descanzan en paz,podría ser otro vampiro que juega con la mente de este sujeto,pero,¿que pasaría si fuese uno de esos espíritus?,debemos llegar al fondo de esto.

Vuelvo con los compañeros con gesto sombrío. Veo a Juan y a Orquidea apartados... lo cual no me gusta... ¿por qué?. Voy y les pregunto directamente ¿Habéis conseguido que cuente algo?.

Juan Manuel de Rosas asintio y luego dijo:

-Conseguimos que diga incongruencias,dice que su mujer fallecida le habla a traves de la pantalla del televisor,el tema es que como le dije a la señorita Orquidea,con esto podemos llegar a dos conclusiones,algun vastago juega con la mente de este frágil mortal,o caso contrario,aunque estoy medio excceptico de esta idea,es que podria tratarse de los espiritus que no descanzan en paz,¿usted que opina señor Rael?

Lo del vástago sería lo más lógico... si no somos capaces de que diga algo, deberíamos de llevarlo a la base. Me pongo cerca de la TV y empiezo a hablar serio y cabreado: Así que ves a tu mujer aquí, ehhh?... DINOS QUE QUERÍAS VER O ME LO CARGO!!! digo gritandole a ver si reacciona y nos dice algo más.

El pobre hombre, con los ojos cubiertos por las lágrimas, se encoje aún más en su silla ante los gritos de Rael.

-Ma-María... mi-mi pobre María... ella me habla...-dice entrecortadamente- me... me dijo que los que es-estaban en Chamartín... mi pobre María... debían ser avisados...

Rael se acerca a él y le aspeta:

-¡¿Avisados de qué?!

En señor Magarinos se empieza a abrazarse a sí mismo, con cara de dolor, y dice:

-¡No lo sé! No los sé... no lo sé... algo de... de una pu-puerta... una que no debe ser abierta... alguien tiene... ti-tiene la llave... quitádsela.

Rael le zarandea mientras le grita que no le cree.

-La va-vanidad humana... de-debe ser cas... tigada... el or...den del cosmos... re-re-restaurado...

El hombre gime y, de repente, sus ojos se vuelven vacíos. Su cuerpo cae como un fardo, inerte, golpeando con dureza el sucio suelo de terrazo. Todos os miráis, sin saber muy bien qué decir, en esos momentos de silencio oscuro y casi tangible con las manos.

Orquídea, en silencio como una sombra, se agacha al cuerpo, mientras Kashya se acerca a la puerta de salida. La assamita le pone un dedo sobre las muñecas.

-Está muerto... debió ser un paro cardíaco.

De repente, oís unos pasos por la escalera. Kashya aparece en la habitación:

-Hemos despertado a los vecinos, creo que será mejor largarse de aquí.

Juan Manuel de Rosas asintio y suspiro para decir:

-Hagan lo que hagan no se muevan,solo les pedire que si encuentran algun mortal,lo metan dentro para que me pueda alimentar.

Oís cómo baja por la escalera un hombre, que exclama al ver al puerta arrancada de sus bisagras. Se acerca a la puerta y, con un hilo de luz, dice:

-¿Señor Antonio?... ¿Señor Antonio?... ¿Está bien?

En el momento en que se mete en la habitación, de Rosas se abalanza sobre él con la fiereza que sólo proporciona el hombre. El hombre desfallece y hasta vuestro oídos llega el ruido sordo de su cuerpo golpeando secamente el suelo.

Juan Manuel hace desaparecer el manto de sombras con una sonrisa en sus labios, poco habitual en él.