Partida Rol por web

Erick se fue con un beso. Sabes que es un casanova., que adulará por igual a todas, pero no sabes resistirte a sus encantos. No sabes ni quieres. Te gusta verte reflejada en sus ojos y sentir sus manos sobre las tuyas. Ver las estrellas juntos y saber que él está ahí, a tu lado. Por eso es tan dolorosa la separación. Sabes que estará fuera una semanas, que Barcelona no está lejos y que va sólo por asuntos del Sabatt. Pero eso no te es suficiente. No sirve para llenar ese hueco dejado por su ausencia.

Llega lo ahora se salir. Erick te dijo que se reclamaba tu ayuda, que sería una forma de mostrar tu valía. Piensas que, al menos, será una distracción. Además, no quieres defraudarle.

A la salida del refugio te paras a contemplar el mar de encinas que se extiende delante de ti, ese bosque tan distinto al de tu tierra.

De pronto, sobre una peña cercana, ves una figura: un hombre encorvado, grande y fuerte, con el hocico afilado y dentado de un animal. No sabías que hubiera hombres lobo en la Casa de Campo. Erick te comentó que no los había, que la Camarilla los echó de esas tierras hace años.

Mientras la silueta se aleja, vas notando como una pesada bola de hielo comienza a crecer donde tendrías que tener el estómago.

Aun recuerdo el contacto tibio de los labios de Erick sobre los míos suaves. Casi salen lágrimas de mis ojos al pensar en la separación que nos distancia. Sé que trata así a todas, pero no puedo evitar pensar que soy especial, o al menos realmente es lo que deseo.

Salgo del refugio dispuesta a cumplir la misión que se me ha encomendado pues no quiero defraudar a Erick y de algún modo el timpo pasará más rápido di me mantengo ocupada.

Mantengo mis sentidos alerta pues unca se sabe cuándo puede surgir algún problema y, precisamente, hablando de problemas me encuentro frente a mi a un licántropo.

¿Eso que surge en mi estómago es miedo? Siento el estómago congelado, pero Erick dijo que no había licántropos en Madrid, o al menos en la Casa de Campo.

"Debo informar a Erick" pienso sielnciosamente mientras veo desaparecer a esa figura por el camino. "Pero, si sabe que he visto a un licántropo y que no lo seguí para ver hacia dónde se dirige..."  pienso también, así que sin pensar más y tratando de utilizar mi asomroso sigilo, pues sé que sus sentidos también están agudizados, me dispongo a seguirle.

Saliste corriendo detrás del hombre lobo con cuidado de no ser descubierta, bajo la luz de la luna y con el viento del verano jugando en tu pelo.

Al poco tiempo llagas al peñasco donde viste la silueta. Giras en derredor y ves algo que se mueve en dirección sur. Bajas ágilmente la loma y llegas a una pequeña hondanada. Desde tu posición se puede ver una carretera vacía que pasa al otro lado de la rambla.

Con cuidado te escondes detrás de unos arbustos y ves a dos hombres de aspecto desaliñado hablando en susurros. Se les ve nerviosos, mirando con gesto hosco a todos los lados. No estás segura, pero es posible que uno de ellos sea la persona que has visto en el risco.

A pesar de saber que es imposible que lo haga sienot como si en el pecho mi corazón cabalgara. Trato de acercarme un poco más y aguzar un poco el oído para ver si consigo enterarme de la conversación que mantienen, auqnue al ver que ellos miran nerviosos hacia todos lados hago lo mismo por si acaso algo me sorprende por la espalda, nunca sabes qué esperar de las criaturas de la noche.

Mis pensamientos se desvían a la amable sonrisa de Erick y eso hace que ponga más ahínco en escuchar y en estar atenta por si surge algo inesperado.

"Esto tiene pinta de ser gordo... licántropos" pienso mientras mis ojos pasan de ellos al entorno.

Desde tu posición detrás de una retama no puedes verles las caras a los dos licántropos. Sus cuerpos son sólo siluetas oscuras para ti.

Hay dos personas, si se les puede llamar personas a esos seres sucios y salvajes. Uno de ellos, el que puede que estuviera en el risco, es delgado y de ánimo nervioso. No para de temblar y mira con miedo a todos los lados. El otro es alto y corpulento como un toro, y lleva la cabeza tapada con una capucha. Parece ser de un rango superior o, al menos, aparentarlo.

- No, no... Markus me dijo que podría venir hasta aquí- dice con nerviosismo el más delgado.

El otro contesta con calma. Habla tan bajo que no puedes entender lo que dice, sólo aciertas a entender algo como "túmulo" o "cúmulo". Mientras, el delgaducho no para de pasarse la mano por la nuca.

- Sí, pero... dijo a Markus que... - no llegas a entender muy bien a quién se refería. La palabra sonaba como "feíto" o "meíto".

No llegó a terminar la frase. La silueta más grande hizo un gesto rápido con la mano, y comenzó a andar hacia donde tú estabas. Si tu corazón no estuviera muerto seguro que habría intentado salir corriendo de tu pecho. Una ventaja más de la no-vida.

Al dar un par de pasos, se para y coge una especie de sombra peluda que se agita en el suelo. Murmura algo que podría ser "ardilla".

- Hans, ¡hazme caso! Eres mi única ayuda. Sabes que no me he metido en ningún lío... -dijo, suplicante, el más delgado.

Al supuestamente llamado Hans contestó en un susurro algo que podría ser "meto" o "trepo" y otra palabra que quizá fuera "cerco".

Oyes como se acerca un coche, pero estás tan atenta a lo que dicen los hombre lobo que no le prestas atención. Cuando te quieres dar cuenta, el coche pasa por el tramo cercano a la vaguada donde están los lupinos. En ese momento lo miras, y tus ojos acostumbrados a la oscuridad se quedan ciegos por la potente luz de sus focos. Oyes como los hombres lobo huyen y se internan en la maleza.

Tus ojos todavían ven manchas de colores chillones cuando empiezas a abrirlos. No ha pasado demasiado tiempo desde que se fueron, pero no sabes muy bien si los encontrarás.

Soy consciente de que nod ebería hacerlo, pero siempre fui un alma curiosa y siento que lo que ocultan está lejos de ser una nimiedad, así que me lanzo a su busca tratando de ver indidcios que me indiquen por dónde han podido desaparecer.

Mis ojos tardan un rato en acostumbrarse a la oscuridad de nuevo, pero eso no hace que los comience a buscar con ahínco mientras recuerdo el roce suave de los tibios labios de Erick. Llevo sin verle poco más de dos horas y ya le hecho de menos.

Intento vovler a centrar mi mente pues ésta tiende a divagar y no quiero obviar que tengo la sensación de que esos licántropos esconden algo además de encontrarse en un lugar en el que supuestamente ya no cohabitaban.

A lo lejos ves como se mueven una ramas. Corres con cuidado de no ser vista. Los dos lupinos estaban parados cerca de una verja de hierro afilada, junto a una zona iluminada ténuemente. Si no te equivocas es la estación de metro de Batán.

Te colocas en lo alto de una pequeña cuesta, bajo una encina cuya raiz crece junto a la verja. Desde ahí puedes ver con claridad a los dos lupinos. Parecen más nervisos que antes.

- ¡Nos estamos acercando demasiado!- comentó en voz alta aquél que supuestamente se llamaba Hans. Su voz era dura y ronca.

En ese monento, pierdes un poco el equilibrio y una piedra cae rodando cuesta abajo.

Los dos lupinos se giraron rápidamente, mirando al arbusto que había frente a ti.

La bola de hielo de tu estómago se hace más grande.

Me quedo rígida, asustada, pero em mantengo quieta tratando de que no puedan percibir mi movimiento. Creo que estoy bien oculta, así que me mantego como una estatua.

"Tal vez con un poco de suerte no me vean" pienso inocentemente mientras ideo formas de escapar en caso de que me hayan descubierto.

"Puedo trepar al árbol, aunque ellos podrán hacerlo también... o podría fuisonarme con la tierra" pienso mientras miro el tipo de suelo que hay bajo mis pies sin mover la cabeza a la vez que trato de no perder de vista a los licántropos.

"Definitivamente no volveré a ejercer de detective si Erick no me lo manda..." pienso para mí.

Los licántropos miran desconfiados hacia donde tú te escondes.

El supuestamente llamado Hans sigue mirando con curiosidad la verja cerca de la que te escondes. Parece pensárselo, pero al final decide darse media vuelta e irse cuando empieza a oir la voz de un grupo de muchachos que están en el andén.

- ¡Vámonos de aquí, Hans!- exclamó el más delgaducho.- Este maldito sitio apesta a humano.

Los dos hombres lobos salieron coriendo, internándose en lo más profundo de la Casa de Campo.

"Humanos" pienso mientras recuerdo el sabor ligero de su samgre entrando por mi garganta.

Luego me centro de nuevo pues parece que salen corriendo.

"Podría volver a seguirlos" pienso, pero el recuerdo de mi estómago como una gran bola de hielo hacen que me le repiense y no lo haga.

-Mejor volveré a casa-comento en voz alta como para darme ánimos, pues parece que el miedo me ha paralizado y casi no soy capaz de moverme.

Pero al final mi paso comienza a ir de vuelta a casa.

Al volver a tu refugio ves un coche negro de alta gama y cristales tintados aparcado en la puerta. Era divertido ver un BMW tan grande en mitad del campo. Fuera, apoyado en el capó, estaba Jean Carlo Desment leyendo un periódico.

Se giró y te vio.

- ¡Ah!... - dijo doblando el periódico.- Perdona, pero Erick me dijo... ... que te viniera a buscar... Espero que te dijera algo.

Habías visto varias veces a Jean Carlo. Recuerdas que Erick te habló de él como un gran idealista. Te suena que también te dijo que era escritor, o algo así. Siempre que le has visto, parece que está nervioso o avergonzado de algo.

- Estaba a punto de irme... como no... esto... venías, pensé que te habrías ido por tu cuenta- mientras, te abrió una de las puertas traseras del BMW.- Si no tienes nada que coger... nos vamos... Bueno, si quieres...

-Hola, Jean-comento aun con la voz algo temblorosa pues yo no estoy preparada para vivir momentos así-. ¿Dónde tenemos que ir? ¿Sabes algo? A mi Erick es que no me ha dicho practicamente nada...-comento con trsiteza pues a casa momento quiero ser tan importante para Erick como lo es él para mí, peor no sé por qué siento que no lo logro como quisiera.

Suspiro mirándo hacia la Luna sinedo consciente de que por allí hay algunos licántropos rondando.

-Jean... ¿los licántropos hace tiempo que se marcharon verdad?-le pregunto.

Siempre tuve cierto afecto extraño hacia Jean, tal vez mi cercanía a Erick me hace tener afecto hacia todo el Sabbat, aunque Jean me parece increíblemente buena persona.

- Bueno... es sólo una reunión- contestó.- ¿De la Casa de Campo?... Pues, sí... Torremocha los echó gracias... a... a Castillejos, el Príncipe de... Toledo.

Te parece mentira que este hombre, una vez subido a una tribuna, no tenga ni el más mínimo rasgo de timidez. A la mayoría de la gente le da vergüenza hablar en público. En este caso será al revés, piensas.

Se guardó el periódico dentro de la chaqueta y te preguntó:

- ¿Lo de... los lupinos es por... algo en especial? Si quieres información sobre... esto... el tema... Torres-Agüero puede que tenga.

-Gracias Jean-comento amablemente pues siempre sentí simpatía por la gente como él-. Me informaré... no es por nada, sólo curiosidad malsana... nunca me interesé por este tema y seguro que nunca es tarde para enterarse de todos los detalles posibles, nunca sabes si te cruzaras con alguno en esta vida-le comento con una sonrisa angelical en el rostro.

Luego me coloco al lado de la puerta del BMW que ha abierto Jean.

-¿Una reunión? Vaya, ¿sobre qué a tratar? Bueno, lo veré allí-comento ocultando mi curiosidad tras una sonrisa dulce antes de meterme en el BMW.

Jean cerró la puerta después de que tú entraras, pasó al otro lado y, cuando se acomodó, le dijo al chófer que tomara la avenida de Los Poblados.

El interior del coche era espacioso, con mullidos asientos forrados en cuero negro. Debía costar mucho un coche como ése.

- La... reunión es para... comenzar la con... conquista de Madrid- respondió.- El tema de... los lupinos es... interesante, porque... es de las pocas... veces que se les... echó de forma masiva.

De repente, pareció acordarse de algo y sacó un pequeño paquete de un bolsillo de su chaqueta, forrado con un bonito papel de regalo.

- Esto... es de parte de Erick. No... he podido traerlo... antes, lo-lo siento mucho... Él me dijo que te lo diera hoy.

Lo tomas entre tus manos y lo abres con cuidado. Es una cajita de plástico, en cuyo interior hay un pequeño collar de plata, con los eslabones en forma de finas estrellas.

Escucho atenta a Jean.

-Jean... creo que he visto...-le voy a comentar cuando saca de su bolbillo una cajita.

"De Erick ha dicho que es de Erick... es de Erick... es... es precioso" pienso cuando veo el regalo que me ha hecho y lo toco con cuidado con mis manos.

-Es... increíble-comento susurrando sin saber muy bien como reaccionar pues si Erick estuviera aquí le abrazaría con fuerza, pero es Jean quién me lo ha dado.

Automáticamente se lo alargo.

-¿Te importa ponérmelo?-le digo con confianza.

- Por supuesto- contestó.

Te puso la cadena con unos movimientos más bien torpes.

- Te-te queda muy bien. Este... Erick es un... casanova- esto último lo dijo con una sonrisa de niño travieso.

Miró un poco através de los cristales tintados del BMW. Las luces de la ciudad pasaban fugaces delante de sus ojos.

- Per-perdona, te he... interrumpido, ¿verdad?

Aún juego con el colgante entre mis manos mirándolo desde mi pecho.

"Pero qué ojo tienes, Erick" pienso para mí.

-Sí... un casanova-comento con algo de tristeza pues es evidente que Erick no sólo tiene esos detalles conmigo y a pesar de todo no puedo sentirme enamorada completamente de él.

-Jean-le digo volviendo en mí después de que me diga que me ha interrumpido-, creo que he visto licántropos... por eso llegué tarde, porque los estuve persiguiendo-le suelto de sopetón esperándo a ver su reacción, tal vez me trate de loca, tal vez se sorpenda, tal vez sepa algo.

Jean palideció si aún cabe más la posibilidad de que un vampiro palideciese.

- Santa Madonna!!-exclamó.- Pe-pero... ¿estás segura? Pero... si los... expulsaron... ¿estás segura?

Tu campañero parecía claramente afectado. En ese momento pasásteis por delante de la estación de Aluche, y el teléfono móvil de Jean sonó con una música que intentaba ser una pieza de música clásica pero que parecía más bien la banda sonora de un videojuego de los 80.

- Lo... siento, pero... debemos parar. Ahora... me cuentas... más.