Partida Rol por web

Me quede serio mirándola, mi verdadero padre me había enseñado que la gente podía simplemente nacer especial, marcando el destino por si mismos y resaltando en el mundo.

-"Lo que dices tiene cierto sentido...-comenté pensativo, pero al escuchar lo que paso con los guardia cárceles no puede evitar enfurecerme- por Esparta que no quedarán impunes!- dije chocando mi puño contra mi palma, para luego ver la actitud de la joven y no poder evitar abrazarla- tranquila pequeña...ellos pagarán, te lo prometo, nadie tiene derecho de tomar por la fuerza el tesoro de una mujer..."- 

No entendía porque la chica me causaba empatia y sabía que mi padre estaría horrorizado de mi actitud, pero mi verdadero padre me diría que estaba haciendo lo correcto...

Lysana se deja abrazar por ti y se acurruca entre tu pecho, mientras enjuaga sus lagrimas. La chica termina por recuperar la compostura y te dedica una tierna sonrisa - Gracias por tu compresión, Ed - Lysana se levanta de la silla y se tiende en la cama - Estoy algo cansada, creo que me voy a acostar ya. Ha sido un placer recibir palabras amables de alguien por una vez. Buenas noches, Ed. - Lysana se mete en la cama y en pocos minutos se queda dormida. El sonido acompasado de su respiración no deja dudas de ello. Tu te encuentras solo en la habitación, aún faltan un par de horas hasta que tengas que despertar a Alain y que éste se ocupe del resto de la guardia. En el silencio de la noche, a la luz de una vela y con la respiración de Lysana de fondo, el cansancio acumulado a lo largo del día empieza a pasarte factura y notas como tus párpados empiezan a cerrarse...

Arrope a Lysana una vez que se acostó y me senté en una de las sillas, la cual acomodé cerca de ella, cruzándome de brazos e intentando no dormirme...

El sueño se va abriendo paso lentamente mientras intentas mantenerte despierto y con los ojos abiertos. Empiezas a dar cabezadas, de tres, cuatro segundos... Un golpecito en la cabeza te despierta. La última cabezada jurarías que han sido pocos segundos pero ahí está Alain Tyrrel, frente a ti, con cara de sueño y malas pulgas - Te dije que me despertaras - comenta en voz baja aunque de mala gana - ¡Te has retrasado una hora! - el caballero de la rosa va desprovisto de su armadura, vestido tan solo con una camisa de lino blanca y arrugada y unos pantalones morrones - Vete a dormir a la otra habitación. Yo terminaré la guardia... y espero que esto no se vuelva a repetir. Aquí estamos a salvo, pero si te duermes en una guardia en mitad del bosque podría ser nuestro fin - te comenta Tyrrel con aire de reprimenda.

-"Lo se y lo siento-dije rascándome la cabeza-no entiendo porque estoy tan cansado...por cierto-mire hacia la cama-si te habla, no la calles, hay cosas interesantes en lo que dice. Buenas noches
Tras eso me retiré a dormir en la habitación.

Te retiras a la habitación para dormir... o más bien para intentarlo. Los constantes ronquidos del hermano Jullian no te dejan pegar ojo fácilmente. En ocasiones, el sacerdote hasta se arrancaba a toser debido a la ronquera tan cavernosa con la que te obsequiaba. 

No bastando con eso, cuando por fin consigues dormirte, amanece un nuevo día. El hermano Jullian se levanta, tropezando con la mesa donde, tanto tu como Alain, habíais dejado las armaduras. Los metales caen al suelo, despertándote con brusquedad, pero Jullian hace caso omiso y abre la ventana de par en par, dejando que entre el frío matutino, mientras lanza sus alabanzas al Señor del Amanecer a pleno pulmón junto a la ventana, sin darse cuenta de que te ha despertado. 

- Lord del Alba, Señor de Luz, escucha mis plegarias. Apolo, Dios del Amanecer, danos fuerzas en este día que comienza. Bendice a tu siervo y a su rebaño con la gracia de tu luz divina...

Sus alabanzas no pasan desapercibidas cuando escuchas perfectamente como una mujer, desde la calle, increpa al sacerdote por gritar a pleno pulmón a horas tan tempranas - ¡Honra al dios del amanecer tapando tus vergüenzas, so marrano! - Tampoco pasa desapercibido el detalle de que Jullian va desnudo y le estás viendo su peludo trasero.

Al despertar de esa forma tan brusca y poco agradable, iba a lanzarle a Julian la almohada por la cabeza, pero la use para cubrirme con ella hasta que dejara de orar, para luego levantarme y comenzar a ponerme la armadura.

-"Al menos vistete!"- dije para luego terminar de cambiarme y salir a ver a Alain y Lysana.

- Recibo la bendición de Apolo todos los días sobre mi cuerpo desnudo. No voy a cambiar mis rituales por un crio escrupuloso como tu o esa fulana, que seguro está envidiosa de mis atributos masculinos al compararlos con los de su esposo - grita malhumorado el hermano Corv cuando termina de cantar sus alabanzas al señor del amanecer y después comienza a vestirse. 

Cuando sales de la habitación y entras en la de Lysana, tanto la chica como Alain están despiertos y tronchándose de risa. El chico está en la ventana, observando el panorama y ella sentada en la cama - Tendrías que haber visto la cara de la mujer cuando Jullian la ha llamado fulana, Ed - comenta Alain riéndose - te juro que si lo llega a estar delante, le arranca la pie la tiras! 

- Ha sido casi un milagro que no trepara hasta la ventana. Se ha ido calle abajo echa una auténtica furia - añade Lysana, con la voz entrecortada por la risa y casi llorando.

No le conteste a Julián y me agrado entrar a la habitación y encontrar a aquellos dos riendo.

Sonreí y les dije:

-“Me causo gracia que siendo tan devoto compare sus atributos con lo del esposo de la mujer, pero bueno ya sabemos como es el hermano Julián, espero que hayan tenido un buen descanso, deberíamos  bajar a comer algo”-

- Ah, si... el asunto del viaje - responde Lysana con resignación, cambiando su hermosa sonrisa por una expresión fría - No podemos hacer esperar a los verdugos de la Torre Negra, verdad?

- Bajar vosotros dos con el hermano Jullian mientras yo recojo mis cosas - dice Alain mientras sale de la habitación.

Bajas al salón común de la posada con Lysana y el posadero os prepara un desayuno nutritivo, a base de huevos fritos con gachas y longaniza. Jullian y Alain no tardan en bajar y se unen al festín matutino, que corre por cuenta del hermano Corv. 

Los pocos parroquianos que hay esta mañana en la posada os miran con recelo. Unos cuchichean mientras que otros os ignoran completamente y hablan del tiempo, de los campos de labriego o del ganado.
Cuando sales de la posada, escuchas el repiqueo de una fragua cercana, así como a los mercaderes en la plaza del pueblo ofertando sus mercancías. El frío te hiela la nariz y las orejas en cuestión de segundos mientras compruebas que tu caballo está descansado y el olor al humo que sale de las chimeneas se mezcla con el de los caballos.

- Si tenéis que hacer algo en la ciudad, hacerlo ahora - comenta de forma brusca Jullian mientras se sube al carro mientras Ser Alain Tyrrel ayuda a Lysana a subir a la carreta - En cuanto salgamos de este villorio no volveremos a encontrar rastro de civilización en varios días, tan solo veremos granjas o algún que otro refugio de cazadores.

Al notar el frío en mi cuerpo y ver a Lysana vestida con harapos prácticamente, asentí ante lo dicho por el hermano Julian y me dirigí a una tienda a comprar una capa de piel.
Había notado el cambio de actitud de la chica al hablar del viaje, ante lo cual solo había podido fruncir la boca
Con muchas dudas en la cabeza, salude al vendedor.

Tras dar varias vueltas por la plaza del pueblo consigues dar con el pequeño puesto de un peletero. - Adelante, señor, eche un vistazo a mi mercancía - dice el hombre, un enano calvo pero con una espesa barba grisácea que le llega hasta el pecho. Entre sus pertenencias puedes encontrar prendas fabricadas con cuero de todo tipo; Capas, guantes, botas, pantalones y petos, así como gruesas pieles de lobo gris, gato montés rayado u oso pardo.

Tras mirar la mercancia dije al tendero:
-"Llevaré unos guantes de cuero y una piel de lobo"-

- Aquí tiene, señor. Los guantes y la piel de lobo, son de la mejor calidad, sin duda - el hombre te cobra 5 monedas de oro por ambas prendas.

Pagué la cantidad justa y agradecí al vendedor antes de volver al carromato y entregarle ambas prendas a Lysana.

Cuando llegas al carro, Lysana está encogida y tiritando de frío, con los labios casi morados. Al ponerle la capa de piel de lobo y los guantes, la chica te abraza con fuerza y entre temblores te lo agradece con un susurro.

- ¡Que corra el aire! - grita de mala manera Jullian, cuya mirada de reprobación lo dice todo. Una vez que bajas del carro y te vuelves a montar en tu caballo, el sacerdote tira de las riendas y el carro comienza a moverse despacio. - Nos ponemos en marcha ya, así que despedíos del calor y las comodidades hasta dentro de una semana.

- Que poco me gusta la sinceridad tan brutal con la que habla este hombre - te dice Sir Alain en voz baja.

Al salir de la villa emprendéis rumbo nor-oeste, por el camino real. A lo largo del día las densas nubes no hacen más que descargar una fina y molesta cortina de agua que deja el camino embarrado y lleno de charcos, lo que os obliga a ir más despacio. En un par de ocasiones, Alain y tu tenéis que empujar el carro para sacar la rueda de un hoyo en el que ha quedado atorada. 

- Este tiempo es insufrible - se queja Jullian, empapado de agua hasta las cejas como los demás - ¿Por qué te ríes así de tu siervo, oh Señor del Alba?

Correspondí el abrazo, pero solo un poco ante la mirada del hermano Julian

Tras volver a cabalgar y ante el comentario de Alain también respondí en susurros:-"A mi me molestan varias cosas de él, pero es lo que nos tocó"-

Durante los momentos en los que me acercaba al carro procuraba mirar a Lysana y sonreirle a fin de animarla, aunque bueno, la chica estaba yendo a la horca o un destino mucho peor

-"Por algo será, aunque tal vez solo sea obra del dios del frío y la lluvia, quien sabe?"- dije sonriendo en respuesta a las palabras del hermano Julian.

Gracias a las continuas lluvias el sol se marcha sin haber arrojado ni un solo rayo en vuestro camino y la noche se abre paso rauda. El frío creciente os hiela muy dentro y os veis obligados a buscar un sitio donde acampar y pasar la noche. Montáis un campamento a los pies de una ladera, cerca del camino, que os proporciona algo de refugio. El suelo está húmedo pero no hay charcos, por lo que al menos os podréis secar al calor de la hoguera que Sir Alain Tyrrel enciende. El hermano Jullian Corv saca algo de pan y carne en salazón que reparte para todos, incluso para Lysana, aunque a ella le da el trozo más duro.

- Nos encargaremos de las guardias como anoche - sugiere Tyrrel antes de acomodarse en su saco de dormir junto a la hoguera - Estate atento y procura mantenerte despierto. Ya no tenemos la seguridad de la posada.

En cuanto el hermano Julián se dio vuelta, le cambié el pedazo de pan a Lysana, era realmente molesto ver a un hombre que decía profesar tan devota fe tratar con tanto desprecio a la niña.

Tras ver la fogata y escuchar las palabras de Alain respondí:

-"Si, si lo se..."- dije levantándome y comenzando a caminar, espada al hombro, por allí cerca, a fin de no quedarme dormido...

Caminas por los alrededores del campamento improvisado, tratando de mantenerte despierto, y notas la ausencia de la hoguera. El frío se te clava como puñales por todos tu cuerpo, en especial en las manos y los pies, y tu respiración se condensa en nubes de vaho al exhalar. A lo lejos ves el fuego del campamento, sus llamas se mueven de forma hipnótica con una promesa de calor y confort. No sabes cuanto tiempo más aguantarás el frío sin pillar un resfriado, o algo peor...