Partida Rol por web

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Tarde de domingo, finales de Agosto. Metro de Madrid, estación de Campo de las Naciones.

Te encuentras apoyado contra la puerta del vagón de metro que te lleva al aeropuerto, tienes planeado irte de vacaciones unos días a casa tras un verano en el que has tenido la "suerte" de volver a trabajar de vigilante de seguridad. Al menos te has podido ahorrar el alquiler estas semanas.
Estás aún pendiente de tus prácticas, pero estos días por delante ya no te los quita nadie.

El metro está bastante lleno, como suele ser habitual a esta hora de domingo, pero vas cómodamente apoyado al lado de las puertas del lado izquierdo del vagón.

Tras el sonido de la megafonía das gracias que sólo te queden 2 paradas para llegar a la lejana T4 y poder salir de esa lata llena de extranjeros, no sin antes maldecir un poco por el suplemento aeroportuario del metro.

En silencio, intentando disimular mi expresión de mal humor, maldigo mi suerte. No estoy hecho para el calor de Madrid, y el aire acondicionado del metro es sencillamente incapaz de afrontar la constante entrada y salida de gente sudorosa y aire caliente del exterior. He pasado la noche en vela, otra aburrida jornada de trabajo en la que no ocurrió nada, y llevo varios días sin cruzar más que unas pocas palabras con ningún ser humano, tratando de dormir durante el día a pesar del calor. Hoy, con las prisas de hacer el equipaje y dejar en buenas condiciones la habitación del piso (lo último que quiero es perder la fianza, ya que eso consumiría el poco dinero que he podido ahorrar trabajando) ni siquiera he echado una cabezada.

Por supuesto, llevo semanas sin dormir bien, y todo a mi alrededor parece ligeramente irreal. No veo el momento de subirme al avión y echar una cabezada, o mejor aún, de llegar finalmente al benigno clima de la costa norte y poder descansar unos días... aunque algo me dice que mis amigos no me darán mucho tiempo para recuperarme antes de exigirme que empiece la temporada de juergas.

Y por supuesto aun no he hecho nada con la tesina que debería terminar este mes...

Bueno, ahora no tengo la cabeza para esas cosas. Solo puedo pensar en que por fin estoy de vacaciones, y desear que llegue el momento de disfrutarlas. Solo puedo desear que todo esto acabe pronto.

Abstraído y con el traqueteo habitual de los vagones pasan los minutos que te separan de tu ansiado destino. Una vez más se cierran las puertas en la penúltima parada antes de tu destino.

El convoy se vuelve a poner en marcha y se sumerge en la oscuridad del túnel, cuando pasados un par de minutos todo que da a oscuras. 

Tras tu sorpresa inicial y el acto reflejo de sujetarte para no caer, ves que el tren ha perdido potencia, se han apagado las luces principales y han saltados las de emergencia. Se oyen un par de gritos y el murmullo del resto de viajeros va en aumento.

"Era de esperar, claro" pienso para mí mismo. Cuando ya casi había conseguido salir de aquí. Y por supuesto el aire acondicionado no funcionará con la potencia de emergencia porque nadie más que yo lo considera vital.

Durante un momento me digo a mí mismo que no pasa nada, será un a avería momentánea y llegaré al aeropuerto de todas formas. A fin de cuentas siempre voy con varias horas de sobra precisamente por este tipo de cosas. Pero sería tan irónico que nos quedemos encerrados aquí que es casi seguro que va a ocurrir. Tan jodidamente gracioso. Y seguro que nadie me reembolsa el billete de avion, o el puto metrobús que a estas alturas es casi igual de caro. Joder, y a una sola parada. Por unos momentos se me pasa por la cabeza usar la apertura manual de puertas y correr por las vías hasta el aeropuerto. Sólo estoy a una parada, a fin de cuentas... pero es inviable. Aunque este no fuesevuno de los tramos mas largosde la red de metro, que lo es, sólo conseguiría meterme en problemas, y probablemente todo se arregle en un par de minutos, sea como sea. Además, ¿correr con este calor y cargado con la maleta por la vía, sin saber si el tren se pondrá en marcha tras de mi? Sí, el tipo de idea estúpida que sólo se me ocuriría a mí en un estado serio de privación de sueño y calor agobiante.
En lugar de hacer nada me siento sobre mi maleta, ya que no sé cuánto tiempo podrá tardar esto.

Solo espero que a nadie le de un ataque de histeria. Odio los ataques de histeria, y la situación ya es bastante pesada sin añadirle gritos y lloriqueos.

Sé que no debo esperar a que nos avisen por megafonía de qué demonios pasa. No suelen tomarse la molestia.
Saco el móvil para mirar la hora y calcular cuanto retraso puedo permitirme sin arriesgarme a perder el vuelo. Si no hay noticias para entonces, quizás debería volver a plantearme la opción de la apertura manual.

Resignado aunque medianamente tranquilo por tu previsión de tiempo, te sientas apoyado contra la pared, todavía tienes tiempo si no se demora demasiado la avería. El calor cada vez es más agobiante.

Los ánimos del vagón cada vez son más tensos, al fondo una chica rompe a llorar y los murmuros van en aumento.
Pasan los minutos y la situación permanece igual.

Intento distraerme del calor y el ruido jugando a alguna de mis aplicaciones de matar el tiempo. Me he convertido en un experto en el arte de pasar horas muertas sin hacer nada gracias a mi trabajo nocturno. Pero no puedo evitar cerrar cualquier aplicación en la que intento concentrarme cada pocos segundos para volver a mirar la hora. Soy dolorosamente consciente de que el sudor está empezando a empapar mi ropa, y aún me queda el vuelo en avión y un viaje en bus desde Santiago. Para cuando consiga llegar a casa probablemente huela como si llevase varios días pudriéndome. El sonido de la gentemurmurando y llorando me pone cada vez más nervioso, aunque sé que lo más sensato es permanecer sentado al menos un rato más. Quiero decir, ¿Cuanto tiempo son capaces de dejarnos aquí abajo sin informarnos siquiera de lo que ocurre? Dándose el caso de que me gusta ponerme siempre en lo peor, decido conectarme a internet y mirar los titulares de algún periódico por si ha pasado algo importante en la superficie. No creo que aparezca nada, o que la cobertura 3G del metro me permita cargar algo antes de morirme de viejo... pero durante estos meses he aprendido lo útil que puede ser mirar las noticias para distraerse mientras esperas a que pase el tiempo.

Tras varios minutos jugando a algunas apps ves como un chico joven con aspecto de frecuentador de gimnasio se harta de la situación, da un par de gritos y comienza a buscar la forma de abrir la puerta. Ves como intenta abrirla aporreando los botones y haciendo fuerza entre las dos hojas de la puerta. 

Por un momento para, mira a su alrededor buscando alguien para ayudarle y sin ningún tipo de sorpresa parece que ni existes para él, acto seguido sigue forcejeando con la puerta como un mono enjaulado.

Durante un breve instante me permito divertirme ante esta maravillosa muestra de incompetencia humana. Las indicaciones del sistema de apertura deemergencias están escritas en grandes letras rojas a escasos centímetros de su cabeza, con ilustraciones incluso por si no sabe leer. Después de permitirme este pequeño lujo se me pasa por la cabeza que en realidad abrir las puertas de emergencia probablemente no sea una buena idea. No es demasiado sensato andar por las vías si no corremos ningún peligro inmediato, y en caso de que consiga abrir la puerta aún tardaremos más tiempo en arrancar cuando vuelva la electricidad. Este último pensamiento me convence de que, por más que me pese, tengo que intentar convencerle de que permanezca tranquilo en el vagón. Pero antes vuelvo a consultar la hora para saber cuánto tiempo queda para mi hora límite. Trato de darme prisa por si descubre por casualidad el tan bien guardado secreo de la apertura de emergencia.

Calculas más o menos que tienes como máximo unos 30 min en caso de que se recupere la electricidad, en caso contrario quizá menos por la caminata hasta el próximo andén.

Sobre cuanto tardará el chico en abrir las puertas, no te atreverías a apostar por cualquiera de los dos extremos.

Con un profundo suspiro de consternación por estar a punto de embarcaren una cruzada de comunicación humana, que nunca ha sido mi fuerte y para la cual estoy especialmente desentrenado, guardo el móvil en el bolsillo y me acerco al chico que intenta abrir la puerta:

-Perdona, creo que no deberías intentar abrirla aún.

Me explicaré más a fondo si consigo captar su atención. Si no... bueno, realmente no tengo un plan. Sobre todo porque puede que en 15 minutos yo mismo esté abriendo esas puertas... Pero intentaré convencerle para que me deje intentar hablar con el conductor antes de salir del tren. Quizás nos enteremos de qué ocurre.

Tras tu interrupción el chico te mira perplejo, no parece entender que te dirijas a él, intentas dialogar durante unos minutos sin que parezca que entiendas sus motivos por el que quiere abrir las puertas.
En mitad de la discusión a través del cristal de la puerta ves a gente caminar entre el vagón y el muro del túnel, así que asumes que ya han abierto las puertas en otro de los vagones.

En fin, no tiene mucho sentido intentar seguir en el vagón entonces. Tratando de ser pragmático me encojo de hombros y le indico al chico donde está la apertura manual, encima de la puerta detrás de una placa. Pero antes de salir del tren yo mismo intento llegar a la cabina del conductor para intentar averigüar qué está pasando. No sé si seguirá ahí o si me abrirá la puerta, pero creo que antes de caminar por las vías debería intentar tener una visión más completa de la situación.

Tras enseñarle el mecanismo de las puertas te diriges hacia la cabina del metro, comienzas a pasar filas de asientos, algunos con gente asustada en ellos, aunque cada vez parece haber menos gente en el vagón. 

Poco antes de llegar al primero, ves al conductor que grita por una de las puertas abiertas al resto de gente - ¡VAMOS, VAMOS, TENEMOS QUE LLEGAR AL ANDEN LO ANTES POSIBLE! -

¡Mierda, eso seguro que no es bueno!
Por un momento pienso en retroceder a por mi maleta. Pero la situación parece urgente. Y total, no llevo nada imortante, ropa del decathlon y un par de libros que ya he leído. No, mejor darse prisa. Busco la puerta abierta más cercana y salgo corriendo del vagón, mientras con la mano intento conectar la linterna del móvil. Veo muy mal en la oscuridad.
Antes de poner el primer pie en las vías ya estoy cubierto de sudor. Caigo en la cuenta deque los billetes están en la maleta cuando ya he avanzado unos pasos. Con resignación decido que la situación parece demasiado urgente, y que más me vale ir dando el vuelo por perdido. Sigo corriendo. ¿Qué demonios habrá pasado?

Empapado y andando lo más rápido que puedes por el suelo pedregoso del túnel, está todo muy oscuro, y la única luz que ves son las de emergencia de los vagones. Una parte de los pasajeros parecen haber ido hacia la estación del pueblo de Barajas  y la otra restantes hacia la última estación, la de la T4. Dado que estabas más cerca de la cabecera del tren te diriges hacia ésta última, además con una remota posibilidad de llegar a tiempo y poder solucionarlo todo.

 Llevas caminando 15 minutos cuando a lo lejos ves algo de claridad natural que arroja la última estación.

A pesar del calor intento apretar el paso. No soporto la sensación de la ropa pegada al cuerpo, pero trato de ignorarla todo lo posible y llegarde una vez al andén. El calzado que llevo no es demasiado adecuado para esta mierda de suelo, y me voy haciendo daño en los pies, pero aun así trato de no aflojar la marcha. Cuanto antes salga de aquí y me entere de qué demonios está pasando, mejor.

Llegas junto al resto de tu grupo a la estación donde unas cuantes personas os ayudan a subir al andén, ves que en la estación también se ha ido la luz. Reina la confusión, la gente habla sin parar sobre lo ocurrido.
Algunos os preguntan que ha pasado en el túnel, alguno grita que es un atentado, aunque nadie parece saber qué es lo que realmente ocurre.

Intento localizar con la vista a algún empleado de Metro de Madrid que pueda explicar qué está pasando, pero no dejo de caminar hacia las escaleras mientras lo hago.

La situación en el andén de la estación es cuanto menos caótica, confusión por todos lados y muchas preguntas y pocas respuestas. Por las escaleras del metro cada vez viajan más personas y muchas te miran con cara de extrañeza al ir en dirección contraria.