Partida Rol por web

Jainas observa el inmenso lugar, centrándose en el abandono del lugar: si fue algo paulatino o se debió a algo brusco. Restos de huesos y marcas de combate lo corroborarían. Las estructuras del lugar si hubieran sido dañadas o modificadas darían que pensar si hubo combates. No obstante no encuentra nada de nada al respecto.

- Creo que es manufactura élfica - dijo refiriéndose a la estancia.

Por otro lado contempla los grabados. Tal vez ellos den una explicación de la historia del reino y tal vez su abandono.

En lo que ha historia se respecta la estancia parece entrar en los estándares históricos. Las columnas mantienen una distancia y altura idéncticas y son simétricas respecto al pasillo hasta el trono del Rey. El trono del rey es más grande y ostentoso que los de sus lados y tanto la hoguera como las antorchas forman parte del decorado. No destaca nada.

El polvo del suelo y las mesas está uniformemente esparcido y no muestra nada de interés.

Tu hechizo detectar magia no surte efecto. Es bien conocido que los enanos aborrecen la magia y se jactan de su habilidad en ingeniería para formar armas, trampas y pasadizos secretos que solo un miembro de su raza podría desvelar.

El humo de la antorcha se cuela por todas las puertas sin embargo no reacciona en ninguna pared o suelo así que determinas que no hay pasadizos secretos, o al menos no ninguno que se pueda detectar por una corriente aérea.

La sala está impecable, la roca muy bien cuidada a pesar de los años y todo perfectamente "limpio" ajeno al polvo del tiempo. No sabes si el abandono fué por una guerra o simplemente se fueron porque la montaña no les podía aportar más, sin embargo no muestra brusquedad en su abandono. Tampoco encuentras rastro de otras civilizaciones.

Cuando Tharlatos se acerca a una de las puertas con la antorcha un rugido aislado se puede escuchar desde las profundidades que vienen de detrás de ella. Cuando el eco del rugido se disipa de nuevo el silencio vuelve a invadir la sala y detrás de la puerta reina la calma.

- Se fueron - aventuró la maga roja -.No hay signos de violencia ni desorden. Tampoco de saqueo. Limpiaron la estancia y la abandonaron. Y así ha permanecido desde entonces - comenta.

- Tal vez al ser enanos no se encontraban muy a gusto dentro de una morada élfica - conjeturó. Observó como Tharlatos escuchaba a través de una puerta y su rostro grave presagiaba que algo poco agradable podía haber tras ella.

"Si... y si os fijais, el polvo es uniforme... ¡Y MUCHO! Somos los primeros en entrar en décadas"

"Todo es históricamente correcto, pero... ¿Elfos, Jainas? Los elfos no viven felizmente en las grutas: Ellos NO tienen la infravisión de los enanos. Me extrañaría que fuera manufactura elfa"

Cuando Razar la contradice sobre la imposibilidad de manufactura élfica del lugar, la maga roja frunce el ceño y se encara a él.

- Pues claro que es élfica. He estudiado sobre esto. Mira, sus gruesas columnas talladas. Sus bovedas de cañón, sus capiteles cincelados con glifos rúnicos, sus sillerías y grabados, sus estatuas de reyes elfos.. con barba.. - comenzó a relatar aunque pareció dudar al final - En el examen de ingeniería una de las preguntas que cayó fue sobre las moradas élficas y la describí a la perfección - hace un gesto con las palmas de las manos, abarcando el lugar y una sonrisa de satisfacción que, paulatinamente comienza a borrarse - Y creo recordar que fue la única pregunta que me la dieron por mala..- reconoce con un hilillo de voz, comenzando a darse cuenta la mezcla de conceptos que tiene en su cabeza.

Tras advertir como todos la miran con incredulidad eleva la vista y comienza a tararear suavemente, haciéndose la despistada.

Miro al cielo, miro luego a Gary...

"¿En serio que ESTA es su mejor disciputa, señor Lockheart?" le digo por lo bajini.

Como sea, me dedico a buscar alrededor de la salita algún grabado. Si algo le gusta a todo gobernante, sea un rey, un conde o un miserable burgomaestre, es rellenarlo todo con plaquitas conmemorativas. Busco el nombre de quien sea que esté aqui

Luego me fijo en el trono. Es curioso que haya uno nada más entrar. Me fijo si esconde algo, alguna cosa...

Mientras sus compañeros se enzarzan en discusiones bizantinas sobre el arte moderno elfico y el ancestral enano, Tharlathos vuelve cuidadosamente por sus pasos.

Quizas habra sido una corriente de viento, pero quizás no. Se vuelve a acercar a la puerta del trono donde habia oido el rugido para comprobar que era producto de su imaginacion, o realidad. Porque o sus compañeros estaban sordos o no estaban solos
 

Me quedé un rato admirando la sala, desde luego era un lugar magnifico y bien construido, me traía recuerdos agradables. Lo primero que pensé fue en acercarme a las antorchas apagadas para ver si todavía servían para poder ser usadas.

-¿Alguno puede encender las antorchas? Igual vemos algo que no se vea sin luz.

Luego empecé a leer los grabados de las paredes, igual nos decían algo sobre lo que pasó aquí.

Maravillado por el lugar comienzo a caminar sin rumbo. No estaba muy seguro de que hacer, pero sin duda necesitabamos saber todo lo posible sobre el lugar. Al ver que el elfo iba dirección a la puerta para ver que encontraba, decidí seguirlo. El rugido no me había gustado ni un pelo.

Jainas hizo acuso de recibo de la demanda de Golgorin y chasqueó los dedos. Cuatro esferas luminosas de color rojizo se formaron en torno a ella, pero de inmediato se fueron separando, aportando luminosidad a buena parte de la sala. Después se acercó a Tharlatos, tenso después de haber oído algo tras una puerta.

- ¿Que crees que era? - preguntó la joven en voz baja, casi invitando a que deberían echar un vistazo.

Cuando la luz de la antorcha vuelve a fisltrarse por las aberturas de la puerta un rugido mas intenso que el anterior vuelve a llenar la sala, haciendo temblar brevemente las rocas que sueltan gravilla de sus bordes.

Cuando el rugido se disipa al otro lado de las puertas escuchais pasos, contando parecen ser o 2 cosas o 1 cosa de 4 patas y tiene acolchadas las patas porque no hacen ruido hueco sino como si los pasos fueran acolchados.

Jainas retrocede, tomando cobertura tras una columna, mientras lanza un conjuro sobre sí misma. Al parecer iban a vérselas con algo temible. Mejor era estar preparados.

Echo mano de la Oathkeeper...

Y recuerdo que está en el taller.
Sacando la espada que saqué del corazón de la bestia, maldigo prontamente a Azula.

"Que Hildegarthe nos bendiga"

Tan rápido como puedo cojo mi nuevo arma y la arrimo a una de las antorchas para que se encienda, luego, si es que me da tiempo, me sitúo a un lado de la puerta para sorprender a lo que fuese que estuviese viniendo.