Partida Rol por web

Los cálculos no resultan complicados de realizar; son casi rutinarios. Gideon los repasa una vez más antes de introducirlos en la computadora y darlos por válidos. No le llevan más que unos minutos mientras alcanza la posición de óptima de salto, así que realiza unas comprobaciones de los sistemas del Motor de salto, lo que nunca está de más. Sobre todo si la alternativa es desaparecer en el espacio en una explosión de nubes de partículas y energía al salir repentinamente del hiperespacio.

Los indicadores pitan dando el aviso de que el carguero alcanza la distancia segura. Unas comprobaciones más y Gideon activa el Motor de salto. Las luces se apagan para proporcionar la energía necesaria y el motor ruge al ponerse en marcha. Las brillantes partículas exóticas ocultan las estrellas a medida que son inyectadas en la burbuja de singularidad para terminar apagándose y dejar la nave rodeada de una completa oscuridad, ya en un universo paralelo.

Las luces vuelven, acompañadas de los solitarios sonidos de los sistemas de la nave. Desconcertantes, ya que el Motor de salto vuelve a su letargo una vez acabada su función, y el Motor de maniobra no tiene utilidad alguna aquí.

Queda una semana de tiempo estándar por delante.

Los sistemas de la nave se encendieron renqueantes aunque ninguno de los chasquidos, temblores y gorgoteos de los sistemas vitales me llamó la atención, los mismos ruiditos de siempre de la vieja, fiable y acogedora Kalamata.

Calculé de manera rutinaria los vectores entre singularidades, siempre usando ciento seis diámetros en vez de cien, un extra de seguridad que me permitía dormir con tranquilidad durante la semana de salto.   Las luces, las bombas de aire y agua, las cámaras frigoríficas no criogénicas se apagaron mientras los motores de Salto hacían su magia.   Nunca entendí la teoría detrás del Salto, aunque conocía las fórmulas al dedillo.

-Bueno..um...ya estamos de camino.  Dije mientras me levantaba del desgastado sillón del puente de mando.  Las luces y los sistemas iban volviendo a funcionar poco a poco. -​​​​

- Gide, tendrá mucha capacidad de carga, espero, pero ... tu cafetera es lentorra como una procesionaria. 

Inspiró profundo. Ella tenía la costumbre de conocerse toda la nave. - Primero me voy a dar un paseo por toda la KALAMATA, y luego, podemos ir turnándonos en las guardias de puente, ya que cuando me aburra iré estudiando lo que os dije. Los miró por turnos y preguntó: - ¿Os parece?

Realmente no era una pregunta, les estaba avisando de lo que hacer.

Lander se sentía muy raro en una nave que no fuese militar y sin marinería a la que comandar. Se sentía un poco triste por haber tenido que abandonar la armada y continuar sus andanzas en el vacío en un trasto semejante, pero al menos con misiones como la que tenían entre manos podía ayudar.

Salió de su ensimismamiento:

-De acuerdo, Ikateria. Contad conmigo. Soy un buen piloto de naves de este tamaño. Para todo lo que pueda aportar, estoy a vuestra disposición.

La nave continuaba su avance entre ruidos que a Lander le resultaban preocupantes. Normalmente las naves de los comerciantes padecían un mantenimiento deficiente y muchas veces no regular. Esta parecía funcionar bien para ser una antiguaya con exceso de uso y tiempo de servicio.

-La acompaño a echar un vistazo, si no le importa.

A pesar de los diversos ruidos, más propios de una casa encantada, el Kalamata se mantiene estable y sin problemas aparentes. No crean siquiera incomodidad o temor pues es lo normal en un buque estelar. Es más, lo contrario es signo de algo va mal. Muchos experimentados Viajeros, que pasan gran parte de sus vidas en el espacio, sostienen que son los signos vitales de las naves, al igual que la respiración y el pulso en ellos mismos. La ausencia total de ruidos, es el sonido de un ser muerto.

Los días pasan sin novedad alguna, dedicados a guardias en el puente, mantenimientos u otras actividades en las que invertir ese tiempo aislado de tránsito. Sólo las sutiles variaciones en la luz ambiental de la nave, algo estandarizado en todas las naves para mantener la estabilidad mental, marca el paso del tiempo.

Entonces, tras una semana, suenan por toda la nave los tonos que avisan del final próximo del viaje. El buque tiembla al ser expulsado y volver al espacio normal. Las estrellas pueblan ahora el espacio, una vista que sin duda causa alivio por más acostumbrado que se esté.

Los sistemas automáticos de la nave procesan la información captada por los sensores pasivos y comienzan a marcar en la pantalla los cuerpos más masivos del sistema. Aunque marcados ya en un esquema, pueden localizarse y verse a simple vista los dos soles hermanos del sistema, un par de enanas amarillas que destacan por su tamaño a pesar de la distancia.

También automáticamente, la computadora marca otro punto en pantalla, el propio Asteltine, el mundo principal del sistema.

SE rascaba el homoplato derecho con la otra mano, teniendo que aguantarse el codo de la mano "tractora" con la otra que estaba disfrutando en tratamiento. - JEJEJE... Rió sonoramente y suelo susurró, como si fuera una confidencia entre ellos y pudiera haber alguien que pudiera escocharlo. - Ya veremos quién es mejor piloto. Le guiñó un ojo y se puso cómoda en la postura, para indicar que que se dirigía a realizar su "inspección".

La semana pasó entre holovideos, algo de ejercicio y las aburridas rutinas de procesado de alimentos y los escasos chequeos de mantenimiento que podía hacerle a la nave sin pagar las astronómicas tasas de diagnóstico que ofrecían en los mejores astropuertos.  La nave era suficientemente grande para no encontrarnos mucho unos con otros. Yo no me movía de la pequeña zona en la que solía habitar, pero me forcé, como buen oficial mercante, a cenar cada noche con mis pasajeros-tripulantes.  

—La maniobra esa...um..cuando me rescatasteis...fue muy buena - ​superaron ampliamente los 6Gs de aceleración durante más de dos horas para llegar a donde estaba mi nave —estaria..um.. honrado de que  cualquiera de vosotros pilotase la Kalamata.  Si.. um... Hubiese alguna situación de emergencia, claro. 

Como siempre, investigo el la base de datos las características del siguiente planeta, para hacerme un clásico esquema mental de oportunidades/riesgos.

Lander recordaba a Ikateria mascullar al suelo y adoptar una postura indolente, antes de iniciar el viaje por el universo paralelo. <Parece que ha perdido la compostura militar, espero que esa relajación no traiga problemas>, pensaba.

Después vino el viaje a velocidad superlumínica y a pesar de los ruidos llegaron de una sola pieza. Aplicable a vuelos y viajes más allá de la velocidad de la luz, <Es un buen vuelo, si llegas entero>, se decía para sí. La nave se había comportado bien a pesar de no haber confiado mucho en ella: por mucho que a Gideon e Ikateria le pareciesen normales ciertos ruidos, algunos no eran normales en una nave en perfecto estado de uso. <Supongo que es otra cosa a la que tendré que acostumbrarme>.

El antiguo oficial abandona sus aposentos y se dirige al puente para observar lo que ocurre.

-¿Cuál es el plan, capitán? Es su nave y usted manda.

Gideon teclea en busca de información sobre el sistema.

El sistema Asteltine, cuyo planeta principal tiene el mismo nombre, se compone además de otros siete mundos y un cinturón de planetoides. No posee una población muy grande, consistente en unos pocos miles de habitantes que no son originarios del sistema. Es un sistema de paso, dedicado principalmente a la prospección y minería de diversas pequeñas empresas.

Los ojos de Gideon se desvían por un momento a una silenciosa pero insistente luz que parpadea en el cuadro de mandos: el indicador de combustible. En aras del espacio para la carga, la nave sacrifica otras capacidades ajustando al máximo el motor de salto y la cantidad de combustible que es capaz de almacenar. Los tanques están casi vacíos tras el salto.

Directamente comprueba la información al respecto del sistema. No posee ningún gigante de gas y los mares de Asteltine no son de agua, con lo que resulta imposible extraer el hidrógeno necesario. Sin embargo, el astropuerto del planeta sí tienen posibilidad de repostar convenientemente y, quizás, de estirar las piernas.

Aunque iban a necesitar respiradores para la extraña atmósfera de Asteltine.

—Hora de acercarse..um.. a distancia planetaria — dije inusualmente alegre, había sido un buen salto. En el sistema de megafonía de la nave, a todo volumen, algo de música tradicional de mi planeta natal. Miré por encima los datos reales de Asteltine y reí entre dientes.

Siempre intentaba adivinar las características de un planeta mediante su perfil planetario y, como siempre, no había dado ni una.  Imaginé que serían familias de exóticos pescadores disputando su pesca a terribles bestias en medio de océanos tóxicos. Pero la realidad era mucho más aburrida.  

—Habrá que ir...um...preparando los respiradores. Por cierto..um... Si salís no os metáis en líos.. no me gustaría tener que ir a rescataros — bromeó, los dos sabíais que no había persona menos agresiva que Gideon.

A medida que os aproximáis y se reducen los diámetros de distancia el planeta se hace más grande. en su camino se cruza con otras naves, a distancia segura, y con estructuras en órbita como satélites artificiales, amarres y drones destinados al atraque y atención de buques que no son capaces de penetrar en una atmósfera.

Un Carguero Independiente como el Kalamata es capaz, así que Gideon lo encamina a tierra. Un breve intercambio de comunicaciones y Gideon obtiene el permiso de atraque y una pista sin muchos problemas y el aviso del inminente abono de la tarifa de atraque.

Asteltine no es un lugar para vivir sino de paso para trabajar. Así, el astropuerto de Asteltine no es un astropuerto de lujo sino las instalaciones sobrias de atraque de un puesto minero y de comercio. Las pistas son amplias, perfectas para las grandes y pesadas naves de carga, pero sólo dos a parte del Kalamata están posadas en tierra. Sí hay algunas lanzaderas más, con los emblemas de diferentes corporaciones, estacionadas cerca de los hangares-oficina propiedad o en alquiler de las propias empresas. No parece faltar mucho para que una de esas lanzaderas termine de ser cargada y puede verse a los operarios equipados con máscaras de respiración.

A simple vista la atmósfera de Asteltine parece limpia pero eso es una engañosa apariencia. El análisis del aire de la computadora muestra altas concentraciones de dióxido de carbono, una mezcla de gases nobles y unas trazas de otros gases entre los que se encuentra el oxígeno, con lo que un humano no duraría más que unos escasos minutos en ella sin un respirador. Afortunadamente, esa mezcla de gases no tiene efecto alguno al contacto con la piel.

El edificio principal del astropuerto es una sobria estructura de ferrocemento y cristal de dos pisos de altura, de la que emerge la alta torre de control. De una de las terminales parte un vehículo sellado y no es difícil adivinar que se dirige hacia el Kalamata.

Cuando ya han tomado, Ikat se pone cómoda. Señala al portátil, y les comenta. - Id donde os plazca. Me tengo que quedar un poco más con esto. Estaba repasando los sistemas de ingeniería de la nave, para poder realizar la instalación y dirigir la maniobra de mover la carga, para que fuera lo más efectiva en el movimiento para la reparación. Hacía días que repasaba los sistemas, tanto de operación como de mantenimiento, y esperaba, para el momento oportuno estar más que preparada para poder "apañar" la nave y luego operarla. Sentada, tenía las piernas en alto, con el portatil sobre los muslos y los tacones en otra mesa.

—Espero que estén todos los papeles en regla — ​​​​​​ya me dirigía a la esclusa principal, sin olvidarme del respirador.  En otros planetas con legislaciones más severas la burocracia te podía dejar estacionado durante días. En planetas como éste, a veces tenías que pagar 'en negro' para no tener problemas.

—¡Kalosórisma, bienvenidos!— les dije, sonriente nada más verlos. Una sonrisa a tiempo podía ahorrarle muchos créditos a uno. —Bonito planeta, señores. 

Con una máscara de respiración puesta, Gideon desciende de la nave esperando la llegada el vehículo, que se detiene a una docena de metros. Del vehículo descienden dos hombres. Sus rostros pueden distinguirse completamente a través del cristal de sus máscaras.

Uno de ellos, se queda junto al transporte. Va vestido con un mono y un chaleco con insignia y mantiene un fusil apuntando al suelo. El otro, que lleva un mono similar pero sin armadura porta un arma en el cinturón. Éste último se acerca con seguridad llevando una tableta de datos en la mano.

- Bienvenido a Asteltine - saluda sin humor. Teclea en la tableta -. ¿Carga y destino? - te tiende la tableta. En la pantalla muestra la tarifa de atraque, 600 Cr, y la confirmación para el abono -. ¿Necesita repostar?

Lander permanece junto a Gideon sin saber muy bien que hacer. Observa el intercambio burocrático sin mayor interés, y no espera que haya complicaciones, a pesar de no saber nada del planeta.

-¿Ha llegado alguna noticia interesante? Como saben, llevamos una semana en tránsito y me gustaría saber si hay algo a tener en cuenta o algo que puedo resultar curioso. Supongo que no hay mucho para ver y hacer turismo.

En el cielo, los dos soles del sistema están ya próximos al horizonte, creando largas sombras en lo que parece ser una granja.

Ikate estaba escuchando en la distancia, desde la sala común, aún estudiando.

Empezó a pensar que igual podría ir al puente, y desde allí, poder ver insitu los controles, pero lo dejó estar. Pasó a la bodega de carga, donde tenía que mirar "la máquina" nueva y con ella empezar a comprobar conectores, conexiones y todo eso.

Acepté el pago de las tasas de atraque con un gesto y volví a cruzar los brazos, la temperatura marcaba veinte grados Celsius pero la sensación térmica era mucho menor

—Sin carga actualmente, tenemos prevista carga de minerales en Asteltine con destino Arquero, vía 567-908 - solté rutinariamente -Y si, necesitamos combustible ¿Tenemos descuento en alguna estación en particular? A veces los agentes portuarios tenían conocidos o familiares colocados en el conglomerado de empresas que crecían alrededor de los astropuertos.

- Como no traigan las noticias ustedes - responde el hombre a Lander sin levantar la mirada de la tableta, con tono aburrido -. Son los primeros que llegan en un mes.

En la bodega, Ikateria abre el pesado maletín que es la unidad de diagnóstico. Con dos pantallas e innumerables interruptores parece algo extremadamente complicado con probablemente funciones que ni siquiera llegarían a usar. Repasa el manual descubriendo una gran cantidad de procedimientos para distintos casos detallados paso a paso y con avisos y notas en cada página. No estaba de más familiarizarse con los que más probablemente usarían pero, al no disponer de una Exploradora, la tarea iba a ser exclusivamente teórica.

La respuesta de Gideon hace que su interlocutor alce la cabeza con una ceja arqueada.

- Muy gracioso - no hay rastro de humor -. Minerales de Asteltine a Arquero. ¿Los va arrojar por la borda?. Puede contratar la recarga de combustible en las oficinas - dice indicando con un gesto una de las naves a lo lejos -. Allí tienen las tarifas.

Con otro gesto se despide y vuelve al vehículo. Hasta que no ha entrado, no sube su compañero. El vehículo arranca y de alejan al edificio del que vinieron.

Lander se queda pensativo observando orimero a Gideon y luego al burócrata:

-Gideon, ¿cuál es el chiste?

-En el sistema arquero no hay planeta, Lander - dije antes de confirmar el pago en la tableta.  Sonreí aunque no pude evitar preguntarme si tanto tiempo llevando máscaras de respiración no les habría agriado el carácter a los Asteltinenses. -Sería lento y caro descargarlos allí. Además, tienen minerales de sobra.   Miré a los agentes portuarios y cambié de tema.  Materiales refinados y minerales como el oro, por sus propiedades conductoras, eran siempre bienvenidos en las colonias espaciales.  Aunque, quizás no tanto en Arquero, precisamente.