Partida Rol por web

Orin se sorprendió y se alegro por partes iguales al ver a su amada esposa, aunque por cautela, prefirió tapar con su cuerpo a la joven que llevaba detrás.

-Mera amada miá, decidme, ¿que sucede?, y os ruego sepáis disculpar al buen Vulko, no puede evitar ser como es.-

De manera inconsciente acelero el vehículo tanto como este podía acelerar, cortando las profundidades marinas como una bala el aire, solo que más rápido.

Orin trataba de que la joven a su lado no se hiciera notar. Pero era una tarea ardua y dificil. Por no decir imposible. Ya que la joven parecia alucinada con todo lo que pasaba.

¿Mi Rey?
¿Entonces es cierto? ¿Eres el Rey de Atlantis? Guau. Como mola eso.
Y yo creyendo que eras una especie de supertipo de esos que han estado apareciendo ultimamente. Hasta pensaba llamarte Aquaman por la "A" que llevas en el cinturon.

Esta vez no sólo la voz de Mera parecia contrariada, también su imagen. Su gesto paso de sumamente serio, a mortalmente grave.

Orin. ¿Con quién estas?
La verdad es que da igual. No quiero saberlo.
La situación aquí es importante, debemos hablarlo en persona. Estaré en la sala del consejo esperando a que llegues.

Y la imagen desapareció de la pantalla antes de que el Rey pudiera decir nada más.

Orin se giró y le dedico una fría mirada a la bella joven que iba en el transporte con él. Conocía perfectamente a Mera, y no necesitaba de mujeres que le buscasen problemas con ella. Iba a hablar y explicarle, y luego preguntarle claro, pero se quedo con la palabra en la boca cuando la reina del mar corto la imagen.

-Ella es Mera, mi esposa.- Dijo Orin  casi resoplando, la amaba con locura, pero en ocasiones sus celos y su manera autoritaria de comportarse ponían a prueba su duro carácter. Claro que en aquel instante primaba la gravedad de lo sucedido. Acelero tanto como pudo aquella maquina subacuática.- Preferiría que no me llamases Aquaman, es el nombre que usaba ese tal Black Manta, ahora mismo lo asocio con él.- Trataba de ser correcto, aunque le costaba, tenía un nombre, y le gustaba lo suficiente como para no tener que portar el apodo impuesto por un pirata.

Tras la pequeña pulla, la joven se quedó callada y empezó a disfrutar del paisaje. Mientras el Rey de Atlantis ponía a maxima velocidad la nave de Vulko.
El viaje fue corto y sin complicaciones, y en cuanto llegaron a los terrenos del reino, Orin activó de nuevo el camuflaje. Dolphin no pudo evitar asombrarse ante la majestuosidad de la ciudad, incluso se le escapó alguna que otra exclamación.
El monarca  sonrió, todo el mundo se maravilla de Atlantis, la joya de los oceanos.

Sin más puso rumbo al acceso secreto del laboratorio de Vulko. En cuanto entró, todo se automatizó.

El científico real estaba esperandoles.

Mi Rey. ¿Ha ido todo bien? ¿Qué tal el vehiculo?

Estaba claro que quería decir más cosas. Pero no paraba de mirar a la joven que venía con el rey. Su indumentaria la tenía anonadado. PArecia una habitante de la superficie, pero no usaba ningún medio artificial para respirar. por lo menos a simple vista.

Orin examino el lugar buscando a su esposa con la mirada, pero claro ella no estaba allí, ya dejo bien claro donde le aguardaba y la premura de sus noticias.- Vulko, ella es una gran amiga, mía y por lo tanto también de Atlantis, te encomiendo su comodidad y seguridad mientras atiendo los asuntos de urgencia que recalcaba mi esposa.- Se giró a la chica, y la ayudo a salir del vehículo prestando le su mano.

-Dolphin, este es Vulko, la persona en la que más confió en este mundo, el te hará compañía mientras atiendo unos asuntos.- Sin decir más y tras ayudar a la joven, el monarca se dirigió con paso veloz al salón del trono, su trono, y un paso antes de salir, se detuvo.- El vehículo, magnifico amigo.-Dijo girándose un poco para sonreír a su camarada científico. Y esta vez sin más dejo que su paso solemne se escuchara mientras se alejaba.

Vulko asintió a las palabras de su rey y se dispuso a ayudar a la joven. Lo último que escuchó antes de salir de la sala fueron las palabras de dolphin.

Bueno, ¿donde se puede conseguir una hamburguesa con queso por aquí?

Pero enseguida se perdieron en la distancia. Orin se encaminó a la sala del trono con premura. Los subditos y soldados que se encontraba por el camino le saludaban con reverencias.

Al llegar a la sala del trono, Mera estaba sentada en el asiento de la consorte. No estaba sola. Ante ella se encontraban algunos de los sacerdotes de Atlantis.

No es que la religión y la magia estuvieran prohibidas en Atlantis, pero la ciencia se había abierto paso con fuerza y todo lo demás se había visto relegado.

Mera estaba esplendida, y su porte real sería la envidía de la mayoría de soberanas, tanto de mar profundo como de la superficie.

Entonces, si lo he entendido bien. Lo que estais diciendo es que esos artefactos anuncian la llegada de los dioses oscuros que anegaron Atlantis. Y con ellos el fin del mundo ¿no?

Orin se adentro en la sala, y por unos instantes desapareció todo para el, todo se torno el carmesí de los labios de su esposa y el rojo de su cabello, su suave piel y su regia visión de hermosa reina, hermosa, si, pero también temible, algo que solo el sabía, y recordaba con una leve sonrisa, más que agradado del carácter de su mujer, "jamás podría amar a nadie que no pudiera darle una buena discusión", pensó con media sonrisa aun.

-Mera amada mía, sucede algo que él rey de Atlantis y soberano de todo bajo las aguas deba saber.- Dijo el monarca con solemne y ceremonial porte y formas, disimuladamente impaciente por conocer la respuesta, pues había oído lo último dicho pro su esposa justo antes de entrar en la sala.

En cuanto el Rey de Atlantis entró en la sala, todos los sacerdotes se arrodillaron como era su deber. Mera se levantó y se dirigió hacia su marido y le tendió la mano. Juntos se sentaron uno al lado del otro.

Los sacerdotes se levantaron, y un tanto temerosos contestaron a la reina.

Mi señor, nos alegramos de vuestra presencia, pues graves noticias nos atañen. No sé si lo sabeis. Pero terribles hechos están por ocurrir.

Basta.
El Rey está al corriente de los pormenores. Explicarle lo sucedido con todo detalle,tal y como mee lo contasteis a mi, y ahorraos los cometarios agoreros.

La reina parecia furiosa, pero Orin se dio cuenta de que había algo más en su voz. Algo que no había notado nunca. Miedo.

Por supuesto mi señora.

Mi Rey, como decia, unos artefactos antiguos. De la epoca en que Atlantis estaba sobre el nivel del mar. Unos artefactos que estaban guardados en las más seguras camaras. Se han despertado.

Antes de que lo pregunteis, no sabemos exactamente qué son. Las Cajas Oscuras, así es como se llaman, simplemente empezaron a brillar y hacer ruido. Los únicos textos antiguos que hablan de ellas, dicen que los Dioses Oscuros las usaban, y que la última vez que se activaron Atlantis se hundió.

Orin había aprendido a confiar en sus instintos, y en los de su amada esposa. El no era hombre de supercherías, pero conocía el poder de la magia, y lo respetaba. Pero como monarca no podía tolerar el alarmismo.

-Antes de pregonar el fin del mundo debemos informarnos más de lo que sucede, y de las antiguas profecías.- La voz del Rey era dura, no toleraba a los derrotistas, el había conquistado todo cuando había en su vida, su ciudad, el respeto de su pueblo, el corazón de su esposa. Nadie hace años hubiera admitido creer que un muchacho tal como el podría ser dueño de semejantes hazañas, pero ahí estaba.

-Estudiareis las reliquias, tanto como sea posible, no me importa lo que tengáis que hacer, los tomos que debáis desenterrar para hacerlo, pero lo haréis,y no comentareis ni una sola palabra de esto con nadie hasta que yo lo permita. ¿Queda claro?- Hasta su pregunta pareció una orden. El monarca se tubo que forzar a respirar hondo y calmarse, mucho había pasado hoy y estos hombres de poco tenían culpa.- Habéis actuado bien sacerdotes, Atlantis esta orgullosa de vuestra diligencia. Reanudad de inmediato el estudio , y la vigilancia de las reliquias, yo iré en unos momentos, antes e de disponer ciertas cosas con mi esposa.-Con un gesto de la mano los despidió de manera solemne, y se giro a su esposa.
-Mi reina, ¿que pensáis de todo este asunto?.- Dijo buscando con su mano la de ella. Tenia mucho que hablar con Mera, pero antes prefería saber que la turbaba para poder tranquilizarla.

Los sacerdotes se miraron entre sí. Pero asintieron todos a la vez.

Así se hará alteza.

Salieron diligentemente de la estancia. Esta pareció llenarse por un momento de alguna clase de oscuridad, pero enseguida se pasó ese sentimiento.

Cuando Orin le habló, la actitud altiva de Mera dejó paso al cariño de una mujer por su esposo.

No lo sé mi amor. Tengo miedo. Sabes que en Poseidonis la magia es mucho más importante que la ciencia. Y gracias a nuestro matrimonio y la unión entre nuestras dos ciudades, es lo que ha hecho que en Atlantis vuelva a ser algo de conocimiento público.

No lo he querido decir delante de ellos, pero si los sacerdotes están asustados es que realmente hay peligro. Hay muchas cosas oscuras en nuestro pasado, y temo que al olvidarlas podamos volver a caer en errores parecidos.

Orin miro a su esposa con gesto sereno, apreciaba sus consejos tanto como su brazo en la batalla, si algo podía atemorizar a Mera, era digno de ser estudiado y prevenido, pro encima de las sugerencias de cualquiera, incluso de individuos tan eruditos como los sabios de Atlantis.

- Mera, esposa miá, que nada perturbe tu sueño, ahora estamos prevenidos, tenemos magia como en la era antigua, pero también tenemos tecnología, y sobre todo, Atlantis y todos los dominios submarinos nos tienen como sus soberanos, nada podrá derrumbar lo que nuestra unión a creado.- Apenas termino Orin de pronunciar tales palabras cuando beso a su mujer con pasión, abrazándola, "ojala tuviera más tiempo para ella", se lamento. Había luchado mucho en su vida, y el único y verdadero premio que solo le pertenecía a él, había sido el amor de su esposa.

-En estos asuntos tu eres la erudita real.- Dijo con media sonrisa.- Tienes mi permiso para tomar las medidas que consideres oportunas.- Junto con Vulko, la única persona en la que depositaba su confianza plenamente.-Ahora iré personalmente a hablar con los sacerdotes amada miá, manda al capitán de mi guardia venir lo antes posible, hay una persona que ha violado las leyes de Atlantis, y pagara por ello.- El tono de  Orin se volvió más sombrío, más frio con esa ultima frase.

Mera agradeció el gesto de su esposo y le devolvió el beso con toda la pasión de la que era capaz. Que era mucha. Más el rey tenía razón. Ahora no había tiempo para eso.

¿Cómo? No entiendo. ¿Quién ha violado las leyes de Atlantis? ¿Qué ha sucedido?

Orin miro con una leve sonrisa a su esposa, el tipo de sonrisa que utilizaba cada vez que usaba cada vez que se jugaba la vida o hacia alguna locura.-No es nada importante mi amada, solo unos malhechores que atentaron contra mi vida,para su desdicha.-Dijo el rey con soberbia, y auto complacencia.- Por desgracia su líder huyo con su navío submarino, Black Manta, ese es su nombre.- Esta vez su tono era iracundo y lleno de resentimiento. Obviamente no menciono nada sobre su refugio de la infancia, era su santuario personal, y aunque confiaba en su esposa, sabía que Atlantis podía tener oídos propios.

-Serán detenidos, no temas, pronto descubrirán que el reino acuático no es para nadie de la superficie.- Trato de tranquilizar a su esposa.-Ahora iré a ver a Vulko, deje algo pendiente con él, después iré en busca de nuestros sacerdotes, querida, despeja tu mente de tormentos , pues Atlantis superara cualquier adversidad que trate de derribar la.- Su seguridad era la de un millar de personas, y su voluntad férrea.