Partida Rol por web

Diana apuntó cuidadosamente, tal y como le había enseñado la mejor arquera de Isla Paraiso. Soltó el aire a la vez que soltaba la flecha y está se clavó directametne en la cabeza serpentina del asaltante. Tal era la potencia del disparo que el cuerpo se movió y la flecha, con cadaver y todo, se acabó clavando en un arbol.

El otro hombre serpiente se dio cuenta y aceleró el paso. Aprovechando el bosque trató de ocultarse para evitar más ataques.

Por su parte, con la ayuda de Artemisa, las otras amazonas aguantaban bien a los hombres bestia. Además, Diana podía escuchar como se acercaban más de sus hermanas.

Con una flecha enhebrada en su arco, Diana se mueve silenciosamente hacia los árboles. ¿Dónde se habrá metido ese ser? Aunque no le odia, porque sólo es un lacayo sin mente de Circe, no puede permtir que sea libre.

Diana sabe que sus hermanas estarán bien. Además, aunque peligroso, ese ataque sólo es una distracción. Lo peligroso es el ser al que ha perdido de vista. Está claro que uno de sus fuertes es el sigilo.

No obstante Diana imagina cual es su objetivo.

Diana va para allí corriendo con el corazón en un puño. ¿Y si llegan hasta su madre? Hera, protégela. Artemisa dame fuerzas.

Diana llega rápidamente ante la enorme puerta que guardan las amazonas por decreto de los dioses. La princesa ha estado aquí pocas veces. Una vez hizo guardia y fue muy aburrido.
Pero si las historias son ciertas, lo que hay dentro es demasiado peligroso para que escape.

El lugar está desierto, lo cual es raro. Aunque haya una pelea cerca, al menos debería haberse quedado una de las guardianas.

Enseguida ve el cuerpo caido al lado de un arbol, pero cuando se acerca a investigar escucha un sutil siseo que la advierte del peligro.

Diana prepara una flecha en su arco con rapidez, pero sin alterarse.

- Esto no tiene por que acabar así.- le dice al monstruo. - Podemos ayudarte a ser libre. Esto puede ser tu hogar, en lugar de tu tumba.

Lo dice en serio, pero está preparada para disparar alprimer gesto de ataque del ser.

El ser se lanza siseando contra la princesa amazona. Pero con la rapidez de una cazadora consumada, tensa la cuerda y libera su proyectil mortífero.

- Te di una oportunidad.

El ser encajó la flecha en el hombro, pero eso no detuvo su ataque. Su cuerpo serpentino se enroscó en la amazona apresandola. Estaba claro que era un ataque natural del ser ya que era bueno en ello, y mucho más fuerte de lo que habría imaginado en un principio. Desde luego bastante más que una amazona normal, y seguramente habría acabado con multitud de enemigos de esa manera.
Pero lo que no había contado era con que la princesa Diana no era una amazona cualquiera. Era una elegida de los dioses aunque ella misma no lo supiera.

Por un momento, Diana se ve envuelta por los anillos del ofidio, pero no se deja dominar por el pánico. Elegida de los dioses, hija de reinas y heroínas, sólo tiene que recordar lo aprendido en cien competiciones de pugilato y lucha, se deshace del abrazo mortífero golpeando al ser con sus brazaletes.

El serpentino ser se sorprende de la increible fuerza de la amazona, ya que se lo quita de encima sin ninguna dificultad, por un momento incluso tiene miedo. Pero se lo tiene más a su ama.
Por lo que no hay opción, si tiene que morir luchando lo hará.

Con un grito de guerra amazónico, Diana descarga su puño contra la cabeza del hombre-serpiente.

Antes de que el hombre serpiente pudiera escapar, Diana le pegó un puñetazo. Estaba acostumbrada a refrenarse un poco contra sus hermanas, pues hacia tiempo que había descubierto que por alguna razón era más fuerte que ellas. Aun así no esperaba tanta reacción.
El serpentoide salió volando en dirección a un arbol que había enfrente, y el impacto fue tal que se medio enrolló en él. Despues de eso no se movía en absoluto.

La princesa miró a su alrededor. Excepto el cuerpo de su hermana y el del hombre serpiente no había nadie más allí. A lo lejos podía escuchar el sonido de la batalla.

Corro a ver como está mimadre.

A Diana le preocupa el estado de su madre. Ya no veía ningún enemigo por los alrededores, y confiaba en que Artemisa y el resto de las amazonas pudiesen con los monstruos que acechaban el portal.

Con gran rápidez regresó a Palacio, y cuando llegó se dio cuenta de que algo no iba bien. No veía a las guardianas, aunque podçia significar que habían ido a ayudar a las demás. Pero notaba algo maligno en el ambiente. Entro con cautela dirigiendose a la sala del trono.

De repente escuchó un fuerte gruñido seguido de un golpe. Cuando entró en la sala vio los cuerpos caidos de dos amazonas y a su madre al fondo peleando contra un minotauro. Acababa de romper el ewcudo conque Hypolita se protegia, y se disponía a dar el golpe de gracia.

Tantas hermanas muertas... Pero no tendrá a madre. Diana empuña su arco y dispara al monstruo:

- ¡Eh! Aquí, sucia bestia! ¡Lucha conmigo, desecho del presidio de Minos!

El disparo de Diana es preciso, a pesar de que su madre estaba cerca y podría haberle dado. Más la flecha no pareció ni molestar al monstruo, que continuó su golpe.
La garra impactó en Hypolita y la lanzó por los aires haciendola atravesar media sala. No obstante, su madre no era la reina de las amazonas por nada, y se levantó espada en mano. Le sangraba un costado, pero no le hizo el menor caso.

Las flechas no sirven aquí hija mia. A esta bestia sólo se le puede someter mediante la fuerza. Pero no deberías haber venido.
Lo importante es la puerta.

Diana no puede arriesgarse a herir a su madre. Con lo que parta a su madre y se lanza al ataque...

- Luchemos juntas, madre! Por Themyscira!

A pesar de que el minotauro era una mole, quedaba claro que estaba acostumbrado a pelear. Evitó el golpe de Diana en el último momento, y se fijó en ella.
Su poderosa garra golpeó con fuerza, con mucha fuerza en la princesa. El rugido que salió de su boca parecía que habría podido oírse en toda la isla.