Partida Rol por web

La viveza de Álvar contrastaba con su poca agraciada apariencia por sus daños, aunque no le impedía imponerse en las mentes de los presentes. Los familiares de los niños, apenados e impotentes, se levantaron y corrieron tras él y el resto, justo detrás de los sirvientes. Al poco de poneros a buscar bien por vuestros ojos, observáis sin dificultad un par huellas que salen de la granja, en dirección al bosque. Tras seguirla, llegáis hasta las lindes del bosque, justo enfrente de vosotros.

-Algo más de dos fanegas..., mi señor de Noguera -respondió Jaime tiempo después a la pregunta del aragonés-; casi dos fanegas y media más o menos...*

En esos momentos, contemplásteis delante de vosotros el frondoso bosque que allí había. Hayedos que no parecían sino árboles con gran historia vivida, pues sus troncos parecían casi hablar e invitar a todo aquel no pudiera traspasarlos a cruzar entre ellos; robles tan robustos que parecería posible, Dios no lo quiera, que cualquier rayo mal ubicado lograra derribarlo o llenarlos de lenguas de fuego; y matas de enebrales tan altas, crecidas en el suelo, que parecían copas del árboles caídos sobre un manto de peñas oscuras y hierba no muy fresca.

Mirar a través de dichos troncos no hacía sino ennegrecer la vista ¡y casi el espíritu!, pues ese bosque era aterrador en su sola presencia. Apenas había aves cantando y poca luz, algo tenue, llegaba a sus adentros ¿Viviría cualquier hombre de entrar ahí? Seguro que si, sin dudarlo, desde el más aguerrido al más inocente de los humanos, aunque el temor sería su compañero durante ese trago para cualquiera de ellos.

 Antonio no dijo nada. Solamente miraba inexpresivo hacia el bosque. Antonio había escuchado historias, no solo sobre Lamias, si no sobre otras criaturas de los bosques. Tambien pensó en los lobos, aun estando lejos de Galicia (tierra de lobos, segun pensaba Antonio) pudiera ser que allí tambien vivieran aquellas criaturas del demonio. Y estarán de acuerdo, con que ser atacados por lobos no es mejor que ser atacados por una mujer que no es mujer.

Por otro lado, en aquel bosque no parecía haber vida de ninguna clase...

 Tras dar la patada en la puerta, salí al exterior a paso decidido sin pararme a mirar atrás. Sabía que me seguirían, pues estaba convencido que la arenga había salido bien y o me seguían al bosque o tenían leche aguada* en las venas. 

 Al llegar el primero al linde del bosque, miré atrás de reojo y vi que aquellas gentes, junto a mis compañeros, corrían a mis alcances y estaban a punto de llegar a donde me encontraba, así que hice como si observara las huellas del terreno pero en realidad lo que hice fue intentar invocar el poder del talismán que llevaba oculto entre las ropas. Pero el padre de los niños llegó a mi altura antes que pudiera acabar de recitar el sortilegio, por lo que me vi obligado a dejarlo para más tarde. Para disimular mi acción, me santigüé, como si hubiera estado rezando. Ya lo intentaría de nuevo más tarde.

 Fue entonces cuando comencé a reparar de verdad en aquel lugar. Miré el bosque. A pesar de su aspecto tétrico, no era demasiado grande, por tanto, debería ser relativamente fácil realizar una batida por el mismo para encontrar alguna pista de los pequeños, sobretodo teniendo en cuenta nuestro número. Alguien señaló unas huellas. Así que lo vi claro.

 El matrimonio, el padre de los niños y nosotros séis. Los ancianos mejor descartarlos, no fueran a tropezar y lastimarse. Total, nueve. Me giro hacia todos los que han llegado ya a la altura del bosque.

 - ¡Hagamos una línea de batida por este pequeño bosque! Si avanzamos en paralelo, separados unos de otros unas diez o doce varas, no nos perderemos de vista mutuamente y cubriremos la totalidad del bosque en poco tiempo. ¿Alguien sabe de seguir rastros? Que se sitúe a la altura de estas huellas de aquí y vaya siguiéndolas mientras todos avanzamos al mismo tiempo. ¡Tened los ojos bien abiertos y avisad en cuanto encontréis algo!

 Dirigiéndome a nuestros atentos anfitriones de anoche.

 - Dolores, Jaime, lo mejor que pueden hacer es observar desde fuera del bosque, por si apreciaran algo desde aquí que a los que estamos dentro se nos escape. - Acabo la frase con una mueca de comprensión e intentando transmitir seguridad y esperanza. - Les encontraremos.

Aprovecho la arenga de Alvar y su posterior rápida salida para retrasarme un momento, y viendo que nadie me presta atención, activo uno de los talismanes que tengo entre la ropa, susurrando y moviendome lo necesario para ello. Suerte. La vamos a necesitar para encontrar a los niños a salvo. O incluso para que nada nos encuentre a nosotros antes, si las leyendas se vuelven realidad.

Una vez hecho esto, me uno a los demás, y me fijo en las huellas que señala Alvar. Nunca he sido muy hábil rastreando... es más, ni siquiera veo muy claras las huellas del camino, no me atrevería a seguirlas en el bosque.

No, pe... pero, no... mi señor, -replicó Dolores- son nuestros nietos, ¡hemos de ir a buscarlos tambien! Sin embargo la elocuencia en las palabras de Álvar hicieron que desistieran aquellos abuelos en su búsqueda, quedándose en las entradas del bosque.

Esta bien... Estarmos en este mismo punto para cuando regreséis... ¡volved lo más aprisa que podáis si el miedo os asalta o la vista se os nubla, mis mercedes! -añadió la mujer.

Parecía que las palabras de Álvar animaban a aquella familia desolada a hacer lo que éste mandaba, a ir en paralelo para rastrear el bosque en su totalidad. Parecía una buena idea, por lo que todos se pusieron manos a la obra (excepto los abuelos), aun con la pesadumbre inmediata que siempre le entra a uno al internarse en aquel bosque.

Avanzáis y avanzáis, precisos, dichosos por vuestra valentía, hasta que llega el mediodía... pero sin rastro de los muchachos. No hay ninguna novedad para ninguno de vosotros, ni buenas (no oís gritos, voces o jadeos de niño alguno), ni malas (ni espectros, bestias, fantasmas o seres de pacotilla... ¿acaso era simplemente el aspecto del bosque?)

Tras el mediodía continuáis buscando. Ninguna señal de ellos, y el cielo se iba encrespando por momentos, poco a poco, hasta ocultar el poco sol que ya de por sí había, dando paso a una niebla usual en el lugar y a la inminente e inmediata oscuridad, en breves momentos, anunciando una nueva tormenta tras un golpeo de las copas de los árboles debido al fuerte viento.

 Ya anochecía y aquellos chiquillos no aparecían por ningún lado.

 En todo momento, procuraba no perder de vista a los miembros de la cadena de batida que tenía a derecha y a izquierda. Uno de ellos era el fiel Lucio, así que deparé en el otro y, cuando entendí que no estaba pendiente de mis actos, volví a invocar el poder del talismán. Conseguí activar su efecto, que identifiqué de inmediato con un familiar cosquilleo que recorrió mi espinazo.

 Acto seguido continué la búsqueda. Observando bien los arbustos de ásperas ramas y los troncos salientes por si encontrara algún jirón de ropa desgarrada. El suelo parecía demasiado áspero para ofrecer huellas, pero con todo y con eso, intenté no pasar por alto los detalles que pidieran revelar el reciente paso de los muchachos o de su captor o captores.

 Según parecía, al principio el rastro lo formaba sólo un par de pies, por tanto cabría la posibilidad que alguien raptara a los pequeños con sólo Dios sabe qué oscuro fin.

 Mi buen Rabah, ¿en que no estaremos metiendo? Alvar parece muy decidido pero no creo que se haga una idea de los peligros que corremos-pensó llevandose una mano a la boca para evitar toser-permanecer en el bosque al anochecer me parece una insensatez, pero supongo que esos crios no pueden permitirse un descanso.

Antonio se llevo las manos a la cadera, pues le dolia por aquella terrible gripe. La tos hacia que cada espasmo de su cuerpo fuera como agujas clavadas directamente en la piel. La cabeza le dolia, pero seguía mirando las plantas y buscando algun rastro ya sea de los niños... o de la Lamia.

No no.. tu siervo no está contigo. Todos estáis separados, purgando el bosque en paralelo.

Tirad los 3 una tirada de suerte (con un malus de 10%). Los que tengáis puntos doblados, pues con esa puntuación.

 49-10= 39

Exito ^^

Te has perdido mientras avanzabas. Cuando creías mirar atrás para comprobar el camino, te diste cuenta que tu ubicación y percepción de la misma habían cambiados. Ahora vagas por el bosque. En esos momentos, víste un claro con algún que otro árbol dentro del bosque en el que no había niebla... En esos moementos, comenzaste a escuchar diversas voces y sonidos... al principio son como llamadas de personas y a veces son gritos distorsinados como de ave o pájaro...

En esos momentos, se presenta ante ti algo... ¡de un salto se pone frente a tus ojos! Tiene cuerpo como de hombre, pero muy peludo, garras y pico de águila y pequeños cuernos de cabra. Te das cuenta de algo sorprendente...: ¡¡no tiene brazos!!

En esos momentos os encontráis: Álvar y Antonio, justo en el momento en que Álvar miraba concienzudamente las pistas que aquel bosque podría darle en cuanto a los niños, aunque de manera no provechosa por el momento. Parece que habéis rastreado vuestra parte del bosque al ser más corta o habéis acabado antes, encontrándose vuestros caminos... ciertamente este bosque no es cuadrado, es irregular, y la verdad es que poco habéis encontrado nada demasiado alentador. En esos momentos un grito es escuchado a lo lejos, muy lejos y vacío, como en otra punta alejada de vuestra posición, casi del inicio del punto de vuestra búsqueda:

El quejido es aterrador. El miedo se apodera de vosotros... o no.

 Pude ver reflejado en el rostros de maese Antonio que él también había oído aquel desgarrador grito.

 - ¡Volvamos al inicio del bosque, donde los ancianos, corramos! Ójala lleguemos a tiempo.

 Comiencé a correr hacia el lugar de donde provenía el grito, procurando no perder contacto con el burgués. Temiéndome lo peor, desenvainé mi espada en plena carrera.