Partida Rol por web

Raf asiste maravillado al espectáculo de símbolos y caracteres, al efecto óptico de profundidades imposibles sobre paredes planas en la caverna y en las caras del cubo.

Lee con detenimiento aquellos pasajes escritos en su propio alfabeto y las frases parecen confirmar la idea que se han hecho de lo que ocurre: una raza alienígena dedicada a extinguir civilizaciones mediante algo descrito como ‘la oscuridad’ mientras otra -posiblemente la última de sus víctimas- parece haber dado con la clave para romper el ciclo de exterminio.

Lo malo -considera Raf- es que no tienen ningún dato concreto sobre cuál es esa clave, sólo vaguedades que insinúan algún tipo de paradoja temporal que el científico indio continúa sin poder digerir: "La única manera de salir del ciclo es logrando que la oscuridad nunca haya existido". "Solo con el conocimiento necesario puede romperse el ciclo, pero las mentes comunes serían incapaces de asimilarlo".

¿Cuál es entonces ese conocimiento necesario? ¿Estará su mente preparada para tal asimilación?, se pregunta, inquieto y preocupado por no estar a la altura mental que se exija.

Aferrado al único objetivo concreto que tienen -que los tres cubos se reúnan-, el indio decide no martirizarse más y centrarse en la elección que tienen delante. Primero, eso; luego, ya se verá.

- Estoy de acuerdo con lo que dice, Clive, tiene mucho sentido. -conviene con su compañero- Quizás la ISS represente la amenaza de lo que ocurrió allá arriba… -sugiere- De cualquier modo, ir hacia donde se refugian esos seres parece el camino más seguro.

Estando todos de acuerdo con la ruta a seguir, os encamináis por el camino sugerido por Clive. El cubo cada vez parece más ligero y es más activo, como si a cada paso que dais se sintiese más vivo. Los reflejos de las paredes en el objeto y de este en la cueva siguen cautivándoos, pero el hecho más insólito es la estructura que os rodea. A pesar de su apariencia de perfección, las paredes de la cueva, como cualquier ruta dentro de la roca, contiene imperfecciones. Pequeñas aristas, curvaturas, estalactitas y estalagmitas. Pero todas estas imperfecciones parecen colocadas allí intencionadamente, y ninguna de ellas parece irregular. Y lo más impactante de todo es que todas las imperfecciones parecen pulidas al extremo, en distintas formas poligonales. Las estalactitas cuelgan como delgados obeliscos invertidos, las aristas forman triángulos y rombos perfectos, y desde el suelo se alzan estacas piramidales que tratan de tocar a sus gemelas que cuelgan desde encima.

Cuando atravesáis el pasillo, las reflexiones del cubo parecen dotar de vida cada una de las figuras, que al recibir la luz que se filtra desde el exterior (o que emite el cubo, todavía no podéis asegurar de donde proviene la fuente de iluminación) adoptan las formas de los edificios que configuraban la ciudad que antes habéis visto esquematizada en la pared. Os sentís como gigantes que caminan entre los edificios que una vez alojaron toda una civilización, y vuestros pasos parecen agitar toda la ficticia ciudad conformada por la cueva y el cubo. En ocasiones, los reflejos dejan a oscuras algunas de las estalagmitas, creando una ilusión óptica que os hace creer que el edificio ha sido engullido por sombras.

Un instante de tensión cruza el grupo cuando una de las sombras de las paredes parece estar cubierta de pequeños puntos anaranjados. En vuestra mente resucita el recuerdo de las criaturas que tan bien conocéis ya, en las que tan solo rompe la oscuridad de sus cuerpos esos ocelos de color naranja que parecen observarlo todo. Los puntos se reflejan en el cubo, e imprimen en todas las paredes que os rodean pequeños puntos naranjas que danzan sobre los edificios de geometría perfecta y parecen cernirse sobre ellos para dejarlos en sombras.

El espectáculo al que asistís prosigue hasta que no queda un solo carámbano rocoso sobre el suelo y la gruta se ensancha hasta conformar una cúpula sobre vuestras cabezas. Los puntos naranjas que se reflejaban entre la roca y el cubo desaparecen, no sin antes formar en las paredes dibujos que esquematizan la desaparición de la ciudad que acabáis de vivir en miniatura.

En ningún momento hay oscuridad absoluta a vuestro alrededor, pero la danza de sombras prosigue, y la luz que os acompañaba desde la entrada es cada vez más tenue. Cuando llegáis al centro de la sala, el cubo refleja toda la luz que recibe sobre el suelo, donde milenios de filtración de agua y un posterior pulido conforman una estructura muy similar a la que en el laboratorio de Helen sostenía el poliedro. Y cuando esa estructura refleja de vuelta la luz del cubo, se extiende en todas direcciones trazando símbolos desconocidos y un nuevo mensaje en vuestro idioma.

El presente es oscuro y desesperanzador. El futuro solo augura un fracaso si nada cambia. El pasado, fuertemente amarrado a la línea temporal, parece inalterable.

Al igual que el péndulo siempre trata de volver a su origen, el tiempo se adaptará a los grandes cambios. Tan solo los sutiles eventos que no alteran la línea temporal podrían afectar al futuro.

Los detalles sin importancia nunca serán suficientemente fuertes. Alterar importantes acontecimientos tan solo hará que sucedan de otra manera. Pero los pequeños detalles junto a dichas circunstancias tienen la fuerza de desenhebrar el tejido tiempo e hilarlo con una nueva estructura.

Las letras se distancian poco a poco , pero en este caso no veis camino por el que proseguir. En su lugar, la cúpula y las paredes se cubren con delgadas hebras de luz que parecen haber surgido de las palabras y que crean una trama inmensa a vuestro alrededor. En algunos lugares, las hebras se cruzan, en otros se difuminan hasta desaparecer y en contados rincones de la habitación decenas de esos hilos de luz parecen converger. Cada vez que uno de vosotros mueve la cabeza para admirar la trama, las hebras parecen oscilar debido a las sombras que vuestros cuerpos generan, cruzándose en distintos lugares, desenlazándose en otros y desapareciendo o apareciendo a vuestro alrededor. Sin embargo, los puntos donde gran parte de las luces convergen no se desplazan de su lugar.

La mente de Jeremy parece a punto de explotar. Llena de ideas y suposiciones. - A la mierda! - piensa mientras se sienta en el suelo y cruza las piernas. Mientras los demás lo miran extrañado, Jeremy sigue con la mirada las letras que se difuminan en las paredes.

- Esta bien - dice. finalmente, decide hablar, comentar sus suposiciones e inquietudes. - No se muy bien que nos intenta decir el cubo, pero creo que debemos poner en común nuestras ideas y puntos de vista. Esto parece abarcar mucho más de lo que nuestras mentes pueden llegar a soportar. Creo que voy ha dejar de cuestionarme si realmente todo esto existe o si sigo en un sueño ... o pesadilla...  - Hace una pausa hasta que tiene la atención de sus compañeros.. y prosigue.

- La oscuridad... por desgracia creo que sabemos que es eso.. no? verdad GEorgi y Paolo?- pregunta. -  esos puntos anaranjados,... esas criaturas. Parece que son ellas las que aportan esa oscuridad. Ellas deben ser la raza que va por las estrellas aliminando otras especies. Y parece que la última civilización pretende decirnos algo, algo mediante estos cubos. - Hace otra pausa para tragar saliva y frotarse la pierna herida - en fin. Parece que vamos dando tumbos por el espacio y el tiempo. Parece que hemos viajado hacia en el tiempo - Mira a Georgi - Segun tu la ISS ya había caido cuando aparecímos en ella, por lo que podríamos haber retrocedido algo en el tiempo. Y seguramente en el espacio... desde un coche a otro mundo, desde ese mundo a la ISS... - dice como divagando.

Es como si el cubo nos dijera que hay que retroceder en el tiempo. encontrar ese punto en que una actuación sencilla puede hacer que esas criaturas no ataquen a nuestra civilización, o quizá a la suya propia (sería más logico que esa civilización intentara salvarse a si mismos antes que a nosotros) - razona. - Y bueno, donde está ese punto estratégico?.. quizá estas lineas nos lo indiquen, - dice señalando las paredes. - mirar ese punto en concreto - dice señalando el lugar donde la mayoría de líneas convergen entre si - ¿Como hacemos para llegar ahí? - pregunta.

Clive medita sobre lo que acaban de ver, y la relación que pueda tener con el problema al que se enfrentan. Coincide en gran medida con Jeremy, aunque no está seguro sobre su idea sobre salvar a esa otra civilización. Al fin y al cabo, el mensaje leía antes: "El fin de una civilización puede ser la salvación de otra". Es posible que esté equivocado, pero parece como si aquella civilización hubiera dado por perdida su estirpe, y se hubiera sacrificado para acabar con esta amenaza. Pero por ahora, a falta de una respuesta clara, prefirió esperar a ver qué más les deparaba este lugar. Y por las palabras de Jeremy, parece que ellos conocían muy bien el lugar que acababan de ver reflejado en el cubo y las paredes. Clive hasta ahora solo podía sacar algo en claro.

- El tiempo parece importante, desde luego. Todo gira en torno a él. Por lo que dices, vosotros habéis viajado en el tiempo, y el cubo - dice mirando de reojo al objeto que parece haber cobrado vida aquí dentro - no ha dejado de mostrarnos advertencias sobre el futuro. Como Raf dijo antes, los tres cubos parecen estar relacionados con el tiempo. Quizá el "arma", esa Tríada, es una herramienta para cambiar el curso temporal. Quizá esa es la forma de salir del "ciclo": cambiar algo del pasado de forma que nos deshagamos de esas criaturas que destruyeron aquella civilización... - concluye, más pensando en voz alta que hablando directamente a sus compañeros.

Su cabeza en este momento estaba mucho más concentrada en el problema actual. Después de tanto andar en este lugar, se encontraban en una sala que parecía cerrada. Había desistido en tratar de comprender por qué la luz se comportaba de esa manera tan misteriosa aquí dentro, o si todo esto sería simplemente otra de las escenas que el cubo les ofrecía. Sin embargo, todo parecía demasiado real como para ser una simple visión.

Se planteó entonces cómo podrían continuar con su travesía a través de este lugar irreal. La sala parecía mostrar algunos lugares donde la luz se concentraba. Lo primero que pensó es que esos puntos debían ser importantes, y al parecer Jeremy lo consideraba así también. El hecho de que cada vez que ellos se movieran en la estancia hicieran que la luz mostrara distintos patrones en las paredes le hizo pensar que ellos mismos tenían algún significado en este lugar. Hasta ahora, todo parecía estar hecho para ellos. Era como si este lugar les hubiera estado esperando, y ahora les estaba poniendo a prueba.

- Creo que Jeremy va bien encaminado - dijo entonces -. Esos lugares parecen importantes; quizá sean caminos. Pero, ¿cómo funcionan? ¿Acaso tenemos que golpear las paredes?

A medida que avanzan por los pasillos, Raf tiene la sensación de que su ‘amigo’ está cada vez más contento y activo y eso parece hacerle recuperar algo el ánimo al científico indio. Contempla de nuevo maravillado el espectáculo de luces sobre los salientes poliédricos de las paredes de la cueva hasta llegar a la sala bajo la cúpula.

Raf observa la reflexión que de la luz del cubo hace una extraña estructura situada en el centro y, al igual que sus compañeros, lee los nuevos mensajes y se da cuenta de los siete puntos de convergencia de las hebras de luz, inamovibles a pesar de que las líneas oscilan con sus movimientos.

Escucha a sus compañeros y está de acuerdo con ellos, así que se decide a acercarse al punto que tiene más cerca, no sin antes percatarse de que aún tienen el cubo entre las manos.

- ¿Qué les parece si lo dejamos sobre esa estructura y examinamos esos puntos más de cerca?

Y, mientras lo dice, vuelve a mirar el recorrido de la luz -parece salir del cubo, reflejarse en la estructura y diseminarse por las paredes- y se pregunta qué ocurrirá cuando el foco de luz y la estructura reflectora coincidan en el mismo sitio.

Georgi observa como Raf y sus compañeros depositan el cubo sobre la piedra - él se ha negado desde el principio a tocar ese objeto maldito, y por mucho que el indio le diga que es "amigo" o lo que sea, no va a cambiar de opinión. No le queda otra opción que seguir al grupo, y por el momento parece la única manera de acabar con esta pesadilla, pero no piensa ponerse en más peligro que el necesario. Y ese cubo no ha traído más que problemas, que él sepa. Con el cubo sobre la plataforma, las líneas de luz que se reflejan por todas las paredes son más intensas que antes. Sin embargo, no parece ser el movimiento del propio cubo el que las desplaza, sino el de las personas al moverse. De alguna forma, el espacio que ocupan vuestros cuerpos y la sombra que proyectan ante esta extraña luz parece ser el motivo de que esos haces dancen por las paredes.

- No parece una idea descabellada, Shauri - dice a Raf cuando propone acercarse a observar esos puntos de luz. La luz, hasta el momento, parecía su único aliado. Parecía mantener a raya a esas criaturas (al menos hasta cierto punto) y cada vez que algo malo sucedía, las luces fallaban.

Georgi se aproxima cauteloso hacia uno de los puntos de luz, y las lineas reflejadas en los muros de la caverna se mueven, giran y se concentran. Cuando el ruso alcanza el punto, las líneas que parten desde ese lugar parecen más ordenadas, rectas y enfiladas en ángulos equidistantes hacia el resto de los puntos, cruzándose con menor cantidad de haces de luz en su trayectoria hasta esos otros 6 lugares de convergencia.

Con cuidado, Georgi se agacha y extiende la mano hacia la roca en un gesto que a Helen y Clive les recuerda al efectuado por Raf horas antes mientras estudiaban el cubo. Ambos parecen ir a saltar hacia Georgi para detenerle, pero el hombre toca la roca antes de que estos puedan advertirle de lo que ocurrió en el hogar de Helen.

- La roca está caliente - dice Georgi tranquilo, ajeno a la preocupación de sus dos recién conocidos compañeros (aunque en la cabeza del astronauta, Helen sigue perteneciendo todavía a ese grupo de personas que no sabe si considerar amigos o enemigos) -. No parece que ocurra nada.

Es cierto que no ha producido ninguna reacción clara, pero las luces que parten de donde Georgi ha depositado la mano trazan ahora líneas perfectas hasta el resto de los 6 puntos. Solo una de las líneas parece presentar una ligera curvatura a unos dos metros sobre el suelo, y juraríais que es el lugar por el que habíais accedido a la sala, que ahora parece una pared tan sólida como el resto que os rodean.

Jeremy ha estado observando a sus compañeros sin mediar palabra. en el fondo ha comprobado que todos ellos tienen una idea muy parecida a la suya. al ver a Georgi acercarse a la pared se estremeció y contuvo el aliento ya que no se esperaba una reacción tan directa del astronauta, y todavía no había sopesado los posibles efectos de realizar tal acto.

visto el resultado, y no tanto pensando en que era una acción segura, sino porque Jeremy creía fiermamente que debían hacer algo ya, se acercó a un punto de la sala donde también residía uno de los puntos de confluencia.

- En fin. es el momento. Veamos que ocurre - Dice sin esperar la contestación de sus compañeros y alarga los dedos hacia el punto y deposita sus dedos encima de él notando la calidez que Georgi a comentado. Seguidamente suelta el aire que había retenido en sus pulmones.

- Bien hecho, doctorr. -le felicita a su manera por tomar la iniciativa y apoyar valientemente la mano sobre uno de los puntos luminosos. Por unos momentos estudia la recién formada rectitud de las lineas que parten, hasta que su nuevo compañero se suma a la acción iniciada por el astronauta ruso.

Sin esperar más, él también se acerca a uno de los que quedan libres, dispuesto a apoyar su mano en él.

- Bueno... somos siete y hay siete puntos luminosos, parece que en eso hemos tenido suerte. -o quizás, piensa, ya estaba todo previsto y perfectamente calculado antes de su llegada.- Tapemoslos todos, a ver qué ocurre.

Cada vez estaba más claro. Nada está pasando por el azar. Y esta sala no hace más que probar lo que Clive cree tan fervientemente. Son siete personas y hay justo siete puntos; y todos ellos al alcance de la mano.

El escritor agradeció que hubiese sido el ruso el que diera el primer paso, porque visto lo que le ocurrió a Raf horas (o días) antes, Clive no habría sacado valor para apoyar su mano en uno de esos centros de luz. Y respiró tranquilo cuando confirmó que nada malo había ocurrido. 

- Bueno, parece que no iba desencaminado - dice mostrando una seguridad que no hubiera tenido si nadie hubiera dado el primer paso. Entonces se acercó hacia otro de esos focos de luz y, aún un poco reticente, apoyó su mano como habían hecho antes sus dos compañeros, mientras veía todavía fascinado cómo la luz cambiaba mientras andaban por la sala y se aproximaban a esos puntos. 

Uno por uno os acercáis hacia los lugares en la sala en que las luces se concentran. Poco a poco, las líneas se deforman, se contraen, se enderezan poco a poco hasta que el último de vosotros llega hasta el último de los puntos. Las líneas entonces se tornan completamente rectas, y se desenlazan unas de otras para formar un entramado que solo se cruza allí donde estáis vosotros, en los lugares donde vuestras manos contactan la roca y vuestros dedos forman una pequeña sombra contra la pared, que en respuesta parecen dar vida a todas las líneas y los lugares que la luz no ilumina. Siete personas en siete puntos.

Al final de todo, tan solo en dos rincones de la habitación las líneas se cruzan, formando los marcos iluminados de dos pasajes: uno de ellos por el que habéis venido, el otro, el camino a seguir. El cubo, en el centro, parece un reflejo de la habitación. Podéis veros vosotros mismos, observando las caras lisas del objeto, tocando las paredes. Podéis observar todas las líneas que se dibujan en la sala. Nacen del cubo, que refleja la luz que parece colarse en la sala y amplificarse en el punto central, ese pedestal sobre el que el pesado objeto descansa. Veis las líneas y las dos puertas, en caras opuestas del objeto. Casi os parece ver un pasaje en el interior del mismo, dos puntos oscuros que parecen ser los caminos que llegan y continúan. Las luces entonces parecen danzar ligeramente, pero los dos caminos permanecen abiertos. Antes de que ninguno de vosotros tenga tiempo de moverse, tras haber estado unos segundos todo paralizado en la sala, las líneas vibran como un latido, como si la estancia cobrara vida y esta fluyera por las líneas con las que conectáis ahora mismo.

Esos latidos parecen recibir una respuesta en forma de sonido: el sonido de unos pasos que intentan ser silenciosos, pero que por la estructura de la caverna resuenan en cada una de las esquinas, recovecos y salas, produciendo un claro eco. No sabríais decir exactamente de donde vienen, pero solo hay dos lugares por los que el sonido podría llegar hasta vosotros.

Helen, despacio, separa la mano de la pared. Las líneas vuelven a desplazarse y a cruzarse, pero los dos pasillos siguen siendo visibles y, aunque el halo de luz que los rodeaba se ha deformado, podéis ver claramente el contorno de las aberturas y los dos caminos que llegan hasta aquí, iluminados por algunos de los haces de luz que parten del cubo.

La mujer lleva una mano a los labios, trazando un gesto de silencio, y la otra a su costado, donde se destaca un arma. Como una respuesta automática, Smith también separa la mano de la pared y, con años de entrenamiento a sus espaldas, desenfunda el arma con la que hace unas horas ha abatido a un hombre sin pestañear. Observa a Helen de reojo y mira hacia uno de los caminos, dudando de cual pueden venir los ruidos de pasos.

El tiempo parece alargarse, mientras los sonidos se escuchan cada vez más cerca. No llega hasta vosotros ninguna voz, solo pasos.

El cubo, durante todo este rato, no ha dejado de mostrar el reflejo de vuestras acciones en la sala. Aquellos que ya han visto lo que el cubo es capaz de ofrecer sienten una extraña sensación, como si el objeto les ofreciera otra de sus visiones, pero en este caso es el reflejo de la realidad, el presente tal y como está ocurriendo. Entonces las luces tiemblan, como si transmitieran el temor que el objeto parece sentir. En uno de los puntos oscuros en la cara del cubo, que se corresponde con el pasillo por el que habéis llegado, el cubo muestra una persona entrando en la sala. Es el camino hacia el que Helen mira atentamente.

Cuando, como acto reflejo, todos miráis hacia allí, todavía no hay nadie. Salvo Helen y Smith, que están demasiado concentrados en las dos entradas y los pasos, os percatáis de que vuestros reflejos esta vez no actúan a la vez que vosotros. Es como si hubieran adquirido vida propia, como si hicieran algo distinto a lo que estáis haciendo. La imagen se distorsiona, pero mantiene la claridad suficiente como para ver el fogonazo de un disparo, un movimiento, y el color rojo sangre extenderse por el suelo prístino de la sala.

Y mientras tanto, lo único que acompaña a este momento de tensión es el ruido de los pasos. Golpes constantes y suaves contra el suelo. Los pasos y... vuestros oídos se agudizan.

A estos ahora les acompaña otro sutil murmullo. Es el rumor del viento.

Jeremy ha quedado unos segundos fascinado por las imagenes del cubo. Su mente le dice que podría ser una visión de futuro o al menos una de las posibilidades. Sangre. Eso si que lo había visto. sus músculos se pusieron en tensión y su mano derecha (la que no estaba apoyada en la pared) aprieta el lado izquierdo de su cuerpo como si una punzada de dolor le acabara de pasar.

una gota de sudor cae por su frente mientras sus ojos van del cubo al pasillo y del pasillo al cubo

Jeremy se palpa el sitio donde tiene la arma o herramienta alienígena para asegurarse que está ahí y que la puede sacar y usar si fuera necesario.

"¡Mierda, todo iba bien hasta ahora!" Aunque lo cierto es que nada iba bien. El viaje había sido de todo menos afortunado. Y cuando las cosas parecían enderezarse, ahora esto. Clive pensó fríamente. O al menos, todo lo fríamente que su cabeza de escritor le permitía. No tenía armas, ni experiencia combatiendo. No parecía haber nada que arrojar, ni ningún lugar donde esconderse.

- Quizá no nos hayan escuchado todavía - dijo muy bajo, inseguro. Si los pasos de esas personas se escuchaban tan claramente, entonces era muy probable que ya les hubieran escuchado a ellos.

Y el viento, el endemoniado viento. ¿Por qué ahora, y aquí dentro? Para el escritor, el mejor plan era coger el cubo y seguir adelante, evitando el conflicto, y así se lo hizo saber a sus compañeros.

- Raf, Georgi y yo podemos cargar con el objeto. ¿No creéis que seguir adelante sería lo más acertado? Quizá podamos acabar con esto antes de que nos alcancen.

Aunque lo cierto es que no tenía ni idea de cómo iban a acabar esto, cuanto les iba a llevar, y cuán cerca estaban quienesquieran que estén en la cueva con ellos. Y mientras sus compañeros se decidían, Clive se acercó presto hacia el cubo, intentando que sus pasos no sonaran, dispuesto a cargarlo si era necesario, y si no, al menos para sentirse a cubierto.

Raf se queda sin saber cómo reaccionar al escuchar los pasos que repiquetean por el túnel, acompañados del rumor del viento. Ve como Helen y el agente desenfundan sus armas y se acercan a la entrada, dispuestos a recibir a quien esté llegando.

Decide ir a esconderse tras el cubo que, en medio de toda la irrealidad que evoca la situación que viven, es quien más le inspira el valor necesario para afrontarla. Y ahí se reune con Clive, el cual propone su idea que desbloquea la mente del científico, atenazada por la indecisión.

- De acuerdo, Clive. Podemos intentarlo. -Y él también se muestra dispuesto a cargar con el cubo mientras mira a Georgi, Paolo y Jeremy a ver si ellos también están de acuerdo.

Georgi mira con desconfianza el objeto. Nada le gusta desde que ha vuelto a la Tierra. Se siente arrastrado por sus compañeros, si bien es cierto que no parecen tener otra opción para tratar de parar esto. Hace unos días, se las veía muy bien, recién llegado a tierra y ya pensando en reencontrarse con su familia. Y sin embargo, a cada minuto se veía más envuelto en todo lo que rodeaba a ese maldito cubo.

- No, yo no voy a tocarr eso - dice cabreado, con un acento más marcado que en otras ocasiones -. Pero estoy de acuerdo en que, si eso es nuestra esperanza, mejor sacarlo de aquí antes de que lleguen. Yo ayudarré a Helen y Smith.

Lo cierto es que tampoco la mujer le inspiraba confianza, pero aquí todos parecen creer en ella, así que Georgi se dejó arrastrar por ellos, con la esperanza de que pronto todo esto acabe y pueda reposar tras la misión más complicada de su vida.

A falta de armas, el astronauta se coloca a un lateral de la entrada, dispuesto a golpear por sorpresa a quien sea que entre por ahí.

Paolo, al contrario que Georgi, no tenía tantas reticencias con el objeto. Estaba claro que fuera lo que fuera ese cubo había estado intentando ayudarles, y por lo que parece es una especie de arma fabricada para acabar con las criaturas que han estado a punto de quitarles la vida en tres ocasiones. Sea lo que sea, es más amistoso que esas cosas oscuras. Asintiendo a Georgi mientras este se coloca junto a la puerta, Paolo se desliza silencioso hacia Raf y Clive, dispuesto a cargar con el cubo y seguir adelante. La idea de dejar atrás a sus compañeros no le gusta, pero si las cosas se caldean en la sala, el cubo podría acabar dañado o, lo que es peor, en manos enemigas.

- Listo, cuando queráis - dice mirando hacia sus dos compañeros, ya posicionados junto al objeto.

Y los pasos, constantes, cada vez se escuchan más cerca.

Tras asegurarse de que todos estaban de acuerdo con el plan trazado, destinado a asegurar el cubo, Paolo, Raf y Clive sujetan con firmeza el cubo y lo alzan. En cuanto el objeto se desplaza de su posición, las luces de la habitación juegan por las paredes, dibujando nuevas sombras y líneas. Las dos puertas, sin embargo, permanecen abiertas y visibles. Los tres hombres se dirigen hacia el camino aún por recorrer, mientras sus compañeros se preparan para lo que se aproxima desde el otro lugar. 

Cuando los tres hombres abandonan la sala, el sonido de sus pasos todavía permanece en la habitación, atenuándose según se adentran todavía más en la cueva. La luz que emite el cubo poco a poco va desapareciendo, hasta que la sala queda iluminada solo por la luz que se cuela por la fisura en el techo. En la penumbra, Helen, Georgi, Smith y Jeremy aguardan en silencio.

Los pasos que provienen de la entrada se acentúan, mientras que los de vuestros tres compañeros desaparecen en la distancia. Todos los presentes contenéis la respiración, y agudizáis el oído para tratar de percibir cuanta gente puede aproximarse. Por gestos, cada uno de vosotros hace una estimación y la comunicáis entre vosotros. El consenso parece indicar que son 4 las personas que se aproximan. Sin embargo, uno de ellos parece andar de una manera un tanto extraña, como si cojeara o algo parecido.

Entonces, cuando los pasos parecen provenir directamente de la sala en la que os encontráis, vislumbráis tres personas en el umbral. Dos caminan de costado, cargando algo, y el tercero, por delante, se mantiene alerta, como si esperara encontrar a alguien. Esperaba encontrarse a alguien delante, pero Georgi le sorprende antes de que pueda hacer nada. Un golpe certero en la cabeza es suficiente para tirarle al suelo antes de que pueda hacer uso del arma que portaba en la mano.

Los otros dos hombres, viéndose indefensos, dejan el objeto en el suelo y llevan la mano a sus armas. Sin embargo, uno de ellos ve su acción frustrada cuando el disparo rápido de Helen alcanza su brazo. La sangre salpica sobre el objeto que descansa en el suelo, que en respuesta refleja una luz rojiza sobre la pared del pasillo. El ruido del disparo todavía retumba en vuestros oídos cuando el grito de dolor del hombre inunda la sala.

Camináis todo lo rápido que podéis, y en cuanto os alejáis de la sala en la que habéis dejado a vuestros compañeros, el silencio os rodea de nuevo. Por alguna razón, los pasos que se aproximaban hacia vosotros no se escuchan ya desde aquí. Unos segundos más tarde, un sonido rompe el silencio: un disparo retumba por las paredes de la caverna, seguido de un alarido de dolor de un hombre. El mero hecho de pensar que pueda ser alguno de vuestros compañeros os deja helados.

Los colores del cubo se oscurecen ligeramente, y por alguna razón os parece entender que os estuviera diciendo: "os lo advertí". Tras unos segundos paralizados, inseguros de si habéis tomado la decisión adecuada, retomáis el camino. Ya no hay vuelta atrás. Y ese disparo, por otro lado, podía haber acabado impactando contra el cubo. Sin saber su dureza, era un riesgo demasiado alto. O eso queréis pensar, para evitar la sensación de haber abandonado a su suerte a vuestros compañeros.

Poco después llegáis a otra sala, esta perfectamente cuadrada, con un acceso en cada uno de los cuatro lados. Los destellos del cubo se reflejan en las paredes como en las ocasiones anteriores, y danzan en ondas que os recuerdan al juego de luces que se produce bajo el agua cuando los rayos de sol cruzan las olas e iluminan el fondo marino. Azules y dorados destellean aquí y allí, hasta que en la pared frente a vosotros se forma una frase:

La decisión correcta podrá evitar que se repita el ciclo una vez más.

 Las letras, de un tono rojo sangre, se destacan sobre el fondo de ondas azules. Entonces las letras desaparecen, y por la puerta accede alguien o... algo.

Lo que se mueve delante vuestra parece una persona. Su aspecto es humano, su cuerpo es como el vuestro, pero algo no está bien. Su mirada es extraña, profunda e inteligente. Sus ojos parecen haber visto más de lo que cualquier humano podría ver, dejando a la vista un atisbo de locura. Su mirada se dirige de uno a otro, y en silencio os observa. Su rostro conserva la carne mínima sobre los huesos, dándole un aspecto afilado, con un marcado mentón y pómulos.