Partida Rol por web

Que terrible sensación la de estar a punto de perder a tu amigo más cercano, a tu único amigo real. Solamente pensar en perderlo hace que tu corazón se detenga. Se te hiela la sangre y la más absoluta de las ruinas caería sobre tí por ser el responsable único de no cuidar de quien más depende de ti. ¿Qué dirían los demás?. Si eres incapaz de cuidar a Geri ¿como te van a dejar estar cerca de tu tan querida Ebba? Recuerdas que el caballero Alvar es una persona de carácter duro y de mecha corta. Sabes que desde el principio no quería que te acercaras a su hermosa hija, y esto podría ser la llama que inicie ese incendio.

Si hay algo cerca del río, o dentro de el, deberías buscar ayuda o al menos un rastro que seguir cuando vuelvas con más gente. Geri sigue aterrorizado y te mordisquea el bajo de tu raído pantalón intentando atraerte hacia la seguridad del castillo. Pero, y ¿ si buscaras algo que seguir hacia el río ? Esas pesadas huellas no pueden desaparecer tan rápidamente, por lo que podrías marcarlas con..palos, ramitas o incluso hojas, pero el tiempo no acompaña y puede ser una carrera contra reloj. Piensa rápido y actúa aún más rápido.

Asintió a Ebba y tomó su mano entre las suyas antes de que se sentase en la mesa. -Claro que te vigilaré -puso su rostro serio y algo amenazante y luego de unos segundos le guiñó un ojo. Observó cómo la muchacha se acomodaba con total curiosidad y compenetración, absorbiendo la experiencia, grabándola a fuego en su memoria como hacía con todo lo que aprendía, como había hecho con Ludovico también en las sesiones que había podido presenciar también.

El aire empezó a enrarecerse, aquellas manifestaciones atmosféricas dentro y fuera de la casa le hablaban de algo... de algo que no le gustaba nada. Su instinto le empezó a reclamar cada vez con más insistencia que se mantuviera alerta, y eso hizo, sin embargo, dirigió su mirada a Castelferro esperando algún tipo de explicación más iluminada, inclusive llegó a musitar un -¿Qué está ocurriendo? ¿Qué dice allí? -en voz muy baja para no perturbar a Ebba, pero su tono era imperioso.

Luego observó a su amiga entre sorprendida, preocupada y maravillada... Admiraba una vez más su coraje y en su corazón se sintió tan orgullosa de esa mujer que estaba tomando las riendas de su vida. Claro que también se sentía responsable por Ebba y la vigilaba de cerca, pero sentía que su mirada iba y venía de fuera hacia adentro y que en algún momento algo pasaría que no podría controlar.

Fue entonces cuando escuchó a Reidar gritar fuera y un escalofrío la recorrió de pies a cabeza. Se dispuso a salir como un rayo detrás de Ebba que se le escurrió como agua entre los dedos antes de que pudiera detenerla.

Un mar grisáceo se extiende ante ella. Olas y olas formadas por tergiversados jirones de nubes cenicientas, perladas, aterciopeladas, se derraman desde su propio cuerpo y avanzan en todas direcciones, hasta donde le alcanza la vista. Arriba y abajo. No hay horizonte, el cielo y el suelo, todo se une en circunvoluciones de argéntea seda. No ve nada más, no siente nada más, ni siquiera bajo sus pies... que tampoco siente. No percibe su propio cuerpo, no percibe tacto, gusto u olor alguno. Tan solo ve una rápida sucesión de nebulosas color marengo.

Lo único que aún percibe es el sonido.

El sonido de su propia respiración, del latir de su corazón. El sonido de las respiraciones de sus dos compañeros que se asoman en ese momento sobre sus hombros, expectantes. El sonido de la lejana gotera que hay en el hall de entrada, que resuena continua y periódica cual tic-tac del más sonoro reloj. El sonido de los cada vez más cercanos truenos de la arreciante tormenta. Y, por encima de todo, el sonido de la estilográfica rasgando el papel con una velocidad impresionante, apretando la punta sobre el mismo mucho más fuertemente, mucho más crudamente, de lo que ella lo hace.

Por suerte, no está consciente, no puede asustarse de que su propia mano ajena rompa la punta de su querida pluma. Y no es sino en ese preciso momento, cuando el último trazo de tinta impregna el nunca más virgen papel, que un grito rasga el aire, la tarde y la mente de Ebba, cortando con un luminoso restallido la conexión y el neblinoso mar de plata, como si separase las aguas. 

La joven Björklund abrió los ojos aguamarina de golpe. "¡¡Sin Raíces!!" pensó, "¡¡GERI!!"; en aquella voz, la voz de Reidar que tan bien conocía, había escuchado una clara nota de desesperación. Sus ojos se abrieron más de lo normal y una fugaz mirada sobre los oscuros y destellantes de Lady Lovisa le bastó para comunicarle su intención.

La silla sobre la que estaba se movió a gran velocidad, rasgando el suelo; la pluma, sin tapar, cayó sobre la mesa dejando una salpicadura de oscura tinta en la madera a causa del golpe con el que había chocado. Antes de que el propio utensilio hubiese terminado de rebotar contra el mueble y sin echar el más mínimo vistazo sobre lo que algún vaesen acababa de escribir a través de su propia mano, Ebba ya había salido de la estancia, corriendo con una agilidad que nadie le supondría teniendo en cuenta el vestido que llevaba puesto, dejando tras de sí tan sólo una fragante estela de rojos bucles con olor a lilas y grosellas.

Ebba y Lady Lovisa han salido corriendo, pero tu te has quedado para ver qué dice la nota ante los gritos desesperados del sin techo. Probablemente no sea nada, te dices a ti mismo, aunque nunca puedes dar nada por sentado por aqui.

Lo que acaba de escribir Ebba es ciertamete difícil de leer pero aún es más difícil de creer la forma en la que lo ha escrito. De alguna forma ella estaba inconsciente, pero tenía un cierto tipo de consciencia que era, o no era ella. No te queda claro. Tampoco sabes si preocuparte o no, ya que parece que amenudo lo tiene "bajo control" aunque no te gustaría ver qué pasa si se desboca lo que sea que fuera eso. Ciertamente extraño. Ciertamente, tu campo de experiencia.

La carta está en un tipo de idioma rústico y antiguo, una variante del nórdico precoz que se estableció como una forma primaria del idioma eslavo con los años y que se ha ido tornando en el noruego actual.

La nota, literalmente traducida dice:

Soy el precursor. Soy el único. Soy el que debe ser. Mis armas deben ser devueltas.
Mi honor me espera en el campo de batalla. Mi legado es la historia. Por los dioses vivo. Por Valhalla muero. Devolvedme mis armas o sufrid mi ira.

Y allí estaba Reidar, abrazado a su querido amigo en medio de la fría e incesante lluvia que les calaba a ambos hasta los huesos. Pero nada mojaba más que las terribles lágrimas que emanaban de los ojos de sin raíces que intentada dar calidez a su más preciado ser vivo. Geri, atormentado y aterrorizado llora y gime a la vez mioentras busca el cobijo seguro entre las piernas de su amo. Su único y leal protector. El viento arrecia y sopla con mucha más fuerza y convierte a las diminutas gotas de lluvia en la munición de un arma de fuego de repetición que asesta impactos inagotables contra todo lo que ose ponerse en su camino.
Ebba y Lovisa, salen con urgencia del castillo en busca de Reidar y son recibidas con la misma violencia con la que Reidar lleva un rato ya lidiando. Empapadas y con las faldas en volandas por fin se acercan al can y al amo, que se abrazan desesperadamente de rodillas en la verde y mojada hierba de los jardines del castillo.

¿Qué narices es esto? Castelferro escribió la traducción de lo que había escrito Ebba en un trozo de papel de la libreta de la muchacha. Se había quedado solo en la gran sala y, aunque los gritos de Reidar no auguraban nada bueno allá afuera, el ocultista no podía dejar de releer aquellas frases tratando de encontrarle algún sentido.

Sostenía el papel ante su vista mientras caminaba despacio hacia la salida. ¿Con qué espíritu ha contactado esta muchacha? ¿Qué fuerza oscura podría desgarrar el Velo y hacerle daño? Con aquellos pensamientos funestos en la mente se fuer acercando al lugar del que provenían los ruidos.

Siempre puedes hacer uso de la pequeña biblioteca que hay en el castillo. Digo pequeña porque de momento esta de serie, ya habrá tiempo para desbloquear cosas. Tendrías que hacer una tirada de investigación y su atributo relacionado. EN caso de no tener nada en investigación, tira solamente su atributo.

Ten en cuenta que dependiendo de la tirada puede llevarte de 10 minutos a varias horas

El temible Maelström que tanto había atemorizado el corazón de los marineros y tantas naves había arrastrado al olvido parecía ahora haber cabalgado fuera de su medio natural para elevarse en la forma de una terrible tempestad que nos azotaba impiadosa desde su altura de grises y violetas. Sus manos antes que acariciarnos como la plácida lluvia estival parecían querer rasgarnos con sus afilados dedos que se clavaban en nuestra piel, que amenazaban nuestros ojos y helaban nuestros cabellos.

El frío lacerante me recordó aquella bruma de dentro de la casa y al cambio de temperatura e intuitivamente me pregunté si no estarían relacionados... Pero no, no podía ser que Ebba hubiera desatado todo este pandemonio con solo una intervención, con papel y tinta. ¿Y en dónde demonios estaba Castelferro a todo esto?

Alcé mis brazos y los crucé arriba de mi frente para hacerme un puente que me permitiera ver a Ebba, al señor Rotløs y a Geri, que sin duda estaba junto con él. -¡Tenemos que ir adentro! -grité aunque con el vendaval no estaba segura de que mi voz no se perdiera en los giros y contragiros del viento huracanado -¿Qué están haciendo aquí abrazados sin moverse?

Comencé a intentar arrancarme la sobrefalda que ocultaba los pantalones de montar para ofrecerles algo que les diera cobertura.

Ebba corrió a través de la tormenta que arreciaba cada vez con más ímpetu sobre ellos. Ni siquiera se percató de que la ventisca deshizo su peinado por completo y la cinta con que sujetaba sus rizos de color del fuego salió volando para perderse en la oscuridad, o que la completa totalidad de su falda azul claro se empapó en negruzco barro mientras corría, o cuando se lanzó al suelo de rodillas junto a Sin Raíces y a Geri, pasando los brazos alrededor de ambos.

La joven Björklund, sin dudarlo un segundo, trató de coger en sus propios brazos al cachorro, mientras lanzaba una significativa mirada a Reidar para que le permitiese hacerlo, envolviéndolo (si él accedía) por completo con su falda y protegiéndolo con su propio cuerpo como si de su propio bebé se tratase. Al tiempo, su vista se dirigió de la mirada veloz cruzada con Lady Lovisa al propio vagabundo. Ella era más fuerte que Ebba, podría ayudarlo a entrar en casa mientras la hija del coronel llevaba a Geri protegido en su cálido abrazo. 

—Pero, ¿qué demonios...?

Castelferro se quedó quieto en el umbral del portalón de salida mientras contemplaba la tormenta que se había desatado en pocos minutos. Había navegado por varios mares y conocía el capricho airado de los elementos; sin embargo, no estaban en el mar y la furia del viento se antojaba la cólera de algún dios vengativo. «Devolvedme mis armas o sufrid mi ira», citó de memoria el texto que acababa de traducir.

En ese momento vio a las dos mujeres y a Reidar apurados en medio de aquel vendaval y saltó como un resorte. Dejó su bastón en el quicio y corrió al encuentro del trío. Le quedaba un buen trecho para alcanzarlas* pero, sin dudarlo ni un momento, confió en la fortaleza de Lady Lovisa y centró su objetivo en la frágil y desvalida Ebba**.

Leopoldo se encarga de dar las ordenes pertinentes a las dos muchachas que se empeñan en no parapetarse contra la fuerte lluvia. En un arranque de iniciativa, el mismo Leopoldo, frágil como las ramas, se propone meter a la fuerza a todos dentro. Lo más sensato es volver a la seguridad del castillo y al calor de la chimenea donde todos os vais a sentir mucho mejor tras este extraño acontecimiento climático. Una vez dentro, Frisk, raudo como siempre, os tiende una serie de toallas con un leve pero placentero olor a lavanda y romero. Todo un gusto para el olfato. ¿ Acaso hay algo que se escape al detallismo de este hombre ?.
Reidar está empapado y sus ropas, hechas jirones aunque los demás tampoco tenéis mucho mejor aspecto con vuestras ropas mojadas. —No se preocupen, en seguida les traeré ropa para que se cambien a gusto.— dice Frisk. Por lo visto su camisa y su pantalón han dado todo lo posible por seguir sinendo de utilidad pero el desproporcionado uso que han sufrido ha hecho que no aguanten más. Frisk asegura a Reidar que buscará algo que sea de su talla y si es posible de su agrado, sea cuales sean sus gustos. Intentará también que no sea algo demasiado pomposo y que sea más práctico al uso que suele dar el hombre a su ropa. Con una pinzas de cocinar, Frisk recoge los jirones de ropa mientras se tapa la nariz y deja a Reidar a buen recaudo con vosotros. Reidar tapado con las calidad toallas está temblando a causa del frío repentino. —Directo al quemador—
Geri por su parte, una vez entráis en el salón, se queda hecho una pequeña bolita cerca de la calidez de la chimenea, a una distancia prudente para no terminar quemándose. Aún llora y gime, y se tapa su cara con sus pequeñas patitas. Sea lo que sea que haya pasado, está aterrado.

Ebba deja a Geri en el suelo y el cachorro se dirige directamente hacia la chimenea y se tumba enfrente. Con una expresión preocupada en el rostro y haciendo caso omiso de su propia toalla que Frisk le ha puesto por encima (que cae al suelo irremediablemente), la joven Björklund se acerca a su amigo Sin Raíces y lo abraza por completo, rodeándolo sobre las toallas mientras le frota los brazos y la espalda desde fuera, tratando de que entre en calor. Unos segundos después, le sostiene el rostro entre las suaves palmas de sus manos, aún frías también, y lo mira a los ojos color hielo. Busca en esa profundidad oceánica hasta que es capaz de encontrar un atisbo de la mente consciente de su amigo, algo que le diga que está bien. Al menos, lo suficientemente bien como para retirarse de su lado unos minutos. 

Cuando lo encuentra, asiente con la cabeza y se levanta, recoge su propia toalla y corre a colocarse junto al cachorro, frente a la chimenea. Con cuidado y delicadeza, pero con la confianza de quien conoce al animal y sabe que se va a dejar manipular, lo envuelve por completo con la prenda con olor a lavanda y se sienta en el suelo, con las piernas cruzadas (de una forma que cualquier profesor de etiqueta consideraría completamente irreverente) frente al fuego y coloca al envuelto Geri sobre ellas, abrazándolo, ofreciéndole al mismo tiempo calor y tranquilidad.

Sin soltar al can, alza una mano desde un lateral y, cuando capta la mirada de Lovisa, comienza a hacer gestos rápidos con ella: mueve el índice de lado a lado y luego hace forma de serpientes (o relámpagos) continuados con él. "No ha sido la tormenta" dicen sus rápidos gestos. "Ha pasado algo más", termina, con la mano recta, en vertical, moviéndose hacia delante, para terminar con los dedos índice y pulgar en forma de cruz mientras los pasa por debajo de la barbilla. 

Desvía la mirada ligeramente al perro y luego vuelve a alzarla hacia sus compañeros. Su rostro serio no deja lugar a dudas y aunque Leopoldo no puede entender sus gestos, su mirada es definitivamente clara: "algo que no es natural". 

Después vuelve a centrar toda su atención en Geri, acariciándolo, abrazándolo y pasando su mejilla sobre la cabeza y las orejas del mismo, llorando su corazón por no poder poder susurrarle palabras de ánimo, pero sabiendo al mismo tiempo que el perro podrá percibir sus emociones y sus intenciones. 

Agradeció el auxilio de Castelferro con Ebba cuando finalmente se hizo presente e hizo lo propio con Reidar, ayudando al hombre a pararse y andar en la medida en que él se lo permitía. Así llegaron a la casa en donde las cálidas toallas de Frisk los recibieron, sin embargo, algo en su alma se agitaba, algo en el aire vibraba, algo que no hacía sino darle intranquilidad. La ropa mojada sobre su piel se tornaba en un velo extraño que iba tomando calidez en contacto con la toalla caliente y, al mismo tiempo, perdiéndolo, un velo que la hacía sentir por momentos somnolienta, por momentos totalmente presente con sus cinco sentidos en plenitud, y se le ocurrió que así era como ella se sentía: de a ratos cálida, de a ratos fría, un poco viva y un poco muerta y se preguntó, en lo más hondo de su ser, cuándo acabaría su agonía.

Agradeció a Frisk por la toalla tardíamente y mientras miraba la escena de Ebba con el perrito, luego con Reidar miles de preguntas cruzaron por detrás del telón de su mente demasiado profundas para ser traídas al escenario de la vida real, del pensamiento concreto. El aroma la trajo al presente, identificó aquellas hierbas como lavanda y romero, una bruja del bosque que la había cobijado durante una tormenta en una de sus cacerías le había dicho que aquellas eran hierbas protectoras y se preguntó -una vez más- cuánto sabía en realidad Frisk de todo esto. Quién le había enseñado o si solo era costumbre e intuición. Porque a cada instante crecía en ella certeza de que si había algo que necesitaban era protección.

Prestó finalmente atención a Ebba luego de repasar con la vista que todos estuvieran de una pieza -Sí, lo sé -abrió las manos -Yo también lo he sentido... Hay una presencia que me inquieta más allá de lo razonable -sostuvo avanzando con sus pies descalzos sobre la madera pulida (las botas habían quedado en la puerta junto a los restos de su falda de montar*), negó con la cabeza, su largo cabello oscuro, suelto y lleno de briznas de hojarasca, acompañó el movimiento -Cuando estabas en trance, escribiste algo en el papel -miró a Leopoldo alzando las cejas, buscando una confirmación de algún tipo -Y aquí mismo, en la casa, hubo una... manifestación atmosférica -frotó sus dedos como si fuera a chasquearlos o a esparcir arena fina -Aunque bien podría estar motivada por el cambio brusco de clima fuera, no creo que ese fuera el único motivo. Bajó la temperatura, hasta que heló, y las llamas de las velas retemblaron, parecía que la oscuridad nos rodeaba para encerrarnos -relató su perspectiva -Tú estabas ida totalmente, escribías con una fuerza y una... rabia palpables -puso las manos en su cintura pero su postura era relajada -Pero estaba claro que no eras tú. ¿Qué sentiste? ¿Recuerdas algo? -la interrogó.

Luego miró a Castelferro y a Reidar -¿Tiene usted el papel? Podríamos tratar de descifrar lo que dice -propuso, luego dirigió sus ojos oscuros y profundos al señor Rotlos -¿Qué lo hizo gritar así, querido amigo? ¿Qué asustó así a Geri?

Castelferro, menos mojado que las dos jóvenes y el propio Reidar, se deshizo de la toalla en cuanto pudo y avanzó hacia Lady Lovisa con paso firme al tiempo que contemplaba a Ebba con ojos de ternura, porque no podía evitar ver a la chica como una pobre mujer desvalida. 

—Cuando le pedí una demostración de su talento no esperaba algo así —comentó al tiempo que le entregaba la traducción que había hecho de lo escrito por Ebba—. He de confesar que todavía me tiemblan las piernas. Quizás hayamos molestado a quien no debíamos

Soy el precursor. Soy el único. Soy el que debe ser. Mis armas deben ser devueltas.
Mi honor me espera en el campo de batalla. Mi legado es la historia. Por los dioses vivo. Por Valhalla muero. Devolvedme mis armas o sufrid mi ira.

El joven espera a que ambas damas terminen de leer la nota mientras se acerca a Reidar y le reconforta con amigables y viriles palmadas en la espalda.

—Reidar, payo loco, ¿por qué demonios saliste corriendo de tal forma? Mira que si las niñas no te rescatan, la habrías espichao ahí mismo, so bacín —recrimina Castelferro abandonando la afectación y el fingido acento francés y hablando como un peón ordinario.

—Gracias señor Frisk por la toalla y ....bueno, lamento el estado de mi ropa.—
Giró levemente la cabeza y miró a Castelferro preocupado por lo que había pasado.
—Yo...yo... realmente no se que ha pasado. De repente el clima había cambiado y lo que era una simple tormenta se había convertido en un vendaval de un momento para otro. Estaba fuera, jugando con Geri...— Reidar mira desconsolado a su pequeño amigo que sigue aterrado escondiendo su cabeza bajo sus patitas al lado de la chimenea.
—Salió corriendo a por la rama que le había tirado, es su juego favorito ¿ sabéis ?. Miré como estaba cambiado de rápido el clima cuándo le escuché llorar. Es extraño porque a pesar de todas las penurias que hemos pasado juntos nunca ha estado así. Una extraña niebla se estaba moviendo en dirección al rio cuando llegué a donde estaba Geri con lo que quedaba de la rama. Estaba hecha añicos, era como si algo lo hubiera pisado con todo el peso del mundo. Si lo que fuera hubiera pisado a Geri..— una pequeña lágrima comienza a formarse en el ojo izquierdo de Reidar.

Como puede y con la voz aún algo rota, Reidar se limpia las lágrimas con la toalla dejando también un pequeño rastro mezcla de sudor, hollín, suciedad y demás cosas variopintas que uno adquiere con el tiempo si vive demasiado a la intemperie.

—Geri estaba aterrado y entonces la niebla desapareció, o eso creo. Luego aparecisteis vosotros.
¿ Alguien me puede dar alguna explicación ?. ¿ Qué es eso de una nota y el talento de la dulce Ebba ?—

—No pasa ná, viejo —trató de reconfortarlo el ocultista manteniendo el registro popular de su habla—. Mientras tú jugabas con Geri la señorita Björklund hos ha hecho una demostración de su talento con la escritura automática. Lamentablemente, parece que el espíritu que ha guiado la mano de nuestra compañera no tenía muy buenas inteciones.

Se alejó un poco de Reidar para no terminar resultando pesado con sus palabras de ánimo y consuelo. Miró de nuevo a las mujeres.

—Señoritas, no he entendido muy bien el mensaje (el nórdico antiguo no es lo mío); pero parece hablar de algún tipo de demonio o divinidad vikinga... Podríamos echar un vistazo a la biblioteca y tratar de averiguar algo más acerca de lo que ha escrito la señorita Björklund y si guarda alguna relación con lo que ha acontecido fuera.

Lovisa leyó la traducción que había hecho Castelferro con atención gratamente impresionada con las nuevas dotes que iba desvelando poco a poco el astuto ocultista. Mientras lo hacía, sosteniendo el papel a una altura en la que Ebba pudiera leer también, una expresion de profunda preocupación se iba dibujando en su rostro. -"Devolvedme mis armas o sufrid mi ira"- repitió con respetuoso y meditativo cuidado. No pudo evitar sentir una punzada de angustia apretar su estómago, el mensaje unido a las manifestaciones que lo habían complementado no auguraban nada bueno ni pacífico.

Se llevó el índice al mentón pensativa -¿Por qué este... espíritu -miró a los dos expertos en asuntos sobrenaturales y citó a Castelferro -o demonio o deidad piensa que nosotros tenemos sus armas? -nuevamente recorrió la estancia en busca de los ojos de sus compañeros y luego de Frisk -¿Será que están en algún lugar de esta casa, guardadas? -conjeturó. Qué mala suerte, no tenían ni idea de qué había en algunas de sus habitaciones... De hecho, Lovisa no estaba segura ni de cuántas habitaciones tenía la casa, menos aún de sus compartimientos y salas secretas que seguro existían.

Asintió a la propuesta del ocultista -Creo que es lo mejor sí, mejor andemos sobre seguro e investiguemos un poco.

Luego se inclinó hacia Ebba -Has estado impresionante -susurró para su amiga -¿Cómo te encuentras ahora?

Reidar se quedó boquiabierto mientras miraba con estupefacción a la pequeña Ebba. Había oído algo sobre una habilidad pero ni en sus sueños más remotos habría podido llegar a casi presenciar el alcance que ese don había tenido. ¿ Acaso había sido por su habilidad el que aquella cosa, aquella aparición hubiera surgido de la nada para darle el susto más intenso de su vida ?. ¿ Estaba aquello relacionado con el frío que decían haber tenido en el interior del castillo con la extraña niebla del río ?. Si eso era así, entonces tenían un problema entre manos y tenían que resolverlo cuánto antes, y a poder ser, antes de que el caballero Alvar llegara para tener una impresión, si cabe, peor que la que ya tenía de Reidar.
—Si es algo que haya en el castillo, quizás solamente tengamos que buscar en las habitaciones que menos hemos usado. Quizás si empezamos por la biblioteca podamos encontrar algo de información sobre qué es aquello que nos ha surgido.—
De nuevo sus gélidos ojos azules volvieron a clavar su intensa mirada en Ebba y acto seguido en Geri. —No quisiera que nadie pasar por lo que he vivido, y menos que nadie se culpara por haberlo hecho, así que vamos a ponernos en marcha.—
Justo cuándo el recelo y el ímpetu empezaban a atisbarse en el rostro de Reidar, Frisk apareció con unos pantalones azules de lana, una camisa blanca lisa y unos zapatos, que lejos de ser nuevos, al menos parecían cómodos y de su talla.
—Aquí tiene su ropa señor Rotløs— Dijo Frisk volviendo rápidamente a sus quehaceres aunque no sin dar una pequeña pista antes de irse. — Como bien ha indicado el señor Rotløs, en el castillo se encuentran a modo de decoración, eso si, algunas armas que parecen tener una ingente cantidad de años visto su estado. En la biblioteca encontrarán sin duda algunas. No obstante en la sala contigua al salón central donde se encuentra ahora mismo se aloja un arcón con cachivaches varios y probablemente algunos artilugios, aparatos y armamentos usados en el pasado por sus antecesores, quizás allí encuentren algo que les sea útil. Ahora, si me disculpan, volveré a mis tareas, y por favor, traten de evitar que cualquier criatura extraña entre en el castillo. No quisiera tener que añadir más trabajo a mi enorme lista de cosas que hacer.—

Frisk abandona la habitación.