Partida Rol por web

Verónica

El bosque de O Cebreiro

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21/12/2022, 07:22
Verónica

Los había citado junto a la iglesia a las 8 de la mañana, una hora intempestiva teniendo en cuenta que era sábado y que los exámenes se habían acabado el día anterior. Les pidió que llevaran ropa cómoda, lo que tuvieran que más se le pareciera a unas botas de montaña y una muda de ropa para pasar la noche. La hasta el momento inaccesible y misteriosa Verónica les había invitado a pasar la noche en su casa para celebrar su 18 cumpleaños, un lugar que nadie en el pueblo había podido dar con él a pesar de que no habían faltado los cotillas. La inaccesible, aunque siempre correcta muchacha, se había acercado en los días anteriores a ellos y había estado encantadora, con una sonrisa cálida hacia los chicos y cómplice con la chica, lo que les había ganado alguna mirada envidiosa en el instituto.

La Verónica más cercana era simpática, ocurrente y siempre tenía algún comentario ingenioso sobre todo. Los acercamientos románticos no los rechazaba, pero si los esquivaba con buen sentido del humor, mostrándose disponible pero no asequible. Mientras con las chicas intercambiaba pequeñas confidencias, siempre que no involucraran donde vivía o sobre su familia, a todo eso siempre había la misma respuesta, estamos en un pueblo de cotillas y a mis padres les gusta vivir tranquilos en el monte.

Y allí estaba, con un gorro de lana blanco que enmarcaba sus facciones, unos vaqueros rotos que insinuaban unas piernas de vértigo, y un plumas de color gris perla. Los saludo enérgica con la mano según se acercaban, repartió besos a todos y los miró de arriba a abajo con una sonrisa y les dijo

- Igual vais muy frescos, en la montaña refresca por las noches, pero nada que no cure una buena queimada. Está a un paseito, pero en un par de horas llegaremos. ¿Estáis listos?

Y como no hubo mucha oposición se pusieron en marcha en dirección al bosque. Verónica caminaba con paso ágil, como si fuera parte viva de aquel bosque, y los guio a paso vivo entre robles, sauces y fresnos en dirección a la montaña. La niebla empezaba a caer y cada vez hacía más frío, un frío que se calaba hasta los huesos y que no era natural para estar a principios de verano. Verónica miró hacia atrás preocupada pero su sonrisa les devolvió algo de fuerzas y sobre todo su anuncio

- No os preocupéis, creo que mamá ha hecho para comer un pote que resucitaría a los muertos. Lo hace con un punto de picante para poder soportar mejor el frío.

La caminata duró poco más de dos horas, atravesando las partes del bosque que normalmente nadie visitaba, cruzando pequeños riachuelos saltando sobre las piedras y subiendo hacia el monte cada vez más. En un pequeño claro se encontraba la casa de Verónica y estaba claro que el siglo XXI no había llegado allí todavía. Era una construcción de al menos 3 plantas con hiedra en las paredes y que parecía haber tenido días mucho mejores. Pintada de un color de ala de mosca, que debió ser blanco hacía al menos 20 años, y con unas tejas de color marronoso, la casa no invitaba más que a salir corriendo, pero Verónica avanzó alegremente y les dijo

- Sé que pinta mal, pero por dentro es mejor, aunque hay comodidades como el WiFi o la televisión que no tenemos. - Sonrió y puso los brazos en jarra divertida - Pero no os preocupéis hay corriente eléctrica con el generador y agua caliente, y siempre hay una olla al fuego y mi madre cocina de muerte, las mejores filloas del mundo. Malo será si no os gusta la comida, malo será...

Notas de juego

Tiempo para postear hasta viernes 23/12 a las 20:00

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21/12/2022, 12:56
Antía Dafonte

-Tienes comida para dos días en la nevera, haz el favor de comer y de asearte, padre. No salgas por ahí, no voy a estar aquí para recogerte, ¿vale? Sólo este par de días. Me voy, nos vemos pronto. Llevo el móvil, pero no sé si voy a estar por tí, la verdad, tengo ganas de pasarlo un poco bien, ya me toca.

No escuchó la medio murmurada respuesta del hombre, repantingado en el sofá donde había pasado la noche, y con un botellín de cerveza en la mano. La despidió con un gesto de cabeza, resacoso, cuando ella cerró la puerta.

Era raro que Verónica la hubiera elegido precisamente a ella para pasar su cumpleaños, y para llevarla a su casa. A ella y a esos dos, Roberto y Miguel, de los que apenas sabía nada, puede que incluso menos que de Verónica. Y no es que Antía no fuera sociable. Bueno, a su manera, y en su momento. 

En el restaurante la jefa había sido fácil de convencer, le prometió fotos y cotilleo, y a cambio la libranza. Tampoco es que estos días hubiera un trabajo de muerte que dijéramos. Le soltó el permiso con cierta sorna:

"-¿Dos días? Uf... bueno, bien, pero me tienes informada. Mándame fotos, quiero ver la dichosa casa, algunos dicen que ni existe, ¡Jaja! El tío Pedro, el de la ferretería, dice que la muchacha vive en una cueva. No sé yo como podría ir entonces tan arreglada, que siempre va de revista. En fin, márchate, pero me mandas las fotos y mensajes con todo lo que veas y hagas, ¿eh? A cada momento."

Se vistió como Verónica había aconsejado, cómoda. Un pantalón algo desvencijado, un jersey de cuello alto, muy grueso, que tenía la virtud de alejar el frío sin dar excesivo calor, una camiseta debajo y botas de montaña. A la espalda una mochila con la muda, y algún trapo más. El cargador, y algunas galletas. El móvil en el bolsillo, dispuesto para las fotos y el whatsapp.

Saludó alegre. Estaba contenta, para qué negarlo, era una escapada inusual. 

Pero la caminata fue dura.

-Carai, vives lejos, ¿Eh...? -Dijo entre algún resoplido- ¿Y te haces cada día todo este camino...? 

Era una pregunta retórica, claro. El frío arreciaba, y la niebla subía. Lo que prometía ser un agradable paréntesis campestre se estaba pareciendo cada vez más a un desafortunado e invernal tropiezo. Sacó las galletas de la mochila, y las ofreció a sus compañeros..

-¿Queréis? Son caseras, están buenas. No sé si os va mucho el dulce, pero estas saben más a canela que a azúcar. 

Intentaba aliviar un poco la sensación que iba calándose en los huesos, sombría y yerta. Y ya, cuando apareció la casa entre brumas, a Antía se le cayó el alma a los pies. Por suerte Verónica hablaba de agua caliente y filloas, como antes lo había hecho de un pote picante cocinado por su madre, y eso la reconfortó... un poquito.

Sacó el móvil para hacer alguna foto de la casa, aunque la luz ambiente no permitía hacerse muchas ilusiones del resultado.

-Uf, reconozco que no estoy nada acostumbrada a andar tanto, jeje, entre el restaurante, el insti y la casa, salgo poco. El camino ha sido largo, Pero la casa es una pasada, ¡es enorme! ¡Poneos los tres frente a la puerta, nos sacamos un selfi! 

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22/12/2022, 04:50
Miguel Dominguín Bosé

Había venido desde Madrid, concretamente desde Somosaguas para terminar el instituto en un lugar donde no fuese el hijo del gran Luis Miguel Dominguín y de Lucía Bosé. Buscaba el anonimato, que nadie me señalase con el dedo y menos aún viniesen con aquella pregunta de: ¿tú eres el hijo del torero?

Cansaba.

Había hecho mis pinitos en el cine en Italia, pero quería terminar mis estudios y dedicarme a mi pasión: la oceanografía. Además, en aquel lugar había una escuela de baile y así evitaba escuchar a mi padre hablarme ofendido cuando me veía ensayar en casa con las mayas ajustadas. Si él era peor que yo, con aquellas lentejuelas por todo el traje y marcando paquete a todas horas cada vez que salía al ruedo. Pero no, eso era ser un hombre y yo era maricón.

Así pues la vida para mí en aquel lugar era tranquila y apacible. Me daba igual lo que dijesen los vecinos de mí porque así me las comía de dos en dos. Total, sus novios pensaban que prefería meterme con ellos en la cama y no iban mal encaminados, pero yo iba a tiro hecho.

Pero la que siempre se me escapaba era Verónica.

Era casi una obsesión ya para mí el poder estar con ella. Sus ojos me enloquecían y sus labios... tan gruesos y excitantes me hacían perder la cabeza y reconozco que ser un poco torpe con ella también, porque siempre me desarmaba. Me gustaba el tonteo entre ambos, pero luego era como una maldita serpiente que sabía escurrirse y huír de mi lado sin que me diese cuenta.

Podía tener a cualquiera que quisiese, pero no a ella.

O eso pensé hasta que de golpe me invitó a su cumpleaños junto a dos compañeros más de clase. A la chica casi no la conocía, la verdad era que ni me había fijado en ella hasta que nos reunimos con Verónica para ir a su casa. A Roberto sí... era uno de esos que si entendiese acabaría durmiendo conmigo después de una noche de pasión y desenfreno. Pero procuraba dejar esa parte de mí de lado en aquel lugar, salvo que algún hombre me viniese a buscar. Entonces cambiaba la cosa.

- Hola. Me llamo Miguel. - Dije presentándome ante todos por si no me conocían a llegar.

Y como no, tenía aquel hombre fijo. Es que se ocultaba como todos, en una Iglesia, dando sermones, diciendo que la lujuria era un pecado capital, pero el condenado que bien rompía esa norma cuando nos veíamos una o dos veces a la semana. Y es que me gustaba acercarme a ayudar al padre con la Iglesia y eso a las ancianas del lugar les encantaba... solo que no sabían que ese lugar Santo, era la cuna del pecado y que su Pastor era el mayor pecador de todos.

Tal y como dijo Verónica, me abrigué aún para el tiempo que hacía allí casi como si fuese invierno. Lástima que solo fuese casi, pues pronto, según nos aventuramos en el bosque y comenzamos a subir, el frío comenzó a notarse tanto que se calaba en mis huesos. Al menos mis clases de baile me habían dado agilidad para evitar caer y resistencia para aquella caminata.

La niebla humedecía la ropa y la sensación de frío aumentaba a cada paso. ¿Acaso íbamos a celebrar su cumpleaños en la cumbre del Everest? El suelo húmedo era resbaladizo y traicionero y cansaba el doble caminar por él al no saber donde había barro ni que zonas eran seguras de pisar.

Yo miraba a Verónica, que caminaba por allí como si tal cosa. Sí, se notaba que estaba acostumbrada a caminar por aquel lugar y que sabía perfectamente donde iba. Estaba pendiente de no pisar mal cuando Antía nos ofreció galletas caseras.

- Pues ahora que lo dices, no me vendría mal una. Llevamos un buen rato caminando y el cuerpo lo agradecerá. Gracias. - Dije cogiendo una de aquellas galletas, la cual fui comiendo despacio, más pendiente del suelo la mayor parte del tiempo que en terminármela.

Las palabras de Verónica sobre la comida de su madre hacían que tuviese más ganas de llegar y precisamente de no comer más galletas por probar esa comida casera. - Está muy buena. - Le dije a la chica. - ¿Las haces tú?

No miré cuanto tiempo estuvimos caminando hasta llegar a la casa, pero al llegar y verla allí, en medio del bosque, con sus tres alturas, el desgaste del tiempo y la climatología y que aún siguiese en pie... me fascinó. - Vaya... es... impresionante. - Dije al verla y escuché aquello de que no había internet ni televisión. - Por mí genial. Así no tengo a mis padres dándome la brasa todo el fin de semana preguntándome que donde estoy y que hago... y la tele, sí... mejor sin ella.

Y es que tampoco me apetecía mucho ver a mis padres por televisión y fijo que si había una corrida ese fin de semana con mi padre en el cartel, acabaría siendo retransmitida. - Me vendrá bien una desconexión total del mundo. - Dije a Verónica con una sonrisa, tratando de nuevo atraerla hacia mí... aunque son su madre en casa y seguramente su padre, dudaba que llegase a nada, pero si conseguía que se acercase más a mí...

Aunque me escamó un poco la manera de hablar de Verónica, pues en tan pocas frases ya hizo referencia a la muerte en ellas y fue algo que me chocó. Quizás era una meiga o algo así o la niebla y la imagen de la casa me habían vuelto un pelín paranóico en aquel momento y solo cuando estuviese dentro de su hogar, sintiendo el calor del fuego, se me pasarían todas las tonterías.

De lo que no me acordaba ya era de las cámaras de fotos y de la prensa, hasta que Antía dijo lo de hacernos un selfi delante de la puerta. - Vale, pero antes déjame quitarme la mochila de encima y estirar un poco la espalda. - Le dije a la compañera de viaje y de fin de semana. - Y estaré listo para las fotos que quieras.

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22/12/2022, 14:12
Roberto Braña

La vida había sido injusta con Roberto... O eso decía él. Sus padres se habían separado hacía algún tiempo, el fatídico año que el joven suspendió todas y cada una de las asignaturas. Hasta la educación física, y eso que él estaba en forma. Desde entonces se había distanciado de ambos en medida de lo posible, intentando encontrar su propio camino. No soportaba ser el arma arrojadiza que blandían aquellos dos adultos, el uno contra el otro. Se había retraído al principio, y encontró refugio con sus iguales. Roberto Braña se convirtió en la oveja negra de la clase, empezó a fumar y a beber y su nuevo rol de malote había levantado pasiones entre las chicas de su clase, un año menores por lo general.

No era mal crío, pero la vida le había llevado por derroteros no muy adecuados para un adolescente. Se atrevió a plantar cara a su madre y a su nuevo novio, uno de los profesores del instituto. ¡Qué asco le estaba cogiendo al muy metomentodo! A diferencia de su madre, él sí se preocupaba en qué hacía, a dónde iba, de dónde venía y con quién estaba. El sitio se le quedaba ya pequeño y estaba deseando largarse a una ciudad donde ser más anónimo. En donde nadie lo reconociera por ser hijo de Ricardo o hijo de Lola, o donde no lo relacionaran con el profesor Enrique, de Biología.

Cuando Verónica le invitó se extrañó un poco, precisamente porque no había tenido palabras muy buenas sobre ella a sus espaldas. Pero así era el mecanismo de defensa del adolescente, el echar mierda a algo que desconoce o no puede conseguir para creerse su cuento y así dejar de valorarlo. Se puso rojo como un tomate al recibir la invitación y apenas articuló un "vale". Supuso que sería una muy buena ocasión para disculparse.

A su madre le dijo que se iba a casa de su padre el fin de semana, y viceversa. No tenía muchas ganas de dar explicaciones a nadie. Sólo Enrique, el de Biología, podía sospechar algo pero extrañamente no hubo aquella mañana en casa preguntas al respecto. Se fue de casa antes de que llegara ninguna nota, porque sabía que tendría mínimo un par de recuperaciones. Se puso una sudadera azul de chándal cómoda y unos vaqueros, y esperó en la iglesia fumándose un pitillo. Si hubiera sabido lo que iban a caminar, se lo habría pensado dos veces.

Cuando llegaron los demás, descubrió que no sólo le había invitado a él. También estaban Antía y Miguel. No se había relacionado mucho con ellos, con la una por empollona y con el otro por marica. Roberto no se engañaba, eso no le importaba y ambos parecían muy agradables, pero tenía una reputación que mantener. Saludó correctamente, pero taciturno y en silencio. Se echó la mochila al hombro y caminó con ellos. Cuando Antía preguntó, Roberto demostró su misma curiosidad

- Carallo, Verónica. ¿Todos los días hiciste semejante camino para andar en el instituto? ¿Incluso cuando hizo frío?

Atravesaron el bosque con paso ligero y alegrándose que no hubiera barro, pero calándose en el proceso. Especialmente le dio rabia a Roberto el tema de los calcetines, que habían dejado helados y entumecidos sus pies. Aceptó con una sonrisa la galleta que le ofrecía Antía, no había ni desayunado y se moría de hambre.

Al final llegaron a su destino, cuando las tripas ya le rugían. Durante el camino apenas habían hablado, pero a Roberto le gustaba hacerlo. Era raro, porque pese a ser un poco introvertido, generalmente las chicas le sacaban temas de conversación. Así que, en aras de socializar un poco, ofreció un cigarrillo a cada uno de los demás mientras se encendía el propio, el cigarrillo de la victoria. Si se hacía un selfie, se lo haría fumando para parecer mayor y más interesante.

- ¿Quieren un pitillo? Traje el cartón entero.

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23/12/2022, 09:42
Director
- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: mente antia

Dificultad: 9

Habilidad: 3

Tirada: 8 9 10

Total: 9 +3 = 12 Éxito

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23/12/2022, 09:53
Verónica

Verónica avanzaba por el bosque como si no le costara, como si el bosque le permitiera pasar, allanando su camino mientras que para el resto todo era cuesta arriba. Antia y Roberto le preguntaron entre resoplidos si todo los días hacía ese camino y la muchacha respondió luminosa

- Sí, todos los días de escuela, los fines de semana me quedo aquí arriba y ayudo en las labores del monte. - Se rió y negó con la cabeza - Y si chove también, y aquí en Galicia chove dos veces por semana, una de lunes a jueves y otra de jueves a domingo - Se sonrió - Te acostumbras, y tiene sus ventajas, aire limpio, nada de ruido y nadie que te moleste. - La pregunta de Antia recibió una respuesta divertida de Verónica al decirle - Pues ya conoces el secreto de mis piernas y de mi culo, 2 horas caminando cuesta arriba y una y poco cuesta abajo cada día. Un mes de amiga mía y te quedas hecha un figurín.

Para la muchacha aquello era lo normal, no le pesaba ir al colegio andando, fuera con frío o con nieve, pero lo que no se podía negar era que tenía mérito llegar al instituto tan puesta después de la caminata. Nunca llegaba sudada, ni siquiera con un rubor por el esfuerzo. Al ofrecimiento de galletas Verónica saltó alegremente y fue a ver de que eran. La chica parecía golosa, aunque cuando vio que eran de canela arrugo un poco la nariz y le dijo

- Ojalá fueran de chocolate, me pirra el chocolate, pero hacen muy buena pinta - Cogió una, se la metió en la boca y le salió un espontaneo - Carallo, están de puta madre - Miró a Miguel que también quería y dijo en broma - No Miguel, mejor no cojas, están malísimas - Pero se veía a la legua que lo decía de broma y el hijo del torero acabó comiendo

Con el azúcar de las galletas el esfuerzo físico se hizo más llevadero. Llegaron a la casa y cuando Miguel dijo que era impresionante Verónica bufó divertida

- Bueno, no es un chalet en La Toja, pero tiene sus encantos. Tengo un piso en la casa para mi sola y las paredes son gordísimas - Sonrió con picardía a Miguel antes de decirle - No os preocupéis, que aquí por no llegar casi no llega ni la radio, así que vas a estar todo lo desconectado que quieras.

La petición del selfie fue bien acogida y todos posaron, aunque Miguel necesitó una serie de estiramientos para no salir en la foto chepado después del esfuerzo. Roberto ofreció cigarrillos pero Verónica puso cara de asco y le dijo

- Tío, no fumes, no te voy a venir con la mierda esa de los pulmones, que no soy tu madre, pero ya te digo yo que besar a un fumador es un asco, es como lamer un cenicero. Eres un tío guapo, no te hagas eso... - Y lo dijo con una naturalidad como si lo conociera de toda la vida, o como si alguna vez se hubiera planteado el besarlo. Se colocaron para la foto, Verónica se puso en uno de los lados, y mientras Antia intentó encontrar un sitio desde donde poder hacer la foto en automático y salir ella. Tras varios intentos encontró las ramas de un árbol pequeño que podía enfocarles a ellos y la casa, puso el temporizador y corrió para salir en la foto. Verónica sonrió mientras pasaba la mano por el hombro de quien tuviera al lado.

Antia recuperó el teléfono y lo manipuló mientras que Verónica iba hacia uno de los laterales de la casa. Bajo una maceta de hierbas aromáticas se escondía una llave oxidada, vieja como ella sola, que abría la pequeña puerta de la casa, entrando a la cocina, que, como había anunciado Verónica despedía un aroma a pote que resucitaba a un muerto. Las judías borbotaban alegremente sobre el fuego dentro del típico pote pero no había rastro de la cocinera por ningún lado. Verónica miró a su alrededor, puso las manos haciendo bocina y dijo

 - Mamá, ya he llegado a casa. Vengo con los amigos que te dije. - Amigos, sonaba tan dulce viniendo de sus labios... - ¿Mamá?, ¿Papá? - La muchacha miraba a los lados intentando ver algún indicio de lo que había pasado. Miró hacia un pequeño armario armero de la entrada y sonrió despreocupada - Deben haber salido a cazar algún conejo para la cena, volverán pronto, madre tiene una puntería endiablada. - Sonrió con esas sonrisas que derretirían los casquetes polares, abrió los brazos y les dijo - Bienvenidos a mi casa, sentiros como en la vuestra. Ya sé que hace un poco de mala pinta, pero a mi me gusta... - Miró hacia los lados y de pronto se la vio nerviosa pero con una sonrisa de excitación, mirando hacia las escaleras que subían al piso de arriba - Mi madre no me deja mirar lo que hay en la buhardilla, pero ahora no están, y si me pilla y estáis vosotros no se enfadará tanto, o siempre podemos decir que vosotros me pediste verla - Sonrió con complicidad antes de preguntarles - ¿Os apetece una pequeña aventura a la buhardilla de los horrores?

Notas de juego

Tenéis para contestar hasta el lunes 26 a las 20:00

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23/12/2022, 09:56
_Narrador_

Cuando Antia recogió el teléfono le pareció ver un reflejo en la imagen alrededor de Verónica y la casa. No estando segura de lo que había visto volvió a abrir la foto y vio como el reflejo había desaparecido. Probó haciendo zoom, incluso haciendo otra foto, aunque no saliera ella y no vio nada raro.

Tal vez había sido el esfuerzo, tal vez el ambiente tétrico de la casa le había jugado una mala pasada, pero lo que había visto le había puesto la piel de gallina. Era como esas historias de miedo de la televisión, como si aquello no fuera real y que la niebla se lo fuera a tragar todo.

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26/12/2022, 14:15
Roberto Braña

Roberto se ruborizó ante el comentario de Verónica, pero no dijo nada. Se quedó callado mirando a muchacha, pues siempre había considerado que estaba fuera de su alcance y al parecer no lo estaba del todo. No obstante, se encendió el pitillo: su cuerpo le pedía nicotina.

Cuando entró en la casa quedó embriagado por el olor a pote. Efectivamente podía revivir a un muerto, como se había expresado la misteriosa joven, y Roberto Braña cayó rendido al poder que de ahí emanaba y al olor que impregnaba la estancia.

Entonces Verónica preguntó acerca de cotillear en la buhardilla. Lo cierto es que Roberto, que siempre había sido un entrometido, no tenía muchas ganas de hacerlo, pero estaba alentado por la nueva perspectiva de que la muchacha le soltara un beso y no podía dejar de hacerse el valiente.

- Por mí adelante. Quiero explorar toda la casa, ¿qué tal si nos la enseñas primero? Dijiste que tienes un piso para ti sola. Quisiera ver tu habitación y comprobar si es cómoda la cama.

Guiñó un ojo a Miguel con picardía, intentándolo hacer cómplice de lo que acababa de decir, aunque luego se arrepintió casi de inmediato. No quería que se malinterpretara lo que acababa de decir. Rápidamente miró a Antía y le guiñó el ojo también en un gesto que podía malinterpretarse perfectamente. Se ruborizó bastante y rápidamente trató de cambiar de tema.

- Pero si me ven tu pai y tu mai ahí arriba se enfadarán. Nunca gusté a ningún pai de una chica. Y si tienen una puntería endiablada, bien se vale que no me conozcan mucho. Antía y Miguel siempre fueron más formales que yo...

Encogió los hombros a modo de disculpa y le dedicó esta vez a Antía una sonrisa pícara. Posiblemente aquella muchacha fuera todo lo contrario que él mismo, y eso le suscitaba mucho interés. Casi tanto como el de Verónica.

 

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26/12/2022, 16:55
Antía Dafonte

¿Qué carallo había sido eso? ¿Lo había, o no lo había visto? 

Antía parpadeó, sorprendida, varias veces. Incluso bizqueó, de la concentración, trasteando con la cámara. Nada, la foto estaba completamente normal, entonces ¿porqué ese trallazo en la espalda que le recorrió el espinazo llenándola de calafríos?

Volvió a los demás más seria que de costumbre, mirando a Verónica con una buena carga de desconfianza. Ella no era especialmente supersticiosa, no más que la mayoría de la gente del pueblo. Pero ya se sabe... meigas, habelas, hainas...

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26/12/2022, 23:04
Verónica

Antía trasteaba con el móvil, viendo la foto que había sacado desde todos los ángulos posibles. Algo había visto raro, algo que parecía que tener con Verónica por lo que parecía. La miraba con desconfianza, pero la chica en vez de sentirse molesta le dijo

- Ni que hubieras visto un fantasma Antía. Ya sé que la casa por fuera hace mal aspecto, pero malo será si se nos cae encima después de tantos años...

 Rió y los guió al interior donde fueron pasando para ver que la casa era rústica, modesta, pero sólida. Roberto estaba sonrojado todavía por el comentario de su nueva amiga, pero a pesar de sus consejos se encendió un cigarrillo. Verónica torció el gesto y murmuró

 - El vicio es el vicio - y se dirigió hacia la ventana para abrirla. Algo del calor de la cocina se perdió pero la muchacha se excusó diciendo - Como mi padre sepa que alguien ha fumado aquí nos mata y tiene con que hacerlo - dijo señalando un armario cerrado con un candado que bien podría ser un armario armero. Señaló a Roberto y le dijo - No pongas esa cara hombre, que es broma, que mi padre fuma negro por mucho que yo y mi madre le damos la tabarra. Un paquete al día, como poco - Y compuso una expresión entre la pena, el asco y la preocupación

Verónica les ofreció explorar su buhardilla aprovechando que sus padres no estaban y la respuesta de que lo que quería era conocer su cama la hicieron desternillarse de risa. Roberto guiñó el ojo a Miguel y Verónica se acercó a Miguel y lo abrazó

- Vaya con Roberto, eso si que es ser directo. Tendrías que aprender de Miguel, él tiene encanto, y no fuma, pero bueno, de camino a la buhardilla te enseñaré mi cuarto si quieres... - y le guiñó el ojo pizpireta, más divertida que escandalizada. Por lo que parecía Verónica no era de las que se achantaba, y si había que decir burradas las diría como la que más. Se sonrió y se encogió de hombros, entonces le dijo - Ya veo, que las pelotas te dan para subir hasta la primera planta. - Sonrió - Creo que si mis padres te pillaran en mi cama si que dispararían, aunque hay cosas que merecen el riesgo, ¿Eh?

Verónica se sabía apetecible. No era de las tías que van con falsa modestia o que iban de tímidas, no, estaba buena, lo sabía, pero no hacía alarde de ello. No era de las que iba humillando a las menos agraciadas, o que le negara el saludo a alguien por ser feo, ella era como era, y no se avergonzaba de ello. La chica se tomaba el vacile de Roberto con buen humor hasta que le cambio la cara y sonrió ligeramente avergonzada

-  Vaya mierda de anfitriona soy, después de la caminata estaréis cansados e igual tenéis hambre.

La muchacha se puso manos a la obra, puso una cafetera cerca de la lumbre, sacó una bandeja con mantequilla de la nevera y colgó una rosca de pan de un gancho cercano a la chimenea para que se calentase, sin quemarse. El olor a pan recién hecho haría salivar al más pintado. Verónica esperaba con paciencia a que la rosca estuviera lista. Tras unos minutos alzó la nariz, olisqueó y se dirigió con una sonrisa hacia el fuego. La rosca estaba lista, el café también, así que con una sonrisa luminosa sirvió café solo, acercó un azucarero con motivos típicos de Sargadelos y puso la rosca junto a una bandejita con mantequilla casera en la pequeña mesa de la cocina. Sacó unas tazas y unos cuchillos de punta redonda para que se sirvieran y les invitó a sentarse.

- ¿Queréis que corte unas rebanadas de xorizo?, yo no soy de comer a estas horas, pero al pan calentito no puedo resistirme. - Sonrió y cortó el pan con la mano pasándoselo a Miguel y atacando a la mantequilla - La verdad es que aquí hay muchas cosas que hacer, podemos ir a pescar, ensillar algún caballo salvaje y dar un paseo, podríamos ir a la cova das bolboretas o hacer una excursión a la loma dos mortos, no sé porque la llaman así mis padres, y claro, a mi habitación a conocer mi cama - sonrió divertida - . Comed, que el pan es casero y calentito entra mejor.

Verónica hincó el diente y sonrió mientras un hilillo de mantequilla humedecía sus labios, asintiendo complacida. Comieron un rato hasta que Verónica dijo - Si queréis puedo traer un mapa para que os hagáis una idea de los alrededores, lo he hecho yo. - Se pasó el pelo detrás de la oreja en un gesto casual y dijo - Bueno, creo que ya lo tengo. Podemos decir que alguno se perdió camino del baño, y así si nos pillan no pasa nada. ¿Que me dices Antía? ¿Una expedición de chicas? ¿Miguel? ¿Roberto? Os juro que no hay ningún cadáver, creo.

- Tiradas (3)

Tirada oculta

Motivo: percepción Antía

Dificultad: 9

Habilidad: 3

Tirada: 1 5 9

Total: 5 +3 = 8 Fracaso

Tirada oculta

Motivo: percepción Miguel

Dificultad: 9

Habilidad: 3

Tirada: 2 2 6

Total: 2 +3 = 5 Fracaso

Tirada oculta

Motivo: percepción Roberto

Dificultad: 9

Habilidad: 2

Tirada: 2 3 5

Total: 3 +2 = 5 Fracaso

Notas de juego

Próximo turno día 28 a las 20:00

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27/12/2022, 03:48
Miguel Dominguín Bosé

Sonreí ante la broma de Verónica con las galletas y acabé comiéndome una. La necesitaba, el cuerpo me la pedía a gritos. Además, no quería sufrir una bajada de azúcar en medio de la nada.

Al llegar la casa me fascinó, algo que no oculté en ningún momento y es que me parecía una maravilla que se hubiese fusionado así con la naturaleza.

Parece que negarle el cigarrillo a Roberto me hizo ganar puntos frente a Verónica y posé para ese selfie con una de mis mejores sonrisas, de esas que tus padres te hacen ensayar una y otra vez para la prensa. Y es que ya de pequeños, mis hermanas y yo éramos noticia y si mi madre iba a la Plaza Mayor en Madrid a comprar adornos Navideños, allí estaban las cámaras y los fotógrafos.

Vi a Antía revisar el móvil, mirando la foto una y otra vez y escuché a Verónica soltar aquel comentario. - Quizás es que he salido fatal en la foto y no se lo cree. - Bromeé. Sabía que había salido bien. Aquello estaba más que ensayado.

Roberto pareció querer ir directo al grano pidiendo ver la habitación de Verónica, centrándose la conversación en su cama y su guiño de ojo me desconcertó. Si quería tema conmigo lo tendría, igual que Verónica. Pero que le guiñase el ojo a Antía me descolocó del todo. Podía pasar por un trío, pero no iba a meterme en la cama con esa chica.

- Que mate al que fume y lleve el tabaco. - Me quejé enseguida ante las palabras de Verónica alzando las manos con gesto inocente. Lo que me pilló por sorpresa fue el abrazo que me dio la joven y el cual se lo devolví sin miramientos. La verdad es que para eso no tenía problemas con nadie. - Si estás intentando hacerme chantaje para que diga que subamos a la buhardilla, te aseguro que me estás conquistando. - Le dije a Verónica dejando claro un tono de insinuación por el cual, si seguía por ese camino, yo mismo acabaría encabezando aquella expedición.

La burrada que le soltó a Roberto me hizo reír. - No te hacía tan suelta con la lengua. - Le dije con segundas a Verónica, evidentemente, tratando de llevármela a mi terreno, aunque me daba la sensación de que se metía ella sola. Lo malo era que tan pronto entraba como salía y eso siempre me desconcertaba.

De golpe la chica cambió de tema y saltó con que tendríamos hambre. Miré a mis compañeros algo desconcertado de nuevo, puesto que no me esperaba que saliese con eso y menos que aquel olor a pan caliente me abriese así el apetito. - ¿Te puedo ayudar en algo? - Le pregunté a Verónica de manera cortés cuando se puso manos a la obra. Era la educación que me habían dado mis padres, esta vez no hablaba mi interés hacia ella aunque eso si me diese algún que otro punto.

Ya en la mesa negué con la cabeza ante el chorizo, con aquello iba servido y cogí el pan de buena gana, escuchando todo lo que se podía hacer en aquel lugar. - Me parece perfecto hacer cualquiera de esas actividades, siempre que tus padres estén en casa y no fuera de caza, no sea que nos cofundan con lo que no somos y nos llevemos un tiro. - Le dije a la anfitriona y la sonreí de medio lado de nuevo. - Y sí, creo que será un placer conocer a tu cama. Pero nunca me han presentado a una, así que deberás explicarme el protocolo a seguir... la sujeto de una pata y la saludo, levanto solo la mano y la digo hola... beso la almohada... - Retozo sobre ella con su dueña...

- Bueno, a ver... centrémonos. Si hacéis una expedición de chicas y uno se pierde en el baño... - Dije señalando a Roberto y a mí. - ¿El otro que hace? ¿Se queda en la cocina esperando a tus padres? ¿O se le viste de chica también y que corra por los pasillos? - Dije divertido con esa idea, pensando que Roberto quedaría muy gracioso vestido de mujer.

 

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27/12/2022, 09:08
Antía Dafonte

Se había quedado silenciosa, por más tiempo de lo habitual en ella, ya de por sí no especialmente habladora. Miraba a Verónica de vez en cuando, de soslayo, pensativa. Miraba su móvil repasando las fotos que había sacado. La primera especialmente. Y negaba con la cabeza, inconsciente.

Pero los compañeros seguían parloteando, incluso flirteando. No es que le importara, si había que subirse al carro del tonteo, se subía. Rechazó también el piti de Roberto, aunque sin recriminaciones, de hecho le dedicó una sonrisa cómplice. Sí, a veces también mangoneaba algún cigarrillo a su padre, pero más por pose que por nervios, y ahora tenía más nervios que ganas de quedar bien.

La perspectiva de explorar la casa, y en especial la buhardilla, volvió a ponerla en tensión.

-¿Nunca subiste al faiado? ¿No te dejan mirar ahí? ¿Por qué?

Y, sobre todo, ¿por qué quería subir precisamente hoy, y con ellos? 

Antía se sobrepuso. ¡Basta!, se dijo a sí misma. Estaba paranoica, y excepto lo de la foto, no había ocurrido nada para que estuviera borde y de mal humor. Había venido para pasar un par de días desconectada de lo cotidiano, para divertirse, y eso gracias a su anfitriona, no podía ponerse agria con ella. Y menos con los chicos, estaban ambos simpáticos y graciosos, amigables. Mucho más que abajo en el pueblo, donde apenas le dirigían la palabra. Hoy hasta diría que Roberto le había echado el anzuelo, y el divo de Miguel no estaba siendo desagradable. 

-Este pan huele estupendo, con la mantequilla será para hacerse la boca agua. Y yo sí que quiero xorizo, un poquiño.

No esperó a que se lo diera, se acercó con una sonrisa que desmentía las miradas anteriores, y agarró la rosca de pan para tomar un poco, untarlo con mantequilla, y cortó unas rodajas de chorizo que puso encima, hincándole el diente.

-Mmmm... está xenial

Se sentó, y escuchó las propuestas y las sugerencias para hacer durante el día. Bueno, salir al aire libre e ir de excursión no le pareció tan... misterioso, como subir a explorar la buhardilla. 

-¿Hiciste un mapa de la zona? ¿Tú sola? ¡Pues eso sí que me encantaría verlo! Y podemos ir a ver alguno de esos sitios que dices, así lo ubicamos en el mapa, incluso podemos completarlo, si exploramos un poco. ¿Qué os parece chicos? 

Lo del mapa la había conquistado, Antía tenía aficiones poco comunes entre los jóvenes y adolescentes. Mientras en sus horas libres algunos hacían botellones o se pasaban horas en la disco, ella leía o estudiaba. También mapas, le gustaba imaginarse los lugares que mostraban de modo tan simple.

De modo que la perspectiva ayudó a cambiar su humor y su talante desconfiado. Asintió, con más entusiasmo, y por primera vez devolvió el guiño a Roberto, y dedicó una sonrisa radiante a Miguel. Y ya, como tregua consigo misma, dirigió una mirada alegre y cálida a Verónica. No se rendiría, iba a divertirse. Con los tres, mejores o peores.

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28/12/2022, 13:39
Roberto Braña

La idea de la cama le gustaba más, pero no quería sobrecargar los flirteos. Al fin y al cabo, hacía no tanto que Roberto había encamado a su última conquista y tampoco tenía ningún tipo de necesidad que satisfacer. Aunque, si se daba la ocasión, era la oportunidad perfecta. Lo que pasara en aquella casa quedaría en aquella casa. Y el día de después de exámenes se iba a apuntar a cualquier desenfreno...

- Oye, yo no dije que no a la buhardilla. Me apunto a lo que sea. Incluso a explorar el bosque con esos mapas, parece que a Antía le gustó la idea. Puede ser divertido.

Sin embargo a Roberto no le hacía mucha gracia salir de nuevo de la casa, todavía estaba cansado de la caminata y no había comido. Sonrió a Antía, motivado por su entusiasmo. También aceptó de buen grado el chorizo que se le ofreció junto al pan calentito, pero estaba deseando comer aquella comida que tan buen olor tenía. Olfateó la olla a ver qué llevaba exactamente para tener tan buena pinta.

- Oye Verónica, ¿cuál es el secreto de ese pote? Huele de maravilla.

Quizá el secreto fuera que se muriera de hambre, pero no quería admitirlo ante los demás. Al igual que tampoco quería admitir lo mucho que estaba disfrutando de la compañía. Para ser un chico gamberrete y popular que va de malote, realmente no tenía amigos. Estaba disfrutando de la situación mucho más de lo que esperaba.

- Ah, ¡casi se me olvida! Traje una botella para esta noche. Habrá que hacer una hoguera y bañarse después desnudos, ¿no? No sé si en vuestras casa tenéis esa tradición por San Juan, pero yo no quiero que la mala suerte me persiga este año también. 

Y además podía ser la oportunidad perfecta para desnudar a alguien, pensó. No sabía muy bien como iba eso, pero estaba dispuesto a comprobarlo, sólo sabía que se hacía a principios de verano.

Notas de juego

Siento no poner negritas, estoy desde teléfono.

Edit máster: Sin problemas, ya lo hago yo por ti :)

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29/12/2022, 00:17
Verónica

Las quejas de Miguel sobre ser la posible víctima de un disparo injusto por no haber fumado fue acogida con una sonrisa burlona de Verónica y un alzamiento de cejas

- Te quejas más que una chica cursi, solo protestas. - Dijo burlona, pero para compensar poco después lo abrazó y se dejó hacer. Verónica no rehuía el contacto, aunque tampoco lo fomentaba y lo alargaba de más. Estaba claro que la chica tenía carácter y que sabría poner en su lugar a quien se propasara. Sonreía y se la veía mucho más relajada que en el instituto, donde la gente murmuraba sobre ella por algún motivo u otro, y esa relajación le hacía sacar otras facetas que no había mostrado, como lo afilada de su lengua.

El vacile de Roberto fue respondido en la misma manera por la atractiva muchacha que siguió la risa de Miguel y cuando le habló sobre la soltura de su lengua lo miró con picardia.

- Vaya hombre, entre uno y el otro voy a tener que tapiar mi habitación por la noche. - sonrió y miró a Antía antes de decir - Mejor dormimos juntas, que estos van más salidos que el pico de una plancha, pero sí, a mi lengua no le pasa nada - Dijo con convicción - Las chicas tenemos que saber defendernos, eso de la princesa en apuros es muy del siglo XX.

La conversación se iba animando y Verónica se ofreció a darles un tentempié sencillo pero contundente: pan, mantequilla y chorizo, suficiente para reponer fuerzas. Se puso manos a la obra y el ofrecimiento de Miguel fue recibido con una sonrisa y un movimiento de cabeza negativo.

- Sois mis invitados y no tardo nada.

Mientras preparaba Antía revisaba el móvil, las fotos tomadas, pero parecía que no encontraba lo que buscaba. El pan estuvo listo enseguida y pronto estaban comiendo todos, sirviéndose más o menos según su hambre y preferencias. Según Verónica, el secreto del pote solo lo sabía su madre, pero parecía ser que usaba solo una parte de la oreja del cerdo, y el pimentón, aunque sabía que había más, pero todavía no se lo había contado. En cuanto a la pregunta de Antía de subir a la buhardilla se encontró con un silencio de Verónica. Durante unos segundos se la vio indecisa y finalmente les dijo

- La prohibición es más cosa de mi madre. No sé porque, yo creo que debe haber sus cosas de joven y tiene miedo que se las estropeé. No lo sé, pero - dudó y su confianza se evaporó por un momento - me da un poco de miedo, y tal vez si me acompañáis - suspiró - Me lo quito de encima, sé lo que hay y ya dejo de pensar en eso.

Parecía que Verónica estaba siendo totalmente honesta en eso. Una vez comentado se pusieron a comer y de las posibles opciones que había para hacer allí arriba. Entre todas las actividades la que más le llamó la atención fue consultar el mapa de Verónica. La anfitriona sonrió y le dijo

- Claro, a ver, no es que conozca los nombres de los sitios. Muchos me los he inventado yo o mis padres me han dicho su nombre, así que igual el nombre oficial es distinto, pero podemos verlo y así os hacéis idea de si están muy lejos o no. - La mención al mapa pareció apaciguar a Antía y Verónica se lo recompensó con una sonrisa, porque no estaba pillando porque la chica le miraba raro. La mención de la botella hizo reír a Verónica que le dijo

- San Juán no hacemos, a mi padre lo de los santos le da alergia como él dice. - Se mordió el labio, pensativa antes de decir - Podemos hacer una hoguera, pero con mis padres aquí a mi me da palo beber. Podríamos pedirles si podemos ir a dormir a la cova das bolboretas, nos cogemos unas mantas, algo para la cena y podemos pasar la noche al calor de una hoguera, beber, y quien sabe, igual hasta tengáis suerte, aunque bañarse será complicado, el riachuelo no llega más allá de los tobillos y piscina no tenemos.

Verónica recogió lo que quería hacer cada uno y finalmente dijo

- Bueno, creo que Miguel tiene razón, si mi padre entra y os ve a vosotros solos en casa igual os pega un tiro, así que mejor que vengais conmigo. Hacemos una cosa, paramos primero en mi habitación, para que Miguel se presente a mi cama si quiere - Le dio un pequeño golpe regañándolo - Que eso de besar la almohada sonó súper creepy, y después, el que quiera, puede venir conmigo al desván.

Se encaminaron hacia el piso de arriba, escuchando como las escaleras protestaban por su peso. La casa parecía hablar de su historia a través de los gemidos de la madera, los escalones a alturas ligeramente distintas, el desgaste de los peldaños. Al llegar al rellano la chica abrió la primera puerta de la izquierda para enseñarles su dormitorio. Dentro de la rusticidad de la casa aquello era un oasis de color. La pared estaba pintada de azul, el empedrado era de una piedra más bonita que la del exterior, la iluminación era cálida y agradable y estaba salpicado de detalles que indicaban que esa habitación pertenecía a una joven. Un espejo grande de pie, un armario con todo su vestuario, unos posters en la pared de Mago de Oz y Extremoduro junto a cuadros de margaritas. La chica hizo un ademán para que pasaran y le dijo

- Ahí la tienes Miguel, puedes presentarle tus respetos.

Se dirigió a su escritorio y lo levantó, revelando que era articulado y que se podía levantar para lograr una superficie donde poder dibujar. Bajo el escritorio tenía un hueco con papeles y tras buscar sacó el mapa. Lo desplegó sobre el escritorio y empezó a señalar

- Estamos aquí, la cova está aquí, creo que a una media hora o así de camino. Los caballos suelen estar por acá, como veis tampoco es que me haya matado mucho con el mapa.

Pero sí que se lo había currado. Era un mapa bastante detallado, porque hacía referencia a O Cebreiro, y esas partes estaban bastante bien logradas, por lo que el resto podía ser bastante fiel a la realidad. La chica los dejó hacer un poco y luego repitió

- Bueno, si alguien me acompaña se lo agradezco, sino me iré sola y vosotros os podéis quedar a cotillear, o a hablar con mi cama -sonrió - ¿alguien se apunta?

Notas de juego

Tenéis tiempo de contestar hasta día 30/12 a las 20:00

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30/12/2022, 13:44
Miguel Dominguín Bosé

- Si con cada protesta consigo un abrazo como este, seguiré protestando. - Respondí para darle un beso en la mejilla y separarme de ella. Había mucho que ver donde estábamos y a mi me recordaba tanto a mi pasado, a mi juventud aquel lugar, que ver algunas cosas me creaban nostalgia.

- Y que sepas que el olor a comida me está despertando el apetito, así que lo mismo os quedáis sin mí y me como todo el perolo de pote. - Era evidente que no hablaba el gallego, pero algo entendía después del tiempo allí viviendo. Además, seguramente todos suponían que era madrileño, cuando realmente nací en Panamá.

- Un trío tampoco estaría mal... no sería el primero que hago. - Dejé caer cuando Verónica dijo lo de que durmiesen ambas juntas. - Pero no, ahora enserio. Si quieres dormir con ella no molestaré. Una cosa es bromear o tirar directas y otra cosa es respetar a los demás y más aún cuando es una dama quien lo pide. - He hice una sutil reverencia a Verónica bastante divertida por la tontería de la princesa en apuros.

Como la anfitriona no me dejaba ayudarla en la cocina me acerqué a ver las fotos que sacó Antía con el móvil. - ¿Las puedo ver? Aquí no hay cobertura pero me las puedes pasar por bluetooth. - Le dije a la joven esperando que no la estuviese hablando en chico y deseando ver que tal habíamos quedado los cuatro.

En el fondo me gustaba verme en las fotos y en la prensa.

- Ya te dije que podías contar conmigo. Lo cierto es que me colaría por toda la casa, seguro que con tantos años, es la clásica que tiene pasadizos secretos y habitaciones ocultas. - Dije con un alarde de imaginación y de ver muchas películas con casas de este tipo. - Además, las buhardillas suelen ser los sitios más divertidos de estas casas. - Añadí. - Allí se dejan siempre trastos viejos que se van acumulando y lo mismo si la casa tiene cien años, encontramos cosas con más de esos años allí arriba.

Lo del mapa y salir fuera sonaba divertido. - Bueno, pero antes de salir, prefiero comer algo de eso que huele tan bien. Luego ya vamos donde queráis.

No dije nada frente a la idea de Roberto con la botella, la hoguera y el río porque no sabía bien que se había inventado. Yo solo conocía la versión de la hoguera y saltar sobre ella. La bebida opcional... pero Verónica encontró una buena opción.

- Mira, casi  me gusta más esa a dormir cada uno en un dormitorio, más que nada porque si nos aburrimos podemos contar historias de terror... y fijo que no duerme nadie. - Bromeé con ello. Pero las palabras de que quizás alguno tuviese suerte no se borraban de mi cabeza.

- Bueno, nunca me he presentado a una cama. - Dije frotándome el brazo donde me dió la chica el codazo. - No sé como se hace y besar el lugar donde van los pies me da como... repelús... - Y sonreí de nuevo a la anfitriona bromenado con aquello.

- Dios... te falta un poster de Dentro del Laberinto y pido tu mano sin pensármelo dos veces a tu padre, Verónica. - Solté al ver su dormitorio y me acerqué a la cama de de la chica. Me agaché delante de ella y cogí una de sus patas. - Me llamo Miguel, un placer cama de Verónica... gracias, lo mismo digo. - Y con eso me levante y miré a los demás. - Lo siento, lo que me ha dicho la cama queda entre ella y yo.

El mapa era una pasada y me quedé mirándolo como un tonto. - ¿Has hecho tú sola todo esto? Me parece increíble... - Le dijo anodadado al verlo. No quise tocarlo por si se estropeaba. Quizás deberíamos sacarle una foto por si nos perdemos. Con la humedad y demás se puede estropear... creo que es mejor que cada uno lo lleve en su móvil. - Sugerí.

- Yo ya he hablado con tu cama. Tenemos más cosas de que hablar, pero en privado, así pues... - Caminé hacia la puerta y la abrí. - Después de vos, madame.

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30/12/2022, 14:29
Roberto Braña

- Esa opción me gustó, la de explorar ahora la buhardilla y esta noche andar a la Cova das Bolboretas. Pero claro, a ver qué quieren los demás. ¿Cómo de atrevidos sois?

Roberto claramente volvía a adoptar el rol de malote tentador mientras desnudaba con la mirada a Verónica y a Antía. Quizá por la noche y con dos tragos de más podía pasar algo... Aunque estuviera Miguel. Se encogió de hombros y esperó a que el resto reaccionara.

- Yo no sé montar a  caballo, pero si me enseña alguien parece buen plan también. Después de haber fisgado allá arriba, claro está.

Roberto Braña se imaginaba cómo sería la buhardilla de aquella casa en contraposición de cómo era el interior: rústica. ¿Estaría polvoriento? ¿Tendría más secretismo que la propia Verónica? Al fin y al cabo, de tal palo tal astilla. Y si los demás sentían curiosidad, adelante, porque él estaba totalmente intrigado. Quizá con suerte hasta podría darles un buen susto y reírse un rato...

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30/12/2022, 14:35
Antía Dafonte

-Vale, pues exploremos. Primero arriba, y luego según el mapa. Lo de la cueva me suena emocionante. Pero habrá que empezar por arriba. 

Todos parecían dispuestos a secundar la inspección, y eso que Verónica había dejado muy claro que estaba un pelín asustada por el hecho de hacerlo. Pero bueno, ¿qué podía haber en una buhardilla desvencijada? Muebles y trastos, quizá con clavos y cristales rotos, por eso su madre no la había dejado subir, quizá desde que era una niña, y ahora ya nunca se habían preocupado más de abrirla.

-¿Tienes la llave, no? ¿No habrá que hacer una incursión en la habitación de tus padres para pillarla, espero? No me gustaría que estuviéramos revolviendo os caixóns de su cómoda y regresaran, encontrándonos con las manos en la masa. 

Se rió. Con la barriga llena todo se veía más fácil, pensó Antía tras haber dado buena cuenta de su pan de rosca con mantequilla y xoriso. Pero de nuevo algo volvió a alterarla. Algo que había dicho Miguel, y que recordó de golpe.

-Oye, eso que dijiste... ¿No hay cobertura? ¿Cómo que no hay cobertura...?  Si no la había, no se había dado cuenta. Aunque no pensaba enviar las fotos a su patrona sólo con datos, a pesar de que ella se lo había pedido, con todo el trasiego y los nervios lo cierto es que no lo había comprobado. Lo hizo entonces*. No poder comunicarse con su padre, o viceversa, sí que le preocupaba. -No habrá wifi, de eso ya nos advirtió Verónica, pero ¿tampoco hay cobertura telefónica normal? ¡Vaya! Pues sí que estáis incomunicados... 

Notas de juego

*: Realmente ¿no hay cobertura telefónica siquiera?

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30/12/2022, 15:30
Miguel Dominguín Bosé

- Montar a caballo es fácil. Mira. - Busco en el móvil una foto mía montando a caballo y se la muestro a Roberto.

- De todas maneras a mi me han estgado enseñando siempre desde pequeño. - Y mostré otra foto para quien quiesiera verla.

- Pero montar caballos salvajes... antes hay que domarlos y para eso hace falta saber mantener el equilibrio sobre ellos mientras saltan y dan coces hasta que te derriban y vuelta a empezar hasta que se acostumbran. Así que mejor te enseño si quieres en un lugar donde los tengan ya domesticados y con sus sillas, pues a pelo también cuesta lo suyo.

Luego miré a Antía. - A ver, si no hay wifi, no hay tele que es lo más básico, que es poner una antena... ¿como piensas que vamos a tener cobertura? Mira tu móvil si la tiene o no. Es lo más fácil. El mío dice que nada y dudo que funcione ni para llamadas de emergencia.

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30/12/2022, 20:19
Verónica

 La mención al trío hizo alzar una ceja divertida a Verónica, que no parecía sentirse especialmente cohibida con los comentarios de Miguel. - ¿Un trío? -dijo con una sonrisa traviesa - Como si pudieras con una. - Le dio un golpecito cómplice a Antía antes de decir - Yo creo que nos duraba un asalto en un día especialmente malo, y si al menos lo hubiera dicho Roberto.... - sonrió - No das el perfil de macho alfa Miguel, pero siempre es un placer que sepan como tratar a una chica, y el sentido del humor gana más corazon que las bravuconadas.

Mientras Verónica les preparaba el tentempié Antía y Miguel revisaron el móvil. Efectivamente, lo que decía Miguel era cierto, no había cobertura en ninguno de los dos dispositivos. Allí arriba no habían visto ningún tipo de cable o antena de telefonía, ni siquiera por el camino hacia allá. Si querían tener señal tendrían que hacer parte del camino hacia el pueblo, aunque, afortunadamente, ese camino sería cuesta para abajo. Verónica se disculpó y asintió a lo que decía Miguel.

- Lo pedí, pero no les sale rentable - suspiró - llega la radio, y a duras penas, de todos modos, mis padres son bastante antitecnología, dicen que se nos reseca el cerebro a los jóvenes con eso - bufó, arrugando la nariz de forma graciosa - Y no son fáciles de convencer, así que si me podéis echar un cable, igual les podemos convencer para que me pongan un móvil, aunque sea barato.

Siguieron hablando y comiendo. Verónica trató de convencer a Miguel que dejara de leer novelas, que allí no iba a encontrar ni pasadizos, ni mazmorras, ni habitaciones ocultas, como mucho un sótano húmedo. En cuanto el contenido admitió no saberlo, y que le daba un poco de miedo, pero que le daba más curiosidad, y yendo todos juntos sería todo más llevadero.

Subieron a la habitación de Verónica, el único oasis de color en aquella casa. A Miguel pareció encantarle la habitación, al punto de plantearse el matrimonio, aunque parecía estar más pendiente de la cama que de los demás. Verónica sonrió y le dejó de prestar atención mientras Miguel se presentaba a la cama. La chica le espetó con una sonrisa

- ¿Casarme? Eso es tan siglo XX, tío. Yo no pienso casarme, no necesito casarme. Si estoy con un tío y empieza a hacer el capullo lo largo, no necesito a un tío para ser feliz, con poco me basta - Y ciertamente, a pesar del éxito de Verónica y la atención que suscitaba no se le conocía novio, ni siquiera escarceo alguno. Sonrió y le dijo a Miguel - Ya invitarás a la boda con mi cama...

Mientras Miguel seguía fortaleciendo su relación con el mobiliario Verónica sacó el mapa para enseñárselo a Antía, la más interesada en ello. Cuando Miguel le preguntó si lo había hecho simplemente dijo  que no había mucho que hacer allí arriba. No se opuso a que le hicieran fotos si querían, y tras ello, todos estuvieron de acuerdo de ir hacia la buhardilla. La pregunta de Antía sobre la llave dejó paralizada a Verónica. No había esperado tener que coger la llave de la habitación de sus padres, aunque no recordaba haber visto la puerta con una cerradura.

- Creo que no tiene cerradura, miramos, y si no yo entro en la habitación a coger la llave... - sonrió un poco cortada - Me da cosa revolver los cajones a mis padres. A saber lo que tienen ahí...Venga, subamos y crucemos los dedos.

Encabezó la marcha Verónica, que cuando Roberto dijo si era atrevida sonrió, con nerviosismo, antes de asentir.

- Me da más miedo subir aquí que dormir con vosotros en la cova, no hay animales salvajes por aquí. El último lobo que se vio por esta comarca es de hace más de 40 años. - Pero aun así Verónica estaba nerviosa, no fingía. Llegaron al final de la escalera, donde se encontraba el acceso a la buhardilla y Verónica empujó. La madera se movió y pidió ayuda. La madera gimió como si aquello le hiciera daño y un par de empujones después cedió, franqueándoles el paso a la buhardilla.

Si Roberto esperaba que no fuera polvorienta se llevó una decepción. Hacía tiempo que nadie pasaba por allí o eso parecía. Allí donde ponían su vista había un bulto tapado por sábanas, como si estuvieran en un museo que estuviera de mudanzas, aunque había un objeto que destaca por encima de todos, una vieja rueca que se ubicaba al fondo de la buhardilla. Desde su posición podían ver que la rueca tenía cuatro hilos entrelazados, donde aparecía un principio de un tapiz aun por terminar hacía mucho tiempo, pues los hilos estaban marcadamente ajados por el paso del tiempo y los colores se habían apagado. Verónica alzó una sábana a su paso, llena de excitación, destapando una jaula de latón donde un cuervo, aparentemente disecado, los miraba. Alzó otra y apareció un viejo caldero de cobre, como el que se ponía en las pulpeiras, tapado con una gran tapadera negra. Junto a ellos, en un montón desordenado, había distintos libros que parecían ser más viejos que la casa, y junto a la pila, una caja cerrara de color negro de madera lacada. Cualquiera que hubiera visto la película de Jumanji les recordaría a ese tipo de tablero, pero en él no aparecía ningún tipo de marca.

¿Quien sabía que maravillas se ocultarían debajo de las sábanas? Lo que estaba claro, es que allí, a no ser que fuera troceado, no iban a encontrar ningún cadáver.

 

- Tiradas (3)

Tirada oculta

Motivo: Mente Antia

Dificultad: 0

Habilidad: 3

Tirada: 9 9 9

Total: 9 +3 = 12 Éxito

Tirada oculta

Motivo: Mente Miguel

Dificultad: 0

Habilidad: 3

Tirada: 3 5 9

Total: 5 +3 = 8 Éxito

Tirada oculta

Motivo: Mente Roberto

Dificultad: 0

Habilidad: 2

Tirada: 2 2 8

Total: 2 +2 = 4 Éxito

Notas de juego

Tenéis de tiempo para contestar hasta el día 02/01 a las 20:00 :)

Cargando editor
30/12/2022, 20:59
_Narrador_

Al destapar la sábana que cubría al cuervo, por un segundo, te pareció ver al animal parpadear, como si se acostumbrara al cambio de luz. No se movió, ni siquiera podías jurar que el cuervo hubiera parpadeado, pero la sensación la tenía. Su cerebro se negaba admitirlo, pero sus ojos lo habían visto.

Sus compañeros no parecían haberse dado cuenta del sutil movimiento, si es que lo había habido. Definitivamente, se estaba volviendo paranoica en aquella casa.